Tema 26. Las distintas concepciones de la psicología como ciencia.

Tema 26. Las distintas concepciones de la psicología como ciencia.

1. Definición de Psicología

Etimológicamente, la palabra Psicología proviene de los vocablos griegospsykhé (alma, mente, espíritu) y logos (ciencia o tratado). Aunque su origen sea helénico, la utilización del nombre como designador de una ciencia no comenzó a ser frecuente hasta bien entrado el siglo XIX.

Dar una definición de psicología que sea aceptable para la mayor parte de los especialistas es prácticamente imposible debidos a las siguientes razones:

1. La Psicología no es sólo una ciencia, sino también un conjunto de técnicas aplicadas

2. La diversidad de teorías que se engloban bajo la calificación de “psicológicas” es abrumadoramente amplia, y muchas de ellas son contrapuestas y beligerantes, no sólo en sus metodologías y supuestos básicos, sino incluso en la propia concepción de la Psicología como saber.

3. La metodología que utilizan las distintas escuelas o especialidades psicológicas difiere en aspectos básicos, ya que unan se inclinan por métodos experimentales y otras, en cambio, por técnicas de investigación como las usadas en las ciencias humanas.

4. La especial relación que se establece entre la Psicología y otras ciencias. Así, en muchas ocasiones, los psicólogos se apropian o utilizan métodos, técnicas y conceptos pertenecientes a la biología, la medicina, la química, la sociología, la lingüística, etc.

A pesar de todo ello, intentaremos dar una definición provisional. A finales del siglo XIX, la Psicología era concebida como un saber sobre la conciencia. Así, William James la definía como «la descripción y explicación de los estados de conciencia, en tanto que estados de conciencia». Esta concepción fue considerada como acientífica, ya que la conciencia no podía ser abordada mediante procedimientos empíricos. Como alternativa, Watson definió la Psicología como «el estudio de las reacciones objetivamente observables que un organismo lleva a cabo como respuesta a estímulos, también objetivamente observables, provenientes del medio». Según Watson, puesto que la conciencia no podía ser directamente observada, tenía que permanecer necesariamente fuera del campo de la investigación psicológica.

El debate sobre si el objeto de estudio central de la Psicología debe ser la mente o la conducta no ha quedado definitivamente resuelto; en cualquier caso, en los últimos tiempos están apareciendo posturas sintéticas que procuran resaltar las interconexiones entre procesos mentales y mecanismos de conducta. Estas nuevas tendencias nos llevarán a definir la Psicología como «la ciencia o disciplina del saber humano que estudia la conducta y los procesos mentales que subyacen bajo ella y la condicionan». Aquí, debemos entender por conducta aquellos actos de un organismo que pueden ser observados y registrados, mientras que, con respecto a los procesos mentales, unos pueden ser percibidos y otros no.

Sin embargo, con esta definición no acaban los problemas, pues podemos plantearnos la siguiente pregunta: ¿debe circunscribirse la Psicología únicamente a la conducta humana, o también incluir la explicación del comportamiento animal? Parece ser que el objetivo básico de la Psicología es la conducta humana y no la animal, siendo esta última objeto de la Zoología y la Etología. Ahora bien, los estudios psicológicos se inspiran muchas veces en investigaciones realizadas con animales, fundamentalmente por dos razones:

1. La conducta animal posee analogías con la humana, por lo que sirve de referencia para aprender sobre el comportamiento de nuestra especie. No hay que olvidar, no obstante, que hay diferencias significativas entre ambos tipos de conducta.

2. En aquellas ocasiones en las que por motivos éticos no se puede realizar experimentos con seres humanos, los psicólogos los llevan a cabo con animales

2. La Psicología en Grecia y en la Edad Media

Tanto el nombre como las primeras elucubraciones sobre algunos de los principales problemas de la Psicología aparecieron por primera ver en la Atenas de Pericles justamente con el auge de la Filosofía clásica.

Los sofistas, abandonando las antiguas preguntas sobre el origen del Universo, trasladaron el interés filosófico hacia la antropología. A partir de las preguntas sobre qué es y cómo piensa el ser humano, aparecen ya las primeras reflexiones acerca de la psique. De un modo muy general, cabe decir que se considera a ésta como un elemento contrapuesto al cuerpo, como un ente cuyas funciones esenciales regulan las actividades de la vida y del conocimiento.

Aunque Platón dedicó al análisis de la psique numerosas páginas, sería Aristóteles el primero en abordar sistemáticamente un estudio acerca de ésta, estudio que se plasmó en el tratado que lleva por título Acerca del alma. Básicamente, Aristóteles defiende una concepción biologista sobre el psiquismo, ya que considera al espíritu como principio vital. Alude a tres tipos de psique: vegetativa, sensitiva y racional. Las plantas poseen exclusivamente la vegetativa; los animales, las dos primeras; finalmente el ser humano se caracteriza por disfrutar de las tres. Según él, el alma racional o mente tenía como función básica la de unificar y elaborar a través de los conceptos y la memoria, la información captada por los sentidos.

Con el triunfo de las grandes teologías medievales (Cristianismo, Islam y Judaísmo), se abandonan las ideas anteriores y la psique pasó a ser considerada exclusivamente como alma, es decir, como un espíritu o sustancia inmaterial que perduraba tras la muerte del cuerpo.

3. El estudio de la mente en la filosofía moderna

En el siglo XVII se produce un giro copernicano en filosofía, sobre todo a partir de Descartes. Este autor inicia la vía del subjetivismo en el conocimiento. Todo saber ha de fundamentarse en la conciencia, origen de cualquier tipo de certeza, ya que no podemos obtener un conocimiento absolutamente fiable de la realidad externa percibida a través de las sensaciones.

El sistema cartesiano desemboca en un dualismo: la distinción radical entre alma (conciencia) y cuerpo en el ser humano. La razón de este dualismo se encuentra en la radical distinción entre los mecanismos que gobiernan ambas sustancias: mientras que el cuerpo queda sometido a puros movimientos mecánicos, la psique se caracteriza por la reflexión y la conciencia. La función de la Filosofía (y también de la Psicología) consiste en analizar el funcionamiento y los mecanismos reflexivos de la propia conciencia.

Ahondando en la vía iniciada por Descartes, aunque discrepando de él, los empiristas británicos del siglo XVII y XVIII (Locke, Hume y Berkeley) se dedicaron al análisis de los procesos psíquicos. Su contribución a la Psicología consistió en abordar la constitución y el funcionamiento de las facultades cognitivas del ser humano, centrándose especialmente en los estudios sobre la sensación y los mecanismos mentales de asociación de ideas. En síntesis, trataron de aislar los elementos más simples del conocimiento para tratar de determinar con posterioridad cómo la mente los sintetizaba en unidades superiores a las que denominaron ideas complejas.

El positivismo, fundado por Comte, pretendió realizar un examen sistemático de todo conocimiento, limitándose estrictamente a los hechos cuya verdad fuera incuestionable y cuya validez estuviera garantizada por los métodos reconocidos por la ciencia empírica. Junto al positivismo, la psicología se apoyó al principio en un materialismo, que sostenía que todas las cosas existentes en el universo pueden ser entendidas en términos de propiedades de la materia y la energía y ser reducidas a descripciones expresadas de modo cuantificable. Los materialistas sostenían que todos los fenómenos de la conciencia acabarán siendo explicados mediante las leyes de la física y de la química; por ello los primeros psicólogos tendieron a enfocar la atención sobre la anatomía y la fisiología del cerebro, sobre su estructura y sus funciones. Además, es conocido que los positivistas tuvieron una gran influencia del evolucionismo.

De estas tres tradiciones: positivismo, materialismo y evolucionismo, el empirismo positivista jugó el papel más importante en la constitución de la psicología como ciencia. El empirismo proporcionó un método para aumentar nuestro conocimiento del hombre, así como una teoría sobre el desarrollo de la mente. El empirismo influyó en la psicología experimental, afirmando que la mente del niño al nacer es como una tabula rasa, una pizarra limpia sobre la que escribirá la experiencia. Si se defiende una teoría empirista en el desarrollo de la mente, es probable que también se afirme que el método empírico es el único posible para adquirir conocimiento.

La influencia del empirismo en la constitución de la psicología como ciencia se manifiesta en cinco aspectos:

1. Los sentidos (mediante la sensación) son la puerta de la mente, a través de los cuales pasa cualquier conocimiento del mundo.

2. Además, estas sensaciones conducen a un análisis reductivo de los elementos primeros o simples que llegan a la mente: las ideas simples (lo salado, lo rojo, etc.), son elementos sensoriales, que se componen para formar ideas modernas.

3. La reducción analítica empírica a elementos simples rea la necesidad de una concepción análoga de síntesis de elementos: es una teoría de la asociación, según la cual los elementos simples pueden combinarse para formar elementos complejos.

