Tema 20 – El conocimiento histórico. Tiempo y categorías temporales. El historiador y las fuentes. Explicación y comprensión de la historia.

Tema 20 – El conocimiento histórico. Tiempo y categorías temporales. El historiador y las fuentes. Explicación y comprensión de la historia.

O. INTRODUCCIÓN

1. EL CONOCIMIENTO HISTÓRICO.

1.1. DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS.

1.2. LA ESTRUCTURA DEL CONOCIMIENTO HISTÓRICO.

1.2.1. LA ESTRUCTURA CONCEPTUAL.

1.2.2. LOS PROCEDIMIENTOS EXPLICATIVOS.

– LA EXPLICACIÓN GLOBALIZADORA

– LA EXPLICACIÓN CAUSAL Y MULTICAUSAL

– LA Explicación TELEOLOGICA INTENCIONAL,

– LA EXPLICACIÓN Y ANÁLISIS TANTO DE LOS HECHOS COMO DE LOS PROCESOS

1.3. EL CONOCIMIENTO HISTÓRICO A TRAVÉS DE LA HISTORIOGRAFÍA.

2. TIEMPO HISTÓRICO Y CATEGORÍAS TEMPORALES.

2.1. TIEMPO HISTÓRICO.

2.2. LAS CATEGORÍAS TEMPORALES: LAS DURACIONES.

2.3. LA PERIODIZACIÓN.

3. EL HISTORIADOR Y LAS FUENTES.

3.1. CLASIFICACIÓN DE LAS FUENTES. LELEWEL (1815) DROYSEN TOPOLSKY

3.1.1. LAS FUENTES PRIMARIAS

3.1.2. LAS FUENTES SECUNDARIAS

3.2. AUTENTICIDAD Y FIABILIDAD DE LAS FUENTES.

4. EXPLICACIÓN Y COMPRENSIÓN EN LA HISTORIA.

5. BIBLIOGRAFÍA

O INTRODUCCIÓN

Ortega y Gasset definió la Historia como un sistema de creencias razonables basado en la autoridad de los testimonios, sobre los que se deja caer la investigación del historiador que aportará unos resultados que son la principal utilidad del conocimiento histórico. Frente a planteamientos más restrictivos como el de Marrou, Edward H. Carr afírmaba que el estudio de la historia es el estudio de las causas. Este es un ejemplo de uno de los combates por la historia, utilizando el símil utilizado en el título de una obra de Lucien Febvre. Puede afirmarse que existe una teoría de la historia, que muchos historiadores y pensadores han ido elaborando en los dos últimos siglos una auténtica filosofía de la historia.

Abordamos en este tema algunos de los pilares básicos de la ciencia histórica. Comenzaremos con el conocimiento histórico y trataremos de definir y clasificar. Continuaremos con el elemento constituyente de la propia historia: el tiempo, advirtiendo las principales categoría temporales creadas por los historiadores. Haremos hincapié en el importantísimo aspecto de las fuentes, para pasar analizar la delicada labor del historiador de explicación y comprensión del conocimiento histórico. Concluiremos con unas referencias bibliográficas.

1 EL CONOCIMIENTO HISTÓRICO

1.1. DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS

El conocimiento histórico es el conocimiento científico del pasado. La Historia es la ciencia que se encarga de estudiarlo. Huizinga definió la historia como la forma intelectual en que una civilización se rinde cuentas a sí misma de su pasado. El saber científico es un saber que, idealmente, se define como verdadero, generalizado, neutral, abstracto y configurado por profesionales a través de métodos e instrumentos especializados y comprobados. Con esto queremos decir que el conocimiento que pueda tenerse del pasado es histórico en la medida en que es científico.

Edward H. Carr en su magnífica obra ¿Qué es la historia? Realiza una serie de observaciones acerca del conocimiento histórico.

Ante todo, los hechos de la historia nunca nos llegan en estado “puro”, ya que ni existen ni pueden existir en una forma pura: siempre hay una refracción al pasar por la mente de quien los recoge.

El historiador tratar de aprehender el conocimiento histórico a partir de la necesidad de una compresión imaginativa de las mentes de las personas que le ocupan, del pensamiento subyacente a sus actos.

Sólo podemos captar el pasado y lograr comprenderlo a través del cristal del presente.

No obstante la peculiaridad del conocimiento histórico da lugar a que este posea unos rasgos específicos que lo diferencian de otros conocimientos científicos, a saber:

Se adquiere a través de una vía directa (restos de cultura material, fuentes escritas, historia oral o civilizaciones presentes) y también muy frecuentemente por aproximación indirecta, a través de la experiencia científica previa.

