Tema 52 – Recursos y planificación territorial de la oferta turística. Técnicas de evaluación de recursos turísticos del entorno. Técnicas para elaboración de inventarios turísticos. Normas urbanísticas y de ordenación turística como instrumentos para la protección del medio natural y cultural, y de la propia actividad turística.

Tema 52 – Recursos y planificación territorial de la oferta turística. Técnicas de evaluación de recursos turísticos del entorno. Técnicas para elaboración de inventarios turísticos. Normas urbanísticas y de ordenación turística como instrumentos para la protección del medio natural y cultural, y de la propia actividad turística.

ESQUEMA

52.1 INTRODUCCION

52.2 RECURSOS Y PLANIFICACIÓN TERRITORIAL DE LA OFERTA TURÍSTICA

a) Recursos turísticos del entorno.

b) Tipologías:

· Recursos naturales.

· Patrimonio histórico-artístico.

· Manifestaciones culturales.

52.3 TÉCNICAS DE EVALUACIÓN DE RECURSOS TURÍSTICOS DEL ENTORNO.

· La evaluación del impacto ambiental.

· La capacidad de carga o de acogida.

· Auditorias ambientales y sistema de evaluación de calidad ambiental.

· Protección de áreas.

· Gestión del paisaje.

52.4 TÉCNICAS DE ELABORACIÓN DE INVENTARIOS.

· Método de Clawson y Knestch.

· Metodología propuesta por la OEA ( Organización de Estados Americanos).

52.5 NORMAS URBANÍSTICAS Y DE ORDENACIÓN TURÍSTICA COMO INSTRUMENTOS PARA LA PROTECCIÓN DEL MEDIO NATURAL Y CULTUTAL, Y DE LA PROPIA ACTIVIDAD TURÍSTICA.

a) Urbanismo:

· Efectos de la actividad turística en las ciudades.

· La ciudad como espacio de integración de los productos turísticos.

· El papel de las Administraciones Públicas.

b) Turismo y medioambiente:

· Factores de interrelación.

· Infraestructuras.

· Fases en las relaciones turismo-medioambiente.

· Factores de incidencia.

c) Fases de la ordenación turística:

· Análisis territorial.

· Formulación de un Plan de Ordenación.

· Programación de actuaciones.

d) Espacios naturales protegidos.

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52.1 INTRODUCCIÓN

La planificación territorial permite delimitar las zonas turísticas, regular los alojamientos turísticos y tener en cuenta su previsión de crecimiento.

Las administraciones turísticas deben establecer las medidas para aumentar la calidad de la oferta turística en aspectos esenciales como el equipamiento, las infraestructuras y la rehabilitación de los centros turísticos.

La planificación precisa de una importante labor de negociación y búsqueda de consensos entre los sectores empresariales y las administraciones locales, para establecer zonas de protección turística y crear zonas de reserva de suelo para futuras zonas verdes.

El medioambiente es un elemento central de toda actividad que realiza el ser humano. También lo es en el caso del turismo, pudiendo identificarse en el “producto turístico” un conjunto de bienes ambientales o procedentes del sistema natural. Muchos de estos bienes ambientales cuentan con una característica particular, que es la imposibilidad de desplazamiento.

El sector turístico debe actuar como dinamizador de una nueva sensibilidad hacia un mayor equilibrio entre turismo y medioambiente en su establecimiento y su lugar de asentamiento.

Las infraestructuras básicas son un condicionante esencial para la potenciación y desarrollo de un destino turístico. Se debe prestar especial atención en las zonas turísticas a las infraestructuras aeroportuarias, red viaria y el problema de abastecimiento de agua y su depuración.

52.2 RECURSOS Y PLANIFICACIÓN TERRITORIAL DE LA OFERTA TURÍSTICA DEL ENTORNO.

a) Recursos turísticos del entorno

Para conseguir el desarrollo de un destino turístico, se requiere la existencia de ciertos recursos o elementos naturales que tengan capacidad de atracción para el turista. El mayor o menor valor turístico de un destino va a venir determinado por una serie de factores que brinde la propia naturaleza – montañas, ríos, nieve, playa – o que ofrezca la acción del ser humano a lo largo de su historia – monumentos, obras de arte, etc -.

La organización Mundial del Turismo (OMT) distingue entre los términos:

– Patrimonio turístico y

– Recursos turísticos.

El Patrimonio turístico lo define como “el conjunto potencial de los bienes materiales o inmateriales a disposición del ser humano y que pueden utilizarse, mediante un proceso de transformación, para satisfacer sus necesidades turísticas”.

