Tema 21 – Grandes líneas de investigación histórica en los siglos XIX y XX.

Tema 21 – Grandes líneas de investigación histórica en los siglos XIX y XX.

1. INTRODUCCIÓN

2. LA HISTORIOGRAFÍA DEL SIGLO XIX.

2.1. LOS HISTORIADORES DE LA REVOLUCIÓN.

2.2. LOS SOCIALISTAS UTÓPICOS.

2.3. LOS HISTORIADORES “WHIG”.

2.4. LOS HISTORIADORES ROMÁNTICOS.

2.5. LOS HISTORIADORES POSITIVISTAS.

2.6. LOS HISTORIADORES DETERMINISTAS.

2.7. EL HISTORICISMO O HISTORIA ERUDITA.

2.8. LOS HISTORIADORES NEOKANTISTAS.

2.9. EL MATERIALISMO HISTÓRICO.

2.10. HISTORIOGRAFÍA ESPAÑOLA DEL SIGLO XIX.

3. LA HISTORIOGRAFÍA DEL SIGLO XX.

3.1. MATERIALISMO HISTÓRICO DE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX. .

3.2. IDEALISMO ITALIANO.

3.3. IDEALISMO BRITÁNICO.

3.4. LA HISTORIA MORFOLÓGICA.

3.5. LA NUEVA HISTORIA SOCIAL. APORTACIONES DE LA SOCIOLOGÍA Y ANTROPOLOGÍA.

3.6. LA NUEVA HISTORIA ECONÓMICA.

3.7. TENDENCIAS MÁS RECIENTES DEL MATERIALISMO HISTÓRICO.

3.8. LA REVISTA ANNALES.

3.9. HISTORIOGRAFÍA ESPAÑOLA.

4. ULTIMAS TENDENCIAS DE LA CIENCIA HISTÓRICA.

4.1. LA HISTORIA DE LAS ESTRUCTURAS.

4.2. LA HISTORIA CUANTIFICADA.

4.3. LA HISTORIA HOY.

5. BIBLIOGRAFÍA

1 INTRODUCCIÓN

Estudiar la evolución histórica de la investigación de la Historia viene hacer como hacer la historia de la Historia. Muchos historiadores lo han intentado. Edward H. Carr se preguntaba en el título de una obra ¿Qué es la Historia? y Lucien Febvre explicaba en otro los Combates por la Historia. Son dos de los numerosos ejemplos que teorizan y en cierto modo filosofan sobre la historia.

La Historia comenzó en el mismo momento en el que se inició la utilización de la escritura, de manera que se puede considerar que los primeros testimonios históricos los dejaron civilizaciones como las desarrolladas en Egipto y Mesopotamia (Estelas, Códigos, Relatos y Epopeyas). Sin embargo, hay autores que afirman la existencia de narraciones de carácter histórico en el preciso instante en el que los hombres reflejaron sobre la piedra imágenes, ya fuese con intencionalidad sagrada o simplemente como manifestación de escenas de lo que era la vida cotidiana realizadas por comunidades que, probablemente desde el hombre de Neandertal, ya hablaban, de modo que es posible que tuviesen relatos que eran transmitidos oralmente durante generaciones y que conectasen directamente con su historia familiar, de clan o de la tribu.

Sin embargo, en términos generales, se suele aceptar que la ciencia histórica, aquella que basa sus contenidos en la narración de sucesos, sus causas y consecuencias, que tiene como protagonistas a las civilizaciones que a lo largo de los tiempos han desarrollado su actividad en diferentes áreas del planeta, tuvo su nacimiento en Grecia durante los siglos VI y V a. C. En aquel marco los primeros cultivadores del género histórico fueron los logógrafos, como Hecateo de Mileto, cuya tarea consistía en explicar lo que veían y en coleccionar tradiciones y leyendas que les servían de base para informar sobre el pasado. Aunque sea salimos del tema hemos de citar a Heródoto, Tucídides y Jenofonte en Grecia y a Polibio, Julio César, Cayo Salustio, Tito Livio, Suetonio, Tácito o Plutarco en Roma. Desde este punto la disciplina histórica fue evolucionando, con avances y retrocesos, durante los periodos cronológicos siguientes, adquiriendo nuevos parámetros, planteamientos y modos conforme se transformaban las sociedades y las mentalidades de los habitantes del Viejo Mundo hasta llegar al siglo XIX, etapa en la que se produce una gran inflexión. En el largo camino hay que destacar autores como Eusebio de Cesárea, San Isidoro, Gregorio de Tours, Ibn Jaldún, Leonardo Bruni, Lorenzo Valla, Jean Bolland, Jean Mabillon, Vico, Voltaire, y un larguísimo etcétera.

Las diferentes corrientes historiográficas que se han sucedido, yuxtapuesto o complementado desde el siglo XIX hasta la actualidad han tenido intereses, prioridades e intenciones diferentes en su análisis de la Historia. Clasificar a grandes rasgos estas corrientes historiográficas a grandes líneas de investigación es la finalidad de este tema, a pesar de que no toda la producción histórica puede ser organizada en un esquema explicativo de estas características.

Realizaremos un recorrido cronológico por las corrientes historiográfícas de los siglos XIX y XX y concluiremos con unas referencias bibliográficas a partir de las cuales puede ampliarse el tema.

2 LA HISTORIOGRAFÍA DEL SIGLO XIX

“La Historia sería el sello del siglo (XIX), como la Filosofía había impreso el suyo en el XVIII”. Agustín Thierry.

Efectivamente, el siglo XIX fue el siglo de la Historia. La revolución francesa, sus hechos, y sus consecuencias, como una bomba que hizo estallar los cimientos del viejo mundo, será motivo de reflexión y preocupación fundamental en Francia y también en el resto de Europa.

Veamos los principales grupos historiográficos del momento:

2.1. LOS HISTORIADORES DE LA REVOLUCIÓN

Los historiadores de la Revolución realizan importantes aportaciones al tradicional enfoque déla Historia, hasta entonces, mera narración de hechos y personajes destacados.

Barnave, por ejemplo observa y declara la relación entre el poder económico y el poder político a lo largo de la historia.

De la década de 1820 a 1830, cuando la revolución esta claramente asentada y se incuban ya nuevos movimientos revolucionarios, son importantes muchos historiadores que ostentan también importantes cargos públicos como Agustín Thierry. Este autor ve la historia pasada como una Historia manipulada para legitimar el Antiguo Régimen (AR) y él mismo decide rehacerla, esta vez como un estudio del “desarrollo y de los progresos de nuestra sociedad civil”.

Guizot y Thiers, dos personalidades que escribirán y harán Historia, como ideólogos de la Revolución de 1830 al expulsar al absolutista Carlos X, para entregar el trono al rey-burgués Luis Felipe, están dentro de la corriente histórica conocida corno de la Ilustración revolucionaria El máximo exponente de esta corriente historiográfica es Tocqueville con su obra “El Antiguo Régimen y la Revolución” en la que expone con gran lucidez los diferentes conflictos sociales que condujeron a la Revolución.

2.2. LOS SOCIALISTAS UTÓPICOS

Paralelamente al grupo anterior están otros pensadores herederos de la Ilustración que pasaron a llamarse socialistas utópicos: Blanc, Saint-Simon, Fourier, A. Blanqui y su hermano Adolphe Blanqui que posibilitó un gran paso adelante al afirmar que la historia y la economía no pueden estudiarse aisladamente. Aunque no pueden catalogarse como historiadores puros, sí que realizaron una relectura de los principales acontecimientos de su época que les llevó a interpretar de manera diferente la historia, abriendo paso a lo que posteriormente sería el materialismo histórico.

