Tema 37 – El debate historiográfico sobre la revolución francesa.

Tema 37 – El debate historiográfico sobre la revolución francesa.

1. LA REVOLUCIÓN FRANCESA VISTA POR LA HISTORIOGRAFÍA DEL SIGLO XIX

1.1. 1790-1815 Los contemporáneos

Burke en Reflexiones sobre la Revolución de Francia sitúa en paralelo las revoluciones británicas del XVII y las transformaciones francesas. Para Burke los filósofos envenenaron el ambiente, ejerciendo influencias funestas en el pueblo.

En Alemania ven la Revolución esperanzados, pero las violencias y el terror transforman este entusiasmo en aversión. Los franceses emigrados sostienen posturas muy diversas.

En 1792 Barnare inaugura la corriente de historia social, donde llama la atención sobre las instituciones que crea la aristocracia terrateniente que suponen serias trabas para el advenimiento de un nuevo sistema.

1.2. 1815-1851 La mitificación de la revolución

Es un momento donde los períodos revolucionarios se van a suceder: 1820, 1830, 1848. Es ahora cuando se trata de ensalzar la revolución de 1789, hacer a la burguesía protagonista de la revolución, pero desvinculandola de los episodios de la Convención de 1793.

Thiers y Mignet achacan las culpas de la revolución al despotismo. Distinguen “pueblo” de “populacho”, reivindican para la burguesía la responsabilidad y el mérito de la Revolución fabricando un mito patriótico burgués. Durante el reinado de Luis Felipe estos dos historiadores hacen hincapié en las causas políticas y exaltan a los girondinos y los momentos moderados. Mientras los autores “radicales” y socialistas exaltan 1793, en detrimento de 1789.

En 1847 publican sus respectivas historias de la Revolución, Louis Blanc y Michelet. Michelet destaca el peso del factor social y hace protagonista al pueblo, o a la nación. Los enfrentamientos políticos son secundarios. Para 1793 dice que una “secta” eliminó al pueblo.

1.3. 1851-1871 La desmitificación de la revolución

El Segundo Imperio es una época de desmitificación dominada por el positivismo. Se verá muy revalorizado Danton, por los positivistas y republicanos moderados. Robespierre será considerado como un retrógrado. Conoce un importante desarrollo la historiografía de la contrarrevolución como la del bonapartista Granier de Cassagnac en 1850, quien dice que es Bonaparte quien realiza el ideal de despotismo ilustrado y construye una Francia moderna, y la Revolución no fue sino una sangrienta e inútil estupidez.

Los liberales orleanistas pierden su fe en el liberalismo. Renan mantiene una actitud globalmente negativa respecto a la Revolución. Tocqueville en 1856 delimita con precisión los conceptos de Antiguo Régimen y de prerrevolución y subraya los atavismos sociales. Considera que la revolución fue innecesaria pues dentro del Antiguo Régimen se estaba produciendo una evolución. Fue llevada a cabo por la burguesía que poseyendo poder económico, no tenía el político.

Entre los republicanos la derrota de 1848 siembra la división. Quinet dirá que 1793 fue una contrarrevolución, y hace un paralelismo entre la salvación pública y la razón de Estado monárquica. Se enfrentan ahora los partidarios de girondinos y jacobinos, muy debilitados los últimos por la historiografía contra Robespierre.

1.4. 1871-1917 De la Tercera república a la revolución rusa

La guerra y Comuna de 1870 suponen una puesta en entredicho de todo lo anterior. Renan y Marx, van a criticar la actuación de la Comuna. Taine reduce el fenómeno revolucionario a la empresa de una minoría perversa, cuyos cabecillas convierten a las capas inferiores del pueblo en una bestia, aprovechando la malvada naturaleza humana.

El triunfo de la tercera república y la proximidad del centenario hacen que la izquierda radical se comprometa fuertemente con la apología de 1789. En 1885 se crea la cátedra de Historia de la Revolución con Aulard. Este forma un ejército de historiadores que se encargarán de rehabilitar la Revolución. Danton será el héroe necesario, y la Revolución la culminación del siglo de las luces. A la vez se da la contraconmemoración con Hericault a la cabeza.

Entre el socialismo tan solo Jean Jaurés desde 1898 hace historia de la Revolución, para rehabilitar a Robespierre. Pero será Mathiez quien restaure a Robespierre como proa de la Revolución, modelo de virtudes cívicas, frente al Danton de Aulard, que define como podredumbre parlamentaria.

La guerra del 1914 pone cierta moderación en estas querellas entre republicanos. Mathiez explica la política del gobierno de 1792 por las necesidades de la guerra.

