Tema 17 – La península ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular

Tema 17 – La península ibérica: relieve, clima y vegetación. Diversidad regional de la España peninsular e insular

1- INTRODUCCIÓN

2- EL RELIEVE DE ESPAÑA

2.1.- CICLO HERCINIANO Y SUS ANTECESORES

2.1.1- CICLO ALPINO Y LA EVOLUCIÓN POSTERIOR

2.2- GRANDES UNIDADES DE RELIEVE

2.2.1-LA MESETA

2.2.2- CORDILLERAS INTERIORES Y DEPRESIONES CASTELLANAS

2.2.2.1 CORDILLERA CENTRAL

2.2.2.2 MONTES DE TOLEDO

2.2.2.3 EL CAMPO DE CALATRAVA Y LA MESETA EXTREMEÑA

2.2.2.4 LAS DEPRESIONES CASTELLANAS

2.2.3- LOS REBORDES DE LA MESETA

2.2.3.1 EL MACIZO GALAICO

2.2.3.2 CORDILLERA CANTÁBRICA

2.2.3.3 LA CORDILLERA IBÉRICA

2.2.3.4 SIERRA MORENA

2.2.4- UNIDADES EXTERIORES

2.2.4.1 LOS PIRINEOS

2.2.4.2 DEPRESIÓN DEL EBRO

2.2.4.3 LAS CORDILLERAS COSTERO-CATALANAS

2.2.4.4 LAS CORDILLERAS BÉTICAS

2.2.4.5 DEPRESIÓN DEL GUADALQUIVIR

2.2.5- EL ARCHIPIÉLAGO CANARIO

3- LOS CLIMAS DE ESPAÑA

3.1- FACTORES Y ELEMENTOS GENERALES Y REGIONALES

3.2- DINÁMICA ATMOSFÉRICA

3.2.1- MASAS DE AIRE Y CENTROS DE ACCIÓN ATLÁNTICOS. EL FRENTE POLAR:

3.2.2- MASAS DE AIRE Y PERTURBACIONES MEDITERRÁNEAS

3.2.3- MASAS DE AIRE CONTINENTALES 3.3- TIPOS DE CLIMA

3.3.1- CLIMA TEMPLADO-FRÍO OCEÁNICO (Cfb)

3.3.2- CLIMA TEMPLADO-FRÍO CONTINENTAL (Csb)

3.3.3- CLIMA MEDITERRÁNEO (Csa)

3.3.3.1 MEDITERRÁNEO OCEÁNICO

3.3.3.2 MEDITERRÁNEO CONTINENTAL

3.3.4- CLIMA SUBDESÉRTICO

3.3.5- CLIMA SUBTROPICAL

4- LA VEGETACIÓN EN ESPAÑA

4.1- FLORA Y VEGETACIÓN

4.2- DIVERSIDAD FITOGEOGRÁFICA DE LA PENÍNSULA

4.2.1- PENÍNSULA, ENCRUCIJADA DE CAMINOS

4.2.2- RASGOS FÍSICOS QUE CONTRIBUYEN A MANTENERLA DIVERSIDAD

4.3- LOS TRES GRANDES CONJUNTOS FITOGEOGRÁFICOS

4.3.1- EL ECOSISTEMA MEDITERRÁNEO

4.3.1.1 EL DOMINIO DEL ENCINAR

4.3.1.2 ALCORNOCALES

4.3.1.3 DOMINIO DÉLAS MAQUIAS Y ESPINALES

4.3.2- REGIÓN EUROSIBERIANA: BOSQUE CADUCIFOLIO

4.3.2.1 PROVINCIA ATLÁNTICA

4.3.2.2 PROVINCIA SUBMEDITERRÁNEA

4.3.3- VEGETACIÓN DE MONTAÑA

4.3.4- LA VEGETACIÓN CANARIA

5- SÍNTESIS DE LOS GRANDES MEDIOS BIOGEOGRÁFICOS

5.1- ESPAÑA HÚMEDA

5.2- LA ESPAÑA MEDITERRÁNEA

5.3- LA MONTAÑA

5.4- LAS ISLAS CANARIAS

6. BIBLIOGRAFÍA.

1 INTRODUCCIÓN

Cuando estudiamos el relieve, y el clima y la vegetación de un lugar, estamos analizando tres variables que, en mayor o menor medida, se hallan interrelacionadas, sobre todo los factores Clima y Vegetación. Atendiendo a criterios pedagógicos, las analizaremos de forma separada, con el objeto de facilitar una mejor comprensión al lector de las características de cada una de ellas. Empezaremos por estudiar los principales movimientos orogénicos que dieron como resultado la formación actual de la Península Ibérica y sus islas adyacentes, además de Canarias; posteriormente estudiaremos los factores climáticos que modelaron ese relieve y que dieron como resultado la vegetación actual, última variable analizada. Por último, haremos un análisis biogeográfico, a modo de resumen, en el cual expondremos la interrelación de los factores estudiados anteriormente, esto es, el relieve-sucios, climatología y vegetación, fundamento de lo que Alain Lacoste y Robert Salanon definen como “biocenosis”: “comunidades de seres vivos animales y vegetales que, en un lugar dado, comparten unas mismas condiciones generales de vida.”

2 EL RELIEVE DE ESPAÑA

2.1 CICLO HERCINIANO Y SUS ANTECESORES

Los terrenos geológicos más antiguos de España pertenecen a la era primaria, o sea al Precámbrico, de unos 600 millones de años de antigüedad. Hoy sabemos que entre los mares que, al principio de la Era primaria, cubrieron la Península Ibérica existían ya viejos macizos emergidos, originados sin duda por plegamientos antiguos; son los llamados núcleos precámbricos.

Para Manuel de Terán “el núcleo precámbrico más complejo pero mejor estudiado es el del macizo galaico-duriense”. Este conjunto de terrenos precámbricos forma una ancha banda arqueada de noroeste a sudeste, que comprende casi toda Galicia, desde la Coruña a Zamora, en donde desaparece debajo de los sedimentos terciarios de las depresiones castellanas, pero nuevamente vuelve a aparecer en Guadarrama, Toledo, Extremadura y Sierra Morena.

Sin duda alguna el viejo macizo precámbrico, plegado en diferentes etapas, fue arrasada durante una período largo de erosión, y más tarde cubierto total o parcialmente por los mares paleozoicos. Al finalizar la Era Primaria, entre el período Carbonífero y Pérmico se produjo el paroxismo que iba a transformar la configuración del territorio peninsular. Del seno de los mares que cubrían la mayor parte de la Penhsula surgieron las cadenas de montañas pertenecientes al sistema herciniano europeo. El paroxismo principal ocurrió en el transcurso del período Carbonífero, al principio del cual la sedimentación marina, que había dominado hasta entonces, fue sustituida por sedimentos continentales (conglomerados, areniscas, pizarras, etc) con lechos de carbón, abundantes en Asturias, Sierra Morena, etc.

Concomitante con el paroxismo herciniano se produjo un activo magmatismo que dio lugar a la erupción de potentes masas de rocas plutónicas, principalmente de tipo granítico. Asimismo en las profundidades del geosinclinal, gracias a las elevadas temperaturas y presiones reinantes, los sedimentos depositados en él se transformaron en rocas cristalinas de elevado grado de metamorfismo (gneis, pizarras, etc). Todas estas manifestaciones magmáticas, indicativas de la actividad del interior de la Tierra, se traducen en la formación de filones metálicos de plomo, mercurio, pirita, etc, que armen en los terrenos paleozoicos y que, según los geógrafos M. Terán, L. Solé y J. Vilá Valentí “son la base principal de la riqueza minera de la península.”