4. El empirismo hace hincapié en la importancia de los procesos conscientes en el conocimiento –percepciones e imágenes– y desdeña la posibilidad de que los procesos mentales puedan no resultar siempre inmediatamente patentes al individuo.

5. Se trata de una teoría de la mente de corte individual, en la que no se consideran las implicaciones sociales.

4. Raíces de la psicología moderna

4.1 Los dos primeros estudios

En el siglo XIX, antes de que comenzara propiamente la psicología experimental, se sostuvieron dos teorías distintas acerca de la mente. Una de ellas, conocida bajo el nombre de psicología de las facultades, fue una doctrina de las potencias mentales, según la cual la mente tiene cierto número de facultades principales, tales como la inteligencia, la sensibilidad y la voluntad, que explican sus actividades. Estas facultades se subdividen en subfacultades mentales de forma que recordamos mediante la subfacultad de la memoria, imaginamos mediante la subfacultad de la imaginación, etc. La psicología de las facultades fue la que alentó a los frenólogos de principios de XIX a intentar localizar las funciones específicas en partes del cerebro. Los estudiosos más exigentes no quedaron satisfechos con esto porque, más que explicar, clasificaba las actividades mentales.

Los psicólogos asociacionistas sostuvieron una segunda teoría, opuesta a la anterior. Negaban las facultades innatas de la mente; en lugar de esto, limitaban su contenido a ideas que se adquieren mediante los sentidos, y se asocian mediante principios tales como la semejanza, el contraste y la contigüidad. Explicaban toda actividad mental mediante asociación de ideas.

Tanto la psicología de las facultades como la sicología de la asociación tienen sus interpretaciones en el momento actual, pero hay notables diferencias entre la interpretación actual y la antigua. La búsqueda de las aptitudes primarias subyacentes a las puntuaciones de los tests psicológicos está relacionada con la psicología de las facultades, pero difiere de ella en su cuidadoso estudio cuantitativo. Gran parte de la teoría del aprendizaje, especialmente la de las respuestas condicionadas, es similar a la primera teoría de la asociación, con la diferencia de que ahora creemos que son los estímulos y las respuestas, más que las ideas, los que están asociados.

4.2 La ley psicofísica fundamental de Weber-Fechner

Ernst Heinrich Weber se dedicó al estudio de las sensaciones táctiles y calculó que –con objeto de producir un incremento igual en las sensaciones– los estímulos tenían que verse aumentados en proporción a su intensidad original. En otras palabras, Weber trató de determinar cuantitativamente la diferencia mínima que debía existir, por ejemplo, entre dos pesos para tener la sensación de que uno pesa más que el otro. Se propuso establecer la relación existente entre la intensidad del estímulo y los juicios que dan los sujetos, con respecto a esas diversas intensidades.

Gustav Fechner perfeccionó los resultados de Weber y llegó a la ley psicofísica fundamental” (la ley de Weber-Fechner) según la cual «los estímulos crecen en progresión geométrica, las sensaciones, en progresión aritmética, y la relación entre estímulos y sensaciones está por lo tanto representada por una curva logarítmica». Las sensaciones son proporcionales al logaritmo de los estímulos que las generan, y por eso –si las sensaciones las representamos por S, el estímulo, por R, y C es la constante que hay que determinar experimentalmente– podemos formular matemáticamente dicha ley en estos términos: S = C log R. Esta ecuación de Fechner otorga un ropaje matemático a hechos que se pueden observar con facilidad.

Profundizando en estos estudios, Hermann Helmholtz afirmó que los órganos de los sentidos, más que registradores son elaboradores. No registramos objetos ante nuestros ojos, sino que juzgamos su forma, su distancia, su disposición en un ambiente, y así sucesivamente. Al igual que –para determinar la posición de un astro– un astrónomo mide, compara y efectúa razonamientos deductivos, de un modo análogo trabajan nuestros órganos de los sentidos: organizan los objetos, los elaboran y los evalúan.

4.3 El laboratorio de Wundt

Wundt suele ser llamado el “fundador” de la moderna psicología experimental, pues inauguró el primer laboratorio auténtico en Leipzig en 1879. Dedicó la mayor parte de su trabajo a los sentidos, especialmente a la visión. Pero Wundt y sus colaboradores también se dedicaron con interés a la medida del tiempo de los procesos mentales, mediante el estudio del tiempo de reacción. Además, estudiaron la atención, los procesos emocionales y los procesos asociativos de la memoria.

La psicología de Wundt era introspectiva (esto es, se basaba principalmente en el informe del sujeto sobre sus propias experiencias) pero se dedicó al mismo tiempo a los métodos de laboratorio.

Wundt concibió su análisis como un modo científico de estudiar la conciencia humana en tanto que el total de la experiencia consciente en un momento determinado y observable, no como algo sustantivo. La experiencia es siempre directa, pero no se puede dar cuenta de ella tan sólo a través de la mera introspección, sino por el método de la psicología fisiológica, que incluía técnicas de objetivación de los estados por la medida de sensaciones ante estímulos, la ponderación de reacciones emocionales, etc.

El método de Wundt se define como experimental a ultranza y negador de cualquier forma de esencialismo o de la existencia de una sustancia mental independiente. Planteó la separación, en ámbitos estancos aún cuando comunicados, de lo mental y lo físico; lo que él denominara “paralelismo psicofísico”, mas nunca concibiendo un paralelismo de sustancias (corporal y mental), sino de sucesos corporales y mentales. Su vertiente antimaterialista le conduce a una concepción de la “idea” no como un elemento, sino como un proceso activo.

Las investigaciones de Wundt se conforman desde la técnica de la introspección que ofrezca resultados computables. En el caso de sus trabajos experimentales, distinguía los mecanismos propios de la “percepción” de los de la “apercepción”. En el primer caso, el hecho de la “atención” resulta clave para poder estudiar cómo se podían sintetizar los procesos-idea más elementales que configuraran otro proceso-idea más complejo. En el segundo caso cabrían las actividades mentales superiores y la fundamentación de las facultades intelectuales y racionales.

De acuerdo con Wundt, la psicología es «una ciencia de experiencia» que indaga aquellos hechos de los cuales tenemos una experiencia directa, hechos que percibimos directamente, sin intermediarios ni mediaciones, en la escena de nuestra conciencia. Por ejemplo, percibir un objeto que cae, oír un ruido, sentir un dolor o apreciar el matiz de un color son hechos propios de la psicología. En cambio, enmarcar la caída de una piedra dentro de una ley física, hablar de una masa que resulta atraída por otra masa más grande, ya no es una experiencia inmediata sino mediata: se trata de un hecho de la física. El hecho psicológico, la experiencia inmediata, es –según Wundt– el fundamento de la experiencia mediata, del hecho físico. El método de la psicología consiste en la introspección, la observación directa de uno mismo. Puesto que tener una experiencia es lo mismo que ser consciente de ella, para Wundt coinciden el objeto y el método de la psicología.

El objeto de la psicología está constituido por los datos de experiencia que es preciso analizar en sus elementos. Tales elementos son procesos mentales, actos, operaciones o actividades psicológicas, cuyas leyes de desarrollo debe determinar el investigador.

Wundt establece la introspección como método de la psicología. Dicho método, no obstante, no sería adecuado para indagar acerca de los procesos superiores, como los intelectivos o los volitivos. Por eso, el estudio de estos procesos superiores sólo se puede efectuar directamente a través de un examen comparado de sus productos: el lenguaje, el mito, las costumbres, la religión, el arte y el derecho.

4.4 La escuela de Wurzburgo

Wundt y sus colaboradores concentraron sus esfuerzos en las experimentaciones de laboratorio, sin que en estas cupieran las investigaciones sobre los procesos superiores de la psique. Külpe, por el contrario, confió en la posibilidad de estudio del fenómeno del pensamiento en el laboratorio.

Los sujetos experimentales eran sometidos a pruebas donde se proporcionaba desde asociaciones libres hasta, incluso, discusiones sobre asuntos metafísicos. Las pruebas exigían la participación del pensamiento y no sólo la pasividad del sujeto, sino un ejercicio de introspección en la descripción del proceso que les conducía a sus contestaciones. El sujeto era requerido para, en su introspección, dar cuenta de su expresión subjetiva ante los experimentadores, que podían asistir a la floración directa del acto del pensamiento. La primera consecuencia de este tipo de experimentación fue la convicción de los psicólogos de Wurzburgo de que los pensamientos no pueden ir aparejados de imágenes; el pensamiento, para ellos, es un proceso de carácter inconsciente. Debe existir algo que conduzca al pensamiento por las ramas de la retícula de asociaciones de ideas; ese algo es la disposición mental desde la que el sujeto aborda cualquier asunto que requiera el concurso del pensamiento.