Los recursos turísticos comprenden todos los bienes y servicios que, por medio de la actividad del ser humano y de los medios con que cuenta, hacen posible la actividad turística y satisfacen las necesidades de la demanda.

Así pues, el patrimonio turístico constituye la materia prima sobre la que debe existir una intervención de los responsables del desarrollo turístico, para, mediante un programa de actuaciones sobre el mismo, llegar a obtener un recurso turístico, que asea atractivo para el turista.

Seleccionar los recursos que mejor se adecuen a las necesidades de los consumidores, elaborar un inventario de esos recursos turísticos, de oferta básica y complementaria, susceptibles de ser incluidos en un producto turístico, es la labor que debe desarrollar el profesional del turismo.

b) Tipología de recursos turísticos:

RECURSOS NATURALES

Los recursos naturales son en su origen los factores de atracción que promueven los movimientos de personas con finalidades turísticas y de reposo.

Se pueden definir como aquellos elementos de la naturaleza que satisfacen una necesidad o deseo humano, pero que el ser humano está capacitado para separar del resto de la Naturaleza y hacer uso efectivo de los mismos mediante el uso de sus conocimientos y la tecnología.

Los recursos no son un dato geográfico estático. Es posible aprovechar el potencial de aprovechamiento de los recursos mediante la creación y el desarrollo de “nuevos” recursos a través de la investigación científica y tecnológica. La técnica permite al ser humano hacer uso de los recursos naturales y convertirlos en atractivos turísticos naturales. Es decir, con la técnica se posibilita y potencia con fines turísticos el uso de un clima, una playa, el sol, el paisaje y su entorno.

El ser humano intenta adaptar el uso de los recursos naturales para conseguir una mejor explotación de los mismos y las condiciones de su reproducción a través de la técnica. Sin embargo existen “límites constructivos” a la explotación de los recursos naturales. Límites que si no se respetan pueden dar lugar a situaciones de sobreexplotación de la naturaleza.

Se pueden establecer diversas tipologías de los recursos naturales:

– recursos renovables y no renovables,

– recursos apropiables y no apropiables y

– recursos agotables e inagotables.

Estas categorías sólo tienen significado si se emplean en un sentido económico y, por consiguiente, vienen definidas, para un determinado momento del tiempo, a partir del nivel de conocimientos y de desarrollo tecnológico, de la definición de necesidades y deseos, de la población y de su número, del marco socio-institucional y, a nivel de un espacio determinado, de las características del ecosistema o ecosistemas como un todo y de los factores ambientales que los conforman.

Otra clasificación (Ciriacy-Wantrup (1952)) distingue entre:

– Recursos fijos (irrenovables)

– Recursos fluentes (renovables).

Son recursos fijos, aquellos que su cantidad física total no aumenta sensiblemente con el tiempo. Hablando en sentido estricto, algunos recursos fijos pueden aumentar con el tiempo, pero a un ritmo demasiado lento para que sea económicamente importante. Son recursos de esta clase los minerales, el suelo, agua del subsuelo, playa y paisaje.

Dentro de los recursos fijos es posible distinguir entre aquellos que no disminuyen de modo apreciable con el transcurso del tiempo sin mediar su uso, y los que sí disminuyen. Muchos recursos fijos pertenecen a la primera clase. La acción del ser humano puede influir

tecnológicamente sobre las disminuciones naturales de los recursos fijos. Además, algunos recursos fijos pueden pasar de la primera a la segunda clase mediante el uso-disminución.

Son recursos fluentes (renovables) los que se definen como aquellos cuyas diferentes unidades, quedan disponibles para el uso a intervalos distintos. Estas cantidades de recursos que se disponen sucesivamente se conocen como “corrientes” o “fluencias”. La corriente puede aumentar o disminuir continua o interrumpidamente, ya sea a una tasa constante o variable. Recursos de esta clase son las radiaciones solares, los vientos, las mareas, la flora o la fauna.

Los recursos fluentes pueden dividirse en dos clases principales, según la fluencia pueda o no ser afectada por el ser humano, en el estado actual de la técnica.

PATRIMONIO HISTÓRICO-ARTÍSTICO

Las actuaciones sobre el Patrimonio Histórico y Cultural reafirman su incidencia en objetivos de desarrollo turístico, y de otro lado, las rentas procedentes del turismo aportan recursos importantes para el mantenimiento y conservación del Patrimonio Cultural.

De acuerdo con un informe del Consejo de Europa, las cantidades invertidas en la conservación del Patrimonio Histórico provocan unos beneficios sobre la economía local y regional, tanto directos como indirectos.