2.3. LOS HISTORIADORES “WHIG”

La llamada interpretación “whig” de la Historia, está basada en la actitud de la sociedad y los historiadores británicos frente a su propia revolución. Esta interpietación “whig” consiste en el hecho de que tanto unos como otros catalogarán a su revolución como un simple periodo crítico, que ya pasó, al que no hay que darle más vueltas y frente al cual, la mejor postura es el olvido. Deciden pues dejar a un lado la oportunidad de aprendizaje o reflexión que su revolución pudiese brindarles, para centrarse en el desarrollo de teorías económicas que mostrarían verdades”objetivas y eternas”.

Los “Whig”, capitaneados por T.B. Macaulay con su “Historia de Inglaterra” defienden una visión optimista de la Historia y ofrecen una visión sobre la evolución histórica humana, que no precisa de revoluciones sino de estabilidad social. Cuando esta idea no pueda ya ser sostenida por las evidencias en su contra, estos autores usaran la Historia como arma legitimizadora del orden social existente y dominante.

2.4. LOS HISTORIADORES ROMÁNTICOS

El Romanticismo es un movimiento rebelde (no revolucionario) que adquirirá diferentes matices en cada país -a veces muy contradictorios- y que terminará convirtiéndose en un instrumento, historiográfícamente hablando, al servicio del poder instituido. Al amparo del Romanticismo, crecerá el Nacionalismo que tenderá a ocultar dentro del ideal de la nación los graves enfrentamientos sociales y de dases que se producen en el seno de la misma.

Los historiadores románticos, Chateubriand, y sobre todo Michelet, se encargaran de elaborar las presuntas esencias nacionales y transmitírselas al pueblo. En Alemania hay que destacar la labor de Herder, Hegel y Niebuhr.

Las características de esta corriente historiográfica son:

1. Interés de la Edad Media como legítimo origen de la nación.

2. Su metodología histórica prioriza a menudo la intuición y la imaginación sobre la investigación.

3. Se da especial importancia a las monográficas sobre grandes personajes históricos y hazañas nacionales

4. La Historia pasa a cumplir una función propagandística del ideal que quiere transmitir.

2.5. LOS HISTORIADORES POSITIVISTAS

El positivismo es una teoría filosófica elaborada por Comte. Este autor, afirmaba haber hallado un método científico para el estudio de la Historia basado en la observación y en el análisis crítico. La gran ley de la Historia sería la evolución del espíritu humano (influencia de las ideas de Hegel), pasando a fravés de los tres estadios de evolución:

El primer estadio sería la interpretación teológica de la Historia.

El segundo la interpretación filosófica de la Historia.

El tercero sería la interpretación Positiva o científica de la Historia y este estadio era el que tocaba el momento de llevar a efecto.

El gran pensador positivista, para quien la función de las disciplinas históricas había de limitarse a la recolección del material no elaborado, mientras que la tarea del historiador será trabajarlo eliminando cualquier asomo metafísico, trataba de demostrar que la Historia de la Humanidad y de las ciencias, así como la exigencia de síntesis y comprensión del espíritu humano, son muestra de la existencia de tres estadios de los cuales el último, el positivo, es el que constituye el objetivo del desarrollo de la Historia, del mismo modo que la comprensión de las cosas mediante leyes, sustitutivas de las causas derivadas de la intervención divina, es la meta final de la mente humana, el mismo Comte lo señala cuando indica que “los hombres son teólogos en la infancia y metafísicos en la juventud, sólo llegan a ser hombres positivos en la edad madura”. La Historia del hombre estaba, como hemos visto, delimitada por esas fases cuyo estudio será acometido buscando los hechos y sus mutuas relaciones prescindiendo de cualquier tipo de abstracción inútil.

A partir de Comte, los planteamientos románticos pasan a estar mal vistos, la Historia adquiere definitivo rango de Ciencia y sus enunciados pasarían a ser verdades absolutas.

Taine es el máximo representante de estos historiadores científicos. Defenderá postulados reaccionarios y hablará de determinisnio racial, geográfico e histórico.

2.6. LOS HISTORIADORES DETERMINISTAS

De los postulados positivistas a los deterministas media tan solo un paso. El Determinismo es una corriente ecléctica de la que participan muchos historiadores del momento: Taine, Ritter, Gobineau y Ratzel con su famoso determinisnio ambiental, son algunos de los mas importantes de entre ellos. En sus trabajos solían incluir grandes recopilaciones de datos que supuestamente avalarían sus conclusiones, aunque en la realidad lo que si que avalaron fueron actitudes xenófobas y abusos sociales.

2.7. EL HISTORICISMO O HISTORIA ERUDITA

La corriente historiográfica del Historicismo nace en Alemania y aboga por una metodología propia y exclusiva de la Historia. Es decir constituye la antitesis de la postura positivista de Comte respecto a la Historia. Esta metodología estaría basada en una recogida exhaustiva de datos y la explicación de los mismos a través de una valoración critica, sin que de ellos pueda derivarse ley de carácter general alguna. Hereda del Romanticismo tanto el Nacionalismo como el gusto por las monografías. Participa del Positivismo de Comte en la practica de la erudición, de ahí que esta comente también halla sido llamada Historia erudita. Las investigaciones exhaustivas en las que se consultasen todas las fuentes existentes respecto al tema tratado fue la pretendida base de su coherencia.

“La única habilidad del historiador consiste en obtener de los documentos todo lo que contienen y en no añadir nada de lo que no contienen” Fustel de Coulanges

Otros historiadores alemanes que podríamos incluir en esta ecléctica y ambigua corriente serian L. Von Ranke, Windelband, Treitschke y Niebuhr quien concibe la Historia como una enseñanza especialmente patriótica.

Esta concepción de la práctica histórica estaba muy conectada con el empirismo, comente filosófica de la Historia que partía de la base de que los sucesos del pasado son únicos e irrepetibles y, por ello, no son susceptibles de ser comprendidos atendiendo solamente a categorías universales, sino prestando atención a sus contextos propios y particulares; es decir, todos los fenómenos protagonizados por el hombre son radicalmente históricos, independientemente de su categoría individual o colectiva, institucional o ideológica de la cultura propia o foránea asimilada, y por ello son únicos e irrepetibles en el tiempo y en el espacio, ya que responden a un miento preciso, a un contexto muy determinado que, es cierto, puede tener similitudes en otras épocas, pero eso nunca indica que se trata del mismo caso, pues los protagonistas serían otros y las causas diferentes, al igual que el contexto histórico en el que tiene lugar. Por ejemplo, la guerra, en cuanto enfrentamiento entre dos sociedades, es siempre la misma, pero sus causas y consecuencias no lo son, e incluso el mismo hecho de la guerra presenta variables sustanciales en los diferentes periodos reflejadas en el armamento, tácticas y concepciones de todo tipo. En consecuencia, todos los hechos evolucionan conforme a sus propios principios, y por ello deben de ser comprendidos atendiendo a su singularidad y no mediante leyes universales, puesto que son el resultado de una razón histórica y no de una razón atemporal ilustrada que concebía, con error, el tiempo histórico como una magnitud equivalente al tiempo físico.

Sociólogos y economistas no tardarán en criticar esta corriente y los propios historicistas pronto comprobarían lo inviable e inútil de intentar recopilar las inagotables fuentes y la falacia de su pretendida objetividad.

