Tema 11 – Los países de la comunidad europea. Aspectos físicos, sociales y económicos.

Tema 11 – Los países de la comunidad europea. Aspectos físicos, sociales y económicos.

1. INTRODUCCIÓN

2. ASPECTOS FÍSICOS DE LA COMUNIDAD EUROPEA.

2.1. EL RELIEVE.

2.1.1. LAS MONI AÑAS.

2.1.2. LAS LLANURAS.

2.2. EL CLIMA.

2.2.1. CARACTERÍSTICAS GENERALES.

2.2.2. REGIONES CLIMÁTICAS.

2.3. SISTEMAS FLUVIALES

2.4. MARCO BIOGEOGRÁFICO.

3. ASPECTOS ECONÓMICOS DE LA COMUNIDAD EUROPEA.

3.1. LA ACTIVIDAD AGRARIA

3.1.1. LOS PAISAJES AGRARIOS EUROPEOS

3.1.2. PRIORIDADES DE LA CE PARA AYUDAR AL SECTOR AGRARIO 3.1.2. INSTRUMENTOS DE APOYO AL SECTOR AGRARIO.

3.2. LA POLÍTICA PESQUERA COMUNITARIA.

3.3. LA ACTIVIDAD INDUSTRIAL.

3.3.1. SECTORES Y REGIONES INDUSTRIALES

3.4. EL SECTOR SERVICIOS.

3.5. EL SISTEMA MONETARIO EN LA COMUNIDAD EUROPEA.

3.6. LA POLÍTICA ECONÓMICA Y EL MERCADO ÚNICO EUROPEO.

4. ASPECTOS SOCIALES DE LA COMUNIDAD EUROPEA.

4.3. EL MERCADO DEL EMPLEO

4.4. LA LIBRE CIRCULACIÓN DE TRABAJADORES.

4.5. LA POLÍTICA SOCIAL Y EL NIVEL DE VIDA.

4.6. POLÍTICA SOCIAL Y LOS SINDICATOS.

4.7. POLÍTICA SOCIAL Y EDUCACIÓN.

4.8. LA CARTA SOCIAL. PRINCIPIOS BÁSICOS.

4.9. REGIONES PRIORITARIAS PARA LA AYUDA COMUNITARIA. LA POLÍTICA DE DESARROLLO REGIONAL 4.8. LOS FONDOS ESTRUCTURALES.

5. BIBLIOGRAFÍA

1. INTRODUCCIÓN

Europa es un continente peculiar ya desde sus mismas raíces físicas. Su pequeña extensión, poco más de 9 millones de km2, pero tan sólo 5 si prescindimos de los territorios europeos de la antigua URSS, la sitúan a mucha distancia de Asia (44 mi­llones), América (42 millones) o la misma África (30 millones). Su gran articulación costera, con amplias penetraciones y fachadas marítimas, le confieren un carácter mixto, entre continental y oceánico, que la hace asemejarse más a una península o a un archipiélago que a un auténtico continente. No en vano más del 34% de su superficie son islas y penínsulas, mientras éstas en África, por ejemplo, sólo llegan al 2%. Nada tiene pues de particular que, desde antiguo, se viera en su conformación física, profundamente fragmentada y abierta hacia el océano y los mares, un condicionante de su historia. Ello explica en parte que haya sido cuna de sucesivas culturas marítimas y foco de varias expansiones ultramarinas, pero siempre con obstáculos serios para alcanzar una suficiente integración continental.

En su largo devenir histórico la Unión Europea constituye un hito que se desarrollo en nuestros días. Está formada actualmente por un total de 15 países: Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Manda, Italia, Luxemburgo, Portugal, Reino Unido y Suecia. Nace en 1957 a partir de un grupo de países centro-occidentales. En su historia ha tenido tres grandes ampliaciones: la primera en los setenta hacia el Mar del Norte, la segunda en los ochenta hacia el Mediterráneo y la tercera, más reciente hacia el Báltico y Centroeuropa. Pronto se culminará esta última ampliación con la inclusión de los países de Europa del Este. Los límites físicos de Europa son los océanos Glaciar Ártico y Atlántico por el norte y el oeste, África y el mar Mediterráneo por el sur y las fronteras políticas de los estados no-miembros por el este.

En el desarrollo del tema comenzaremos presentando el medio físico. Continuaremos con el análisis de los principales sectores económicos y de las políticas económicas comunitarias. Posteriormente abordaremos las políticas sociales y la realidad social comunitaria hoy. Abordaremos de pasada la política medioambiental y, como en el desarrollo del tema habremos de ser sintéticos, concluiremos con unas referencias bibliográficas.

2. ASPECTOS FÍSICOS DE LA COMUNIDAD EUROPEA.

Como características generales destacaremos su diversidad física, su amplia variedad regional, climática y geomorfológica, como veremos a continuación.

2.1. EL RELIEVE.

Desde el punto de vista morfoestructural, Europa presenta dos ámbitos bien delimitados: uno, con formaciones caledonianas y hercinianas que afecta a toda la Europa central y septentrional, caracterizada por macizos casi llanos por efecto de la erosión, algunos de ellos posteriormente rejuvenecidos, como los Vosgos, la Selva Negra o el Macizo Central francés, que, junto a otros de menor porte, ciñen una amplia cuenca sedimentaria, más extensa cuanto más al este. Es la gran llanura central europea, rellena y cubierta de materiales secundarios y terciarios que experimentaron importantes retoques glaciares en el cuaternario. El otro ámbito corresponde al sur y, como formaciones más características, hay que señalar en él las montañas y los valles de la Europa alpina y subalpina, con cadenas tan conocidas como los Alpes, Pirineos, Apeninos y Cárpatos, que encierran cuencas fluviales generalmente triangulares, como el valle del Po, donde se encuentra uno de los focos más intensos de actividad humana en Europa, o las del Guadalquivir y Ebro en la península Ibérica. Estos dos grandes conjuntos se resumen en un claro contraste paisajístico: llanuras al norte y montañas en el centro y sur. Sólo la Península Ibérica parece apartarse de este esquema, pues reproduce en su territorio, en una latitud muy meridional, los dos grandes tipos de relieves citados, justificando la calificación de «continente en miniatura» que en ocasiones se le ha dado.

Dos son los dominios que podemos diferenciar a grandes rasgos: Las montañas y las llanuras:

2.1.1. Las montañas.

Dentro de ellas distinguiremos el zócalo y las montañas alpinas. Veámoslo:

1- El Zócalo:

Escudo Precámbrico: Noroeste de Escocia, Finlandia en un 95% y Suecia en un 80% (Escudo Báltico).

Zócalo caledoniano: Irlanda, País de Gales, resto de Escocia y península escandinava (Noruega).

