Tema 52 – La descolonización de Asia y Africa. Los problemas del tercer mundo.

Tema 52 – La descolonización de Asia y Africa. Los problemas del tercer mundo.

1. INTRODUCCIÓN

2. CONCEPTO DE DESCOLONIZACIÓN

3. LOS PRECEDENTES DE LA DESCOLONIZACIÓN.

3.1. LAS REIVINDICACIONES DE LOS PUEBLOS ASIÁTICOS.

3.2. LOS MOVIMIENTOS NACIONALISTAS AFRICANOS.

4. EL PROCESO DE DESCOLONIZACIÓN.

4.1. EL FIN DEL IMPERIO BRITÁNICO EN ASIA.

4.2. LAS COLONIAS BRITÁNICAS EN ÁFRICA.

4.3. EL FIN DEL IMPERIO HOLANDÉS.

4.4. LA DISGREGACIÓN DEL IMPERIO FRANCÉS EN ASIA.

4.5. LA DESCOLONIZACIÓN FRANCESA EN ÁFRICA.

4.6. OTRAS DESCOLONIZACIONES

5. LOS PROBLEMAS DEL TERCER MUNDO.

5.1. EL HECHO DEL SUBDESARROLLO

5.2. CAUSAS E INTERPRETACIONES DEL SUBDES ARROLLO

5.3. VÍAS PARA SALIR DEL SUBDESARROLLO

5.4. LA REALIDAD ACTUAL DEL SUBDESARROLLO

6. BIBLIOGRAFÍA.

1 INTRODUCCIÓN

La historia universal que habitualmente se estudia en los países de ámbito cultural europeo suele tener carácter fuertemente occidentalista, de etnocentrismo blanco. Da la impresión de que la civilización occidental es el centro, el eje de la historia humana, y de que el resto de las civilizaciones gira en torno a ella y sólo tiene historia en cuanto afecta directamente a los países occidentales; su evolución y su sentido suelen medirse por comparación con la evolución y sentido de la historia de occidente. Esta actitud puede responder a cierta lógica en el sentido de que es natural estudiar con mayor profundidad y detalle aquello que nos resulta más cercano y nos afecta más directamente. Pero sería erróneo identificar, por ello, la historia del mundo con la historia occidental; es preciso ser conscientes de que ésta afecta tan sólo a una minoría, no superior a la cuarta parte de los seres humanos.

Los diez años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial verán el desmantelamiento rápido de la mayor parte de los imperios coloniales. El ambiente en el mundo será en estos momentos favorables a estas corrientes independentistas. La guerra se había llevado a cabo, por parte de los aliados vencedores, como una forma de defender la bandera de la libertad de los pueblos del mundo. La Carta de San Francisco promulgada por la O.N.U. constituyó una declaración oficial de la igualdad de los derechos de los pueblos y del derecho de cada pueblo a disponer de sí mismo.

Aunque esta filosofía no pretendía ser aplicada sobre las colonias de los países europeos, fue inevitable que estas ideas se difundiesen y levantasen el ánimo y los sentimientos nacionalistas de los pueblos colonizados. Y el deseo, en definitiva, de alcanzar la autodeterminación. Las colonias iniciarán a partir de los años 50 un camino más o menos accidentado según los casos, que inexorablemente desembocará en la independencia. Así mismo, las potencias coloniales ya no contarán con el apoyo de la opinión internacional para reprimir estos movimientos, y aunque hubo violencia en muchos de los procesos de independencia de las colonias, ésta no conseguirá ser totalmente efectiva.

Trataremos de exponer la historia reciente de las tres cuartas partes restantes, si bien de manera forzosamente breve y esquemática. Dividimos la materia en dos partes: la primera, dedicada al hecho de la descolonización de ese medio mundo, dominado hasta 1945 por los países europeos, centrándonos especialmente en los casos asiático y africano; la segunda a los problemas del Tercer Mundo y del subdesarrollo en general.

2 CONCEPTO DE DESCOLONIZACIÓN

La descolonización es el proceso mediante el cual los países sometidos a dominio colonial consiguen su independencia política. Es necesario subrayar el calificativo de política: dado que la práctica totalidad de las colonias se encontraban en situación de atraso y dependencia económica, ésta no pudo superarse por el mero hecho de la descolonización política; el colonialismo económico ha continuado después de la independencia, ejercido por la antigua metrópoli o por el capitalismo internacional. Esta situación es conocida con el nombre de neocolonialismo, más sutil y seguramente más eficaz para las potencias dominantes, que pueden seguir extrayendo beneficios económicos sin los gastos y los riesgos de la dominación política. Se trata, así, del fin de un periodo de la historia económica del mundo conocido como colonialismo y a su vez, el principio de otro periodo que conlleva otra forma de dominación el neocolonialismo.

Tras la Primera Guerra Mundial las bases del sistema colonial empezaron a alterarse, aunque el colonialismo continuó. Pero las consecuencias de todo tipo producidas por la Segunda, terminaron definitivamente con él, hasta constituirse la descolonización en uno de los hechos fundamentales de la segunda mitad del siglo XX, y colocar el Tercer Mundo en el primer plano de los problemas mundiales.

En el proceso de descolonización se pueden apreciar cuatro fases bien diferenciadas. La primera comprende los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial y afecta a las colonias británicas, holandesas y francesas del sur de Asia. Cuando esta fase estaba prácticamente terminada tuvo lugar en Bandung (Indonesia), el año 1955, la Conferencia Afroasiática de Jefes de Estado y de Gobierno y líderes de movimientos independentistas de la mayoría de los países de aquella área. Su resultado fundamental fue la toma de conciencia del problema del colonialismo por parte de los países sometidos y de la necesidad de independencia.

La segunda fase afecta fundamentalmente al norte de África. La independencia de Libia, en 1951, y la revolución dirigida en Egipto por Nasser, aceleraron en aquella zona el proceso descolonizador, que terminará en 1962 con la independencia de Argelia. La tercera fase afecta sobre todo al África Negra o, más ampliamente, subsahariana: el año 1960, con la independencia de diecisiete países de aquella zona, marca el punto más elevado de la descolonización, al tiempo que la Organización de las Naciones Unidas pasa a quedar dominada cuantitativamente por los pueblos recién independizados.