2.1.1 CICLO ALPINO Y LA EVOLUCIÓN POSTERIOR

Después de formada la cordillera herciniana sucede un período de calma orogénica y estabilidad que comprende los tiempos secundarios y principios de los terciarios. Durante este largo lapso de tiempo, los agentes de la erosión atacan las cordilleras recién formadas hasta convertirlas en relieves de escasa importancia o reducirlas a unas penillanuras. Así, al empezar la Era Secundaria, las cordilleras españolas hercinianas están ya arrasadas. Tanto la arroyada como el viento son circunstancias meteóricas, asociadas el fenómeno de periglaciarismo, fundamentales para entender el proceso erosivo en este tipo de climas. Según Max Derruau, el viento es más importante incluso que la arroyada, “sobre todo en las regiones situadas en la trayectoria de las depresiones barométricas… donde son frecuentes las velocidades de 100 km por hora.” En el caso de la Península Ibérica, esto se produciría en las zonas de alta montaña, lógicamente.

A partir de este momento, el mar, en vaivenes sucesivos va reduciendo progresivamente la superficie emergida. Los sedimentos acumulados durante este período de calma son, por lo regular, materiales finos, poco influidos por los aportes de tierra del continente, ya que los ríos que surcaban la penillanura tenían escasa pendiente y por consiguiente arrastraban sólo derrubios fines, arenas y arcillas.

El plegamiento alpino: en la fosa oceánica que contorneaba la Meseta, desde Cantabria hasta Andalucía, se depositaron, en le transcurso del Secundario, los grandes espesores de sedimentos que más tarde fueron comprimidos durante los plegamientos alpinos entre los tentáculos representados por los antiguos macizos hercinianos; Meseta Central francesa, Meseta Española y macizo Bético-rifeño. Entre los dos primeros se formaron los Pirineos, y entre la Meseta y el último las Cordilleras Bélicas, o sea, las dos cordilleras alpinas principales de la Península.

Todas las grandes cordilleras de la Tierra se han formado en condiciones análogas, esto es, a expensas de los materiales depositados en el fondo de un antiguo geosinclinal limitado por macizos antiguos que han obrado como topes de prensa indeformables, rígidos y contra los cuales se han plegado los materiales plásticos.

Los sedimentos nuevos, recién depositados, no han sufrido todavía ninguna compresión importante, y se comportan como plásticos; de forma que ante la presión orogénica se pliegan con facilidad, y si hay niveles lubricantes se producen desplazamientos más o menos importantes. En cambio los materiales antiguos son duros y quebradizos, son por tanto rígidos, y solamente cuando la presión alcanza un suficiente grado se abomban y, en el caso extremo acaban quebrándose en bloques separados por fallas.

A la luz de estas ideas, el conjunto de la Península aparece como una gran unidad tectónica de orden superior. El bloque antiguo de la Meseta constituye, dentro del geosinclinal alpino, un espolón de la antigua Europa adentrado en el mar de Tetis. Cuando los sedimentos depositados en este mar sean comprimidos por el empuje del continente africano, la cordillera que se forme en el geosinclinal contorneará desde lejos estos viejos bloques. Así, tanto el trazado del actual Pirineo, como de las cordilleras Héticas debe verse la influencia de estas moles resistentes que obraron como topes de prensa. No sin sufrir ellos mismos los efectos de este papel pasivo, pues los bordes de la Meseta se fruncieron y resquebrajaron, dando lugar a la formación de la Cordillera Cantábrica, Ibérica y Sierra Morena, el gran círculo montañoso que contornea la Meseta. Debido a este choque la propia meseta se resquebraja, dividiéndose en dos y emergiendo el Sistema Central. El plegamiento principal de las Cordilleras Bélicas ocurre poco más tarde, lo mismo que en Baleares, durante el Mioceno.

Casi simultáneamente con estos hechos tiene lugar un fenómeno importante: la formación de las prefosas alpinas. Frente al Pirineo se forma la Depresión del Ebro y frente a la Cordillera Bética, la del Guadalquivir. Ambas, de momento, están ocupadas por el mar, pero pronto, especialmente la primera, la sedimentación marina es sustituida por depósitos lacustres que rellenan las fosas recién formadas con los derrubios arrancados a las nuevas e ingentes cordilleras que las bordean.

La evolución posterior al plegamiento alpino: durante la segunda mitad de la Era Terciaria toda la Península sufre amplias deformaciones o abombamientos, que afectan incluso a la Meseta entera, y elevaciones y descensos en bloque que se producen lo mismo en los macizos antiguos que en las sierras formadas y todavía inestables. Es la llamada tectónica morfológica. La acción erosiva será también importante, y así buena parte de los relieves originados por el plegamiento alpino quedaron sepultados bajo potentes masas de gruesos derrubios, arrastrados por los ríos.

En la era cuaternaria se produce el último retoque, debido a los llamados períodos glaciares. Durante cada período glacial, al disminuir la temperatura, el nivel de las nieves permanentes descendería unos 1.200 metros más abajo que en la actualidad, llegando a los 2.200 metros en los Pirineos y los 2.600 en Sierra Nevada. En consecuencia, sobre las más importantes cordilleras peninsulares: Pirineos, Cantábrica, Central y Sierra Nevada, se instalaron glaciares que dejaron la impronta de su erosión característica en las cimas, transformadas en circos de paredes escarpadas y cresterías agudas, mientras en las cabeceras de los valles adquirieron la característica forma en U, a la vez que en ellos se depositaron sus morrenas.

En las áreas próximas a la dureza del clima de los períodos glaciales, pero no cubiertas por los glaciares, las heladas resquebrajaron el roquedo formando acumulaciones de bloques mezclados con limos del suelo. Se originaron así pequeñas formas y estructuras de los derrubios reveladores de la acción de las heladas. Los fenómenos de gelifluxión (corrientes de fango producidos por la acción del deshielo) y crioturbación (ruptura del roquedo debido a la acción de las heladas) fueron característicos de la climatología periglaciar. A su vez, los cambios climatológicos producidos, con época de mayor temperatura y viceversa, ayudaron la modelado de la península, sobre todo en lo que se refiere a las alternancias de los cauces fluviales, con las consiguientes formaciones de terrazas debido a los efectos glacioeustáticos.

2.2 GRANDES UNIDADES DE RELIEVE

2.2.1 LA MESETA

En la constitución de la Meseta hay que distinguir dos elementos estructurales muy diferentes: el zócalo antiguo, rígido, y la cobertera moderna, plástica. El primero constituye la unidad que algunos geólogos denominan las Hespérides. El zócalo hespérico de la Meseta es un bloque de constitución compleja, formado por materiales muy antiguos, desde el Precámbrico al Paleozoico. Durante el período Secundario el macizo Herciniano fue arrasado y convertido en una penillanura suavemente inclinada hacia el Mediterráneo. Sus bordes oriental y septentrional frieron invadidos por el mar, que depositó sobre el zócalo arrasado una cobertera de materiales sedimentarios. Durante el Terciario, fueron rellenados de sedimentos continentales y lacustres. A consecuencia de la Orogénesis alpina la meseta quedó estructurada en las siguientes unidades morfoestructurales: El viejo zócalo arrasado y más o menos deformado, que únicamente aflora en el occidente peninsular; Las sierras interiores: Cordillera central y Montes de Toledo; Las depresiones interiores: Duero y Castellanomanchega; El círculo montañoso formado por los terrenos mesozoicos de sus bordes: cordilleras Cantábrica e Ibérica.

