Tema 58 – El empirismo y las ciencias morales: Locke y Hume.

Tema 58 – El empirismo y las ciencias morales: Locke y Hume.

INTRODUCCIÓN.

Una de las características más importante del siglo XVII, intensificándose en el siglo XVIII, es la voluntad de borrón y cuenta nueva, es decir, ajustar las cuentas al pasado, representado por la aristocracia, y levantar una nueva civilización cimentada en la más estricta racionalidad. La burguesía toma el protagonismo de la historia y exige una nueva manera d entender el mundo. En este contexto histórico, las filosofías de Locke y Hume, serán el soporte teórico de las instituciones burguesas.

Una de las dificultades con la que nos enfrentamos a la hora de utilizar términos filosóficos es su polisemia, por tanto, será conveniente deslindar el significado del término empirismo al que hace alusión nuestro tema. Con el término empirismo, se suele hacer referencia, por una parte, a una actitud, por otra, a una manera de pensar, es decir, a una filosofía:

· Empirismo, como actitud, se dice del poseedor de un saber de mera experiencia, nI teorizado ni organizado científicamente. Se reduce a mera habilidad en un campo concreto: el jardinero que manipula las plantas, pero no sabe nada de botánica; el mecánico que arregla un motor, pero no tiene ni idea de mecánica teórica.

· Empirismo, como filosofía, o filosofía empirista, es un sistema ordenado de conocimientos que presenta las siguientes características: a) estudia el conocimiento mediante el análisis psicológico introspectivo; b) considera que no es posible ningún conocimiento a priori, es decir, no hay conocimientos innatos; c) la única fuente de conocimientos es la experiencia, independientemente de ella no es posible conocimiento alguno con pretensiones de referencia existencial; d) toda idea, si no es una experiencia directa, ha de ser derivada de la experiencia; e) la preferencia por el método inductivo; f) la experiencia se nos da como una colección de impresiones sueltas, inconexas, que son luego elaboradas mediante relaciones de conexión.

Es usual llamar inglesa a esta línea de pensamiento, ya que el inglés es la lengua en que los filósofos más representativos de la filosofía empirista se expresan, a pesar de sus grandes diferencias conceptuales que, obviamente, no podemos tratar: Bacon, Hobbes, Locke, Berkeley y Hume.

PRECURSORES DEL EMPIRIMO.

Si atendemos, además de la gnoseología, a los aspectos morales, como es el propósito del tema, del empirismo inglés, podemos iniciar la línea empirista británica en el siglo XII.

Juan de Salisbury (1115 – 1180).

En su obra se pueden rastrear ciertos rasgos de lo que será el empirismo británico. Declara una insólita preferencia por Cicerón, por su actitud práctica y con este supuesto, adopta una actitud crítica frente a sus contemporáneos escolásticos que, nos dice, se enredaban en interminables controversias, confiando de un modo ingenuo en el poder de los razonamientos. Así, nos dice que conviene ser prudente acerca de cuestiones tales como la sustancia, las facultades del alma, el origen de esta, el libre albedrío, la materia, el infinito…El sentido práctico, casi utilitario, de que da muestras el monje inglés al criticar tales cuestiones escolásticas, pueden ejemplificarse cuando, a propósito de la naturaleza de los universales, dice que ha hecho perder más tiempo que el que emplearon los césares en dominar el mundo.

En el campo de la política, su pensamiento, también se muestra afín a los empiristas del XVII. Para Juan de Salisbury, la política, como organización del poder, es un mal necesario, por tanto, el poder absoluto del príncipe debe estar sometido, siguiendo a Cicerón, a la ley natural. Defendiendo, por primera vez, en la Edad Media, la separación efectiva entre Iglesia y Estado.

Guillermo de Occam (1300-1349).

Gilson, en su clásica y magistral historia de la filosofía en la Edad Media le reconoce como uno de los empiristas más radicales que se conocen. Aludiendo a su filosofía política, considera que de su actitud crítica resultó la elaboración de la conciencia laica del Estado. (Sobre Occam tenemos un tema entero).

Francis Bacon. (1561-1626).

Al hablar de empirismo, la historia suele aludir a Francis Bacon como el iniciador de la saga por ser quien mejor supo expresar los ideales de lo que iba a ser la ciencia moderna:

· En el orden teórico: por una parte, la definitiva sustitución del criterio de autoridad y los razonamientos especulativos, por la sumisión a la realidad; por otra, la exigencia de contar con una base de observación sistemática.

· En el orden práctico: la orientación del conocimiento de la naturaleza a la finalidad del dominio de ésta por el hombre.