Zócalo herciniano: Vosgos, Selva Negra, Macizo Central francés, selva de Bohemia, sur de Gales y región de Devon-Cornualles, las Ardenas , el macizo esquistoso-renano y la meseta española.

2- Las montañas Alpinas:

Los Alpes

Los Apeninos

Los Pirineos

Las Béticas.

Balcanes

Cárpatos

Están además las formaciones alpinas intermedias (la base de estas formaciones es el zócalo mientras que el material depositado son sedimentos terciarios. De esta naturaleza son la cordillera Cantábrica, el Sistema Ibérico, Sierra Morena y la Costero-Catalana en España.

2.1.2. Las Llanuras.

Se distinguen dos tipos de llanuras: Llanuras estructurales: Son las cuencas sedimentarias que fueron colmatadas durante el secundario. Cuenca de París, de Londres y de Alemania central; y, en segundo lugar las Llanuras climáticas: formadas por transgresiones y regresiones marinas debidas a los cambios climáticos de periodos cálidos y periodos fríos. Alemania occidental y costa atlántica.

A grandes rasgos podemos diferenciar las áreas deprimidas y basculadas de la plataforma precámbrica bajo potente cobertera sedimentaria: le zócalo precámbrico queda oculto bajo los sedimentos en la Plataforma de Europa Oriental (Desde Polonia a Moldavia y hacia el Este), en la Depresión de Inglaterra y Germano-Polaca, o en las depresiones del Duero y de La Mancha en España

En segundo lugar tenemos las depresiones alpinas: Tajo-Sado, Guadalquivir, Ebro, Po, Depresión Panónica, Carpética y Valaquia, entre otras de menor extensión.

2.2. EL CLIMA.

Pero si la morfoestructura confiere a Europa una fisonomía peculiar, son las condiciones climáticas las que mejor caracterizan sus aspectos físicos. Por su latitud, el continente europeo se sitúa en plena zona templada, carácter favorable éste que se ve potenciado por la gran influencia marítima, acentuada a su vez por la corriente cálida del Golfo que, al bañar las costas occidentales, desde las gallegas a las del mar del Norte, suaviza las temperaturas y hace más abundantes y regulares las precipitaciones, no sólo en las zonas costeras sino en regiones muy al interior, pues las borrascas atlánticas penetran hasta allí al no existir grandes obstáculos orográficos que se opongan a su avance.

Así, toda la fachada occidental es dominio del llamado clima oceánico, caracterizado por abundantes precipitaciones, escasa oscilación térmica y poca insolación, condiciones que van alterándose poco a poco hacia el interior, sin llegar a transformarse plenamente en un clima propiamente continental, que no aparece hasta ya muy cerca de la frontera rusa, o en regiones muy concretas. Por ello, para la amplia zona de transición entre el dominio del clima oceánico estricto y el del continental riguroso, puede hablarse de una variante intermedia húmeda-continental o continental-húmeda, con lluvias menos abundantes que en el oceánico y predominantemente de verano y con oscilación térmica más acusada.

Por su parte, la fachada meridional es dominio del clima mediterráneo, subtropical, en general con escasas precipitaciones y con una fuerte oscilación térmica entre la estación fría y la cálida, que es especialmente calurosa y prácticamente seca, como consecuencia primordialmente del desplazamiento hacia el norte del anticiclón de las Azores en dicha estación y del caldeamiento de un mar prácticamente cerrado como el Mediterráneo (caldeamiento, por otro lado, debido a una intensa radiación solar, fruto de la latitud más baja y de la existencia de muchos días despejados).

2.2.1. Características generales.

Moderación térmica: Europa esta situada entre los 36 y 70 grados norte en la banda de las latitudes medias por lo que queda fuera de los rigores térmicos acusados.

Influencia de la corriente cálida de la deriva noratlantica.

Influencia de la circulación del oeste y de dos centros dinámicos fundamentales (la depresión de Islandia y el anticiclón de las Azores) y otro térmico (el euroasiático)

Efectos de las barreras montañosas, que da lugar al contraste entre las vertientes occidentales (barlovento) húmedas y las orientales (sotavento) afectadas por lo fenómenos foé’nh. La combinación de todos estos factores explica las diferentes regiones climáticas.

2.2.2. Regiones climáticas.

La Europa oceánica; Se encuentra bajo la influencia suavizadora del océano y se caracteriza por la continuidad y abundancia de las precipitaciones. La amplitud térmica es escasa. El verano es fresco y el invierno es suave. Las horas solares son escasas y el máximo de precipitaciones se da en otoño e invierno. Afecta a Noruega, Reino Unido, Irlanda, costa septentrional de España, litoral y centro d Francia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo y Dinamarca.

La Europa continental; En ella tiene lugar un recrudecimiento térmico por la ausencia de la influencia marina, así como una disminución del volumen de precipitaciones que se producen fundamentalmente en verano. Los veranos son cálidos y los inviernos largos y fríos. Afecta a los países escandinavos, zona central de Europa (Alemania, Polonia y república Checa) y Austria, Hungría y Rumania. También lo tenemos en el interior de la península Ibérica y Balcánica.

La Europa mediterránea; El rasgo mas característico de este espacio europeo es la sequía estival, dándose el máximo de precipitaciones en primavera y otoño, y en general una mayor sequedad que en los ámbitos anteriores. Las horas de sol son abundantes y son frecuentes los fenómenos de gota fría y otros efectos catastróficos. Constituida por Portugal, España, Sur de Francia, Italia y Grecia.

En el Norte de Escandinavia no existe el verano térmico y domina la tundra. Es el clima ártico

2.3. SISTEMAS FLUVIALES.

El relieve y los distintos regímenes de precipitaciones dan lugar a cursos fluviales de diferente régimen en las dos Europas: en las cuencas septentrionales, los ríos —de los que el Rhin es el ejemplo más significativo— son caudalosos, lentos, regulares, características que se modifican hasta cambiar de signo hacia el sur, y en menor grado hacia el este. Intercomunicados algunos de ellos con una densa red de canales, han constituido desde antiguo una excelente red natural para la navegación, lo que se convirtió en un factor clave de cara a la localización y desarrollo de la industria. Los ríos de la vertiente mediterránea, más cortos, irregulares (con agudo estiaje) y de acusada pendiente en buena parte de su curso son en pocos casos navegables; en contrapartida, poseen en ciertas estaciones del año (y de forma permanente si disponen de instalaciones de embalse) gran potencialidad hidroeléctrica, empleándose también a veces para regar extensas vegas. Sólo aquellas corrientes fluviales de curso más largo, régimen complejo (pluvio-nival) y diversa alimentación (afluentes), como el Ródano y el Po, y en menor medida el Ebro, son comparables, salvando las distancias, a los ríos septentrionales.

