Tema 48 – Fascismo y neofascismo. Caracteres y circunstancias en que se desarrollan.

Tema 48 – Fascismo y neofascismo. Caracteres y circunstancias en que se desarrollan.

1. INTRODUCCIÓN

2. CARACTERÍSTICAS DEL FASCISMO

3. NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA IDEOLOGÍA FASCISTA.

4. MOVIMIENTOS FASCISTAS EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX.

4.1. FASCISMO ITALIANO.

4.1.1.MUSSOLINI.

4.2. FASCISMO ALEMÁN: EL NAZISMO.

4.2.1.ADOLF HITLER

4.3.OTROS MOVIMIENTOS FASCISTAS

4.3.1.ESPAÑA Y EL FASCISMO.

4.3.2.AUSTRIA.

4.3.3.HUNGRÍA.

4.3.4.RUMANÍA.

4.3.5.POLONIA.

4.3.6.GRECIA.

4.3.7.FRANCIA.

4.3.8.PORTUGAL.

4.3.9.PAÍSES EXTRAEUROPEOS.

5. NEOFASCISMO Y FASCISMO EN NUESTROS DÍAS.

5.1. REVISIONISMO DEL PASADO

5.2. REVISIONISMO HISTORIOGRÁFICO

5.3. ELEMENTOS DISTINTIVOS DEL NEOFASCISMO

6. BIBLIOGRAFÍA

1 INTRODUCCIÓN

El concepto fascismo procede de la voz italiana fascio. En Italia habían existido antes de que Mussolini fundara el 23 de marzo de 1919 los Fasci di Combattimento, base de su proyecto fascista. Los fascios nacen en Sicilia a finales del siglo XIX. En tiempos de inseguridad se forman en la sociedad organizaciones de ayuda mutua sobre una base primitiva de autodefensa. Escribe Touchard que si bien el término «fascismo» no sólo suele designar la doctrina de la Italia fascista, sino también la de la Alemania hitleriana y la de todos los regímenes de inspiración más o menos comparable —como la España de Franco y el Portugal de Salazar—, es preferible reservar tal término para la Italia de Mussolini y emplear el de «Nacionalsocialismo» —o nazismo— al tratar de la Alemania de Hitler. El término «fascismo», en su uso actual, asimila dos sistemas, fascismo y nazismo, sin duda análogos en varios aspectos, pero surgidos en contextos diferentes y expresados con una variable amplitud. También se utiliza para designar a ambos en conjunto el término de «totalitarismo», cuyos caracteres diferenciadores ha señalado C. J. Friedrich: 1.°) una ideología oficial, es decir, un cuerpo oficial de doctrina que cubre todos los aspectos de la vida humana; 2°) un sistema de partido único dirigido por un dictador; 3.°) un sistema de control policíaco; 4.°) la concentración de todos los medios de propaganda; 5.°) la concentración de todos los medios militares, y 6.°) el control central y la dirección de toda la economía.

En su acepción más limitada el concepto fascismo sólo se emplearía para la Italia mussoliniana. Sin embargo, en un sentido más amplio se referiría a la versión conservadora del estado totalitario. Desde este punto de vista, las dictaduras de Pinochet o Videla son claramente fascistas. Últimamente el concepto fascismo también se aplica a los movimientos intolerantes que utilizan como vehículo de expansión de sus ideas la violencia. Sería la acepción más amplia del concepto italiano.

El fascismo ocupa, en conjunto, una gran parte de la historia de Europa en el siglo XX, constituyendo, en opinión de H. Michel, el tercer gran acontecimiento del período de entre-guerras, junto con el declive de la democracia liberal y la revolución bolchevique. El fascismo como solución de fuerza y de acción directa en un ambiente de crisis económica y de agitación social, se impone, en primer lugar, en Italia en 1922, y más tarde, tras un largo proceso en Alemania, en 1933, y el inicial éxito de ambos Estados totalitarios influyó en otros países de Europa, en los que también se fueron estableciendo durante los años treinta regímenes análogos, que parecen triunfar y extenderse durante la primera fase de la Segunda Guerra Mundial. Hacia 1942 podía creerse que la Europa del Eje podría servir de trampolín para la conquista del mundo, convertido el fascismo en un fenómeno internacional europeo y predominante en muchos países. Pero la derrota de las potencias del Eje supuso también el final del fascismo europeo, manteniéndose desde 1945 un fascismo residual en los regímenes totalitarios de Europa meridional. En la evolución general del fascismo pueden señalarse varias fases: la pnmera, entre el final de la guerra mundial en 1918 y 1922, se desarrolla el fascismo italiano en el ambiente de la crisis económico-social de posguerra; la segunda, de 1922 a 1933, son los años del fascismo italiano en el poder, de lucha del nazismo alemán por acceder al gobierno, y de las primeras imitaciones y expansión en otros países europeos; la tercera, de 1933 a 1943, se extienden los años de plenitud de fascismo y nazismo, dominantes en Europa, victoriosos en la guerra, y secundados por otros regímenes análogos y en ocasiones satelizados —Francia de Vichy, Portugal, España—; la cuarta y última, es el final del fascismo, desde la caída de Mussolini, en 1943, y la derrota de Hitler, en 1945, unido a la desaparición de los fascismos europeos con la victoria aliada, y quedando sólo, como se ha indicado, un fascismo residual hasta la crisis última de las dictaduras meridionales europeas, Portugal, Grecia, España, que ha estudiado N. Poulantzas, y Latinoamericanas, como Chile o Argentina. El neofascismo se refiere al resurgimiento de postulados que derivan del fascismo clásico en la Europa de la segunda mitad del siglo XX.

2 CARACTERÍSTICAS DEL FASCISMO

Resulta difícil precisar los antecedentes ideológicos que culminaron en las formulaciones fascistas: se pueden apuntar rasgos que posteriormente se harán presentes en los movimientos totalitarios; pero el significado que adquieren y la función que desempeñan en ellos son el resultado de unas circunstancias históricas concretas, y su extrapolación temporal reviste el consiguiente peligro.