La cuarta fase es mucho más reciente y tiene dos ámbitos espaciales bien distintos; uno, muy amplio, y de no mucha trascendencia, afecta a numerosos países pequeños del Pacífico, Indico y Caribe, islas en su mayoría, algunos de los cuales son tan pequeños como Nauru —21 kilómetros cuadrados—, que en su mayoría se integran en organizaciones político-económicas más amplias. El otro ámbito afecta a los últimos restos coloniales europeos en África, mantenidos por las dictaduras ibéricas de Portugal y España, que, tras el fin de la primera con la «revolución de los claveles» en 1974 y el principio del fin de la segunda con la enfermedad mortal de Franco, precipitan la descolonización de las respectivas posesiones: Guinea Bissau, Cabo Verde, Angola y Mozambique por un lado, y el Sahara Occidental —cedido a Marruecos y Mauritania—, por otro.

3 LOS PRECEDENTES DE LA DESCOLONIZACIÓN

3.1. LAS REIVINDICACIONES DE LOS PUEBLOS ASIÁTICOS

Ya antes de la Segunda Guerra Mundial se venían desarrollando en todo el Asia colonial movimientos partidarios de la independencia. En la India estos movimientos serán liderados por dos partidos diferentes: La Liga Musulmana, con Yinnah a la cabeza; y el Partido del Congreso, cuyos líderes eran Nehru y Gandhi. El proceso de independencia desembocará, como veremos más adelante, en una división del país.

En la Federación de Indochina se fundará la Liga para la independencia del Vietnam con Ho Chi Min como jefe del movimiento. Durante la ocupación, los japoneses apoyan los movimientos independentistas. La Liga declarará la independencia respecto de Francia. Similares declaraciones se efectuarán en Camboya y en Laos, aunque con la derrota del Japón en la Segunda Guerra Mundial sólo Vietnam se mantendrá fuerte en sus reivindicaciones de independencia. En 1945 un Gobierno Provisional dirigido por Ho Chi Min declaró la independencia de la República de Vietnam y comenzó la guerra.

En Indonesia primero será Holanda, y después será Japón quienes controlen la situación política. El líder nacionalista Sukarno, con el pretexto de ayudar a Japón, formará un ejercito dirigido por indonesios. Al final de 1944 se iniciará el proceso que llevará a la proclamación de la independencia de Indonesia en 1945.

3.2. LOS MOVIMIENTOS NACIONALISTAS AFRICANOS

En el Norte de África, los protectorados franceses de Túnez, Marruecos y Argelia vivieron un endurecimiento de los movimientos nacionalistas de la mano de sus respectivos líderes de la independencia: Habib Bourguiba, el Sultán de Marruecos y Ferhat Abbas respectivamente. El panarabismo estimuló estos movimientos.

En África Negra los movimientos nacionalistas están en los años cuarenta todavía en estado embrionario. Ninguna colonia africana accedió a la independencia antes de la segunda mitad de los cincuenta, aunque la oposición al poder colonial lentamente se organiza y progresa.

4 EL PROCESO DE DESCOLONIZACIÓN

4.1. EL FIN DEL IMPERIO BRITÁNICO EN ASIA

El Imperio Británico era el mas vasto de todos los imperios europeos. Casi treinta millones de kilómetros cuadrados y quinientos millones de habitantes. Canadá, Australia, Nueva Zelanda y La Unión Sudafricana se constituyeron en 1931 como naciones autónomas libremente asociadas en el seno de una comunidad de naciones: la Commonwealth.

Ante su experiencia de descolonización, los británicos prefieren, llegado el caso, renunciar progresivamente a la gestión administrativa de sus posesiones coloniales, llegando incluso a abandonar el dominio político, a cambio de conservar, y aún aumentar el poder económico y financiero sobre las ex-colonias. De esta forma, la emancipación de las colonias británicas tomará unos caminos más o menos rápidos y que veremos a continuación, pero siempre desembocando en este mantenimiento de la relación económica con la antigua metrópoli.

La India. Ante la situación de tensión en que se encontraba sumida la India después de la Segunda Guerra Mundial -carestías, millones de muertos, fuerte represión contra las luchas nacionalistas, de entre las cuales merece una mención de honor la lucha de la no-violencia llevada a cabo por Gandhi y sus seguidores-, la concesión de la independencia prometida por Churchill consistía en la única solución posible. Dos líneas políticas diferentes en el seno de la política india plantearon caminos bien distintos: la Liga Musulmana era partidaria de la formación de dos estados, uno musulmán y otro hindú. El Partido del Congreso deseaba la independencia de una India unida. En Agosto de 1947 la India accede a la independencia, pero la mismo tiempo que esto ocurre, se llevó a efecto su fragmentación. El trauma de la partición se produjo a pesar de que Gandhi y Nerhu, fervientes partidarios de la unidad y la convivencia, hicieron todo lo posible por evitarlo. Las reivindicaciones del líder de la Liga, Yinnah, tuvieron más peso. De esta forma se constituyó el estado de Pakistán, en la cuenca del río Indo y la Bengala Oriental en el extremo de la península índica, con mayoría de población musulmana. Esta división comportó matanzas locales de minorías étnicas y desencadenó éxodos masivos: siete millones de musulmanes de la Unión India se refugiaron en Pakistán y cinco millones de hindúes y de sikhs huyeron desde Pakistán a la Unión India. Gandhi fue asesinado por un hindú fanático. La independencia dejó al país sumido en graves conflictos con China y Pakistán (por Cachemira).

En el resto de Asia los británicos también intentaron conciliar las reivindicaciones nacionalistas con sus propios intereses económicos. La independencia total de Birmania en 1947 supuso el dejar a este nuevo país a su suerte en el conflicto interno que vivía entre grupos comunistas (primer ministro Unu, refugiados chinos) y movimientos separatistas. Attlee concedió ya en 1943 la autonomía. La Liga para la liberación fundada para luchar contra los japoneses asumió el poder en 1944. En 1958 se instaura la dictadura anticomunista del general Newin.

