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Tema 20 – La literatura infantil.

El cuento: su valor educativo. Criterios para seleccionar, utilizar y narrar cuentos orales o escritos. Actividades a partir del cuento. La biblioteca de aula.

1. LA LITERATURA INFANTIL.

“Toda manifestación artística que tiene como base la palabra y está dirigida a satisfacer los intereses y necesidades de los niños y niñas.” Esta es la definición que Juan Cervera hace de la literatura infantil.

Según esta definición la literatura infantil va más allá de la concepción tradicional que la limita a los cuentos y, aunque sin duda, es este género el más conocido y usado, no debemos obviar otras manifestaciones como las poesías, los trabalenguas, las adivinanzas o los textos de las canciones infantiles.

Hasta no hace muchos años, existía una tendencia a desvalorizar la llamada literatura infantil e incluso se hablaba de la existencia de una Literatura, con mayúsculas en la cual estarían incluidas ciertas obras que eran del gusto y agrado de los más pequeños. Sin embargo, hemos de pensar que cuando un autor crea una obra determinada está pensando en el público a quien va dirigida, y no digamos el editor que se decide a publicarla.

De cualquier forma, hoy en día, existen numerosas publicaciones destinadas al público infantil, en toda librería hay una sección destinada a la literatura infantil, y los padres procuran tener y buscar libros y textos adecuados para sus hijos. Con lo cual, la literatura infantil tiene una entidad propia reconocida socialmente.

La escuela, como no podría ser de otra forma, se ha hecho eco de esta realidad, incorporando la literatura infantil en sus aulas y bibliotecas, aspecto que analizará más adelante.

Por último, señalar que han sido y son muchos los autores que han dedicado parcial o totalmente su producción al mundo infantil. Entre los más famosos y consagrados podríamos citar a Juan Ramón Jiménez, Collodi, Gianni Rodari, los hermanos Andersen o la recientemente desaparecida Gloria Fuertes.

2. EL CUENTO: SU VALOR EDUCATIVO

La mayoría de nosotros ha tenido alguna vez la experiencia de verse totalmente inmerso en una historia, ya sea leyendo un libro, asistiendo a una representación teatral, viendo una película en el cine o simplemente escuchando una charla con un orador especialmente interesante. Seguramente en muchas de esas ocasiones nos hemos sentido reflejados en alguna situación o identificado con algún personaje y, por último, muchos podemos decir que tal o cual libro, película o historia nos ha resultado edificante de alguna manera, nos han ayudado a ver las cosas desde un ángulo diferente, a reflexionar sobre un determinado tema o incluso a resolver un conflicto interno.

Sin duda, el contar historias ha sido uno de los instrumentos más poderosos de transmisión social y cultural desde el inicio de la humanidad. Es fácil imaginarse a nuestros antepasados, reunidos alrededor de una hoguera escuchando fascinados las hazañas de caza, la descripción de un lugar lejano o de un animal. Desde siempre uno de los instrumentos que el ser humano ha utilizado para aprehender e interpretar el mundo ha sido a través de las historias contadas por otro hombre.

Si es cierta la afirmación de Ortega y Gaset cuando decía que la ontogénesis reproduce la filogénesis, la forma de interpretar la realidad de un niño o niña de Educación Infantil, será muy semejante a la de un hombre del paleolítico: animista, mítica y global.

Según Lowenfeld los cuentos son los únicos que plantean seriamente los problemas y conflictos cognitivos que tienen los niños. Aspectos tales como el miedo a ser abandonados, la valentía, la lealtad, el miedo a no ser amado, el miedo a la muerte, el compañerismo, la astucia, la lucha entre el bien y el mal, son tratados en los cuentos y, a través de ellos, el niño puede confronta sus propios conflictos.