2.2.2 CORDILLERAS INTERIORES Y DEPRESIONES CASTELLANAS

2.2.2.1 CORDILLERA CENTRAL

Esta cordillera divide la Meseta en dos mitades o submesetas, la Septentrional, avenada por el río Duero, y la Meridional, perteneciente a las cuencas del Tajo y del Guadiana. Las sierras que la constituyen se elevan por encima de los 2.500 metros y están separadas por estrechos corredores o depresiones transversales que facilitan el paso entre las dos submesetas, como el notable corredor de Béjar, paso obligado para las comunicaciones entre León y Extremadura. De este a oeste aparecen las sierras de Ayllón, Somosierra, Guadarrama, Gredos, Béjar, Peña de Francia y Sierra de la Estrella, esta última ya en Portugal.

2.2.2.2 MONTES DE TOLEDO

Aproximadamente en la parte media de la Submeseta Meridional se elevan los relieves destacados de los Montes de Toledo, de un centenar de kilómetros delargo, de este a oeste, los cuales se mantienen en su mayor parte entre los 1.200 y 1.400 metros, alcanzando su máxima altura en la sierra de Guadalupe (1.603 metros). Hacia el este, las alteraciones montañosas descienden suavemente y se resuelven en una serie de relieves que acaban fundiéndose con la Meseta Extremeña. La similitud de alturas a que se mantiene buena parte del macizo indique ya que se trate de los restos de una peniplanicie ampliamente deformada que se intercala entre la llanura de la Manchay la de Extremadura. Las influencias del zócalo de la Meseta son más acusadas, sobre todo destacan por su mayor resistencia los crestones de cuarcita, como la larga alineación de San Pedro, de 75 kilómetros de largo, mientras que los valles están excavados en las pizarras; se trata pues de un modelado típicamente apalachiense.

2.2.2.3 EL CAMPO DE CALATRAVA Y LA MESETA EXTREMEÑA

En la Submeseta inferior, al oeste de la Mancha y a partir del meridiano de Ciudad Real, se inicia una región de montañas medias cuya prolongación natural se encuentra en el centro y sur de Extremadura. Se trata de un umbral montañoso que separa el alto y el medio Guadiana y cuyo origen es todavía poco conocido, pero que sin duda alguna se debe a un abombamiento acompañado de una Kd de fracturas que ha aprovechado en buena parte los accidentes tectónicos hercinianos. Estas fallas han provocado la formación de la región volcánica del Campo de Calatrava, cuyos asomos basálticos forman roquedos denominados “castillejos” y “negrizales”, aparte de unos sesenta conos volcánicos de modestas dimensiones, los mayores de los cuales tienen de 100 a 200 metros de altura.

2.2.2.4 LAS DEPRESIONES CASTELLANAS

Se trata de dos llanuras muy similares, la de la Submeseta Septentrional y la de la Submeseta Meridional, tanto por su origen corno por su constitución geológica y formas de relieve. La depresión castellano-leonesa o del Duero se mantiene a mayor altitud, entre 700 y 800 m, mientras la de Castilla la Mancha es de 600-700 m. Otra diferencia importante es que mientras la Submeseta Septentrional es de uniforme constitución y pertenece toda ella a una sola cuenca hidrográfica, la del Duero, en cambio la Submeseta Meridional está accidentada en su parte media por los Montes de Toledo, que la divide en dos cuencas hidrográficas, la del Tajo y la del Guadiana.

2.2.3 LOS REBORDES DE LA MESETA

2.2.3.1 EL MACIZO GALAICO

El conjunto de las montañas de Galicia están originadas por un gran abombamiento del ángulo noroeste la Meseta, cortada por numerosas fallas, y resuelto en una alternancia de horst (elevaciones) y cubetas escalonadas desde el mar hasta las cumbres de la Sierra de Segundera. La superficie de erosión más elevada, como la Sierra de Segundera y la Dorsal Gallega (que atraviesa la parte occidental de Galicia) corresponde seguramente a una penillanura antigua, cuya edad es difícil de precisar, pero que lógicamente puede emparentarse con la misma superficie de la Meseta, mientras que la ulterior, sería de la época terciaria (concretamente del mioceno).

2.2.3.2 CORDILLERA CANTÁBRICA

En el sector asturiano se repiten los mismos temas morfológicos señalados en el occidente gallego, pero con una diferencia. Las elevadas superficies de erosión de las cumbres se desarrollaron sobre una sucesión de pliegues bastante regulares, caracterizados por la sucesión de rocas de resistencia muy diferente, como las cuarcitas y las pizarras. Las rocas más resistentes forman los cordales de las sus sierras, que al llegar a la costa dan lugar a promontorios rocosos que se adentran en el mar, las “cuarcitas de los cabos” de los geólogos. En cambio, en las bandas pizarreñas, más blandas, se han excavado fácilmente los valles, prolongados por las pequeñas rías de la costa cantábrica. Se trata del mismo tipo de relieve apalachiense del occidente de Galicia. A su vez, los grandes afloramientos de calizas del Carbonífero inferior dan lugar, como en los Picos de Europa, a macizos cársticos. En el sector oriental de Asturias y entrados ya en la Montaña santanderina, la cobertera mesozoica se ha conservado mejor, debido al progresivo hundimiento del zócalo paleozoico.

2.2.3.3 LA CORDILLERA IBÉRICA

La Cordillera Ibérica no tiene la recia compacidad de las serranías cantábricas ni la robustez pirenaica; por el contrario, amplias depresiones longitudinales y pequeñas cuencas locales la escinden en varias unidades, quitándole el carácter de cordillera continua. A lo largo de ella, desde su extremo noroeste formado por el macizo de la Demanda , que se yergue entre Burgos y Logroño, hasta Alcoy, en Alicante, pueden distinguirse, en este recorrido de 400 kilómetros de largo, varios sectores. En su tercio noroeste, la cordillera se eleva bruscamente con alineaciones robustas y rígidas, en las que de forma casi continua se inscriben macizos tan importantes como la Demanda o Urbión. Pero el tramo medio de la cordillera, desde Soria hasta Teruel, además de perder vigor, está hedido longitudinalmente por una depresión, es el corredor de Calatayud-Teruel. Esta fosa está rellena por sedimentos terciarios, y divide buena parte de la cordillera en dos ramas paralelas: la interior o castellana, en la que únicamente se inscriben las sierras de la Paramera de Molina y la Sierra de Albarracín, y la rama lindante con la Depresión del Ebro o aragonesa, en la que se alinean los macizos del Moncayo, Maestrazgo, Javalambre, etc.

2.2.3.4 SIERRA MORENA

Vista desde la Submeseta sur, Sierra Morena apenas sí representa una penillanura, sin embargo, desde Andalucía da la impresión de una cordillera de mayor altitud, y ello es debido a los distintos desniveles que tiene que superar, bien diferentes desde ambos lados. El contraste del paisaje es brutal entre la serranía “morena”, tanto por el roquedo como por su vegetación de matorrales espesos. Ese violento contaste viene condicionado por un gran accidente geológico que interrumpe el zócalo antiguo de la Meseta y lo pone en contacto con los terrenos terciarios de la llanura bética. Los ríos que por el lado norte afluyen al Guadalquivir hienden dicho peldaño, encajándose en tajos profundos, como el de Despeñaperros, y contribuyen a dar al borde meridional de la Meseta su aspecto montañoso y aserrado.