Ceylan obtuvo el estatuto de dominio en 1948 y pasó a formar parte de la Commonwealth como una nación independiente, aunque tardaría en quedar libre de las ingerencias indias, británicas y norteamericanas. En los años setenta se convirtió en Sri Lanka, padeciendo una gran conflictividad interna (revuelta tamil).

La independencia de Malasia comportó más dureza y dificultad. Durante siete años los británicos intentaron mantener sus posiciones por considerar a esta colonia como de especial importancia estratégica. Finalmente, en 1957 fue proclamada la independencia en el marco de la Commonwealth. El estado de Singapur nacería al año siguiente, aunque continuaría como base británica. En 1963 se proclamó la Federación de Malasia que vivió unos primeros años de incertidumbre con continuas ingerencias chinas e indonesias. Singapur abandonaría la Federación en 1965.

4.2. LAS COLONIAS BRITÁNICAS EN ÁFRICA

En los territorios africanos el proceso se desarrollará lentamente. Digamos que se da un proceso de africanización y democratización de las instituciones a través de la entrada de africanos en puestos de la administración y del gobierno. El movimiento panafricano surge en Estados Unidos durante los años 20. Después de 1945 los intelectuales africanos Azikiwe, Kenyatta, Nkruman, etc., dirigen la emancipación de África. Las federaciones de colonias será un forma de transición semiautónoma con objetivos políticos.

Egipto fue reino independiente desde 1922 pero hasta 1952 con el golpe de estado militar y el exilio del rey Faruk no logra desligarse del poder británico. Nasser, desde 1954 jugará un importante papel para el panarabismo y como símbolo de la descolonización.

En 1951 tras el éxito del partido de Kwame Nkrumah en las elecciones del Consejo Legislativo (Convention Peoples’s Party), se acelera el proceso independentista en Costa de Oro. Este líder se convertiría, primero en Jefe del Gobierno, y en Primer ministro después. Será el primer hombre de raza negra que ostente la dirección política de una colonia. En 1956 un referendum celebrado en Togoland daba la victoria al CPP anexionándolo a la Costa de Oro; en marzo de 1957 el gobierno recibía la independencia del país, el cual tomó el nombre de Ghana. Se convertiría en el símbolo para todo el continente al ser el primer estado negro proclamado independiente. 1960 es el “Año africano”. Nigeria se convertiría en República federal de la mano de Azikiwe y Balewa. En 1961 alcanzaría la independencia Sierra Leona gracias a la labor del partido del Pueblo de Milton Margai. En Kenya, los colonos se opusieron duramente a las reivindicaciones nacionalistas. Los Kikuyu, cuyas tierras habían sido arrebatadas y repartidas por los británicos, se sublevaron en una revuelta conocida como Mau Mau, que, de 1952 a 1955 ensangrentó todo el país. El acuerdo entre Masai y Kikuyu permitió a Kenyatta alcanzar la independencia definitiva en 1963. La independencia de Gambia se consumó en 1965. Nyerere la obtuvo para Tanganika en 1961, un año después Milton Obote para Uganda, en julio de 1964 Banda para Malawi y un mes después Kaunda para Zambia. La Federación de Rodesia del Sur se proclamó independiente en 1965 (lan Smith) y se convertiría en Zimbabwe tras la revuelta negra de Mugabe en 1980.

4.3. EL FIN DEL IMPERIO HOLANDÉS

El Imperio holandés era mas limitado y se reducía esencialmente al archipiélago indonesio, es decir, unos dos millones de kilómetros cuadrados y unos setenta millones de habitantes.

Su decisión de mantener y restablecer su autoridad sobre el archipiélago chocará contra la determinación de independencia del gobierno del presidente Sukarno. Sukarno controlaba Java, Madura y Sumatra. A Holanda no le quedará otra que reconocer a la República de Indonesia en 1946. Una unión entre Indonesia y Holanda era el proyecto acordado, aunque las negociaciones para la formación de la misma fracasarán. Ante este fracaso los Países Bajos reintentaron tomar el control de nuevo sobre Indonesia: atacaron la capital en 1947 y en 1948, y a consecuencia de ello, Sukarno y Hatta (importante colaborador del anterior) fueron detenidos y deportados por los holandeses. Las presiones internacionales y la determinación de la O.N.U. de hacerse cargo del problema indonesio, obligaron a Holanda a dar marcha atrás.

En 1949, en la Conferencia de La Haya, fueron reconocidos los Estados Unidos de Indonesia como país independiente. Se reconoció también un Tratado indonesio-holandés, en régimen de igualdad. Una vez Indonesia se hubo constituido como república unitaria renunció a este tratado .

4.4. LA DISGREGACIÓN DEL IMPERIO FRANCÉS EN ASIA

El imperio francés cubría trece millones de kilómetros cuadrados, en su mayoría en el continente africano, con una población aproximada de ciento diez millones de individuos. Las posesiones coloniales en Asia abarcaban la actual Indochina. Como ya vimos anteriormente, esta colonia francesa se declaró independiente en 1945 de la mano de su líder Ho Chi Minh. Francia mandó tropas y consiguió recuperar la Conchinchina, pero la influencia de los medios de opinión internacionales obligó a la metrópoli a negociar con Ho Chi Minh. En el año 1946 ambas partes firmaron un tratado según el cual se reconocía a Vietnam como un estado libre que formaba parte de la Federación de Indochina y de la Unión Francesa. Ante esta situación, en el seno del país asiático se definen dos tendencias claramente diferenciadas: la de Ho Chi Minh partidario de la unificación del país; y la de Francia, que considera a Vietnam dentro del bloque francés y a sí misma como poseedora de la soberanía vietnamita. Los incidentes entre tropas francesas y tropas vietnamitas irán en aumento hasta que finalmente estallará la guerra. En su intento de buscar una solución política al conflicto, Francia negoció con el emperador de Arman -Bao-Dai- en torno al cual se aglutinarán todos los nacionalistas no-comunistas. De esta forma, en 1948 se reconoce la independencia de Vietnam, dirigida por el emperador y asociada a la Unión Francesa. El triunfo comunista de China a finales de 1949 creará la situación para la internacionalización de conflicto indochino: China apoya abiertamente al Vietnam de Ho Chi Minh y Estados Unidos apoya a Francia, ante el miedo de la expansión del comunismo por Asia. Por fin, en 1954, el gobierno francés acepta que el conjunto de los problemas asiáticos sean tratados en una conferencia internacional. Antes de que esto pudiese ser llevado a cabo, una terrible batalla tuvo lugar entre la ex-colonia y la metrópoli, cuyo resultado final fue favorable a la primera. La captura por parte de Indochina de unos doce mil supervivientes franceses será la causa definitiva para que Francia aceptase retirarse de Indochina. El país, independiente por fin, quedaba dividido en dos partes diferentes: la República democrática del Vietnam (norte) de régimen comunista, y el régimen de Bao-Dai, pro­americano, al sur. La lucha entre unos y otros continuará dando paso a las segunda guerra de Indochina, que es ya otro capitulo de su historia.

