Tema 57 – El movimiento romántico y sus repercusiones en españa

Tema 57 – El movimiento romántico y sus repercusiones en españa

1. Introducción

2. Orígenes del movimiento romántico.

revoluciones político-sociales

cambios en los sistemas de pensamiento

cambio estético

contrario a la ilustración y el racionalismo

Sturm und Drang

Ossianismo

3. El Romanticismo europeo.

3.1. Características.

subjetividad

superación de los moldes preexistentes

sentimiento nacionalista

fervor por el pasado

exotismo y el orientalismo

sentimiento trágico de la existencia

placer del dolor

sentimiento de intensa religiosidad piedad tradicional

satanismo

titanismo

3.2. Principales figuras (1800-1830)

Romanticismo alemán

Romanticismo francés

Romanticismo inglés

Romanticismo italiano

Romanticismo ruso

Romanticismo escandinavo

Romanticismo portugués

4. El Romanticismo español.

4.1. Características

4.1.1. Bases e influencias.

4.1.2. Etapas

4.1.3. Temas

4.1.4. Tópicos

4.1.5. Lenguaje

4.2. Géneros y Figuras del Romanticismo español.

==INTRODUCCIÓN.==

Este tema se ocupa de una revolución artística, política, social e ideológica, producida en toda Europa en el siglo XIX y cuyos ideales siguen actualmente vivos: Libertad, Democracia, Idealismo, Nacionalismo, Subjetividad artística. Aquí sólo se tratará el ámbito artístico-literario.

==ORÍGENES DEL MOVIMIENTO ROMÁNTICO.==

El cambio de siglo es una etapa de revoluciones político-sociales, en las que el enemigo a batir es la sociedad burguesa, y grandes cambios en los sistemas de pensamiento, que se enfrentan al racionalismo procedente del siglo XVIII; Hechos que influirán en el enfoque artístico y el concepto de literatura de forma muy profunda, provocando un cambio estético, basado en el rechazo de las formas neoclásicas y el quebrantamiento de las normas clásicas, cultivadas hasta la fecha, frente a ello se propone un regreso al estilo barroco y la tradición anterior (Romanticismo tradicionalista, cultivado entre otros por Schliegel, Chateubriand y W. Scott), o bien una liberación total de las normas, siguiendo los dictados de la pasión y no los de la razón (Cayendo así en el irracionalismo o Romanticismo revolucionario, también llamado liberal, cultivado por Lord Byron, Victor Hugo y Lamartine) Entre una y otra postura existen también estadios intermedios.

Este cambio no se produce de forma brusca al iniciarse el siglo XIX, sino que es el resultado de un proceso nacido a finales del siglo anterior, no en vano el propio término “Romántico” fue acuñado por primera vez por Rousseau, uno de los más destacados autores de la Ilustración francesa, para designar de manera despectiva todo lo contrario a la ilustración y el racionalismo (esto es, lo novelesco, lo irreal, lo fantástico, lo pintoresco, etc.), pero poco a poco, fue perdiéndose la connotación negativa, primero en la literatura germánica (Alemana e inglesa), más tarde en la francesa (que servirá de núcleo irradiador para otros países como Rusia e Italia) y tardíamente en la española y portuguesa.

Puede señalarse el movimiento literario alemán Sturm und Drang como primer momento del Romanticismo europeo, a pesar de que tiene más puntos de conicidencia con el Clasicismus alemán, que con movimientos pre-románticos europeos, puesto que propone el manejo de los clásicos reinterpretados, y posiblemente sea J.W. Goethe el iniciador de la corriente y modelo para toda Europa, a través de sus dos obras más representativas: Las cuitas del joven Werther (1774) y Faußt (1790. Versión inacabada)/ (1808), pero junto a su nombre, deberán sonar también los de G.E. Lessing que propone una revisión del arte dramático, y Herder que en sus tratados filosóficos defiende algunos de los rasgos principales del nuevo movimiento (Nacionalismo y Espíritu nacional o Volkgeist, y Populismo).

En el Romanticismo inglés destaca J. Mc.Pherson, autor de Fragmentos de poesía antigua (1760) y Fingal (1761) (Ambas atribuidas por él mismo a Ossian, un supuesto bardo irlandés del siglo III), que inician la corriente del Ossianismo, y es reconocida como obra clave la Baladas líricas (1798) publicada de forma conjunta por los poetas Wordsworth y Coleridge.

