Tema 19 – La distribución de la renta

Tema 19 – La distribución de la renta

1 INTRODUCCIÓN.

Se define ACTIVIDAD ECONÓMICA como el conjunto de actividades destinadas a satisfacer las necesidades humanas con medios materiales, bienes, susceptibles de usos alternativos.

Un bien es todo aquello que satisface, directa o indirectamente, los deseos o necesidades de los seres humanos y el problema económico por excelencia es la escasez y ésta surge porque las necesidades humanas son ilimitadas, mientras que los recursos económicos y los bienes que se obtienen desde ellos son limitados.

En síntesis podemos decir que la Economía es la ciencia que estudia la manera en la que las sociedades utilizan los recursos escasos para producir mercancías valiosas y distribuirlas entre las diferentes personas y grupos sociales.

La Economía Política se divide en:

1) Microeconomía: es la parte de la ciencia económica que se ocupa de las unidades económicas elementales: las familias, las empresas y el gobierno. Etimológicamente viene de micros que significa pequeño.

2) Macroeconomía: es la ciencia que estudia las principales tendencias del conjunto de la economía. Estudia el comportamiento de la economía en su conjunto. Examina el nivel global de la producción, del empleo, de los precios y del comercio exterior de un país.

En este tema vamos a analizar los flujos monetarios de una Economía de Mercado para comprender cómo se determina la cuantía de las rentas; veremos después las desigualdades que se originan, las formas de medirlas y su variación de un país a otro; finalmente estudiaremos las formas de corregir esas desigualdades.

2 LA DISTRIBUCIÓN DE LA RENTA.

2.1 Concepto y generalidades sobre la renta

El lugar de encuentro entre los que ofrecen factores o bienes y servicios y los que los demandan se llama mercado. Actualmente el concepto de mercado escapa del espacio y del tiempo. La asignación de recursos en un SISTEMA ECONÓMICO DE MERCADO puede representarse es un esquema (FLUJO CIRCULAR) donde tenemos empresas y unidades de consumo o familias, de manera que se producen:

1) Flujos monetarios: las empresas remuneran sus factores productivos, como trabajo, a través de los salarios, capital, a través de intereses o dividendos, tierra, a través de alquileres, etc. Estos flujos son propiedad de las familias. Las familias también pagan por bienes que reciben de las empresas.

2) Flujos de bienes o físicos: las empresas producen bienes y prestan servicios para las familias, y a cambio de éstos. Las familias aportan factores productivos

 
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2.2 La distribución de la renta.

La DISTRIBUCIÓN está relacionada con la PRODUCCIÓN y, a su vez con el CONSUMO. El carácter y la forma de la distribución son determinados por el modo de producción dominante. Lo decisivo es la distribución de los medios de producción, pero la distribución influye mucho en el desarrollo de la producción.

En las economías capitalistas, la distribución de los medios de producción posee carácter antagónico ya que tales medios son casi por entero de propiedad privada capitalista y sirven como instrumento de explotación de los trabajadores. En el proceso de distribución de la renta nacional, los capitalistas se apropian de su mayor parte. Bajo el socialismo, con el dominio de la propiedad social, la distribución de los medios de producción y de los artículos de consumo se realiza en interés de toda la sociedad y de cada uno de sus miembros. Casi todos los medios fundamentales de producción se encuentran en manos del Estado socialista, son patrimonio de todo el pueblo. Se distribuyen de manera planificada entre las ramas de la economía nacional.

La distribución de la renta que depende de la “función” del factor que se retribuye en el proceso productivo se llama distribución funcional. El resultado será que unas familias tendrán más ingresos y otras menos. La forma en que se reparte la renta total de un país entre los individuos y familias se llama distribución personal.

La distribución funcional se realiza por los mecanismos de mercado y conduce a una distribución personal muy desigual.

La distribución de la renta puede ser analizada con diferentes enfoques:

1. Geográfico-espacial: se tratará de medir las diferencias de renta entre los habitantes de diversas regiones. Los resultados de este tipo de estudios pueden ser presentados en una tabla de datos o representados en un mapa.