Esta limitado por las fuentes de conocimiento existentes, y no puede extenderse donde estas no existen.

Se adquiere mediante un procedimiento de postgnosis, es decir, el historiador parte de evidencias o efectos para ir en busca de las causas (es el método inductivo de la ciencia). Es en esta peculiaridad en la que se apoya el debate sobre la capacidad de la historia, o no, para formular leyes generales, y en este sentido para se considerada como ciencia o no.

Al margen de la polémica en si, diremos que la Historia, como objeto concreto de conocimiento, salió de la materia prima que suponía la realidad histórica. Este objeto teórico ha ido siendo creado por el historiador y comprende el aparato conceptual y las categorías del pensar histórico (las relaciones entre ellas). De este entramado teórico surge una metodología, unos principios rigurosos que hay que aplicar para comprobar la veracidad o la inexactitud de las hipótesis que se hacen; y de la metodología surgen las reglas concretas de las técnicas de trabajo del historiador que se aplican al manejo de la materia prima.

1.2 LA ESTRUCTURA DEL CONOCIMIENTO HISTÓRICO

La estructura del conocimiento histórico sería según la clasificación de Phoenix una estructura sinóptica, es decir, aquella que comprende campos de conocimiento que combinan o integran otros significados. Esta es la estructura de la Filosofía, Religión e Historia.

1.2.1. LA ESTRUCTURA CONCEPTUAL

La estructura conceptual de la Historia no esta claramente definida. Surgen problemas a la hora de identificar los conceptos específicos de la Historia. Uno de estos problemas es la indefinición conceptual (conceptos compartidos por la gente en general además de por los historiadores, ejemplos serían términos como crisis o subdesarrollo) o el relativismo histórico que se manifiesta cuando se usa un mismo concepto con significados diferentes según el contexto (este es el caso de conceptos como tiranía, caballero…etc).

J. Domínguez propone la aceptación de dos tipos de conceptos históricos:

Conceptos explicativos, que varían según el momento espacial, temporal y social.

Conceptos generalizadores, que serian referentes absolutos cuyo significado histórico esta claramente delimitado y al margen de otro usos no históricos del mismo concepto (Renacimiento, Ilustración, Edad Media…)

1.2.2. LOS PROCEDIMIENTOS EXPLICATIVOS

Son el entramado de relaciones que se dan entre unos y otros conceptos:

La explicación globalizadora: la historia aborda el estudio de los hechos como una realidad global e interdependiente.

La explicación causal y multicausal: en el resultado de un proceso histórico entran en juego múltiples factores que interactúan entre si en diversos niveles y esto es la multicausalidad histórica. También es característica la internidad o carácter interno de las causas y consecuencias: la colectividad “se cambia a si misma” porque la semilla de los cambios futuros ya estuvo presente en el pasado histórico.

La explicación teleologica intencional es decir, la comprensión de los motivos personales o grupales, de la intención en la acción histórica.

La explicación y análisis tanto de los hechos como de los procesos; según Fierre Vilar los hechos históricos pueden ser contemplados bajo la triple perspectiva de ser causa, consecuencia y síntoma .En relación con los hechos, la realidad objetiva, o lo subjetivo de construir hechos históricos es materia de controversia en la investigación histórica y en la explicación de la misma. La interpretación dialéctica acepta que la realidad histórica es de tal complejidad y diversidad que únicamente podríamos aproximarnos a la verdad absoluta a través de verdades relativas y aproximadas. Pero cuando se trata de clasificar que hechos del pasado son de carácter histórico y cuales no, entramos en otra controversia mas: Carr y Topolsky coinciden en que es el historiador el que convierte un hecho en histórico en la medida en que lo explica e interpreta. El pasado existió al margen de que lo conozcamos o no, pero solo si el historiador lo da a conocer pasa a ser histórico. En relación a los procesos, la característica que distingue a la Historia de las demás ciencias sociales reside en que ella estudia de que modo cambia la sociedad en el tiempo (procesos de cambio). El cambio se entendería en la Historia como la constatación de diferencias en una dirección determinada, y el desarrollo histórico sería la descripción de estos cambios explicando sus mecanismos. Todo este entramado interconectado constituye el objeto de estudio del conocimiento histórico y sus métodos explicativos.

1.3. EL CONOCIMIENTO HISTÓRICO A TRAVÉS DE LA HISTORIOGRAFÍA.

El estudio bibliográfico y crítico de los escritos sobre la Historia y sus fuentes, permite realizar un recorrido por la producción de los historiadores para comparar los temas de análisis y la metodología empleada.