5. Psicología de la forma

La palabra alemana Gestalt se traduce por forma,configuración, estructura y la psicología anunciada por Wertheimer en 1912 era una teoría interesada por la organización de los procesos mentales.

Según estos psicólogos, nuestras experiencias dependen de los modelos que los estímulos forman y de la organización de la experiencia. Lo que vemos es relativo al fondo, a otros aspectos del todo. El todo es diferente de la suma de sus partes: el todo se compone de las partes que están en relación.

Aunque no les gustaba la psicología introspectiva típica de sus días, fueron vigorosos oponentes del conductismo. No querían entregarse a un tipo de introspección libre que se conoce bajo el nombre de fenomenología. Deseaban ser libres para preguntar a un niño qué le parecía alguna cosa, lo que significaba para él. Estaban interesados por la visión de los movimientos, por la percepción de los tamaños, por la apariencia de los colores bajo los cambios de iluminación.

La defensa de la nueva postura vino en parte de las analogías con el moderno campo de la física. La palabra “campo” en física designa un conjunto de fuerzas magnético que sirve para indicar un tipo de líneas de atracción y repulsión. El carácter ejemplar de los campos físicos proporcionó una útil analogía con los tipos de organización de los acontecimientos psicológicos. De aquí que algunas derivaciones de la psicología de la Gestalt reciban a veces el nombre de teorías de campo.

Según estos psicólogos, las ideas complejas no se conforman desde elementos simples en un proceso, sino que son inmediatas en la experiencia como un todo con significado. Sostuvieron que la descomposición del todo en un intento de aislar sus pretendidas partes constitutivas supone una falacia metodológica; construyeron, por tanto, una psicología de corte holístico basada en la percepción mental de las formas acabadas: el todo perceptual es lo que se presenta en nuestra conciencia. Según Wertheimer

Las gestalten no son sumas de contenidos agregados y erigidos subjetivamente sobre piezas dadas propiamente. En su lugar tratamos con todos y procesos globales, que poseen leyes intrínsecas propias. Los “elementos” vienen determinados como partes por las condiciones intrínsecas de sus todos, y deben entenderse como partes referidas a dichos todos

Para analizar la teoría veamos el fenómeno del movimiento estroboscópico. Cuando un objeto visual, por ejemplo, una línea, se muestra brevemente en un lugar e inmediatamente después aparece en segundo objeto en un segundo lugar, no demasiado lejos del primero, el observador no ve dos objetos que aparezcan en rápida sucesión en sus lugares respectivos, sino que ve un solo objeto que se mueve rápidamente desde el primer lugar hasta el segundo. Físicamente, no tiene lugar un desplazamiento de la línea desde uno a otro lugar, sino que lo que se percibe es justamente este movimiento. La vieja psicología asociacionista consideraba que dichas percepciones eran ilusiones, producto de un error en el pensamiento del observador. Sin embargo, Wertheimer examinó el movimiento aparente a lo largo de numerosos experimentos y se dio cuenta de que dicho movimiento constituye un hecho perceptivo real, y de que la hipótesis del juicio erróneo no se ve confirmada por los hechos: el campo no se presenta como un mosaico formado por muchas piezas pequeñísimas, ni el movimiento estroboscópico se percibe como un agregado de sensciones. Esta investigación dio origen al principio fundamental de la Gestaltpsychologie: percibimos totalidades estructuradas y no agregados de sensaciones puntuales. Ahora bien, ¿cómo interpretar este principio? Dos han sido las interpretaciones: según la primera –David Katz– «Para la psicología de la forma, el todo es más que la suma de sus partes». Según la segunda –Köhler– «el todo es distinto de la suma de sus partes». Nuestras percepciones de los fenómenos son percepciones de formas o cualidades estructuradas, que no se reducen a la suma de las partes.

6. Funcionalismo

Los investigadores funcionalistas atendieron sólo al asunto de la evolución del individuo como representación de la especie. Según Jastrow, “la psicología es la ciencia de la función mental”. Esta corriente pretendía albergar áreas hasta la fecha no consideradas en los diversos sistemas psicológicos: la psicología anormal, los tests mentales, etc. Se detectaba en ella una vocación por afrontar problemas concretos y prácticos con mayor intensidad que en otros modelos de investigación.

La paternidad del funcionalismo se encuentra en el pragmatismo norteamericano. Según James, la psicología debe ocuparse de lo que la conciencia hace, y no tanto de su contenido, es decir, de su función. La función más importante de la conciencia es la de elegir, con una clara finalidad: la supervivencia por medio de la adaptación. La conciencia que James concibió no es una tabula rasa que recibe estímulos, sino “un luchador por los fines” que actúa en el ámbito práctico de la experiencia.

Según Angell (su figura más representativa), cualquier sensación está determinada por las exigencias planteadas al organismo por la situación ambiental, es decir, está determinada funcionalmente. Niega un valor fundamental a los posibles contenidos de conciencia. Lo importante es observar las funciones de ésta ya que “en momentos diferentes, distintos contenidos mentales pueden ser llamados a realizar funciones idénticas”. Admite que la concepción subyacente en el funcionalismo es la evolucionista, donde “las estructuras orgánicas y las funciones existen en virtud de la eficacia con que encajan en las condiciones vitales existentes”

7. Freud y el psicoanálisis

La aportación de Freud a la psicología contemporánea se halla en la revisión del concepto de “inconsciente”. Freud sostuvo la existencia de un lugar en la mente denominado “inconsciente” que agrupa las ideas que no se manifiestan en la conciencia, y cuyo influjo es posible en la conducta.

Freud afirmó que el inconsciente es el lugar mental donde residen ideas reprimidas que no pueden alcanzar, por esto mismo, la conciencia. La represión se produce como reacción ante la insoportabilidad de que se hagan presentes en nuestra conciencia; se trata de una forma de defensa del “yo”. Freud niega el carácter débil de las ideas del inconsciente; por el contrario, éstas sostienen una dura pugna contra el mecanismo represor para aflorar a la consciencia a través de caminos tales como el sueño.

La concepción de Freud incluía unas consideraciones sobre las fuerzas que subyacen en la conducta humana. Éstas no son sino los instintos o pulsiones que se desvelan como tensiones fisiológicas que requieren un apaciguamiento por medio de una satisfacción de la conducta. Estas pulsiones, innatas, son compartidas por el resto del mundo animal junto al hombre, el cual sólo se distingue por la complejidad de los mecanismos represores culturales y racionales. Así pues, la actividad del hombre tiende a transformar sus apetitos animalescos en la construcción de la civilización.

Los primeros estudios de Freud se refieren a la histeria. El nombre proviene del griego “hysteros” (útero) ya que entre la comunidad médica de la época se atribuía el origen de la enfermedad a disfunciones del órgano femenino, llegándose a la creencia de que, quienes padecían tal trastorno, eran las mujeres. Freud no tardó en aceptar la tesis de Charcot de que el mal histérico surgía de un desequilibrio propio de la mente. El origen de la histeria se arraiga en una experiencia de tipo traumático donde la emoción que se suscita no se ha liberado de modo adecuado. La experiencia insoportable no puede acceder a la conciencia y es así que se instruye un aparato represor que la relega fuera de aquélla, pero que aún continúa operado y provoca un síndrome histérico. Así el paciente puede reconocer el síntoma, pero no la causa, la experiencia de que se nutre su mal.

El concepto fundamental aquí es el de “desplazamiento”. El desplazamiento hace que sea imposible atribuir la causa de un trauma a un hecho físico; en todo trauma hay que buscar un antecedente en un hecho físico que al paciente realmente le ha ocurrido.

La psique es, para Freud, una estructura de significado antes que una entidad física. Está relacionada con los procesos simbólicos y requiere una interpretación. Por ello, Freud optó por invitar a sus pacientes a que hiciesen todo tipo de asociaciones libres sobre los síntomas que presentaban, y hablasen sin pudor ni límite sobre todo aquello que se les viniera a la mente. Estas investigaciones sugirieron a Freud que el origen de los desequilibrios histéricos había que buscarlos en algún problema de tipo sexual.

Freud siempre consideró los sueños como el conducto más importante hacia la profundidad del inconsciente. En su intento de lograr una comprensión más profunda de los sueños, su método se diferencia de los anteriores en que no se basa en un código de sueños previo. Propone estudiar le material de esos sueños por sí mismo. Freud demuestra que la interpretación de los sueños debe ser especial porque un sueño es la realización de un deseo, el deseo de que no se entienda en el plano de su contenido manifiesto. Un sueño contiene invariablemente un mensaje oculto, relacionado con la sexualidad del que sueña. La sexualidad está esencialmente oculta; tiene que estarlo. Ello quiere decir que la sexualidad está asociada a los signos y a lo simbólico. No es un impulso animal, sino que está imbricada en todos los desplazamientos de la vida social y cultural.