De acuerdo con la doctrina del Consejo de Europa en el ámbito del Patrimonio Cultural, se define el “patrimonio arquitectónico” como aquel constituido por tres categorías de elementos:

1. Los monumentos: todas las realizaciones especialmente relevantes por su interés histórico, arqueológico, artístico, científico, social o técnico, comprendidas las instalaciones o elementos decorativos que constituyen parte integrante de estas instalaciones.

2. Los conjuntos arquitectónicos: grupos homogéneos de construcciones urbanas o rurales, relevantes por su interés histórico, arqueológico, artístico, científico, social o técnico y suficientemente coherentes, para ser objeto de una delimitación topográfica.

3. Los sitios: obras combinadas del ser humano y de la naturaleza, parcialmente construidas y que constituyan espacios suficientemente característicos y homogéneos para ser objeto de una delimitación topográfica, relevantes por su interés histórico, arqueológico, social o técnico.

Por otro lado, la UNESCO ha llevado a cabo una política de protección del Patrimonio Cultural Mundial, declarando ciertos bienes como Patrimonio de la Humanidad y su contribución al turismo cultural. El concepto de Patrimonio Cultural Mundial, no limita su consideración a los monumentos – definidos como “obras de arquitectura, de escultura o pintura monumentales, elementos o estructuras de carácter arqueológico, inscripciones, cavernas y grupos de elementos que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia” – sino que la extiende a los conjuntos, como “grupo de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad e integración en el

paisaje les dé un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia”, y a los lugares; es decir, a los paisajes culturales, definidos como “aquellas obras del ser humano u obras conjuntas del ser humano y la Naturaleza, así como las zonas, incluidos los lugares arqueológicos que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista histórico, estético, etnológico o antropológico”.

Pues bien, todas las urbes reconocidas como Patrimonio de la Humanidad lo son en condición de conjunto, siendo concretamente las más numerosas las ciudades históricas, las cuales pueden revestir cuatro formas:

a) Ciudades monumentales poco afectadas por desarrollos posteriores.

b) Ciudades de carácter evolutivo ejemplar, que hayan conservado características y estructuras urbanas de las fases sucesivas de la historia, prevaleciendo sobre el entorno contemporáneo.

c) Centros históricos que ocupan el perímetro de la ciudad antigua, hoy englobada en la moderna, y que son los que con más frecuencia han venido inscribiéndose en el registro de Patrimonio Mundial.

d) Por último, sectores o barrios, como muestras de ciudad histórica.

En cuanto al alcance de la declaración como Patrimonio Mundial, ésta originará una serie de beneficios, así como también una serie de cargas y obligaciones.

La declaración supone un reconocimiento mundial y excepcional, así como el compromiso de la sociedad internacional para su protección.

Ahora bien, la Convención no prevé una tutela coercitiva y las ciudades siguen rigiéndose por sus propias leyes nacionales sobre la materia, en las cuales tendrán que gozar del grado máximo de protección para acceder a la declaración.

Asimismo están obligadas a asumir su propia conservación y a correr con los gastos que ello comporte, si bien pueden solicitar al Comité de Patrimonio Mundial asesoramiento técnico para su preservación y ayudas para la formación de profesionales especializados en conservación y rehabilitación. El costo de estas ayudas sale de un fondo fiduciario constituido por el 1% de la contribución de cada país firmante de la Convención, si bien está destinado primordialmente a sufragar las intervenciones de bienes en peligro.

El beneficio más inmediato a la declaración de Patrimonio Mundial es que la convierte en meta de numerosos programas turísticos.

Centrándonos en el caso de España, el “boom” del turismo en los años 60-70 hacia las ofertas de sol y playa, tuvo como consecuencia el deterioro de las ciudades como lugares de atracción turística, experimentando un mayor retroceso económico. Para paliar el problema comienzan a surgir las iniciativas de turismo cultural, acordes con nuestra riqueza patrimonial y, nuestro país, tras adherirse en 1982 a la Convención, procede a solicitar la inscripción de muchas ciudades históricas en la Lista de Patrimonio Mundial y, hoy es el primer país del mundo en cuanto a bienes culturales reconocidos, seguido de Italia y Francia. Muestra de esta variedad pueden ser: el Yacimiento de Atapuerca por su interés antropológico, El Palmeral de Elche por su interés paisajístico, la Tarraco romana y la Muralla de Lugo por su interés histórico y monumental.

