Tema 58 – El arte islámico.

Tema 58 – El arte islámico.

1. INTRODUCCIÓN: DEFINICIÓN.

2. SITUACIÓN HISTÓRICA Y GEOGRÁFICA.

3. CARACTERÍSTICAS DISTINTIVAS DEL ARTE ISLÁMICO.

3.1. CARACTERES GENERALES DE LA ARQUITECTURA

3.2 CARACTERES GENERALES DE LAS DEMÁS ARTES

4. ARTE MUSULMÁN DEL PERÍODO OMEYA

5. ARTE MUSULMÁN DEL PERIODO ABBASIDA

6. EL ARTE BAJO LAS DINASTÍAS TURCAS

7. EL ARTE ISLÁMICO EN ESPAÑA

8. BIBLIOGRAFÍA

1 INTRODUCCIÓN: DEFINICIÓN

Cuando el arte bizantino ha creado ya sus obras maestras de la era justinianea y los pueblos bárbaros, establecidos en el Imperio de Occidente, han recorrido su primera etapa prerrománica, surge en escena el pueblo árabe que no tarda en formar un nuevo arte. Nacido en Siria bajo la influencia del bizantino, se extiende con la rapidez asombrosa de las grandes conquistas, y en poco tiempo alcanza desarrollo geográfico extraordinario. Los monumentos islámicos abarcan desde la India hasta el Pirineo, y, como parte integrante de la arquitectura mudéjar española, algunas de sus creaciones escalan en los tiempos modernos los más remotos valles de la cordillera de los Andes. La arquitectura árabe es, con la romana y la barroca española una de las de mayor amplitud geográfica. Esa amplitud y la carencia en un principio de un estilo propio hace que se deje influir intensamente por el de los pueblos conquistados. Debido a ello, la variedad de las diversas escuelas que van formándose dentro del arte islámico es con frecuencia muy profunda, sin perjuicio de que existan caracteres comunes y recorran constantemente el mundo islámico corrientes artísticas unificadoras.

El concepto “arte islámico” hace referencia al conjunto de obras artísticas fruto de los pueblos del Islam. En parte deriva de las culturas de los países conquistados por el Islam, como Bizancio, Persia, etc. En/rigor, lo que llamarnos arte islámico no es sino el producto tardío del pueblo que sometió a su domino los territorios situados entre la India y Portugal. Durante los dos primeros siglos se limitaron a aceptar el arte del vencido. Mantuvieron cordiales relaciones con sasánidas y bizantinos. Operarios de estas culturas trabajan como musivarios (de ahí que haya pasado a los musulmanes la decoración menuda, rica en colorido de la cultura bizantina y los motivos animados de la sasánida.

La amplitud del tema hace que tengamos que circunscribimos al periodo medieval. En primer lugar abordaremos el contexto espaciotemporal en el que surge. Nos centraremos seguidamente en las características distintivas. Realizaremos un repaso somero sobre el arte musulmán de los periodos omeya, abbasida y selyúcida. Nos detendremos en el arte hispano musulmán y terminaremos con unas referencias bibliográficas necesarias para completar el tema.

2 SITUACIÓN HISTÓRICA Y GEOGRÁFICA

El Islamismo es el nombre de la religión monoteísta predicada por el profeta Mahoma en el primer tercio del siglo VIL Sus principios están recogidos en el Corán, en base a la existencia de un dios único, Alá. Se requiere a sus seguidores la oración pública, el ayuno en el Ramadán y la peregrinación ala Meca. Fue su ejército quien en el siglo VII hizo que se impusiera el Islam.

El Islam surgió en la península Arábiga, al sudoeste de Asia, tierra de poblaciones nómadas, excepto algunas zonas más productivas como Yemen o la Meca. Tras la muerte del profeta, se suceden varios califas pertenecientes al círculo más próximo al mismo. Desde mediados del siglo VI la familia Omeya dirige el imperio islámico desde Damasco. Un siglo después, los abbasidas se hacen con d poder que ejercen desde Bagdad. A partir de ese momento, aparecen la fragmentación del Islam que dará lugar a varios califatos: El Omeya en Córdoba y el Fatimí en El Cairo, son los más importantes. Bajo ambas dinastías, Omeyas y Abbasidas, la cultura islámica queda definida en sus principales aspectos religiosos y artísticos. La evolución política posterior, especialmente la preponderancia que tomaron las dinastías turcas, tendrá profunda incidencia en el ámbito cultural islámico.

La familia es la base de la sociedad musulmana. Se favorece al varón y se autoriza la poligamia. Su actividad económica se difundió al ritmo de sus conquistas y su extensión por el Mediterráneo; el comercio árabe, de telas, cuero, tapices, joyas… se basó en el control tanto terrestre como marítimo de las rutas, tanto hacia oriente como hacia occidente. Desde el punto de vista cultural, destacaron en ciencias y letras, con importantes centros en la península Ibérica y Sicilia. Desarrollaron la medicina, la óptica, la anatomía… y en el terreno literario destacaron en poesía.