4.5. LA DESCOLONIZACIÓN FRANCESA EN ÁFRICA

Las posesiones coloniales de Francia en el norte de África, Marruecos y Túnez, tenían la forma administrativa de protectorados. La respuesta francesa ante las evidentes muestras de deseo y acción de independencia por parte de estas colonias fue la no concesión de la misma, y el intento de imponer un régimen de co-soberanía. La razón de esta negación estaba muy relacionada con los fuertes intereses de los colonos franceses establecidos en estos territorios. Esta respuesta abrió la puerta a los incidentes violentos, al bloqueo político, a los enfrentamientos internos entre las facciones antifrancesas y profrancesas. En Diciembre de 1952, la O.N.U. se encarga de la cuestión tunecino-marroquí y en 1956 les será concedida la independencia tanto a la una como a la otra. La independencia argelina llegó tras la guerra de liberación entre 1954-1962.

Las posesiones francesas en el África Negra vivirán un proceso de emancipación paulatino y solo en Madagascar se llevará a cabo comportando episodios violentos (insurrección de 1947). En los países africanos de la órbita de influencia francesa se plantearon diferencias internas en cuanto a los planteamientos y posturas nacionalistas: Por un lado está la Unión Democrática Africana presidida por Houphouel Boigny, miembro del Partido Comunista y partidario de una independencia libre. Por otro lado están los Independientes de Ultramar con su líder Senghor, que propugnarán la idea de una República Federal Africana con autonomía interna pero unida a Francia. Una corriente intelectual conocida como los francófonos, apoyará esta tendencia que terminará fracasando a partir de 1960.

4.6. OTRAS DESCOLONIZACIONES

En Asia, el estado tapón de Afganistán (reconocido como independiente en 1921)sufrió una lenta modernización bajo el rey Mohamed Sabir, que solucionó los problemas fronterizos con la URSS (1946-48), China y con Pakistán y logró mantenerse independiente. Lo mismo le ocurrió a Siam, convertida en Thailandia tras la devolución de los territorios ocupados por Japón.

De acuerdo con las garantías dadas por Estados Unidos en 1938, Filipinas proclamó su independencia en 1946, estableciéndose continuos gobiernos autoritarios proamericanos.

En Oriente Medio los Mandatos de la Sociedad de Naciones ganan en autonomía en el periodo de entreguerras (Proclamación de la República del Líbano en 1925; reconocimiento de la independencia iraquí en 1930, constitución del reino de Arabia Saudita en 1932), pero será tras la II Guerra Mundial cuando definitivamente surjan nuevos estados). Pero la constitución definitiva de naciones independientes se realizará tras la Segunda Guerra Mundial. En la región de Palestina nace Israel como estado en 1948. Siria obtiene su independencia tras luchar contra las tropas de Vichy al lado de la “Francia libre”. La separación definitiva llega con la fundación de la República Árabe Unida junto a Egipto y Yemen (Federada) en 1958. El “estado amortiguador” de TransJordania logra mantenerse independiente con la ayuda inglesa bajo el reinado de Hussein I.

En África la crisis del Congo (1960-1965) y la tardía independencia de las colonias hispano-portuguesas en los 70 son ejemplos de la inestabilidad constante.

5 LOS PROBLEMAS DEL TERCER MUNDO

Los conceptos de Tercer Mundo y de subdesarrollo son distintos, aunque están íntimamente relacionados. La expresión Tercer Mundo fue puesta en circulación por el francés A. Sauvy a mediados de los años 50, y aceptada rápidamente; presupone la división del planeta en tres «mundos» parciales, cada uno compuesto por un grupo de países con características más o menos similares: el primero es el de los países capitalistas industrializados; el segundo el de los países socialistas; el Tercer Mundo es ese amplio grupo de países cuyo factor común es el grado de pobreza en que se encuentran, independientemente de su adscripción a un sistema económico, político o ideológico determinado. Para otros autores, la expresión Tercer Mundo indica cierta analogía con el «Tercer Estado» de la revolución francesa: el estamento no privilegiado de los plebeyos, frente a los que sí lo eran, nobleza y clero. En este sentido, los países no privilegiados se han definido también como “naciones proletarias” (Fierre Moussa), por analogía con la clase social del proletariado, la más numerosa y la más pobre; pero esta última expresión no ha tenido mucha fortuna. El Tercermundismo, tal como se afirmó desde su nacimiento en la Conferencia de Bandung en 1955, tenía un contenido anticolonialista y neutralista. La voluntad de esta agrupación de países bajo este término, era aglutinar a los estados dominados para defender su integridad territorial y sus intereses políticos, así como influir en las relaciones internacionales y en la actuación de los organismos que tuviesen ese mismo carácter, para así poder darle un valor prioritario en sus políticas a los aspectos relacionados con su propio desarrollo.