2.8. LOS HISTORIADORES NEOKANTISTAS

El Neokantismo, distanciándose de positivistas e Historicistas viene a decir que la Historia no tiene leyes y como ciencia humana tiene un desarrollo distinto al de las otras ciencias. Es decir no existen leyes pero si que existen causas.

Dilthey y Rickert serán sus más claros exponentes.

2.9. EL MATERIALISMO HISTÓRICO

La teoría del materialismo histórico quedara formulada a través de toda una serie de trabajos realizados porKarl Marx y Frederic Engels a mediados del siglo XIX.

La situación económica y social de Europa en estos tiempos es crítica (malas cosechas, hambrunas, crisis industrial, miseria creciente de las masas populares…) y la evidencia de que esto es así, derriba definitivamente la creencia en las promesas de progreso y prosperidad auspiciadas por economistas como Adam Smith. La critica a la situación social y económica del momento venia encauzada a través de la corriente de los socialistas utópicos, de un lado, y los que propugnaban el retorno al Antiguo Régimen anterior a la Revolución Francesa, por otro.

En esta situación surge el marxismo, como una tercera vía, que es hasta el momento la mejor critica del sistema capitalista.

Para Marx, el estudio de la Historia tiene la finalidad de conocer la realidad para transformarla. Marx a través de sus estudios sobre derecho penal llega al conclusión de que tanto las relaciones jurídicas, como las formas de Estado se originan en las condiciones materiales de existencia (lo que Hegel denomino “sociedad civil”) y que la naturaleza de estas condiciones hay que buscarla en la economía política. En la obra de ambos “La ideología alemana” es donde la metodología marxista de la Historia esta mejor formulada.

Marx y Engels señalan una serie de estadios históricos en base a las relaciones de producción. En esencia el materialismo histórico consiste en afirmar que a unos medios técnicos de producción económica (infraestructura) corresponden unas determinadas relaciones sociales de producción (estructura) y estas son las que condicionan las relaciones jurídicas, ideológicas y políticas (superestructura), aunque este ultimo plano no es un reflejo mecánico de la economía del momento, sino que la Historia pasada tiene una gran influencia.

Lo que realmente aportaron de nuevo Marx y Engels al estudio histórico fue:

Que la existencia de clases solo va unida a determinadas fases históricas del desarrollo de la producción.

Que la lucha de clases conduce a la dictadura del proletariado.

La tal dictadura no es mas que un paso histórico hacia la abolición de todas las clases para establecer una sociedad sin clases.

Esta nueva metodología presta gran atención a los aspectos económicos y en base a ellos se realiza una nueva periodización de la Historia en la que se distinguen los siguientes modos de producción: Astático (sociedades primitivas tribales), Antiguo (sociedades esclavistas), Feudal (siervos de la gleba), Burgués (trabajo asalariado),

El desarrollo histórico de la vida humana seria el recorrido por tales fases.

2.10 HISTORIOGRAFÍA ESPAÑOLA DEL SIGLO XIX

Es poco relevante y esta bajo la influencia historicista alemana. Modesto Lafuente, Valera y Borrego son figuras destacadas que se interesan por el papel de la burguesía.

Pérez Caldos a través de sus “Episodios nacionales” hace de cronista de la realidad política del momento en clave literaria.

Los cuarenta y tres volúmenes del Memorial histórico español de la Real Academia de la Historia, es la clásica obra erudita de finales de siglo.

3 LA HISTORIOGRAFÍA DEL SIGLO XX

El contexto histórico de principios del siglo XX influye poderosamente en la forma de mirar, interpretar y hacer la Historia. La gran agitación social y política de los primeros años se traduce en una serie de acciones armadas de muy distinto signo: las Revoluciones socialistas en Rusia, los regímenes fascistas, dos guerras mundiales, una guerra civil en España…

Todo ello parece borrarse con el fin de la segunda Guerra Mundial iniciándose un momento de desarrollo económico y encauzamiento del conflicto social. El final de siglo evidencia la ruptura de todo este equilibrio con multiplicación de las crisis y los conflictos mundiales pero este ultimo periodo, es aún de difícil interpretación histórica. Historiográficamente hablando, que es lo que aquí nos interesa, van a continuar tendencias del siglo XIX, especialmente la marxista (ya sea en versión dogmática o como vía de desarrollo) y también aparecerán otras nuevas que veremos a continuación. Por otro lado hay que destacar que la Historia y los historiadores se profesionalizan definitivamente y se impone una visión cultural mas internacionalista y dinámica (teoría de la relatividad, estructuralismo, informatización, etc).

3.1. MATERIALISMO HISTÓRICO DE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX

A principios de siglo, la aplicación real de los principios metodológicos del materialismo histórico tiene lugar en obras como “el desarrollo del capitdismo en Rusia” y “el Imperialismo, fase superior del capitalismo” del ruso Vladimir Lenin y en “Historia socialista de la Revolución Francesa” del francés Jean Jaurés. No obstante en el caso de la URSS, en donde precisamente hubiese sido necesaria una profundización sobre el materialismo histórico, la falta de historiadores y las características totalitarias del régimen en la etapa stalinista dieron pie al academicismo y a que los trabajos históricos fuesen meras justificaciones de la acción del Estado.

El triunfo de la revolución modificó la historiografía marxista. M.N. Pokrovski (1868-1932) escribió Historia de Rusia desde los tiempos remotos. En las reuniones celebradas en Tiflis y Leningrado (1930 y 1931) los historiadores rusos decidieron construir el esquema cerrado que posteriormente Stalin definiría como de cinco tipos fundamentales de modos de producción (la comunidad primitiva, la esclavitud, el régimen feudal, el régimen capitalista y el régimen socialista). De alguna manera se puso de manifiesto la plena subordinación de la historia a la política y convirtió al marxismo en un cuerpo doctrinario frío y dogmático.

No obstante tres autores aparecen por el mismo tiempo que realizaron muy buenas aportaciones a la historiografía marxista que fueron G. Lukacs (1885-1971),que terminó en la filosofía, K. Korsch (1886-1961), que intentó una revalorización del pensamiento de Marx, y A. Gramsci (1891-1937) que ocupa un lugar destacado con sus Cuadernos de la cárcel. A partir de la estrecha relación entre teoría y praxis y de considerar al marxismo como una totalidad, irreducible a una sociología política, a una filosofía o a una teoría económica, realizó numerosas aportaciones a la interpretación materialista de la historia. Combatió el economicismo, además de considerar al hombre como la edificación de la realidad histórica Añade que en el estudio de una estructura hay que distinguir entre los movimientos orgánicos (relativamente permanentes) y los movimientos de coyuntura. Pero el gran tema gramsciano es la superestructura y las relaciones con la economía Según él, superestructura y estructura forman un bloque histórico. También son muy importantes las ideologías en cuanto que organizan a las masas humanas.

3.2. IDEALISMO ITALIANO

Croce es el personaje mas representativo en la línea idealista y neokantiana. Es el fundador de la nueva escuela presentista. Su idea mas original se resume en su afirmación “toda Historia es historia contemporánea”. La referencia a Italia se hace básicamente aquí por su gran influencia en otras escuelas historiográficas europeas.

3.3. IDEALISMO BRITÁNICO

En la misma línea idealista (escuela hegeliana) y neokantiana están los británicos Collingwood y Popper insisten en la inexistencias de leyes históricas aunque si que admiten que existen tendencias históricas. El ultimo de estos autores en su obra “Miseria del historicismo” insiste en la imposibilidad de vislumbrar el futuro de la Historia humana y en que ese historicismo se cae por sus base.