3 CARACTERÍSTICAS DISTINTIVAS DEL ARTE ISLÁMICO

Los musulmanes aceptaron el arte y cultura de los pueblos vencidos, y lograron así un estilo ecléctico que se ajustaba bien a las necesidades funcionales del pueblo musulmán y de la religión de Mahoma. Además de los componentes bizantino y sasánida, adquiere elementos e influencias sirias, egipcias, visigodas, hindúes, etc. Su arte se constituye a medida que se verifica la conquista, apoderándose de los elementos culturales de cada pueblo. Eso explica la falta de homogeneidad de aquel arte y la gran diversidad; de modalidades arquitectónicas. Cuando tenían que construir un edificio, los musulmanes acudían a los arquitectos del país sometido. Pero, a pesar de todo existe una cierta unidad en el arte islámico, a causa de que se asienta en una zona de caracteres uniformes: dominios fundamentalmente orientales y unidad religiosa que impone unas directrices determinadas. La prohibición del Corán de representar seres vivos, relegó la pintura y la escultura al campo de las artes aplicadas, por lo que en mayor medida se desarrolló la arquitectura. Los motivos decorativos eran fundamentalmente geométricos y lineales, aunque se conocen representaciones figurativas. El artista no debe imitar la creación de dios, sólo Alá puede reproducir las figuras, no el hombre; sin embargo, sí aparecen representaciones en lugares secundarios. Para no pretender imitar al creador, abandonan la perspectiva, la sombra,… de manera que los rasgos específicos de la realidad desaparecen. Por tanto los artistas o artesanos del momento se vieron obligados a impulsar otras características en su arte, como el color; la tendencia anicónica vedaba por un parte, mientras que por la otra dirigía la creatividad hacia otros ámbitos.

3.1. CARACTERES GENERALES DE LA ARQUITECTURA

La arquitectura en el Islam es el arte por excelencia, todos sus edificios, en cualquier parte que nos situemos se rigen por la normativa de la geometría y la funcionalidad. La economía era muy importante a la hora de elegir el material constructivo. La piedra, por su exigencia de mayor trabajo, es menos usada que el ladrillo o el mampuesto, mientras el yeso y la madera son utilizados de forma general. Fue mucho más frecuente el uso del ladrillo, material cuyas características se adaptaban bien a los propósitos constructivos del mundo islámico. Era un material ligero y barato. Facilitaba una construcción rápida, y además era fácil de labrar a la hora de insertar decoración. Por supuesto en las zonas de piedra abundante, la usaron como material constructivo. En este segundo caso, el resultado fue más rígido, nítido y general, de líneas mas precisas y claras.

La arquitectura islámica es horizontal; posee un llamativo elemento vertical, llamado alminar, que suele ser la torre de la mezquita, desde la que se llama a los fieles a la oración.

La arquitectura islámica es una síntesis de elementos bizantinos, cristianos, coptos, sasánidas, etc. Los edificios suelen tener poca altura; es constarte la sensación de armonía con el paisaje, sea la ofrecida por los palacios con el desierto circundante, se una situación elevada tan esbelta como la Alhambra granadina. Nos es grande el interés por- los problemas constructivos; los monumentos islámicos suelen inscribirse en volúmenes cúbicos en los que despuntan las semiesferas de sus cúpulas.

Columnas y pilares generalmente delgados soportan techumbres ligeras. El arte islámico utilizó la columna, muchas veces crearon las suyas propias, otras veces reutilizaron materiales y formas de otros edificios; es lo que se llaman “piezas de acarreo” como en la Mezquita de Córdoba, donde usan entre otras, capiteles de otra época. Las bóvedas usadas pertenecen a tipos diversos, siendo abundantes las de crucería con la peculiaridad de que los nervios no se cruzan en el centro sino que dejan un espacio cuadrado o de varias figuras poligonales; son frecuentes las gallonadas y están llenas de fantasía las bóvedas caladas, de las que es obra maestra la de Tremecén.Otro elemento importante es la cúpula. Es una estructura muy significativa, tanto en mausoleos como en mezquitas. Incluso alguno de los iwanes de la Madraza se podía coronar con una cúpula. Es magnifica la cúpula Dorada de la Mezquita de la Roca en Jerusalén, en color dorado y motivos ondulados en rojo, y una franja de decoración escrita; es muy rica.

Por herencia del arte visigótico hispano se adopta en Córdoba el arco de herradura y por su influjo se disemina hasta lejanos lugares; los arcos polilobulados son desde el siglo X constante motivo de decoración; en todo el ámbito musulmán se dibujan arcos de herradura apuntados; desde Córdoba se extiende el uso de dovelas que alternan de color (rojo y blanco) o de superficie (una decorada y la siguiente lisa).

Es común al gusto musulmán dedicar un mayor cuidado a la decoración interior, mientras que las fachadas exteriores ofrecen una sorprendente simplicidad, que sólo se abandona en portadas y recubrimientos de cúpulas. La influencia bizantina es palpable en la elección de temas decorativos. Se excluyen los temas animados y gozan de predilección los de carácter vegetal presentados de forma estilizada (atauriques) y los de trazado epigráfico (trazos rectos o cúficos, trazos cursivos o nesjíes) o línea geométrica que en los dibujos de lazo (laceria) señalan seriaciones infinitas.