Sin duda Lowenfeld tiene una buena dosis de razón que además está íntimamente ligada a las características del pensamiento infantil. Es decir, los niños se implican totalmente en la historia del cuento y viven las emociones y sentimientos como si fueran propios, esto les da la oportunidad de resolver esos conflictos que internamente se están verificando y que, de otra manera es muy difícil que salgan a la luz. Fue Osterrieth quien dijo que la ansiedad es el aspecto afectivo dominante en estas edades, y sin duda, una manera de librarse de esta ansiedad es a través de la representación y resolución metal de los conflictos.

Pero cualquier educador sabe que los valores educativos del cuento van mucho más allá de los aspectos afectivos. Creo que una forma de analizar este aspecto puede ser el ver como los cuentos afectan a todos los ámbitos de experiencia en la Educación Infantil.

En el currículo todavía vigente de la Educación Infantil se contemplan tres grandes áreas curriculares o ámbitos de experiencia:

A. Área de Conocimiento e imagen de si mismo

Con relación a esta área los cuentos ayudarían a conformar una imagen más ajustada de sí mismo a través de la comprensión de los propios sentimientos con relación a los sentimientos vividos por los personajes del cuento. Dan asimismo la oportunidad de conocer el propio cuerpo y de incorporar valores como el compañerismo, la solidaridad o la tolerancia.

B. Área de conocimiento del entorno

A través del cuento se conocen aspectos de la realidad, objetos, fenómenos atmosféricos, y grupos sociales. Se incorporan paulatinamente conceptos espaciales y temporales a través de las distintas secuencias narrativas. Se aprende, progresivamente a distinguir la causalidad de los fenómenos y a distinguir lo real de lo fantástico.

C. Área de Lenguajes de Comunicación y Representación.

Aspectos como la adquisición de vocabulario, el uso del lenguaje oral para explicar determinadas partes del cuento, guardar turno para hablar, usar las diferentes formas de representación al pintar, dramatizar o cantar partes del cuento, familiarizarse con la representación gráfica de las palabras y otras como el tamaño, el peso, las relaciones se adquieren al vivenciar y trabajar sobre el cuento.

Podríamos decir que las posibilidades y valores educativos del cuento son innumerables y, de hecho, voy a poner de manifiesto más pormenorizadamente estas posibilidades más adelante, cuando hable de las actividades relacionadas con los cuentos. Baste decir, como colofón que no pocas unidades didácticas, proyectos de trabajo o centros de interés parten de situaciones expresadas en un cuento o incluyen alguno en su desarrollo.

3. CRITERIOS PARA SELECCIONAR, UTILIZAR Y NARRAR CUENTOS ORALES O ESCRITOS.

Ana Pelegrín realizó una clasificación de los cuentos basándose en la edad a la que van dirigidos. Así estarían los llamados cuentos de fórmula como los cuentos de nunca acabar y etcétera indicados para las edades más tempranas y los cuentos maravillosos como los de príncipes o princesas encantadas, objetos mágicos, peligros reales o imaginarios, indicados para los últimos años del ciclo.

En realidad a la hora de seleccionar cualquier material didáctico que vayamos a usar en el aula debemos atender en primer lugar a las características individuales del grupo al que van dirigidos. Así en la etapa que nos ocupa de los tres a los seis años, debemos tener en cuenta las características del pensamiento infantil: global, sincrético, egocéntrico y activo que trasladadas a la selección de los cuentos más adecuados se traducen en las siguientes características:

· Vocabulario sencillo, no vulgar.

· Acción sostenida y rápida.

· Profusión de imágenes y personajes mágicos.

· Gusto por lo concreto.

· El bien triunfa sobre el mal.

· Evitar aquellos que produzcan mucho miedo.

En cuanto a los aspectos formales, deben ser con unas características físicas adecuadas que permitan su manipulación. De este modo tendrán que ser más fuertes y duraderos para los más pequeños con mucha imagen y poco texto, hojas gruesas y una cierta calidad estética. A medida que avanzamos en los diferentes niveles del ciclo pueden incorporar más texto y ser de manipulación más fina.