2.2.4- UNIDADES EXTERIORES

2.2.4.1 LOS PIRINEOS

Forman entre el golfo de Vizcaya y el cabo de Creus una recia cordllera continua de 435 kilómetros. Su pico más elevado es el Aneto (3.404 m.), situado en el macizo de la Maladeta. Hacia los extremos el eje de la cordillera empieza a descender suavemente hasta enlazar por el oeste sierras de moderada altura en el País \&sco, mientras que por el este el descenso es mucho más brusco. El eje longitudinal es pues disimétrico. La misma falta de simetría se acusa en un corte transversal, pero más acentuada todavía. De los 150 kilómetros de ancho del Pirineo central cerca de les dos tercios corresponden al sector sur y sólo una tercera parte al sector norte o francés. El Pirineo está constituido por dos unidades geológicas de naturaleza y edad muy diferentes: en el centro, la llamada por los geólogos Zona Axial, pues viene a sercomo el eje directriz de la cordillera. Es el resto de un antiguo macizo herciniano, formado sobre todo por terrenos primarios, entre los que abundan las pizarras y las rocas cristalinas como el granito. Al norte y al sur de la Zona Axial se extienden, paralelamente, varías líneas de sierras formadas por terrenos más modernos, sobre todo secundarios, distribuidos con mucha regularidad, es el Prepirineo, cuyas cumbres rebasan los 2.000 m., pero cuyas alturas se escalonan gradualmente hasta las depresiones que se extienden a un lado y otro de la cordillera. Es el Pirineo predominantemente calizo.

2.2.4.2 DEPRESIÓN DEL EBRO

Entre la cordillera Ibérica y el Pirineo se extiende la ancha zona deprimida de forma triangular denominada Depresión el Ebro. Desde inicios del Terciario la depresión estuvo ocupada por un amplio brazo de mar que separaba el borde septentrional de la Meseta del Pirineo, que empezaba a surgir. Pero pronto sus comunicaciones con el mar abierto a través de Cataluña y Navarra se cerraron, transformándose en un gran lago durante casi todo el terciario. Los sedimentos, marinos primero y continentales después, depositados en esta cuenca alcanzan por los menos 2.000 metros de espesor.

2.2.4.3 LAS CORDILLERAS COSTERO-CATALANAS

Hacia el este, la Depresión del Ebro queda cerrada por el conjunto de sierras que constituyen las llamadas cordilleras Costero-catalanas. Estos relieves forman una barrera montañosa de unos 250 kilómetros de longitud, extendida paralelamente a la costa, que aisla las tierras hundidas de la Depresión del Ebro respecto al mediterráneo. Estas cordilleras no constituyen un relieve demasiado destacado y macizo, sino que aparecen fragmentadas tanto longitudinalmente como transversalmente. Se dividen en tres grandes unidades estiradas longitudinalmente de nordeste a sudoeste: Cordillera costera o litoral (tendida entre Gerona y Vilanova i la Geltrú); Depresión Prelitoral (formada por un país de colinas suaves, situadas entre 100 y 200 m., bien cultivada y poblada); Cordillera Prelitoral (de unos 250 kilómetros de largo, es la alineación más importante y compleja del sistema montañoso catalán, destacando el macizo del Montseny y Montserrat).

2.2.4.4 LAS CORDILLERAS BÉTICAS

Los sedimentos que forman la cordillera se depositaron en las profundidades mismas del gran geosinclinal alpino, en donde ininterrumpidamente durante el Secundario y la mitad del Terciario se acumularon potentes espesores de materiales. En éstos, grandes masas de calizas alternan con buenos espesores de margas, lo cud provocó por una parte, durante la orogénesis, despegues de corrimientos entre materiales de tan diferente consistencia, lo que explica la falta de continuidad y la distribución anárquica de las líneas de plegamiento; y por otra, ha permitido un modelado de formas suaves sobre materiales blandos. El plegamiento alpino trastornó la paleogeografía del antiguo geosinclinal bético con la aparición de las arrugas de plegamiento que forman las actuales Cordilleras Béticas, hundiendo simultáneamente la región del Guadalquivir, que se transformó en prefosa alpina, intercalada entre la cordillera recién formada y el borde meridional de la Meseta. Los plegamientos originaron dos grandes conjuntos orográficos y morfotectónicos: la Cordillera Penibética que bordea la costa y en donde se hallan las culminaciones del sistema: Ronda (1.919 m.), Almijara (1.824 m.), Tejeda (2.065 m.), Nevada (3.478 m.), Baza (2.269). Gádor (2.322 m.), Filabres (2.168 m.), Estancias (1.718 m.), etc, y la Cordillera subbética, que comienza en Grazalema, pasando por la Harana, Segura, Cazorla, etc. Entre ambas unidades serranas se intercala una amplia depresión longitudinal, aunque discontinua, denominada Depresión o Surco Intrabético, y destacan las hoyas de Antequera, Granada, Guadix y Baza.

2.2.4.5 DEPRESIÓN DEL GUADALQUIVIR

Entre los bordes escarpados de la meseta y las serranías bélicas se extiende la Depresión del Guadalquivir, amplia llanura de forma triangular, ampliamente abierta al Atlántico. La depresión tiene unos 330 kilómetros de longitud por unos 200 de anchura en su porción costera, pero se estrecha aguas arriba del Guadalquivir. Como su gemela, la Depresión del Ebro, se trata de una gran zona hundida a consecuencia de los paroxismos alpinos, o prefosa de las Cordilleras Béticas, rellenada posteriormente por sedimentos terciarios relativamente modernos. Pero, a pesar de la similitud de origen, hay grandes diferencias entre ambas depresiones. En primer lugar es de destacar la gran disimetría de los bordes de la depresión: el del norte, rectilíneo y abrupto, producido por la gran flexión de falla de Sierra Morena; la del sur, mucho más sinuoso y discontinuo. La edad de formación es también diferente, así como el tipo de relleno, la del Guadalquivir casi exclusivamente marino. El modelado típico son los relieves en colinas y lomas suavemente onduladas, modelados a expensas de sus finos materiales marinos.

2.2.5- EL ARCHIPIÉLAGO CANARIO

El archipiélago canario está constituido por la agrupación de siete islas mayores y seis menores, todas ellas volcánicas, situadas en el Atlántico, es el extremo más meridional de España. Tenerife, la isla de mayor superficie, es también la de más elevada altitud ( El Teide a 3.718 m.). Salvo las dos más orientales, el resto superan los 1.000 m. de altitud, a pesar de su escasa extensión. Estos datos indican unas topografías por lo común muy escapadas. Sin embargo, Lanzarote y Fuerteventura presentan unos macizos montañosos en general muy suaves, unos valles menos pronunciados y amplias superficies modeladas por glacis.

Las islas son verdaderos promontorios. El origen de las mismas parece estar en la compresión de la placa atlántica con la atlásica, generando fracturas y las consiguientes emisiones volcánicas submarinas. Desde el mioceno se apilan grandes cantidades de emisiones basálticas rápidas de carácter fisural que van a constituir el armazón fundamental de casi todas las islas. Estas extrusiones serán posteriormente erosionadas por barrancos y acantilados o recubiertas por nuevas emisiones volcánica». Sólo la isla del Hierro y las islas más pequeñas e islotes son exclusivamente cuaternarios. Como consecuencia de los diferentes modos de emisión y litologías distintas, aparecen diversas construcciones según las islas y unos tipos de conjuntos de formas estructurales muy características: macizos antiguos, dorsales por alineaciones volcánicas altas, calderas de explosión, depresiones formadas por escasez de emisiones entre edificaciones volcánicas importantes, como el valle de La Orotava, campos de volcanes como los de Timanfaya en Lanzarote, etc.