Entre los edificios destaca la mezquita (maschib, lugar donde uno se postra). Es el lugar de reunión de la comunidad musulmana. Es un edifico de planta generalmente cuadrada o rectangular, muy uniforme y sencillo; algunas tienen planta circular o poligonal. Su estructura deriva de la casa de Mahoma en Medina y es fácil adivinar en ella el eco de las basílicas paleocristianas. El esquema de estos edificios no se estcbleció de una vez ni sin palpables vacilaciones. Sus partes fundamentales son:

El patio (sahn), a cielo descubierto, como queriendo evocar la extensión del desierto, rodeado de arquería, con su centro ocupado por una fuente para las abluciones (sabil), que suele estar cubierta con un templete; en uno de sus lados se sitúa la torre (alminar o minarete), la cual puede tener diversas plantas, siendo las más frecuentes la cuadrada, octogonal o circular; desde lo alto el almuédano llama a la oración.

La gran sala de. oración, dividida en numerosas naves (haram) que se orientan perpendicularmehte hacia el muro llamado qibla, que se orienta hacia La Meca. El mihrab, nicho abierto generalmente en el eje central de la qibla, suele concentrar el mayor lujo decorativo, por ser el lugar santo de la mezquita. Su origen hay que buscarlo en el ábside de la basílica paleocristiana en relación con el nicho imperial romano o bizantino o también en las sinagogas o los ábsides de las iglesias copias. Ante el mihrab-se sitúa la maxura, un recinto habitualmente cercado por estar destinado al califa o al imán. Junto a la maxura se sitúa almimbar o pulpito.

En época abbasida se añaden unas salas generalmente abovedadas, cerradas en tres de sus cuatro lados (iwán); se encuentran en palacios y mezquitas.

Otra tipología de edificio es el Ribat modelo de convento con carácter de fortaleza. Se rige por su finalidad defensiva. Pertenecen a congregaciones religiosas, y son frecuentes en el norte de África.

La Madraza es un edificio destinado a la enseñanza, es la escuela de Corán. Suele tener una estructura que “se centra en un patio central y cuatro iwanes, o salas rectangulares a cada un de los lados del patio

Los mausoleos islámicos tendrán gran importancia. Sus tipologías son variadas. Frecuentemente se coronaron con cúpula; en ocasiones, podemos encontrar una decoración enormemente rica en este tipo de construcciones funerarias

El palacio adopta la forma de alcázar, generalmente se enclava lejos del centro urbano. Suelen estar aislados; su utilización fue de manera intermitente; se entendía el placer por encima del poder, por lo que eran edificios lujosos. Solían tener su propia mezquita. Dentro del espacio residencial, una sala de Recepciones. Al exterior, solían tener portadas monumentales. Otra parte importante es el baño. Estaban ricamente decorados. En muchas ocasiones, esta riqueza no se dejaba ver al exterior, pareciendo externamente poco significativos. El arte principesco desarrolla un simbolismo preciso. Todos los palacios se pueden agrupar en dos categorías: las ciudades palacio (como Medina Azahara o Samarra) y los palacios -villa (como Qasr al-Hayr, Mshatta o Jirbat al-Maschar)

El Haman o baño público, significa la adopción el tradicional baño romano a la cultura islámica. El maristán es un establecimiento de acogida de enfermos.

Sus edificios y ciudades en ocasiones aparecen con una gran protección; dentro de esta rigurosa fortificación, encontramos puertas monumentales

El urbanismo musulmán dependió en gran parte del establecido en los territorios ocupados. Sin embargo, la urbanización y la cultura urbana se convirtieron en un fenómeno característico del Islam, y una de las primeras fundaciones, Bagdad, llegaría a ser uno de sus grandes mitos culturales. La “Ciudad de la Paz” fue concebida con un vdor simbólico consciente que diera concreción plástica a una idea: era una ciudad circular torreada y con foso con el gran complejo imperial en el centro, simbolizando el centro del mundo. A pesar de que algunos elementos clásicos se mantienen, la ciudad pierde su regularidad y su complejidad. El Islam impone una fuerte reducción de las relaciones sociales y una disminución de la vida pública. Las ciudades se organizan de forman similar: un núcleo fundamental, la medina, en la que se encuentra la mezquita ajama, la alcaicería y el comercio más importante (zoco); y una serie de arrabales (robad), generalmente amurallados. Las puertas de la ciudad adquieren una inusitada importancia funcional y simbólica, inmediato a ellas, la musalla, donde se efectuaban los grandes mercados y las paradas militares.

La calle no es lugar ni de ostentación ni de encuentro, es mero lugar de tránsito y su trazado, quebrado y sinuoso rechaza voluntariamente cualquier posibilidad de perspectiva abierta y está en consonancia con el carácter íntimo y casi secreto de la vida urbana musulmana. Es la yuxtaposición de casas la que determina el trazado de las calles. El islamismo, al condenar la ostentación, niega el concepto de fachada en lacasa y destruye toda relación entre la calle y la casa, que queda organizada de puertas adentro en tomo al jardín o patio.

