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Tema 11 – El esquema corporal, el proceso de lateralización. Desarrollo de las capacidades perceptivo-motrices.

ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN AL DESARROLLO DE LAS CAPACIDADES FÍSICO-MOTRICES.

MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL.

1.1. Cuerpo identificado-situado-adjetivado.

1.2. Conocimiento del cuerpo y de su contexto exterior.

2. LA NOCIÓN DEL PROPIO CUERPO.

2.1. Derivación de conceptos entorno a la noción de cuerpo en Educación Física.

2.2. Desarrollo de la conciencia corporal. S:

3. CONTENIDOS DE TRABAJO PROPIOS DE LA NOCIÓN CORPORAL.

3.1. Actividad Tónico-Postural Ortoestática (A.T.P.O.)

3.1.1. Tonicidad.

3.1.2. Posturalidad.

4. LA CAPACIDAD DE LATERALIZACIÓN.

4.1. El cuerpo en relación a la especialidad.

4.1.1. Orientación espacial.

4.1.2. Estructuración espacial.

4.1.3. Organización espacial.

4.2. El concepto de lateralidad hemidominancia corporal.

4.3. Desarrollo del proceso de lateralización.

BIBLIOGRAFÍA.

RESUMEN DEL TEMA

Dentro del engranaje de capacidades y de habilidades motrices que nutren la riqueza de la motricidad humana y, particularmente, en el desarrollo de las primeras edades evolutivas correspondientes a la enseñanza primaria, la noción de cuerpo y la lateralidad se hallan dentro de lo que entendemos por las capacidades de base perceptivo – motriz.

La noción de cuerpo y la lateralidad son aspectos clave en el desarrollo de la motricidad en las primeras edades evolutivas que corresponden a la Educación Física en la enseñanza primaria. Si se deja de lado su experimentación, ejercitación y potenciación, perderemos toda posibilidad de mejora en edades posteriores, cuando el cuerpo de nuestros alumnos esté consolidando su desarrollo. Son dos aspectos que evolucionan y se especializan a la par de las distintas etapas evolutivas de manera muy sofisticada.

DESARROLLO DE LOS CONTENIDOS

1.- INTRODUCCIÓN AL DESARROLLO DE LAS CAPACIDADES FÍSICO-MOTRICES. MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL.

En el presente tema vamos a tratar el conjunto de las capacidades perceptivo-motrices, que revisten interés para la Educación Física primaria, centrándose en la noción de corporalidad y su relación directa con la estructura y organización espacio-temporal.

El contexto de toda acción motriz producida por nuestro cuerpo, viene configurado por las coordenadas constantemente existentes de espacio y de tiempo.

El niño, en su crecer evolutivo va aprehendiendo la existencia y condicionamiento de dichas coordenadas, así, lo expone Laín Entralgo en las referencias que aporta sobre Piaget y Ortega: “ciertamente el niño, aprende, con sus experiencias corpóreas torpes y limitantes, que su cuerpo y su mundo ocupan un espacio. Complementariamente a este sentir intra y extracorpóreo, hay que hacer que el niño evidencie su implicación temporal a partir del ahora para él tan vital”. (Laín Entralgo, [1989])

El ámbito de la Educación Física define la relación del cuerpo con el mundo exterior en función de tres niveles básicos:

– La relación de “mi” cuerpo conmigo mismo, que posibilita la capacidad de introyección.

– La relación interactiva que mantengo con el mundo objetual (material) y que posibilita la capacidad de extensión corporal.

– La relación interactivo – comunicativa que mantengo con el mundo social y que posibilita la capacidad de proyección.

A la vez, y para acercarnos más al ámbito de la motricidad infantil, podemos soslayar los “conceptos de cuerpo” que se derivan de forma directa de esta triple capacidad de reflexión, extensión y proyección:

1.1. Cuerpo identificado-situado-adjetivado.

La capacidad de introyección se orienta hacia la consecución de un cuerpo identificado, atendiendo a una simbiosis de factores mecánico – fisiológicos.