Una de las frases más tópicas de su Novum Organum, expresa esta doble propuesta: a la naturaleza no se la domina más que obedeciéndola: saber es poder.

LOCKE.

GNOSEOLOGÍA O TEORÍA DEL CONOCIMIENTO.

Locke fue quién constituyó el empirismo como una teoría del conocimiento dirigida contra el apriorismo de las ciencias innatas (el libro I del Ensayo está destinado a la crítica de las nociones innatas). El Ensayo sobre el entendimiento humano es la primera exposición de la gnoseología empirista, con él nació la primera investigación crítica de la filosofía moderna, es decir, la primera investigación encaminada a establecer las posibilidades efectivas de la razón humana, así como sus límites.

En la Introducción, declara su propósito, que no es otro que concretar:

El origen, la certeza y la extensión del conocimiento humano.

También declara que quiere llevar a cabo esta investigación: con método llano e histórico, es decir, analítico y descriptivo (el método que había recomendado Gassendi para la ciencia en general, evitando detenerse en los problemas metafísicos que pueden nacer a lo largo de esta investigación.

La gnoseología de Locke tiene por objeto guiar al hombre en aquellas áreas que no sólo se ciñan a la matemática y a la ciencia natura, sino aquellas áreas que abarquen toda la actividad humana. La investigación gnoseológica de Locke nace en un terreno que no es el del conocimiento teórico, sino el de los problemas humanos. Locke mismo lo cuenta en la Epístola al lector que es el prólogo del Ensayo

Para Locke, pensar y tener ideas son la misma cosa. Las ideas son los contenidos de la mente humana y, puesto que ninguna de las ideas es innata, tendrá que explicar de dónde puede tomarlas el entendimiento (facultad de conocer):

supongamos que la mente sea un papel en blanco, limpio de todo signo, ¿cómo llega a tener ideas?, ¿de dónde saca todo el materia de la razón y del conocimiento? Contesto con una sola palabra: de la experiencia. Este es el fundamento de todo nuestro saber, que de ella deriva en última instancia.

Aquí introduce Locke la primera limitación fundamental: las ideas proceden exclusivamente de la experiencia, esto es, no son fruto de una espontaneidad creadora del hombre, sino más bien de su pasividad frente a la realidad. Y puesto que para el hombre, la realidad, o es realidad interna (yo) o es realidad externa (las cosas naturales), las ideas sólo pueden derivar de una o de otra de esas dos realidades y se llamarán ideas de sensación, si se derivan del sentido externo, o ideas de reflexión, si se derivan del sentido interno:

En primer lugar, nuestros sentidos, que tienen trato con los objetos sensibles particulares, transmiten a la mente percepciones de cosas, según los variados modos en que son afectados por los objetos.

Esta es la primera y más importante fuente de las ideas, a la que llama sensación, pues es la que origina el mayor número de las que tenemos: blando, blanco, frío, dulce…son ejemplos de este primer grupo de ideas. Una segunda fuente, a la que llama reflexión, es la percepción de las operaciones interiores de nuestra propia mente en su actividad con las ideas, es decir, cuando reflexiona sobre ellas: dudar, creer, razonar, conocer…son ejemplos de este segundo grupo de ideas.

Al respecto nos dice:

Estas dos fuentes, a saber, las cosas externas materiales, objeto de la sensación, y las operaciones de nuestra propia mente, objeto de la reflexión, son, para mí, los únicos orígenes de donde proceden todas nuestras ideas.

Si todo nuestro conocimiento resulta de ideas y si las ideas proceden todas de la experiencia, el análisis de nuestra capacidad cognoscitiva deberá ser, en primer lugar, una clasificación, un inventario sistemático de todas las ideas que la experiencia nos proporciona. A este fin va dirigido el libro II del Ensayo.

En primer lugar, distingue entre ideas simples e ideas complejas. La experiencia (sensación y reflexión) nos proporciona simplemente ideas simples; las ideas complejas son producidas en nuestra mente por asociación de ideas simples.

En segundo lugar, distingue entre cualidades primarias y cualidades secundarias. Las cualidades primarias, que son originarias de los cuerpos e inseparables de ellos, producen en nosotros las ideas simples de: solidez, extensión, figura, movimiento, reposo y número. Las cualidades secundarias, que no existen en los objetos, sino que son producidas en nosotros por las diversas combinaciones de las cualidades primarias, son los colores, los sonidos, los sabores y los olores. Las cualidades secundarias no se parecen en nada a los cuerpos, mientras que las cualidades primarias son imágenes de los cuerpos mismos.