En lo que se refiere a la utilización del cuento podemos atender a dos aspectos. El primero contempla una serie de criterios a seguir en la hora del cuento y el segundo las diferentes formas de utilizarlo.

Soy partidario de que la hora del cuento forme parte de la rutina del aula y esté encuadrado en los momentos en que los niños estén predispuestos a escucharlo. Así evitaremos que sea después de una actividad tranquila o si los niños están cansados, con sueño o excesivamente excitados. Hay que procurar que no haya excesiva prisa, por ejemplo, inmediatamente antes del recreo o de la salida, para que podamos acabar de contarlo. Hay que tener en cuenta que el “ya acabaré mañana” no tiene mucho sentido para los niños si están vivenciando el cuento de una manera activa. El lugar y el ambiente deben ser cómodos y relajados de tal manera que propicien ese ambiente de confidencia y complicidad que supone el contar historias.

En cuanto a las formas de utilizarlos son múltiples y pueden ser usadas basándose en el momento y las características del grupo. Sin duda, la narración directa, tiene una serie de ventajas que lo hacen más atractivo y participativo. Entre otras cosas, el cuento narrado permite una comunicación directa con el interlocutor, el cambio de tono o de ritmo al percibir el efecto y el estado de ánimo de los niños. Si están aburridos o interesados podemos ir más despacio, saltarnos largas descripciones o repetir tramos que gustan más. Permite también una mayor adhesión afectiva con el adulto que está narrando el cuento, responder a las preguntas que puedan surgir, dar explicaciones de algo que no ha quedado claro, etcétera.

Para eso el narrador debería cumplir una serie de requisitos que ayuden a establecer este tipo de comunicación directa como por ejemplo: saberse el cuento antes de contarlo, colocarse a la altura de los niños donde todos puedan verlo, usar un tono de voz pausado y modulado, imitar la entonación y las características de los personajes, usar onomatopeyas, usar elementos fácticos que involucren al oyente como por ejemplo preguntar “¿sabéis lo que pasó entonces?”; mantener las fórmulas rituales “colorín, colorado, etc.” Y crear, en fin, un clima de complicidad en el que cada niño es el interlocutor único y privilegiado del cuenta cuentos. El cuento está siendo contado para él individualmente.

Sin embargo, y a pesar de las innegables ventajas de la narración oral, otras formas de narración pueden ser igual de atractivas y válidas dependiendo del momento.

Así, el cuento escrito permite compartir las imágenes que casi siempre acompañan a los textos, al mismo tiempo los niños se familiarizan con el lenguaje escrito y se interesan por él, al ver que en los libros de cuentos existen historias interesantes.

Existe también la posibilidad de narrar los cuentos a través de marionetas, diapositivas o filminas o a través del video o la televisión y otros medios de comunicación e información, pero éste es un recurso que debe tratarse con más profundidad y se sale un poco del sentido del presente tema.

En síntesis, cuidar y tratar la selección como un recurso didáctico más, otorgándole la misma importancia y atendiendo a tanto a los aspectos formales y estéticos como al contenido y usarlos como un recurso didáctico de primer orden para conseguir los objetivos que nos hemos marcado, teniendo en cuenta las particulares características y la fuerza motivadora que tienen los cuentos.

4. ACTIVIDADES A PARTIR DEL CUENTO

Como decía al hablar del valor educativo del cuento, las implicaciones y usos didácticos son innumerables y constituyen un recurso inestimable en el aula.

El cuento nos puede servir como elemento motivador de un Centro de Interés, como apoyo de un tema concreto, puede formar parte de una unidad didáctica o usarlo simplemente como entretenimiento. Ante la gran cantidad de usos que admite, yo me voy a decantar por enumerar una serie de actividades clasificadas por el tipo de capacidad global que pueden ayudar a desarrollar.