Está claro que el nazismo ofrece más completa elaboración doctrinal que su correlato italiano, pues el programa del DAP (Partido Obrero Alemán), antecedente inmediato del nacionalsocialismo y, sobre todo, la obra Mi lucha, de Adolfo Hitler, que data de 1923, apuntan lo esencial de las tesis del fascismo germano, que adquiere mayor coherencia en la elaboración de Rosenberg, filósofo oficial nazi, y en la tarea divulgadora de Joseph Goebbels. No ocurre así con el caso italiano, dada la inferior formación teórica de los dirigentes fascistas, cuando Mussolini llegó al poder, su movimiento se había distinguido tan solo por la acción, pero apenas había esbozado programa doctrinal alguno, circunstancia de la que, por otra parte, se jactaba el Duce; en los años siguientes y merced, sobre todo, a la labor de Giovanni Gentile, el objetivo teórico se alcanzaría más cumplidamente.

Por tanto, los movimientos fascistas carecen de una doctrina ideológica clara. Su vinculación con el mundo cultural o artístico es prácticamente nula. Su toma de posturas en general, proviene de la negación o del rechazo a hechos o personas, y pocas veces de la afirmación de un ideal o idea. No obstante como características comunes podemos señalar:

Rechazo al sistema político liberal-democrático;

Defensa de un sistema de gobierno basado en la existencia de un único partido que gobierne autoritariamente sin convocar elecciones jamás;

El partido único estaría dirigido por un solo líder sobre el que recae todo el poder;

Se prohibe cualquier oposición o crítica política al gobierno de este partido único;

Se afirma y proclama la desigualdad entre los hombres;

Se afirma y proclama la superioridad de ciertas razas sobre otras (la raza blanca, aria etc..);

Se afirma y proclama la inferioridad de la mujer respecto al hombre;

Fuerte racismo y actitudes xenófobas, muy especialmente contra los judíos.

En general, es innegable la influencia del pensamiento de cuño conservador o reaccionario en los fascismos. Es el caso de la aportación del abate Gioberti, propugnador en el XIX de la unificación de Italia en torno al Papa, o de Bonald y Maistre, la Tour du Pin o Barres, que dejan su impronta en el movimiento galo Action Francaise.

El racismo y antisemitismo constituyen vertientes de la misma línea ideológica con abundancia de representantes desde mediados del siglo XIX; la exaltación con pretensiones pseudocientíficas de una raza superior a las demás es algo presente en los textos del conde de Gobineau, Houston Chamberlain o Moeller van der Brück que, en 1922, aporta en su obra El Tercer Reich un antecedente escrito de la política racial hitleriana. La postura antijudía contaba, igualmente, con raigambre en Europa, aunque los antecedentes inmediatos hay que buscarlos a partir de las dos últimas décadas del XIX; de ellos son ejemplo la obra de Dühring La cuestión judia, las tesis expuestas en Vólkischer Gedanke, la fundación de la Liga antisemita por Marr, los primeros proyectos sistemáticos de eliminación o deportación de los judíos y la polémica que a nivel de opinión pública levantó el affaire Dreyfuss en Francia.

El nacionalismo supone otra de las grandes corrientes inspiradoras de los fascismos que, salvo contadas excepciones, todos portaron el calificativo de «nacional». En Italia, desde el Risorgimento, habían proliferado las tendencias nacionalistas exacerbadas; Alemania, desde la época napoleónica, había ido desarrollando una corriente que comienza en Fichte (Discursos a la nación alemana) y pasa por los eruditos románticos, desveladores del pasado cultural común alemán, hasta alcanzar su cénit en la escuela historicista germana, de marcado cariz racista, uno de cuyos máximos ejemplos es Paul Lagarde.

La geografía, en su vertiente determinista, y la geopolítica inciden también en la gestación doctrinal fascista; la primera tenía una gran tradición en Alemania; la segunda, desarrolla la tesis del «espacio vital», que alcanza su expresión más diáfana en la obra de Grimm Pueblo sin espacio (1926).

Hannah Arendt, que ha dedicado un estudio exhaustivo a los orígenes de las corrientes totalitarias, apunta el imperialismo, en cuanto línea ideológica, como inspirador del fascismo; desde esta perspectiva, constituyen exaltaciones del ultranacionalismo, cuyos exponentes más característicos serían los pan-movimientos decimonónicos y, por lo que nos interesa en este capítulo, elpangermanismo, formulado por Georg von Schoenerer. Igualmente, señala la citada autora las conexiones con el gran capital de los imperialismos y la manipulación de la opinión pública que suscita. De esto último, podría constituir un magnífico ejemplo las teatrales acciones expansivas del poeta italiano D’Annunzio que tanto favor popular alcanzaron.

La violencia se erige desde el principio como una de las bases de los métodos fascistas. Mussolini reconoce el influjo, en su etapa socialista, de la doctrina del sindicalista francés Georges Sorel, aunque del lado fascista se la interprete de modo parcial e interesado, con base casi exclusiva en las Reflexiones sobre la violencia. Quizá no se encuentre formulación más descarada de la violencia que en la teoría del adversario, debida a Cari Schmitt, fuente doctrinal indudable de los nazis y que supone la exaltación de la beligerancia de un Estado contra su oposición interna, y respecto de los demás pueblos de la comunidad internacional.

La crisis que afectó al mundo desde el punto de vista social, económico e ideológico en las dos primeras décadas del siglo, dio pie para la elaboración de filosofías de la historia de corte pesimista. Sin duda, es Alemania donde la corriente alcanza sus más altas cotas con Oswald Spengler, quien en su obra La decadencia de Occidente formula una tesis catastrofista y, como el mismo título indica, de matiz etnocéntrico. De la situación existente, deducía la inadecuación de la democracia y el sistema representativo liberal y, en consecuencia, la defensa de posturas contrarias, precisamente las que el fascismo propugnaría; su entusiasmo quedará patente tiempo después, con Hitler ya encaramado al poder, en Años decisivos.

La distinción élites-masas constituye en su esencia la oposición al igualitarismo liberal, legal que no real. Las minorías debían ser rectoras, las masas encauzadas y controladas: de ahí que los teóricos de la dicotomía apuntada, como Vilfredo Pareto o Gaetano Mosca, cuenten entre los pensadores incidentes sobre el fascismo.