La capacidad de extensión implica un cuerpo situado a modo de simbiosis utilitaria que se sirve y utiliza el mundo material ( objetos circundantes)

La capacidad de proyección traduce un cuerpo adjetivado, fruto de una simbiosis de elementos expresivos y afectivos que se sirve, a la vez, de los dos estadios anteriores de cuerpo identificado y situado.

Relacionando las dos últimas argumentaciones que hemos expuesto (el contexto espacio-temporal y las concepciones de cuerpo a las que hemos llegado) podemos esbozar el siguiente gráfico:

ESPACIO

Introyección – yo — cuerpo identificado.

Extensión – objetos — cuerpo situado.

Proyección – otros — cuerpo adjetivado.

TIEMPO

Gráfico 1: El contexto condicionado por las coordenadas espacio-temporales.

Es una realidad inherente a cualquier edad de la evolución del individuo: nuestro cuerpo sufre modificaciones y el contexto varía continuamente. Pero el desarrollo infantil se produce de una manera más acusada puesto que es un proceso de interrelación constante entre el mundo perceptivo, que se edifica en la esfera individual de cada niño; con el mundo conceptual edificado en la esfera material y colectiva del grupo social que lo envuelve.

Con el fin de facilitar una comprensión global del tema, ( en la misma línea que ofrece el tema7), atenderemos al planteamiento integrador e interrelacionado (Castañer y Camerino [1993]) de los diversos contenidos de trabajo de la Educación Física en relación a la corporalidad y a la organización espacio-temporal.

Somatognosia esterognosia

CORPORALIDAD ESPACIALIDAD TEMPORALIDAD

noción de cuerpo estructuración Esp. Estructuración Temp.

A.T.P.O.

EQUILIBRIO LATERALIDAD RITMO

COORDINACIÓN

Gráfico 2: Componentes de las Capacidades propias del desarrollo perceptivo-motor que se constituyen en contenidos de trabajo de la Educación Física.(Castañer y Camerino, [1993]).

La línea punteada del gráfico corresponde a la lateralidad. Efectivamente, la lateralización es un aspecto que se encuentra “a caballo” entre la somatognosia, a nivel de dominancia hemicorporal, y la exterognosia, a nivel de direccionalidad espacial.

Otra manera de exponer dicha idea de interrelación de elementos, la sugiere la siguiente esfera que incluye los elementos básicos de corporalidad, espacialidad y temporalidad que generan zonas de intersección en las que se localizan las demás capacidades de tipo perceptivo-motriz tales como el ritmo y la lateralidad.

1.2. Conocimiento del cuerpo.

Al conocimiento del propio cuerpo, de la simbiosis de aspectos mecánicos y fisiológicos, lo denominamos somátognosia. Es el proceso sobre el cual centramos los objetivos directamente implicados para el crecimiento de la dimensión introyectiva y de la capacidad de reflexión del niño.

Incluso en nuestra condición de educadores adultos, entendemos la corporalidad como algo cambiante que se inscribe en unas coordenadas de espacio y de tiempo también cambiantes .

Desde el momento en que la corporalidad juega y se desarrolla en conjunción con los elementos espacio-temporales, externos a la realidad propia del cuerpo, hablamos de exterognosia.

Reconocerse (potenciando la capacidad somatognósica) interactuar y comunicar (mediante el crecimiento exterognósico) son, pues, los enunciados de definición de los componentes del desarrollo perceptivo motor.

2.- LA NOCIÓN DEL PROPIO CUERPO.

Ciertamente todo acto motor, en su diversidad de manifestaciones, requiere de una imagen consciente lo más precisa y global posible a modo de referencia de constante que haga posible la integración de las representaciones del propio cuerpo, estático o en movimiento.

Con el título de noción del propio cuerpo pretendemos adoptar un término aclaratorio de la diversidad de concepciones que se ha acostumbrado a barajar, de forma bastante indiscriminada, bajo conceptos de: esquema corporal, imagen corporal, cuerpo propio y conciencia corporal.

Cada uno de estos conceptos supone un aspecto concreto, incluso parcializado, que hay que saber diferenciar dentro del proceso de reconocimiento constante del propio cuerpo. Nos atreveríamos incluso a confirmar que ese uso indiscriminado de conceptos ha ocasionado una cierta confusión de ideas a los educadores.