La Revolución Rusa de 1917 le da nueva actualidad a la Revolución Francesa. Los socialistas rusos se van a sentir identificados con personajes y sucesos franceses de 1789-1793. Gaxotte muestra los resortes de una revolución organizada por las minorías actuantes muy estructuradas con vistas a la subversión del orden social. Solo Aulard, por repugnancia a los soviéticos, se sitúa en las posiciones de Burke en 1789.

2. LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y LA HISTORIOGRAFÍA DEL SIGLO XX

2.1. La interpretación clásica de la revolución francesa

La querella entre dantonistas y robespieristas se atempera con Sagnac y Lefebvre, sucesores de Aulard y Mathiez respectivamente. Con la Escuela de Annales de Bloch y Lucien Febvre se introduce en la historia de la revolución, la historia cuantitativa.

En el XIX, en ocasiones, se muestra la Revolución como un hecho ideológico (culminación del siglo de las luces). Jaurés fue el primero que vio en ella hechos socioeconómicos. Subraya como la Revolución es la culminación de la evolución socioeconómica de la burguesía hasta alcanzar el poder político. Guizot, Tocqueville y Taine ya esbozaron esta idea. Barnave expuso como las instituciones creadas por la aristocracia terrateniente demoraban el advenimiento de la nueva era. Sagnac y Mathiez precisaron lo que fue la revuelta nobiliaria de 1787-1788. Jaurés y Mathiez insistieron en la desagregación del tercer estado.

Lefebvre ha demostrado la existencia de una corriente autónoma de campesinos, mientras Soboul ha hecho lo propio con las masas urbanas. Labrousse se ha ocupado de la incidencia de las subidas de precios en la revolución.

Para Soboul la Revolución Francesa fue el modelo de la revolución burguesa: acabó con el feudalismo, dio el acceso al poder de la burguesía, establece un poder nacional central basado en la soberanía popular. La aristocracia se encuentra entre la nobleza que no es capaz de negociar y el pueblo que pide acciones.

2.2 Las corrientes revisionistas

A la interpretación social clásica se opondrá desde los años 50, varias líneas revisionistas. Estudiaremos tres.

2.2.1 Palmer y Godechot, la Revolución Atlántica

El concepto de revolución occidental o atlántica lo crea Palmer en 1954 y es seguido por Godechot. Publican sus obras sobre el tema entre 1954 y 1959. Según ellos la Revolución Atlántica se inicia en 1763 en las colonias británicas, prolongándose a Suiza, Países Bajos e Irlanda antes de llegar a Francia. Luego seguiría por Europa y la América hispánica.

Al introducir la Revolución Francesa en una agitación general atlántica, esta pierde su dimensión y significado internacional. Se hacía tabla rasa de medio siglo de historiografía, salvando tan solo a Tocqueville.

Esta teoría no se impuso nunca en Francia a pesar de que Godechot subrayó el carácter antifeudal de 1789-1793. Palmer por su parte habló de revolución burguesa, y del cambio del sentido de propiedad. Diez años después Palmer se incorpora a la historiografía clásica, dejando de lado una teoría nacida al socaire de una coyuntura internacional de guerra fría y alianza atlántica.

2.2.2 Cobban y el revisionismo anglosajón

Alfred Cobban pronuncia en 1954 una lección inaugural donde niega el carácter antifeudal y burgués de la revolución. La Revolución Francesa no sería el resultado de un conflicto de clases. Cobban se centra en saber si la Revolución fue antifeudal y capitalista.

– El orden feudal había desaparecido hacía tiempo.

– La revolución no es obra de capitalistas sino de burgueses titulares de cargos, que los van a conservar.

Cobban, junto con los medievalistas, no admite que se hable de feudalismo (régimen feudal y derechos señoriales) en el siglo XVIII. Pero Soboul dice que lo que importa no es la definición de feudalismo sino el mantenimiento de la servidumbre de la tierra. Luego, junto con Lefebvre, hace estudios de cuantificación.

– Un quinto del producto neto de la tierra se va en derechos señoriales.

– Un tercio de los ingresos señoriales provienen de derechos feudales.

Así se comprende la actitud de señores y campesinos durante la revolución. Para ellos feudalismo y revolución nunca fueron un mito.

En cuanto al segundo argumento, en Inglaterra si se ve una burguesía capitalista. En Francia, dos tercios de la Asamblea Constituyente está formada por profesionales liberales. Más de la mitad de los miembros de las Asambleas, siempre del tercer estado, eran funcionarios públicos. La Revolución pone la administración y gobierno en manos de los hombres a los que la monarquía ya debía su eficacia. Este argumento lo recuperan historiadores norteamericanos entre 1965-1967.