Las ideas simples constituyen los materiales para la formación de las ideas complejas que, infinitas en número, pueden reducirse a tres categorías fundamentales: modos, sustancias y relaciones.

Los modos son aquellas ideas complejas que se consideran como no subsistentes por sí mismas, sino sólo como manifestaciones de una sustancia. Ejemplos: triángulo, democracia…

Las sustancias son ideas complejas subsistentes por sí mismas. Ejemplo: hombre, oveja…

Las relaciones son la comparación de unas ideas con otras. Ejemplo: mayor, igual…

De todos estos diversos tipos de ideas complejas, Locke analiza sus principales formas, que debido a la extensión del tema no vamos a bordar. Sin embargo, nos detendremos en el análisis que hace Locke de la idea de sustancia porque es un lugar común en la historia de la filosofía. Al respecto, nos dice Locke que como las ideas simples van constantemente unidas entre sí, la mente, como no llega a imaginar como una idea simple puede subsistir por sí misma, se acostumbra a suponer algún substratum que sea su fundamento. Este substratum se llama sustancia. Para Locke, la sustancia es una categoría arbitraria que va más allá de la experiencia, por tanto, la crítica va dirigida contra la sustancia entendida como razón de ser, como cuando decimos: por naturaleza, tal o cual cosa.. Esta crítica se encuentra en el III libro del Ensayo y adopta la forma de la crítica a las esencias. Si estas sustancias, argumenta Locke, fueran accesibles al entendimiento humano, éste sería capaz de deducir de ellas, por vía de razonamiento, todas las determinaciones de las cosas a las que dichas esencias pertenecen. Así, nos lo ejemplifica diciendo que debería ser capaz de deducir de la esencia del oro su punto de fusión, su maleabilidad…y sus distintas cualidades sin la intervención de la experiencia.

El lenguaje y las ideas generales.

Además de formar ideas complejas, la mente o espíritu también demuestra su actividad mediante la abstracción que da lugar a las ideas generales. Pero las ideas generales están condicionadas por el lenguaje; y en el libro III del Ensayo aborda la relación entre el lenguaje y las ideas generales.

Al respecto, Locke no hace más que reproducir el nominalismo de Ockham. Así, pues, el punto de vista de Locke es rigurosamente nominalista: Lo general y lo universal no pertenecen a la existencia real de las cosas, sino que son invenciones y criaturas del entendimiento, hechas para su uso propio, y se refieren solamente a signos, esto es, palabras o ideas.

La doctrina de que las palabras y las ideas generales no son más que signos había sido expuesta por Ockham en el siglo XIV. Los nombres generales indican las ideas generales y las ideas generales son producidas por el entendimiento cuando observa la semejanza que existe entre grupos de cosas particulares. De esta manera, a las ideas generales no corresponde, en la realidad, nada más que la semejanza que hay entre las cosas mismas; no son más que un signo creado por el entendimiento.

El conocimiento.

El libro IV del Ensayo trata de los problemas relativos al valor del conocimiento y, por tanto, a su extensión y certeza. Para Locke, la experiencia suministra los materiales del conocimiento, pero no es el conocimiento mismo. Este siempre tiene que referirse a ideas, porque la idea es el único objeto posible del entendimiento y el conocimiento no es más que el acuerdo o desacuerdo de dos o más ideas entre sí. Como tal el conocimiento puede ser de dos clases:

· Intuitivo si el acuerdo o desacuerdo se ve inmediatamente en virtud de las propias ideas. Ejemplo: la diferencia entre lo blanco y lo negro.

· Demostrativo si el acuerdo o desacuerdo entre dos ideas no es percibido inmediatamente, sino que se hace evidente mediante la utilización de ideas intermediarias que llama pruebas.

· Sensitivo de seres particulares. Es el conocimiento de las cosas existentes fuera de nosotros. Locke se da cuenta de que si la mente o espíritu no trata más que con ideas, ¿de qué manera se puede llegar a conocer una realidad distinta de las ideas? Reducido el conocimiento a ideas y relaciones de ideas, el conocimiento no es más que un castillo en el aire, una fantasía. Para Locke, el verdadero conocimiento es la adecuación o conformidad de las ideas y la realidad de las cosas, pero, ¿cómo puede garantizarse esa conformidad si la realidad de las cosas nos es conocida a través de las ideas? Este problema lo aborda Locke mediante tres órdenes distintos de realidad: afirma que tenemos conocimiento de nuestra propia existencia por medio de la intuición; de la existencia de Dios por medio de la demostración; y de las demás cosas por medio de la sensación actual, es decir, no hay ninguna relación necesaria entre la idea y la cosa; sólo el hecho de que recibamos actualmente la idea del exterior, nos hace conocer que algo existe en este momento fuera de nosotros y produce la idea en nosotros. No es la sensación, sino la actualidad de la misma la que garantiza la realidad extramental. ¡Russell¡ Esta sería la esfera del conocimiento cierto (la intuición de mi yo, la demostración de Dios y la sensación actual de las cosas externas) y más allá del conocimiento cierto estaría el dominio del conocimiento probable. En este mundo, mucho más rico, pero de menos fiabilidad, se mueve como pez en el agua el juicio. Este no proporciona demostraciones, sino probabilidades. El conocimiento demostrativo y el juicio probable constituyen la actividad propia de la razón.