El concepto de subdesarrollo —que ha recibido tantas definiciones como autores se han ocupado del tema, y que aquí sólo pretendemos determinar empíricamente— es, como el anterior, de tipo comparativo; pero los términos de la comparación no se establecen en el ámbito de la geografía, sino en el de la evolución del desarrollo económico: son subdesarrollados los países que están por debajo de un nivel que, establecido y medido de acuerdo con cierto modelo ideal, corresponde a lo que se entiende por países desarrollados. El problema radica, pues, en definir cuál es el límite que separa el desarrollo del subdesarrollo, y no sólo en abstracto, sino a partir de magnitudes concretas. La medida más comúnmente utilizada es la de la renta por per­sona, medida en dólares USA corrientes. Es el medio más fácil y cómodo, pero presenta varios inconvenientes: 1.° El valor real de la moneda varía con el transcurso del tiempo: a mediados de los 60 la frontera entre el desarrollo y el subdesarrollo se colocaba en los 500 dólares de renta por habitante y año, mientras que a mediados de los 70 se coloca en los 1.000 dólares: en este sentido, el punto de referencia no es, como sería de desear, fijo. 2.° Ese límite es excesivamente rígido y un tanto artificial: en poco tiempo puede superarse en un país, por lo que su consideración oficial cambia, pero su estructura puede permanecer idéntica sin más cambio que cierta mejora cuantitativa. 3.° La renta por habitante es una media aritmética y, como tal, abstracta. Ignora el hecho fundamental de las desigualdades de distribución de la renta en el interior de cada país, y puede dar lugar a graves distorsiones de la realidad, como ocurre en el caso de algunos países petrolíferos que tienen rentas de las más altas del mundo, pero que, al ser acaparada por una minoría de la población, hace que la mayoría viva en situación real de subdesarrollo, y no, como podría parecer, con el nivel de vida de Estados Unidos o Suiza. Últimamente se usa más el índice de Desarrollo Humano y varios indicadores indirectos como el consumo de energía por persona o la esperanza de vida al nacer.

De todas formas, la característica esencial de los países del Tercer Mundo es la de ser países subdesarrollados. Algunos autores hacen coincidir unos y otros, e incluyen en el Tercer Mundo a países europeos como Albania, Bulgaria o la ex-Yugoslavia, cuya renta o cuyo producto por habitante no llega a la cantidad establecida como límite. Pero el concepto de Tercer Mundo, tal como se emplea normalmente, tiene connotaciones geográficas, sociales y políticas que resultan extrañas al criterio meramente cuantitativo de las estadísticas de renta o producto per cápita. Es preciso añadir otros elementos, no siempre cuantificables, con los cuales, en conjunto, se puede precisar el carácter tercermundista de un país. La mayoría de los especialistas coinciden en señalar los siguientes:

Subalimentación de parte considerable de sus habitantes, con niveles inferiores a 2000 calorías y carencia de proteínas.

Situación higiénica y sanitaria por debajo de los niveles considerados como mínimos.

Altas tasas de natalidad, lo que provoca crecimiento vegetativo muy fuerte, alta mortalidad infantil y subsistencia de enfermedades endémicas y epidémicas.

Alto porcentaje de analfabetos y nivel cultural general bajo, con carencia o escasez de cuadros profesionales.

Economía de base agraria sin mecanización y sin modernización de los sistemas de cultivos, con desarrollo muy débil de la industria y los servicios, que además, suelen estar concentrados en muy pocos lugares e íntimamente ligados al capital extranjero. Escasa densidad de las infraestructuras: inexistencia de una red de transportes moderna, de organización estadística, etc.

Sistema económico dependiente del capitalismo internacional, y caracterizado por la exportación de materias primas, minerales o agrarias, de bajo precio, y la importación de productos manufacturados, con mayor valor .añadido (intercambio desigual)

Ausencia y debilidad de los regímenes democráticos y presencia de otros modelos políticos como dictaduras militares, pseudodemocracias de partido único, monarquías autoritarias y regímenes comunistas.

Grandes desequilibrios en la distribución de la propiedad y de la renta, con una oligarquía minoritaria, ligada al capital extranjero, y otra mayoría de población en si­tuación más o menos cercana a la miseria. Inestabilidad social.

De acuerdo con esto, prescindiendo de las numerosas polémicas, y utilizando un criterio empírico, basado en la acepción común del término consideramos aquí como países integrantes del Tercer Mundo todos los asiáticos, menos Japón e Israel, y con peculiaridad acentuadísima, la China Popular y los nuevos países industriales (Corea, Taiwan, Hong-Kong, Singapur); todos los africanos; y todos los iberoamericanos. Esta división viene a coincidir con la adscripción voluntaria de esos países al grupo tercermundista en las diferentes organizaciones y conferencias internacionales. La realidad tercermundista es demasiado compleja para poder ser asimilada por esquemas teóricos. Aún así distinguiremos cuatro grupos de países dentro del total de los tercermundistas según el grado de evolución económica:

Países productores de petróleo: Arabia Saudí, Libia e Irán

Países en vías de desarrollo con un incipiente desarrollo industrial: China, Corea del Sur, Singapur, Sudáfrica….

Países dependientes con fuerte deterioro económico, con reducción tajante de la producción y gran deuda externa: la mayor parte de Latinoamérica.

Países auténticamente subdesarrollados, también llamados Cuarto Mundo: casi todos los africanos.

5.1. EL HECHO DEL SUBDESARROLLO

El hecho clave del subdesarrollo se puede enunciar en muy pocas palabras: un pequeño número de países realizan la mayor parte de la producción mundial, se apropian de la mayor parte de la renta y disfrutan de nivel de vida elevado, mientras que la gran mayoría de países restantes realizan una parte pequeña de la producción y disfrutan de renta escasa y bajo nivel de vida.

Es preciso tener en cuenta otro hecho fundamental: la diferencia entre los propios países del Tercer Mundo, con grados muy distintos de subdesarrollo. Esto nos introduce en dos aspectos fundamentales del subdesarrollo: las diferencias entre países y el papel fundamental de la demografía.

En relación con el primero, los especialistas distinguen varias «familias» de países subdesarrollados, atendiendo no sólo a los datos cuantitativos, sino también a los condicionamientos geográficos y de civilización.

Iberoamérica se caracteriza por tener en no pocas zonas sectores de economía moderna, con fuerte inversión de capitales, aunque en la mayoría de los casos dependientes del exterior: las grandes capitales —México D. F., Caracas, Buenos Aires— son expresión de este tipo de economía y su correspondiente nivel de vida. Junto a ellas existe un amplio sector agrario, con la propiedad de la tierra muy desigualmente repartida y atraso mucho mayor.