3- LOS CLIMAS DE ESPAÑA

3.1 FACTORES Y ELEMENTOS GENERALES Y REGIONALES

España, por su situación en la zona templada, se encuentra en el dominio de la circulación general del oeste, pero ya en la faja meridional, en contacto con las altas presiones subtropicales, y en la parte occidentes del continente, frente al Atlántico. Afectan así, de manera esencial, los desplazamientos estacionales en latitud y las ondulaciones de la corriente superior del oeste, con los jet-streams o corrientes en chorro y su inestabilidad específica; con ellos enlazan, a su vez, el vaivén de las masas de aire, el frente polar y los centros de acción Atlánticos en la superficie, hacia el norte en verano y hacia el sur en invierno, así como los avances esporádicos.

Como rasgos modificadores han de añadirse la posición en el sudoeste de Europa entre ésta y África, con lo cual experimenta el influjo de masas de aire continentales y del cálido Mediterráneo. Además, el variado relieve y la forma maciza de la Península, rodeada de montañas en su mayor parte, ocasionan diferencias notables entre el interior y las costas o entre sierras y llanos. Además, debe tenerse en cuenta la influencia general de al Corriente marina del Golfo y en Canarias la corriente marina de Canarias. El resultado último es la acusada diversidad, estacional y regional, en el tiempo y en los elementos climáticos. Por lo tanto, son muy variados los tipos de clima.

3.2 DINÁMICA ATMOSFÉRICA

3.2.1 MASAS DE AIRE Y CENTROS DE ACCIÓN. EL FRENTE POLAR

Sobre el océano Atlántico entran en contacto el aire frío septentrional y el cálido meridional, los dos cálidos y húmedos, y entre ambos se origina el frente polar, que genera situaciones de mal tiempo generalizado y precipitaciones formadas por el choque de estas dos masas de aire húmedas. Según J J. Capel Molina, “las principales masas de aire que afectan a España son: tropical, polar y ártico”. Atendiendo a las características de temperatura y humedad tenemos.

Masas de aire frió: Afectan en invierno y son muy frías, excepto cuando actúa la masa de aire polar marítimo con un tiempo algo menos riguroso y mas húmedo.

Aire polar continental (Pc)

Aire ártico marítimo (Am)

Aire polar marítimo (Pin )

Masas de aire caliente: provocan tiempo estable, soleado y seco.

Aire tropical marítimo (Tin ) procedente del Anticiclón subtropical de las Azores.

Aire tropical continental (Te) procedente del Sahara es un aire caliente y muy seco.

El Frente Polar Atlántico tiene un gran protagonismo en el tiempo atmosférico ibérico. Puede ser cálido o frío, y trae consigo precipitaciones, casi siempre abundantes, en forma de borrasca de tipo dinámico. Las borrascas genuinas suponen, es decir, las dinámicas, suponen las tres cuartas partes del total de las que afectan a España. Cuando llegan a la fachada occidental de la Península Ibérica se estabilizan, y llegan poco activas a las costas mediterráneas.

3.2.2 MASAS DE AIRE Y PERTURBACIONES MEDITERRÁNEAS

En general, cuando en el Mediterráneo occidental aparece un frente es la prolongación del polar atlántico, desviado por ese camino. Así, los frentes propios del Mediterráneo son hay negados o muy discutidos. Entre el aire polar continental del norte y el aire tibio del Mediterráneo sitúan algunos autores el frente mediterráneo, que otros califican de pseudofrente. Jansá Guardiola dedicó un estudio monográfico a este frente, llegando a la conclusión de que es sólo un accidente del frente polar atlántico.

En el otoño e incluso a principios del invierno, se pueden situar en altura bolsas de aire frío, que absorben la gran humedad de un mar muy recalentado por las altas temperaturas del verano, produciéndose las llamadas gotas frías, que generan situaciones de bajas presiones muy fuertes, con importantes precipitaciones, descargadas en muy poco espacio de tiempo.

3.2.3 MASAS DE AIRE CONTINENTALES

Los Anticiclones de Aire Polar Continental, formados en invierno en las regiones más fríos de Europa, cuando alcanzan la península ibérica provocan celos despejados y mucho frío. Este proceso se puede ver reforzado en el interior de la península debido a la importante masa continental ibérica. Muy pocas veces alcanza directamente el gran anticiclón ruso.

Durante el verano, el intenso caldeamiento del suelo ibérico y del norte de África provoca una situación de baja presión de origen térmico, denominada Baja Térmica Sahariana, aunque sólo genera situaciones tormentosas de tipo local, ya que en general, la presencia en verano del anticiclón de las Azores impide lluvias generalizadas.

3.3 TIPOS DE CLIMA

Casi toda España está incluida en los climas templados, es decir, sin ningún mes con una temperatura media inferior a -3 grados. En el norte es lluvioso, en el resto con verano seco, es decir Mediterráneo. Dejando a parte la singularidad climatológica de nuestras montañas podemos clasificar los climas de España de la siguiente manera:

3.3.1 CLIMA TEMPLADO-FRÍO OCEÁNICO (Cfb)

Este clima se da en toda la cornisa cantábrica incluyendo gran parte de Galicia. Se caracteriza por temperaturas suaves, más bien frías, en invierno muy atenuada y en verano fresca (en agosto no supera la media de 20 grados), con oscilaciones térmicas bajas. Precipitaciones todo el año, superan los 1.000 litros anuales, no hay ningún mes seco (todos superan los 30 litros mensuales), incluso en verano.

3.3.2 CLIMA TEMPLADO-FRÍO CONTINENTAL (Csb)

Este clima aparece básicamente en la submeseta norte. Se caracteriza por unas temperaturas medias más bien bajas, sobre todo en invierno, y amplitudes térmicas bastante elevadas, incluso superiores a 20 grados, debido al efecto de la continentalización. Las precipitaciones son más reducidas (de 350-550 litros), más importantes en los equinoccios, ya que en verano la incidencia del anticiclón de las azores, y en invierno la incidencia de anticiclones polares y continentales reduce ligeramente las precipitaciones.

3.3.3 CLIMA MEDITERRÁNEO (Csa)

Dentro de este clima existen múltiples variedades. En realidad, lo único que une a los distintos climas mediterráneos es su sequía estival. Por lo demás, las diferencias entre unos y otros pueden ser notables.

3.3.3.1 MEDITERRÁNEO OCEÁNICO

Este clima lo encontramos en prácticamente toda la zona costera mediterránea española, con ligeras variaciones, sobre todo pluviométricas, en algún caso bastante importantes. Se caracteriza, además de la sequía estival, una escasa amplitud térmica, con temperaturas cálidas en verano y suaves en invierno. Las precipitaciones van desde los 400-800 litros anuales, sobre todo en la parte catalana. Las precipitaciones descienden a medida que descendemos hacia el sur, y vuelven a ascender a medida que nos acercamos al estrecho de Gibraltar, naso de las borrascas atlánticas.

3.3.3.2 MEDITERRÁNEO CONTINENTAL

Lo encontramos en el interior de Andalucía, Extremadura y la Castilla la Mancha básicamente. Se caracteriza, además de la correspondiente sequía estival, por unas oscilaciones térmicas relativamente importantes (más de 15 grados), veranos muy calurosos y inviernos bastante fríos. Las precipitaciones oscilan entre los 500 y 700 litros.

3.3.4 CLIMA SUBDESÉRTICO

Hay en la Península dos climas subdeséríicos. Uno de ellos provocado por efectos de la continentalización, que se sitúan en tres puntos: en la parte noroccidental de Castilla-León, en el desierto de los Monegros y en la zona de Albacete. Se caracteriza por precipitaciones que apenas superan los 300 litros anuales, con grandes oscilaciones térmicas. Y el otro en el sureste peninsular, el desierto de Tabernas, provocado por el efecto Fóehn debido a la barrera montañosa de Sierra Nevada, cuyas precipitaciones también son escasas, pero la temperatura media anual es más elevada y las oscilaciones térmicas son menores.