3.2 CARACTERES GENERALES DE LAS DEMÁS ARTES

Es muy menguada la atención a la pintura y a la escultura, restringidas ambas por motivos religiosos; aparecen excepcionalmente en edificios de carácter profano (se hablará luego de Qusayr Amra). La cerámica es muy sugestiva; sobresalen las piezas de barro cocido vitrificado que poseen un peculiar brillo metálico. Encontramos además cerámica vidriada ricamente policromada como decoración; La cerámica de lujo solía usar el dorado, como muestra de ostentación. También era frecuente el verde y el manganeso. Donde la cerámica islámica produce sus más bellas creaciones es en Persia (lozas vidriadas de Kashán, cerámica lisa de Ragges). La cerámica turca se caracteriza por los fondos blancos, la escasez e intensidad del colorido.

El mosaico muestra lo que bebieron de Roma y Bizancio; no suponen ninguna novedad. Aparecen en el suelo y en el paramento, incluso en arcos. Además difunden el arte de la azulejería y el alicatado (constituido por piezas de diversas formas dispuestas con ritmo regular llamadas aliceres).

De la escultura no se sabe casi nada. Fue un arte casi “maldito”. Lo podemos reducir a determinados relieves decorativos, en forma vegetal, o blasones… Las tallas decorativas en madera tuvieron cierta importancia, como los artesonados, de gran profusión. También se dedicaron a las laboras del metal, usando técnicas como la ataujía o el damasquinado.

La decoración en el Islam es muy profusa, y se va enriqueciendo al ritmo de las conquistas. Es sobre todo vegetal o geométrica (el circulo es la divinidad, el cuadrado representa los puntos cardinales…), repetitiva y serena. El artista o artesano partía de formas simples y matemáticas, y conseguía estructuras realmente complejas, que se superponían, se montaban por sus vértices… Otro tanto pasó con la decoración vegetal; el generalizado ataurique, estructurado en tramas que se repetían con mayor o menor frecuencia, a los grandes paneles de vegetación geometrizada que proporcionaba un magnifico repertorio. Da a los edificios un matiz de exuberancia. Un elemento que les es propio es el Alfiz, recuadro decorativo que bordea los arcos de las puertas, y que sirvió de soporte a las composiciones decorativas, mas que como elemento estructural.

Son muy apreciadas las pinturas que se emplean en iluminar libros científicos o de cuentos (miniaturas), siendo Persia el centro de mayor fuerza creadora. Sobre las miniaturas, tanto en papiro como en pergamino, debemos decir que ambos eran materiales caros. La temática es muy variada (medicina, poesía, juegos, tipos de cultos…) La miniatura islámica, lo mismo que la arquitectura y la cerámica, gracias a la fina sensibilidad irania, adquiere en Persia vuelos extraordinarios. Fecundada, gracias a la dominación mogol, por la influencia de la pintura chica, se crea un estilo nuevo, a espaldas de los cánones occidentales, de personalidad y encanto excepcionales. El miniaturista gusta de disponer numerosas figuras en amplios escenarios arquitectónicos, y con mucha frecuencia de paisaje. No se pretenden efectos de perspectiva y la temática casi siempre es de carácter histórico, de tono legendario o puramente literario. La escuela más antigua florece en el siglo XIV en Tabriz y su obra principal es el Libro de los Reyes de la colección Demothe , de París. Más tarde el centro de gravedad se desplaza a Herat, haciéndose miniatura aún más fina y delicada (obras de Bihzad y Riza Abbasi).

La caligrafía es para el musulmán la primera de las artes; los calígrafos eran personas muy importantes en la corte; transmite la palabra de Dios, bajo dos tipologías, la Nasji, más redondeada, y la Cúfica que es muy geométrica. En realidad, casi no existe ningún espacio que dejaran de decorar; en cierto sentido se puede hablar de horror vacui. Esto no sólo afecta a la decoración arquitectónica, sino a la realización de todo tipo de objetos, desde muebles a manuscritos. También destacaron enla encuademación de libros.

Los tejidos árabes suelen estar decorados (sobre todo en el periodo abbasí) como los bizantinos, con grandes ruedas con animales muy estilizados, reales o fantásticos, por lo general afrontados, influencia persa (tela de los elefantes de San Isidoro de León, Sudario de San Bernardo Calvó, Trapo de las Brujas, etc.). Los tiraz son las telas que llevan en las cenefas los nombres del monarca. Probablemente ningún producto artístico del Oriente islámico tiene tan universal aceptación como las alfombras. El propio rito musulmán las hacía necesarias en muchas ocasiones. Las alfombras persas, de perfección técnica admirable, son de belleza cromática extraordinaria. Entre los temas vegetales exóticos es particularmente importante el tschi, hongo chino incorruptible, símbolo de la eternidad y de la amplia influencia del arte musulmán. La composición es muy variada, destacando el medallón central rodeado por seis zonas concéntricas, que simbolizan los siete cielos. Los tapices poseían tramas muy concretas. Las alfombras de la oración se llamaban aljamas.