En La interpretación de los sueños Freud define el desplazamientocomo una de las formas en las que la actividad del soñador oculta el mensaje inconsciente del sueño. Forma parte, junto a la condensación, del proceso primario. El desplazamiento se refiere al modo en que un elemento (o varios) delcontenido manifiesto del sueño puede ser insignificante, o incluso estar ausente, en el contenido latente: las ideas soñadas. La condensaciónse refiere a que resulta escaso el contenido manifiesto de un sueño en comparación con la cantidad de ideas soñadas que pueden derivarse de él. Cada elemento del sueño puede generar múltiples líneas de asociación. Freud lo llamó superdeterminación. El desplazamiento y la condensación implican que un sueño requiere interpretación (no puede equivaler a su contenido manifiesto). Ambos procesos son, además, dos aspectos de la actividad soñadora que sirven para ocultar el verdadero significado del sueño (inevitablemente sexual) y que, por consiguiente, permiten el cumplimiento de un deseo: el enmascaramiento de pensamientos inconscientes.

No existe ningún código predeterminado para interpretar un sueño. Cada elemento debe interpretarse como si fuera la primera vez. La razón es que el sueño no es tanto el resultado de procesos lingüísticos como un lenguaje en sí mismo: se aproxima a un idiolecto.

Para comprender el significado de la ocultación y la distorsión en los sueños, es preciso entender el papel de la represión. Esta última está estrechamente unida al inconsciente. Y lo que se reprime son las ideas inconscientes de los sueños. Desde cierto punto de vista, el que sueña reprime recuerdos dolorosos y traumáticos de carácter sexual; en esta lectura, la represión es fundamentalmente una forma de defensa. Sin embargo, después de la labor de Lacan, se ha dado una interpretación más estructural. En ella, la represión se relaciona con la propia formación del sujeto en el lenguaje y lo simbólico. Sería aquello que permite la distinción entre sujeto y objeto. Pero, si es así, ¿por qué es necesario lograr el acceso material a lo reprimido? La respuesta es, según Freud, que la represión puede dejar de funcionar, provocar un síntoma (formación de compromiso) y la repetición inconsciente. El primero resulta inexplicable para el sujeto, y la segunda, frecuentemente, se escapa por completo a la conciencia. En ambos casos, el objetivo pasa a ser el de interpretar el síntoma y la repetición, con lo que se confirma y quizá se expande el terreno de lo simbólico. Lo inconsciente por excelencia es el trauma sexual: es decir, lo que no puede decirse o simbolizarse, y que sólo se conoce a través de sus repercusiones en lo simbólico.

Otro concepto importante en la obra de Freud es el concepto de “complejo de Edipo”. Freud formalizó un sueño estándar que simboliza la relación paterno-filial. Nace de una serie de deseos infantiles que se dirigen, sexualmente, de los niños a sus progenitores de sexo opuesto, acompañado de un odio competitivo hacia los del mismo sexo. Estos deseos quedan reprimidos en la educación, pero están dotados de una fuerza singular, de modo que subyacen en no pocos trastornos neuróticos.

Aspecto fundamental de las investigaciones descritas en La interpretación de los sueños es el intento de establecer un sistema de símbolos recurrentes y universales, susceptibles de ser interpretados para desvelar el significado del contenido latente. Este análisis simbólico podría ser aplicado a campos diversos de la creatividad humana.

Sin embargo, es en la localización de los deseos ocultos y su forma de represión como constitutivos de la personalidad adulta en desarrollo desde la infancia, donde el psicoanálisis radicó su esfuerzo. El desarrollo de las pulsiones sexuales sería, en principio, el caso más sugerente para tal análisis. Este análisis fue realizado en Tres ensayos sobre la teoría sexual. La obra se divide en tres capítulos. El primero aborda el asunto de las perversiones. Aquí se afirma que, tras ellas, existe algo innato inherente a todos los individuos. Todas las neurosis provienen de un factor común: la imposibilidad de aceptar alguna parcela de la propia sexualidad. El segundo estudia la sexualidad infantil describiéndose los primeros mecanismos represores. El tercero, por último, se encarga de la sexualidad adulta. En esta obra aparece el descubrimiento de la “libido”, considerada como la energía mental que es producida por la pulsión sexual. La libido, como energía, no puede ser destruida, sino sólo manifestada en la sexualidad, reprimida o bien aparecer de modo indirecto. Uno de los modos más importantes de desplazamiento es la “sublimación”, en la cual las pulsiones sexuales actúan como motivación de actividades culturales superiores.

En sus obras finales, Freud introdujo el concepto de “pulsión de muerte”. Tal novedad supuso un cierto replanteamiento de sus tesis precedentes, sin abandonar la idea de una mente en conflicto. Ahora la mente se concibe más como el resultado de la pugna sostenida, por parte de las pulsiones, en devolver un estado de tensión a otro previo donde tal tensión no existe. El estado previo es el inorgánico, el aún no vivo, al que tienden las pulsiones enfrentadas a otras que buscan prolongar la vida. Estas consideraciones fueron ampliando su replanteamiento de la estructura de la mente, como aparece en su obra El yo y el ello. En esta renovada visión, el mapa mental se hace más complejo. En primer lugar encontramos un “ello” irracional, inconsciente, donde se amparan las pulsiones y que actúa desde la infancia como fuerza original. Estas pulsiones se proyectas sobre la madre y objetos inmediatos que informan al niño del mundo, contribuyendo a la formación del “yo”, que se asocia al principio de realidad, cuya función es modular la tendencia a satisfacer el apaciguamiento de tensiones que exige el “ello”. Por último, se conforma el “supero-yo” que surge como agente de la moral interna. Éste se desarrolla desde la época vital edípica. El temor al rival del mismo sexo entre los progenitores acaba por ceder en pro de una aceptación de los valores morales que propugnan y que sirven de apoyatura al “yo” que, a su vez, ordenará el aparato represor. La relación de estas tres esferas de la mente produce la conducta y la conciencia. De su falta de equilibrio provendrá la patología mental.

7.1 El inconsciente

Freud distingue tres niveles de la actividad psíquica: el consciente, el preconsciente y el inconsciente. Mientras el preconsciente está constituido por los contenidos psíquicos que son solamente inconscientes de manera latente y que son susceptibles de ser conscientes –mediante un esfuerzo rememorativo–, el inconsciente alberga los deseos y pulsiones reprimidos o censurados que no afloran a la conciencia y que son atemporales, es decir, no sujetos a las categorías habituales del tiempo. Los contenidos del preconsciente pueden estar disponibles para la conciencia, mientras que los del inconsciente nunca pueden llegar a este nivel. Sin embargo, es el inconsciente el que dirige toda nuestra actividad psíquica. Las características básicas del inconsciente son:

1. No existen contradicciones lógicas. Las leyes lógicas sólo rigen para la mente consciente. Y el principio de no-contradicción es una categoría propia del consciente. Pero en el inconsciente predomina la ambivalencia, pues una cosa puede darse al mismo tiempo que su contraria.

2. Es atemporal. También el tiempo, el saber el antes, el ahora y el después, es propio de la mente consciente. El inconsciente, por el contrario, es atemporal. Esto explica que un conflicto o trauma provocado en la primera infancia, actúa –o puede hacerlo– en el individuo aunque hayan pasado muchísimos años, si todavía no ha sido resuelto. Su existencia reprimida hará que despliegue toda su fuerza dinámica en nuestro inconsciente y que incluso se nos presenten síntomas –como los histéricos– en nuestra vida cotidiana, produciendo la sintomatología neurótica.

3. No existen las abstracciones. El inconsciente no sabe filosofar, ni realiza abstracciones, sino que, por el contrario, es concretista. La abstracción es propia de la mente consciente. Por esto el inconsciente recurre a símbolos que concreten hic et nunc lo que quiera simbolizar, teatralizando o dramatizando situaciones y personajes.

4. Es primitivo y ancestral. No presenta las sutiles gradaciones de la mente consciente. Así, conscientemente podemos distinguir entre sentirse frente a una persona con una cierta antipatía o aversión, pero a nivel inconsciente existe una sola reacción (sin matices), que es más primitiva: matarla o agredirla.

5. Es mágico. Dos cosas que han estado en contacto (magia de contacto) o dos cosas que se parecen (magia de analogía) forman unidades cerradas en el inconsciente. También se considera omnipotente: v.gr., si se piensa en alguien, y junto a ese pensamiento se tiene un sentimiento de odio, sólo con pensar en esa persona, cree que se le dará muerte.

