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Tema 28 – El texto expositivo : estructuras y características.

0. INTRODUCCIÓN

La exposición es un tipo de discurso mediante el cual un emisor pretende presentar un determinado tema a un receptor de forma clara y ordenada, para darlo a conocer y hacer que lo comprenda. Requiere, por tanto, un conocimiento suficiente de la cuestión tratada y exige un desarrollo progresivo y articulado de las ideas. Es un discurso esencial en la transmisión del saber humano, y de hecho es el vehículo principal de la información científica, técnica, humanística, etc. Asimismo, su uso en la actividad académica es constante: un libro de texto, los apuntes son claros ejemplos de textos expositivos.

Cuando se ha intentado clasificar los textos relacionados con la información y el conocimiento, se ha recurrido a diversas nomenclaturas. Se ha hablado de texto informativo (Combettes y Tomassonne): aquel que orienta al contenido y cuyo estudio se centra en la organización, distribución y desarrollo de la información. También se ha hablado del texto con base textual expositiva (Werlich), la cual se relaciona con la capacidad humana de aprender a partir de conceptos y de operaciones de análisis y de síntesis. Adam, por su parte, propone la secuencia explicativa, basándose particularmente en los análisis propuestos desde el punto de vista de la didáctica, por ser éste un ámbito donde la explicación se convierte en el núcleo fundamental del discurso de transmisión y de construcción del conocimiento.

En cualquier caso, el análisis de estos textos, al estar fuertemente condicionados por exigencias pragmáticas y situacionales, obliga a considerar aspectos que exceden lo meramente lingüístico. Por ello, vamos a abordar la exposición atendiendo a sus principales aspectos pragmáticos y discursivos, a su estructura interna y a sus rasgos lingüísticos y textuales. Asimismo, nos vamos a ocupar del ensayo, un tipo de texto que ha ido cobrando interés en los dos últimos siglos, y que se encuentra a caballo entre los textos literarios y los propiamente expositivos.

1. ASPECTOS PRAGMÁTICOS

Teniendo en cuenta que las secuencias explicativas abundan especialmente en todos los textos de información orales y escritos que se relacionan con la transmisión del conocimiento, la función comunicativa que predomina en esta variedad de discurso es la representativa (o referencial): lo que interesa es el tema que se presenta, y no tanto el emisor o autor. La actitud de éste, por tanto, suele presentarse como objetiva. Esta apariencia de OBJETIVIDAD es la principal característica de los textos expositivos, que se manifiesta sobre todo en la ausencia de referencias al emisor en el texto.

El contexto de la explicación supone, en todo caso, un agente poseedor de un saber y un interlocutor o un público que está en disposición de interpretarlo a partir de su conocimiento previo, pero que necesita aclaración. La relación que se establece entre ambos es asimétrica en el sentido de que hay un desfase entre el experimentado, el que tiene acceso a la información a través de diversas fuentes, el experto, y el que no tiene experiencias, el que no tiene acceso a las fuentes, el lego. Por esta razón, hay personas a las que socialmente se les reconoce la autoridad para facilitar la comprensión de los temas y que están legitimadas para aportar la explicación fiable y adecuada (profesores, técnicos, periodistas…). De hecho encontramos típicamente y con más frecuencia la presencia de la explicación en ámbitos como el de la enseñanza y la divulgación. El discurso explicativo, al suponer la posesión de un conocimiento, otorga prestigio, autoridad y poder a quien lo emite y, consecuentemente, genera el poder de convencer y de obtener adhesión. Por lo tanto, su intención es esencialmente didáctica, lo cual justifica el segundo rasgo característico de estos textos: la tendencia a la CLARIDAD, tanto en la organización de las ideas como en el léxico utilizado.

Además de la objetividad y de la claridad en la organización y expresión de las ideas, también es característica de los textos expositivos la tendencia al rigor en la información y a la PRECISIÓN a la hora de enunciarla. Se supone que las ideas que se aportan han de ser verdaderas y fiables, lo que hace que el autor procure fundamentarlas rigurosamente aportando datos concretos, haciendo referencia a sus fuentes de información (a veces mediante la cita literal), etc. Por otro lado, la necesidad de evitar ambigüedades e imprecisiones que puedan confundir al lector obliga al autor a poner un especial cuidado en el uso de la lengua, sobre todo del léxico.