Hace más de dos mil años, en la Grecia clásica, hubo quien vio en la Historia algo mas que un relato. Tucídides (siglo V a. C.) dijo que, para ver claro en los acontecimientos pasados y en los venideros, se observaran sus similitudes y analogías, y entonces si conocimiento sería de utilidad. Herodoto, que historió las guerras medicas no paso del relato, y creía que los Dioses tenían en su mano el curso de la Historia. Tres siglos mas tarde Polibio, desde la Grecia romana quiere “contar los hechos según la verdad” y aunque esta declaración no paso de la esfera de los deseos, si que llegó a concebir la idea de los grandes ciclos históricos.

La Historia como ciencia social nace en el siglo XIII con aportaciones relativas al análisis causal, la explicación racional o los protagonistas de la Historia. Las crónicas de la Edad Media transcurrían entre la anécdota y el acontecimiento “oficial” y su difusión será tanto mayor cuanto mas frecuentemente se usen las lenguas romances. Un genio aislado de la Historia en estos tiempos será Ibn Jaldum (1332- 1406) verdadero antecesor d la Historia sociológica :

“La Historia tiene por objeto verdadero, hacernos comprender el estado social del hombre, es decir, la civilización, enseñarnos los fenómenos que se relacionan con él, a saber; la vida salvaje, la suavización de las costumbres, el espíritu de familia y de tribu, los diversos géneros de superioridad que unos pueblos tienen sobre otros, la distinción de clases, las ocupaciones a que los hombres dedican sus esfuerzos y sus trabajos, como son las profesiones lucrativas, los oficios que dan para vivir, las ciencias, las artes; en fin todos los cambios que la naturaleza de la Historia puede operara en el carácter de la sociedad” IbnJHALDUN.

Tuvo que llegar Voltaire para que la Historia rompiese con el relato, en su obra “El siglo de Luis XIV” da un primer paso hacia la explicación de los hechos. Una centuria mas tarde Michelet introduce por vez primera al pueblo como protagonista de la Historia. En el siglo XIX se desarrollan teorías sobre el progreso a lo largo de la Historia y también tiene lugar la reacción positivista en la Historia como en las demás ciencias con su obsesión ada por el estudio de los hechos. En la segunda mitad de este mismo siglo se difunde el materialismo histórico, haciendo girar la Historia en torno a la estructura económica y relacionándola con el análisis sociológico e ideológico. Ya en el siglo XX aparecen otras grandes corrientes de pensamiento histórico:

El historicismo; antipositivista e idealista.

La escuela de los Annales, de inspiración marxista.

La escuela neopositivista, obsesionada por las cifras, los datos y las fórmulas matemáticas.

2 TIEMPO HISTÓRICO Y CATEGORÍAS TEMPORALES

2.1 TIEMPO HISTÓRICO

El tiempo histórico, la duración, se ha convertido en un obstáculo para la correcta comprensión de la Historia como realidad externa y objetiva, aunque de una manera u otra persiste la idea de que historia y duración son cosas contrapuestas. En este sentido Braudel acertó al descubrir todo el absurdo que se esconde bajo la idea de una realidad que se compone de hechos, es decir de cambios, sin otra articulación cognoscitiva alguna entre ellos, al establecer que es posible concebir, en todo caso, y como contraste al menos, una historia inmóvil, siendo posible una historia sin cambios porque siempre existe el movimiento, el movimiento recurrente o estacionario, dicho de otro modo, “no hay un tiempo que determine a los hechos o en el que los hechos se produzcan, sino que son los hechos los que determinan el tiempo”. Por ello hay diversos tiempos en función de la diversidad en la que se pueden producir los hechos y, si los hechos son los cambios, es fundamental que se ponga en relación con la duración, por lo que la Historia, desde este punto de vista, no coincidiría en modo alguno con el cambio sino con la articulación dialéctica entre permanencia y cambio.

Decir que la historia es producto del tiempo no significa nada, como acertó a decir P. Vilar en su formulación sobre la relación entre historia-cambio y tiempo. Lo que tenía algún sentido era decir que el tiempo es un producto de la Historia. En este contexto, el tiempo interno de las cosas es el que tiene verdadero sentido de la Historia, no el tiempo externo de la cronología. Finalmente, J. Aróstegui. plantea una nueva propuesta a través de la cual trata de definir el tiempo histórico como “la detonación del cambio con arreglo a una cadencia de lo anterior y lo posterior, que en principio es posible medir y que en las realidades socio-históricas es un ingrediente esencial de su identidad, pues tales realidades no quedan enteramente determinadas en su materialidad si no son remitidas a una posición temporal”.