7.2 Interpretaciones topográfica y dinámica de la psique

La obra de Freud se puede dividir en dos etapas, a las que se conoce con el nombre de primera y segunda tópicas. En la primera tópica 8anterior a 1923) Freud hace una descripción topográfica de la mente; divide la mente en cuatro “regiones” que son:

1. El consciente. El consciente es aquella zona de la mente en la que nos percatamos de las cosas que provienen del mundo físico, de nuestro cuerpo o de nuestra mente. Lo consciente es reconocido por el sujeto como algo que él conoce de sí mismo; en la zona consciente está aquello de lo que nos percatamos en un momento determinado, y ofrece también continuidad e identidad a la propia vida.

2. El subconsciente. Etimológicamente, es “lo que está bajo el consciente”. Concepto del psicoanálisis que no coincide, aunque es frecuente verlo confundido, con el inconsciente, sino que es la “zona” de la estructura de la mente humana que aglutina al preconsciente y al inconsciente.

3. El preconsciente. Designa aquella “región” que, en la mente humana, se sitúa entre el consciente y el inconsciente. Allí están “situados” los recuerdos de los que normalmente no nos percatamos, pero que podemos rememorar con nuestra voluntad, cosa que no sucede con los datos inconscientes. El subconsciente está formado, pues, por el preconsciente y el inconsciente (por lo tanto, subconsciente e inconsciente no son sinónimos). El preconsciente es también inconsciente, pero sólo en sentido descriptivo y no en sentido dinámico (esto sólo corresponde al inconsciente).

4. El inconsciente. Etimológicamente significa lo no consciente; en la actualidad designa una de las “zonas” de la mente en el psicoanálisis freudiano, y posiblemente uno de los mayores descubrimientos de Freud. Para éste es la “zona” más dinámica de la psique humana, en donde se sitúa todo lo ancestral, la reserva de todo lo instintivo y donde “está” situado todo lo reprimido. Posee algunas características básicas: es ilógico (no existen contradicciones), es atemporal, no es abstracto, sino concreto; es mágico y supersticioso; para él cualquier cosa es posible, etc

A partir de 1923, con la publicación de El Yo y el Ello, la visión que Freud tiene de la mente va a cambiar. Ahora divide ésta en tres “partes”:

1. El Yo. Según Freud proviene del Ello, al rozar éste, en la vida cotidiana del hombre, con las dificultades y exigencias de la vida en sociedad. Está “situado” en un estrato superior al Ello y organiza los instintos y las pulsiones, controlando al Ello. Su principal tarea es la autoconservación: mide los riesgos y los peligros, y procura evitarlos a cualquier precio. Sus características básicas son: a) toma conciencia de la realidad, del medio ambiente; b) comprueba la realidad, confrontándola con el “principio del placer” del Ello; c) se rige por el “principio de realidad” (la conveniencia o no de hacer algo); d) controla los impulsos del Ello (cuando los deseos de la libido chocan con la realidad, el Yo frena esos deseos, pues el “principio de realidad” le enseña que no puede hacer todo lo que se le antoje); e) origina el nacimiento del Superyó; f) una “parte” se dirige hacia lo externo y otra hacia el interior del hombre; g) está “situado” entre el Ello y la realidad exterior; h) en él se originan las censuras y las represiones (propias del Superyó), pero éste nace del Yo).

2. El Ello. Es la parte desconocida del psiquismo humano, pero que, a pesar de no ser conocida, influye decisivamente en el comportamiento cotidiano y onírico del hombre. El Ello comprende los impulsos instintivos e inconscientes de la psique. Tiene como características básicas las siguientes: a) es primitivo: representa la historia ancestral filogenética e instintiva del hombre; b) es el motor de toda la energía instintiva: genera la libido y los impulsos del eros y el thánatos; c) se rige por el “principio del placer” y la evitación del dolor: divida a todas las personas y cosas en placenteros o displacenteros, tendiendo siempre a conseguir el mayor placer posible; d) es ilógico: la lógica pertenece sólo a la mente consciente y, por tanto, el Ello no sabe de lógica y pertenece al mundo de lo mágico; e) es amoral: la moral emerge del yo hasta el superyó, y no está presente en el ámbito del instinto; f) es atemporal: para el Ello no hay tiempo pasado, todo es presente; g) siempre está operando: aunque no seamos conscientes de su presencia, lo instintivo, el Ello, siempre está actuando y nunca descansa.

3. El Superyó. Compone, junto al Yo y al Ello, la estructura de la mente. El Superyó se origina en el Yo, al introyectar la mente la cultura y los valores sociales (sobre todo, los familiares). De aquí nacen la conciencia moral y el “ideal del Yo” (la imagen que uno tiene de sí mismo). Es el estrato superior de la mente; aquí la realidad no es sólo placentera (como pretende el Ello, llevado por el principio del placer”) o dolorosa (como le “advierte” el Yo con su “principio de la realidad”, sino que también puede ser moralmente bueno o malo, censurable o no. Es el responsable de los “remordimientos” de conciencia. Sus características básicas son: a) es heredero directo del complejo de Edipo; b) se rige por el “principio del bien”: lograr lo bueno, evitar lo malo; c) es ilógico –en tanto que inconsciente–, pero moral; d) insta al Yo a la represión y a la censura; e) produce los sentimientos de culpa y autocrítica.

7.3 El pansexualismo freudiano

Quizá no haya ningún aspecto de la vida humana en cuya comprensión y praxis se haya dejado sentir tanto la revolución copernicana de Freud como en el de la sexualidad, porque a partir de ella ha dejado de ser un aspecto del hombre, para convertirse en una dimensión totalizante del psiquismo y, a través de él, de la vida humana misma. El descubrimiento de la sexualidad infantil y el estudio de las perversiones sexuales fueron los fundamentos de la ampliación totalizante de la sexualidad. La sexualización del psiquismo humano fue la resultante del descubrimiento de que no hay región del cuerpo que sea ajena a la pulsión sexual, ni existe ningún tiempo en la vida del hombre que desconozca el placer erótico. A partir de aquí comienza a derrumbarse una concepción de la sexualidad que la identificaba con la genitalidad y que la restringía a la adultez del hombre. Lo genital es el lugar privilegiado de la sexualidad porque en él encuentra su culminación la búsqueda y obtención del placer, pero este placer lo busca y lo obtiene preparatoria y anticipadamente el organismo del hombre a través de otras regiones del cuerpo; así como la genitalidad ve diluidas las fronteras de lo sexual con respecto al resto del cuerpo, también se diluyen las que separaban lo normal de lo perverso. El perverso ya no lo es porque encuentre placer en unas zonas distintas de las genitales; también el “normal” lo va a buscar y obtener en ellas. La única diferencia radica en que en éste ese placer anticipa y prepara el genital, integrándose en su contexto.

Esta ampliación de la sexualidad en el espacio está estrechamente vinculada a su ampliación en el tiempo. El placer sexual no se vincula únicamente a la zona genital y por ello se pierde la razón de ser de su restricción a la adultez. Desde el nacimiento, el organismo del hombre busca y obtiene placer a través de las restantes zonas erógenas y de los objetos –reales o fantaseados– que se refieren a las mismas. En este aspecto también se diluyen las fronteras entre el niño y el adulto: el orgasmo genital es la culminación de una historia de búsqueda y obtención de placer, que como toda historia, está llena de anticipaciones y retrocesos. Esta ampliación de la sexualidad en el tiempo y en el espacio iba a suponer una ampliación paralela en el campo del psiquismo. El devenir de éste en la dialéctica pulsiones-cultura acontece siempre en concreto (el inconsciente no conoce lo abstracto). Son las pulsiones concretas de este organismo las que entran en juego con una realidad socio-cultural concreta, la cual a su vez ha asumido una realidad psíquica –sin agotarse en ella– en una serie de psiquismos concretos. En este sentido, el hombre se constituye como tal al entrar en relación con los otros, y a través del modo como son vivenciados por él dentro de aquella dialéctica. Esta relación intersubjetiva por la que el sujeto se constituye no es, pues, una relación que podamos calificar de “neutra”. Obedece, por el contrario, a un dinamismo pulsional que busca y consigue el placer y es por ello merecedor del nombre de “sexual”.

Desde el nacimiento el organismo humano entra en relación con los otros porque desde él busca en ellos la satisfacción placentera de sus pulsiones, pulsiones que en la adultez quedarán integradas en la genitalidad, pero que hasta entonces se van desplegando a través de las distintas zonas erógenas. Y del mismo modo que el proceso dialéctico pulsiones-cultura implicaba la interiorización de la cultura como momento del devenir del psiquismo, también aquí es la realidad psíquica de los otros y no tanto la física la que es decisiva. El sujeto se constituye, así, a través del proceso por el cual se relaciona con los otros, pero en cuanto estos otros son vivenciados psíquicamente en fantasías e imágenes como objetos referidos a las distintas zonas erógenas del cuerpo y, al mismo tiempo, como fuentes de placer.