TEORÍA POLÍTICA.

Como ya hemos dicho, el Ensayo sobre el entendimiento humano no tenía valor por sí mismo, sino que, tal como asevera en la Carta al lector, su valor era instrumental, debía servir para resolver problemas de naturaleza moral, entendida ésta como actividad práctica.

Si bien no nos ha dejado ningún escrito sobre la moral, en sentido estricto, sin embargo, sabemos por el libro I del Ensayo que era partidario del carácter racional o demostrativo de la ética, pues afirmaba que no se puede proponer ninguna regla moral de la que no se tenga que dar razón; y que la razón de tales reglas debería ser su utilidad para la conservación de la sociedad y del bienestar público.

En cambio, en el dominio del pensamiento político y religioso, Locke nos ha dejado contribuciones fundamentales. La Epístola sobre la tolerancia y los Dos tratados sobre el gobierno civil, aseguran, en estos dominios, un lugar tan importante como el Ensayo en el dominio de la teoría del conocimiento..

En estas obras, Locke se nos presenta como un defensor de las libertades de los ciudadanos, del estado democrático, de la tolerancia religiosa: ideales que para él son teoremas demostrables por obra de aquella razón, cuya naturaleza y reglas de uso han quedado aclaradas en el Ensayo.

A la base de la filosofía moral de Locke están el concepto de libertad y el concepto de ley natural.

La libertad en Locke.

Libertad es uno de los términos de los que más se ha abusado en la tradición filosófica, por tanto, es uno de los que Locke tiene mayor cuidado en delimitar, para darnos de él un significado libre de toda confusión.

Es en el libro II del Ensayo, donde lleva a cabo el tratamiento empirista de la libertad. Utilizará el término potencia o capacidad para analizar el significado de libertad:

En la medida en que un hombre tenga la potencia de pensar o no pensar, de moverse o no moverse según las preferencias o directrices de su propia mente, será un hombre libre.

Esta definición empirista de libertad hace referencia no a la que le correspondería al hombre por su esencia, como ser humano, sino la que en realidad tiene para llevar a cabo acciones concretas. (las capacidades de Amartya Sen). Así, se pone fin a las interminables discusiones metafísicas a propósito de la cuestión tradicional es o no es libre. Así, pues, la cuestión no es si la voluntad es libre, sino si un hombre concreto es o no es libre; y la respuesta es sencilla: la libertad consistirá en la capacidad que tiene, por la dirección o la elección de su mente, para preferir la existencia de una acción o su no existencia, es decir, hacer que esa acción tenga lugar o que no lo tenga. No se trata de si es o no es libre para querer, sino si es libre para hacer lo que quiere, es decir, sustituye el problema teórico de la libertad de querer, por la libertad de hacer. Y, desde un enfoque utilitarista, nos dirá que el fundamento de la libertad es la necesidad de obtener la felicidad como satisfacción de necesidades.

Política.

La filosofía política inglesa del siglo XVII está dominada por dos obras capitales: el Leviathan (1651) y los Dos tratados sobre el gobierno civil(1690). Cualquiera que sean las diferencias entre Hobbes y Locke, ambas proceden de un mismo individualismo, de un mismo utilitarismo y de una misma preocupación por la seguridad y por la paz, ambos comparten el que las instituciones políticas y sociales sólo se justifican en la medida en la medida en que protegen los intereses y garantizan los derechos de los individuos que forman la comunidad. No hay objetivos idealistas y sobrenaturales.

Se trata de una nueva moral puritano-burguesa que orienta los intereses de una sociedad mercantil; es una moral de triunfadores, en la que las virtudes ascéticas (diligencia, templanza, sobriedad), ayudan a la vez, a salvarse y a enriquecerse: es la prueba temporal de la gracia.

Primer tratado.

El primero de los dos tratados está destinado a refutar las tesis contenidas en el Patriarca o el poder natural de los reyes de Robert Filmer, según el cual el poder de los reyes deriva, por derecho hereditario, de Adán.