Afirmar que el tiempo es quizás el único verdadero objeto de la Historia, concede todo su valor, a lo que, en realidad, es un elemento diferenciador y especificador en toda explicación histórica, la determinación y la explicación del tiempo histórico. El tiempo comprende una serie de fenómenos y problemas totalmente ineludibles para comprender la naturaleza de lo histórico y la función de la Historia, de modo que esta cuestión, más que en el sentido de lo que tiene de atribución a las cosas, hay que verla en cuanto la Historia tiene que captar el tiempo y hacer de él una entidad empírica que permita su medida, el análisis de su significado, y, en definitiva, muestre que ella misma es un encadenamiento temporal inteligible y explicable a través de tres tipos de categorías. En efecto, la explicación del tiempo histórico empieza por la determinación del sentido exacto de la cronología, es decir, el tiempo de la Historia en relación al tiempo astronómico, luego ha de pasar a determinaciones temporales más sutiles y más precisas, definidas por el tiempo interno, marcado por el curso de los acontecimientos y que se refleja en el tiempo diferencial; y. finalmente, llega al terreno de la periodi/ación de la fijación de épocas en el devenir de la Humanidad, lo que equivale ahora al intento de establecer un concepto de espxio de inteligibilidad de los procesos históricos, realizado por algunos historiadores y que es un concepto que parece más ajustado que el de la división en edades.

La Cronología como ciencia auxiliar de la Historia, tiene por objeto determinar el orden y las fechas de los sucesos históricos. La necesidad que cubre es situar los acontecimientos en el tiempo. Sin embargo, la dimensión temporal que debe contemplar cualquier reflexión sobre el proceso histórico va mucho mas allá de la simple ubicación temporal y supone distinguir lo que permanece inmutable de lo que cambia y a que ritmo cambia. Interesa la sucesión o simultaneidad de los hechos y procesos históricos para establecer relaciones de sincronía y diacronía. Para Bloch, la dimensión temporal es la categoría por excelencia de la Historia.

2.2 LAS CATEGORÍAS TEMPORALES: LAS DURACIONES

Según Braudel existen dos enfoques al analizar los hechos históricos basándonos en el concepto de duración. Este enfoque dividiría el estudio del pasado según la duración del objeto de estudio:

El tiempo corto: cuando solo se analiza el acontecimiento o la personalidad sin mas. Este sería el tiempo por excelencia del cronista y del periodista. Según la mayoría de los historiadores, el tiempo corto es la mas engañosa de las duraciones, y este autor considera que el mayor enriquecimiento de la Historiografía reciente consiste en la superación del tiempo corto y el manejo de otras escalas de duración.

– El tiempo medio; Se basa en periodos mas largos. Se le denomina coyuntura, ciclo o interciclo y es un tiempo con rasgos propios inmerso en una secuencia temporal mas amplia.

El tiempo largo; La larga duración de las estructuras. La estructura para el historiador es un ensamblaje que responde a una realidad que el tiempo tarda enormemente en desgastar y transformar. El largo periodo de permanencia de las estructuras es k esencia de la oposición estructura-coyuntura.

2.3 LA PERIODIZACIÓN

En Historia, la división del tiempo en períodos es algo fundamental. Kula distingue dos tipos de periodizaciones:

Convencionales: construcciones simples.

Subjetivas: Dependen de la visión del pasado que presenta el autor.

Topolsky hace de éstas últimas periodizaciones una subdivisión:

Periodizaciones cíclicas: Movimiento pendular, visión espiral del pasado…

Periodizaciones direccionales: Estas son características de las visiones de la Historia como un camino dirigido hacia un fin, o un limite, y también estaría incluida la visión de la Historia como un progreso humano constante.

Periodizaciones irregulares: Se refieren a la evolución de los hechos históricos específicos que siguen evoluciones poco regulares.

3 EL HISTORIADOR Y LAS FUENTES

“Fuente es todo aquello que en la herencia del pasado pueda interpretarse como un indicio revelador por algún concepto, de la presencia, actividad, sentimientos y modo de pensar del hombre que nos precedió” Marrou.

La fuente se trata siempre en el doble sentido de ser un resto y un resultado de la existencia humana y de ser un medio que facilita el proceso de reconstrucción y conocimiento de los hechos históricos.

Muchas veces, la fuente lo es en potencia y para que sea efectiva requiere de un trabajo de investigación sobre ella que proporcione los datos útiles al conocimiento histórico.

3.1 CLASIFICACIÓN DE LAS FUENTES

Como no es éste un tema en el que haya acuerdo entre los estudiosos, vamos a ofrecer diversas clasificaciones:

Lelewel(1815):

Tradición: Relaciones orales.