Por supuesto, también se conoce la profusión que le dieron a las “artes menores” como a la construcción de muebles, alhajas, baúles… Fueron artesanos de lujo. Utilizaron ricas telas, sobre las que insertaban decorativas cenefas.

Otras artes: el vidrio, la talla de cristal de roca (destaca Egipto y Siera) dando origen a las lámparas esmaltadas de las mezquitas. Los objetos de vidrio, como botellas de cuello largo, con cuerpo globular, pueden presentar, o no, decoración con pequeños relieves. Los objetos de metales preciosos eran altamente valorados, muy poco se ha conservado. Solían usar como útiles domésticos objetos de bronce, o de origen cristiano (o de otras culturas). De la orfebrería se conserva poco, aunque destacan las empuñaduras de las espadas de riqueza extraordinaria. Se utilizan en su decoración los más variados materiales y técnicas: el oro y la plata alternan con el marfil y el hierro, y junto al damasquinado, o hijo de oro incrustado en hierro, vemos el nielado, o sulfuro de plata, también embutido en hierro (Espada de Boabdil).

4 ARTE MUSULMÁN DEL PERÍODO OMEYA

En la época omeya (661-750) la influencia bizantina es muy profunda. La gran mezquita de Damasco se construye aprovechando un templo cristiano preexistente, el de San Juan Bautista, y sobre esa herencia se delinean las partes indispensables de una mezquita (patio, sala, mihrab). Es en esta etapa siria cuando queda diseñado el modelo esencial de mezquita, tal como se describió antes.

A fines del siglo VII se construyó en Jerusalén la Mezquita de la Roca, mal llamada de Ornar, con planta octogonal y una gran cúpula destinada a cubrir la roca que la tradición relacionaba con el sacrificio de Abraham. En Egipto y su entorno, la expansión islámica no encontró grandes dificultades, los habitantes pronto se adaptaron al nuevo culto. La primera gran obra que se crea allí será el Kilómetro, fabricado en piedra con cubierta de madera, con una rica decoración. Servia para controlar el nivel de agua del río.

Entre las construcciones de carácter civil destacan los palacios o badías de Mschatta y Qusayr Amra; ambos fueron residencia en el siglo VIII de los califas omeyas y sus favoritas. El segundo conserva interesantes pinturas en las que aparecen representados los monarcas vencidos por los ejércitos islámicos (entre ellos el visigodo Rodrigo), además de escenas de danzas, música y baños.

5 ARTE MUSULMÁN DEL PERIODO ABBASIDA

Del período abbasida (de mediados del s. VIII a mediados del s. XI) son las realizaciones que denotan una mayor influencia de las tradiciones arquitectónicas mesopotámicas y sasánidas. El traslado de la capital del califato a Bagdad (desde 762), ciudad de la que apenas quedan restos, y la adopción temporal de Samarra, como nueva capital (836), facilitaron el contacto y penetración de las culturas citadas. La mezquita de Samarra debida al califa Mutawaquil (846-852), posee grandes dimensiones y un curioso minarete, cuya rampa de acceso describe un recorrido helicoidal que recuerda los antiguos ziggurats. La huella de la cerámica persa es también patente en las piezas de barro cocido y vitrificado que consiguen un brillo metálico peculiar del arte islámico.

Ya señalamos antes cómo a fines del siglo VIII el Norte de África ya no permanecía sometido al califa de Bagdad. La dinastía aglabita se había asentado en ese momento en los territorios del actual Túnez y la parte oriental de Argelia. En el segundo tercio del siglo IX se concluyó la famosa mezquita de Kairuán, construida sobre un anterior edificio iniciado en el año 670; en el trazado de sus naves destaca la forma de T, parecida a un crucero y originada al cruzarse la nave central con la que sigue transversalmente el muro o qibla y tener ambas naves mayor anchura que el resto. Esta mezquita ofrece varios puntos de contacto con la de Córdoba, destacando la utilización del arco de herradura. La distribución del minarete en cuerpos de planta cuadrada y de tamaño decreciente según se sube en altura, así como la bóveda gallonada que lo corona, son aspectos muy característicos de la arquitectura islámica, que tiene en esta mezquita una de sus obras más representativas. Es importante también el Ribat de Monastir. El mejor ejemplo de mezquita abbasí es la de Ibn Tulun en El Cairo viejo.

6 EL ARTE BAJO LAS DINASTÍAS TURCAS

A mediados del siglo XI la ocupación de Bagdad por los turcos selyúcidas tendrá consecuencias importantes para el arte islámico. Su poderío se extendió rápidamente por Persia, Asia Menor y Egipto.

Los selyúcidas mantienen el tradicional esquema de la mezquita omeya, pero introducen una evolución notable en Persia donde el amplio espacio interior es cubierto por bóvedas cupuliformes sobre trompas. En su fachada se abre un gran pórtico o livan (mezquita de Veramín, Kaslim o Yedz). Algunas mezquitas quedarán recubiertas de azulejería como la de Esfahan (Isphaham). Fijan el modelo de las madrazas o medersas, sedes de las escuelas teológicas coránicas. Adoptan planta de cruz, disponiéndose en torno a un patio central con aljibe, al que se asoman las dependencias en forma de iwanes. Se añaden la biblioteca, celdas de los estudiantes, cocinas, baños, etc., y con frecuencia incluyen una pequeña mezquita, que es la sala donde se imparten enseñanzas. La mezquita de Ispahán (siglo XI) constituye el modelo más característico.