2.1. Derivación de conceptos entorno a la noción de cuerpo en Educación Física.

Existe un polimorfismo de conceptos que envuelven y definen la noción del propio cuerpo, lo cual ha cargado de ambigüedad instrumental y metodológica al término mayoritariamente utilizado de “esquema corporal”.

En este sentido adaptamos para nuestro planteamiento una formulación basada en una esclarecedora tripartición de conceptos:

– Imagen corporal (nivel cualitativo): condicionada por los caracteres físicos de la persona que configuran una concepción subjetiva del propio cuerpo paralela a la concepción objetiva que los demás tienen de nuestro cuerpo.

– Esquema corpora (nivel cuantitativo): es el tipo de adaptación que se establece entre la estructura ósea y los grados de tensión muscular del organismo. Ello hace posible la percepción global y segmentaria del cuerpo.

– Conciencia corporal: es la conciencia fáctica del cuerpo como resultado de la existencia continuada de los dos conceptos anteriores.

2.2. Desarrollo de la conciencia corporal.

Hemos creído oportuno hacer convergentes las aportaciones de Piaget (1982) y de Le Boulch [1984] para sintetizar los estadios generales por los que va evolucionando el desarrollo de la conciencia corporal, (gráfico 4).

La etapa de educación primaria (6- 12 años) corresponde al estadio de representación mental y operativa del propio cuerpo; abarca por tanto unas edades clave para el afianzamiento deja somatognosis puesto que en ella se alcanza una imagen “sintética” del cuerpo. Ello significa que se esta consolidando la unificación de los diversos componentes del campo perceptivo.

ETAPAS DEL DESARROLLO DE LA CONCIENCIA Y COGNICIÓN CORPORAL

LE BOULCH -conciencia

PIAGET -cognición-

1a Etapa, cuerpo sentido

Noción senso-motriz del cuerpo

(1 – 3 años)

Concepto no intelectualizado del propio yo. Diferenciación progresiva del entorno.

Praxias ideatorias (manipulación utilitaria de los objetos).

2* Etapa, discriminación perceptiva

Noción preoperativa del cuerpo

(3 – 6 años)

Coincidente con la optimización de la actitud y lateralización.

Praxias ideomotrices: con actividad simbólica

3a Etapa, Representación mental

Noción operativa del cuerpo

(6-12 años)

Inteligencia analítica debido al incremento de la mielinización del Sistema Nervioso Central.

Praxias constructivas dadas por una representación objetiva del espacio.

Gráfico 4: Confrontación de las aportaciones de Le Boulch y de Piaget sobre el desarrollo de la

conciencia corporal.

3.- CONTENIDOS DE TRABAJO PROPIOS DE LA NOCIÓN CORPORAL.

3.1. Actividad Tónico-Postural Ortoestática (A.T.P.O.).

Todo comportamiento motor se manifiesta en función del funcionamiento neuromuscular del organismo. EI trabajo de actividad postural, también entendida en términos de regulación y ajuste postural, supone un elemento clave de tratamiento la Educación Física.

El estadio del tono muscular constituye el “telón de fondo” que sustenta la coreografía del cuerpo en su regulación postural, que de hecho es el tipo de regulación primaria subyacente, y de la cual no siempre somos conscientes.

La denominación de actividad tónico postural reúne los elementos tonicidad y posturalidad adecuados a la equilibración propia del ser humano: la ortoestática, que define el mantenimiento del cuerpo sobre el eje vertical con base reducida al polígono de sustentación que marcan los dos pies.

Dicha condición implica que el cuerpo oscile constantemente , con lo cual revertimos directamente a la idea de equilibración, idea que hay que entender y tratar en nuestros programas de Educación Física como capacitación perceptivo motriz inherente e indisociable a cualquier conducta motriz.

Así, Da Fonseca [1985] recalca que: “una mala equilibración trae como consecuencia la pérdida de la conciencia de la movilidad de algunos segmentos corporales, a través de una rigidez o paratonía que dificulta la correcta movilidad para integrar el esfuerzo de varios músculos en un solo punto” .(Da fonseca, [1985]).