Junto a los inmuebles están también los denominados conjuntos monumentales con bienes integrantes del Patrimonio. El máximo nivel de protección del Patrimonio, se establece en nuestro país, con una Ley del 85 de Patrimonio Histórico Español (Ley 13/1985 de 25 de junio) (LPHE), donde se establece la categoría de Bienes de Interés Cultural (BIC) a la que acceden los bienes más relevantes que sean declarados formalmente como culturales. Cuando la declaración recae sobre bienes inmuebles, ésta tendrá que hacerse necesariamente como Monumento, Jardín, Sitio o Conjunto Histórico o bien como Zona Arqueológica.

Esta ley establece la obligación de redactar un Plan Especial de Protección para el municipio que cuente con conjuntos históricos declarados como tales, entendiendo por éstos centros históricos o cascos antiguos de las poblaciones u sus entornos. Sin embargo, los entornos han sido normalmente desatendidos en la normativa protectora del Patrimonio Histórico, fundamentalmente por la imprecisión física de estos espacio y la dificultad de su delimitación. Actualmente, tanto la LPHE como las normativas autonómicas sobre la materia obligan a delimitar el entorno de los bienes culturales inmuebles y establecen un régimen de intervención administrativa.

Sea como fuere, el turismo se ha convertido en una actividad privilegiada en el caso de las ciudades con patrimonio. Si intervenir en defensa del patrimonio monumental es una necesidad, si se desean evitar abandonos y promover mejoras y recuperaciones, el turismo está permitiendo no sólo la recuperación del patrimonio, sino también su revitalización a través de la generación de usos plurales.

MANIFESTACIONES CULTURALES

El turismo produce sobre la sociedad una serie de efectos que modifican positiva o negativamente los comportamientos sociales de los individuos. Permite un mejor conocimiento de otras culturas y sociedades, con lo cual es un enriquecimiento cultural. Producen cambios en las pautas y hábitos de la cultura de la sociedad receptora al estar expuesta a las pautas y hábitos de la sociedad emisora. Por tanto estrecha lazos de comunicación y entendimiento entre los pueblos.

Así nace el turismo cultural, entendido como el conjunto de actividades que se desarrollan con el fin de facilitar al turista unos conocimientos y ampliar su cultura desde una perspectiva del ocio. El turismo cultural fomenta la creatividad y puede corregir las tendencias a la concentración del turismo de masas y permite repartir mejor los flujos en el tiempo. Por ello los gobiernos centrales, los autonómicos y las autoridades locales deberán dar especial atención a la organización y promoción de acontecimientos culturales y programas recreativos.

Dentro del turismo cultural se encuentran las siguientes actividades:

a) Las manifestaciones culturales y de espectáculos, a través de festivales de música, cine, teatro, representaciones religiosas, corridas de toros, conciertos, ciclos de ópera, jazz, exposiciones de arte, etc. Las manifestaciones culturales constituyen también una forma de posicionamiento en el mercado de turismo urbano. Ejemplo de ello son las Exposiciones Universales con sede en grandes capitales del mundo.

Las pequeñas ciudades dan una respuesta efectiva a las grandes, mediante la creación de redes. Se destacan iniciativas tendentes a:

– Creación de itinerarios (Ej: Rutas del Legado Andalusí)

– Cooperación en el desarrollo y comercialización de productos turísticos.

Tampoco deben olvidarse dentro de este apartado los desplazamientos con motivo cultural, los peregrinajes y las grandes ceremonias religiosas.

b) Los museos regionales, los espacios botánicos y jardines y otros museos. La UNESCO ha intentado una clasificación que pone en evidencia la evolución de los museos. Estarían las pinacotecas y los museos de arte, los museos de arqueología y de historia, los museos de ciencias naturales, los museos de ciencia y técnica, los especializados, los museos interactivos, etc. Al museo se añaden salas de conferencias y exposiciones temporales, que los convierten en centros de estudio y de pedagogía, convirtiéndose en lugares muy interesantes para los turistas. Esta nueva concepción de los museos ha dado lugar al nacimiento de los “parques temáticos” y a los “parques tecnológicos” que pretenden enseñar y distraer al mismo tiempo.

c) Otra forma de manifestación cultural que es relativamente reciente y que se desarrolla de manera rápida y continua, es lo que se llama turismo económico, industrial o técnico. Desde los años 50 las empresas han tomado conciencia del interés que supone a sus clientes actuales o potenciales, dar a conocer el conjunto de sus actividades abriendo a los visitantes el conjunto de sus instalaciones. Como en los museos, las infraestructuras de acogimiento toman lugar, las técnicas de comunicación se perfeccionan, convirtiéndose en un verdadero producto turístico.