Será la generación siguiente la que se encargue de imitar y desarrollar los rasgos propuestos por estos autores germánicos (alemanes e ingleses) a lo largo y ancho de Europa hasta 1830, fecha en que el nuevo modelo político-social está ya fírmemente asentado y con él la nueva tendencia estética.

==EL ROMANTICISMO EUROPEO==

===Características===

A pesar de las dos tendencias en las que se desarrolla en Romanticismo (la tradicionalista y la liberal), es fácil determinar sus características, pues son muchos los seguidores de esta corriente los que lo definieron a través de manifiestos.

La creación es expresión de la subjetividad del artista y ha de presentar como marcas esenciales la sinceridad, la espontaneidad, la confusión del yo poético con el yo civil.

Consecuencia de este principio es la primacía de la inspiración individual frente a la autoridad de las reglas. La obra aspira a ser singular (nunca hubo singularidades tan reiterativas), fruto del genio que el propio artista no puede controlar. Al desdeñar lo que hay de artesano en la obra de arte, no es raro encontrar piezas faltas de coherencia interna o inconclusas. El fragmentarismo no es un accidente, sino algo consustancial a la nueva estética.

– Los esfuerzos para captar la realidad en su variedad y sus contradicciones determinan la superación de los moldes preexistentes (uso conjunto del verso y la prosa, polimetría, combinación de elementos líricos, narrativos y dramáticos) y la mezcla de lo excepcional y sublime con lo cotidiano y ridículo. La emoción patética se antepone a la persecución de la belleza.

– El sentimiento nacionalista, exacerbado por las guerras napoleónicas y más tarde por la rebelión griega contra los turcos, que despiertan el deseo de reflejar la realidad concreta y próxima, lo cual se consigue a través del cultivo del costumbrismo y las fisiologías (retratos y análisis de tipos y situaciones) Cuando el relato costumbrista cobre vuelo y amplitud y muestre las interacciones de las figuras, estaremos en el camino de la novela realista, tempranamente anunciada en la obra de Balzac.

– Fervor por el pasado. A la Edad Media van a buscar los poetas, si no las raíces, sí los símbolos del mundo en que viven. En esos siglos oscuros encuentran el ideal heroico que la vida moderna ha arrasado. Para los tradicionalistas, encarnan la sociedad impregnada por la piedad cristiana, vagamente colectivista y, en suma, ajena a la angustia que ha traído al mundo la revolución. Para los liberales, la Edad Media es un universo mítico en que el esfuerzo individual y la libertad aún no están constreñidos por las trabas que opone la sociedad actual. Para unos y otros, recrear los tiempos pretéritos significa forjar con la imaginación el reino de la libertad, dar vida a las quimeras del sueño.

– El mismo sentido evasivo que señalábamos en la obsesión por el pasado histórico se encuentra en el exotismo y el orientalismo; el lujo, la sensualidad, el colorido son el antídoto frente a una realidad prosaica y burguesa, tejida de frustraciones.

– La generación romántica o las generaciones románticas (ya que la cadencia cronológica no es la misma en todos los países) convierten en emblema de la nueva época el sentimiento trágico de la existencia. Las crisis históricas que efectivamente viven, y las que imaginan, dan como fruto envenenado la angustia. La libertad engendra la inseguridad y el miedo. Obras señeras de la revolución romántica como Las cuitas del joven Werther de Goethe enseñan el camino del suicidio, que se convierte en moda. En otros textos y autores la angustia engendra la melancolía, el deseo de disolverse en la naturaleza, el culto a la noche…

– El placer del dolor (de lo que más tarde se llamará masoquismo) es uno de los hallazgos estéticos del Romanticismo: la complacencia en lo macabro, lo nauseabundo, lo ultraterreno y terrorífico. El miedo, que siempre ha estado en las raíces de ciertas manifestaciones artísticas, se postula ahora como ingrediente nuclear de muchas obras genuinamente románticas. Edgar Allan Poe es el primer genio universal del terror.

– El idealismo, siempre frustrante, aloja en su seno un sentimiento de intensa religiosidad que unas veces busca el bálsamo de la piedad tradicional (la misericordia divina que acoge a los pecadores) y otras se vacía en el satanismo, la queja blasfema contra un mundo al que la providencia parece haber vuelto la espalda. La consecuencia estética del satanismo es la forja de un arte expresionista que se complace en recrear lo que de monstruoso hay en el mundo. El ideal clásico de belleza pierde sentido para la sensibilidad que no busca formas en equilibrio sino conmociones anímicas.