El tipo de receptor es muy importante, porque determina, junto con la intención didáctica del autor, el carácter del texto expositivo: divulgativo o especializado.

ð Los textos divulgativos desarrollan un tema de interés general para un amplio sector del público que no está especializado en ese tema. Por ello, la organización del contenido es muy clara y articulada, se evitan los tecnicismos no imprescindibles y se apoya la comprensión del texto con ejemplos, resúmenes, explicaciones, etc.

ð Los textos especializados van dirigidos a un lector que posee previamente conocimientos sobre el tema. Se suele prescindir de resúmenes, aclaraciones, etc., que un especialista no necesita para comprender perfectamente el texto. En cambio, sí se exige una mayor precisión a la hora de exponer los conceptos e ideas: el léxico empleado es riguroso, se usan abundantes tecnicismos, citas e incluso a veces formulaciones que utilizan códigos específicos de la disciplina de que se trate.

2. ASPECTOS DISCURSIVOS

2.1. El desarrollo de la secuencia explicativa

Todo texto explicativo parte de las preguntas que nos suscita un objeto complejo que se explica según las siguientes fases, que incluye la terminología de Adam, Grice y Coltier:

Œ Fase de cuestionamiento: son las preguntas suscitadas por un tema complejo. Realiza una esquematización inicial del asunto objeto de la explicación y puede corresponderse con el título del texto o con algún párrafo introductor. Esta fase genera un cuestionamiento basado en las causas y los modos que motivan que tal objeto sea o se comporte de determinada manera.

 Fase resolutiva: son las explicaciones que esclarecen la dificultad de dicho tema. Suponen un acercamiento a la explicación aportando todos los datos e informaciones necesarios para su resolución. Realiza una esquematización problemática, y deja aún incógnitas en el aire.

Ž Fase conclusiva: nos conduce a la esquematización explicativa, aportándonos todo la interpretación de los datos, de modo que esta fase supone la verdadera etapa de explicación del objeto de nuestro discurso.

Podemos ver esta determinación de partes en el siguiente ejemplo:

El paisaje forestal del valle del Jerte está cambiando a pesar de que la actividad humana casi ha desaparecido allí (Fase de cuestionamiento). Los responsables principales del cambio son los pájaros (Fase resolutiva). Los pájaros trasladan involuntariamente ciertas semillas a esa zona introduciendo nuevos tipos de árboles (Fase conclusiva).

Por otro lado, la explicación del objeto complejo que se lleva a cabo en un texto expositivo se realiza a través de estrategias discursivas a las que corresponden unos procedimientos específicos de esta secuencia: la definición, la clasificación, la reformulación, la ejemplificación, la analogía y la citación.

è La definición. Es un procedimiento que delimita el concepto sobre la base del conocimiento existente, adjudicando unos atributos al tema/objeto en términos de pertenencia a una clase y de la especificación de rasgos característicos. Las expresiones verbales más utilizadas son del tipo se llama, se refiere a, se define como… Muchas veces la delimitación de un concepto se contrapone a creencias, a conocimientos comunes heredados o a teorías anteriores que no responden al estado actual del conocimiento sobre la materia tratada. La definición constituye, por tanto, el primer paso para la aclaración de un problema de conocimiento.

è La clasificación. Es un procedimiento que distribuye cualquier entidad referida (fósiles, plantas, modos de investigar, etc.) en diferentes agrupaciones realizadas a partir de sistemas de similaridades y de diferencias. La clasificación se puede realizar desde distintos criterios y también desde lo más específico a lo más general o viceversa.

è La reformulación. Es un procedimiento que sirve para expresar de una manera más inteligible lo que está formulado en términos específicos (más abstractos o formales) o que resultan oscuros para el interlocutor. Supone la repetición y, por tanto, la redundancia típica del discurso pedagógico, pero también de cualquier situación donde el hablante tenga como propósito hacerse entender. Es una operación reflexiva en la que la referencia se hace sobre un enunciado emitido anteriormente. Los reformuladores típicos son o sea, es decir, en otras palabras, mejor dicho y otros similares; signos gráficos como el paréntesis o la raya pueden cumplir esta función.