Fuentes no escritas: Monumentos históricos.

Fuentes escritas.

Droysen (1868)

Monumentos, restos hechos a propósito para situaciones vividas por los individuos de su época.

Restos: Signos materiales de seres y sucesos.

Fuentes: Signos materiales hechos a propósito para dar fe futura de los acontecimientos.

Topolsky (1960-70)

Directas e indirectas.

Escritas y no escritas.

A partir de esta elemental clasificación de Topolsky, podemos elaborar una más completa. Las fuentes históricas pueden ser documentales o no escritas. Entre estas últimas las arqueológicas son las más importantes. Las documentales se pueden clasificar a su vez por su origen (públicas o privadas), su relación con el hecho histórico (primarias o directas y secundarias o indirectas) o por su naturaleza (demográficas, económicas, jurídicas, eclesiásticas, etc.).

3.1.1. FUENTES PRIMARIAS

Son todas las que proceden de la época que es objeto de investigación. Se pueden dividir en dos grandes grupos: fuentes escritas y fuentes no escritas:

I. Fuentes escritas: cualquier documento, de la naturaleza que sea, que contenga información escrita. Ésta puede aparecer manuscrita, mecanografiada, impresa o, en etapas recientes, mediante soporte informático o microfilmado. Podemos agruparlas de la siguiente forma:

a) Documentales: cualquier documento que tenga relación directa con los hechos que son objeto de investigación. Los hay de diverso tipo:

Legales; cualquier documento que contenga disposiciones que sean de obligado cumplimiento: constituciones, leyes, decretos, órdenes, circulares, tratados o acuerdos internacionales, instrucciones administrativas, autos y sentencias judiciales, etc., o sus equivalentes en la terminología del pasado: Cédulas, Órdenes. Pragmáticas, etc.

Políticas; son los escritos que tienen relación directa con los acontecimientos históricos de tal naturaleza: proclamas, discursos, manifiestos, programas de partidos, declaraciones oficiales, actas de reuniones, correspondencia oficial, documentación diplomática, etc,

Estadísticas; todos aquellos documentos que nos aportan información sobre datos, ya sean demográficos, económicos o administrativos: recuentos de población, series de precios o salarios, listados de personas, registros civiles o parroquiales, cifras de producción, de comercio, reclutamiento de tropas, etc. Pueden presentarse también en forma gráfica, mediante curvas estadísticas, diagramas de barras o sectoriales, pirámides de población, etc.

Numismáticas y financieras: monedas, billetes y documentos fiduciarios. Aportan información sobre la evolución de la moneda y del mundo financiero. Por extensión, pueden situarse en esta categoría títulos de deuda, acciones, pagarés, bonos, obliga ciones, etc.

Privadas; son los documentos escritos por cualquier persona para sus comunicaciones particulares, sin ánimo de hacerlos públicos: cartas, borradores de documentos, instrucciones confidenciales, notas personales, etc.

b) Publicaciones periódicas: prensa diana y revistas. Es una fuente relativamente reciente, que en el caso de España tiene sus primeras muestras en el siglo XVIII, pero que se desarrolla fundamentalmente a partir del XIX. Resultan cruciales para la historia contemporánea.

c) Obras literarias y científicas: son todos aquellos libros, artículos o escritos cuya intención es ajena a la historia como ciencia, pero que aportan información muy valiosa para el trabajo del historiador: novelas, ensayos científicos, filosóficos, relatos de viajes, teatro, poesía, etc. También hay que incluir aquí las canciones y los himnos, que permiten rastrear la evolución de las mentalidades.

d) Memorias, recuerdos y diarios personales: son las narraciones que hacen los personajes del pasado, y en los que exponen los hechos vividos desde su punto de vista personal. A veces, como ocurre con los diarios, son escritos realizados al hilo de los acontecimientos; otras veces, se redactan cuando ya han pasado muchos años de los hechos que son objeto del relato.

II. Fuentes no escritas. Son todos los objetos, de la naturaleza que sean, que nos dan información sobre el pasado. Para etapas muy antiguas, la arqueología es la ciencia auxiliar de la historia que se ocupa de su búsqueda, clasificación e interpretación, y aún en épocas recientes el arqueólogo aporta información valiosa al trabajo historiográfico. Las principales son:

a) Cartográficas: cualquier tipo de mapa, plano, croquis o dibujo geográfico. A menudo nos dan informaciones muy útiles sobre operaciones militares, planes de construcción o ensanchamiento urbano, estructura de la propiedad de las tierras, desarrollo de sucesos históricos, situación de los medios de comunicación (redes de carreteras, canales, ferrocarriles, etc.).