3.4. LA HISTORIA MORFOLÓGICA

Llamada así porque basa sus conclusiones en el estudio de las formas de las diferentes culturas, hace una generalización , a través de dicho estudio, un camino evolutivo compuesto por diferentes fases culturales, por el que pasarían todas las sociedades en uno u otro momento.

Autores representativos de esta tendencia son el alemán Spengler, Toynbee y Bridbury.

3.5. LA NUEVA HISTORIA SOCIAL. APORTACIONES DE LA SOCIOLOGÍA Y ANTROPOLOGÍA

La crisis de los estudios históricos coincide con un desarrollo importante en otras ciencias humanas como la Sociología – con autores como Durkheim y Max Weber- y la Antropología (disciplina en la que destacan autores como Boas, Levi-Strauss, Malinowky…). Se produce así una mezcolanza interdisciplinar que no respeta metodologías independientes y que incluye una nueva concepción de la Historia. La Historia Social que relacionará la actuación humana globalmente hablando, con el entorno físico y económico. Lo que estos autores excluyen es la visión política de la Historia, aunque la realidad es que esto tampoco garantiza la objetividad histórica, además de dejar marginada una importante parcela de la vida humana. Esta tendencia tuvo una gran acogida en Gran Bretaña donde destacan Tillyy Shorter.

3.6. LA NUEVA HISTORIA ECONÓMICA

Este es el nombre de una escuela norteamericana que retoma la importancia de la economía en la interpretación histórica, ya contemplada por los autores marxistas desde el siglo pasado.

Esta escuela se caracteriza por la globalización del estudio de la economía en un contexto social mas amplio ( o por la pretensión de hacerlo) y también por la introducción de técnicas de estadística matemática sofisticadas para analizar los datos. Los precursores de esta escuela fueron Kuznets, Beard y Schumpeter. Sus figuras mas representativas han sido autores como Gerschenkron, Conrad, Meyer y Fogel.

3.7. TENDENCIAS MAS RECIENTES DEL MATERIALISMO HISTÓRICO

Por un lado continua la producción academicista en los países del Este con honrosas excepciones. Pero tras el acceso al poder de Stalin y la conversión de la historia marxista en una historia oficialista, aparecen en Occidente una serie de historiadores que renovarán el marxismo.

E. Labrousse, heredero de Jaurés, con su Esquisse du mouvement des prix et des revenus en Franco au XVIlIe siécle (1933) inicia la historia de la condición de las personas en el s. XVIII. La extensa utilización de métodos estadísticos (algunos tratadistas lo consideran “serial”) le sirve no sólo para reconstruir las rentas y salarios sino para descubrir las causas de la revolución francesa Tendrá gran influencia sobre un historiador marxista de excepción como esPierre Vilar. Dentro de esta línea marxista es también obligado destacar a Poulantzas.

El arqueólogo australiano-británico V. Gordon Childe (1892-1957) supo incorporar a los métodos asépticos de la arqueología la interpretación metodológica En la Evolución de la sociedad, basándose en la evolución marxista de la historia, traza el proceso de evolución que siguieron las sociedades primitivas hasta llegar a la civilización.

M. Dobb (1900-1976) se situó en el terreno de la economía y de la historia económica. Sus Estudios sobre el desarrollo del capitalismo se centraron en los problemas de la transición del feudalismo al capitalismo.

Surge el llamado estructuralismo marxista con Althuser y Haernecker. Destaca también la Escuela de Frankfurt con autores como Marcuse. La mayor contribución al desarrollo de la historiografía europea la ha realizado el marxismo inglés. El denominado Grupo de Historiadores del Partido Comunista, influido por Dobb y que en 1956 rompió toda relación con el Partido, estaba integrado por Ch. Hill, J. Saville, E. J. Hobsbawn, R. Samuel, E. P. Thompson, R. Hilton, R. Williams, etc. Fundaron las revistas New Left Review, Past and Present, History Work-shop, Oral History o Social History.

3.8. LA REVISTA ANNALES

Esta revista francesa surge en una primera etapa próxima a los planteamientos marxistas codirigida por Bloch y Febvre y en torno a ella se creara la escuela historiográfíca mas significativa del siglo XX.

Las propuestas de la Escuela sería:

a- La historia debe centrar su interés en las sociedades concretas, delimitadas en el espacio y en el tiempo.

b- La historia debe ser una ciencia, pero debe superarse el estatismo metodológico positivista: Para ello se moverán en tres direcciones:

1. contra la omnipresencia del hecho histórico (positivismo), la historia como problema. La introducción de la hipótesis ampliaba el sentido científico de la historia.

2. toda realización humana es fuente histórica.

3. se romperá con la especialización de los estudios históricos para abrir la colaboración con otras disciplinas.

Annales se alimentará de una gran variedad de colaboraciones cuyo único punto en común es la rigurosidad, la erudición, junto con planteamiento de apertura hacia las nuevas metodologías y un enfoque de la Historia de carácter total.

Tras la muerte de Bloch a manos de los alemanes, la revista sigue adelante dirigida por Febvre en solitario. Posteriormente será dirigida por Braudel. En la actualidad la dirección de la revista es colegiada. En general los trabajos recogidos por Annales muestran un interés por el entorno geográfico, por la economía, lo social y las interconexiones de todos ellos.

3.9. HISTORIOGRAFÍA ESPAÑOLA

En general la historiografía española esta influenciada por el historicismo y neokantismo alemán.

Figuras relevantes son Menendez Pidal, Sánchez Albornoz y Americo Castro, todos ellos especialistas del medioevo español que durante la guerra emigraron a Sudamérica y mantuvieron su labor desde allí. Tras la guerra, los estudios de Historia-al igual que ocurrió en todas las demás ciencias y artes- entró en una gran crisis. Prueba de ello lo será la edición española de la “Historia Universal” dirigida por García Moreno meramente narrativa y con un sello academicista inconfundible.

El regreso en el año 1945 de Ortega y Gasset influye en la pervivencia de la influencia alemana en una historiografía.

Próximo a la influencia de Annales esta el autor Vicens Vives con su obra “Aproximación a la historia de España”. Mas recientemente los estudios de J. M. Maravall sobre la época barroca. Destacan también Ángel Viñas, Jover Zamora y Tuflon de Lara.

4 ULTIMAS TENDENCIAS DE LA CIENCIA HISTÓRICA

Actualmente, recién inaugurado el siglo XXI , la Historia, a través del contacto con las demás ciencias del hombre (economía, política, econometria, demografía y sociología) ha evolucionado hacia posiciones mas abiertas adoptando una nueva problemática y una nueva metodología. La cuantificación y las técnicas cuantitativas y el uso de los sistemas informativos se han incorporado a la investigación geográfica.

4.1 LA HISTORIA DE LAS ESTRUCTURAS

El concepto de estructura apareció muy tempranamente en los estudios históricos. El marxismo ya lo divulgaba en el siglo XIX. En el siglo XX son ya muchos los que se ocupan del estudio de las estructuras sociales. Braudel ya distinguió tres niveles dentro déla historia de las estructuras:

La Historia episódica

La Historia coyuntural

La Historia estructural.