Finalmente, Nolte, uno de los más importantes conocedores del fascismo, ha apuntado la gestación de la doctrina de la crítica a la obra de Marx, centrada en las posturas vitalistas y en la obra del sociólogo y economista alemán Max Weber. Nietzsche, el vitalismo por antonomasia, representaría la contraposición más radical a Marx: «Nietzsche —afirma Nolte— no es el padre del fascismo en sentido superficial. Es el primero en expresar de un modo amplio aquel centro espiritual hacia el cual gravitan todos los fascismos: el ataque a la trascendencia práctica y teórica, pero con la voluntad de crear una configuración más bella de la vida». Su búsqueda de una cultura superior se erige en modelo intelectual del fascismo. Por su parte, Max Weber es el autor que aborda la crítica de Marx como teórico de la sociedad burguesa y, sin duda, su labor es lúcida y positiva. Reconoce las realidades que Marx teorizara, pero exalta el liberalismo. Sin embargo, no logra desligarse de vacilaciones, que provocan las circunstancias históricas del momento, de si el pensamiento racionalista era adecuado para enfrentarse con los cambios de la época: para el fascismo, las dudas weberianas fueron la prueba y el ejemplo de la inutilidad de los presupuestos liberales burgueses.

3 NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA IDEOLOGÍA FASCISTA

El fascismo, en cuanto fenómeno histórico, responde a los presupuestos específicos del período de entreguerras: en este punto, conceder mayor o menor importancia a uno u otro factor, marca las diferencias entre las diferentes interpretaciones del fascismo.

Otto Bauer ha señalado tres procesos sociales, relaciones entre sí, que confluyen en el fascismo: la guerra, como agente que desclasa, confunde al individuo en la masa y crea hábitos de violencia y de rencor; la crisis económica como condición indispensable; y, finalmente, la pérdida de los beneficios de los grandes industriales, que encuentra en el fascismo una forma de romper el ímpetu de la clase obrera y un instrumento de desarrollo. En síntesis, se puede afirmar que el advenimiento de los sistemas fascistas supone la conjunción de una serie de condicionamientos históricos: la crisis socioeconómica y su impacto sobre las masas; la importancia que en cada país determinado haya tenido la tradición ideológica y política liberal o la decisión de la clase dirigente para instaurar un régimen fascista; la política seguida por las fuerzas obreras, etc. Todos estos factores se interrelacionan dialécticamente y posibilitan la comprensión histórica del fenómeno fascista.

La crisis económica se nos ofrece como realidad indudable en Alemania e Italia, al igual que en el resto de los países industriales de Europa. Paralelamente se puede observar un progreso de los movimientos fascistas, aunque el mayor incremento de adhesión suele coincidir con la fase de reflujo de la crisis; en Alemania, el NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán) movilizó grandes contingentes humanos entre 1924 y 1928, fase de estabilización económica; en 1924 obtenía el 2,6 por 100 de los votos electorales, en 1928 el 18,3 y en 1932 el 37,6. En Italia, la cota más elevada de desempleo e inflación se alcanzó en 1921-22. pero la base popular del fascismo nunca llegó a ser tan numerosa como en el ejemplo nazi.

Si la crisis afectó a las grandes potencias europeas, cabe preguntarse la razón del desarrollo germano e italiano del fascismo; puede buscarse la explicación a través del proceso de formación de la burguesía en ambos países y de su conciencia política gestada precipitadamente en la fase de unificación, y falta de tradición liberal. La crisis incidió de manera especial sobre las capas medias burguesas y el proletariado, que se desilusionaron de las soluciones propuestas por la izquierda; por otra parte, Alemania e Italia no podían recurrir a las fuentes coloniales para superar la difícil coyuntura; el movimiento fascista aparecía como solución idónea, alentando los anhelos de desquite por los resultados de la guerra (tesis del historiador Ritter) y de seguridad ante el desequilibrio psicológico colectivo (explicación psicoanalítica de los orígenes del fascismo).

Los intereses de las clases dominantes exigían el contener a las masas y encauzar su descontento y aspiraciones por vías que no resultaran peligrosas; el fantasma de la Rusia de 1917 flotaba en el ambiente; había demostrado la posibilidad revolucionaria y la factibilidad del cálculo económico en el esquema socialista, que los economistas liberales negaban hasta entonces; el temor al proletariado como motivante de la irrupción fascista constituye la base de la tesis socialista y ha sido defendida, entre otros, por el político e historiador italiano Angelo Tasca. Sin embargo, no debemos ver relación de causa-efecto entre la crisis económica y el ascenso fascista: el movimiento totalitario requiere ser guiado por la clase dominante y ésta debe tener el propósito definido de instaurar un régimen fascista; la importancia del apoyo del gran capital ha sido punto de constante debate entre quienes lo ven como algo esencial (caso del americano Hallgarten) y los que no lo estiman tal (Barié). Pero, aun reconociendo la magnitud de este factor, el movimiento fascista tiene cierta autonomía, y se desarrolla sin dependencia necesaria y directa del gran capital.

En la Alemania de 1932 se había alcanzado un estadio en que el capitalismo germano veía imposible su desarrollo bajo los esquemas del liberalismo democrático, y una petición de magnates a Hindenburg, presidente de la república, para que nombrase a Hitler canciller, así lo atestigua. En Italia, con anterioridad a la “marcha sobre Roma” de 1922, es claro el apoyo a los fascistas por parte de la Associazione Bancaria, la Confederazione dell ‘Industria y la Confederazione dell ‘Agricultura. La solución fascista era la única que restaba al capitalismo; para Alemania no era viable forzar un nuevo reparto colonial del mundo ni mucho menos pensar en la hegemonía sobre Europa, como antes de 1914. Italia sólo había conseguido extenderse al Tirol del sur, Trieste e Istria, pero no a la Dalmacia y al norte y este de África; escaso fruto para los planes iniciales. Y, por si fuera poco, las fuerzas obreras habían adquirido la suficiente entidad como para impedir cualquier veleidad expansionista; y este era un motivo más para eliminarlas.

En efecto, las organizaciones obreras habían experimentado considerable auge y fuerte radicalización de posiciones tras la guerra: la Confederazione Genérale del Lavoro italiana pasó de 321.000 miembros en 1914 a 2.200.000 en 1920; los sindicatos alemanes de 2.500.000 a 8.000.000. Pero la oleada revolucionaria desencadenada en 1918 a 1920 fracasó en ambos países debido a la estrategia equivocada, división y carencia de proyectos viables en las fuerzas obreras. Así se facilitó el triunfo fascista.