b) Artísticas: todos los objetos artísticos proporcionan datos útiles sobre el desarrollo de la historia. Las que más directamente aportan datos son las llama­das artes mayores, arquitectura, escultura y, sobre todo, pintura. También es muy importante la artesanía popular.

c) Objetos de la vida cotidiana: es una fuente muy abundante para las etapas recientes. El repertorio es ilimitado, pero entre los más valiosos pueden mencionarse los muebles, los objetos de uso personal, los instrumentos de trabajo, los vestidos, los objetos relacionados con el folklore, los vehículos, los medios de información, etc.

d) Fotográficas: son de una importancia capital. Su aparición y desarrollo data de mediados del siglo XIX, y aportan información directa e insustituible sobre los principales acontecimientos del último siglo y medio de historia.

e) Cinematográficas: relacionadas con las anteriores, constituyen una fuente fundamental para conocer el siglo XX. Dentro de ellas hay que incluir el cine de creación y el documental, y a partir del desarrollo de la televisión, bs informativos y los programas de entretenimiento, que también suministran una información útil.

f) Grabaciones sonoras: también son básicamente, del último siglo, aunque hay algunos testimonios aislados de finales del XIX. Entre ellas están las fonográficas, las primeras en aparecer. Pero es a partir de la aparición de la radio y de su difusión, tras la Primera Guerra Mundial, cuando los registros sonoros se multiplican y se convierten en un material de primera mano para el historiador.

g) Fuentes orales: son los testimonios recogidos por el historiador directamente, a través de entrevistas con los personajes protagonistas o con testigos de los sucesos históricos. Para la historia reciente son una fuente esencial, si bien obligan al investigador a una cuidadosa selección de información y a tener pre­sente la carga de subjetividad que suelen presentar estos testimonios.

3.1.2. FUENTES SECUNDARIAS

Son las que proceden de etapas posteriores al desarrollo de los hechos, y básicamente se centran en la investigación historiográfica. Ésta aparece publicada a través de libros, artículos en revistas y prensa; en conferencias, comunicaciones en congresos especializados, tesis doctorales y trabajos de investigación conservados en archivos y universidades, etc.

3.2. AUTENTICIDAD Y FIABILIDAD DE LAS FUENTES

Como puede deducirse de la larga lista anterior, el principal problema que se presenta al historiador, y sobre todo al de etapas recientes, es el amplísimo repertorio de fuentes que hay que consultar. El investigador necesita una formación interdisciplinar que le habilite para poder acceder, en primer lugar, a la información recogida en las diferentes fuentes. Además, requiere frecuentemente la asistencia de especialistas en los diversos campos: arqueólogos, historiadores del arte, economistas, traductores, filólogos, geógrafos, expertos en historia militar, etc. Hoy por hoy, el trabajo de investigación resulta, tarde o temprano, una labor de equipo.

Cuando el investigador se enfrenta a un documento o a cualquier otro tipo de fuente, debe abordar varias tareas. En primer lugar, tiene que constatar su autentbidad. Eso significa comprobar si el documento es original o una copia; si la firma es o no auténtica; si la redacción material del documento es obra directa de quien firma o se ha realizado por otra persona; si el documento está o no completo; y si ha sido objeto de algún tipo de manipulación. Es una tarea difícil, pero esencial para evaluar debidamente la información que aporta.

Una vez comprobada la autenticidad, el siguiente paso es realizar una crítica de la información. Hay que calibrar si ésta está completa o no (por ejemplo, en el caso de una orden militar, de unas instrucciones secretas a un embajador, de la trascripción de un discurso, etc.). Si es un relato de acontecimientos, el investigador debe comprobar si éstos se corresponden con los hechos conocidos, o no; la objetividad del autor al abordarlos; su sinceridad o, por el contrario, su voluntad de manipular o tergiversar los hechos; las circunstancias en las cuales se ha escrito, que pueden influir muy decisivamente en el sentido de lo que en ellas aparece; la importancia que esa información tiene en sí misma; si está tomada de otras fuentes y, por tanto, si es original o no, etc. Aquí es donde el trabajo del investigador alcanza su máximo riesgo y su mayor importancia, porque es a través de esa crítica de las fuentes como puede comprobar lo acertado o no de las hipótesis de partida.