– El Romanticismo trae a primer plano la moral del rebelde, la lucha titánica contra los poderes superiores, la atracción de sucumbir frente a ellos. En el titanismo se amalgaman el deseo de íntima depuración a través del dolor y la lucha, la fe en el progreso que ha de dar al hombre el poder de los dioses y el anhelo de una libertad ilimitada que sacuda el yugo de la moral y afirme al individuo frente al mundo.

En suma, a pesar de las ocasionales caídas en la ingenua caricatura, el Romanticismo traía la sensibilidad del hombre moderno, de la que, en sustancia, nos nutrimos aún en los albores del siglo XXI.

===Principales figuras (1800-1830)===

Además de los precursores del movimiento romántico europeo, ya citados en el apartado dedicado a los orígenes, deben destacarse los siguientes nombres en cada uno de los ámbitos culturales en que se cultivó esta tendencia artística hasta 1830, fecha en que los cambios políticos y sociales se habían producido ya.

Romanticismo alemán: Dentro de esta corriente, cabe diferenciar hasta tres tendencias, a saber:

– Grupo de Jena, fundado por los hermanos Schlegel, cultivadores de una tendencia ya independiente de las influencias francesas y muy marcada por la obra anterior de Goethe y Fichte, y formado por autores como Ludwig Tieck y Novalis, autor cumbre del primer romanticismo, de gran lirismo a través de sus textos Cantos espirituales y Cantos a la noche, ambos impregnados de misticismo, misterio y muerte.

Las características más destacadas de esta rama romántica son el Nachtseite o propensión al lado nocturno y oscuro (inconsciencia, sueño, misterio) y el Doppelganger o desdoblamiento de personajes para permitir la expresión de todas las vivencias, aunque sean enfrentadas.

– Círculo de Heidelberg, cuyos representantes más conocidos son los hermanos Grimm (autores-recopiladores de cuentos populares), en torno a los cuales aparecen nombres como los de Brentano (autor de los Cuentos del Rhin y los Cuentos italianos ), Ludwig A. Von Arnim, autor de Los guardianes de la corona, texto al estilo de las novelas históricas de Walter Scott, el poeta Eichendorff cuyas canciones entraron a formar parte del acervo cultural germano, y Heine, autor que influirá sobre Gustavo Adolfo Bécquer en el Post-romanticismo español.

Las características de este grupo suponen una renovación del estilo, que se hace más expresivo y recurre a lo sobrenatural, lo mágico y lo fantasmagórico, además de la tradición del catolicismo, todo ello en estrecha relación con el conservadurismo o enfoque tradicionalista del movimiento literario.

– Círculo suabo, que supone la evolución del Romanticismo hacia el Realismo, que podríamos calificar de Romanticismo tardío o “post-romanticismo” y cuyo principal representante es Ludwig Uhland.

Romanticismo francés: En el que no podemos diferenciar corrientes, sino personalidades:

– Chateaubriand puso de moda la melancolía y el exotismo de los países lejanos como escenario para los relatos en la literatura francesa, a través del texto El genio del cristianismo, en la que se incluyen dos historias trágicas: Atala , René.

– Mme. De Stäel, quien en 1810 publicó De l’Allemagne, a través del cual dio a conocer el primer Romanticismo alemán, de los hermanos Schlegel.

– Victor Hugo es el máximo representante del Romanticismo liberal francés a través de sus obras Cronwell (1827) y Hernani; el prefacio de la primera de estas obras es además un manifiesto romántico.

– Alejandro Dumas es el último gran autor romántico francés, destacado por el drama histórico Anthony, publicado en 1831.

Romanticismo inglés: Es también una corriente de personalidades más que de tendencias, así pueden destacarse Lord Byron, prototipo de romántico (viajero, apasionado, luchador por las libertades) y autor de poemas como Las peregrinaciones de Childe Harold y El corsario (The Corsair), en los cuales desarrolla el gusto por la soledad, el individualismo y la muerte como temas. En narrativa destaca Walter Scott, que puso de moda la novela histórica a partir de la publicación de Waverley .

Romanticismo italiano, en el que destacan Leopardi y Manzoni.

Romanticismo ruso: Cuyo representante más destacado es el poeta lírico Jukovski, quien lo introduce de forma tardía mediante la imitación y la traducción de modelos del primer romanticismo alemán y de autores ingleses, que le conceden importancia al paisaje, al individuo, la aventura y el amor como base para un sentimiento de corte folklórico, entendido en el sentido más estricto y literal de este término.

Romanticismo escandinavo: Que conjuga el sentimiento épico con la sensibilidad romántica.