Ya fuera de tiempo, el Patriarca defendía la tesis absolutista de Jacobo II (restauración de los Estuardos) y buscaba en la Biblia el fundamento del poder. Locke, en el primer tratado someterá esta obra a crítica, y al hilo de esa crítica desarrollará su propia teoría política.

Las consecuencias que de ello saca Locke al iniciar su segundo tratado es la siguiente:

Si no se quiere dar ocasión a pensar que todos los gobiernos del mundo son solamente producto de la fuerza y de la violencia y que los hombres no conviven bajo otras reglas que las de los animales, según las cuales el más fuerte es quien vence, lo que es poner las bases del desorden y del mal perpetuos…habrá que encontrar necesariamente otro origen para el gobierno y para el poder político y otra manera de designar y de conocer a las personas en quienes ha de recaer. Segundo tratado, 1,

Segundo tratado.

El segundo tratado contiene la parte positiva de la doctrina política de Locke y el primer paso que da es decirnos que entiende él por poder político:

El derecho a dictar leyes, incluida la pena de muerte y, en consecuencia, todas las inferiores, para la regulación y la salvaguarda de la propiedad, y a emplear la fuerza de la comunidad en la ejecución de todas las leyes y en la defensa del Estado contra agresiones del exterior, y todo ello únicamente en pro del bien público. Segundo tratado,1, 3.

  • El estado de naturaleza.

El punto de partida del que derivar el origen del poder político es considerar en qué situación se encontrarían los hombres en un supuesto estado de naturaleza:

La situación sería de perfecta libertad para ordenar sus actos y disponer de sus propiedades y de las personas que creen conveniente dentro de los límites de la ley natural, sin pedir permiso ni depender de la voluntad de ningún otro hombre. Ibíd., 2, 4.

Para él, existe una ley de naturaleza que es la razón misma (estoicismo) en cuanto tiene por objeto las relaciones entre los hombres y que prescribe la reciprocidad perfecta de tales relaciones.

Locke, al igual que Hobbes, vincula esta regla de reciprocidad con la de la igualdad originaria de los hombres:

El estado de naturaleza se gobierna por la ley de naturaleza, que obliga a todos; y la razón, la cual es esta ley, enseña a todos los hombres, con tal que quieran consultarla, que, siendo todos iguales e independientes, ninguno debe dañar a nadie en la vida, en la salud, en la libertad ni en la propiedad. Segundo tratado.

En el estado de naturaleza, esto es, anteriormente a la constitución de un poder político, ella es la única ley válida de modo que la libertad de los hombres en este estado consiste en no estar sometido a ninguna voluntad o autoridad ajena, sino en respetar solamente la norma natural, esto no debe entenderse como vivir cada uno a su manera. El derecho natural del hombre se limita a la propia persona y, por lo tanto, es derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad, en cuanto ésta sea producida por el propio trabajo.

El estado de naturaleza no es necesariamente un estado de guerra, como quería Hobbes, ahora bien, como este derecho implica también el de castigar y ser ejecutor de la ley natural, de una manera proporcionada a la ofensa recibida, aparece la arbitrariedad en el castigo de las ofensas y esta arbitrariedad puede producir un estado de guerra, porque, normalmente, al que le sacan un ojo, quiere reparar la ofensa sacándole dos al infractor.

  • El contrato o pacto.

Para evitar esta arbitrariedad y el consecuente estado de guerra, los hombres se organizan en sociedades y abandonan el estado de naturaleza, porque un poder al que se puede encargar la función de mediación en caso de conflicto, excluye la permanencia del estado de guerra. Pero la constitución de un poder civil no quita a los hombres los derechos de que disfrutaban en el estado de naturaleza salvo el hacer justicia por sí mismo; ya que la justicia del poder civil consiste en su eficacia para garantizar a los hombres, pacíficamente, estos derechos.

La libertad del hombre en sociedad consiste en no estar sometido a más poder legislativo que al establecido de común acuerdo, ni estar sujeto al dominio de otra voluntad ni a la limitación de más ley que la que este poder legislativo establezca de acuerdo con la confianza depositada en él.

En consecuencia, la ley natural no implica, como afirmaba Hobbes un poder absoluto e ilimitado, sino que excluye que el contrato por el que se establece la sociedad civil forme un poder se este tipo. Solamente el consentimiento de los que participan en una comunidad establece el derecho de dicha comunidad sobre sus miembros; pero este sometimiento, al ser un acto de libertad, necesariamente va también dirigido a garantizar dicha libertad y, por tanto, no puede justificar el sometimiento a la voluntad arbitraria de otro hombre.