En esa tarea crítica, el contraste de fuentes resulta esencial. Un mismo acontecimiento concreto puede ser presentado de manera completamente opuesta por observadores distintos; sirva como ejemplo la información de la prensa española y de la estadounidense en los días de la guerra de Cuba, o las distintas portadas de prensa que recogieron, el 10 de abril de 1977, la noticia de la legalización del Partido Comunista. Otras veces, nos encontramos con que testigos de una escena la relatan con puntos de vista opuestos, a veces muy influidos por sus ideas y planteamientos, otras por la necesidad de justificar actos o posturas a posteriori. El historiador debe analizar a fondo los diferentes testimonios y sacar sus propias conclusiones.

También hay que. ejercer una tarea crítica cuando se trata de fuentes secundarias. Hay que conocer quién es el autor, su posible implicación con los hechos que ha investigado, la crítica que haya podido recibir por sus investigaciones. Hay que calibrar también el origen de su información, si ha hecho un trabajo de investigación en archivos o si, por el contrario, se ha servido sólo de fuentes secundarias, y por tanto no conoce de primera mano las fuentes directas. Se debe comprobar, cuando cita testimonios, textos o reproduce documentos, si éstos están correctamente transcritos, si están completos o no, y si la referencia del texto es correcta. Por muy sólida que parezca una investigación, puede contener errores serios, y el investigador que utiliza ese trabajo como fuente secundaria tiene que estar atento, para no repetir el mismo falb.

Desde otro punto de vista, el historiador debe ser riguroso y coherente con el método científico. El trabajo de investigación no puede ponerse al servicio de una idea predeterminada, y si la hipótesis de partida resulta errónea, hay que aceptarlo y modificar las ideas previas a la luz de lo descubierto. Es necesario consultar toda la documentación conocida respecto al tema investigado, dentro de las posibilidades del historiador y no excluir ninguna fuente, aunque contradiga los presupuestos de partida. Y hay que ser todo lo preciso y riguroso a la hora de recoger la información, procurando comprobar cada dato que se encuentra.

Además de los problemas intrínsecos de su trabajo, el investigador se topa a veces con obstáculos de otra índole. El acceso a las fuentes es uno de los más importantes, sobre todo para la historia del siglo XX. A menudo, la información oficial puede estar clasificada, es decir, se considera secreta porque aún puede afectar a la seguridad del Estado. Normalmente, los documentos secretos se desclasifican, según los países, a los 25 o 50 años, lo que impide conocer a fondo, por ejemplo, los entresijos de la política exterior reciente. Otras veces, el problema es que mucha documentación está guardada en archivos privados, y sus propietarios no siempre facilitan el acceso, de manera general o a determinados investigadores. También es posible que los documentos se encuentren sin clasificar, lo que hace especialmente ardua la tarea para el historiador, aunque este problema es menos frecuente en los archivos modernos. Por último, la accesibilidad de los archivos puede verse condicionada por su ubicación geográfica y los límites de la investigación. Las redes informatizadas pueden ayudar notablemente a superar estos problemas en el futuro.

Resumiendo, no se puede reconstruir una historia veraz sobre datos falsos, porque al no haber existido los hechos tal y como esos datos los presentan, estaríamos construyendo una Historia imaginaria.

Fuentes verdaderas son aquellas que ofrecen calidad, y cuyo testimonio aparece en cantidad en otras fuentes. Según Vilar solo la frecuencia en la repetición de un testimonio del pasado, confiere al documento subjetivo su grado de significación objetiva.

En relación a las fuentes dos cuestiones son fundamentales, que sea una fuente autentica y que sea fiable.

La autenticidad o veracidad de una fuente se establece en cuatro sentidos:

Respecto a fecha y lugar.

Respecto al alcance utilidad de la fuente.

En sentido estricto, si la fuente esta falseada o no.

En cuanto a ser original, o ser copia, trascripción o extracto.

La fiabilidad de la fuente en cambio pretende valorar al informante y no a la información. Para ello se atiende a:

Los condicionamientos del informante (si estaba o no en disposición de dar información fiable, y en este sentido nos interesa saber sobre su nivel de preparación, su ideología , su posición en los acontecimientos-bando de los vencedores o de los vencidos- e incluso su clase social, sus convicciones éticas o religiosas y en definitiva todo aquello que pudiera condicionar su percepción de los hechos que declara.

La intencionalidad del informante (si pretendía o no dar información verdadera. El caso típico de esta ausencia de intención serían las versiones oficiales sobre los acontecimientos históricos que casi siempre tienen una intención, propagandística, política o evasiva).

En resumen se puede decir que el informante solo transmite información verdadera si puede acceder a la verdad y si quiere transmitirla.