3.3.5 CLIMA SUBTROPICAL

Este clima se produce en las islas Canarias. Situadas muy cerca del trópico de Cáncer, están dominadas por el cinturón de altas presiones subtropicales, que dan lugar a la persistencia de los vientos alisios. Proceden del anticiclón de las Azores, son regulares y dan lugar a una nubosidad anual variable. Por otra parte, la presencia de la corriente fría de Canarias, con una dirección Nordeste-sudoeste, provoca que las aguas superficiales, más calientes, emigren hacia el sudoeste, y sean sustituidas por aguas más frías, su efecto es atemperante. De no existir esta corriente, posiblemente las islas presentarían un mayor índice de aridez, con temperaturas más elevadas. La situación climática dominante en estas islas es de un tiempo anticiclónico templado-seco. Las temperaturas medias se caracterizan por su templanza y homogeneidad, que oscilan entre los 20-23 grados en las zonas costeras, y los 17-19 grados en las medianas. Las precipitaciones son un fiel reflejo de la orografía y la orientación. No se puede decir que las Canarias, en conjunto, sean lluviosas, pero sí que se dan en ellas importantísimos contrastes. En general, en las islas de mayor relieve se sobrepasan los 600 litros anuales en la vertiente de barlovento y difícilmente se alcanzan los 300 en la de sotavento. Pueden ser incluso nulas las precipitaciones en algunos sectores sureños. La nubosidad se reparte de forma muy desigual. Aquellas en que, por su altitud, se estanca el mar de nubes presentan, en su ladera norte, expuesta al alisio, un elevado número de días cubiertos. Por el contrario, en las laderas sur, y oeste, y en las islas más llanas, la mayoría de los días son despejados.

4 LA VEGETACIÓN EN ESPAÑA

4.1 FLORA Y VEGETACIÓN

La Península Ibérica, por su posición de puente entre distintas regiones biogeográficas, de características fíorísticas muy diferentes, presenta una flora muy rica. A ello contribuye también la gran variedad del clima (factor fundamental en la aparición de distintos ecosistemas) y la complejidad del relieve.

Así se distinguen los reinos florales, caracterizados por endemismos de órdenes y familias. Éstos se subdividen en regiones con endemismos de familias y géneros, y con una flora mayoritariamenté particular. A su vez las regiones se subdividen en dominios y éstos en sectores y estos últimos, finalmente, en distritos.

4.2 DIVERSIDAD FITOGEOGRÁFICA DE LA PENÍNSULA

4.2.1 PENÍNSULA. ENCRUCIJADA DE CAMINOS

La localización confiere a la Península el carácter de lugar de convergencia de las más variadas influencias. Como señala J. Vilá Valentí la Península Ibérica “aparece como una encrucijada tanto de hechos físicos como humanos”. Es evidente la extraordinaria variedad humana y biogeográfica en relación con el clima, los materiales litológicos, el relieve y los suelos, así como con la posición y situación de la Península. Desde el Paleolítico en el suelo peninsular el istmo pirenaico sirvió de paso a varias migraciones indoeuropeas y germánicas. En la vegetación encontramos asimismo estas influencias europeas representadas por la mayor parte de los árboles cadicifolios y plantas medioeuropeas.

Por el sur, África se encuentra a sólo 14 kilómetros, y este estrecho es a su vez un lugar de paso constante de poblaciones. Las influencias africanas en la vegetación de España son asimismo bien patentes, particularmente en los sectores más áridos y cálidos. El palmito puede considerarse como una planta representativa de esta relación con las tierras africanas de carácter mediterráneo meridional.

Las migraciones llegadas por el este significan la aportación del mundo mediterráneo que ha alcanzado un papel preponderante en la Península; las oleadas fenicias y griegas han representado una importante aportación étnica y cultural.

4.2.2 RASGOS FÍSICOS QUE CONTRIBUYEN A MANTENER LA DIVERSIDAD

En el clima aparecen asimismo en juego las diferentes influencias ya mencionadas. Por un lado, el Atlántico aporta humedad y temperaturas moderadas que se oponen a la aridez del Mediterráneo. Por otro lado, las oleadas de calor y frío procedentes del sur y del norte luchan a lo largo del año por el dominio peninsular. El resultado es el contraste climático y su variación, no sólo temporal sino también espacial. Cada una de las influencias señaladas tiene un área en la que domina; no obstante, son muy frecuentes las interpenetraciones, por b que la gama de variaciones climáticas es extraordinariamente acusada.

La configuración de la Península en y relieve influye también en esta diversidad. La forma ancha de la Península y la existencia de la Meseta central, rodeada de relieves montañosos por el norte, este y sur, que contribuyen a aislarla hacen de este altiplano un área en la que aparecen rasgos de cierta continentalidad. Este hecho distingue la Península Ibérica de las demás penínsulas mediterráneas, en las que las influencias marinas penetran en todo su ámbito.

El relieve extremadamente contrastado permite la constitución de gran número de hábitats de características muy diferentes que permiten la vida a muy variados tipos de vegetación. En la Península se encuentran representadas prácticanente todas las principales formas de relieve. La Meseta constituye un altiplano extenso. Importantes cordilleras aparecen bordeando la Meseta o situadas totalmente al exterior. El factor altitud se combina con la latitud permitiendo interesantes contrastes climáticos y de vegetación, en definitiva la aparición de distintos ecosistemas. Por otra parte, son importantes a su vez por su extensión las depresiones, entre las que destacan la del Ebro, cerrada a las influencias marítimas, y la del Guadalquivir, abierta al Atlántico. Hay que destacar también la importancia, por un lado, de muchas llanuras costeras que bordean la periferia peninsular y, por el otro, la existencia de muchos sectores, como en las costas cantábricas o en el norte de Cataluña, donde las vertientes montañosas caen directamente al mar originando nuevas posibilidades de combinaciones ecológicas. Finalmente, cabe destacar la existencia de frecuentes depresiones cerradas y fosas, en las que son frecuentes las inversiones de temperatura.

A la variación climática y morfológica deben añadirse los contrastes líticos y edáficos que contribuyen a hacer más complejo el paisaje vegetal. Las ricas en sílice aparecen en la zona occidental, de predominio del antiguo macizo herciniano, contrastan con las rocas carbonatadas del Secundario y terciario.

4.3 LOS TRES GRANDES CONJUNTOS FITOGEOGRÁFICOS

Dentro de la compleja diversidad de la Península y como resultado, en primer lugar, de los rasgos climáticos, se distinguen en España tres grandes conjuntos que corresponden a las tres regiones florales: conjunto mediterráneo, conjunto eurosiberiano y conjunto de alta montaña.

El área mediterránea es la más extensa, se caracteriza por un clima mediterráneo, que se define por la conjunción, en verano, de elevadas temperaturas y escasa pluviosidad, originándose en esta estación un período de aridez más o menos acusado y prolongado, que contrasta con los inviernos y, particularmente, con las estaciones equinocciales de temperaturas suaves y precipitaciones de cierta inportancia. La vegetación presenta, como rasgos generales, la persistencia de hojas, esclerofília (hoja dura, a menudo coriácea) y un equilibrio ecológico muy frágil.

El área eurosiberiana queda reducida a la franja septentrional que se ensancha hacia el oeste y no llega al mediterráneo, y algunos islotes en altitud de los sistemas montañosos. Esta área se caracteriza por un clima de tipo atlántico, definido por relativa suavidad de las temperaturas y por las abundantes precipitaciones, bien repartidas a la largo de todo el año. La vegetación es exuberante y existe una gran abundancia de caducifolios; en ellas las coniferas suelen desempeñar un papel subordinado o prácticamente nulo.