Es así como Freud otorga a la sexualidad una dimensión psíquica al mismo tiempo que sexualiza todo el psiquismo. La sexualidad ya no queda relegada al plano puramente biológico o fisiológico, ni se reduce a una actividad destinada a desembocar exclusivamente en la reproducción (como sostiene la moral más conservadora). La sexualidad, desde la perspectiva freudiana comprende y es el conjunto de procesos a través de los cuales se constituye el sujeto humano en relación con los otros, como otros psíquicamente interiorizados. El psiquismo se sexualiza entonces porque estos procesos relacionales que lo constituyen obedecen originariamente a un dinamismo de búsqueda y obtención del placer, placer que obtiene su máxima expresión –pero no la única– en la relación genital con otro. En cuanto esta relación genital placentera puede tener como efecto –el más importante para la especie humana– la reproducción, ésta queda asumida por la sexualidad. También en este nivel se pone de manifiesto la dialéctica placer-sentido, que constituye el psiquismo humano: la sexualidad se hace propiamente humana cuando la pulsión en su búsqueda de placer, obtiene placer en el sentido. Es cuando el otro ya no es sólo objeto, sino al mismo tiempo otro sujeto humano.

8. El conductismo

Su fundador, John B. Watson, reaccionó contra la tradición de que el estudio introspectivo de la experiencia consciente era de la incumbencia de la psicología de la introspección, y propuso una psicología que podría llevarse a cabo sin introspección. Supuso que no necesitaba hacer afirmaciones sobre lo consciente cuando estudiaba los procesos de ajuste, los diversos movimientos musculares y las secreciones glandulares de los animales y los niños. Decidió que los resultados de la psicología animal y de la psicología infantil no podían erigirse por sí solos como una ciencia, pero fijaban un modelo que la psicología adulta bien podía seguir.

A fin de hacer de la psicología una ciencia, decía Watson, sus datos deben estar abiertos a la inspección pública como los de cualquier otra ciencia. Cuando una rata corre por un laberinto puede tomarse una película de sus movimientos y a cualquier persona competente le es posible comprobar las afirmaciones hechas sobre el orden en que la rata entró en los callejones sin salida. En la medida en que se estudie lo que el animal o la persona hace o lo que logra, puede disponerse de una ciencia objetiva, distinta de la ciencia subjetiva a la que se limita la introspección. La conducta es pública; la conciencia es privada. La ciencia debe tratar hechos de apreciación general. La conducta, pública y observable, es el único objeto de la psicología. El hombre se reduce a sus conductas: por lo tanto, la ciencia psicológica es conductismo. El psicólogo trabaja de la misma forma que el científico de la naturaleza: «Dada […] una situación, debe establecer qué hará el individuo ante ella. Y a la inversa: al ver que el individuo hace algo, es preciso indicar cuál es la situación o el objeto que ha producido dicho acto».

Watson sustituye las viejas “sensaciones” por las “respuestas” de la conducta, y sostiene que el pensamiento es una forma de conducta, una organización motriz, exactamente igual que el jugar al tenis o al golf. Las conductas son los únicos objetos de la psicología y ésta debe hallar las leyes que los explican. Hallar las leyes que los explican quiere decir descubrir sus causas. Y estas causas Watson las encuentra en los estímulos que el individuo recibe de forma incesante desde el ambiente: las conductas son respuestas a estímulos ambientales, y la psicología científica es la ciencia de la pareja “estímulo-respuesta”.

Ahondando sobre las ideas de Watson, apareció el conductismo radical de Skinner, el cual pretende vincular su teoría psicológica al neodarwinismo, que indaga las causas de la conducta del hombre en factores externos a él.

Skinner intenta una explicación de la conducta desde la obra de Darwin y su elaboración del concepto de “selección natural”; piensa que los organismos, de modo individual, crean conductas diversas, unas que les resultan beneficiosas y que se refuerzan y otras que no y que, en consecuencia, quedan debilitadas y desaparecen.

Así, pretende “estudiar la conducta mediante la localización de los determinantes específicos de las conductas específicas y establecer la naturaleza exacta de la relación entre la influencia de los antecedentes y la conducta subsiguiente”. El modo de llevar a cabo este plan es por medio de la experimentación, que permite el control de los factores que intervienen en la formación de la conducta. La nomenclatura especial es así que las influencias antecedentes son “variables independientes” y la conducta “variable dependiente”. El organismo es el lugar de interacción de esas variables. Así pues queda desvirtuada toda metafísica por innecesaria en el análisis, basándose en la apoyatura de la Física y la Fisiología. El siguiente paso, tras la descripción de la conducta, es proceder a su control.

Según Skinner, hay dos modos de conducta aprendida: la “conducta respondiente” y la “operante”. Esta última puede ser provocada si a la conducta le sigue un refuerzo que se manifiesta como gratificante. Las conductas son aleatorias, pero si reportan un beneficio, controlado por el experimentador, la conducta se refuerza y se asimila por el sujeto.

Admite que un organismo puede ser afectado por variables de control que han de ser necesariamente estímulos. También afirma que la conducta ha de concebirse como movimiento en el espacio, esto es, como fenómeno meramente físico.

Skinner rechaza la idea de que un organismo aprende a comportarse de un modo determinado porque tenga la expectativa de que se va a producir un hecho determinado. Apelar a “acontecimientos mentales” nos lleva demasiado lejos en el camino de la ciencia. La psicología es la ciencia de la conducta. Sin embargo, no todas las actividades del organismo son conducta, sino únicamente aquellas que “ejercen una acción o establecen un intercambio con el mundo circundante”. La conducta es una acción que produce un reflejo. Por eso, Skinner habla de “conducta operante”; de este modo quiere subrayar el hecho de que la conducta “obra en el ambiente y produce consecuencias”.

8.1 Pavlov y la teoría de los reflejos

Se denomina reflejo condicionado a la unidad elemental de conducta neuromuscular. El comportamiento se presenta como una cadena de reflejos condicionados, es decir, de respuestas. Una respuesta condicionada supone, por consiguiente, una cadena adquirida de reflejos y comprende los hábitos e impulsos que se desarrollan como resultado del entrenamiento o de la enseñanza.

El principio del reflejo condicionado lo descubrió Ivan Petrovich Pavlov, considerado como el fundador de la psicología objetiva. Pavlov clasificó a todos los reflejos en dos grandes grupos:

1. Los comunes a la especie. Aparecen en el momento del nacimiento o poco tiempo después. Los denominó reflejos no condicionados.

2. Los adquiridos por el animal a lo largo de su proceso de aprendizaje. Los denominó reflejos condicionados.

A partir de sus investigaciones Pavlov propuso lo que denominó la ley de la respuesta condicionada: «El mecanismo fundamental de desarrollo de un reflejo condicionado depende de la excitación de algún punto determinado de la corteza cerebral que coincida con una excitación más intensa de algún otro punto, probablemente de la misma corteza, lo que conduce a una relación entre ambos puntos».

Pavlov descubrió el condicionamiento clásico mientras estudiaba los procesos de la digestión de los perros. Comprobó que éstos salivaban automáticamente con el olor de la comida, dando una respuesta incondicionada a un estímulo incondicionado, según su terminología. Los conductistas consideraban la salivación como un reflejo simple, semejante al reflejo paletar, que es el movimiento inmediato que realiza la pierna cuando se le da a la rótula un golpecito. Si sonaba una campana en el momento de mostrar la comida al animal, éste comenzaba lentamente a asociar este estímulo, en principio irrelevante, con la comida. Al cabo de un cierto tiempo, el sonido exclusivo de la campana, sin mostrar la comida al animal, provocaba la salivación; se había transformado en un estímulo condicionado capaz de producir una respuesta que él denominaba condicionada. El perro había aprendido a asociar el sonido de la campana con la comida.

La segunda categoría, el condicionamiento operante, trabaja con el principio del premio y el castigo. Una rata, por ejemplo, es adiestrada para pulsar una palanca cuando desea conseguir comida: al principio es premiada por llegar al extremo correcto del laberinto donde se la encierra, después sólo cuando se acerca a la palanca, a continuación cuando la pulsa, y así hasta que su conducta se adapta a la tarea. Los conductistas creen que este tipo de aprendizaje por ensayo-error, combinado con el condicionamiento clásico asociativo de Pavlov, van entrelazando una serie de reflejos y respuestas simples.

8.2 Watson

Watson realiza su estudio remitiéndose a las relaciones entre los acontecimientos del entorno físico (los estímulos) y el comportamiento de los animales y los hombres (sus respuestas o reacciones a estos estímulos). Su análisis se centra en las acciones observables en los organismos. Éstos responden a las solicitaciones de los estímulos ambientales. Mientras que la ciencia de la conciencia (psicología) no era accesible más que por el método introspectivo (Wundt), la psicología dispone de un método objetivo aplicable a datos que son accesibles a muchos observadores objetivos.