52.3 TÉCNICAS DE EVALUACIÓN DE RECURSOS TURÍSTICOS DEL ENTORNO

Los nuevos espacios turísticos en el medio natural y rural, la cultura y el patrimonio como fundamento de prácticas turísticas, obligan a profundizar en el conocimiento de técnicas para la evaluación, planificación y racionalización de los recursos en destinos turísticos.

La integración del medioambiente en los procesos de desarrollo turístico ha dado lugar al desarrollo de procedimientos y técnicas como instrumentos de gestión ambiental y de ayuda en la toma de decisiones en proceso de desarrollo turístico.

· La evaluación del impacto ambiental (EIA)

La EIA está considerada como una medida preventiva de protección ambiental, centrada en la relación entre el proyecto y el entorno. Es un instrumento predictivo, aplicable a proyectos y no a obras realizadas, de forma que el proyecto es sometido a una evaluación de sus posibles repercusiones ambientales, mediante la aplicación de una serie de parámetros.

La EIA se introdujo en la legislación comunitaria con la Directiva 85/337 sobre 2Evaluación de las incidencias de los proyectos públicos y privados sobre el Medio Ambiente”, en la que

se señala que en los proyectos se tenga en cuenta el medioambiente desde las primeras fases de su desarrollo. En cuanto a los proyectos que deben ser sometidos a la EIA, se encuentran los relativos a industria, energía, agricultura, transporte, turismo y desarrollo regional. Por lo que afecta al turismo, entre los proyectos que deben someterse a esta técnica, cuando los estados miembros consideran que sus características así lo exigen, se señalan los pueblos de vacaciones y los complejos hoteleros..

Las comunidades autónomas han legislado, dentro del marco de la EIA, sobre la aplicación de una técnica que introduce la variable ambiental en la toma de decisiones sobre proyectos con incidencia importante en su territorio.

Otra Directiva Europea más reciente (97/11 de 3 de marzo), relativa a la evaluación del impacto ambiental, modifica la relación de proyectos que cada estado miembro puede incorporar a este procedimiento. Es así como los proyectos de urbanización de zonas costeras o áreas de gran densidad demográfica, deben someterse a evaluación de impacto ambiental antes de concederse la autorización de los organismos competentes para su ejecución.

De acuerdo con las responsabilidades y atribuciones de la administración turística y el propio carácter complejo de la actividad, lo más frecuente es que proyectos no turísticos, procedentes de otros ámbitos sectoriales, pero con implicaciones para las áreas turísticas, cuenten con la exigencia del preceptivo Estudio de Evaluación de Impacto Ambiental. En cualquier caso, la faceta de implantación territorial de los proyectos turísticos debería ser suficiente argumento para su sujeción a IEA.

· La capacidad de carga o de acogida.

La OMT define la capacidad de carga como el número máximo de personas que pueden visitar al mismo tiempo un lugar turístico, sin dañar el medio físico, económico o sociocultural, y sin reducir de manera inaceptable la calidad de la experiencia de los visitantes.

Para estudiosos del tema existen diferentes conceptos de capacidad de carga turística:

capacidad de carga física, en relación con el umbral en que aparecen problemas ambientales;

capacidad de carga social, en relación con el límite hasta donde la población local tolera el turismo y los turistas se soportan entre sí;

capacidad de carga psicológica o perceptual, en relación con el límite en que la saturación lleva a los turistas a buscar destinos alternativos, y

capacidad de carga económica, entendida como el límite hasta el cual se puede integrar la actividad turística sin que se vean desplazadas el resto de las actividades.

Desde una perspectiva ambiental, el concepto hace referencia al número máximo de personas que pueden estar en un mismo lugar sin alterar el medio físico-ecológico y sin que se produzca una degradación de la calidad de la experiencia que supone la visita turística.

En el caso del turismo en ciudades históricas, la gestión de flujos de visitantes tiene una importancia vital, de manera que la determinación de la capacidad de carga, trata de hacer frente a los deteriores que se producen por la frecuencia masiva en el patrimonio cultural, calidad medioambiental y equilibrio funcional de la ciudad, aspectos que, de no tomarse medidas en la gestión de la afluencia, suponen el declive de la actividad y la decadencia de la propia ciudad.

· Auditorias ambientales y sistemas de evaluación de calidad ambiental.