En definitiva, dos son las raíces fundamentales de los movimientos fascistas y neofascitas, como ha señalado Antonio Elorza: el nacionalismo exacerbado y los movimientos de masas (“populismos”). Estas raíces crecieron y se expandieron extraordinariamente en tiempos de crisis (periodo de entreguerras) y actualmente de la mano de otras crisis de diferente signo siguen avanzando.

4 MOVIMIENTOS FASCISTAS EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX

4.1. FASCISMO ITALIANO

A pesar de que Italia fue potencia vencedora tras la Primera Guerra Mundial, la situación política y económica del país no dejaba de ser caótica. Durante casi un cuarto de siglo, el régimen fascista fundado sobre el poder personal y la violencia, ha do­minado Italia, como escribe Guichonnet. A lo largo de este período pueden señalarse varias fases: la primera, entre 1918 y 1922, corresponde a los orígenes y comienzos del fascismo en los años de crisis de la posguerra; la segunda, entre 1922 y 1939 son los años del establecimiento del fascismo en el poder, de su desarrollo y plenitud al frente del gobierno de Italia; la tercera, de 1939 a julio de 1945, constituyen ya la decadencia y el final del fascismo durante la Segunda Guerra Mundial y ante la derrota frente a los aliados, con el epílogo, por último, de la República neofascista de Saló, de julio de 1945 a abril de 1945.

La cuestión de los orígenes, naturaleza y caracteres del fascismo, en la especial situación de la Italia de posguerra, constituye un tema abundantemente tratado por la historiografía y sobre la que los historiadores han dado controvertidas y polémicas interpretaciones. Sobre los orígenes del fascismo italiano como problema historiográfico, algunos autores han ido sintetizando la cuestión, pudiendo señalarse, como hace Valeri (Sulle origini del fascismo, en E. Rota: Questioni di Storia Contemporánea, Milán, Marzorati, t. II) estas diversas interpretaciones. En primer lugar, la de los que consideran el fascismo como enfermedad hereditaria de la nación italiana, como la consecuencia lógica, e incluso necesaria, del desarrollo histórico de Italia y de otros países europeos —H. Michel, N. Valeri, E. Vermeil—; el fascismo no fue una revolución sobrevenida a interrumpir el desarrollo de la historia del progreso civil y social de Italia, sino que por el contrario, fue una revelación de la verdadera Italia tal como es a lo largo de su tradición histórica. En segundo lugar, el fascismo considerado como un accidente en la historia italiana, un paréntesis de la historia, como una revolución aislada sin pasado (P.Gioberti, B. Croce, Ritter). En tercer lugar los que ven el fascimos como una reacción armada del capitalismo (interpretación marxista, E. Mandel).

La crisis del liberalismo era un hecho en Italia. Los partidos liberales lo habían prometido todo sin conseguir llegar a cumplir prácticamente nada. En 1919 fueron celebradas en Italia elecciones generales siendo el Partido Socialista quien consiguió la mayoría de los votos. El éxito socialista animó a los Comités Obreros del Piamonte y de Lombardia a asumir, por su cuenta y riesgo, la dirección de las fabricas, en espera de que el gobierno socialista les tomase el relevo (se trataba de la esperada socialización de bienes y producción al estilo soviético). Es a partir de este momento que muchos sectores de la sociedad, especialmente empresarios y descontentos, se sentirán amenazados por una posible revolución comunista. Y será en este momento cuando entre en escena el protagonista y fundador del movimiento fascista italiano.

4.1.1.MUSSOLINI

Benito Mussolini (1883-1945) fue en su juventud un convencido revolucionario y un socialista radical, pero algunos acontecimientos de su vida, como su expulsión del partido socialista, le llevaron a evolucionar hacia una ideología muy diferente. Su nueva visión económico-política fue bautizada productivismo y la idea básica de ésta consistió en una solución distinta para todos los males que aquejaban al país: la expansión de la producción. Esta idea se opone radicalmente a la máxima socialista de redistribución de la riqueza existente como solución a la crisis.

Durante la guerra, Mussolini organizó unos grupos de combate llamados fasci. Al finalizar esta, estos grupos, junto con otros semejantes, se reorganizaron bajo las órdenes de Mussolini y se presentaron como un nuevo partido político. La ideología de este nuevo partido es muy vaga y confusa. Mientras que por un lado hablan de sufragio universal para hombres y mujeres y para todas las clases sociales (idea de inspiración claramente izquierdista) por el otro llevan a cabo una política de acciones violentas contra la izquierda. “La Marcha sobre Roma” culminará con éxito. Mussolini será nombrado jefe de gobierno lo que supondrá el triunfo definitivo del fascismo en Italia.

Las criticas al fascismo realizadas abiertamente en el Parlamento por el diputado Mateotti, serán la causa de que éste sea asesinado por los fascistas. A partir de este momento Mussolini declaró sin ambages la inutilidad de cualquier oposición. La dictadura estaba servida. El rey Víctor Manuel III aceptó al dictador por miedo a regresar al periodo de anarquía anterior y de esta forma se convirtió en cómplice de la nueva situación.

La vida política italiana cambio en las manos de Mussolini. Éste hizo desaparecer a todos los partidos políticos de la vida pública, estableciendo desde 1925 la existencia de un partido único: el fascista, con un único líder: Mussolini. A partir de este momento todas las leyes aprobadas por el Parlamento deberían llevar el visto bueno del dictador para confirmar su validez. En materia de política económica el fascismo volverá a una organización medieval basada, por un lado en el “corporativismo” (similar al sistema gremial del medioevo) y por otro en la eficacia del control absoluto del estado totalitario. Bajo el régimen fascista el poder económico de los grandes empresarios no cesara de crecer. Dos de las mas destacadas acciones llevadas a cabo por el régimen de Mussolini fueron la llamada “batalla de la lira” que fortaleció la moneda italiana y arruinó a los pequeños comerciantes y la “batalla del trigo” para conseguir reducir las importaciones de este cereal.

En política social se crearon una serie de compensaciones salariales para los trabajadores, aunque como contrapartida fueron desposeídos de sus derechos de huelga y de sindicación. Se trataba de un sistema de paternalismo social por parte del Estado. En cuanto a las relaciones Iglesia-Estado, entre ambos se creó una alianza según la cual, se reconocía la independencia de la Santa Sede y su soberanía sobre la Ciudad del Vaticano, a la vez que se adoptaba oficialmente la religión católica como la oficial del Estado Italiano quedando prohibida la practica de cualquier otra religión. Finalmente se desarrolló una política exterior claramente agresiva (Abisinia, Albania, Libia).