è La ejemplificación. Es un procedimiento que concreta una formulación general o abstracta poniéndola en el escenario de una experiencia más próxima al interlocutor. El ejemplo puede consistir en hechos, dichos, problemas reales o historias. Es un recurso ampliamente usado en la secuencia explicativa, especialmente cuando se dan estados epistémicos sustancialmente diferentes entre emisor y receptor. Los conectores que suelen introducir ejemplos son: por ejemplo, a saber, así, en concreto, pongamos por caso, sin ir más lejos, etc.

è La analogía. Es el procedimiento de aclaración o ilustración que se construye a partir de poner en relación un concepto o un conjunto de conceptos con otros de distinto campo. Se manifiesta lingüísticamente a través de comparaciones y de metáforas. Comprendemos conceptos difíciles de entender (el concepto de la física agujero negro, por ejemplo).

è La citación. Es un recurso muy utilizado en la explicación porque la fiabilidad y la autoridad se buscan en las voces de los expertos. Por ello, tanto los periodistas (que citan las fuentes o a las autoridades en la materia) como los profesores y los investigadores convocan en su propio discurso el discurso de los otros.

2.2. Relaciones con otras secuencias

La secuencia explicativa, como las otras secuencias, no suele presentarse de forma homogénea en un texto sino estrechamente relacionada con otras. En textos donde predomina la secuencia dialogal nos podemos encontrar con una secuencia explicativa cada vez que haya una interrupción por incomprensión y una demanda de aclaración al respecto. En un texto argumentativo, orientado principalmente al juicio y valoración de un objeto, podemos encontrar secuencias explicativas usadas como apoyo para la argumentación.

Por otra parte, en los textos expositivos se usa la descripción como mecanismo discursivo que posibilita precisar la naturaleza, la constitución o la finalidad de los objetos o fenómenos que se explican. En este sentido, entendida como procedimiento que facilita la exposición de aspectos concretos del tema tratado, tiene un claro carácter analítico. La descripción, que se viene denominando técnica para diferenciarla de la literaria, es especialmente adecuada, por tanto, para textos correspondientes a las ciencias naturales y a la medicina, por una parte, y a las ciencias físicas y experimentales, por otra.

Las condiciones que impone la perspectiva científica en la descripción son, por tanto, la objetividad (léxico denotativo, adjetivación de carácter especificativo), la precisión en la información (exhaustividad y minuciosidad en la presentación de datos, uso de tecnicismos) y la ordenación (estructuración lógica de las observaciones).

3. ASPECTOS ESTRUCTURALES

Las formas de estructuración de los textos expositivos pueden ser diversas, pero han de tener una característica fundamental, la ordenación clara y coherente de los contenidos, puesto que lo que se pretende es que el lector entienda el tema. La progresión temática, según comprobaremos más adelante, es muy importante: el lector ha de ir comprendiendo paulatinamente las ideas y conceptos. Siempre hay un orden expositivo lógico, que debe adecuarse a la finalidad que se pretende y al carácter divulgativo o especializado del texto.

Cuando se trata de textos expositivos completos, es frecuente que su estructura se ajuste al esquema básico de introducción (o presentación), desarrollo y conclusión:

ð En la introducción, el autor suele enunciar y delimitar el tema del que va a tratar, además de presentar información previa que considera necesario que el lector conozca antes de entrar en materia: la definición de algún concepto importante, la revisión del estado de la cuestión, orientaciones para comprender adecuadamente lo que sigue después…

ð El desarrollo es la parte donde se exponen ordenadamente los datos, referencias, ideas, etc., que constituyen el tema mismo de la exposición en sus diferentes aspectos. Es, por supuesto, la parte más extensa del texto.

ð La conclusión suele adquirir en los textos expositivos –aunque no necesariamente- la forma del resumen: una breve síntesis de las ideas más importantes que se han tratado.

Con todo, hay que tener en cuenta que, si así lo desea el autor, pueden faltar tanto la introducción como el resumen final.