El Danubio merece consideración aparte, pues, con independencia de su notable resonancia cultural, constituye el eje de articulación de buena parte de la Europa del Este, que, más allá de Austria, forma el tercer ámbito europeo, realidad de gran interés geográfico y económico cuyo estudio queda fuera de los objetivos de este tema, pero sin el cual no es fácil comprender qué ha sido, es y será la idea de Europa.

2.4. MARCO BIOGEOGRÁFICO.

La diferenciación morfológica entre las llanuras del centro y noroeste y las montañas del sur coincide, a grandes rasgos, con la climática, que permite distinguir entre la situación de una Europa, la del noroeste, templada y húmeda, y la de otra meridional, más cálida y seca, características que, interrelacionadas, dan lugar a formaciones vegetales muy diferenciadas. Así, en el primer caso, la formación típica es el bosque de hoja caduca, que va transformándose paulatinamente hacia el norte y noreste, para dar paso en las áreas más frías y secas a las formaciones boscosas de hoja perenne y a la pradera respectivamente. En las áreas mediterráneas la formación original es el bosque de encinas (áreas más secas) y alcornoques (más húmedas), hoy muy degradado por la intensa y prolongada acción del hombre; en las áreas sin apenas plantas de vuelo aparecen extensas superficies de matorral, con dos formaciones características según se den sobre sustrato calizo (garriga) o silíceo (maquis).

Dentro de los dominios biogeográficos destacamos:

1. Dominio oceánico; con formaciones arbóreas de bosques caducufolios (roble, haya, abedul, fresno, arce y castaño). Lo encontramos en Reino Unido, Francia , Alemania y la mitad septentrional d la península ibérica. También encontramos formaciones arbustivas como la landa (formada por brezo, togo y genista) y praderas herbáceas muy adecuadas para el desarrollo de la actividad ganadera.

2. Dominio continental; Se diferencian diferentes bandas vegetales de norte a sur: Tundra (zonas pantanosas con vegetación de musgos y liqúenes) en el norte de Escandinavia e Islandia, taiga (bosques de coniferas y abedules, bosques de hoja caduca al sur de la taiga y la estepa como degradación hacia el interior.

3. Dominio mediterráneo; la formación natural típica es el bosque serófilo de hoja perenne adaptado a la aridez estival (bosques de encinas y alcornoques. Como degradación de este aparece un bosque mixto de hoja caduca de quejigo y castaño y un sotobosque del caracteristicomatorral mediterráneo llamado maquis y garriga (tomillo, coscoja, espliego y palmito).

En cuanto a los suelos, la diversidad es enorme; se da una alternancia de tierras pardas, suelos de tundra, podzoles (llamados también pardos o amarillos), chernozem, rendzina, térra rosa y suelos lavados.

3. ASPECTOS ECONÓMICOS DE LA UNIÓN EUROPEA.

La UE es una zona “fuerte” económicamente hablando. Genera un PIB sólo comparable al norteamericano y al japonés. Es la principal área económica del globo. No obstante, dentro de ella existen grandes divergencias en la renta per capita de los diferentes países que integran la comunidad. Ahora veremos el análisis económico de los diferentes sectores productivo.

3.1. LA ACTIVIDAD AGRARIA.

Si algo se puede afirmar en relación con el variopinto panorama agrario europeo es su elevado coste económico, y con la excepción de países como Grecia, Portugal, España e Irlanda su escasísimo papel en el conjunto de la economía tanto en términos de producción como de empleo. El tamaño de las explotaciones, las condiciones físicas desfavorables provoca una escasa competitividad en el mercado internacional. El medio rural europeo es, ante todo, consecuencia de un largo pasado histórico. Su antiquísimo poblamiento se encuentra en la base de una evolución agraria que ha ido extrayendo del medio físico el máximo de sus posibilidades. El espacio agrario y la intensidad de la explotación fueron creciendo en paralelo con el tamaño de la población. Unas roturaciones crecientes, cada vez en tierras más marginales, han hecho del territorio europeo un espacio plenamente colonizado. En ese medio, y durante siglos, ha prevalecido un sistema de policultivo —íntimamente asociado a la explotación ganadera y forestal— que pretendía casi únicamente la subsistencia, con alto grado autoconsumo y escasos intercambios, casi siempre de ámbito comarcal, lo que supuso una organización del terrazgo y unas prácticas agrarias calificadas hoy como tradicionales. Esa situación se mantuvo cuando menos hasta finales del Antiguo Régimen, habiendo perdurado, aunque atenuada, en algunas regiones comunitarias hasta bien entrado el siglo XX. Sin embargo, las transformaciones agrarias de los siglos XVII y XVIII — pórtico de la revolución industrial— supusieron cambios sustanciales en el campo europeo que llevan a la modernización agraria. Pero la redistribución de la tierra afectó de forma desigual a los distintos países y regiones. Así, mientras en Gran Bretaña el proceso tendió a la individualización de las grandes propiedades (enclosures), posibilitando su transformación en modernas empresas agrarias, en el continente, por el contrario, se resolvió generalmente parcelando las grandes propiedades desvinculadas y redistribuyendo su titularidad. Ello, unido en parte a los sistemas de reparto de he­rencias, explica la diferencia actual en el tamaño medio de las explotaciones, máximo en el Reino Unido (65,8 hectáreas) y bastante menor en los restantes miembros comunitarios, en los que oscila entre las 7,4 hectáreas de Italia y las 26,3 de Francia, con una tendencia general al aumento a medida que va disminuyendo la población activa agraria y se difunden los programas de concentración parcelaria y las cooperativas de trabajo en común de la tierra. Es de señalar que el tamaño de la:•> explotaciones se ha convertido en los últimos decenios en factor determinante de su viabilidad económica, ya que condiciona fuertemente los índices de mecanización, la posibilidad de realizar inversiones en infraestructuras, las economías de escala, etc. Todo ello, unido a unas condiciones naturales (suelo y clima especialmente) favorables pero no óptimas y a unos costes altos del trabajo, ha hecho de la agricultura europea una agricultura cara, obligada continuamente a mejorar sus rendimientos para no ver empeorar su ya escasa competitividad.

Esta situación, que no es de ahora, condujo en épocas pasadas a practicar un fuerte proteccionismo, a un determinado número de países que trataban, por este medio, de asegurar su autoabastecimiento. Mientras otros, especialmente los más abiertos al mar y favorables al librecambio, como fueron el Reino Unido, Holanda y Bélgica, prefirieron importar cereales e iniciaron antes que otros una política agraria tendente a la especialización en aquellos productos más adaptados a su medio y en los que sí eran competitivos, como los cereales forrajeros y la ganadería bovina.