4.2. EL FASCISMO ALEMÁN: EL NAZISMO

La evolución de Alemania tras la Primera Guerra Mundial pasará por distintas etapas. De los enfrentamientos internos del Partido Socialdemócrata entre los moderados y los radicales espartaquistas (estos últimos convertidos desde el año 1919 en Partido Comunista) saldrán triunfadores los socialdemócratas moderados. Este triunfo llevará a la constitución en 1920 de la república de Weimar con un presidente al frente elegido cada siete años.

La República atravesó una dura crisis pero comenzó a recuperarse a partir de 1925. La gran crisis mundial del año 1929 provocará la retirada de los capitales americanos de la economía alemana y el total hundimiento de la misma. Ante esta difícil situación (paro, miseria obrera, ruina económica…etc) la sociedad se radicaliza. Solo existen dos soluciones posibles: la revolución comunista, y el establecimiento de un gobierno fuerte y autoritario. En esta situación es en la que tendrá lugar el triunfo de un pequeño partido y el encumbramiento de su jefe. Estamos hablando del “Partido Nacional-Socialista del Trabajo”, más conocido como Partido Nazi y de Adolf Hitler. Lo más decisivo para el triunfo de este partido y de su líder fue sin duda el hecho de que consiguió el apoyo de las clases intelectuales alemanas, del capital y del ejército.

4.2.1.ADOLF HITLER

La doctrina de Hitler (1889-1945), en esencia se basará en el más puro racismo: los hombres son desiguales y los alemanes superiores. Tres máximas presidirán su enfoque político de gobierno: Un Pueblo, Un Imperio, Un Jefe. La biografía de Hitler despierta el asombro de todo aquel que se asoma a ella, cuesta trabajo comprender como I un hombre tan rechazado “oficialmente” en su juventud (no fue admitido en la Academia de Bellas Artes —el primero de sus sueños- ni tampoco en el Ejercito -el segundo-), consiguiese arrastrar a todo un pueblo hacia el mayor desastre de su historia. Austríaco de nacimiento, se alistó como voluntario para combatir durante la Primera Guerra Mundial. Al concluir la guerra, marchará a Munich donde se afiliará a un partido político de corte nacionalista del que pronto se hará jefe. Tras un intento de golpe de estado, que acabó en fracaso, fue condenado a cinco años de cárcel. De ellos solo cumplirá nueve meses. De vuelta a la calle, el partido de Hitler seguirá creciendo y ello gracias al apoyo del ejército y de algunos poderosos industriales. Su ideología de ultraderecha será apoyada por el capitalismo alemán a la par que la crisis ira minando las bases de la ideología democrática. En 1932 tuvieron lugar elecciones a la presidencia de la República. El partido nazi se presentó a las mismas con Hitler como su candidato a presidente. Los resultados finales fueron favorables al mariscal Hildenburg, aunque Hitler consiguió un 37% de los votos, porcentaje muy superior al obtenido por el candidato comunista que tan solo consiguió un 10%. Hildenburg se convirtió en el segundo presidente de la República.

El Partido Nazi se reorganizó a través de la creación de las S.S. (cuerpo especial para la seguridad de Hitler) y Hildenburg se decide aceptar un gobierno de coalición con los nazis, pero presidido por Hitler. Los historiadores han intentado buscar una explicación a esta decisión del mariscal. Probablemente prefirió una coalición con la ultraderecha antes que con los comunistas. El destino estaba sellado.

Aunque en este gobierno de coalición los nazis estaban en minoría, Hitler borrará en menos de seis meses todo rastro de oposición y creará, para el control ciudadano, una policía secreta del Estado: la tristemente famosa GESTAPO. En las elecciones de 1933 los nazis obtendrán el 44% de los votos y Hitler por su parte obtendrá poderes extraordinarios de la Cámara.

Las acciones emprendidas por los nazis llevarán a la disolución de los sindicatos y los partidos. Se establecerá, al igual que ocurrió en Italia, un partido único, “nacionalsocialista”. Se prohibirá la existencia de cualquier otro partido político, e incluso se autodepurará el nazi para garantizar la fidelidad a las ideas hitlerianas. En 1934 tras la muerte de Hildenburg todos los poderes pasaron a manos de Hitler y Alemania se convirtió en un estado totalitario puro. El antisemitismo fue atroz. La “sangre” y el “honor” alemán se protegen con leyes. Con leyes también se prohiben los matrimonios mixtos (con judíos). Los judíos son expulsados de todos los cargos públicos. La política económica florece de la mano de la remilitarización y la industria armamentística. El vacío ideológico del nazismo se rellena de antisemitismo, de belicosidad y de nacionalismo. “Si los judíos no existieran habría que inventarlos” la presunta confidencia de Hitler habla por sí sola de la importancia que para el régimen nazi tuvo la necesidad de buscar un objeto de odio para las masas. Como conclusión final al repaso de la vida del dictador recordar que la política militarista y expansionista de Hitler llevó al mundo directamente a la segunda guerra mundial.

4.3.OTROS MOVIMIENTOS FASCISTAS

Con las victorias del fascismo en Italia y del nazismo en Alemania, los regímenes totalitarios de este tipo van a extenderse por diversos países de Europa durante estos mismos años, transformándose prácticamente en satélites del sistema del Eje, como han estudiado entre otros, E. Nolte y H. Michel. Todos estos totalitarismos tienen en común la lucha contra unos mismos enemigos: el comunismo, la democracia y los regímenes liberales, y algo de racismo, en especial contra los judíos. Aunque todos ellos se inspiran en un modelo común y tienen unos caracteres generales análogos, en cada país adquiere unos rasgos específicos derivados de sus propias modalidades nacionales y encuentra en su pasado histórico y en sus problemas e intereses del momento parte de sus elementos diferenciadores. Un dato impactante es que en 1939 solo 10 (Gran Bretaña, Francia, Holanda, Bélgica, Suiza, Checoslovaquia, Islandia, Noruega, Suecia y Finlandia) de los 27 países europeos, seguían teniendo regímenes democráticos. Han sido considerados Estados y sistemas totalitarios de índole fascista, que cubrieron el mapa de Europa durante el período de entreguerras y en torno a la Segunda Guerra Mundial por la expansión nazi alemana, los siguientes:

En Europa occidental: el régimen de Vichy (1940-1944) en Francia, presidido por el mariscal Petain; el régimen autoritario del Estado Nuevo en Portugal, bajo el gobierno de Salazar desde 1935; el Estado nacional de España bajo la dictadura de Franco desde 1939.