También en los monumentos funerarios se va imponiendo un tipo simple de edificio cuadrado cubierto por una gran cúpula, con forma bulbosa y con gran decoración externa, con profusión de cerámica esmaltada. Un buen ejemplo del váor constante de este tipo es su -adopción por lamerían, en el siglo XV, para su mausoleo en Samarcanda, o la mezquita-mausoleo de Meshed. La obra más bella es el mausoleo de Mahal (Taj-Mahat) en Agrá (India) hermoso edifico de mármol con gran liwán central y otros menores, gran cúpula y cuatro torres cilindricas.

También los turcos otomanos, cuyo poder se consolida en el Asia Menor, adoptaron junto con la religión islámica los elementos fundamentales del arte musulmán; pero al incorporar a sus dominios la fastuosa Constantinopla el influjo bizantino es, en general y el de Santa Sofía en particular, de nuevo fuertemente sentido. El templo fue convertido rápidamente en mezquita. La cúpula recobra su verdadero valor arquitectónico y no sólo decorativo: cubre amplios espacios en la Mezquita de Solimán el Magnifico, en Estambul (siglo XVI) o en la llamada Mezquita Azul, hecha construir por Ahmed I a principios del siglo XVII. unos característicos minaretes afilados flanquean las construcciones cupulares.

El Islam siguió vigente en muchas zonas, por ejemplo, su vigencia en Persia fue muy importante; encontramos edificios de la dinastía Shiíta, de los siglos XVI al XVIII, como el Ali Qapu. Un edificio muy significativo del siglo XIII es la Madraza de Qalawun, situada en la calle principal de la ciudad de El Cairo. En Túnez el asentamiento islámico también es muy importante. En la ciudad de Susa encontramos ejemplos muy significativos: una importante Mezquita, con torres en los ángulos, con un fuerte carácter defensivo. No tiene alminar; en la ciudad también tienen un Ribat o castillo del mismo periodo. En Marruecos, la Mezquita Qarawiyin de Fez, de proporciones muy grandes, construida en cuatro periodos, con naves muy bajas, y pilares muy estilizados. También es importante la Kutubiyya de Marrakech, con dos tramos, y cinco cúpulas de mocárabes. Finalmente, el Islam en Sicilia también dejó algunos elementos, como el monasterio de Amalfi, con una rica decoración y un fabuloso claustro con arcos apuntados entrelazados.

7 EL ARTE ISLÁMICO EN ESPAÑA

El arte islámico encuentra en España su más perfecta evolución. En sus realizaciones concretas queda claramente subrayada la unidad existente entre Al-Andalus y el Norte de África y la superior iniciativa artística ejercida por los hispanomusulmanes y su huella profunda en las ciudades norteafricanas.

El Emirato de Córdoba, mientras estuvo sometido al Califa de Damasco (hasta el 755), se hallaba en proceso de consolidación y no ofrece para la historia del arte interés alguno. Fue con ocasión de las luchas entre los últimos Omeyas y los Abbasidas, cuando el único miembro de la familia Omeya que pudo escapar del exterminio, se instaló en España. Se inicia así lo que algunos historiadores han llamado «ficción califal», pues Abd al-Rahmán I, como musulmán, estaba sometido a la autoridad espiritual y política del nuevo califa de Bagdad, pero de hecho actuó de forma independiente (Emirato Independiente 756-929). Con Abd Al-Rahmán I (756-788) comienza una de las obras supremas de la arquitectura hispano-musulmana y de todo el arte islámico: la Mezquita de Córdoba. Sus sucesores en el emirato y desde el 912 en el califato fueron ampliando su recinto, para dar cabida a una población cada vez más numerosa, mientras hacían construir sus lujosas residencias. Mezquitas y palacios serán los máximos exponentes del arte islámico cordobés, que aceptó desde el primer momento elementos hispanorromanos (aparejos romanos de soga y tizón); y sobre todo visigodos, especialmente el arco de herradura, ahora más cerrado y enmarcado con una moldura denominada alfiz.

Estos ejemplos relativos al hábito islámico de tomar elementos de edificaciones anteriores sintonizan con el hecho de compartir en los primeros años de ocupación el recinto de la basílica de San Vicente con los cristianos cordobeses. Cuando en el año 786 el emir ordenó la edificación de la mezquita se demolió la citada iglesia, pero se aprovecharon varios tramos de muros y numerosas columnas visigóticas e incluso romanas.