Por otro lado, los textos que se manejan habitualmente suelen ser fragmentos de otros más extensos, por lo que difícilmente se podrá apreciar la estructura del texto completo. En estos casos interesa más tomar conciencia de cuál es la forma en que se relacionan unas ideas con otras de acuerdo con algunos tipos de esquemas que, según explica Marcos Marín (1983), se pueden emplear para la construcción de textos informativos:

è En el esquema analizante se expone al principio una idea que se trata de demostrar o corroborar con datos.

è En el esquema sintetizante su contenido está dispuesto de modo que la idea final concluye o se deduce de las anteriores.

è En el esquema encuadrado la idea del principio da pie a una explicación que tiene también su conclusión.

è En el esquema paralelo las ideas expuestas no están subordinadas unas a otras por su contenido y tienen, además, igual importancia.

Exceptuando el esquema paralelo, los demás esquemas se establecen a partir de dos modos generales, básicos, de ordenación lógica:

ü El orden deductivo. Deducir consiste en extraer ideas concretas a partir de conceptos generales, de modo que el autor comienza enunciando una idea general –que constituye normalmente el tema de que se trata- y desarrolla a lo largo del texto esa idea presentando casos particulares, detalles concretos, ejemplos, consecuencias, etc. Esta línea expositiva permite, por tanto, analizar la idea inicial en sus diferentes aspectos.

ü El orden inductivo. Inducir es ir de lo particular a lo general, ya que se presenta en primer lugar la información de carácter concreto, variable según cada caso –hechos reales, detalles, etc. – a partir de la cual se llega razonadamente a enunciar un principio de carácter general que explica toda la información anterior y que funciona, por tanto, como conclusión.

Además de estos dos modos generales, la exposición puede adoptar distintas superestructuras o esquemas textuales que dependen estrechamente del tema abordado. Si se atiende a este criterio, se pueden diferenciar tres tipos básicos de superestructura expositiva:

La exposición en forma narrativa

Si la exposición trata acerca de hechos o acontecimientos que se desarrollan en el tiempo, predomina en ella la forma narrativa. Tendría forma narrativa, por ejemplo, una exposición sobre el proceso de construcción de las catedrales. El desarrollo temporal es, por tanto, lo que caracteriza a la exposición en forma narrativa.

Las secuencias expositivas en forma narrativa tienen una estructura característica: la estructura de secuencia, en la que los hechos se presentan ordenados de acuerdo con dos criterios:

a) El tiempo en que se producen como, por ejemplo, los textos de carácter histórico en los que haya una exposición de hechos ordenados cronológicamente.

b) El orden en que se suceden como, por ejemplo, un texto con instrucciones de montaje de un aparato, o una receta de cocina.

La exposición en forma descriptiva

Si la exposición trata sobre seres, objetos, actividades o fenómenos con el fin de describirlos, clasificarlos o compararlos, predomina en ella la forma descriptiva.

Las secuencias expositivas con forma descriptiva pueden presentar tres tipos de estructura:

a) La estructura de descripción propiamente dicha. Es típica de los textos que exponen las cualidades, las partes o la función de un ser u objeto.

b) La estructura de comparación-contraste. Es propia de los textos que presentan las analogías y diferencias entre dos seres u objetos. Esta estructura se evidencia mediante el uso de conectores que manifiestan paralelismo (igualmente, asimismo…) o contraste (en cambio, por el contrario, sin embargo…).

c) La estructura de enumeración. Es característica de los textos en los que se presentan seres, objetos o actividades que comparten una misma característica o circunstancias. A veces, esa característica o circunstancia común se convierte en criterio para agrupar a los individuos en clases y en tal caso hablamos de clasificación. En esta estructura suele haber conectores distributivos (por una parte, por otra…), además de conectores de paralelismo o contraste.

La exposición en forma argumentativa

Una secuencia expositiva tiene forma argumentativa cuando en ella se analiza razonadamente un tema estableciendo relaciones causales entre los datos obtenidos del análisis. Por ejemplo, una exposición sobre las causas del deterioro de algunas catedrales y sus posibles soluciones tendría forma argumentativa. Este tipo de exposición se caracteriza por el análisis lógico del tema tratado.