En Europa central: el gobierno socialcristiano y autoritario de Dollfuss entre 1932 y 1934; la dictadura del general Pilsudski en Polonia, entre 1926 y 1935; la dictadura-regencia del almirante Horthy en Hungría, de 1920 a 1944; y el fascismo clerical de M. Tiso, en Eslovaquia en 1939.

En Europa oriental: la dictadura en 1936 del general Metaxas en Grecia; el gobierno personal del rey Carol II y el régimen dictatorial y militarista desde 1940 del general Antonesco en Rumania; la dictadura de Pavelic en Croacia de 1941 a 1945; el régimen del coronel Georgiev en Bulgaria en 1934-35; el régimen de Ahmed Zogu en Albania, el régimen del rey Alejandro en Yugoslavia.

En Europa septentrional: el gobierno de Quinsling en Noruega desde 1942; el gobierno autocrático de Smetona en Lituania, el de Ulmanis en Letonia, la dictadura de Páts en Estonia,

Todos estos regímenes totalitarios de corte fascista desaparecieron de Europa con la derrota alemana y el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, a excepción de los llamados «fascismos residuales» que se mantuvieron con las dictaduras de Portugal hasta la revolución de 1974, y de la España de Franco hasta su muerte, en noviembre de 1975. Veamos más detenidamente los casos más importantes.

4.3.1.ESPAÑA Y EL FASCISMO

El régimen de Miguel Primo de Rivera se puede considerar filofascista. Pero el desarrollo del fascismo español tiene lugar durante la II República. Las ideas fascistas de grandeza y unidad de la patria (simbolizadas por la monarquía de los Reyes Católicos) fueron expresadas por primera vez en nuestro país por Onésimo Redondo y por Ramiro Ledesma. En el año 1931 se formó en España la JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista). En el año 1933 José Antonio Primo de Rivera fundará “Falange Española”. Ambos grupos se fusionaran en uno solo (Falange Española de la JONS) al frente del carismático José Antonio. El triunfo del Frente Popular supondrá la declaración de ilegalidad para esta formación y la detención y posterior ejecución, durante la guerra civil, de su líder.

En la Guerra Civil Falange se adhiere al grupo de los militares. Franco, líder de estos últimos, unificará la Falange con los requetés (milicias carlistas) constituyéndose el llamado Movimiento Nacional con Franco como único líder al frente. El peculiar estilo de fascismo español recibirá el nombre de franquismo a partir de este momento.

4.3.2. AUSTRIA

Los cambios derivados de la derrota supusieron para Austria una fuerte humillación. Verse privada de su imperio y convertida en una pequeña República sin mayor esplendor dio pie a un periodo en el que se mezclarían crisis económica y orgullo pisoteado. A partir de 1927 empiezan a funcionar las Unidades de Defensa del Interior. Se trataba de grupos apoyados por Mussolini y con importantes conexiones en la policía y en el Ejercito, con carácter antimarxista y antiparlamentario. El triunfo del partido nazi en Alemania fortaleció sensiblemente esta “ideología” en Austria. Tras la revuelta socialista de 1934, el partido socialista será disuelto en Viena y una nueva constitución reducirá al mínimo los poderes del Parlamento. El canciller austríaco será asesinado a manos de los nacionalsocialistas y en 1938 Hitler anexionará Austria sin dificultad alguna, una vez que la alianza germano-italiana había quedado clara.

4.3.3.HUNGRÍA

El Gobierno del general Combos (1932-36) se inclinará claramente hacia el fascismo, siendo apoyado por la nobleza y por el mundo de los negocios. Con la sucesión del banquero Imredy se acentuará aún más esta tendencia.

4.3.4.RUMANÍA

El fascismo está representado por Corneli Codreanu. Adoptará una nueva Constitución antiparlamentaria, disolverá los sindicatos y también los partidos y creará, al igual que Alemania e Italia, un partido único: el Frente de Renacimiento Nacional, de claro carácter fascista.

4.3.5.POLONIA

Apoyándose en el ejercito Pilsudski creará un gobierno de tintes fascistas desde 1926. La Nueva Constitución de 1935 pone fin al sistema parlamentario democrático. En 1937 se funda el Grupo de Unificación Nacional por el coronel Koc, que trata de fomentar la ideología antisemita y conservadora del Estado.

4.3.6.GRECIA

Tras la gran oleada de huelgas producidas en 1936, se implantará en el país un dictadura que ejercerá una fortísima represión contra toda oposición. El general Metaxas suprime el Parlamento y las libertades constitucionales.

4.3.7.FRANCIA

También surgirán diversos movimientos de tipo fascista, aunque en ningún caso llegaron a tener representatividad social ni a alcanzar posiciones políticas relevantes. El grupo más importante es Action Franfaise.

4.3.8. PORTUGAL

En 1926 el general Gomes da Costa da un golpe de estado. Desde 1932, bajo el gobierno de Oliveira Salazar se creará un régimen político dictatorial, antiparlamentario y antidemocrático.

4.3.9.PAÍSES EXTRAEUROPEOS

Fuera de Europa ha habido fascismo en Chile, Brasil, Solivia, Argentina… El régimen japonés de entreguerras puede considerarse en gran parte filofascista. También existió un auge del fascismo en Gran Bretaña y USA. El rasgo mas común de todos estos movimientos ha sido el deseo de transformar un país obrero en una nación poderosa. Aunque no es lo mismo reacción anticomunista que régimen fascista y tampoco es aconsejable colocar regímenes tan diferentes bajo un mismo signo, si que podemos hablar en todos los casos de regímenes autoritarios con ideales similares del tipo Nación, Orden y Control.