La utilización de las auditorias ambientales tiene como objetivo asegurar que los procesos de elaboración no provoquen impactos ambientales. Son herramientas de gestión que integran una sistemática, documentada, periódica y evaluación objetiva de los procesos de de organización y de los componentes y equipos, con el propósito de conservar el medioambiente.

Tiene como ventajas:

– Protección de la calidad ambiental

– Posibles subvenciones, de acuerdo con marco normativo regional o local.

– Incremento de las oportunidades de empleo.

– Creación de bases de datos ambientales para la toma de decisiones.

En el caso de la actividad turística, la realización periódica de auditorias mediambientales, reduciría su posible impacto sobre el medioambiente, aunque existe el riesgo de que se realicen internamente y pierdan vigor. Por otro lado, en el turismo, la propia naturaleza compleja del producto turístico (amalgama de empresas de alojamiento, servicios, recursos, infraestructuras), harían solo parcialmente eficaces las auditorias ambientales en establecimientos específicos, si éstas no se acompañan o integran en sistemas de evaluación de la calidad ambiental aplicables al conjunto del destino turístico; es decir, la calidad del entorno en el que se sitúan las empresas.

· Protección de áreas

La concentración de la actividad turística en ámbitos específicos y la superación de umbrales críticos de saturación, con el consiguiente efecto en la utilización intensiva y esquilmante de los recursos naturales, justifica la necesidad de preservación ecológico- paisajística de áreas que reúnen condiciones ambientales para su protección. La delimitación de estas áreas cumple un papel fundamental en espacios sometidos a una fuerte presión urbanizadora, pero la protección no debe implicar una actitud permisiva en el resto del territorio, que deberá ser administrado y gestionado con racionalidad.

La vertiente más clara de esta política se recoge en los argumentos de conservación, protección y mantenimiento de biotipos y hábitats, los fines científicos y la aportación a la red de espacios naturales protegidos de sistemas que mantengan la biodiversidad.

El papel de los espacios protegidos puede ser doble, ya que a la conservación de los valores naturales y culturales, se pueden añadir posibilidades para la cualificación de las áreas turísticas circundantes.

· Gestión del paisaje por el turismo

A partir del hecho de que la calidad percibida de los paisajes, sea cual sea su entorno de referencia, es uno de los principales factores de motivación de flujos turísticos, y que, necesariamente, el turismo ha requerido hasta el momento para desarrollarse un soporte físico, hay que considerar que, el desarrollo turístico debe plantearse la necesidad de generar contribuciones positivas al medio natural y humano.

Se debe gestionar desde la perspectiva de que el turismo, además de agente, es víctima o beneficiario de su relación con el espacio que lo acoge.

Entre los instrumentos de gestión que permiten garantizar, controlar y administrar mejor la actividad turística, estarían:

a) Las restricciones de uso, que pretenden reducir el número de visitantes en una zona, mediante la exigencia de permisos o la aplicación de otras normas restrictivas.

b) La zonación, basada en limitar la provisión de instalaciones en los entornos

naturales.

c) La educación, a través de técnicas como proyección de vído, diapositivas, conferencias, debates, etc, con el fin de que los visitantes se familiaricen con la historia y cultura de la zona turística.

52.4 TÉCNICAS DE ELABORACIÓN DE INVENTARIOS TURÍSTICOS

La mayor o menor potencialidad de un destino turístico está unida a la mayor o menor disponibilidad de sus recursos turísticos e, igualmente, a la atracción que en un determinado momento éstos pueden tener para la demanda. No basta con tener un patrocinio turístico para garantizar la creación de un buen producto. En este sentido la actuación de las instituciones correspondientes es determinante para que ello pueda ocurrir.

Para gestionar adecuadamente los recursos turísticos es necesario inventariarlos siguiendo un criterio definido. Este criterio suele basarse en una clasificación previa de dichos recursos.

Tan importante como la realización de un inventario de recursos es la valoración y priorización de los mismos.

Criterios de clasificación de recursos

a) Método de Clawson y Knestch

Incluye tres categorías de recursos establecidas en función de la relación existente entre el tipo de usuarios y las características físicas y ecológicas del recurso. Así:

Recursos orientados hacia el usuario: son aquellos que el propio ser humano define como esparcimiento cercano a los núcleos habituales de residencia (parques urbanos, parques creativos, etc); es decir, los que realmente no podrían considerarse como un recurso turístico en sentido estricto.

Recursos recreativos de tipo intermedio: exigen un desplazamiento fuera de los lugares de residencia y una menor intervención del ser humano en su creación y desarrollo (parques nacionales, zonas protegidas, espacios naturales, etc).