Las secuencias textuales con forma argumentativa pueden presentar dos tipos de estructura:

a) La estructura de causa-efecto. Es propia de los textos cuyo objeto es analizar las causas de un hecho determinado o bien las consecuencias que de ese hecho se derivan. Son característicos de ese tipo de estructura los conectores que expresan causa (porque, puesto que, ya que…) o consecuencia (por consiguiente, así que, de aquí que…).

b) La estructura de problema-solución. Es característica de los textos en los que se aportan soluciones a hechos o situaciones adversos (una enfermedad, una crisis económica…). Se trata de una estructura que, a menudo, aparece asociado a la estructura de causa-efecto. En este caso, aunque no existen nexos específicos, es frecuente la presentación en forma de pregunta-respuesta.

4. EL USO DE LA LENGUA EN LOS TEXTOS EXPOSITIVOS

La selección de los recursos lingüísticos en los textos expositivos viene determinada por las condiciones que imponen las máximas de objetividad, precisión y claridad deseables.

I El nivel morfológico responde a un uso correcto del lenguaje formal. Dentro de la morfología verbal, es general el empleo del presente de indicativo, a menudo con valor intemporal, y del pretérito imperfecto de indicativo, cuando se expone algo sometido a un proceso temporal.

I En cuanto a la sintaxis oracional, dado que la función comunicativa predominante es la referencial, se usan preferentemente oraciones de modalidad enunciativa. Sólo en el ensayo literario, o en casos muy particulares, se pueden encontrar modalidades exclamativas, interrogativas y exhortativas. Por la tendencia a la objetividad, es característico el uso de la tercera persona. Lo normal es que se tienda a eliminar la presencia en el texto del sujeto-hablante mediante la utilización de oraciones impersonales y pasivas reflejas. Por el contrario, el empleo de la primera y segunda personas –o de elementos léxicos que se refieran a ellas- indican una actitud más subjetiva del emisor. No obstante, en situaciones comunicativas muy formales, principalmente de carácter académico, puede haber referencias encubiertas al emisor mediante la primera persona de plural –el llamado plural de modestia-.

En cuanto al tipo de predicado, es frecuente el uso de oraciones atributivas, sobre todo cuando se trata de definir conceptos o de explicar hechos, procesos, etc. También son muy usadas las estructuras nominales: en lugar de enunciar ideas mediante construcciones oracionales, se prefiere a veces un sintagma nominal con un sustantivo abstracto como núcleo, acompañado de los complementos necesarios.

I En el nivel léxico-semántico, el vocabulario se emplea con significado rigurosamente denotativo (el significado que corresponde). Sólo en la exposición literaria aparece significación connotativa. Es característico el uso de tecnicismos, incluso en la modalidad divulgativa, aunque en ésta se procura utilizar sólo los tecnicismos imprescindibles, cuyo significado, además, el autor suele explicar mediante definiciones.

Entre las categorías gramaticales, escasean los verbos de acción, frente a los que denotan estado o proceso intelectual. Tampoco son frecuentes los adjetivos epítetos y, en cambio, adquiere una importancia especial la adjetivación especificativa de carácter descriptivo y valorativo. En cuanto a los sustantivos, es significativa la proliferación de aquéllos de carácter abstracto, lo que es lógico si tenemos en cuenta que lo que se suele exponer son ideas y conceptos.

5. MECANISMOS DE COHERENCIA Y COHESIÓN

La articulación informativa del texto requiere una manifestación formal mediante diversos recursos de cohesión, entre los que destacan los siguientes:

M Los índices gráficos. La disposición de los componentes gráficos tiene una gran importancia no sólo para la estética y la visualización sino también para la relevancia del contenido, pues actúan en la lengua escrita como organizadores del discurso. Puede ser elementos tipográficos, como la negrita, la cursiva, los guiones, los asteriscos, etc., o bien signos de puntuación (punto y aparte, dos puntos, paréntesis…) que marcan la división entre párrafos y la estructuración de las ideas en el interior del párrafo. En los textos orales estos recursos se corresponden con las pausas y la entonación y sirven a la intención de exponer claramente la forma en que se organizan jerárquicamente las ideas.