Es precisamente a través de los “tets” de inmovilidad con los ojos cerrados, como Da Fonseca ha podido constatar que las perturbaciones más habituales son las posturales y vestibulares, que manifiestan grandes oscilacioneslaterales y antero-posteriores.

Que la actividad o regulación postural esté directamente ligada a la actividad tónica no presupone que se haya de considerar únicamente los estados de contracción muscular sino que nos indica la importancia de la búsqueda de una armonía tónica del organismo.

Cada niño se muestra con una regulación tónica que le es propia y que, actuando como fundamento prepara y orienta sus acciones motrices.

Analizaremos los elementos de tono, gesto y postura como integrantes de la función de equilibración del organismo.

3.1.1 Tonicidad.

Como ya hemos citado con anterioridad, consideramos que el telón de fondo siempre presente, que sustenta la coreografía del cuerpo es el tono muscular. Dicho argumento nos hace considerar que el tono es la condición previa a la acción. En su base neurológica hay que diferenciar:

– Tono muscular base: entendido como el estado de contracción mínima del músculo en reposo, que se puede modificar en función de diversas situaciones, como la fatiga, la relajación, la nutrición, la edad, emociones…

– Tono postural, que da lugar a un estado de preacción a los distintos movimientos y modificaciones posturales. Es el tono de actitud o mantenimiento que lucha contra la fuerza de la gravedad.

– Tono de acción, en último término, y como resultante, el es el que acompaña a la actividad muscular durante la acción; ésta se halla asociado a su vez a la fuerza muscular. Su grado de activación varía en función de las fuerzas que se van a vencer.

El buen funcionamiento tónico implica la consecución de una sinergia muscular adecuada, que se caracteriza por la manifestación de movimientos precisos y económicos dados en su justa medida; es entonces cuando hablamos de fluidez de movimiento.

3.1.2. Posturalidad.

Consideramos el gesto y la postura como dos grandes categorías de la conducta corporal mutuamente excluyentes, puesto que la primera denota dinamismo (con la implicación de movimiento) y la segunda estatismo. Es pues la dicotomía entre dinamismo/estatismo, tanto global como segmentario, del cuerpo.

En el capítulo 8 se apunta la idea de morfocinesis, en tanto que “forma” del movimiento. La base de toda morfocinesis nos la da precisamente el gesto, que se entiende como movimiento expresivo de intensidad variable del cuerpo.

Hemos de tener presente los conceptos de postura y actitud como dos aspectos educables en tanto que poseen sus puntos de intersección dentro de la conducta motriz.

Así, al considerar la postura corporal estamos ofreciendo una significación de caracter más mecánico al cuerpo, por lo que se refiere a la localización y posición de sus distintas partes. Estas partes están animadas por la musculatura esquelética de base, responsable de oponerse a la fuerza de gravedad, y cuyo resultado se traduce en una forma de equilibración personal que solemos apreciar en relación con las referencias espacio-temporales ( ángulos, planos, ejes…).

Al hablar de actitud hacemos referencia a la significación que, más o menos consensuadamente, damos a las manifestaciones visibles que el sujeto emplea en su comportamiento de relaciones. Así pues, uno de los factores que nos ayuda a reconocer a una persona es su lenguaje corporal, extra o paraverbal, manifiesto en sus comportamientos kinésicos (posturas y gestos) .

Como educadores del movimiento comprobamos que la inclusión en nuestra programación de este trabajo ambivalente entre postura-actitud nos posibilita el trabajo de la actividad expresiva del niño.

4.- LA CAPACIDAD DE LATERALIZACIÓN.

4.1. El cuerpo en relación a la especialidad.

El desarrollo de actividades para el conociemiento espacial pretende potenciar en el niño la capacidad de reconocimiento del espacio que ocupa su cuerpo y dentro del cual es capaz de orientarse. La evolución de la conciencia de la estructura y organización del espacio se construye sobre una progresión que va desde una localización egocéntrica a una localización objetiva. La primera se refiere al periodo en que el niño localiza objetos en un espacio confuso con el espacio que ocupa su propio cuerpo. En la localización objetiva, el niño ya es capaz de discriminar la independencia del espacio ocupado por su cuerpo y el ocupado por cada objeto.