Esparcimiento y ocio basado en el recurso: se corresponde con zonas especialmente valiosas desde el punto de vista ecológico o paisajístico, cuya ubicación es totalmente independiente de la localización de los núcleos urbanos.

b) Metodología propuesta por la OEA (Organización de Estados amercianos):

Establece una clasificación de los recursos en cinco grandes categorías para luego llevar a cabo una priorización de las mismas:

Espacios naturales: engloban todos aquellos lugares que tienen un valor paisajístico, al margen de sus equipamientos e instalaciones. Se incluyen recursos tales como fauna, flora, caza o pesca.

Museos y manifestaciones culturales históricas: que recogen todo el conjunto de recursos de naturaleza cultural que tienen un valor artístico, histórico o monumental.

Folclore: comprende todas aquellas manifestaciones relacionadas con el acervo cultural, las costumbres y tradiciones de la población.

Realizaciones técnicas, científicas y artísticas contemporáneas: todas las manifestaciones y eventos organizados que pueden tener capacidad de atracción para el turista.

Cada una de estas categorías es susceptible, a la ve, de ser dividida en otras más pequeñas que permitan establecer una clasificación más amplia y detallada posible.

52.5 NORMAS URBANÍSTICAS Y DE ORDENACIÓN TURÍSTICA COMO INSTRUMENTOS PARA LA PROTECCIÓN DEL MEDIO NATURAL Y CULTURAL Y, DE LA PROPIA ACTIVIDAD TURÍSTICA.

a) Urbanismo

El turismo aparece como eje estratégico de una política de ordenación urbana que debe proporcionar a la vez una oferta competitiva destinada a satisfacer las expectativas de los visitantes y una contribución positiva al desarrollo de la ciudad y al bienestar de sus habitantes.

La ciudad no es un destino turístico convencional. Cada ciudad constituye una oferta compleja de productos de turismo urbano y metropolitano. Los elementos clave del sistema son las instalaciones y los equipamientos, distinguiéndose dos grandes categorías de instalaciones turísticas urbanas:

– la categoría de equipamientos primarios, integrada por los componentes materiales directamente relacionados con la capacidad de atracción turística de la ciudad (atracciones culturales, atracciones profesionales y atracciones recreativas)y

– la categoría de equipamientos secundarios, que incluye hoteles, restaurantes, comercios, además de transportes y animación urbana.

Desde la perspectiva del ocio, la ciudad tiene para los turistas un mínimo de tres lecturas:

+ la ciudad como espacio donde interpretar el tiempo y la historia a través de sus calles (componente histórico)

+ la ciudad como espacio donde comprar bienes y servicios de ocio en equipamientos especializados

+ la ciudad como espacio donde satisfacer necesidades culturales y deportivas.

Por otra parte, además de la dimensión turística asociada a lo recreativo, la ciudad como destino turístico metropolitano se dota con factores de atracción que le permiten captar un mercado turístico profesional. Este es el caso, por ejemplo, del turismo de congresos.

Los efectos de la actividad turística tienen repercusiones en municipios de servicios turísticos, provocando grandes problemas de adaptación, entre los que pueden encontrarse:

1. Problemas de tráfico.

2. Congestión de núcleos urbanos.

3. Ruptura de la armonía del paisaje urbano debido a construcciones desmesuradas.

4. Daños y alteración permanente del patrimonio cultural.

5. Desplazamientos o movilidad geográfica (población flotante de turistas).

Las administraciones públicas deben asumir el reto de la intervención en los núcleos urbanos, bien en ciudades turísticas, bien en destinos maduros de sol y playa.

Desde la perspectiva de los municipios turísticos, se considera que la mejor solución para que un municipio mantenga un desarrollo sostenible, es el planeamiento y la ordenación física y estratégica de las distintas actividades ciudadanas y turísticas.

En los entornos urbanos, la ordenación del turismo y del ocio deberían ser coincidentes, de tal modo que la ciudad se convierta en un producto turístico para residentes y turistas.

b) Turismo y medioambiente

El turismo y el producto que ofrece la industria turística están estrechamente relacionados con el medio ambiente natural y transformado por el ser humano y, por consiguiente, con la geografía del lugar en cuestión. Dicho de otro modo, están estrechamente relacionados con

los parajes y las regiones. Además, el medioambiente constituye por sí solo un capital importante que debe ser revalorizado en el marco de un desarrollo turístico sostenible. Por ello, los entes locales y regionales de los estados reciben competencias en materia de desarrollo turístico.