M Los marcadores discursivos. La exigencia de claridad en la exposición hace necesario que el autor se preocupe especialmente de precisar, aclarar, comentar y organizar adecuadamente la información que da en cada momento, para lo cual son imprescindibles este tipo de unidades lingüísticas, que expresan relaciones de varios tipos.

Por un lado, se encuentran los organizadores del discurso, que son marcadores que distribuyen la información del texto y guían al receptor indicando en qué parte del discurso se encuentra. En los textos expositivos presentan los elementos de una enumeración, las fases de un proceso, los distintos aspectos de un tema… Un grupo de organizadores marca el inicio de un discurso o de una parte definida del mismo: en primer lugar, de entrada, de un lado… Otros organizadores van añadiendo nuevos enunciados al discurso sin que establezcan relaciones definidas entre unas ideas y otras: en segundo/tercer lugar, asimismo, de otra parte, por otro lado, de igual modo, al mismo tiempo, además… Algunos introducen los enunciados de una secuencia correlativa: en primer lugar,… en segundo lugar, … por último,…; por un lado,… por otro lado…; primero… segundo… Con otros organizadores se indica el final de una serie de contenidos o del propio discurso: por último, en definitiva, finalmente, en conclusión… Los organizadores del discurso pueden utilizarse también para señalar un cambio de tema (en otro orden de cosas, por otra parte…) a veces no justificado o muy alejado del anterior (por cierto, a propósito…) o para presentar uno o varios casos concretos relacionados con una idea general previamente presentada (por ejemplo, en concreto…).

Por otro lado, están los llamados conectores, que son marcadores que vinculan un fragmento del discurso (una oración, un párrafo) con otro aparecido anteriormente dada la necesidad de expresar las relaciones entre las ideas y el desarrollo coherente de la exposición. Los que aparecen con mayor frecuencia en los textos expositivos son los que suman unas ideas a otras (además, también, incluso, de igual modo…); los que introducen relaciones de contraste entre los enunciados (sin embargo, no obstante, con todo, en todo caso, de todas formas…); los que conectan los enunciados estableciendo relaciones de causa y efecto (pues, por tanto, en consecuencia, así pues…); y los que enuncian nuevamente el contenido de uno o varios enunciados anteriores (en otras palabras, mejor dicho, en resumen… ).

M Deixis textual y cohesión léxica. En cuanto a la referencia, los elementos anafóricos más utilizados son los relativos. Los demás, como los pronombres personales o los indefinidos, se evitan para huir de cualquier forma de imprecisión, de modo que puedan resultar ambiguos. De esta manera se reduce el esfuerzo cognitivo que supone la atribución de referentes por recuperación en el contexto verbal. Al evitar los elementos anafóricos, se recurre a otras formas de cohesión, que van desde la repetición de palabras precedidas por demostrativos o artículos hasta la inserción de sinónimos léxicos o contextuales o de palabras ligadas por la relación parte-todo (hiperónimos e hipónimos).

M La progresión temática. Se refiere a la forma en que se articula la información conocida o tema y la información nueva o rema en el discurso. Respecto a las formas de articular esa información, predominan aquellas que resultan más claras y ordenadas. Entre ellas está el modelo de progresión lineal, donde cada rema se convierte en un nuevo tema; el modelo de tema derivado, en el cual que el tema inicial se divide en diversos subtemas o partes a los que se atribuyen los correspondientes remas; y el modelo de tema constante, en el que al mismo tema se le van asignando varios remas.

6. EL ENSAYO

En el ensayo se manifiestan habitualmente tanto la exposición como la argumentación dado que es un género ligado a la reflexión libre, al discurrir en libertad. Queda definido el ensayo como vehículo de la comunicación del pensamiento en sus diversas facetas. El propósito estético queda subordinado a fines ideológicos, a pesar de que hoy, por ejemplo en el ensayo periodístico, se cultiva con un alto grado de intención artística. No ha sido, tradicionalmente, considerado como un género de derecho, sin embargo hoy se pretende rectificar esta situación.