3.1.1. Los paisajes agrarios europeos.

Resultado de todo ello, inscrito en un medio físico ya de por sí muy contrastado, fueron paisajes agrarios muy diferentes: en las llanuras, tierras de campos cercados (con cercas de piedra o de setos vivos), llamadas bocages, y tierras de campos abiertos, conocidas como openfields. Las primeras en lugares húmedos, muy especializadas en determinadas hortalizas, forrajes verdes y ganado bovino; las segundas, con cultivo de cereales (trigo, cebada y avena). Por su parte, los países mediterráneos, quedaron notoriamente rezagados, no sólo porque los cambios técnicos y los nuevos sistemas de cultivo estaban preferentemente concebidos para una agricultura húmeda, o al menos de verano húmedo, sino también porque el retraso socioeconómico se convirtió en un freno tan efectivo como la misma aridez estival. Regiones que, por cierto, están hallando en el regadío su palanca de cambio más efectiva.

Todo ello ha desembocado hoy día en una agricultura europea que forma como un complejo mosaico regional, en el que destaca la oposición entre el mundo seco mediterráneo y el húmedo noroccidental por un lado, y la interrelación entre los aspectos más modernos: especialización, elevada rentabilidad, etc. y los anacronismos y supervivencias, de los que el más significativo es la extremada parcelación de las explotaciones, preferentemente de tipo familiar, lo que resta competitividad al sector e impide que sus rentas se equiparen con las de otras actividades económicas.

Consecuencia de todo ello es un panorama complejo y contradictorio que puede resumirse en tres apartados:

1. El diferente grado de especialización regional. Así, mientras determinadas áreas, al amparo de la coyuntura económica o de circunstancias físicas, alcanzan determinado nivel, otras se mantienen mucho más rezagadas. En el primer caso hay que destacar la agricultura cerealista (trigo, maíz, cebada), asociada a plantas industriales (remolacha, colza, girasol, etc.) y forrajeras que domina las grandes llanuras europeas: anglo-flamenca-parisina, Baja Sajonia, algunas áreas de la Meseta española, etc. Una segunda especialización característica es la ganadería intensiva para leche y derivados en ciertas áreas oceánicas (Holanda, occidente de Gran Bretaña, etc.) y en las montañas alpinas y pirenaicas. También hay que citar los grandes viñedos, tanto para la producción de vino común (Languedoc, Mancha) como selecto de mesa (Beaujolais, Borgoña, Champaña, Rioja, etc.). Y, por último, las áreas de cultivos especulativos o altamente comercializados, como las huertas mediterráneas, los polders holandeses u otras áreas litorales. Pero la mayor parte de la superficie agraria útil de la Comunidad es un policultivo muy variado, evolucionado a partir de las formas tradicionales, como la trilogía (cereal, viñedo y olivo), o la «coltura promiscua», en el área mediterránea, o de la agricultura mixta atlántica, con mayor o menor dedicación ganadera para carne o leche, pero siempre con menor producción por unidad y peores condiciones para la competitividad. Asimismo, puede considerarse una tercera área residual, la constituida por las explotaciones extensivas de la ganadería mediterránea (cabras y ovejas), económicamente marginales y meras supervivencias del pasado.

2. Más importantes son, si cabe, las diferencias nacionales. Así, hay que tener presente que en torno a la quinta parte de la superficie agraria útil de la Comunidad era francesa. Asimismo, a las diferencias ya señaladas en el tamaño medio de las explotaciones, se añaden otras, como son la población empleada (30% de los activos en Grecia, 2 % en el Reino Unido), o la participación del sector agrario en la formación del valor añadido bruto (17% en Grecia, 1 % en Reino Unido), diferencias que son a su vez causa y efecto de muy diversos grados de mecanización, abonado, utilización de simientes selectas, sin olvidar el peso determinante en muchas casos de los elementos físicos (suelo, régimen térmico y pluviométrico), e incluso la formación específica de los agricultores.

Sumado todo ello, resultan varias agriculturas en la Europa comunitaria, de­biendo subrayar básicamente dos: la agricultura del noroeste, núcleo originario de la Comunidad, y la de una periferia que, incluyendo Irlanda, comprende toda el área mediterránea. El espacio agrario comunitario no puede ser, pues, más variado, tanto en sus estructuras, como en sus técnicas y en las características económicas y sociales de los agricultores.

3. Como tercer aspecto, y ya en el terreno de los objetivos de la agricultura, puede decirse que la agricultura comunitaria ha alcanzado un buen nivel de autoaprovisionamiento, aunque en determinados productos aparece como claramente excedentaria y en otros, por el contrario, como deficitaria o muy deficitaria. En cuanto a los primeros, aquellos en los que los excedentes son muy importantes, los productos más señalados son el trigo, la cebada y el azúcar, a los que se añaden el vino, el aceite y los huevos. Estos productos, con costes de producción mucho más elevados que en otras zonas productoras, no tienen salida a los mercados exteriores, a menos que se ofrezcan por debajo de su precio de coste. La situación contraria se origina con otra serie de productos en los que la Comunidad es claramente deficitaria como son, por citar algunos, el maíz, el tabaco, los agrios, el algodón, la fruta en general, el arroz y diversas hortalizas; a éstos se unen diversas grasas vegetales que, como la soja, el cártamo, el girasol y la nabina, son básicas para la elaboración de piensos, tan importantes en una, economía en la que los productos ganaderos representan más del 50% del valor final de la producción agraria. De ahí que alguno de esos productos, como sucede con la soja, que se importa en habas y en tortas, y casi únicamente desde EE UU, sea considerado producto estratégico. Un nivel equilibrado apenas se da en otros productos que en la patata, leche fresca, carne de bovino y de cerdo. No puede olvidarse, en cualquier caso, que la situación descrita a nivel de producción está sujeta a los clásicos altibajos de los rendimientos agrarios.

3.1.2. Prioridades de la CE para ayudar al sector agrario.

Impulsar la PAC (Política Agrícola Comunitaria) a través de la concesión de ayudas financieras.

Mejorar las infraestructuras rurales.

Fomentar la economía rural a través de rentas complementarias a las agrarias.

Apoyo económico a los programas del sector agrario y en materia educativa o formativa.

3.1.3. Instrumentos de apoyo al sector agrario.

FEOGA (Fondo Europeo de Orientación y de Garantía Agraria) para mejorar la competitividad de la producción agraria.

FEDER (Fondo Europeo de Desarrollo Regional) para la mejora de las infraestructuras agrarias.

FSE (Fondo Social Europeo) para la formación y creación de empleo.

Programas LEADER y PRODER (Para impulsar el desarrollo rural a través del estímulo de actividades no agrarias y del desarrollo endógeno).