El conductismo de Watson defiende el empleo de procedimientos estrictamente experimentales para estudiar el comportamiento observable (la conducta), considerando el entorno como un conjunto de estímulos-respuesta. El enfoque conductista en psicología tiene sus raíces en el asociacionismo de los filósofos ingleses, así como en la escuela de psicología funcionalista y en la teoría darwiniana de la evolución, ya que ambas corrientes hacían hincapié en una concepción del individuo como un organismo que se adapta al medio (o ambiente).

Cuando Watson comenzó sus trabajos la tendencia dominante en la psicología era el estudio de los fenómenos psíquicos internos mediante la introspección (Wundt); pero este método peca de subjetividad. Watson no negaba tajantemente la existencia de los fenómenos psíquicos internos, pero insistía en que tales experiencias no podían ser objeto de estudio científico porque no eran observables. Desde entonces la psicología deberá vincularse, si quiere ser ciencia, a la conducta observable del hombre. Late aquí la influencia de los estudios de Pavlov sobre el aprendizaje de los animales. Watson pretendía construir una psicología verdaderamente científica, para lo que debía utilizar sólo conocimientos objetivos, como los experimentos de laboratorio diseñados para establecer resultados estadísticamente válidos. El enfoque conductista le llevó a formular una teoría psicológica en términos de estímulo-respuesta. Según este tipo de conductismo, todas las formas complejas de comportamiento –emociones, hábitos, e incluso pensamiento y lenguaje– se analizan como cadenas de respuestas simples musculares o glandulares que pueden ser observadas y medidas. Watson sostenía que las reacciones emocionales eran aprendidas del mismo modo que otras cualesquiera. La propuesta de Watson de la conducta observable merced al paradigma de estímulo-respuesta supuso un gran incremento de la actividad investigadora sobre el aprendizaje, no sólo de los animales, sino también de los hombres, sobre todo en los niños.

8.3 Skinner

En 1930 publicó su primer trabajo, donde describe una técnica experimental que será la piedra angular, tras diversos retoques, de su conductismo radical. La técnica consistía en lo siguiente:

1. Una caja provista de un mecanismo que suministraba una bolita de comida a una rata privada de alimento cada vez que el animal abría la puerta de un comedero.

2. Un dispositivo que provocaba el movimiento vertical de una plumilla sobre una cinta deslizante de papel, cada vez que la rata abría la puerta del comedero.

En 1932 presenta otra versión de lo que denominará caja de Skinner. Cuando la rata aprieta una pequeña palanca situada en una de las paredes de la caja, pone en acción un mecanismo que hace aparecer una bolita de comida en el interior de la caja, debajo de la palanca; paralelamente, cada accionamiento de la palanca se traduce en una marca de registro acumulativo. De este modo, la caja de Skinner permite poner en evidencia el hecho de que un comportamiento emitido por un organismo privado de alimento que vaya seguido inmediatamente por la presentación de la comida, incrementa su frecuencia de emisión. Si bien la primera vez que la rata acciona el mecanismo es por casualidad y atendiendo a la dualidad ensayo-error, la cada de Skinner muestra que se puede modificar como se desee a conducta del animal.

Skinner afirma que se puede cambiar de forma predecibleel comportamiento de los hombres, como el de los animales. De este modo, considera a la psicología como una ciencia natural más, y nocomo una ciencia social; tiene idénticos postulados, objetivos y métodos que la física, la química o la biología. Esto llevó a Skinner a lo siguiente:

1. Rechazar el dualismo entre cuerpo y mente. Lo único observable es el comportamiento, como afirmaba Watson.

2. El comportamiento y el aprendizaje se encuentra sometido a leyes fijas y estables.

3. La psicología tiene como objetivo básico el descubrimiento de dichas leyes, las cuales pueden ser verificables experimentalmente.

Llevado esto al límite, significa que cualquier persona será capaz de controlar el comportamiento de otras personas para conseguir cualquier objetivo deseable, en la medida en que:

1. Conozca las leyes del comportamiento y el aprendizaje.

2. Posea una información fiable sobre las variables relevantes que actúan en la situación que le interesa.

3. Tenga poder para cambiar las variables relevantes en la forma deseada y en el momento oportuno.

Lo que Skinner descubrió es que el comportamiento es función de sus consecuencias, lo que puede traducirse en la ley de Skinner: «Las consecuencias que siguen inmediatamente a una conducta que ha sido emitida en un ambiente concreto, alteran la probabilidad de que dicha conducta ocurra de nuevo en este ambiente y en otro de características parecidas». El ambiente no provoca comportamientos, sino que los selecciona, manteniendo algunos, incrementando o eliminando otros.

La noción básica de la concepción antropológica de Skinner es la de refuerzo: cualquier forma de conducta es una respuesta a una situación del medio. Si la conducta en cuestión tiene como resultado algo que satisface al individuo, la forma de conducta queda reforzada y se repite hasta que constituye una estructura de comportamiento estable, que permanece hasta que es sustituida por otra que satisface más o, lo que es igual, que constituye una mejor adaptación al medio. El hombrees un producto del medio ambiente.

Por lo general, el hombre actúa para evitar el castigo, lo desagradable, y entonces se dice de él que es bueno, y se alaba su dignidad y su libertad, pero el mérito no está en el hombre, sino en el medio, que es quien castiga, y por eso es al medio al que se debería alabar, y no al hombre. De este modo, según Skinner, el hombre se verá obligado a abandonar su último reducto diferencial (la conciencia, el yo interior) y aceptar la cruda realidad: su comportamiento, lo mismo que el de los demás organismos, es función de una historia genética y de unas contingencias ambientales. Además, «todavía está por ver lo que el hombre puede hacer del hombre». Las conquistas del hombre son «tan dignas de admirar como un follaje en otoño».

9. La epistemología genética de Jean Piaget

La epistemología genética se ocupa de la formación y del significado del conocimiento, y de los medios a través de los cuales la mente humana pasa de un nivel de conocimiento inferior hasta otro juzgado como superior […] La naturaleza de estos pasajes, que son de carácter histórico, psicológico y a veces incluso biológico, constituye un problema real […] La hipótesis fundamental de la epistemología genética es que existe un paralelismo entre el progreso efectuado y la organización racional y lógica del conocimiento, por un lado, y los correspondientes procesos formativos, por el otro […] Creemos que cualquier investigación de psicología científica debe partir del desarrollo, y que la formación de los mecanismos mentales en el niño puede explicar su naturaleza y su funcionamiento incluso en el adulto.

El objetivo esencial de la psicología infantil se configura como el de constituir un método explicativo para la psicología científica en general o, en otras palabras, dar una dimensión genética a la solución de todos los problemas mentales. Esta dimensión genética es indispensable porque

En la esfera de la inteligencia resulta imposible suministrar una interpretación psicológica exacta de las operaciones lógicas, de los conceptos de número, espacio, tiempo… sin estudiar previamente el desarrollo de tales operaciones y conceptos. Por supuesto, se trata de un desarrollo social a lo largo de la historia de las sociedades y de las diversas formas colectivas de pensamiento (historia del pensamiento científico en particular), pero también de un desarrollo individual (lo cual no está en contradicción con lo anterior, ya que el desarrollo constituye en el niño –entre otras cosas– una progresiva socialización del individuo.

Piaget, opuesto a la noción central del conductismo, según la cual el individuo sería más o menos una construcción elaborada por un ambiente, también se muestra contrario a un innatismo de tipo kantiano, pero admite un desarrollo fijo y definido de estructuras definidas y universales.

10. El cognitivismo

Los cognitivistas definen a la Psicología como la ciencia que versa sobre el comportamiento, pero también sobre las estructuras mentales que posibilitan aquél. Por lo tanto, la Psicología cognitiva otorga una importancia capital a la mente y a la propia conciencia, entendiendo que éstas se hallan constituidas por estructuras cognitivas creadas gracias a los aprendizajes anteriores del individuo. Dichas estructuras mentales no permanecen rígidas; al contrario, se caracterizan por ser dinámicas y adaptativas. Su función consiste en percibir las sensaciones, interpretarlas y adaptarlas a los conocimientos previos que se poseen.

Esta corriente de la psicología presupone que los seres humanos, así como los animales superiores y también los computadores, son sistemas de procesamiento de información. En contraposición al conductismo sostiene la existencia de estados internos, que identifica con los procesos mentales, entre estímulo y respuesta, que son la causa de la conducta. Estos estados internos se alimentan de información. También se la denomina psicología computacional.