Es este ultimo nivel, el estudio estructural, propiamente dicho, el que coge fuerza creciente en estos últimos tiempos. Soboul define las estructuras en el estudio histórico simultáneamente como “sosten y obstáculo de la Historia”

4.2. LA HISTORIA CUANTIFICADA

A partir de la década de los 40 empieza a destacar un grupo de investigadores que hacen historia económica . Su formación no es de historiadores, sino de economistas. Utilizan modelos econométricos y tecnología estadística muy refinada. Tienden a hacer de la Historia un campo de aplicación retrospectiva de la teoría económica mas actual. A mediados de los 50 estos historiadores economistas o economistas historiadores ya se habían dividido en dos grupos con dos puntos de vista esencialmente diferentes:

La Historia serial: hecha por historiadores economistas y próxima a el enfoque de la revista Ármales. Esta escuela pertenecen Labrouse, Imbert, Baehrel… entre otros.

La Historia cuantitativa: hecha por economistas historiadores como Kuznets, Fogel y Marczewki.

4.3. LA HISTORIA HOY

A modo de resumen, podemos decir que la ciencia histórica hoy aparece como una disciplina en plena evolución. Abierta a todo menos dogmática y mas rigurosa que nunca. Con todo su pasado a cuestas la Historia aprende de la Historia, tanto de la mas oficial como de la que no lo es. Actualmente la Historia se dispone a ser un reflejo útil para el aprendizaje en 1 vida presente y futura del hombre.

Cuando Ratzel consideraba que había dos elementos de relativa pertenencia en la historia, el hombre y el suelo, consideraba que los conocimientos geográficos estaban al servicio de la evolución de las sociedades. En este sentido nacen losArea Studies en los Estados Unidos que pretenden llevar a cabo un método de análisis de las relaciones internacionales y el estudio de una región con cierta unidad política y social, para explicar su papel y su lugar en el marco internacional. Para ello de apoyan en todas las disciplinas que pueden servir para aclarar los postulados. En cuanto a las disciplinas que pueden ayudar a este conocimiento, aunque hay bastante flexibilidad, Duroselle (Europa de 1815 a nuestros días: vida política y relaciones internacionales} considera que al menos tienen que concurrir la Historia, la Geografía y la Sociología Por lo general se acepta que en los Áreas Studies relativos al conocimiento de las relaciones internacionales, el área geográfica más reducida es la de un Estado, pues son sujetos de personalidad internacional.

Desde finales de los años setenta se ha producido un escepticismo entre los historiadores sobre las posibilidades de renovación de la ciencia de la historia. Y a ello ha contribuido el enorme desarrollo de otras disciplinas, como la Sociología o la Ciencia Política, que han hecho suyos muchos métodos y objetivos propios de la Historia, a la que le niegan la posibilidad de realizar análisis actuales desde sus presupuestos. En este sentido se inscriben una serie de estudios recientes sobre el estado actual de la historiografía. G. Iggers considera que la crisis es profunda y tiene sus raíces en la concepción de la historia como ciencia. En España esta tendencia vendría representada por J. Fontana (“Ascenso y decadencia de la escuela de los Annales” en Hacia una nueva Historia, 1976).

En otro sentido hay un conjunto de historiadores que propugnan la vuelta al relato y al individuo, a la historia narrativa, aunque con métodos diferentes a los de la historiografía tradicional. Uno de los defensores de esta tendencia es Lewis Stone, profesor en Princeton, que sostiene que la narración es un modo de escribir la historia, un principio de inteligibilidad que afecta tanto a la producción del texto histórico como a su concepción (“The Revival of Narrative: Reflections on a New Oíd History”, en Past and present, 85) . Las razones que se argumentan son la desilusión producida por los modelos económicos deterministas, el fracaso de la historia cuantitativa a gran escala, le acusación de que tras la interpretación histórica han subyaddo motivaciones políticas y el deseo de hacer los trabajos históricos más accesibles no sólo para los especialistas sino para el resto de los ciudadanos.

Por otro lado, los historiadores han comenzado a prestar atención a muy diversos temas hasta ahora marginados como es el caso del papel de la mujer en la Historia, cuyo estudio va paralelo a las modificaciones civiles y laborales experimentadas en las sociedades occidentales en el siglo XX. Los trabajado pioneros de M Ritter Beard y la obra monumental coordinada por G. Duby (Historia de las mujeres) son un ejemplo de esta nueva corriente de historia de género.

En el desarrollo de la Historia cultural popular incidió muy de lleno la expansión de la historiografía por los países del Tercer Mundo, nacidos al socaire del proceso de descolonización que se inició desde la firma del armisticio de 1945, con una particularidad, y es que los historiadores llegaron a unos enclaves territoriales en los que no había tradición archivística, unas veces porque no se utilizaban los archivos y otras porque no existían, siendo necesario recurrir a una nueva innovación metodológica como era la de acudir a la tradición oral, a los documentos orales, transmitidos de boca a boca de generación en generación, que perpetuaban las tradiciones de los diferentes pueblos y que los historiadores comenzaron a utilizar como base para la construcción de la narración histórica. Así, en los nuevos estados africanos y algunos asiáticos la tradición oral, junto con las investigaciones arqueológicas constituían el único medio posible para tratar de establecer su historia precolonial y en algunas ocasiones colonial. La recogida sistemática de testimonios de ancianos que narraban cuentos, leyendas y genealogías fomentó una Historia cultural popular cuyos métodos terminarían por ser aceptados por la historiografía occidental que veía como la Historia cultural y la Antropología se aproximaban hasta fundirse en varios casos.

Estos nuevos temas, junto con el avance por el interés de las cuestiones culturales, ha desarrollado extraordinariamente en los últimos tiempos la Historia de las Mentalidades, que constituye hoy una de las corrientes más extendidas en el panorama historiográfico internacional y que se caracteriza por su eclecticismo y la interdisciplinariedad.

Sin embargo, ese proceso de acercamiento a la Antropología, cuya influencia parece haber desplazado a la que tuvieron la Sociología y la Economía sobre la práctica historiográfica en las décadas anteriores, no ha sido uniforme y por ello no afecta por igual a todas las especialidades que hoy existen dentro de la Historia, ya que en ellas existe una gran variedad metodológica que permite que continúen cumpliendo su inexcusable función social y cultural.

5 BIBLIOGRAFÍA

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EL “FIN DE LA HISTORIA” Y LA HISTORIOGRAFÍA ACTUAL.

Josep Fontana (2001, p.309) apunta un momento de inflexión en la historiografía en 1989, con la caída de los regímenes socialistas, el ataque a las interpretaciones de izquierda sobre la Revolución Francesa en su bicentenario y la publicación de “El fin de la historia”, de Francis Fukuyama. Con la caída del muro se abría la veda para acabar con toda interpretación histórica que apoyase la posibilidad de transformación sustancial de la sociedad. Por sudarte, los vencedores consideraban su triunfo como el fin de la historia, para lo que financiaron toda una labor historiográfica de legitimación del orden establecido. Así fue como los conservadores lograron un éxito mundial con este artículo, de trasfondo hegeliano, en el que se defendía que “la historia es direcdonal y progresiva, que su motor son dos fuerzas básicas: la evolución de las ciencias naturales y la tecnología, y que esta evolución culmina en la democracia liberal y en la economía de mercado, que serían, por lo tanto, adquisiciones definitivas de la historia” (Fontana, 2001, p.310). Sostenía que las instituciones del Estado de los países ricos modernos son las más perfectas que pueden existir, y que, por tanto, ¡la historia ha terminado!, y con ella los cambios históricos. En 1992 se publicaba el libro correspondiente, “El fin de la historia y el último hombre”.