  • La sociedad civil.

La sociedad civil es el resultado del pacto:

Siempre que un número de hombres forman una sociedad de manera que cada uno haya renunciado a favor de la comunidad al poder ejecutivo…allí y sólo allí nos encontramos con una sociedad política o civil. Ibíd., 89.

Así, pues, todos los hombres son iguales, libres e independientes por naturaleza, y nadie puede ser privado de esa condición ni sometido a un poder político sin su consentimiento. Pero cuando los hombres se ponen de acuerdo para formar una comunidad, pasan a constituir un cuerpo político en el que es la mayoría quien tiene derecho a decidir.

La finalidad principal de la comunidad política es su autoconservación y la conservación de la libertad y propiedad de sus miembros. El primer problema a resolver es determinar el modo de emplear la fuerza de la comunidad para conservar a la propia comunidad y sus miembros. A este fin, responde la función del poder legislativo como garante de la vida, la libertad y la propiedad de los ciudadanos. Sus exigencias básicas son: legislar igual para todos y buscar el bien común en el respeto de todos a la vida y a la propiedad.

Junto al poder legislativo, existe un poder ejecutivo al cual se transfiere la ejecución de las leyes formuladas por el primero. Locke también distingue un poder federativo que tiene por objeto representar a la comunidad frente a otras comunidades y al que competen las decisiones en materia de guerra, alianzas…

Después de la constitución de una sociedad política, el pueblo conserva el poder supremo de renovar, suprimir o alterar el poder legislativo, es decir, cada uno delega en fideicomiso, mediante elecciones periódicas el poder que por naturaleza le corresponde. Contra la tiranía, como contra cualquiera que exceda sus límites e instaure la arbitrariedad en el lugar de la ley, el pueblo tiene derecho de recurrir a la resistencia activa y a la fuerza.

HUME.

El pensamiento de Hume hay que entenderlo desde las dos áreas irreductibles que, para él, conforman la naturaleza humana: el mundo de la racionalidad (conocimiento) y el mundo de los sentimientos (moralidad). Su obra de juventud, Tratado de la naturaleza humana (1734), ya recoge la temática que luego desarrollará en sus dos obras maestras: Investigación sobre el entendimiento humano e Investigación sobre los principios de la moral.

Dos facetas del ser humano, porque así lo dicen los hechos y las observaciones, irreconciliables, pero, además con una clara y evidente desventaja para la racionalidad:

La razón es y sólo debe ser esclava de las pasiones y no puede tener otra función que servirlas y obedecerlas. TNH., II

GNOSEOLOGÍA O TEORÍA DEL CONOCIMIENTO.

El punto de partida de la filosofía de Hume es el mismo que para Locke: no hay conocimiento válido sino en la medida en que el análisis pueda reducirlo a la experiencia, de la cual es tomado. Desde el inicio de sus investigaciones filosóficas, Hume propone una ciencia que responda a la pregunta qué es el hombre. Con esta ciencia, construida bajo un nuevo modo de filosofar, el empirismo, por lo que respecta al conocimiento y, el sentimiento por lo que respecta a la moral, totalmente opuestos al racionalismo, Hume pretende solucionar los problemas de la humanidad.

Se puede decir, que la ciencia del hombre es el intento de establecer unos principios generales para la vida, basados en la observación y experimentación, que sirvan para conocer tanto qué es el hombre como cuáles son los motivos y las causas de su proceder.

Como el ser humano, verdadero objeto de su investigación, está dotado de una mente que le permite establecer el conocimiento del mundo y de las cosas, Hume se ocupará de las cuestiones que afectan a la naturaleza del propio conocimiento: el origen de las ideas y las conexiones de estas entre sí. La epistemología, como búsqueda de un fundamento del conocimiento, y el intento de dar respuesta al problema de la verdad, son motivos de investigación para Hume:

¿Qué es conocer?

Para Hume, conocer es un acto intelectual, no sensible, entre ideas, que sea cual sea su origen, están en la mente humana. Conocer, por tanto, es establecer alguna relación nueva entre dos o más ideas, al compararlas o asociarlas entre sí.

¿Qué son las ideas?

En el Tratado, Hume nos dice al respecto:

Todas las percepciones de la mente humana se reducen a dos clases distintas, que denominaré IMPRESIONES e IDEAS. La diferencia entre ellas consiste en los grados de fuerza y vivacidad con que inciden sobre la mente y se abren camino en nuestro pensamiento o conciencia. A las percepciones que entran con más fuerza y violencia podemos llamarlas impresiones; e incluyo bajo este nombre todas nuestras sensaciones, pasiones y emociones tal y como hacen su primera aparición en el alma. Por ideas entiendo las imágenes débiles de las impresiones cuando pensamos y razonamos. TNH., I, I, I.