2. Funcional: funcional es una forma de mostrar la diferencia de las rentas obtenidas por los propietarios de los factores productivos según su función en la sociedad. Así se suele mostrar la parte de la renta nacional percibida por los trabajadores, por los propietarios de la tierra y por los propietarios del capital

3. Personal.

2.2.1 Determinantes de la distribución de la renta.

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Las causas por las que unos tienen más y otros tienen menos renta son de diversa índole (dotación de recursos, preferencias, ciclo vital, fortuna social). Sin embargo las razones por las que unas economías distribuyen de una forma la renta y otras de otra dependen de razones tales como la cultura, demografía, la distribución de la propiedad, la estructura productiva, la demanda de trabajo, el sistema educativo, y el poder de los grupos de presión.

2.2.2 Distribución funcional de la renta.

Ejemplo: Distribución funcional de la renta España 1999

 

mill de pesetas

%

Remuneración de asalariados

46.973

50,13

Excedente bruto explotación/Renta mixta

37.230

39,74

Impuestos netos sobre la producción y las importaciones

9.491

10,13

PIB a precios de mercado

93.693

100,00

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La curva de Lorenz es una forma gráfica de mostrar la distribución de la renta en una población. En ella se relacionan los porcentajes acumulados de población con porcentajes acumulados de la renta que esta población recibe. En el eje de abcisas se representa la población “ordenada” de forma que los percentiles de renta más baja quedan a la izquierda y los de renta más alta quedan a la derecha. El eje de ordenadas representa las rentas.

En la gráfica se muestran la representación de dos países imaginarios, uno en azul y otro en rojo. La distribución de la renta en el país azul es más desigual que en el país rojo. En el caso del país azul, el cuarenta por ciento más pobre de la población recibe una renta inferior al veinte por ciento del total del país. En cambio, en el país rojo, el cuarenta por ciento más pobre recibe más del veinte por ciento de la renta. La línea diagonal negra muestra la situación de un país en el que todos y cada uno de los individuos obtuviese exactamente la misma renta; sería la equidad absoluta. Cuanto más próxima esté la curva de la diagonal, más equitativa será la distribución del país.

Otra forma de observarla curva de Lorenz es estimando el área de la superficie que se encuentra entre la curva y la diagonal. Esa superficie se llama área de concentración. Cuanto mayor sea esta área más concentrada estará la riqueza; cuanto más pequeña sea este área, más equitativa será la distribución de la renta del país representado. El ÍNDICE GINI, es un índice de concentración de la riqueza y equivale al doble del área de concentración. Su valor estará entre cero y uno. Cuanto más próximo a uno sea el índice Gini, mayor será la concentración de la riqueza; cuanto más próximo a cero, más equitativa es la distribución de la renta.

3 TEORÍA MARGINAL DE LA DISTRIBUCIÓN Y SUS CRÍTICAS.

3.1 Teoría neoclásica de la distribución.

Esta teoría trataba de demostrar que en el estado estático de la sociedad, no existe la ganancia capitalista, existe sólo el salario (el producto del trabajo) y el interés sobre el capital (el producto del capital). Redujo la renta del suelo al interés sobre el capital invertido en la tierra. En cambio, la ganancia capitalista (Clark la identificaba con la plusvalía extraordinaria) únicamente existe en el estado dinámico de la sociedad. La división de la teoría económica en estática y dinámica refleja la tendencia de Clark a aproximar la economía política a la mecánica y, de esta suerte, apartar de la investigación las condiciones sociales más agudas que desgarran a la sociedad capitalista. Una de las “leyes” más importantes que ideó Clark para el estado estático de la sociedad es la “LEY DE LA PRODUCTIVIDAD DECRECIENTE DEL TRABAJO Y DEL CAPITAL”. Dicha ley figura en la base de la denominada “teoría de la productividad marginal”, según la cual cada nuevo incremento del trabajo, dada una misma magnitud del capital, da una productividad menor que el incremento precedente, y cada nuevo incremento de capital, manteniéndose invariable el número de obreros, rinde menos producción que el anterior. De ahí se sigue, como afirma Clark, que:

1. Cada obrero adicional posee menos productividad que el anterior.

2. El valor del producto lo crea no sólo el obrero, sino también, el capital, y en ello se funda la pretensión del capitalista de recibir ganancias.