Así tenemos, en cuanto a:

· Capacidades afectivo-sociales.

o expresar los sentimientos que produce

o analizar los valores que ostentan los personajes

o guardar turno para hablar sobre el cuento

o guardar silencio

o disfrazarse como los personajes

o salir a visitar ludotecas donde hay cuentos

o contar experiencias parecidas

o etc.

· Capacidades cognitivo-lingüísticas.

o Contar el cuento a otros niños

o Usar vocabulario aprendido en el cuento

o Imitar a los personajes del cuento

o Leer el cuento con el adulto

o Leer las imágenes del cuento

o Hablar de los objetos que aparecen: tamaño, peso, forma, color.

· Capacidad motriz.

o jugar a hacer como los personajes: saltar, andar a grandes zancadas

o decorar la clase con motivos del cuento lo que incluye rasgar, pintar, pegar…

o confeccionar marionetas del cuento

o construir decorados

o imitar los sonidos del cuento

o etc

· Capacidad de expresión.

o cantar canciones del cuento

o expresión corporal: dramatizar ciertas partes del cuento

o inventar melodías

o producciones plásticas

o identificar las letras de los personajes

o etc.

Como vemos las actividades a partir del cuento son muchísimas y muy variadas y podemos usarlas en múltiples aspectos y momentos del quehacer educativo.

5. LA BIBLIOTECA DE AULA.

La biblioteca del aula es aquel lugar del aula donde se guardan y almacenan los libros y que usamos también como lugar de lectura.

Como regla general la biblioteca de aula debe seguir los criterios de toda actuación educativa en Educación Infantil, es decir debe ser adecuada a las características de los niños y niñas que lo van a usar, atendiendo a sus necesidades y contribuyendo a desarrollar sus capacidades.

Por ello la biblioteca de aula debe atender a ciertos criterios:

· Debe estar en un lugar tranquilo, bien iluminado y que permita crear un clima afectivo adecuado. Para ello a la hora de distribuir los rincones o zonas de trabajo, pensaremos en este aspecto, disponiéndola en un lugar con una alfombra o cojines, separada de zonas más ruidosas por medio de biombos o estanterías.

· Los libros deben estar expuestos de manera que se puedan ver sus portadas. El sistema más adecuado es el de expositores.

· Los libros deben ser accesibles, estar a la altura de los niños.

· Es conveniente que reúnan unas características físicas determinadas: resistentes y duraderos, sobre todo con los más pequeños.

· Es conveniente también cambiar los libros cada cierto tiempo.

· El número ideal es por lo general, un libro, un niño.

La biblioteca de aula, por otra parte, nos da la oportunidad de trabajar varios aspectos educativos como fomentar el gusto por la lectura, valorar el libro como instrumento de lectura y de cultura, cultivar el sentido estético, interés por el cuidado y conservación de los libros, etcétera.

Cuidaremos a la hora de seleccionar los libros aspectos tales como la adecuación al nivel del grupo, la calidad literaria y la calidad estética.

Actividades como realizar una salida a la biblioteca de los mayores o a una librería ayudarán a valorar más positivamente la biblioteca de aula.

Por último, no puedo dejar de comentar que los informes de Evaluación Educativa ponen de manifiesto cierto déficit lector en nuestro país y la administraciones educativas han propiciado campañas de fomento de la lectura que tienen su mayor expresión en la escuela, por lo que se hace especialmente necesario atender este aspecto a través del cuidado y planificación de nuestra biblioteca de aula. Personalmente me gustaría que mis alumnos y alumnas crean, como yo, que “todo está en los libros”.

6. BIBLIOGRAFÍA

· BETTELHEIM,B.: Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Grijalbo. Barcelona, 1978.

· BRAVO-VILLASANTE,C.: Historia de la literatura infantil española. Escuela Española.

· PELEGRÍN,A.: la aventura de oír. Cincel,Madrid,1982.

· RODARI,G.: Gramática de la fantasía. Reforma de la escuela, 1976.

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