Pero la realidad histórica, plagada de conflictos y enfrentamientos (especialmente en el Tercer Mundo), parecía contradecir esta ridicula hipótesis. Así que era necesaria otra nueva, más duradera, en esta ocasión elaborada por Samuel Huntington, autor de “¿El choque de civilizaciones?” (1993), donde repudiaba a Fukuyama y proponía una interpretación de los conflictos basada en la desaparición de los tres mundos (socialista, capitalista y tercer mundo) y en razones culturales, de modo que la confrontación entre culturas dominará la política global. Siguiendo la misma estrategia que con Fukuyama, en 1996 se publicaba “El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial”. El principal problema de su planteamiento es la definición de las civilizaciones en base a criterios religiosos, además con fallos espectaculares. Se trataba, simplemente, de buscar un nuevo enemigo mundial, el “imperio del mal”, contra el que mantener unida a la sociedad occidental. Los posteriores acontecimientos (guerra del Golfo, 1991; Afganistán, 2002; invasión de Irak, 2003) demuestran cuan hondo, desgraciadamente, ha calado entre la sociedad esta aberrante teoría.

Sin embargo, desde las propias filas neoliberales se lanzan advertencias sobre la imperfección del sistema de mercado y sus nefastas consecuencias para la humanidad. Así lo hacen John Gray, profesor de política en Oxford, o el magnate George Soros. También Immanuel Wallerstein criticaba estas ideas, apuntando la posibilidad de un colapso definitivo del liberalismo como cultura global.

En algunos casos esta crisis del conocimiento ha provocado un reverdecer de la

tendencia tradicional existente en las ciencias sociales a imitar a las ciencias naturales para convertirse en verdaderas ciencias, utilizando unos métodos y un vocabulario ajenos, con la pretensión de lograr una historia científica. El positivismo y el neopositivismo se encuentran .detrás de esta intención cientifista, y esta mimesis suele llevar a una pseudohistoria que poco .aporta al conocimiento histórico del pasado. Es así como han llegado a la historia la “teoría del caos” y otras, pero el error más grave es su trasposición lineal de métodos de otras ciencias, con resultados fatales (Kauffman, Cipolla, Chaudhuri). Si bien es cierto que la convergencia entre ciencias naturales y ciencias sociales puede conducir a un mejor conocimiento de los seres .humanos, no es menos cierto que imitar a las ciencias naturales desde la historia no tiene “utilidad para el conocimiento del pasado.

Esta crisis guarda también una estrecha relación con la crisis de la postmodernidad, es decir, la muerte de la modernidad, el proyecto intelectual basado en la idoneidad de la razón nacida con la Ilustración, de modo que el conocimiento científico se mostraba incapaz de llevar a la Historia por la prometida senda del progreso universal. Como recoge Aróstegui (2001, p.138), “La condición postmoderna se basa en la negación vigorosa de que el pensamiento racionalista de la modernidad conduzca al progreso humano”. El postmodernismo supone además la muerte de la teoría y de las grandes concepciones del mundo y de la historia.

En este contexto crítico social e historiográfico surgirán numerosas tendencias o derivaciones dentro de antiguas corrientes; revisionismos, retornos al pasado; y la búsqueda de nuevos campos temáticos. Ahora bien, es preciso distinguir entre nuevos modelos historiográficos, es decir, cambios en los métodos, los modos de conocer, definir o articular la historia (microhistoria), de las ampliaciones temáticas, nuevos focos de atención o nuevos problemas (ecohistoria). Entre los nuevos modelos historiográficos se encuentran la Historia narrativa, la Microhistoria, la nueva Historia Cultural, la Historia Socio-estructural, la Historia de la Vida Cotidiana, la Historia del Presente o la Historia de las Relaciones de Género.

1. El retorno a la narración. La Historia Narrativa.

Los ataques a la historia que sostenía el carácter social progresivo de los grandes cambios, provocaron que algunos historiadores decidieran retornar a la narración como método de investigación historiográfica, considerándola como la forma esencial y característica del quehacer histórico, en un intento de presentar una historia neutra, sin ideología, y de recuperar la unidad de una disciplina fragmentada en numerosas especializaciones. Lawrence Stone (1919-1999) pedía que la historia volviese a ocuparse de los acontecimientos y de la conducta en obras como “El pasado y el presente” (1981). Por su parte, Simón Schama tuvo un gran éxito con libros plagados de fallos, pero muy atractivos para el lector, caso de “La vergüenza de los ricos. La cultura holandesa del Siglo de Oro” (1987); una interpretación de la revolución francesa, basada en historias personales, “Ciudadanos. Crónica de la Revolución francesa” (1990); un malogrado intento de historia ficción en “Certezas muertas. Especulaciones injustificadas”; y quizás su obra de mayor éxito, “Los ojos de Rembrandt” (1999), todas ellas obras narrativas sin el suficiente rigor histórico. Entre los precursores y mantenedores de esta tendencia se encuentran Sande Cohén, Paul Ricoeur, Gertrude Himmelfarb o Hayden White, que reclaman la vuelta a un “nuevo historicismo”, y para ello pretenden volver a la explicación histórica a través de la investigación de la escritura de la historia como una forma de discurso, apoyándose en el análisis del lenguaje (deconstruccionismo de Jaiques Derrida). Esta historia narrativa presenta la historia como un relato de acontecimientos integrados en una trama que siguen una sucesión temporal, y, supuestamente, reproduce los sucesos humanos del pasado. Pero la historia es algo más que un género literario, no es ni ficción, ni novela ni cuento, pues conocer la historia no tiene el mismo significado que construir un relato de los acontecimientos del pasado humano.

2. La Microhistoria.

Esta tendencia tiene su origen en Italia, dándose a conocer a partir de Cario Ginzburg y “El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del siglo XVI” (1976). Está bastante próxima a la narración de lo singular, pues “se basa en esencia en la reducción de la escala de observación, en un análisis microscópico y en un estudio intensivo del material documental” (Aróstegui, 2001, p.164), de modo que estudia la historia de fenómenos socio-antropológicos a muy pequeña escala (historias personales, mínimas), lo que permite analizar algunos procesos más generales y tipificarlos (estrategias matrimoniales, procesos judiciales, etc.). Destaca la recuperación del sujeto y de la experiencia. En Alemania aparece una versión peculiar de esta microhistoria, ligada a la antropología, la “Historia de la vida cotidiana”, que veremos después. Aróstegui apunta también la contribución de la microhistoria a la renovación de la historia local. Y quizás aquí también se encuentre la explicación del auge de las biografías en los últimos tiempos. La microhistoria puede ser útil para investigar a la escala de algunos procesos que quedan ocultos por las generalizaciones, pero de ahí a erigirla en esencia de la historia va un trecho.

3. La nueva Historia cultural.

Aunque el origen de este renacimiento se puede rastrear en Jacob Burckhardt y “La cultura del Renacimiento en Italia” (1860) y se continúa con Johan Huizinga y “El otoño de la Edad Media” (1919), esta corriente aparece ya en los años 80 del siglo XX (Peter Burke, Edward Palmer Thompson, Gareth Stedman Jones) abarcando una temática muy extensa, pero con un nuevo entendimiento de la acción histórica y un nuevo tratamiento de las fuentes, especialmente los textos. Está caracterizada por la interdisciplinariedad, tal vez por el eclecticismo, pero sobre todo por la importancia que concede al mundo de las representaciones mentales. Y se encuentra influida por la teoría crítica de la literatura, la semiótica y la antropología, dando como resultado investigaciones notables sobre el entendimiento histórico de la política, los movimientos sociales, la rebelión, etc. a través de sus simbolismos culturales.