5 NEOFASCISMO Y FASCISMO EN NUESTROS DÍAS

Con el final de la II Guerra Mundial desaparecían los fascismos italiano y alemán, así como los regímenes que habían influenciado en toda Europa. Sin embargo la desaparición total de este movimiento fue muy difícil.

Tras la Segunda Guerra Mundial los movimientos fascistas de todo el mundo quedaron vencidos, desacreditados, acusados de los peores crímenes contra la humanidad y, si consiguieron sobrevivir (caso del franquismo español), totalmente aislados y marginados de la vida internacional y de los organismos internacionales (ONU, FAO…). La extrema derecha, en su mayoría, hubo de vivir oculta en la sombra durante mas de cuarenta años. A partir de 1945 se produjo una corriente persecutoria de todo lo relacionado con el fascismo: simbologías, archivos, juicios contra criminales de guerra, caza de nazis, etc. Los simpatizantes se organizan en grupos clandestinos, o incluso se introducen en formaciones democrístianas o liberales. Con el paso de los años, las circunstancias han favorecido la aparición de un verdadero neofascismo, que tendrá manifestaciones diferentes, según los países. Cuando todo parecía indicar que nos preparábamos para vivir en el mejor de los mundos posibles, tras el aparente triunfo de la democracia liberal, los últimos acontecimientos de la política mundial (caída del muro de Berlín, caída del telón de Acero, Perestroika….) nos encontramos con un vertiginoso ascenso de la ultraderecha en el panorama internacional.

La realidad es que son demasiados los grupos de ideología fascista que actualmente se instalan seriamente en el panorama parlamentario de algunos países. El caso actual más llamativo ha sido el triunfo parlamentario de la ultraderecha en Austria, o el gobierno ultraderechista de Israel o la existencia del Frente Nacional Francés., el Movimiento Social italiano, etc.

Por otro lado, un sector significativo sector de la juventud europea se siente atraído por la estética y la doctrina fascista. En entornos tan insólitos como el deporte (especialmente el fútbol) proliferan los grupos ultras con consignas racistas, discriminatorias y ultranacionalistas. Los motivos de este resurgir fascista pueden ser diversos. En las antiguas repúblicas socialistas se achaca al vacío político y existencial dejado tras la caída del comunismo. En los países democráticos, especialmente en Europa se acusa a una especie de miedo de perdida de identidad nacional por la tendencia a la fusión en unidades supranacionales (UE) y ante el aumento de la inmigración. La crisis económica de los años setenta, el aumento del paro, la crisis de valores de la civilización occidental, la corrupción política, la falta de expectativa (laboral, emancipación, soluciones a sus problemas) a una juventud inconformista generada en el “estado del bienestar”, son algunos de los factores que explican este resurgir, además de la ignorancia histórica (han pasado varias generaciones en estos países desde el auge del fascismo) y la identificación de los contrarios (el fascismo como el enemigo reconocido y reconocible del sistema democrático que no proporciona las soluciones apetecidas).

Sea como fuere este neofascismo difiere bastante del de mediados de siglo. En general presentan una imagen menos cruel, más retocada de sus ideas. Tienden a hacer menos parafernalia en torno a la mística del líder. Por otro lado, este fascismo desconfía de la política y de las instituciones y se expande más en otros entornos. El nuevo fascista es difícil de encasillar. Mientras que en Alemania suelen proceder de la clase obrera, en España la procedencia es mas bien media-alta. Con esto queremos decir que lo único que a veces podemos encontrar en común entre los fascismos y los fascistas de antes y de ahora es quizás, y a falta de una ideología consistente, esa llamada a los mas bajos sentimientos de la naturaleza humana, comenzando por el miedo a todas las incógnitas que plantea la complicada vida actual y acabando por el desprecio de todo lo que es la diversidad humana, política, social y natural. El surgimiento del neofascismo responde a dos tipos de revisionismos. Veámoslos:

5.1. REVISIONISMO DEL PASADO

El pasado de los fascismos suele aparecer de vez en cuando como consecuencia de ciertas posturas revisionistas. Éstas se han movido dentro de la propia Alemania o en países de gran tradición democrática, como Gran Bretaña. La necesidad de crear un ambiente de superación del pasado y de concordia nacional ha llevado en Alemania a “entender la historia desde la perspectiva de los que la vivieron”. Esto ha generado una corriente de comprensión y ha permitido que algunos personajes con pasado nazi, como el socialcristiano bávaro Strauss, fuese un activo político en la democracia alemana.

Desde la caída de los regímenes fascistas en 1945, se produjo un exilio de nazis hacia países sudamericanos o a Sudáfrica, donde han tenido un papel relevante en defensa de los regímenes dictatoriales. De esta manera se han favorecido las prácticas de acciones que lesionaban los derechos humanos. Por último, la geoestrategia general en torno a la guerra fría y la necesidad de mantener posturas anticomunistas ha favorecido el mantenimiento de regímenes de talante fascista.

5.2. REVISIONISMO HISTORIOGRÁFICO

Tras 1945 la historiografía se ha movido en toRNo a tres cuestiones respecto al fascismo:

La que considera al fascismo como un cuerpo extraño a los países donde se desarrolló. Encabezada por William Shirer, que publicó en 1960 Auge y caída del III Reich, fue un éxito editorial que recogía 30 años de ensayos sobre el tema. A esta interpretación se han sumado alemanes e italianos. Esta visión conduce en los años 80/90 a un revisionismo y revaloriza a autores relacionados con el fascismo, produciendo una permisividad a la hora de enjuiciar los crímenes que el fascismo causó en la guerra. De esta manera, el historiador inglés David Lrving realiza hoy día una apología del nazismo, y revaloriza autores con pasado nazi, como Ernst Jünger o Agustín de Foxá.

Para otros, el fascismo hay que buscarlo en la historia profunda de Alemania o de Italia, como mantienen Daniel Guerin, en Fascismo y gran capital, o Angelo Tasca, con su El nacimiento del fascismo (Ed. Ariel).

Hay una postura ecléctica, encabezada por Kark Dietrich Bracher (La dictadura alemana, 1969), que analiza las múltiples circunstancias sobre las que se instaura el fascismo

En 1982 Helen Her y Janet Langmaid publicaron una monumental obra, La era nazi (1919-1945), que era un catálogo bibliográfico con todo los publicado sobre el nazismo hasta 1980. En 1989 el chileno Víctor Parias publicaba un libro sobre el pasado nazi del prestigioso filósofo alemán de la postguerra, Martin Heidegger, que iniciaba una polémica, aun no cerrada, sobre la bondad o maldad de la filosofía de un personaje con pasado nazi.