Esta tesis trataba de refutar la tesis marxista de que la única fuente del valor y de la plusvalía es el trabajo del obrero. Según la ‘‘teoría” de Clark, el nivel del salario de los obreros es determinado por el producto que crea el último obrero, el menos productivo, por la productividad “marginal” del trabajo, productividad tanto menor cuanto mayor es el número de obreros. Por consiguiente, el salario no se puede elevar debido a la baja productividad “marginal” del trabajo, condicionada por un gran número de obreros. De ahí infería Clark una conclusión puramente malthusiana en el sentido de que, para elevar el salario de los obreros, es indispensable limitar su procreación. A la vez que criticaba los monopolios capitalistas, Clark defendía una de sus formas: las corporaciones. Atacó los sindicatos calificándolos de monopolios. Las elucubraciones “teóricas” de Clark han encontrado amplia difusión entre los economistas burgueses.

Por tanto la teoría neoclásica de la distribución de la renta se basa en el principio de que los factores productivos (trabajo, tierra, capital, etc.) son remunerados de acuerdo con su contribución específica a la producción.

Más particularmente, postula: “la remuneración de cada factor, en condiciones de competencia perfecta, que es el marco obligado de referencia para los neoclásicos convencionales, viene dada por el valor de su producto marginal a corto plazo (es decir, el resultado de multiplicar el producto físico obtenido por la última unidad de factor, que se supone decreciente, por el precio, que se supone constante, de ese producto”

La productividad marginal decreciente viene de LA “LEY DE LOS RENDIMIENTOS DECRECIENTES”, que sólo rige en el contexto de la estática comparativa (partiendo que la tecnología no avanza). Si, con una técnica dada, se supone dada la escala de la planta y del equipo de la empresa (su capital fijo), la productividad del factor variable (trabajo directo, materias primas, energía…) terminará disminuyendo a medida que se añaden cantidades adicionales del mismo.

En este entorno no hace falta suponer la productividad decreciente de los “factores” individuales en el corto plazo para determinar su precio. Basta aplicar la ley general de la demanda: en nuestro sistema, cualquiera que necesite algo, sea un bien o un factor, deberá pagar su precio mercantil, por consiguiente, dada la renta disponible de los demandantes para tal fin, bastará con que baje el precio de ese algo en cuestión para que al menos un demandante, y por tanto el conjunto de ellos, supuesto cierto nivel de descenso en el precio, y ante la mayor capacidad adquisitiva real generada por el descenso de ese precio, aumente la cantidad demandada al nuevo precio.

Si el coste de producción del bien o del factor está dado socialmente, el precio tenderá a establecerse alrededor de ese coste o precio de producción (incluyendo una tasa de ganancia que tiende a la tasa media de la economía), y la demanda, en el largo plazo real, determina la cantidad adquirible a dicho precio.

3.2 Crítica neoricardiana y sraffiana a la Teoría Marginal de la distribución.

Los críticos neorricardianos y sraffianos del marginalismo rechazan la teoría clarkiana de la distribución de la renta, defendiendo otra teoría que es asimismo incapaz de superar el marco de la estática comparativa neoclásica. Ellos insisten en que es imposible calcular cualquier cantidad física de capital de la que pudiera derivarse, antes de conocer los precios (de producción), un “producto marginal físico del capital” que sirva para determinar el precio de este factor (como en el modelo marginalista).

Por tanto, recurren a un sistema de ecuaciones simultáneas y al álgebra matricial para determinar de forma no secuencial, sino simultánea, los precios de producción y la variable distributiva (de las dos a que se reduce este modelo: tasa de ganancia y salario real) cuyo valor no se fija exógenamente. Ante esto hay que señalar dos cosas. En primer lugar, que es verdad que la distribución y los precios se determinan simultáneamente, pero como lo hacen estos autores sino en la forma en que señalara Marx y que han desarrollado modernamente otros autores (Giussani, Freeman, Carchedi y de Haan 1995). Pero, en segundo lugar: la cuestión fundamental estriba en la teoría subyacente del valor. Para Marx, los precios están determinados por el trabajo abstracto necesario para reproducir las mercancías, es decir, por los valores, y éstos vienen determinados a su vez por la productividad, que es otra manera de referirse al estado de la técnica (el desarrollo social de la fuerza productiva) en un determinado momento histórico. Como ésta es cambiante y tiende a mejorar con el tiempo, la productividad aumenta y los precios o valores descienden (en términos de dinero constante). Por lo tanto, es de fundamental importancia teórica incluir esta tendencia descendente en los modelos explicativos de la realidad empresarial capitalista, y es esto precisamente lo que se pierde cuando se deja de usar este enfoque dinámico en favor de la estática comparativa (en la versión marginalista neoclásica y en la versión matricialista sraffiana).