Un aspecto que parece determinante en la configuración del ensayo es el lector. En todo momento el autor tiene presente la idea de que está participando en un hecho comunicativo, en donde el receptor desempeña un papel importantísimo, ya que constituye el punto de destino de su propia meditación. Esto explica las reiteradas alusiones a los lectores, como si se intentara abrir un diálogo.

Los principales rasgos definidores del ensayo son:

Estructura libre. La línea del pensamiento no sigue un camino prefijado, sino que discurre libremente. El ensayo, por tanto, no avanza de forma lógica: asociaciones, digresiones, pueden motivar un cambio de dirección, una interrupción en el camino trazado y, en consecuencia, la introducción de nuevos temas. Esta característica está en consonancia con el objetivo último del ensayo, que pretende sugerir, y no tanto informarnos exclusivamente sobre un tema, porque para eso existe otro tipo de escrito, el tratado.

Utilización frecuente de citas. No pretenden recargar el texto de erudición; al contrario, las citas y referencias a obras o ideas anteriores ponen de relieve la conexión con una tradición legitimada por el paso del tiempo, a la vez que se proyectan con una nueva dimensión.

Utilización frecuente de la estructura deductiva. Dada la brevedad que todo ensayista persigue, este camino de lo general a lo particular ofrece la ventaja de una más fácil comprensión por parte del lector.

Brevedad. Este rasgo caracterizador del ensayo deriva de la intención última que lo anima. Puesto que su fin no es transmitir todo lo que se sabe sobre un tema, ni se pretende llevar a cabo un trabajo de investigación, el ensayo responde a otro criterio. Al parecer, el ensayo está supeditado a la brevedad, pero la unidad interna temática será la que dicte en última instancia la extensión adecuada.

Variedad temática. Existe una cierta preferencia por temas pertenecientes a las disciplinas humanísticas. No obstante, existen ensayos que se aproximan más bien al tratado científico, en donde se precisa una mayor objetividad a la hora de exponer el tema. Pero no siempre es así, muchos ensayos no presentan hondas reflexiones, sino problemas de la vida cotidiana, o bien, transmiten informaciones de la actualidad.

Carácter subjetivo. El enfoque personal condiciona el tono con que se interpreta el mundo, la vida, la naturaleza, los seres humanos. El autor permite al lector entrar en su mundo; le permite observar cómo se enfrenta a determinadas cuestiones. En cierta forma, le entrega sus propios pensamientos. Esta es la razón por la que en este tipo de escrito predomina tanto la perspectiva o punto de vista que asume el autor: el tema tratado queda mediatizado por su enfoque personal, a veces original. Como consecuencia, se plantea una relación de fuerzas entre lo individual y lo social, objeto del ensayo. Sus gustos y aversiones están explícita o implícitamente (en el tono irónico, por ejemplo) expresados en el ensayo. En suma, el ensayo proyecta la personalidad del ensayista, lo que ocasione la entrada de datos autobiográficos con bastante frecuencia.

7. CONCLUSIÓN

Como actividad discursiva, la explicación consiste en hacer saber, hacer comprender y aclarar, por lo que los textos expositivos responden a la intención de transmitir una serie de información e ideas formuladas en un grado de dificultad determinado por el conocimiento del saber de los interlocutores. En este sentido, el texto expositivo se presenta como el tipo fundamental en el ámbito escolar: la capacidad de comprender y producir estos textos (redacciones, exámenes, exposiciones orales, etc.) debe ser un objetivo prioritario que supera los límites de la asignatura, ya que mejora la competencia textual del alumno.

Por otro lado, el ensayo constituye el género de ideas por excelencia de nuestro tiempo y merece en la historia de nuestra literatura, sobre todo a partir de la llamada Generación del 98, un capítulo aparte debido a la cantidad y a la calidad de nuestros ensayistas.

8. BIBLIOGRAFÍA

ADAM, J.M. (1992): Les textes: types et prototipes. Nathan: París.

AGUIAR E SILVA, V.M. (1972): Teoría de la literatura. Gredos: Madrid. 1999.

MARCOS MARÍN, F. (1983): El comentario lingüístico. Cátedra: Madrid.

POZUELO YVANCOS, J. Mª (1988) Teoría del lenguaje literario, Madrid: Cátedra.

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