Para reforzar los parámetros de especialidad, el niño debe reconocer su propio espacio, que es el que envuelve su cuerpo en cualquier acción que realice, el espacio próximo, propio del área o zona por la que el niño se mueve y el espacio lejano que es el entorno o paisaje en que se encuentra y que alcanza su vista.

4.1.1. Orientación espacial

Entendida como la aptitud para mantener constante la localización del propio cuerpo tanto en función de la posición de los objetos en el espacio como para posicionar esos objetos en función de la propia posición.

La orientación espacial incluye un variado conjunto de manifestaciones motrices: reagrupaciones, escisiones, localizaciones, evoluciones,… que capacitan el reconocimiento topográfico del espacio (incluso sobre un espacio gráfico).

4.1.2. Estructuración espacial.

Compuesta por diversas categorías de relaciones espaciales que el niño ha de saber barajar para capacitarse en la organización espacial. Piaget [1948] especifica la categorización de las relaciones espaciales en :

– Relaciones topológicas: son las relaciones elementales existentes entre los objetos: vecindad, separación, orden, sucesión, continuidad….

– Relaciones proyectivas: se fundamentan sobre las topológicas y responden a la necesidad de situar, en función de una perspectiva dada, los objetos o los elementos de un mismo objeto con relación a los demás.

– Relaciones euclidianas o métricas: denotan la capacidad de coordinar los objetos entre si en relación con un sistema o unas coordenadas de referencia. Ello implica poner en juego medidas de longitud, de volumen y de superficie.

4.1.3. Organización espacial.

La orientación y la estructuración espacial analizadas constituyen los pilares base que posibilitan el movimiento del niño para organizar el espacio.

La organización espacial es de distinto desarrollo según se produzca en etapas preoperatorias u operatorias del niño. En este sentido Piaget estableció la distinción entre el espacio perceptivo (figurativo) y el espacio intelectivo (representativo).

– El espacio figurativo de tipo perceptivo se presenta en los periodos evolutivos senso-motores, de O a 2 años, y preoperatorios o intuitivos de 2 a 7 años. Se basa en la vivencia motriz y perceptiva inmediata que el niño posee del espacio, que le permite establecer implicaciones cada vez más complejas sobre el mismo.

– El espacio representativo aparece en el periodo operatorio, a partir de los 7-8 años, cuando el niño adquiere de forma progresiva la capacidad de analizar los datos perceptivos inmediatos y elabora relaciones espacialesde mayor complejidad. Ahora ya se manifiestan una descentración respecto al propio cuerpo y una objetivación de los puntos de vista y juicios sobre las relaciones espaciales.

Dentro del tratamiento exteroceptivo de la espacialidad, pasamos a considerar la lateralidad como la responsable por excelencia de la capacidad de orientación en el espacio.

4.2. El concepto de lateralidad hemidominancia corporal.

La lateralidad es el término que define el “sentimiento interno” de la direccionalidad o tropismo corporal en relación con el espacio circundante. Es un proceso que se desarrolla conjuntamente con la conceptualización verbal de los componentes espaciales: arriba – abajo, derecha – izquierda, delante -atrás…

El cuerpo humano se caracteriza por poseer una simetría en la distribución de sus segementos. Pero junto a esa simetría anatómica, existe una asimetría funcional,en el sentido que para la realización de determinadas actividades interviene una sola de las dos partes parejas. Hablamos, pues, de la lateralización cortical por la especificidad de uno de los hemisferios en el tratamiento de la información sensonal y en el control de las acciones. Podemos entender la lateralización como un verdadero “tropismo” de nuestro organismo.