3.3 Críticas a la teoría marginalista

Son de diversa índole:

1) La técnica varía continuamente en el tiempo real y esto permite la existencia de rendimientos crecientes en el tiempo (en la evolución histórica).

2) El trabajo nunca opera en solitario (sin materias primas, sin energía, etc.), so pena de engendrar un producto marginal igual a cero, por lo que, en buena lógica neoclásica, habría que concluir que el producto marginal del factor(es) variable(s) es, en realidad, el precio de una mercancía compleja y extraña, formada por el trabajo más las materias primas más la energía, etc.

3) Si aplicando la teoría neoclásica, se supusiera variable capital (planta y equipo), y fijo el trabajo (más las materias primas y la energía), el precio que se obtendría en este caso a partir de la correspondiente productividad marginal del factor variable sería el precio de la planta y el equipo, pero todavía faltaría por demostrar qué tipo de relación existe entre éste y la tasa general de ganancia o el tipo de interés de la economía.

4) Los neoclásicos utilizan los plazos en el contexto del “tiempo ficticio”.

5) Para calcular productos marginales (y costes marginales) se parte del supuesto de ausencia de indivisibilidades y de discontinuidades en el uso de todos los factores, que afecta a la unidad de medida de la cantidad de factores.

6) La teoría neoclásica no entra en aspectos equitativos, sino sólo en la búsqueda de la eficiencia del sistema. Esto provoca que una renta mal distribuida pueda ser eficiente, pero no equitativa.

Por otra parte hay una serie de críticas “sociales” que van más allá del mero argumento matemático.

3.4 Apostando por una nueva teoría.

A la hora de estudiar la renta y su distribución lo que más importa es observar cómo evolucionan los precios actuales en relación con los precios pasados (del periodo inmediatamente anterior). Por tanto, el principio metodológico clave consiste en considerar dados los precios antiguos (que están ya materializados en los elementos adquiridos por los capitalistas y que integran el valor de sus activos empresariales al comienzo del periodo productivo), y en comprender cómo, en el mismo proceso en que se determinan la producción y los precios presentes, se determina la distribución “simultánea” de la renta. Pero esta distribución es el resultado de un proceso doble, que, en cuanto proceso social, está condicionado por la lucha de clases entre el capital y el trabajo, pero que, desde un punto de vista económico, se reduce a la manifestación de una doble tendencia. Por una parte, el proceso de competencia intrasectorial tiende a fijar precios (presentes) únicos en el sector (para un mismo bien de determinada calidad) a partir de precios (pasados) dados de los inputs; y, por otra parte, el proceso de competencia intersectorial tiende a fijar precios presentes que permitan una remuneración del capital proporcional al stock global invertido (ya valorado a precios pasados).

Desde este punto de vista, no existe el famoso “problema de la transformación” que muchos han esgrimido como razón fundamental para rechazar la teoría laboral del valor. Según ésta, el origen del beneficio (expresión monetaria de la plusvalía) radica en la diferencia entre el valor nuevo que el trabajo humano crea en la producción mercantil y el valor de los medios de subsistencia y reproducción de ese trabajo humano. Luego el beneficio no es la retribución de los servicios de ningún factor, sino una parte del valor creado por el trabajo que los capitalistas están en condiciones de apropiarse porque son los propietarios de los medios de producción y también los propietarios del trabajo desarrollado por la fuerza de trabajo que ellos han comprado de acuerdo con el principio general de intercambio de equivalentes.