4 EXPLICACIÓN Y COMPRENSIÓN EN LA HISTORIA

En el lenguaje filosófico de la teoría del conocimiento y también, en el lenguaje de la ciencia, lo que se entiende por explicación no se presenta desconectado, ni mucho menos, de la significación que tiene en el lenguaje ordinario (responder a la pregunta “por qué”), pero sí de manera más compleja. No existe práctica científica si no hay explicaciones en el sentido epistemológico preciso de esa expresión, pero no hay un sólo tipo de ellas. Para Aristóteles existían varios modelos ente los que destacarían la genética, la finalista y, la más completa y difícil de todas, la explicación causal.

La historia no debe limitarse a ser un relato, sino que debe aportar explicaciones de los hechos acontecidos en el pasado. Pero lo difícil para la historia no es explicar, porque el menor hecho histórico tiene un sentido, si no superar el nivel de explicación elemental y lo que denominamos explicación es la forma en que se organiza el relato en una trama comprensible.

Por un lado la explicación en la historia supone asignar un hecho a su principio, a una teoría otra más general, como hacen las ciencias o la filosofía. En este sentido la explicación histórica sería una gran conquista científica, que hasta hoy sólo se ha logrado en muy pocos aspectos del campo de los acontecimientos.

Por otro lado la explicación es el instrumento para el entendimiento de la historia. En este sentido la historia es la muestra del desarrollo de la trama, hacer que se entienda. Así, el historiador hace que se comprendan las tramas; como las tramas son humanas, su motor será humano. Por tanto, no faltarán las intenciones de los protagonistas, sus ilusiones, incluso no faltará el azar. Es cierto que el historiador utiliza verdades científicas, sobre todo en el campo de la demografía y de la socioeconomía, cuando analiza los vestigios. Pero la historia incluye también reflexiones y tiene que tener en cuenta las intenciones de los protagonistas.

La explicación histórica no es más que la claridad que surge de un relato suficientemente documentado. Brota espontáneamente a lo largo de la narración. Todo lo que se relata es comprensible ya que se puede contar. Pero la historia no explica en el sentido en que lo hacen las ciencias hipotético-deductivas, puesto que no puede deducir ni prever. Sin embargo, resulta fundamental el tema de las causas, que constituyen los diferentes episodios de la trama. ¿Por qué la historia busca causas? ¿Por qué entrelaza tramas? Porque los hombres son libres y reina el azar, entendido como causas superficiales. El historiador sabe que la historia se compone de cosas que podían haber sucedido de otra manera. En este sentido explicar la historia es hacer algo explícito.

Los factores de la explicación histórica son tres: causas superficiales (el azar, genio u ocasión), las causas materiales (condicionamientos estructurales) y causas finales (la reflexión, el ideal).

Mientras que para algunos autores la interpretación es la finalidad de la investigación histórica, para otros lo sería un paso posterior que supera la interpretación y que sería la explicación.

Con el desarrollo de la ciencia natural y social han ido apareciendo modelos de explicaciones como las nomotético-deductivas (ideada por C.G. Hempel: existen leyes generales que explican la historia), la intencional (W. Dray: hay que buscar las razones subjetivas del agente provocador), la idealista (B. Croce y R. G. Collingwood: toda historia es historia contemporánea: el objeto no es el mero acontecimiento sino el pensamiento que expresa), la teleológica (G. H. von Wright: hay que buscar las premisas de inferencias prácticas y las premisas prácticas del sujeto), la historiográfica o estructuralista (J. Aróstegui: argumentar los cambios de los estados sociales a partir de una concepción sistémica)

Las diferentes modalidades de la explicación histórica las podemos enunciar así: Descriptiva. Una narración histórica, simple descripción sin ningún intento de analizar causas, aunque esta enumeración de hechos esta muy lejos de ser objetiva.

Genética. Que consiste en señalar los sucesivos estadios de desarrollo de un hecho histórico (como se fue gestando, desarrollando, madurando, alcanzando su plenitud y finalmente su decadencia y desaparición para dejar paso a otro nuevo hecho histórico).

Estructural. Señala el papel de determinados hechos históricos dentro de estructuras mas amplias.

Definitoria. Son las explicaciones a través de definiciones de conceptos o objetos históricos.

Causal. En rigor, es la única que se puede considerar una verdadera explicación y es el procedimiento fundamental que adopta el historiador uniendo su investigación con el estudio de leyes científicas y teorías.

Por último la comprensión de la Historia es un procedimiento diferente, y característico del enfoque idealista y teleológico de la Historia. Es la llamada historiografía “comprensiva” que aboga por la necesidad de entender intuitivamente a la gente que actuó en el pasado. El procedimiento que proponen es la empatia. La técnica consistiría en estudiar la Historia bajo la mentalidad y la comprensión de los hombres del momento que lo vivieron y no a través de la mentalidad actual.

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