3.2. LA POLÍTICA PESQUERA COMUNITARIA.

Se denomina “Europa Azul”. Estamos por fin ante el inicio de una política pesquera conservacionista ante la evidente sobreexplotación de los recursos pesqueros comunitarios. El déficit comercial que esto supone se cubre con importaciones de terceros países por lo general en vías de desarrollo. El actual marco de conservación y gestión de los recursos pesqueros apunta hacia: la fijación de los TAC (total autorizado de capturas); medidas técnicas de conservación y protección de alevines; medidas de control, vigilancia y sanciones; reestructuración de la flota pesquera y desarrollo de la acuicultura. El ajuste de la política pesquera ha afectado principalmente a las regiones litorales europeas (zonas de atraso económico con escasas alternativas) como son las regiones de Grecia, Portugal, España, Manda e Irlanda del Norte, Escocia y Francia, Para las que se han diseñado ayudas que deben al menos atenuar sus peores efectos.

3.3. LA ACTIVIDAD INDUSTRIAL

Desde cualquier perspectiva que se analice, la Europa comunitaria aparece como una gran potencia industrial: con el 7% de la población mundial, su producción de acero alcanza el 22%, la de plásticos el 37%, y en la construcción naval mundial participa con el 27%. El 78% en valor de todas sus exportaciones procede precisamente de productos industriales. Internamente, esta actividad ocupa casi un tercio de la población activa y su participación en el PIB es similar aunque un poco superior.

Pero, ¿cuáles son las características y estructura de la industria comunitaria? El primer hecho, que salta a la vista, es la antigüedad de sus establecimientos industriales. En efecto, fue en Inglaterra, y algo después en otros países del continente, donde se produjo, desde finales del siglo XVIII, el cambio tecnológico que iba a prolongar la hegemonía de Europa hasta bien entrado el siglo XX. Las innovaciones técnicas revolucionarias, la concentración de la producción, la aparición y desarrollo de un gran capitalismo industrial y el colonialismo serán los factores de un mundo nuevo que tiene en la Europa de ambas orillas del Canal de la Mancha su sede indiscutible.

Pero, la antigüedad de la industrialización dio lugar a un grave inconveniente en un momento en que pasó a primer plano el problema de la productividad; o visto desde otra perspectiva, de los costes de producción. Hoy, Europa, frente a sistemas productivos más competitivos, como los de EE UU y Japón, no ha logrado superar la obsolescencia y envejecimiento de buena parte de sus instalaciones y tecnología, ni ele­var de forma suficiente su productividad. La forma de salir de ese atolladero ha consistido, básicamente, en replantearse una profunda reconversión industrial de los sectores «maduros», caracterizados por manejar tecnologías ya consolidadas y operar en mercados donde no cabe esperar expansión ni cambios hacia una situación más favorable.

Un componente decisivo de tal obsolescencia es la dimensión de las empresas y de los mercados sobre los que actúan, que en la Europa comunitaria es muy baja comparada con la de otros países con todo lo que ello implica de mayores costes por no poder conseguir unas grandes economías de escala, así como la falta de capacidad de autorrenovación, por no disponer ni de recursos ni de otras capacidades. Es significativo el dato de que pocas empresas industriales europeas aparecen entre las 30 mayores del mundo, medidas por volumen de negocio, y éste resulta muy poco significativo si se compara con las empresas líderes. En el polo opuesto, en el de las de menor dimensión, muchas de las pequeñas empresas industriales europeas son todavía de tipo casi artesanal, muchas veces familiar, quedando así fuera de los grandes circuitos de consumo de masas. No obstante, conviene señalar que, si el análisis clásico ha considerado ventaja neta la mayor dimensión, la revolución tecnológica producida en los últimos años, la crisis en el mercado del trabajo, la necesidad derivada de la so­ciedad de consumo de ir reduciendo las series para ofertar productos semejantes pero diferentes, la velocidad del cambio a todos los niveles y otros factores más están haciendo valorar de nuevo las pequeñas y medianas empresas industriales, las PYME, que precisamente por su menor dimensión resultan ser mucho más flexibles a la hora de las adaptaciones y de las cada vez más frecuentes neo-reconversiones. Esta nueva visión del problema está dando lugar a un importante volumen de negocio en el campo de la subcontratación (de fabricación, de servicios), campo en el que las PYME pueden desenvolverse con excelentes oportunidades.

Pero es en lo relativo a la dependencia energética y en el retraso respecto de las nuevas tecnologías donde más claramente se ponen de manifiesto las dificultades de la industria comunitaria para recobrar una posición de ventaja. La industria europea nace al amparo del carbón y del hierro (materias primas que estuvieron en la base de la primera Comunidad europea, la CECA, Comunidad Económica del Carbón y el Acero); pero cuando el petróleo se muestra como recurso energético y como materia prima fundamental, Europa procede a una primera reconversión, adaptando buena parte de su tecnología a esta nueva fuente, a la vez que procede a poner en funcionamiento nuevas plantas con los hidrocarburos como materia prima. El hecho de disponer durante algunos decenios de petróleo fácil y barato, gracias a sus dominios coloniales, permite a Europa sostener su hegemonía, e incluso desarrollarla. Pero entra en crisis radical cuando, a partir de 1973, tiene que hacer frente al encarecimiento de ese producto, precisamente cuando ya ha perdido su primacía ante EEUU y Japón. Ello le obliga a un control cada vez más riguroso del consumo energético y a una reestructuración del mismo, diversificando las fuentes de aprovisionamiento para disminuir los riesgos de una dependencia petrolífera unilateral, a la vez que se aumenta la producción de energía primaria gracias al gas natural, se reactivan las explotaciones carboníferas, se desarrollan planes de prospección petrolífera en el espacio comunitario (hallando importantes reservas en el mar del Norte), y se incentivan todo tipo de investigaciones para la búsqueda de fuentes energéticas alternativas, recibiendo un gran impulso el desarrollo de la energía nuclear, pues pronto se supo que la solar no era aprovechable a gran escala en un futuro próximo.

3.3.1. Sectores y regiones industriales.

El resultado de todo ello es una Europa industrial comunitaria profundamente alterada, que ha visto sumidos en grave crisis a los grandes sectores que tra-dicionalmente han sido precisamente pilares de su riqueza. La siderurgia, la industria textil y la construcción naval se encuentran en franco declive como consecuencia de los profundos cambios estructurales, la evolución de la demanda y la fuerte competencia internacionales. Otros, como la industria química y la del automóvil, presentan una coyuntura desfavorable como consecuencia principalmente de la crisis energética, pero también por las dificultades de expandirse en un mercado cada vez más saturado. So­lamente parecen escapar de tal crisis las nuevas metalurgias, algunas industrias electrónicas, la aeronáutica y aquéllas de implantación más reciente, consumo energético menos masivo y con mayores perspectivas de futuro.