Por tanto, no es válido observar el proceso de creación y circulación de la renta nacional como se hace habitualmente en los manuales de economía. Más bien habría que interpretar dicho proceso realizando una división esencial tanto en el interior de las empresas como en el conjunto de las familias. En las empresas, la renta que el trabajo crea sólo se destina parcialmente a los trabajadores: puesto que el capital que los capitalistas dedican a pagar la masa salarial es el capital “variable”, es decir, el único que crece en magnitud por medio del proceso de producción, llamaremos a la renta de los asalariados V1 (posteriormente aparecerán los conceptos “corregidos” de V2 y V3, que no son sino cuantías modificadas del capital variable), mientras que el trabajo no pagado da origen a la renta de los capitalistas, que nace como PV1 (plusvalía de la que surgen posteriormente PV2 y PV3). Las familias asalariadas reciben V1 y lo gastan íntegramente en bienes de consumo, mientras que las familias capitalistas reciben PV1 y lo destinan a consumir una parte de los bienes de consumo y a comprar la totalidad de los bienes de inversión. En el esquema se prescinde del ahorro y del sistema financiero y del Estado (con ánimo puramente simplificador de la exposición). Pero con el concurso del Estado la distribución inicial se transforma primero en una distribución entre V2 y PV2

3.5 Posturas ante la desigualdad de la renta.

1) Monetaristas: la desigualdad tiene causas naturales. La voluntad, la inteligencia, la capacidad de asumir riesgos y de innovar, la edad, la suerte, etc. son factores que explican la desigualdad. La desigualdad es un incentivo para la mejora individual. Propugnan:

a) Impuestos proporcionales, gasto público limitado, mercado de trabajo desregulado, poca normativa laboral.

b) Supresión de subsidio de desempleo y SMI. Contratación y despido libre.

c) Mercado de bienes y servicios libre. Privatización de la economía.

2) Keynesianos: doble origen de las desigualdades sociales, un origen social, por la falta de igualdad de oportunidades, pero también hay causas naturales. Es necesario hacer política redistributiva para dar igualdad de oportunidades a todo el mundo. Propugnan:

a) Impuestos progresivos.

b) Gasto social para los ciudadanos, regulación del mercado de trabajo, regulación de precios y alquileres.

3) Nuevos críticos: origen social de la desigualdad de la renta fundamentado en la existencia de clases sociales. Las clases sociales tienden a reproducirse. La pertenencia a una clase social condiciona el futuro de cualquier persona. Proponen medidas como:

a) Impuestos progresivos.

b) Gasto social para todos los ciudadanos.

c) Regulación del mercado de trabajo, regulación de precios y alquileres, participación de los trabajadores, usuarios y consumidores.

d) Defensa de la propiedad social de sectores estratégicos…

4 LAS POLÍTICAS DE DISTRIBUCIÓN.

4.1 El Estado y la redistribución de la renta.

4.1.1 La relación entre economía, sociedad y Estado.

Hay dos enfoques ortodoxos de las relaciones entre el Estado, la economía y la sociedad: el “liberal-neoclásico” y el “socialdemócrata”, éste último compartido en lo esencial por una amplia gama de corrientes teóricas (keynesianos, postkeynesianos, radicales, teóricos del “Estado del bienestar, etc). Para los neoclásicos típicos, la sociedad no existe sino como un agregado de individuos, y el Estado se limita a establecer el marco legal de la economía de mercado en el contexto delimitado por la capacidad básica de autorregulación del sistema mercantil. El resultado es el mercado autorregulador concebido como una bendición y un ideal, que se plasma en la operación práctica de mercados omnipresentes, eficientes, óptimo-paretianos, benefactores y generadores de armonía social. Para el segundo enfoque es necesaria la regulación estatal y/o institucional. El mercado tiene quizás una relevancia especial dentro del conjunto de instituciones sociales, pero el Estado y de su política económica debe corregir los fallos que ocasiona el funcionamiento “espontáneo” del mercado, y aliviar sus costes sociales.

La economía actual ha superado la premisa del mercado autorregulador puro. Los fallos de mercado llegaron a ser tan numerosos y tan nocivos para la esencia social del hombre que la dio paso a un Estado de tipo intervencionista y protector (Estado del bienestar.