4.3.1 EL ECOSISTEMA MEDITERRÁNEO

Se trata, más que de un gran ecosistema o bioma caracterizado por la gran variedad, y en él se distinguen dominios, sectores y distritos florales.

4.3.1.1 EL DOMINIO DEL ENCINAR

Una especie arbórea, la encina (Quercux ilex), dominaría absolutamente en todo el territorio, cono vegetación climax, si el hombre no hubiera intervenido y redujera mucho esta especie arbórea. Es la especie más representativa de los árboles mediterráneos, y asociado a ella aparece un sotobosque característico dominado por los jarales y tomillares. Es un árbol de talla mediana que no sobrepasa normalmente los 15 metros de altura, tronco robusto y ramas principales bien desarrolladas, pequeñas hojas coriáceas persistentes, muy abundantes, de color verde oscuro con cara inferior grisácea. Ecológicamente es extraordinariamente plástica, tanto desde el punto de vista climático, como edáfico, aunque prefiere los terrenos calcáreos. Por su carácter acomodaticio, la encina se encuentra prácticamente en toda la Península. Solamente deja de aparecer en la parte costera atlántica, en sectores interiores donde se extreman los rasgos continentales, en la franja costera suroriental donde el clima mediterráneo acusa su aridez, y en las montañas a partir de los aproximadamente 1.000 metros en la mitad norte de la Península y los 2.000 en la meridional. Dos sectores pueden diferenciarse dentro del territorio del encinar:

EL ENCINAR PROVENZAL: También se conoce con el nombre de garriga (nombre catalán de la coscoja). Su área comprende la zona costera catalana al norte del Llobregat. Está acompañado de un rico sotobosque, entre el que destacan especies como el madroño, el lentisco y la coscoja.

EL CARRASCAL: su área comprende la Depresión del Ebro, la Meseta central, exceptuando el sudoeste, y la Depresión del Guadalquivir. El árbol predomiíante es la carrasca (quercus rotundifoliae), más adaptado a los fríos del invierno y a los extremados calores del verano propios de los sectores de clima de tendencia continental, con una aridez tanto más acusada que la del área provenzal. El paisaje, enconjunto, es más xerófilo, o sea seco, y la vegetación vive más precariamente y en equilibrio más inestable con el medio. El sotobosque es también más pobre, debido a una aridez veraniega muy acusada y temperaturas invernales muy bajas en los que difícilmmte podría vivir un bosque denso. Así aparecen tomillares, aulagas, e incluso espártales.

4.3.1.2 ALCORNOCALES

El alcornoque (quercus súber) es un árbol muy parecido a la encina, si bien se distingue de ella por la gruesa capa de corcho que constituye su corteza. El follaje es menos denso y el color más claro, por lo que es más fácil la penetración de la luz. El alcornoque es calcífugo, lo encontramos siempre en los suelos pobres en carbonates; es menos resistente al frío, por lo que su área se mantiene más al sur y tiene cierta exigencia en humedad. El sotobosque está constituido por una densa formación de brezos, tojos y aulagas. El aprovechamiento económico del alcornocal, en forma de dehesas, que supone la limpia constante del sotobosque impide el crechiiento normal de la vegetación. Este árbol alcanza gran desarrollo en la España silícea, por ejemplo en Extremadura y Sierra Morena.

4.3.1.3 DOMINIO DE LAS MAQUIAS Y ESPINALES

El país de las maquias y espinales se extiende, por una parte, por el litoral mediterráneo desde el sur de la desembocadura del Llobregat hasta el estrecho de Gibraltar, y, por otra, por el litoral atlántico desde dicho estrecho hasta el Algarbe meridional, en Portugal, así como por algunos sectores de clima muy continental de la Meseta y sobre todo de la Depresión del Ebro. La característica general de la vegetación de este sector es su marcada xerofília, su porte más reducido y un equilibrio muy precario con el medio.

LA MAQUIA ORIENTAL: se desarrolla sobre material calcáreo y suelos carbonatados y se extiende por todo el litoral mediterráneo desde el Llobregat hasta Alicante. La vegetación climax será una maquia o monte bajo, en el que predominan especies como el acebuche, el algarrobo y el palmito. Junto a estas plantas típicasde la maquia aparecen, y muchas veces predominan, otras que también aparecían en el sotobosque del encinar, tales como el lentisco y la coscoja.

EL ESPINAL MURCIANO-ALMERIENSE: la vegetación presenta las características propias de la transición al desierto. Se trata de una vegetación de carácter xerófilo extremado, cuyas plantas características son el palmito, el espino y espárragos. En las zonas de lluvia muy escasa, la vegetación climácica corresponde a comunidades arbustivas de afinidad claramente africana.

MAQUIA CONTINENTAL: de una aridez extrema y elevada temperatura veraniega, a la que se une inviernos muy rigurosos. Él área se extiende por gran parte de la cuenca media del Ebro, algunas llanuras de Albacete y de la Mancha, y donde aparecen planta como la coscoja, espino negro y la sabina, planta esta última muy resistente al frío persistente, y que encontramos sobre todo en el desierto de los Monegros.

4.3.2 REGIÓN EUROSIBERIANA: BOSQUE CADUCIFOLIO

Esta región presenta características incluso más contrastadas que las de la región mediterránea. Existen claramente dos provincias: la atlántica y la submediterránea.

4.3.2.1 PROVINCIA ATLÁNTICA

Ocupa el norte y noreste de la península. Su vegetación se caracteriza por la presencia de numerosas especies particulares, muchas de ellas integrantes del matorral acidófilo y propia de suelos muy lixiviados denominado landa (brezos, tojos, retamas, liqúenes, etc), este es el sotobosque característico de esta provincia Las masas arbóreas típicas son el carballo (quercus robur) en suelos silíceos (básicamente Galicia y la parte occidental de Asturias), y hayedo en suelos calizos, caso de la mitad oriental de Asturias, Cantabria o País Vasco. Los límites altitudinales de ambos árboles está aproximadamente en los 500 metros. Son árboles que exigen una importante humedad ambiental. Otro árbol que pertenece a la vegetación autóctona o vegetación climax es el castaño.

4.3.2.2 PROVINCIA SUBMEDITERRÁNEA

Constituye el extremo suroriental de la región eurosiberiana y presenta como característica más importante el que las especies y las asociaciones vegetales sean unas de carácter eurosiberiano y otras de carácter mediterráneo; no obstante, el predominio corresponde a las primeras. Se extiende esta provincia por el área ocupada por la vertiente meridional del Pirineo y Prepirineo, con algún sector en la Cordillera Ibérica y aún en las montañas andaluzas. En su conjunto el paisaje es más seco y árido que el ocupado por asociaciones atlánticas. Dentro de esta provincia puedoi distinguirse dos sectores bastante diferenciados: un sector más húmedo y próximo al ambiente atlántico, cuyo paisaje está constituido por un bosque de roble (quercus pubescens) y el pino (pinus silvestris). Este paisaje se extiende por el área de la mitad meridional de los Pirineos. El otro sector está ocupado por el paisaje de los quejigales (quercus fagineas).