Las ideas siempre son posteriores y consecuencia de las impresiones recibidas, así, pues, toda idea alojada en la mente tiene que tener a su base una impresión sensorial externa, producida por los sentidos al ser estimulados por el mundo exterior o interna, que están en nosotros de manera natural y son los sentimientos e inclinaciones naturales. Por tanto, podemos decir:

  • Impresiones e ideas son estados mentales.
  • Las ideas siempre son consecuencia de impresiones anteriores.
  • La diferencia entre ellas es la fuerza e intensidad con que aparecen en la mente.

¿Cómo se asocian las ideas?

La mente, de manera espontánea, las organiza, las clasifica, las ordena, las compara…, en definitiva, las asocia mediante los mecanismos de: semejanza, contigüidad y causa-efecto.

Los mecanismos asociativos de ideas producen varios tipos de nuevas ideas entre las que destacan las ideas de relación, que a su vez se subdividen en ideas de relación natural e ideas de relación filosóficas. Esta últimas, las divide,a su vez, en relaciones de ideas y cuestiones de hecho:

Todos los objetos de la razón e investigación humana, dice Hume, pueden dividirse en dos grupos: relaciones de ideas y cuestiones de hecho; a la primera clase pertenecen las ciencias de la Geometría, Aritmética y Álgebra y, brevemente, toda afirmación que es intuitiva o demostrativamente cierta. Investigación sobre el entendimiento, sec. 4, 1.

Estas relaciones de ideas universales y necesarias, es decir, valen en todos los casos sin necesidad de que los signos que las componen sean referidos a existentes de hecho, porque negarlas sería contradictorio. Una universalidad que, obviamente, sólo puede tener carácter formal, pues, como ya vimos en Locke, los contenidos universales no existen, solamente existen los particulares.

Fuera de las relaciones de ideas nos quedan las cuestiones de hecho, particulares y contingentes.

(Con estos criterios en la mano, recordemos que hace el análisis a la idea de causa).

MORAL.

  • Sentimiento moral.

La propuesta moral de Hume se fundamenta en dos supuestos:

    1. La moral reside en los sentimientos (impresiones internas que producen sentimientos de aprobación o repulsa).
    2. Rechazo del innatismo moral, tanto teológico como natural.

El criterio empirista de que toda idea alojada en la mente ha de tener a su base una impresión sensorial externa o interna es aplicado por Hume a las creencias morales. Como nos dice al principio de sus Investigaciones sobre los principios de la moral:

Es tiempo de que se acometa la reforma en las disquisiciones morales y rechacen todo sistema de ética que no esté fundado en los hechos.

Así, pues, la propuesta moral de Hume es una reflexión acerca de lo que empíricamente hacemos los humanos: sus causas y sus motivos. Al respecto nos dice:

Dado que las percepciones se dividen en dos clases: impresiones e ideas, esta misma división da lugar al problema con que iniciaremos nuestra presente investigación sobre la moral: ¿distinguimos entre vicio y virtud, y juzgamos que una acción es censurable o digna de elogio, por medio de nuestras ideas o de nuestras impresiones? Tratado, III,I,I.

A su vez, desautoriza la pretensión de fundamentar racionalmente la moral de las filosofías tradicionales, que no teniendo en cuenta que las acciones humanas se desarrollan en la esfera de lo práctico, han pretendido hacer de la moral campo de la verdad o la falsedad:

Las acciones pueden ser laudables o censurables, pero no razonables o irrazonables…Luego las distinciones morales no son producto de la razón. Tratado, III,I,I.

Conocer, que es referirse a la verdad o falsedad de las cosas, no tiene nada que ver con sentir las cosas. Las relaciones de ideas y las cuestiones de hecho, que es la totalidad de lo que podemos conocer, no sirven para valorar.

Para Hume, en la esfera de la acción humana no hay mayor dificultad que en la del mundo físico para establecer un encadenamiento regular de los fenómenos, es decir, así como en nuestras relaciones con la naturaleza física nos basta con poder esperar que las regularidades descubiertas probablemente se repitan, también en nuestras relaciones con los demás hombres sólo necesitamos la hipótesis de que cada uno puede saber cómo reaccionarán probablemente los otros.

Fiel a este plan, Hume comienza su investigación, en las Investigaciones sobre los principios generales de la moral, con un análisis del conjunto de cualidades que en la vida ordinaria confieren mérito personal a quien las posee, una especial estimabilidad personal y distingue las siguientes clases de cualidades valiosas:

· Las útiles a la comunidad: benevolencia y justicia.