Para resolver el problema de la altura y la luminosidad, se sobrepusieron a las columnas unos pilaras, desarrollándose así un bello entramado de arcos de herradura y de medio punto, de un efecto visual complejo y fascinante. Sus calidades decorativas se realzan mediante la alternancia de las dovelas (de colores rojo y blanco o bien de materiales, piedra y ladrillo, efecto cuyo antecedente era el acueducto romano de los Milagros de Mérida). La mezquita se ordena en once naves perpendiculares a laqibla, que mira al Sur en vez de hacerlo al Oriente, orientación peculiar de las mezquitas hispano-musulmanas. Abd al-Rahmán II (833-848) amplió la longitud de las naves hacia el lado meridional mientras que en tiempos del emir Muhammad I se construyó la puerta de San Esteban. Ya en época califal, a Abd al-Rahmán III se debe la ampliación del patio y la erección del minarete (en la actualidad encerrado en la torre campanario del siglo XVI). Al-Hakam II (961-969) fue el promotor de la más importante de las reformas, por cuyo efecto alcanzó la mezquita sus más bellos y peculiares perfiles. No sólo fue ampliada la longitud de sus naves, sino que sobre todo se construye el actual mihrab y la maxura con su extraordinaria cúpula (anticipo de realizaciones cristiano-góticas), decorado todo con mosaicos bizantinos de tema epigráfico y vegetal. Capiteles y arcos son típicamente cordobeses, Se combinan inéditos arcos polilobulados, que se entrecruzan y superponen en el aire. Todavía a fines del siglo X Al-Mansur, respetando el plan inicial, aumentó el número de naves, añadiendo en esta ocasión al lado oriental otras ocho, con lo que totalizan diecinueve, lo que ocasionó la pérdida de la posición central que tenía el mihrab. La mezquita cordobesa marcó su impacto en la mezquita de Kairuán (Túnez) construida a partir del año 836. y en la de Ibn Tulún en Egipto.

Los califas cordobeses se hicieron construir lujosas residencias que nos permiten valorar los logros de la arquitectura civil hispano-musulmana. Los restos más destacados pertenecen al palacio de Medina Azzahara, próximo a Córdoba, mandado construir por Abd Al-Rahmán III para la favorita de ese nombre y que según las crónicas coetáneas encerraba una deslumbrante riqueza. Las excavaciones confirman esa descripción.

De la época final del califato es la interesante mezquita toledana de Bab-el-Mardum, desde el siglo XII iglesia cristiana con el nombre de El Cristo de la Luz. Sobre una planta cuadrada se acoplan unas bóvedas de crucería de estirpe cordobesa.

A la muerte de Al-Mansur el Califato quedó desintegrado y la unidad política anterior es sustituida por la fragmentación que representan los diversos reinos de taifas, que sin contar con el poder económico que había deleitado el califato, pretenden sin embargo seguir sus fastuosos gustos artísticos. Con materiales pobres se aspira a aparentar una riqueza decorativa externa, ya que no era posible la generación de nuevos y vigorosos resultados arquitectónicos. La complicación de los arcos alcanza un grado de paroxismo barroco. La Aljafería de Zaragoza es .buena prueba de la inusitada complicación de elementos (fondos de atauriques sobre los que se dibujan arcos de los trazados más complejos, polilobulados y mixtificados). Posee un oratorio octogonal y gran riqueza decorativa. Es una construcción en ladrillo

A la época de los taifas pertenecen otros edificios de interés, tales como las alcazabas de Málaga, Almería y Granada, todas ellas adecuadas a su función de fortalezas que albergaban la vivienda del gobernador y acuartelamiento de las guarniciones. Una pieza de particular interés son las salas “destinadas a baños, como elBañuelo del recinto granadino o los baños de Baza y Palma de Mallorca.

La rivalidad entre los distintos .reyezuelos taifas propició la presencia en Al-Andalus de los almorávides, pueblo beréber que dominaba el Magreb. Su poderío militar logró constituir un extenso reino al incorporar las tierras del Sur ,de la Península Ibérica, que permanecieron ocupadas por ellos de 1075 a 1146. Desde el punto de vista religioso pretendieron una reforma basada en una interpretación más ortodoxa de la fe musulmana.

Aunque la invasión almorávide supuso un corte en la evolución cultural protagonizada por la monarquía cordobesa, sin embargo permitió la entrada de algunos rasgos estilísticos de notable trascendencia: los mocárabes, aunque habían sido utilizados con anterioridad, son un característico elemento decorativo del gusto almorávide y se dis­ponen a modo de estalactitas que bajan de la bóveda y suelen presentar forma de lazoo prisma. El arco más usado es el de cortina, formado por dos porciones de circunferencia con centros exteriores y que se cruzan en la clave formando ángulo; elalfiz suele cortar el arco por sus lados; las bóvedas presentan nervaduras cada vez más finas; los pilares van sustituyendo progresivamente a las columnas.

Los constructores almorávides lograron su obra más conseguida en la mezquita de Tremecén (Argelia), digna continuación de la herencia cordobesa. Se corona con una bóveda cuyos nervios, según costumbre musulmana, no se cruzan en el centro y cuyos plementos se hallan perforados dando lugar a una hermosa y fantástica bóveda calada. Además deben citarse las mezquitas de Fez y Marrakech, ambas en Marruecos. En España se reconocen como almorávides las ruinas del Castillejo de Monteagudo (Murcia), nuevo tipo de residencia en el que cobran especial relieve los jardines, fuentes y estanques.