La caída de los regímenes del Este y del socialismo real tras 1989 produjo un impacto en el enfoque de los fascismos. Los italianos Luciano Canfora y Norberto Bobbio apuntaban por una nueva perspectiva historiográfica propiciada por el derrumbamiento del socialismo real y que afectaba a: la revolución Francesa, con olvido y menosprecio del jacobinismo; la Revolución Rusa, a la que consideran un paréntesis nefasto; el Fascismo, que representaría en el siglo XX una respuesta contra el exterminio de clase propuesto por la Revolución Rusa.

5.3. ELEMENTOS DISTINTIVOS DEL NEOFASCISMO

El profesor Antonio Elorza ha denominado al los movimientos neofascistas “populismos reaccionarios” y las características que podemos señalar respecto a ellos son: Vacío ideológico; Desprecio por el sistema democrático; Uso de la violencia; Ultra nacionalismo y rechazo a los extranjeros; Desconfianza del juego político; Populismo: angustia de identidad y refugio en el grupo; Fuerte racismo y rechazo a la diversidad; Autoafirmación a través de sembrar el miedo y el terror; Odio y temor al presente; Identificación y veneración de un difuso y poco histórico “pasado nacional glorioso”; Desvinculación total con los movimientos artísticos e intelectuales; Ignorancia e incultura respecto a las propias “ideas” que manejan; Estética juvenil agresiva y provocativa (“cabezas rapadas”).

Una de las notas de identidad del neofascismo es el racismo. Como fenómeno aislado, el racismo ha estado presente en USA antes incluso de la aparición de los fascismos europeos. Así el Ku Klux Kan, asociación secreta que fue fundada en el sur de los Estados Unidos, en 1866. El gobierno americano decretó su disolución en 1870, pero al estallar la I Guerra Mundial reapareció con un programa xenófobo en defensa de la raza americana. En 1958 cambió el nombre por el de Iglesia Cristiana Nacional y mantuvo su actividad contra la integración racial del Gobierno. Este fenómeno social en algunos estados de la Unión se empapó de los fascismos del período europeo de entreguerras para su planificación y, tras la desaparición de éstos, convertirse en un claro exponente neofacista de la sociedad americana. El caso sudafricano, hasta 1994, es el más representativo de una sociedad completamente segregada. La evolución del sistema de apartheid hacia vías reformistas en los últimos años ha significado el final de un régimen racista y la aparición de grupos fascistas, como el Movimiento de Resistencia Afrikaner, que defienden la pervivencia del antiguo régimen. El nacionalismo de Mugabe en Zimbabwe es similar aunque a la inversa. Pero el racismo no se ha limitado a estos casos sino que aparece como componente ideológico y actitudinal en el neofascismo, lo que ha motivado ciertas alarmas en las sociedades occidentales.

Para los neonazis, la violencia contra minorías sociales de gitanos, judíos, homosexuales, indigentes, trabajadores extranjeros, como latinoamericanos, magrebíes o turcos, no es un delito sino un servicio a sus Estados. Por otro lado, el odio étnico ha provocado una generalización de la violencia por motivos raciales: la descolonización de la India, guerras civiles en la ex Yugoslavia o conflictos territoriales, como el caso palestino.

Los partidos políticos y movimientos juveniles neofascistas suelen conformarse desde la II Guerra Mundial en los sistemas liberales occidentales, comenzando a ser noticia a finales de los años 70. Se articulan sobre un contexto de escasa integración social y de retroceso de la izquierda tradicional, dando lugar a grupos y movimientos juveniles donde confluyen elementos ideológicos tópicos de la extrema derecha: nacionalismo a ultranza, xenofobia, racismo, conservadurismo económico, defensa de los valores tradicionales nacionales, etc. La base social de estos partidos suele ser interclasista: capas sociales que siente amenazas o simplemente se desconcierta por la aceleración histórica del final de siglo, que temen perder su trabajo en una coyuntura económica de crisis protagonizada por el desempleo, contemplando la inseguridad ciudadana como bestia negra de la sociedad.

Un ejemplo sería el caso alemán. En 1945 el Partido Socialista del Reich aglutinó las posturas nazis hasta 1952, en que fue ilegalizado. Sus partidarios se infiltraron en grupos democristianos y liberales. La crisis económica de 1973 originó la creación del Partido Nacional Demócrata (NPD), alcanzando el máximo apogeo con Adolf von Thaden, que se opuso a la ostpolitik de W. Brandt. Recientemente ha sido ilegalizado, cuando llegó a alcanzar el 10 por ciento del electorado en algunos Lander, sobre todo de Alemania del Este. En general este tipo de partidos no logra superar ese porcentaje, salvo en casos muy llamativos como el austríaco. No obstante, pese a ser movimiento minoritarios, se dejan sentir en exceso en la sociedad.

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El nazismo en una interesante página mexicana: http://sepiensa.org.mx/contenidos/historia mundo/siglo xx/Nazísmo/nazi.htm

El impacto de la crisis de 1929 y la crisis de la República de Weimar: http://www.monografias.com/trabajosl4/hitlerpoder/hitlerpoder.shtml

Dos interesantes artículos sobre la psicología de masas del fascismo:

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Una página sobre el Holocausto:

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Aprender de la historia, nazismo y holocausto en la educación en Alemania: http://www.aprender-de-la-historia.de/

Hitler y las guerras mundiales: http://mx.geocities.com/ahitlermx/

El período de entreguerras, en la página de Historia de las Relaciones Internacionales: http:/ / www.historiasiglo20.org/ EG/ index.htm

Breve pero interesante artículo de Umberto Eco, “El fascismo eterno”: http://www.uco.es/~q22momof/eco03.htrntffascismo

Exposición virtual, “La ciudad de la diferencia”, contra el racismo y el neofascismo: http://www.pntic.mec.es/pagtem/babel/indice.htm

Los fascismos, en catalán: http://www.buxaweb.com/historia/temes/contemp/feixismes.htm

El fascismo italiano, en catalán:

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El nazismo alemán, en catalán: http://www.buxaweb.com/historia/temes/contemp/nazismealemany.htm