La siderurgia es el ejemplo más característico de la crisis industrial europea, como fue también, en su día, símbolo de su esplendor. La sobrecapacidad de producción a nivel mundial alcanzó el 140%, la producción fue en descenso acusado desde finales de la década de los sesenta, mientras que los problemas financieros derivados de la necesidad de introducir las costosas nuevas tecnologías específicas y los laborales que han acompañado a todo el proceso de reconversión no han hecho más que aumentar, obligando a una creciente intervención estatal.

La industria automovilística, sector en el que la Comunidad ostenta el primer lugar mundial en la producción de vehículos de turismo, puede resultar representativo de una industria muy dependiente de la coyuntura petrolífera y muy constreñida por el lento crecimiento de sus mercados potenciales, en los que la expansiva industria japonesa ha ido ganando terreno frente a la europea.

Por último, las industrias electrónicas, así como las relacionadas con sectores como el de la informática, la aeronáutica, el espacio, el armamento y la biotecnología, son exponentes de campos en rápida expansión, con elevada incorporación tecnológica, gran concentración técnica y financiera y estructura multinacional.

Lógicamente, todo ello ha tenido consecuencias espaciales: la reestructuración de las regiones industriales europeas, lo que significa la decadencia o estancamiento de las cuencas hulleras (los países negros que sirvieron de escenario a la Revolución industrial, como Lancashire, Yorkshire, Ruhr, Lorena, Sambre-Mosa), y las grandes áreas textiles, como los Vosgos, en los que las administraciones públicas han volcado, con diferentes resultados, sus esfuerzos de reactivación. Por el contrario, se mantienen las zonas industriales que se habían articulado en torno a los grandes ejes de comunicación, como el Rhin-Ródano que, de esta forma, acentúa su carácter de columna vertebral de la Comunidad.

Es de destacar también el valle del Po, de antigua tradición industrial moderna­mente revitalizada; y, dentro de un proceso de mayor diversificación, hay que citar las nuevas áreas industriales litorales, en torno a grandes puertos, como Rotterdam, Hamburgo, Genova o Barcelona, o en zonas específicas para la petroquímica, como Ancona o Huelva, o los últimos emplazamientos siderúrgicos o de construcción naval que han generado crisis muy localizadas y difíciles de resolver por las dimensiones de las industrias en ellas emplazadas (Astilleros españoles).

Por el contrario, las nuevas industrias se están localizando muy cerca de donde se produce la expansión de las nuevas actividades del sector cuaternario (tratamiento de la información, servicios financieros, industrias culturales, etc.) y se caracteriza por sus menores dimensiones y por una mayor agilidad gerencial y empresarial. Cabe destacar entre éstas, las orientadas a surtir de productos de calidad para las necesidades cotidianas (agroalimentarias, diseño y moda y otras), que tienen en el gran mercado eu­ropeo y en su elevada capacidad de compra una vía de expansión todavía no agotada. Parejo a estas nuevas empresas y al dinamismo comercial que las orienta, están apareciendo nuevas fórmulas de industrialización, caracterizadas por lo que se ha llamado «especialización flexible», basada en maquinaria multiuso, obreros especializados pero en continuo reciclaje y contando con impulsos políticos favo­recedores de la innovación industrial y tecnológica. Obviamente, tal estrategia se fundamenta en la incorporación de nuevas tecnologías y permite la producción diversificada y «a gusto del cliente», en lugar de las costosas y enormes producciones en serie, que a veces generaban stocks invendibles, acarreando importantes pérdidas. El norte de Italia y algunas de las grandes conurbaciones europeas son el campo donde están apareciendo tales fórmulas empresariales que resultan ser verdaderos experimentos del futuro tejido industrial propio de sociedades más avanzadas que las conocidas de consumo de masas. Dichas sociedades, para unos postindustriales y para otros digitales, se orientan más a la calidad de los productos y a su adaptabilidad a la demanda de los clientes que al abaratamiento a partir de la fabricación series idénticas y numerosas, que ha sido la nieta perseguida hasta ahora, con las llamadas producción en serie y en cadena. En definitiva las principales áreas industriales son,:

El polígono cuyos vértices estarían en las ciudades de Birminghan, París, Frankfurt, Dortmund y Rotterdam, industria siderúrgica y de carácter extractivo.

Las zonas portuarias con industrias de primera transformación , conserveras y astilleros. (Rotterdam, Genova y Barcelona)

Un cinturón industrial secundario formado por el arco de la cornisa cantábrica y Cataluña (España), el valle del Po (Italia), valle del Rodano-Saona (Suiza) la Silesia polaca, Bohemia (Checoslovaquia), la Sajonia alemana y algunas ciudades suecas.

La UE, a través de su política de I+D, ha creado organismos como la AEIE (Agrupación Económica de Interés Europeo) y programas-marco como el RACE (tecnologías avanzadas de comunicación ), BRITE (investigación en nuevas técnicas de producción y materiales para aplicar a las industrias tradicionales), ESPRIT (sobre tecnologías informáticas), CRAFT, etc para potenciar los procesos de reconversión y relocalización industrial y sobre todo potenciar la investigación tecnológica). El ultimo Programa-marco (1994-98) fomentaba la cooperación tecnológica con terceros países y organismos internacionales, incidiendo en el control y evaluación de los proyectos.

La UE también participa en programas no incluidos en los programas-marco comunitarios. El mas importante es el EUREKA con EE.UU. desde 1985.

3.4. EL SECTOR SERVICIOS.

Transporte, comunicaciones, comercio e intercambio son, tal vez, los indicadores que mejor caracterizan a la Europa de nuestros días, cuya aspiración de integración necesariamente ha de plasmarse en un desarrollo de las relaciones y de los contactos entre personas, países, regiones y sectores. No en vano la Comunidad fue, antes que nada, un mercado común, y por ello es en este terreno donde se han alcanzado los resultados más palpables. Es el espacio más terciarizado del mundo.

Las redes de transporte terrestres son un buen exponente de la intensidad de los contactos y de las posibilidades y dificultades de la integración. En nuestro caso aparecen condicionadas por factores físicos, históricos y económicos. Los primeros influyen en la disposición general de la red, en la selección del sistema de transporte, lo que se observa con claridad en la navegación fluvial del noroeste europeo y en las dificultades de trazado, de las que la Península Ibérica y el Macizo Central francés son buenos ejemplos. A circunstancias históricas hay que atribuir, ante todo, la fragmentación nacional de la red y la débil articulación continental, con algunos ejemplos tan significativos como el diferente ancho de vía férrea y la disposición radial en torno a París, Madrid y, en menor medida, de las capitales de los antiguos Estados alemanes. Por último, las características económicas, que se reflejan en la densidad de la red, actúan como causa, y también como consecuencia, del funcionamiento y disposición de todo el sistema, que lentamente tiende a una creciente articulación.