Para comenzar a estudiarel proceso de constitución de la lateralidad, hemos de considerar la diferencia entre la lateralidad innata y la lateralidad socializada (adquirida según el funcionamiento de diversas actividades sociales, escolares, familiares…)

Ambas fundamentan el desarrollo de la dominancia hemicorporal en la utilización del propio cuerpo. Ello permite también comprobar la existencia de lateralidad contrariada, bien por los hábitos de funcionamiento familiar, bien por las exigencias de tipo escolar y social.

Para llevar acabo una observación completa de la lateralidad en la infancia, hemos de atender a sus diversas manifestaciones: ocular, auditiva manual, podal y expresiva (simulación de gestos).

Los resultados de la observación y baremación de las diversas fomas de manifestación de la hemidominancia corporal nos indican el tipo de lateralidad y las diversas fases de evolución de cada niño, que se definen en:

1. Lateralizados integrales: cuando existe predominancia absoluta de un costado corporal.

2. Lateralizados no integrales: distinguimos las siguientes manifestaciones:

– cruzada: cuando la manifestación de la lateralidad en diversas partes del cuerpo no se da de forma uniforme en un mismo lado.

– Invertida: cuando la lateralidad innata del individuo ha sido contrariada por los aprendizajes sufridos. Ello da lugar a que un mismo segmento cambie su dominancia lateral según la tarea que se ha de realizar.

– Ambidextros: cuando no existe predominancia de lateralización clara de un lado por encima del otro. Puede producirse como caso transitorio.

La dominancia de la lateralidad es debida al mejor funcionamiento de uno de los dos hemisferios cerebrales, precisamente aquél que se halla en la parte opuesta de la zona segmentaria dominante. Estudios de neurofisiología barajan diversas hipótesis acerca de las causas de la dominancia: una mayor disponibilidad hemática (sanguínea) en uno de los dos hemisferios, el tipo de posición del cuerpo en el periodo fetal e incluso una predominancia de la tonicidad.

En general, se constata una determinación hereditaria, aunque también se evidencia una notable presión de los condicionantes socio-culturales.

4.3.Desarrollo del proceso de lateralización.

La lateralización se va estableciendo entre los 4-5 años de edad, se consolida alrededor de los 7 años y se completa y afianza sobre los 11 años.

Análisis más específicos constatan una cierta dominancia de mano hacia los 10 meses de edad. La capacidad de saltar sobre un solo pie a la edad de 3 años denota una cierta dominancia de pie.

A la edad de 4-5 años algunos niños ya poseen una marcada predominancia a derecha o izquierda que va reforzándose positivamente. Otros carecen de una tendencia inicial poco a poco pero, bajo la influencia del ambiente educativo y sociocultural van aprendiendo a determinar y a servirse de un segmento dominante; de ellos, hay un cierto número cuya tendencia inicial se centra en la utilización del lado izquierdo en detrimento del derecho, pero la presión ambiental les conduce (con mayor o menor conciencia) a servirse del lado derecho. Es por ello que ciertos diestros lo son en apariencia, con una lateralización incierta. Hay que recordar que los zurdos viven en un mundo construido por los diestros lo que les acarrea una mala adaptación.

Los disturbios de la lateralidad ( zurdos contrariados, ciertas manifestaciones de ambidextros…) son la causa frecuente de buen número de dificultades: problemas de orientación y estructuración espacial, de lecto escritura… problemas que se suelen acompañar de sentimientos de fracaso, de oposición, de fobia a los aprendizajes escolares, de reacciones de carácter y afectivas excesivas.

Podemos constatar que el proceso de la evolución de la lateralización se extiende durante toda la etapa infantil, de los 6-12 años, etapa que corresponde a la fase de educación primaria, que es a la que se dirige este libro. Por tanto, se hace necesario reforzar el dominio de la lateralidad en nuestra labor educativa.

BIBLIOGRAFIA

ARNAUD, P y BROYER, G [1985]: La peagogie des activités psychyques et sportives.

BALLESTEROS, S [1982]: El esquema corporal. Madrid: Ed Tea.

CASTAÑER, M y CAMERINO ,O [1993] (2a ed): La educación física en la enseñanza primaria.

Barcelona :INDE.

CASTAÑER, M y CAMERINO, O [1992]: Unidades didácticas para primaria. I. Barcelona:INDE.

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