Uno de sus primeros representantes es Robert Darnton y “La gran masacre del gato y otros episodios de la historia cultural francesa” (1984), cuyo objetivo es el estudio de las creencias populares colectivas como objeto etnográfico, con la intención de explicar los hechos históricos como “textos” que tienen un contenido simbólico. Se trata pues de una historia del simbolismo cultural, de la representación mental de simbólica de los objetos culturales. Pero el autor que consagra la corriente es Lynn Hunt, autor de “La Nueva Historia Cultural” (1999), donde se recogen muchas de las nuevas aportaciones, quien considera que en el lenguaje se encuentra el simbolismo esencial de toda situación social.

Roger Chartier, autor de “El mundo como representación. Estudios sobre historia cultural”, considera la investigación cultural también como una investigación social, conectando así historia cultural e historia social. Pero, en lugar de primar lo social, se busca la representación, la manifestación de lo mental, por la cual los individuos dan sentido a su mundo. También destaca la recuperación del sujeto y de la conciencia de los actores, al tiempo que revaloriza el concepto de cultura popular, que cree preciso estudiar a partir de la apropiación que hacen los sujetos de tal cultura, sin olvidar su relación con la “cultura dominante”. Gabrielle M. Spiegel incide en los problemas asociados a nuestras representaciones, especialmente las del pasado.

4. La “Ciencia Histórica Socioestructural” o “Historia social-estructural”.

Esta corriente se encuentra relacionada con las nuevas sociologías (teoría de la acción, teoría de la elección racional, o teoría de juegos), pero también con la renovación de la historia social desde los años 60 y la sociología histórica, manifiesta en el proyecto norteamericano de la Ciencia Histórica Social (Social Science History), iniciado por Tilly, Landes y Tarrow. Su principal exponente es Christopher Lloyd, autor de “Las estructuras de la historia” (1993) y “Explicación en Historia Social” (1986). En el artículo “Las metodologías de la Historia Social. Una visión .crítica y defensa del estructurismo” (1991), Lloyd crea el concepto de estructurismo para hacer referencia a una idea de lo social derivada de la dialéctica entre acción y estructura.

Para Aróstegui (2001, p.170-171) esta corriente tiene una evidente pretensión científica, pues pretenden “conceptualizar y descubrir la real estructura oculta de la sociedad, el proceso real del cambio, social estructural”, valiéndose del “estructurismo metodológico” o “aproximación relacional-estructurista”, que aspira a superar individualismo y holismo a un tiempo, y concibe las estructuras sociohistóricas con una forma de “existencia estructural” autónoma, pero también unida a la totalidad de fenómenos que acaecen dentro de la misma. Estamos pues, ante un intento de lograr una “ciencia unificada de la sociedad” sobre la base del estructurismo.

En Alemania también se ha desarrollado una “Ciencia Social Histórica”, sí bien sobre propuestas teóricas distintas. Se asocia a la “Escuela de Bielefeld” (Jürgen Kocka y otros) y está inspirada por Hans-Ulrich Wheler, mostrando en su inicio las influencias procedentes del marxismo (Escuela de Frankfurt), pero también del problema cultural y moral asociado a la significación del nazismo en la historia alemana. Su base se encuentra en la historia social y su relación con la sociología (y en menor medida con la economía), intentando entroncar con Marx y Weber, y mostrando una profunda preocupación por la elaboración teórica.

La sociología histórica, de raigambre anglosajona, constituyó un proyecto interdisciplinar (historia, economía, política), con un claro objetivo historiográfico, de modo que prácticamente se confundía con la Ciencia Social Histórica, así lo pone de manifiesto Charles Tilly en “Como la Sociología se encuentra con la Historia” (1981).

5. La historia oral.

La historia oral guarda una estrecha relación con la investigación etnográfica o antropológica y se aplica a la historia reciente, es decir, de la que existen testigos o protagonistas. Estudia las experiencias de los sujetos (individuales o colectivos) y las problemáticas de ciertos colectivos (género, trabajo, acontecimientos traumáticos puntuales) desde el punto de vista del testimonio oral, haciendo uso de una técnica de historias de vidas entrelazadas o sujetas a una planificación para la obtención de las informaciones, mostrándose muy cercana a la Antropología. Ahora bien, sólo puede analizar situaciones históricas muy localizadas en el tiempo y en el espacio, razón por la cual resulta útil para el estudio de temáticas historiográficas muy recientes, como la historia local o las comunidades marginales, es decir, las “otras historias”. La Universidad de Barcelona publica desde 1990 una revista con esta intención, “Historia, Antropología y fuentes Orales” (hasta 1995 “Historia y Fuente Oral”).

Esta tendencia tiene una relevancia innegable como instrumento de investigación, pero no se puede convertir en una rama científica con sus propias reglas, como han pretendido algunos. Su desarrollo se produjo especialmente en el Tercer Mundo, donde, tras la descolonización, la ausencia de fuentes escritas y la intención de crear una identidad de carácter nacional han provocado la búsqueda,, en los testimonios de tradición oral, de recursos para la construcción del relato histórico. .

6. La historia de la vida cotidiana.

Esta comente surge en Alemania, estando muy relacionada con la microhistoria, la investigación oral, la antropología histórica y la microsociología, lo que dificulta su definición. Entre sus representantes se encuentran Alfred Lüdtke, autor de “La historia de lo cotidiano” (1993), y Carola Lipp. Ya en la historia social británica se produjeron en los años 80 algunas obras interesadas en los grupos inferiores de la sociedad, lo que se llamó “history from below” (historia del grito). Actualmente, esta tendencia se ocupa de procesos sociales tales como las prácticas del pueblo común, profesiones, situaciones marginales o pequeñas comunidades, y pretende investigar los costes del “progreso” para las gentes comunes. Se centra pues en los sujetos, en los microprocesos, pues como recoge Aróstegui (2001, p.175), “Cada hombre y cada mujer hacen historia cada día por sí mismos”.

7. La historia de los conceptos.

También en Alemania aparece esta corriente, de la mano de Reinhart Koselleck y su “Futuro pasado. Contribución a la semántica de los tiempos históricos”, que pretende historiar elementos relacionados con el lenguaje como indicador de realidades más globales que el propio lenguaje, siendo asimismo una historia intelectual. Por tanto, intenta estudiar la sociedad a través del lenguaje que utiliza, centrándose en los conceptos, es decir, en la forma de denominar elementos fundamentales de la cultura o del pensamiento. Esta historia se ocupa, por tanto, del estudio de los cambios históricos de la semántica de las palabras, pues sus distintos significados a lo largo de la historia indican evoluciones más complejas, de ahí que estudie problemas tales como antinomias, sinonimias, transcripciones o usos ocultos. Entre sus trabajos recientes ha intentado perspectivas comparativas, sobre todo en conceptos sociales y políticos. En cualquier caso, estamos, pues, ante un modelo historiográfico muy especializado.

8. La Historia del Tiempo Presente.

Una vez más los cambios de finales del siglo XX guardan relación con la aparición de una nueva tendencia historiográfica, en este caso orientada hacia la interdisciplinariedad. Como dice Aróstegui (2001, p.185), se trata de “hacer Historia que no es pasado sino presente”. Sus orígenes se encuentran en el Instituto de Historia del Tiempo Presente, fundado en 1978 por Francois Bédarida en París, como continuación de una institución dedicada al estudio de la II Guerra Mundial. Antes se había creado en Alemania otro Instituto de Historia del Tiempo, preocupado por la historia reciente del país. Y en Gran Bretaña surge en 1986 otra institución similar, el Instituto de Historia Contemporánea Británica. No obstante, en la actualidad esta corriente tiende a identificarse con la historia vivida, actual. En España se ha producido una confusión con la denominada “Historia del Mundo Actual”, que no responde a los mismos objetivos. Tal vez el mayor problema de esta corriente resida en su convergencia con otras disciplinas dedicadas al estudio del presente.