El dominio almohade reconstruyó de nuevo la unidad y difundió un exigente ideal religioso que tuvo repercusiones en el arte. Como en el caso almorávide, la superioridad cultural cordobesa se tradujo en un importante influjo en las realizaciones almohades. Caracteriza a este arte el uso de una abundante decoración que llega a enmascarar el nítido esquema constructivo empleado. Los paños de sebka y sus peculiares redes de rombos cubren los espacios lisos, mientras que los vanos encerrados entre los arcos se ven complicados con elementos colgantes que arrebatan a aquellos su misión constructiva. El uso de la cerámica vidriada, los mocárabes, el arco de herradura apuntado así como la preferencia del pilar cuadrado sobre la columna, son diversos rasgos que los almohades conservan de sus predecesores almorávides.

Como monumentos más representativos deben señalarse las mezquitas de Kutubiya, en Marrakech, obra de fines del XII, la de Hassan, en Rabat, y en nuestro país la de Sevilla, ciudad que fue dotada de una gran mezquita de la que tan sólo quedan el minarete-la Giralda— terminado en la última década del siglo XII y algunos arcos del llamado patio de los naranjos.

Otro género de edificios almohades que deben considerarse son las fortificaciones. Frecuentemente se organizaban, dobles murallas, llamándose barbacana la situada al exterior, y en la que se intercalaban algunas torres avanzadas con el objeto de vigilar lugares estratégicos tales como puentes o puertas de acceso; estas torres podían colocarse incluso con independencia de la línea amurallada y se llamabanalbarranas, de las que es ejemplo bellísimo la sevillana Torre del Oro (1220).

La severa derrota almohade en las Navas de Tolosa(1212) evidenció el empuje incontestable de los reinos cristianos y resquebrajó el poder musulmán, dividiéndolo en nuevos reinos taifas, de los que el de los nazaríes de Granada a partir de 1238 fue el más rico y poderoso. En sus dominios surgieron algunas de las obras artísticas más sobresalientes del arte islámico, que constituyen a su vez las últimas muestras del magnífico arte hispanomusulmán.

Es común a los edificios nazaríes la sobriedad ,de los exteriores mientras una profusa decoración ornamenta los interiores; se emplean materiales pobres, la manipostería y el tapial; es excepción el arco de herradura, sustituido por un arco peraltado de silueta acampanada, y el resto de formas mixtilíneas revelan la función puramente ornamental de los arcos granadinos; las columnas presentan fuste cilindrico; los socorridos capiteles corintios son sustituidos por modelos llenos de originalidad, con dos cuerpos, uno cilindrico con decoración de cintas y otro sobrepuesto, de forma cúbica y frecuente incorporación de mocárabes; la cerámica de tipo alicatado recubre las partes bajas o zó calos de las estancias, siendo más tarde utilizado generosamente el azulejo; aportación de intenso efecto decorativo es el empleo de bóvedas de mocárabes.

A lo largo del siglo XIV fueron construidas las edificaciones de más alto interés que constituyen el conjunto de la Alhambra, palacio y fortaleza que consigue una peculiar asimilación al paisaje circundante. Consta de un sinfín de variadas dependencias, unas destinadas a funciones militares (Alcazaba, torres, murallas, etc.), otras a habitación de un sinnúmero de servidores y sobre todo residencia del soberano y harén familiar (Sala de las Dos Hermanas, Mirador de Lindarajaa, Torre de la Cautiva); otros espacios son zonas de carácter público y oficial (Sala de audiencias). Todo este rico complejo es fruto de la labor constructiva de varios reyes granadinos. El palacio o Cuarto de Gomares se debió a Yúsuf I (1334-1354) y son piezas magistrales el Salón del Trono y el Patio de los Arrayanes; El Cuarto de los Leones corresponde a Mohamed V (1354-1391) y en él sobresalen la Sala de los Abencerrajes con su incomparable bóveda de mocárabes, \aSala de las Dos Hermanas y los Jardines de El Portal.

Los monarcas granadinos poseían una residencia veraniega situada enfrente de la Alhambra. Es el recinto llamado Generalife, en el que los jardines, estanques y huertas alcanzan su máximo y esplendoroso desarrollo. Por último es necesario agregar algunos otros ejemplos de arte nazarí, tales como algunas partes de la mezquita del Albaicín o el cuarto real de Santo Domingo, que era una torre del recinto defensivo, ambos en Granada, así como la mezquita de Ronda, en Málaga. También debe anotarse que el influjo artístico granadino se hizo presente en diferentes mezquitas y madrazas del Norte de África, prolongando su innegable huella incluso hasta el siglo XVI. Tal es el caso de-la Mezquita de los Kairuaníes, en Fez, que sigue muy de cerca el granadino Patio de los Leones.

El arte nazarí no tiene la solidez estructural y funcional del califal, ni tampoco del almohade, pero les supera en delicadeza y fantasía ornamental. Ejerció definitiva influencia en el arte mudejar hispano.

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