La Europa comunitaria cuenta con la segunda red de carreteras del mundo según su longitud, y con la tercera de ferrocarril y de navegación fluvial. Pero si se mide por su densidad (km de vía/km2 de superficie) ocupa, con mucho, el primer lugar en los tres modos de transporte citados, lo que es un claro indicador de la intensa actividad económica que se desarrolla en el espacio europeo. Pero, precisamente por ello, son más ostensibles las diferencias entre las regiones urbanas e industriales y las áreas rurales y de montaña, como también, y sobre todo, entre los países del noroeste —con máximas densidades en los países del BENELUX y Renania— y la periferia irlandesa y mediterránea, que presentan los valores más bajos.

La navegación marítima tiene en Europa una larga tradición, que se refleja en el primer puesto mundial que en la actualidad ocupa la flota comunitaria, aunque pierde aceleradamente su ventaja por la fuerte competencia y por el descenso de fletes a causa de la crisis. Europa, como gran centro comercial mundial, es también el gran polo de tráfico marítimo del mundo; por ejemplo, Rotterdam es el primer puerto del mundo por volumen de mercancías.

Asimismo, el transporte aéreo, en rápido incremento en los años de la post­guerra, ha sido también muy sensible a la crisis económica, que ha provocado grandes pérdidas a las compañías. Dado el carácter de este modo, los aeropuertos con más tráfico se encuentran uniendo a las principales áreas urbanas y de negocios, como Londres, París y Frankfort, entre sí y con todos los centros industriales, comerciales y políticos del mundo. El número de aeropuertos y la densidad de líneas domésticas e intracomunitarias son sólo comparables a los de EEUU.

De igual forma que la Comunidad cuenta con una tupida red de infraestructuras y líneas de transporte, cuenta también con densas redes de comunicaciones telefónicas y telemáticas. Respecto a las primeras, las densidades de teléfonos por 100 habitantes, no desmerecen, salvo en el caso portugués de las que se consideran mínimas para una sociedad moderna. Análogamente el grado de automatización de dichas redes es prácticamente total, con lo que el «sistema nervioso comunitario resulta eficaz y ágil en extremo. En el campo telemático, la implantación de redes públicas y privadas de transmisión de datos esta suscitando crecimientos, más espectaculares que los telefónicos, obligados por la demanda de nuevos servicios imprescindibles para actividades empresariales, financieras y culturales, que, a la vez, con el desarrollo de sus actividades las incrementan notablemente. Es la tercera área en el uso de Internet.

Este sector cuenta, sin embargo, con frenos importantes derivados del carácter «nacional» tanto de las administraciones o empresas que operan en él, como la limitación al marco geográfico de cada Estado de sus actividades. A ello se añade el que las infraestructuras existentes están masivamente construidas con elementos electromecánicos y precisan ser renovados con nuevos equipamientos electrónicos, lo que da origen a unas crecientes necesidades financieras y repercute notablemente en las perspectivas de la industria del sector de las telecomunicaciones. De ahí que este sector de futuro, se presente en el panorama europeo como una de las grandes incógnitas sobre las que girará la competitividad y el liderazgo industrial y tecnológico de la UE y que ha suscitado una incipiente política comunitaria de telecomunicaciones.

En cuanto al comercio, tanto exterior como intracomunitario, la Unión ostenta también, y con mucho, el primer puesto mundial, pues totalizaba el 38% de las im­portaciones y el 35% de las exportaciones, y, aunque en esos porcentajes se incluye el comercio intracomunitario, la diferencia es notable con respecto al segundo país más comercial, USA, con 13% y 12% respectivamente, y más aún con el tercero, Japón. El componente fundamental de las exportaciones es el constituido por productos industriales, correspondiendo a Alemania el montante más significativo, seguida a bastante distancia por el Reino Unido y Francia. Casi la mitad del comercio exterior de la Comunidad es realizado entre los países miembros, con lo que queda manifiesta la lógica de todo el proceso de integración. Esta magnitud no ha hecho sino aumentar con las sucesivas ampliaciones, no sólo por lo que han supuesto de ampliación de mercados sino por irse desarrollando la interdependencia y complementariedad entre las economías de esos países.

De la otra mitad del comercio exterior, buena parte corresponde a los países eu­ropeos no comunitarios y a USA, país éste con el que los intercambios tienen una cuantía económica muy importante pero estabilizada, dadas las respectivas políticas proteccionistas. En esa importancia resulta decisivo el peso específico de la economía estadounidense y su carácter multinacional. Con Japón es manifiesto el desequilibrio, en contra de la Comunidad. Capítulo aparte merecen las relaciones con los países subdesarrollados, que en conjunto suponen un volumen importante, gracias en parte a que con muchos de ellos se han establecido acuerdos preferenciales. La supervivencia de antiguos lazos comerciales, de origen colonial, y el abastecimiento energético que la Comunidad precisa de Oriente Medio, inciden favorablemente en este sentido.

Si los sistemas de transportes, telecomunicaciones y el comercio son manifes­taciones del funcionamiento y grado de integración de la economía europea, su motor es el sector financiero y la correspondiente capacidad inversora. Aquí, sin embargo, la posición comunitaria no es hegemónica, pues si siete de las principales Bolsas de valores del mundo son europeas, los dos primeros puestos los ocupan las de Nueva York y Tokyo, y lo que es más importante: hay que reunir el volumen de capitalización de las cuatro bolsas europeas más importantes (Londres, Frankfort, París y Zurich) para obtener el volumen de la de Tokyo, no alcanzando siquiera el 30% de la de New York.

Otro indicador significativo es el sistema bancario. en el que Europa cuenta con importantes instituciones que compiten en el mercado internacional con la gran banca norteamericana. En este sentido son de destacar algunas instituciones británicas, como Barclays Bank y National Westminster, que se encuentran entre los grupos bancarios más importantes a nivel internacional, y otras no menos importantes de otros países europeos, como Dresdner Bank, Credit Lyonnais, Banca Nazionale del Laboro, destacando asimismo otras instituciones financieras y de seguros, como las británicas Lloyd.

El turismo es otro sector muy importante para muchos países europeos. Es, además, una práctica que cohesiona Europa. Al margen de las grandes metrópolis, el área mediterránea es la que soporta una mayor presencia del sector, destacando España, Francia, Italia y Grecia.

3.5. EL SISTEMA MONETARIO EN LA COMUNIDAD EUROPEA.

La UEM (Unión Económica y Monetaria) tiene sus orígenes a principios de los años 70. Desde entonces ha tenido que hacer frente a un sin fin de problemas relacionados con la inestabilidad económica de los distintos países miembros.