Su aparición guarda relación con la insatisfacción entre los historiadores ante el marco cronológico de la Historia Contemporánea, poco adecuado a la realidad actual, siendo necesaria una delimitación más precisa para la investigación histórica, tanto por su duración (desde las revoluciones liberales hasta nuestros días) como por el marco conceptual (grandes diferencias estructurales entre ambas épocas). Aunque cruenta con la ventaja del recurso al testimonio de los protagonistas (fuentes orales, memoria viva) y de vivir los acontecimientos estudiados (con el riesgo de una mayor subjetividad), pero se corre el riesgo de hacer predicciones del futuro, lo cual no es historia. Por tanto, la responsabilidad social y moral del historiador del presente es muy elevada, e, igualmente, la exigencia de rigor histórico. Uno de sus introductores en España es Javier Tusell, además de Josefina Cuesta, autora de”Historia del presente” (1993). Una obra más reciente corresponde al británico Timothy Cartón Ash, “Historia del presente. Ensayos, retratos y crónicas de la Europa de los 90” (1998).

9. La Historia de las Relaciones de Género. La Historia de la Mujer.

Hasta aquí hemos tratado de resumir los nuevos modelos historiográficos, en adelante haceremos una breve referencia a las nuevas temáticas desarrolladas en la historiografía actual, que reflejan la relación de ésta con su entorno sociohistórico. No obstante, en el caso de la historia de las relaciones de género puede que este nuevo foco de atención haya llevado a la creación de una nueva tendencia historiográfica. Entre las nuevas preocupaciones de los historiadores se encuentran los sujetos, los individuos comunes; las nuevas formas de cultura; las identidades, especialmente los nacionalismos y el enfrentamiento de identidades y culturas; el medio ambiente; b las distintas marginaciones (género, etnia, mundo extraeuropeo, etc.).

La expansión de la historia cultural permitió una mayor atención al papel de la mujer en la historia, especialmente en las sociedades occidentales (de forma paralela a su progreso civil y laboral), donde se reclamaba su lugar en la historia general. El feminismo ha demostrado que, al igual que la feminidad, las relaciones entre los géneros y la sociedad también están construidas socialrnente. En algunos casos se corre el riesgo de que se olvide que las diferencias sociales también se, dan dentro del mismo género. Si bien su pretensión es que la historia de la mujer se integre plenamente en una historia común.

Esta corriente despega con la norteamericana Mary Ritter Beard y “La mujer como una fuerza en la Historia” (1946), estando en la actualidad avalada por Toan Kelly, quien, en sus “Mujeres, Historia.y Teoría” (1948), acuño el término “Historia de Género” para definir un concepto cultural y no biológico (sexo); Cerda Lerner, autora de “La creación del patriarcado” (1986) y “La creación de la conciencia feminista” (1993), para quien “la historia de las mujeres es indispensable y básica para lograr la emancipación de las mujeres”; Bonnie Anderson y Tudith Zinsser, con “Historia de las mujeres, una historia propia” (1988), obra con la que se hace balance de los resultados obtenidos y se consolida esta corriente; Sheila Robowtham y “El siglo de la mujer. Historia de la mujer en Gran Bretaña y Estados Unidos” (1999); o la obra editada por Tames S. Amelang y Mary Nash, “Historia y género. Las mujeres en la Europa moderna y contemporánea” (1990). Habría que añadir aquí la creciente preocupación por otro grupo marginado de la historia, los homosexuales, siendo el historiador más destacado en esta tendencia Tohn Boswell, autor de “Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad. Los gays en Europa occidental desde el comienzo de la era cristiana hasta el siglo XIV” (1981) y “Las bodas de la semejanza. Uniones entre personas del mismo sexo en la Europa premoderna” (1995).

10. La Historia Ecológica o Ecohistoria.

Esta nueva temática aparece en relación con otra de las profundas crisis que se han acentuado en el siglo XX, la degradación del medio ambiente. Por esta razón se preocupa de investigar la historia atendiendo a las relaciones establecidas entre hombre y naturaleza en los distintos sistemas productivos, y especialmente intenta demostrar la relación de expoliación de los recursos naturales derivada del sistema capitalista y sus consecuencias históricas para la población humana, especialmente para los marginados (tesis del “ecologismo de los pobres”, de Martínez Alier). Al mismo tiempo, contribuye a desmontar los mitos del progreso y el crecimiento económico, y a poner de manifiesto los graves desequilibrios y conflictos generados

en todos los ámbitos de la vida (sociedad, economía, política, cultura, etc.) y la insostenibilidad del modelo neoliberal imperante. Estos graves problemas, hasta Race poco olvidados por la historia, deben ser atajados para entender los procesos históricos,.especialmente los recientes, pero también otros pasados.

La preocupación por la influencia de la humanidad en el entorno es un clásico de la Historia y de la Geografía, en el siglo XX se encuentran precedentes en autores como Alfred W. Crosby y su “Imperialismo ecológico” (1986); John V. Murra, que además presenta un componente de etnohistoria (otro aspecto marginal) en su obra, recopilada encarte en su “Mundo andino: población, medio ambiente y economía” (2002); Ángel Palerm; y más recientemente Joan Martínez Alier, y sus trabajos sobre economía ecológica; Víctor Manuel Toledo; Ramachandra Guha; y Manuel González de Molina, autor de “Historia y medio ambiente” (1993).

11. De la Historia diplomática a la Historia de las Relaciones Internacionales.

A pesar de su pasado como una historia elistita, preocupada por las guerras, las relaciones de poder entre los estados (Realpolitik) y los entresijos de la corte, en la segunda mitad del siglo XX la Historia política y diplomática ha demostrado su interés explicativo por la§ interrelaciones entre la política exterior de los Estados y las tensiones y correlaciones de fuerzas sociopolíticas existentes en el seno del propio Estado. La renovación teórico-metodológica ha permitido el paso de la historia diplomática a la Historia de las relaciones internacionales.

Entre sus precursores sobresalen historiadores que analizan la I Guerra Mundial, como Bernadotte E. Schmitt o Fierre Renouvin (1893-1974), autor de la primera “Historia de las relaciones internacionales” (1953-1958), quien, junto con Tean Baptiste Duroselle, logrará el reconocimiento a la disciplina con la publicación de una “Introducción a la historia de las relaciones internacionales” (1964). Otros estudiaron el período de entreguerras, como Edward H. Carr (1892-1982) en sus “Relaciones internacionales entre las dos guerras mundiales” (1950). En Italia Federico Chabod, entiende la política exterior como el reflejo de toda la vida de un pueblo en su “Historia de la política exterior italiana (1870-1896)” (1951). Otros autores se encargarían de demostrar la imbricación entre política exterior y política interior, caso de Arno T. Mayer, “Los orígenes políticos de la nueva diplomacia” (1959); y Fritz Fischer, “Los objetivos de guerra de Alemania en la I Guerra Mundial” (1961). En España los principales introductores de esta temática en la historia son Palacio Atard, Rodríguez Casado, Jesús Pabón y, especialmente, Tose Ma Tover Zamora^ con sus estudios sobre Utrech, la diplomacia de la Ilustración, el 98 y la época de Alfonso XIII; en los últimos años destaca Juan Carlos Pereira Castañares, director de una “Historia de las relaciones internacionales contemporáneas” (2001).