El África Negra es, en conjunto, la zona más atrasada, con formas de organización económica y social primitivas en áreas importantes por su extensión. Asia, por el contrario, es un continente de civilización antigua, que ha padecido menos la huella de la colonización europea los países que la integran tienen fuerte personalidad y, dentro de sus diferencias, uno de sus factores comunes más importantes es la alta densidad de población y la agricultura intensiva, practicada con técnicas muy evolucionadas, sobre todo en algunas zonas.

En África del Norte y Oriente Medio la religión islámica y la lengua árabe son factor de gran importancia, así como la posesión, por bastantes países de la zona, de grandes explotaciones y reservas de petróleo y gas natural, que les hace desempeñar papel de primer orden en la economía y política mundiales.

Precisamente, a partir de 1973, con el aumento de precios de los crudos petrolíferos decretado por los países de la OPEP (prácticamente todos del Tercer Mundo) tras la guerra árabe-israelí, se introdujo un nuevo dato de gran importancia en el problema. El poder que el petróleo representa en la actualidad, especialmente para los países que lo producen en elevada cantidad y tienen reservas muy abundantes, coloca a algunos de ellos en situación potencialmente superior a muchos países industrializados que carecen de tan preciada fuente de energía y. desde luego, relega a los países tercermundistas que no la poseen a situación de verdadera angustia: frente a las previsiones optimistas, en cuanto a desarrollo económico, de Arabia Saudí, Kuwait o Emiratos Árabes Unidos, grandes productores de petróleo, se dibujan otras realmente sombrías para países como Haití, Botswana o Bangladesh, a quienes los hombres colonizaron y el azar de la geología no dotó de recursos. Ello ha provocado, según algunos especialistas, un verdadero cambio en los espacios estratégicos de decisión económica.

El segundo hecho que destacar es la relación entre subdesarrollo y demografía. Hicieron falta 200.000 años para que el planeta Tierra alcanzara la población de 2.500 millones; en sólo cincuenta, la segunda mitad del siglo XX, esa población se duplica. Las razones básicas son claras; la mortalidad ha disminuido grandemente, mientras que la natalidad se mantiene considerablemente alta. Pero el crecimiento es mucho más elevado en los países del Tercer Mundo, que son precisamente los más pobres, lo que aumenta las diferencias que ya existen entre población y recursos dentro de cada país, y entre unos países y otros: según las previsiones demográficas de la ONU en 1972, al final del siglo la población del Tercer Mundo vivirá 20-30 veces peor que la de los países desarrollados. Por ello no es casualidad que el “descubrimiento” del subdesarrollo se produjera al finalizar la Segunda Guerra Mundial: a los cambios so­ciales y políticos que ella provocó se añade el hecho fundamental de la explosión demo­gráfica producida justo a partir de los años 40. El atraso económico ha existido siempre; pero en las sociedades preindustriales, independientemente de su situación actual, el crecimiento demográfico era detenido por una serie de factores —subalimentación, pestes, atraso higiénico y médico— que mantenían relativamente estable la relación entre la población y los recursos reales. Cuando la población aumenta en los ritmos señalados y los recursos lo hacen a velocidad inferior es cuando el problema se plantea en toda su gravedad.

5.2. CAUSAS E INTERPRETACIONES DEL SUBDESARROLLO

Para explicar el subdesarrollo se han señalado una serie de causas muy diversas, y cada autor o escuela carga el acento en una u otra como fundamental o dominante, según su particular ideología. Las que se han señalado como rnás comunes son las siguientes:

Demográficas: población superior a los recursos que, además, tiende a crecer con tasa más alta que éstos.

Geográficas: escasa calidad del suelo, ausencia o precariedad de yacimientos mineros o de fuentes de energía natural, clima desfavorable.

Tecnológicas: técnicas de producción atrasadas, dificultades humanas y culturales para introducir otras más adelantadas.

Económicas: escasez de capitales, dificultades para acumularlos, baja industrialización mantenida por la situación colonial y neocolonial (neoimperialismo). 5. Culturales: tradiciones y mentalidades, de carácter religioso o no, que suponen freno a la modernización exigida por el desarrollo.

Sociales: persistencia de estructuras arcaicas, de tipo feudal o semifeudal, ausencia de una clase burguesa emprendedora.

Raciales: aunque últimamente está muy desacreditada, en la época de entreguerras dominó la interpretación según la cual la situación de atraso y sometimiento colonial es debida a que las razas no arias eran biológicamente inferiores.

Toda esta serie de interpretaciones se pueden reducir en la actualidad a dos tipos fundamentales: uno de carácter capitalista y otro de carácter marxista. Estando de acuerdo en las manifestaciones externas del subdesarrollo, ambas se pretenden científicas y ambas promueven modelos de desarrollo en función de sus propias interpretaciones.

Las de tipo capitalista consideran que el subdesarrollo constituye etapa previa a la industrialización, que puede ser superada cuando se produzca la necesaria inversión de capital para producir el «despegue» desde la situación de economía tradicional a la economía industrializada. El principal representante de esta tendencia es W. W. Rostow, que expuso su teoría en un libro titulado significativamente «Las etapas del crecimiento económico. Un manifiesto no comunista».

Las de tipo marxista consideran el subdesarrollo como determinada situación, mantenida por los países industrializados. Más exactamente, «desarrollo y subdesarrollo no son dos cosas diferentes, sino dos aspectos del mismo proceso, que es la expansión del capitalismo. Sin el subdesarrollo de unos, los otros no se habrían desarrollado. Se necesita subdesarrollo para que haya desarrollo, pues son como las dos caras de la moneda. El desarrollo de una parte, además, no induce el de la otra» (Laureano Lázaro). Es la llamada teoría de la dependencia, y que, con diferentes matices, han desarrollado autores como A. Emmanuel, Samir Amin, Gunder Frank, y otros. Tomando como punto de partida el hecho de que el capitalismo es el sistema económico hegemónico a nivel mundial, distinguen dos tipos de países o «formaciones sociales»: los del centro, industrializados, y los de la periferia, dependientes. Y algunos autores precisan que esa dominación no la establece el conjunto de los países centrales sobre el conjunto de los periféricos, sino la clase dominante de aquéllos, en alianza con la clase dominante de éstos, sobre el proletariado de ambos.