Todavía hay lugar para un tercer enfoque, que diverge por igual del liberal y del socialdemócrata, y que se caracteriza fundamentalmente por sus pretensiones “realistas”. Desde este punto de vista, el mercado autorregulador es aún hoy no sólo una posibilidad perfectamente real sino una realidad perfectamente posible, y al mismo tiempo es una enorme desgracia para la mayor parte de la humanidad. Sometidos a la esclavitud del mercado hasta en el uso de la propia capacidad laboral. En términos de las relaciones entre la sociedad, el Estado y la economía, esta tercera posición puede desarrollarse a partir de los tres enunciados básicos siguientes: 1) la idea de que el mercado lo pone el Estado; 2) que, a su vez, el Estado lo pone el mercado; y 3) que el mercado autorregulador, o la mano invisible de Smith, sigue operando también en la economía capitalista contemporánea, a pesar de lo mucho que tanto el Estado como los monopolios (o grandes empresas) han aumentado su tamaño y su peso relativo.

4.1.2 Verdad y mito del Estado del Bienestar.

Al mito de que el mercado y la competencia perfecta producen resultados óptimo-paretianos y máxima eficiencia social se oponen quienes creen necesaria una buena dosis de intervención estatal para corregir los numerosos “fallos de mercado” que caracterizan la competencia real y el funcionamiento de los mercados en la práctica. Sin embargo, éstos últimos han terminado por mitificar también sus argumentos, dando lugar a una concepción diferente aunque también idealizada de las sociedades capitalistas contemporáneas. En esta nueva versión, se supone que el peso y el poder del Estado en la economía son suficientes para corregir de manera sustancial el modus operandi del mercado, no sólo a través de otras dimensiones de la política económica, sino también por la vía de la redistribución de la renta que la maquinaria del Estado puede poner en práctica.

Esta función redistributiva tiene numerosas vertientes: redistribución interregional o geográfica, la intergeneracional, redistribución de los ocupados hacia los parados, etc, pero un componente esencial que se supone siempre presente en cualquier definición del llamado “Estado del bienestar” consiste en el efecto redistributivo que, aparentemente desde el capital al trabajo, genera la existencia del moderno “salario social” (pensiones y otras prestaciones sociales y sanitarias, más ayudas y asistencia de naturaleza diversa) que ha venido a completar el “salario directo” pagado por las empresas a sus trabajadores.

La interpretación dominante de esta función redistribuidora del Estado (desde un punto de vista funcional) es que la misma permite amortiguar de forma importante la tendencia a la desigualdad que se asocia con el funcionamiento espontáneo del mercado. Así que gracias a la intervención pública las clases populares están en condiciones de acceder a unos niveles de renta disponible y de consumo superiores a los que podrían disfrutar en caso de que la distribución inmediata que se genera en el interior de las empresas no fuera modificada por la presencia del Estado del bienestar.

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En cuanto a la economía radical, algunos autores consideran que el Estado de Bienestar incide de manera decisiva en la propia dinámica de la acumulación, tiene consecuencias distributivas que se materializan en “una substancial redistribución desde el capital al trabajo” por medio del impacto redistributivo de la intervención estatal.

4.2 Políticas de redistribución de la renta.

Son objetivos a largo plazo:

1) Solucionar problemas de distribución de la renta

2) El objetivo de distribución de la renta y principios justicia

3) Políticas de redistribución de la renta.

Son Objetivos a medio y largo plazo:

1. Seguridad económica

2. Reducir las desigualdades

3. Eliminación o reducción de la pobreza

clip_image009El principio que subyace a la redistribución de la renta por parte del Sector Público es el de igualdad. Todos los ciudadanos han de ser iguales, ante la ley en cuanto a sus elecciones, oportunidades, uso de recursos y posibilidades de obtención de renta.

 
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Las políticas de redistribución de las economías modernas pueden ser clasificadas según el siguiente esquema:

Los instrumentos globales de redistribución de la renta son:

1) Producción pública: ejemplo, hospitales públicos

2) Provisión pública con producción privada: ejemplo, institutos enseñanza concertada

3) Subsidiación: ejemplo, formación ocupacional

4) Transferencias: prestaciones, pensiones, indemnizaciones, etc.