Eisenstein critica en 1965 a Lefebvre por el abuso del término burguesía. Para Eisenstein la iniciativa revolucionaria partió de grupos intelectuales de extracción social diversa. La burguesía no lidera los procesos de 1788 y 1789, pues en cabeza vemos grupos de agitadores de diversa índole social.

Taylor se ocupó del capitalismo. Define como capitalistas a los iniciadores de nuevas formas de la economía, que buscan el máximo beneficio soslayando el riesgo. Contrapone la riqueza no capitalista que busca la seguridad aún con beneficio escaso. Se trata de la riqueza propietaria de bienes raíces y rentas. La riqueza del tercer estado era propietaria, mientras algunos nobles ya empezaban a ser capitalistas. Ve que la forma de riqueza de la nobleza y la burguesía eran esencialmente iguales. Es por tanto una revolución con enfrentamientos jurídicos. Revolución política con consecuencias sociales.

La burguesía era diversa y múltiple. Existían numerosas diferencias de clase dentro de ella. En la Francia del XVIII a nadie le cabía duda de quien era aristócrata y quien era burgués. Es necesaria una definición de burguesía. Labrousse engloba en ella a los altos cargos administrativos, empleados, funcionarios con tareas de dirección, propietarios y rentistas que viven burguesmente, profesionales liberales.

Pierre Vilar define como burgués al propietario o gestor de medios independientes de producción. No es burgués quien no vive de la detracción social producto del beneficio (diferencia entre el valor de la mercancía y la remuneración de la fuerza de trabajo).

Intelectuales, altos funcionarios y profesionales liberales se preocuparon poco del desarrollo. Habría que estudiar los grupos de presión que intervienen en los debates.

Sin llegar a la libertad económica se dictaron medidas favorables a la libertad de empresa y el beneficio libre. Se destruye el viejo sistema de producción y se abre la puerta al capitalismo. Los avances del capitalismo fueron lentos y siguió siendo preponderante el capital mercantil.

2.2.3 Furet y Richet, el revisionismo francés

Hacia 1965 se inicia en Francia una empresa revisionista. Se insiste en que 1789 fue una revolución de la ilustración aristocrática y burguesa seguida, sin vinculación necesaria, de una revolución popular, violenta y retrógrada.

Furet y Richet hablan de la revolución de las élites y del “resbalón” del movimiento revolucionario. Para ellos 1789 es la revolución de las Luces. Las élites aristocráticas y burguesas tienen una misma aspiración de libertad política y la misma repulsión a las masas populares y la democracia. 1789 es la culminación de la toma de conciencia, la alianza provisional de las clases dirigentes. La ideología es el motor de la historia. A pesar de esto la Ilustración no tuvo una función unificadora. Las élites chocan en el problema del privilegio, monarquía y nobleza lo tienen como irrenunciable. La capacidad de arbitraje del rey estaba hipotecada en un bando. Así, se distinguen tres revoluciones:

– La de la Asamblea Constituyente, como en el XVIII.

– La de los parisinos para salvarse a sí mismos.

– La de los campesinos.

Lefebvre y Soboul ponen de manifiesto las corrientes autónomas urbanas y campesinas. Furet y Richet se extrañan de la alianza entre burguesía opulenta y masas populares, y aquí se encuentra el “derrapage” de la revolución en 1792. La revolución es desviada de su curso en 1792 por las masas populares. Esta revuelta no fue necesaria para el triunfo de la burguesía. Por el contrario, Soboul y Lefebvre dirán que son estos los años en que se acaba con toda forma de contrarrevolución.

2.2.4 Controversias puntuales

Para Goehring la Revolución Francesa es una anomalía y se produce en Francia porque allí no hubo despotismo ilustrado, y la aristocracia había mantenido el control sobre el aparato del Estado.

Un punto de controversia será si se trata de una revolución occidental generalizada.

Cobban resta importancia a la feudalidad, al contrario que Lefebvre y Soboul. Garand habla de la feudalidad como un peso psicológico y moral. Cobban quita peso a los capitalistas y Lefebvre señala como existían grupos de presión económicos.

Muy discutido es el papel de la francmasonería. Solé muestra la desunión de las logias y la persecución de los masones durante la revolución.

Furet y Richet distinguen una revolución de nobles liberales y burgueses y otra de masas populares. Esta visión es criticada por los marxistas.

Se reconoce la falta de capacidad que tenía el monarca.

BIBLIOGRAFÍA

SOLÉ, J.: Historia y mito de la Revolución Francesa. Madrid, Siglo XXI, 1989.

TULARD, J.; et.al.: Historia y Diccionario de la Revolución Francesa. Madrid, Cátedra, 1989.