Supuso un hito la creación en 1978 del SME (sistema monetario europeo) entre los bancos centrales de los países comunitarios para controlar la estabilidad de los tipos de cambio de las monedas europeas. Los problemas en su funcionamiento interno derivaron en la crisis del año 93, que pusieron al borde del colapso a la libra esterlina, la lira italiana y la peseta española. El BCE (Banco Central Europeo) es otra pieza clave en el pleno funcionamiento de la unión monetaria. La firma del tratado de Maastrich (1992) ha hecho irreversible la marcha hacia la moneda única.

La segunda etapa de la UEM comenzó el 01-01-94, creándose el IME (Instituto monetario europeo) como elemento de coordinación de las políticas monetarias. La tercera etapa comenzó el 01-01-99 para aquellos países que consiguieron responder a los criterios de convergencia establecidos en el Tratado de la Unión Europea (Alemania, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Francia, Italia, Portugal, España, Irlanda, Austria, Finlandia, posteriormente Grecia) con las siguientes novedades: Moneda común europea: el euro, Ciudadanía europea para los ciudadanos de los países miembros, Política interna y de seguridad común, Mayores competencias para el Parlamento Europeo.

4. ASPECTOS SOCIALES DE LA COMUNIDAD EUROPEA.

La política social comunitaria ha sido uno de los aspectos menos desarrollados del programa debido a su marginación respecto a los temas económicos. En un principio, los profundos desfases sociales entre los diversos países eran una realidad. De ahí que uno de los principales objetivos fuese homogeneizar y armonizar los mercados laborales comunitarios como base para una realidad social común.

Hasta los años 70 las pretensiones se fijaban en la consecución del mercado único y la libre circulación de trabajadores, aunque actualmente la preocupación social es más real (sobre todo desde la aprobación del Acta Única) como se manifiesta en las siguientes actuaciones:

1. Creación de leyes comunes. Aunque estas se refieren a derechos básicos de igualdad y no-discriminación, insuficientes a todas luces para generar una política social correcta.

2. Implicaciones estructurales financiadas por el FSE. Que apunta hacia el fomento del empleo y la movilidad espacial y laboral del trabajador. En la practica, la mayoría de las ayudas se destinan a cursos de formación carentes de un programa logístico ya que la realización del curso no implica la obtención de un puesto de trabajo.

4.1. EL MERCADO DEL EMPLEO

Medidas de potenciación de empleo a grupos y aspectos concretos: Mujeres, Parados de larga duración, Reconversión de tecnologías, Flexibilización del horario laboral (reducción de la jornada, reorganización del trabajo: a tiempo parcial y temporal), Fomento de las PYMES, Disminución de los desequilibrios oferta y demanda, Actuaciones sobre la inversión en cursos profesionales, Solidaridad social…

4.2. LA LIBRE CIRCULACIÓN DE TRABAJADORES.

Con esta normativa se pretende conseguir que cualquier trabajador pueda desplazarse por cualquier país de la CE sin obstáculo alguno y conservando los mismos derechos de que gozara en su país de origen. Para los trabajadores de países no comunitarios se han tomado medidas que no han conseguido frenar la inmigración.

4.3. LA POLÍTICA SOCIAL Y EL NIVEL DE VIDA.

La Fundación Europea para la mejora de las condiciones de vida y trabajo, se creó con objeto de analizar la organización laboral, los condicionamientos físicos y psíquicos y todo aquello que pueda incidir en un deterioro / mejora de la calidad de vida del ciudano/a europeo/a. La reestructuración de los servicios sociales existentes es un paso inevitable para ayudar a los colectivos más desfavorecidos. Otro tema fundamental se refiere a la Seguridad Social y a la unificación de las distintas políticas comunitarias. Se están desarrollando políticas comunes referidas a la protección laboral y accidentes.

4.4. POLÍTICA SOCIAL Y LOS SINDICATOS.

El sindicalismo europeo se encuentra en situaciones muy distintas en cada país. Solo tres países han conseguido unificar sus sindicatos a nivel nacional: la TUC británica que alberga a casi 1000 sindicatos, la DGB alemana y la FNV de los Países Bajos. En Francia son dos los sindicatos mayoritarios la CFDT socialista y la CGT comunista. En Italia y España tampoco existen sindicatos únicos y los que hay están muy vinculados a los partidos políticos. En el resto de los países comunitarios el sindicalismo existe pero con una importancia menor.

4.5. POLÍTICA SOCIAL Y EDUCACIÓN.

El proyecto pionero y todavía vigente en el intercambio y homogeneización educativa ha sido el ERASMUS. Los principales proyectos educativos son:COMETT, LINGUA, YES, ESPRIT, ARION. IRIS, FORCÉ, EUROTECNET, LEONARDO, PETRA, NOW, HORIZON y mas recientemente el HELIOS II.

4.6. LA CARTA SOCIAL. PRINCIPIOS BÁSICOS.

Son los siguientes: Derecho a la libre circulación, Derecho al empleo y a la remuneración digna y justa, Derecho a la mejora de condiciones de vida y trabajo, Derecho a la protección social, Derecho a al libertad d asociación y a la negociación colectiva, Derecho a la igualdad de trato hombres y mujeres, Derecho a participar y colaborar en la vida de la empresa, a la seguridad en el trabajo, Derecho a la protección de niños y adolescentes, de las personas de la tercera edad y minusválidos.

4.7. REGIONES PRIORITARIAS PARA LA AYUDA COMUNITARIA. LA POLÍTICA DE DESARROLLO REGIONAL.

Primera: zona periférica de la CE (PIB per capita inferior al 75% de la media comunitaria; España, Irlanda e irlanda del Norte, Portugal, Sur de Italia, Grecia y departamentos franceses de Guadalupe, Guyana, Martinica y Reunión.

Segunda: Áreas agrarias dentro de la CE con programas destinados a la conservación del medio y a la potenciación turística y a la formación de PYMES.

Tercera: Cualquier otra región que lo necesite, especialmente aquellas que sufren consecuencias de la reconversión industrial con programas para la reconversión, la mejora de la comercialización, fomento de actividades de investigación, protección del medio…etc.

4.8. LOS FONDOS ESTRUCTURALES.

Los tres principios básicos de la UE para garantizar la ayuda a las regiones son cooperación, subsidiariedad y adicionalidad. La financiación de los programas se distribuye de la siguiente forma:

Desarrollo estructural regional (FEDER,FSE FEOGA-Orientación)

Reconversión zonas en declive industrial (FEDER-FSE)

Desempleo de larga duración (FSE)

Inserción profesional de jóvenes (FSE)

Adaptación de estructuras agrarias (FEOGA-Orientación)

Desaórollo rural (FEDER-FSE-FEOGA-Orientación)

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Interesante monografía sobre Geografía de Europa:

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Otra monografía sobre Europa: http://www.monografias.com/trabajosl2/cargeur/cargeur.shtml