· Las útiles a uno mismo: fuerza de voluntad, diligencia, frugalidad, vigor corporal,, inteligencia y otros dones del espíritu.

· Las que nos son inmediatamente agradables a nosotros mismos: alegría, dignidad de carácter, valor, sosiego y bondad.

· Las que resultan inmediatamente agradables a los demás: modestia, buena conducta, cortesía e ingenio.

Así, pues, utilidad y agrado es el punto de partida de la reflexión ética de Hume, ambas cualidades son el fundamento del sentimiento moral, el sentimiento moral entendido como impresiones sensibles correspondientes al mundo interior:

La utilidad es agradable y solicita nuestra aprobación. Esta es una cuestión de hecho confirmada por la observación de todos los días. Investigación, V, 1.

Los sentimientos morales son sensaciones de placer o rechazo que tenemos con respecto a laguna acción particular, que están reforzados por la educación recibida y por el contexto social en el que vivimos.

Ahora bien, la moral del sentimiento no ha de apoyarse exclusivamente en éste, sino también en la razón porque tendrá que servir de árbitro en caso de conflicto. Aunque la moral deriva del sentimiento, la rectitud moral de nuestras acciones también es objeto de razonamiento y no solamente de preferencia sentimental.

· La moralidad objetiva.

Estos sentimientos morales que fundamentan las inclinaciones personales hacia la virtud o el vicio, no pueden ser estrictamente subjetivos, porque el hombre vive en sociedad y la utilidad que fundamenta la valoración moral de las cualidades personales ha de ser utilidad para la vida social. El hombre no puede permanecer indiferente ante sus semejantes, sencillamente porque tiene que desarrollar su vida entre ellos y, también por simpatía (afinidad) en la apreciación o el rechazo de determinados valores. Así, pues, no es verdad que el único móvil de la acción humana sea el egoísmo individual, pues el bienestar y la felicidad individuales son inseparables del bienestar y felicidad colectivos.

El fundamento de las cualidades morales de la persona, consiste en su utilidad para la vida social. Las reglas de la justicia, que imponen límites precisos en la distribución y en el uso de los bienes, dependen de la situación particular en la que el hombre se encuentra y deben su origen a la utilidad que tienen para la vida de la sociedad humana.

Hume ejemplifica esta tesis abundantemente. Nos dice que en una situación en la que el género humano tuviera abundancia de comodidades y no tuviera que preocuparse por los bienes materiales, la justicia sería inútil y no existiría. Así, nadie puede cometer injusticia en el uso del aire. Establece una comparación de la relación de los individuos entre sí y de la relación entre las naciones entre sí; considera que si entre las naciones no hay preocupación por la justicia, el hecho de que sí sea una preocupación entre individuos, implica su necesidad.

Los juicios de valor, el bien y el mal en cuanto que predicados en un juicio de valor, son el resultado de las inclinaciones y tendencias humanas y, finalmente, quedan establecidos en la sociedad de manera convencional. No hay, para Hume, universales morales.

· La falacia naturalista.

Para Hume, el ser humano está escindido en dos mundos: el del conocimiento (relaciones de ideas y cuestiones de hecho), que nos informa del funcionamiento y de los hechos del mundo, y el del sentimiento moral, que nos marca las pautas de las relaciones sociales. Estos dos mundos conviven dentro de cada persona, aunque son inconexos. Por tanto, y en esto consiste la falacia naturalista, conclusiones y conocimientos adquiridos en el mundo de la realidad física, no son extrapolables al mundo de la moralidad, es decir, lo que las cosas deben ser (moralidad) nunca podrá obtenerse de lo que las cosas son (facticidad). El intentar fundamentar el deber ser en el ser es lo que se conoce con el nombre de falacia naturalista.

Hume quitó a la moral su vestido de luto teológico, y la muestra, en cambio, humana, benéfica y alegre:

La única molestia que impone es la de calcular justamente y preferir constantemente la mayor felicidad. Y si se acercan a ella pretendientes austeros, enemigos de la alegría y el placer, son rechazados como hipócritas o falsarios. Investigaciones, IX,

La utilidad social es también el fundamento de lo que Hume considera máxima virtud política: la obediencia, sin la cual la sociedad no podría subsistir. Si la filosofía teórica de Hume fue una radicalización de las tesis de Locke, en política, en cambio, adoptó posiciones mucho más conservadoras. Hume fue, de hecho, un tory, mientras que Locke estaba en la línea de los whigs.