Aquí no procede discutir ni pronunciarse sobre estas interpretaciones, expuestas someramente. Nos limitaremos tan sólo a señalar los mecanismos a través de los cuales se produce el hecho del subdesarrollo, según la descripción más comúnmente admitida y las modalidades de acción que los distintos países han emprendido para salir de él.

La manera que nos parece más adecuada para entender cuáles son los mecanismos a través de los cuales se produce y mantiene el subdesarrollo es analizar las formas de producción y de apropiación del excedente (parte de la producción no consumida por los productores directos) en los diversos sectores económicos.

La agricultura suele ser de baja productividad por persona ocupada y por unidad de superficie. En las zonas de gran propiedad, que utilizan masivamente mano de obra asalariada, la productividad es más alta y el excedente es apropiado por la oligarquía terrateniente, y dedicado a inversiones en otros sectores, en bienes extranjeros o a gastos suntuarios. Esta situación se mantiene por la baratura de mano de obra, que no compensa la adquisición de maquinaria, y por la inestabilidad de los precios internacionales que no favorece el riesgo de grandes inversiones. En las zonas de pequeña y mediana explotación, bien sea la tierra propiedad de los campesinos, bien la exploten en arrendamiento, la productividad es inferior, y los beneficios conseguidos con .ella vienen gravados por las numerosas obligaciones de los campesinos: pago de renta, de impuestos, bajos precios pagados por los comerciantes. El excedente es mínimo, el nivel de vida es casi de mera subsistencia, no es posible el ahorro. En las zonas de propiedad comunal privada —África negra— son muy bajas la productividad y el excedente, disminuido éste por los precios bajos que pagan los comerciantes que introducen en el mercado los productos agrarios.

Los intercambios se realizan por comerciantes, prestamistas e intermediarios de todas clases, que, con los bajos precios pagados a los productores agrarios, se apropian de parte importante del excedente; y también se aprovechan de su función de intermediarios en las transferencias que se producen entre los grandes terratenientes, industrias nativas y empresas extranjeras. Forman un grupo bastante numeroso, fundamentalmente especulador.

En cuanto a la producción industrial hay que tener en cuenta una serie de hechos básicos. Para que exista desarrollo económico es imprescindible la previa industrialización, y para que ésta se realice en medida suficiente, se precisa a su vez la aportación del capital y de la tecnología necesaria. Los países subdesarrollados carecen, inicialmente, de ambas cosas; es preciso, por tanto, crearlas en el interior del país o importarlas de fuera. La primera opción sólo ha sido posible, en cuanto a los capitales, tras la realización de una revolución socialista que colectivice los bienes de producción y planifique la economía, suprimiendo la apropiación privada del capital. En el caso de que no se produzca esa revolución, la industrialización sólo ha sido posible con la ayuda del capital y la técnica extrajeras. Hay países, los más atrasados, en los que no se han realizado suficientes inversiones como para producir el despegue, y en esa ausencia radica la causa del atraso. Pero hay otros en que sí se han producido, de forma que, teóricamente, pudo haberse dado el salto a la industrialización y al desarrollo. No ha sido así porque las inversiones extranjeras, y las internas que les están aliadas, no buscan el desarrollo del país en que se realizan, sino el beneficio del capital que las promueve. Los beneficios obtenidos por la explotación industrial son apropiados por los accionistas extranjeros, dueños del capital; las adquisiciones de bienes de equipo o auxiliares se hacen también fuera, con lo que deja de estimularse la economía interior; las inversiones en infraestructura se hacen, no de acuerdo con las necesidades de desarrollo del país, sino con las de la empresa extranjera: el caso típico son muchas líneas de ferrocarriles, trazadas en función del más rápido y barato transporte del mineral y su exportación, la mayor proporción de gastos del capital exterior en el país colonizado se debe a los salarios, pero los más altos son pagados normalmente a perso­nal técnico extranjero, mientras la población autóctona recibe salarios bajos, que no permiten formar un mercado interior con suficiente poder adquisitivo como para estimular, con su demanda, la industrialización en el propio país.

Esta situación ha sido descrita por algunos como “el desarrollo del subdesarrollo” o como “el círculo vicioso del subdesarrollo”, que es preciso romper. Los procedimientos utilizados para ello han dado lugar a varias vías o modelos, que se pueden agrupar en tres tipos: capitalista, socialista marxista y socialista del Tercer Mundo.

5.3. VÍAS PARA SALIR DEL SUBDESARROLLO

La vía capitalista necesita el concurso del capital extranjero, o más exactamente internacional (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial), pero éste a su vez exige garantías políticas que eviten los riesgos de posibles nacionalizaciones y permitan, al par que el desarrollo del país, el mantenimiento de altas tasas de beneficio para el capital extranjero. Es el caso de Brasil o Argentina. Si en otros que han seguido esta vía capitalista de desarrollo se producen nacionalizaciones que superen el límite tolerable para los capitalistas extranjeros y sus aliados del interior, éstos no dudaron en promover golpes de Estado que restablezcan la situación. El caso más famoso fue el de Chile, donde fue derribado el régimen socializante de Allende para implantar la dictadura derechista de Pinochet, a instancias, sobre todo, de la poderosa multinacional ITT, que tenía grandes intereses en el cobre chileno.

La vía socialista ortodoxa es la que siguió la URSS y, a imitación suya, las democracias populares europeas y, con caracteres peculiares, China, Vietnam, Corea y Cuba. En este sentido, el socialismo fue una «técnica de crecimiento acelerado». Para realizar el despegue es necesario crear equipamientos colectivos de base e infraestructura industrial, con prioridad a la industria pesada. Ello exige gran inversión de capitales, que además no son rentables a corto plazo, sino a largo. Puesto que no se toman del extranjero, hay que detraerlos de la renta nacional, es decir, de la renta de cada uno de los habitantes, en tasas que suelen oscilar entre 1/4 y 1/3 del producto interior bruto. La consecuencia inmediata es el bajo nivel de consumo de la población durante un período de varios lustros, hasta que esas inversiones en infraestructura comenzaran a ser rentables. Ello exigió también una planificación de la economía centralizada y autoritaria, que asegurara la correcta asignación de los recursos, de acuerdo con los objetivos marcados, y un sistema político dictatorial, fuertemente ideologizado, que consiguiera obtener de la población los sacrificios necesarios en esta primera etapa, bien mediante la coacción, bien mediante la propaganda. La crisis del sistema puso en evidente el fracaso de la vía.