4.3.3- VEGETACIÓN DE MONTAÑA

En las distintas cliseries de las montañas hispánicas, se distinguen una serie de pisos climáticos, a los que corresponde una vegetación característica. Estos pisos y su consiguiente vegetación, varían de altitud en función de dos factores: la latitud y la orientación de la fachada. En resumen, los pisos de menor a mayor altura y también menor a mayor latitud son los siguientes: PISO AUSTRALOMEDITERRÁNEO (aparece la maquia); PISO BOROMEDITERRANEO (aparece la encina o quercus ilex y la carrasca o quercus rotundifolia); PISO SUBMEDITERRANEO (con el pino albar o pinus silvestris}; PISO ATLÁNTICO (donde aparece el quercus pyrenaica, pinus silvestris, haya y carballo); PISO SUBALPINO (con el pino negro); y, finalmente, el PISO ALPINO (donde tenemos los prados de altura).

4.3.4 LA VEGETACIÓN CANARIA

Canarias constituye la región biogeográfíca Macaronésica. Las condiciones climáticas y los factores derivados del relieve, como la altitud y exposición, dan lugar a ambientes diversos que permiten el desarrollo de formaciones vegetales muy diferentes en los espacios, aparentemente poco extensos, de las islas, sobre todo de las más montañosas. El predominio de los caracteres xeromorfos en la vegetación canaria viene dado por las características climáticas. Sin embargo destacan también formaciones como la laurisilva que, en contraste, se desarrollan en ambientes húmedos. La existencia de elevadas altitudes de algunas islas ocasiona la aparición de diversos pisos muy marcados, desde el basal, con una vegetación propia de ámbitos secos, pasando por la laurisilva, hasta formaciones frecuentes en la alta montaña. El piso basal, desarróllalo desde el litoral hasta unos 400 metros por término medio, se caracteriza por una vegetación arbustiva y abierta. En las proximidades del litoral aparece una vegetación de tipo halófila, particularmente extendida en las islas más orientales. La unidad más característica de este piso es, no obstante, la de taibales y cardonales, que se extienden de forma más amplia por las vertientes sur y oeste de las islas altas, mientras que en las islas bajas, las condiciones de insolación, sequedad y viento dan lugaral predominio de especies más resistentes aún, como la aulaga. A altitudes variables, como formaciones de transición entre el piso basal y la laurisilva, aparecen formaciones abiertas como los sabinares en vertientes secas, y palmeras en los barrancos. A partir de los 500 metros y sólo en las vertientes de barlovento de las islas altas, en clara relación con la humedad ambiente proporcionada por el mar de nubes del alisio, se desarrolla el bosque de laurisilva. Es una formación arbórea siempre verde, cerrada, lo que limita el desarrollo de los estratos inferiores, y relativamente umbrófíla y termófíla. A partir de los 1.200 metros en las vertientes septentrionales y de los 500 en las meridionales (al faltar o escasear en éstas el piso de laurisilva) se extiende el pinar, formación de xerofilia atenuada adaptada a la larga estación seca de Canarias y constituida por una sola especie dominante, el pinus canariensis. Por encima de los 2.000 metros, las bajas temperaturas, los contrastes térmicos, la sequedad ambiental, la fuerte insolación y el viento hacen que la vegetación sea achaparrada; así nos encontramos con la retama del Teide, el codeso, etc. Las agrupaciones elevadas de retama ascienden hasta casi los 3.200 metros de altitud en la solana del Teide. Por encima de esta cota aún aparece, hasta la cumbre, la violeta del Teide.

5 SÍNTESIS DE LOS GRANDES MEDIOS BIOGEOGRÁFICOS

5.1 ESPAÑA HÚMEDA

Se corresponde con el norte de la Península, cornisa cantábrica y Galicia. Su clima es de tipo oceánico, caracterizado por precipitaciones abundantes y bastante regulares (más de 800 litros anuales), temperaturas suaves y amplitud térmica baja debido a la influencia marina. La vegetación climax es el bosque caducifolio (hayas y robles) con sotobosque de landas (matorrales como el tojo, brezo, retama, etc) y prados. Sus ríos pertenecen en su mayoría la vertiente cantábrica. Abundantes, caudalosos, regulares y cortos, por nacer en montañas cercanas a la costa. Aptos para obras hidráulicas. Los suelos pueden ser pardos, es decir, evolucionados, ricos en humus y con cierta acidez; con topografía favorable para el cultivo. Con pendientes es bueno para pastos. O bien Ranker, o sea, suelos poco evolucionados, por estar en pendiente y sometido a fuerte erosión. Sólo apto para bosque y pasto.

5.2 LA ESPAÑA MEDITERRÁNEA

Se corresponde con el territorio peninsular al sur de la España húmeda, islas Baleares, Ceuta y Melilla. Con un clima caracterizado por las precipitaciones escasas (menos de 800 litros anuales), sequía estival, más acentuada en el SE y el valle del Ebro (inferiores a 300 litros). Las temperaturas costeras suaves y con escasa amplitud térmica. En el interior, clima continentalizado, con amplitudes térmicas grandes.

Vegetación climax: bosque perennifolio (encina, alcornoque). Con degradación de Maquia (en suelos silíceos) formada por matorrales densos y altos {jara, lentiscos, etc); Garriga (en suelos calizos) formada por matorrales poco densos y bajos; Estepa, formada por espártales, tomillares y, en los casos más agudos de aridez, espinales.

Los ríos que vierten al Atlántico son largos y con estiajes en verano. Los que vierten a la cuenca mediterránea, cortos (salvo el Ebro), muy irregulares y acusado estiaje en el verano (en muchos casos se trata de ramblas).

Los suelos son muy variados: suelos rojos con fertilidad alta para cultivos y pardo calizos con fertilidad mediana para cultivos arbóreos y dehesas. Sobre arcillas nos encontramos con los vertisuelos, muy fértiles, aptos para casi todo tipo de cultivos menos para árboles, ya que la sequía y consiguiente contracción del suelo provocan la ruptura de sus raíces. Las rendzinas son suelos poco evolucionados sobre roca madre caliza.

5.3 LA MONTAÑA

La vegetación característica se halla en función de los pisos bioclimátioos. Destacamos la cliserie de los Pirineos: Subalpino (coniferas), alpino (prados), nival (plantas rupícolas o rocas desnuda), y el resto de las montañas: sin piso subalpino de coniferas, sólo bosque típico de la zona y en un piso superior, matorrales y prados. Los ríos de montaña poseen un caudal máximo en primavera, es decir, cuando se produce el deshielo, y mínimo en invierno, cuando las aguas están retenidas por la nieve. Este proceso es más claro en los río de régimen nival puro, como el río Gallego. Los suelos son poco evolucionados: Rankers y tierra parda en rocas silíceas, y rendzinas y pardo calizas en rocas calcáreas.

5.4 LAS ISLAS CANARIAS

Están situadas en el Atlántico frente a las costas de Marruecos, muy cerca del Trópico de Cáncer. De ahí que su clima sea de carácter estepario, debido a la influencia del Anticiclón de las Azores, con precipitaciones muy escasas e irregurlares en la costa (menos de 300 litros anuales). Aunque en las fachadas de Barlovento, a cierta altitud, pueden llegar a los 1.000 litros, debido a la influencia de los vientos alisios marítimos. Las temperaturas cálidas todo el año, ningún es baja de los 17 grados.

La vegetación es original, con importantes endemismos (pino canario, drago), y con influencias mediterráneas, atlánticas y africanas. En los relieves montañosos se organiza en pisos: matorral; palmera-drago-sabinar; laurisilva-fayal y brezal; pino canario y matorral de gran riqueza fiorística.

Las aguas son muy escasas e irregulares. Superficialmente aparecen en forrm de arroyos y torrentes. Predominando los acuíferos, que proporcionan la mayor parte del agua de uso doméstico.

Los suelos son volcánicos, debido a la génesis de las islas, en líneas generales poco evolucionados, y muchos de ellos improductivos.

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