11. La psicología funcional

Parte de la noción de “función”, estando influida por el funcionalismo que se desarrolló en la antropología cultural. Desde esta perspectiva, interpreta los fenómenos y procesos psicológicos en su relación con el todo y la interdependencia con otros fenómenos. Así, un hecho psicológico cobra su explicación por su finalidad, y ésta se percibe en el interior de un proceso de adaptación del organismo al medio.

Los primeros psicólogos funcionalistas, influidos por los descubrimientos del evolucionismo de Darwin se aproximaron a la biología, preguntándose: ¿para qué sirve un organismo?, así como asumiendo conceptos básicos como el de proceso de adaptación del que la función psicológica forma parte. En la actualidad esta corriente se ha desarrollado en relación (y en contraposición) con el conductismo (que niega la especificidad de lo psíquico): renuncia al estudio de estados subjetivos y plantea una teoría del comportamiento que se define en función de hechos fisiológicos y modelos matemáticos y cibernéticos. Se vincula esencialmente con las neurociencias, la filosofía de la mente, la inteligencia artificial y las ciencias cognitivas.

Entre sus defensores, Putnam recurre a la noción de “autómata probabilístico” y de “máquina de Turing” para explicar su manera de entender el término función, que identifica con el de organización funcional de un sistema. Fodor, por su parte, destaca el error de perspectiva del reduccionismo materialista, que se interesa más por saber de qué están hechos lo que consideramos procesos mentales, que por saber el papel(por qué y para qué) que desempeñan tales procesos mentales dentro del organismo considerado como un todo. Esta corriente se distingue también de las teorías materialistas de la mente, o teorías de la identidad mente-cerebro, en cuanto un estado mental o un proceso cerebral no se identifica simplemente con un estado físico-cerebral describible físicamente (como afirma el fisicalismo), sino que representa un estado funcional del organismo.

Así, el funcionalismo sostiene la independencia de este softwarerespecto a la base material o hardware. En sus últimas obras, Putnam, sin renunciar por entero al funcionalismo, se inclina por acentuar la importancia del medio en los procesos mentales: el sociofuncionalismo. Según Putnam los estados funcionales (expresables de manera formal), poseen las características de los sistemas formales y son meramente sintácticos. Pero una estructura sintáctica no puede ser capaz ni de comprensión semántica ni de conciencia, ni de intencionalidad.

12. El debate sobre el carácter científico de la Psicología

Las primeras críticas sobre la posibilidad de aplicar el método científico a las investigaciones psicológicas aparecieron con el propio nacimiento de la Psicología experimental.

En síntesis, argumentaban que el objeto a estudiar (la relación entre mente y conducta) no podía someterse al reduccionismo del propio método experimental. En la actualidad, esta vieja polémica continúa vigente, siendo una de las señas de identidad que caracterizan a la Psicología como ciencia.

Las argumentaciones más frecuentes contra el carácter científico de la Psicología, así como las réplicas de sus defensores son:

· Ausencia de metodología propia. Los críticos argumentan que la Psicología no posee métodos propios que puedan ser catalogados como puramente científicos. En primer lugar, advierten que no existe un método común para todas las escuelas o especialidades psicológicas; en efecto, los psicólogos utilizan metodologías tan variadas como la clínica, la estadística, la hermenéutica, etc. En muchas ocasiones, dicen, se alcanzan resultados teóricos a fuerza de mezclar distintas metodologías. Concluyen afirmando que una ciencia que no posee métodos propios no es exactamente una ciencia. En todo caso, la Psicología se apropia de los métodos de otros saberes científicos. La conclusión a la que se llega es que la Psicología nunca será una ciencia teórica, sino a lo sumo un conjunto de ciencias aplicadas. Así, si un Psicólogo trata de explicar los componentes genéticos de la conducta mediante técnicas biológicas, no hará Psicología, sino biología; si trata de probar las relaciones entre sistemas neurales y comportamiento, estará haciendo neurofisiología, etc.

· Críticas al método conductista. El conductismo ha sido el intento más radical de elaborar una Psicología científica. Pero la experiencia ha revelado que dicho método es claramente insuficiente. Sus numerosos críticos han señalado que pretender explicar la complejidad de la conducta animal y humana a partir de la simplicidad del esquema E-R es absurdo. En una conducta humana, por ejemplo, influyen notablemente factores como la motivación, los intereses personales, los sentimientos, esquemas cognitivos, etc., factores todos ellos que no pueden ser observados y medidos en un laboratorio. Por lo tanto, la pretensión de limitar la Psicología al estudio de las conductas observables es claramente reduccionista.

· Críticas a los métodos hermenéuticos (interpretativos). Algunas escuelas, como el Psicoanálisis, han señalado que la función esencial de la Psicología es “comprender” la conducta con el fin de crear métodos o técnicas que permitan corregir comportamientos patológicos o indeseables. Con tal objeto han desarrollado técnicas hermenéuticas o, lo que es lo mismo, técnicas que buscan interpretar ciertos rasgos de la conducta con el fin de descubrir cuáles son sus causas ocultas. Los críticos han puesto de relieve la inconsistencia científica de algunos supuestos teóricos en los que se basan; supuestos que poseen más base filosófica que científica, ya que su existencia no ha podido ser comprobada. Nociones como “yo”, “complejo de Edipo”, “yo oculto”, etc., no son más que nociones pseudocientíficas que ocultan el desconocimiento sobre los auténticos mecanismos fisiológicos de la mente. Lo mismo podría decirse de algunos conceptos de las psicologías cognitiva y gestaltista, tales como “esquemas”, “estructuras”, etc.

· Imposibilidad de alcanzar leyes generales. El objetivo esencial de toda ciencia radica en establecer leyes generales que puedan predecir, con la mayor exactitud posible, el comportamiento de una misma clase de fenómenos. Para algunos autores resulta inverosímil que la Psicología pueda acometer semejante tarea. Argumentan que toda persona es un ser único, formado por una variedad incalculable de elementos biológicos y culturales; por ello, pretender establecer leyes genéricas de la conducta es algo utópico. A lo sumo, dicen, se alcanzarán aproximaciones estadísticas con tantas posibles excepciones como individuos existan.

· Falta de unidad teórica y de consenso. Se argumenta que no existe acuerdo generalizado entre los distintos grupos de psicólogos acerca de qué debe considerarse como “conocimiento” en Psicología. Eso explica la multitud de corrientes y enfoques que pueblan la historia de la Psicología. Mientras que en la ciencia se alcanzan acuerdos sobre qué es lo que debe establecerse como verdadero provisionalmente, en la Psicología es imposible alcanzar cualquier tipo de consenso entre las distintas escuelas.

Frente a este conjunto de críticas, los partidarios de considerar a la Psicología como ciencia señalan, en primer lugar, el carácter interdisciplinario de la Psicología en relación con otras ciencias. Afirman que esa dependencia, en lugar de empobrecerla, la enriquece, puesto que permite contemplar desde otra perspectiva los problemas de las demás ciencias con las que mantiene contacto. El que un psicólogo utilice descubrimientos fisiológicos no significa que sea fisiólogo, sino que dichos descubrimientos le permiten explicar de manera más satisfactoria determinados comportamientos conductuales. Para ellos, la Psicología posee un objeto propio de estudio que la diferencia claramente de las demás ciencias, aunque utilice en muchas ocasiones métodos y conceptos tomados de otros saberes con el fin de procurar una interpretación global de la conducta.

Aunque reconocen que la Psicología no puede alcanzar nunca la exactitud ni la precisión de otras ciencias como la física, ya que la complejidad de variables intervinientes en la conducta es incalculable, no por ello puede considerarse a la Psicología como acientífica. Defienden que su lugar, dentro del corpus general de la ciencia, se halla situado a medio camino entre las disciplinas experimentales y las humanas. De las primeras, utiliza el método experimental en aquellas situaciones en las que es posible. De las segundas, el intento de “comprensión” de los fenómenos psíquicos que, al ser intrínsecamente humanos, no pueden reducirse sin más a simples explicaciones físicas o biológicas.

Para ellos, la Psicología cumple el requisito básico de toda ciencia: el de contrastar sus teorías con la realidad, rechazándolas si la experiencia no las confirma fiablemente. Por lo tanto, la consideran como una disciplina científica, aunque algunos de sus postulados no puedan ser comprobados empíricamente debido a su propia naturaleza. Al fin y al cabo, dicen, todas las ciencias poseen supuestos y axiomas previos en los que se asientan sus posteriores comprobaciones.

Justifican la pluralidad de corrientes y enfoques argumentando que son líneas diferentes de investigación cuyo objetivo es el mismo, aunque cada una de ellas utilice métodos y técnicas propios. Finalmente, afirman que el consenso se alcanzará en un posterior desarrollo de la Psicología, cuando ésta, con la ayuda absolutamente indispensable de otras ciencias, comience a desvelar los secretos insondables que atesora el cerebro humano.

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