En la interacción entre las actividades turísticas y el medioambiente los factores que causan las alteraciones del medio siguen siendo básicamente dos: por una parte, las infraestructuras y equipamientos y, por otra, las actividades de los turistas.

Entre los elementos del medioambiente sobre los que el turismo puede tener incidencia, destacan de un modo particular aquellos considerados como atractivos turísticos naturales:

– clima

– paisaje

– vegetación

– fauna

– geología y

– agua.

c) Ordenación turística.

Una zona turística está constituida por toda una cadena de servicios e infraestructuras indisociables de cuyo suministro se encarga el Sector Público, tanto autoridades estatales, como entes territoriales y, engloba por este orden:

– medios de desplazamiento del turista en una región

– estado de la red de carreteras

– tipos de transporte utilizados

– evacuación de aguas y alcantarillado

– el entorno tanto natural como urbano

– la infraestructura turística propiamente dicha

– la calidad de vida en las regiones del turismo

– la accesibilidad y la gestión de los sitios y monumentos arqueológicos

– la organización de los acontecimientos culturales y recreativos

– la estructuración de la información turística

– la adecuada promoción de las zonas turísticas tanto dentro del pais como en el extranjero.

La ordenación del territorio es una función administrativa de carácter horizontal que tiene como objetivos:

# El desarrollo equilibrado y sostenible de regiones y localidades.

# La utilización racional y responsable del territorio y de sus recursos.

# La coordinación administrativa.

#La mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.

En cuanto a la técnica de planificación, la ordenación territorial y urbana aplicada a las actividades turísticas se fundamenta en un detallado análisis territorial, que culmina en la elaboración de un Plan, del cual deben derivarse propuestas de desarrollo y de actuación específicas.

Un Plan de Ordenación Turística consta de las siguientes fases o etapas:

1. Análisis Territorial: información y diagnóstico sobre el sistema territorial objeto de estudio, que implica el conocimiento e interpretación de la realidad para detectar problemas, oportunidades y desafíos.

2. Formulación del Plan: definición de los objetivos a conseguir y las propuestas para alcanzarlos.

3. Programación de actuaciones: definición de la evolución temporal de la ejecución del Plan.

En España la ordenación territorial y urbanística es una actividad propiciada por la propia Constitución. Su regulación se realiza a nivel nacional y autonómico y su aplicación se desarrolla en ámbitos regionales y locales. A nivel nacional, el marco normativo lo determina la legislación del suelo. Ahora bien, la ordenación territorial y urbanística del desarrollo turístico tiende a articularse, específicamente sobre la base de regulaciones de ámbito autonómico o regional. De hecho, numerosas comunidades disponen de legislación específica en materia de ordenación territorial.

d) Los espacios naturales protegidos.

El concepto “área protegida” o “espacio natural protegido” nació en EE.UU en 1872 con la creación del parque de Yelowstone, extendiéndose pronto a otros países. Entre ello, España en el año 1918 con la creación de los parques nacionales de Covadonga y Ordesa.

Hoy día se puede afirmar que la protección de espacios naturales tiene como objetivo principal la conservación del patrimonio natural, haciéndose especial énfasis en la prevención “in situ” de la diversidad genética de los organismos vivos y disfrute por parte de la sociedad; es decir, del público.

Legislación española

La Ley 4/89 clasifica los espacios naturales protegidos en cuatro categorías:

1. Parques (nacionales y naturales).

2. Reservas naturales

3. Monumentos naturales

4. Paisajes protegidos.

Entre los parques hay que distinguir los “nacionales”, declarados así por Ley estatal e integrados en una red nacional, y los “naturales”, como muestras de los distintos sistemas naturales que caracterizan el territorio español.

El caso español es complejo en el tema de las figuras jurídicas de áreas protegidas, por cuanto las Comunidades Autónomas pueden establecer otras figuras de protección de espacios naturales como son:

– parques regionales

– áreas de especial protección

– reservas naturales parciales

– reservas naturales integradas

– reservas naturales concertadas

– reservas naturales científicas

– paisajes naturales

– parques periurbanos.

La Ley 4/89 contempla la figura del Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN) que a su vez puede desarrollarse a través de otros planes que desarrollan aspectos generales establecidos en la disposición de creación de los espacios naturales protegidos.

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Bibliografía:

DISEÑO Y COMERCIALIZACIÓN DE PRODUCTOS TURÍSTICOS LOCALES Y

REGIONALES. Francisco gonzález-Blanch. Edt. Editex.

DISEÑO Y COMERCIALIZACIÓN DE PRODUCTOS TURÍSTICOS. Edt. Síntesis.