El socialismo del Tercer Mundo es el que se trató de aplicar a países con indus­trialización mínima o nula: en realidad, habría que hablar de «socialismos», pues cada uno intenta adaptarse a las realidades socioculturales del país. Así, se habla de “socialismo africano”, referido al África Negra, casos de Senegal, Kenia o Tanzania; que trata de integrarse en las estructuras comunitarias tradicionales, y que con frecuencia es mucho más de tipo cooperativo que estatal. Existe también, al menos a nivel verbal, el «socialismo árabe», con variedades nacionales —Túnez, Argelia, Irak, Siria, por ejemplo—. En muchos casos se trata de un socialismo que es mera fachada, y casi siempre el componente nacionalista árabe es más importante que el propiamente socialista. En el caso de Libia, Gadaffi, quiso implantar otra tercera vía entre el capitalismo y el comunismo, en la que la religión islámica es un factor aglutinante de clases sociales y de superación de sus diferencias y luchas. Según algunos autores, el socialismo árabe parece ignorar la lucha de clases, y se limita a establecer el control del Estado en los sectores económicos clave y a integrar las diferentes clases sociales en torno a un nacionalismo cultural y religioso.

5.4. LA REALIDAD ACTUAL DEL SUBDESARROLLO

Los países afroasiáticos que accedieron a la independencia política en la segunda mitad del siglo XX se debaten, aún hoy, entre la recuperación de sus señas de identidad, eliminadas durante tanto tiempo por el colonialismo, o la incorporación, en la medida de lo posible, a los modos de vida occidentales.

El neocolonialismo no es una política más entre otras. Es la situación global de nuestra época, ¿cuales son los obstáculos para que estos países de la constelación de la pobreza no puedan iniciar su despegue? Paul Bairoch señala cuatro tipos diferentes: el obstáculo demográfico, el técnico, el bajo coste de los transportes y el alto coste de sostenimiento de las inversiones necesarias. Los principales problemas del Tercer Mundo en la actualidad son:

Subalimentación en tiempos de la financiación de la no producción en el países desarrollados, en la era de los cultivos hidropónicos y de la ingeniería genética.

Deuda Externa, en la era de la globalización del capital y las mercancías, que encuentran menos resistencia a libre movimiento que las propias personas.

Dependencia con respecto al primer mundo que adopta posiciones proteccionistas de puertas adentro mientras alienta el librecambismo de cara a las exportaciones. Esta dependencia es muy patente en el desarrollo científico-técnico gracias al control que ejercen los centros investigadores internacionales públicos y privados y a la fuga de cerebros que se produce desde el Tercer Mundo hacia el área desarrollada.

Explosión demográfica: al crónico desajuste entre población y recursos hay que unir la presión del crecimiento demográfico y de la macrocefalia que muestra el sistema urbano de los países subdesarrollados tras el éxodo rural. La emigración hacia el primer mundo debe salvar el obstáculo de las medidas técnicas y jurídicas utilizadas por los países desarrollados.

Desequilibrios sociales, espaciales y falta de infraestructuras y de vertebración del territorio.

Carencias sociales y políticas. La extinción del analfabetismo y la extensión del sistema sanitario sólo es posible con fuertes inversiones de capitales de los que no se disponen. Además las exigencias de los órganos financieros directores a nivel mundial exigen otro tipo de inversiones. El desarrollo democrático sólo será posible a través del desarrollo socioeconómico. La debilidad de las tradiciones democráticas, la opresión que ejercen las minorías, el excesivo peso de los militares en la sociedad y de la burocracia en la política llevan al estado totalitario fuertemente corrompido, principal problema, junto con el de la miseria, al que se enfrentan. Y la apuesta crucial sigue siendo la consecución del respeto a los derechos humanos.

Conflictividad racial y religiosa. El mantenimiento de la situación de dependencia y la falta de desarrollo lleva a la falta de confianza en los modelos occidentales y al auge del integrismo étnico y religioso.

6 BIBLIOGRAFÍA

El Tercer Mundo constituye, más que un tema, un ámbito que abarca la mayor parte del mundo de hoy y una buena parte de la historia contemporánea, al estudiar sus procesos. Muchas publicaciones son políticas o sociológicas. Otras como las de Josué DE castro, Supusieron un aldabonazo sobre temas tabúes. Nos limitamos a seleccionar algunos. Paul bairoch: El Tercer Mundo en la encrucijada. Madrid, Alianza Editorial, 1973. Enrique Ruiz GARCÍA: El Tercer Mundo, reeditado con el título de Subdesarrollo y liberación. Madrid, Alianza Editorial, 1973. Peter WORSLEY: El Tercer Mundo. Una nueva fuerza vital en los asuntos internacionales. Siglo XXI, 1972. Pierre JALEE: El imperialismo en 1970. Siglo XXI, 1971. E. MENÉNDEZ DEL VALLE: África negra, dominio blanco. Madrid, Gráficas Espejo, 1974. H. grimal: La décolonisation, 1919 a nos jours. Bruselas, Complexe, 1985. H. deschamps: La fin des empires coloniaux. París, P.U.F., 1971. Pierre guillaume: Le monde colonial XIXe.-XXe. siécle. París, Colín (col. U), 1974. P. jalee: El Tercer Mundo en cifras. Madrid, Fundamentos, 1972. Con publicidad trimestral se edita en París, por P.U.F. la «Revue Tiers-Monde», que permite un contacto con la temática y problemática del subdesarrollo. En la colección en español «¿Qué sé?», Barcelona, Oikos-Tau, hay tres monografías valiosas, Francois luchaire: La ayuda a los países subdesarrollados, 1971; Jacques morichau-beauchant: La salud en el mundo, 1970; y Michel cepéde y Rugues gounelle: El hambre, 1970. De carácter más general: R. F. holland: European Decolonization 1918-1981. An Introductory Survey. Londres, Macmillan, 1985. Para África KI-ZERBO: Historia del África negra. Tomo II. Madrid, Alianza, 1980.

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