Y en general:

1) Redistribución de medios de producción

2) Socialización de la propiedad privada

3) Regulación de precios relativos de los factores productivos

4) Regulación de precios y cantidades específicas

5) Provisión pública de bienes con criterios políticos

6) Políticas de redistribución de renta disponible

7) Sistema asistencial

8) Sistema de pensiones públicas

9) Promoción del pleno empleo

4.3 Límites a la eficacia de las políticas redistributivas.

1) Consenso social y apoyo político: las políticas redistributivas necesitan del apoyo de todos los estratos de la sociedad y todos los partidos políticos.

1) Límites al crecimiento sostenido: las políticas redistributivas chocan de frente, según algunos autores, con el crecimiento económico, (frenan la inversión).

2) Capacidad impositiva y administrativa del Estado: las políticas redistributivas se sostienen gracias a los ingresos públicos, que detraen impuestos. El Estado, a veces, no puede recaudar los ingresos necesarios, entrando en déficits.

3) Debilidad en la correlación entre gasto social y redistribución de la renta: a veces el gasto social no lleva a una buena redistribución de la renta. Además se producen fraudes y pasividad social.

4) Coherencia dentro de la estrategia de política económica: las políticas redistributivas suelen llevar a conflicto en objetivos económicos

5) Persistencia de la pobreza y extensión de la marginación: en la mayoría de los países donde se tienen consolidados los Estados del Bienestar sigue existiendo una masa de la población extremadamente pobre y marginada.

4.4 La necesidad de las políticas redistributivas.

Las políticas redistributivas son necesarias en pos de la equidad. El problema es que existe una dicotomía eficiencia-equidad es el denominado segundo teorema de la Economía del Bienestar (bajo ciertas condiciones, no muy diferentes de las asociadas al 1º, cualquier asignación Pareto-óptima puede obtenerse como un equilibrio competitivo, siempre que se realice una redistribución adecuada de las dotaciones iniciales). Concretamente, si los mapas de indiferencia de las economías domésticas y los conjuntos de producción de las empresas con convexos, si existe un conjunto completo de mercados, si la información es perfecta, y si pueden arbitrarse sin coste alguno impuestos y transferencias de suma fija, entonces cualquier asignación Pareto-eficiente puede conseguirse como un equilibrio competitivo con impuestos y transferencias de suma fija apropiados.

Este resultado implica que en el caso en que la distribución de bienestar en el equilibrio competitivo resultante de la distribución de recursos existente no fuera juzgada como adecuada, no es necesario abandonar las ventajas asignativas de la competencia perfecta para alcanzar la equidad. Todo lo que se necesita es redistribuir, mediante los impuestos y transferencias de suma fija adecuados, las dotaciones iniciales, dejando al mecanismo de mercado la tarea de utilizar los recursos existentes de la forma más eficiente posible. Haciendo esto se logrará, de forma eficiente, la distribución de bienestar deseada.

Desde otra perspectiva, esto significa que el sector público puede separar las tareas de eficiencia y de equidad porque, una vez que el mercado sea eficiente, se podrá alcanzar la distribución considerada como más justa simplemente redistribuyendo las dotaciones iniciales. De esta forma, es posible separar las cuestiones de eficiencia, que afectan a cómo garantizar el funcionamiento correcto del mercado, de las de equidad, que se refieren a cómo redistribuir las dotaciones iniciales, y elegir, en consecuencia, el óptimo de Pareto considerado deseable.

Esta dicotomía eficiencia-equidad no es sólo conveniente desde el punto de vista analítico sino que, al mismo tiempo, permite deslindar los aspectos de eficiencia de la intervención pública, que son meramente técnicos, de los de equidad, que inevitablemente conllevan juicios subjetivos acerca de la bondad y deseabilidad relativa de asignaciones diferentes.

5 CONCLUSIÓN.

La Economía de Mercado provoca distribuciones de renta que muchas veces rompen el principio de equidad. El Estado debe intervenir a través de políticas redistributivas para conseguir un reparto más justo.