Romanticismo portugués: Desarrollado, como en España, a partir del regreso de los emigrantes a Inglaterra y Francia, y por tanto, de carácter tardío, con importante base nacionalista e histórica.

Su principal representante es Almeida Garret.

==EL ROMANTICISMO ESPAÑOL ===

===Características===

====Bases e influencias====

Como ya se ha señalado con anterioridad, el Romanticismo español es tardío y breve (1834 -1844) y llegó a través de:

– Los intelectuales que regresaron del exilio tras la muerte de Fernando VII y los libros y noticias que éstos lograban filtrar. Algunos de estos autores son Alcalá Galiano, José Joaquín de Mora, Ángel Saavedra (Duque de Rivas) e incluso José de Espronceda, en torno a los cuales se organizaron decisivas tertulias o publicaciones periódicas como El Europeo en Barcelona (de la mano de López Soler y Aribau, en colaboración con autores extranjeros), El duende satírico del día , de Larra, que inicia su andadura en 1828, El correo literario y mercantil (publicado entre 1828 y 1833) y Cartas españolas , también de Carnerero¸ en la que Larra publicó sus más famosos artículos y por último El vapor (1833-1838), de fuerte carácter nacionalista, donde se publicó el texto Oda a la pàtria, de Aribau, que inaugura la Renaixença.

– Las polémicas literarias, la más interesante la sostenida entre 1814 y 1820 por Nicolás Böhl de Faber, alemán establecido en Cádiz, y el ilustrado Joaquín de Mora, en la cual, y desde las páginas del Memorial Gaditano , Böhl proponía a Calderón de la Barca, a la literatura tradicional y al romancero como esencias del romanticismo (Ideas inspiradas en las de los hermanos Schlegel), frente a lo cual se situaba el ilustrado, en nombre del buen gusto y el arte clásico. Es la primera escaramuza entre clásicos y románticos, pero no la última.

– Las traducciones de obras románticas de Rousseau, Chateaubriand, Voltaire, Hugo, Dumas, Sand o Sue entre otros franceses; Young, Richardson, Ossian, Byron y Scott entre los ingleses; Goethe, Schiller y Hoffmann entre los alemanes; Manzoni entre los  italianos y a Cooper e Irving entre los norteamericanos, realizadas por los autores españoles de la generación anterior (neoclásicos).

Sin embargo, las marcas de estilo del Romanticismo, su retórica y sus preocupaciones ideológicas pervivirán a lo largo del siglo XIX. La burguesía conservadora de la segunda mitad verá complacida cómo la ópera recrea los tópicos forjados durante la revolución liberal, mientras, a partir de 1850, en España se abrirá paso la novela de costumbres, hija de la época romántica pero anunciadora del Realismo.

====Etapas====

Prerromanticismo: Este movimiento de transición entre el Neoclasicismo y el Romanticismo pleno coincide en el tiempo con las últimas producciones Ilustradas y toma como referencia a los autores ingleses y alemanes románticos del momento, que España suponen una novedad debido al aislamiento político y cultural fruto del reinado absolutista de Fernando VII.

Los autores más destacados de esta tendencia son Nicolás Fernández de Moratín (sobre temas nacionales), el Padre Feijoo (quien propone el espíritu individual como motor para la creación literaria, por encima de la preceptiva), Jovellanos (creador del melodrama o drama sentimental en la literatura española, en El delicuente honrado), Cienfuegos (precursor de la melancolía romántica), Quintana (iniciador de la preocupación social en la lírica), Meléndez Valdés (autor de tono melancólico y sus ideas humanitarias) y Cadalso (por su obra Noches lúgubres , donde, a imitación de las Night thoughts del inglés Young, introduce la temática sepulcral y nocturna) Romanticismo pleno: Como ya se ha indicado, a pesar de los intentos prerrománticos, en España no se obtuvieron resultados destacables hasta la muerte de Fernando VII, momento en que se produce un cambio político importantísimo, que permite el regreso de los intelectuales exiliados, quienes traerán nuevos modelos literarios y nuevas ideas político-sociales.

Para críticos como A. Peers o G. Díaz-Plaja esta etapa romántica española dura escasamente una década, podría señalarse como suceso inicial el estreno del drama La conjuración de Venecia de Fco. Martínez de la Rosa (1834) o quizá el de Don Álvaro y o la fuerza del sino de A. Saavedra (Duque de Rivas) y como término el estreno de Don Juan Tenorio de J. Zorrilla (1844), y esta brevedad tiene su razón en la muerte a temprana edad de algunos de los representantes más destacados del movimiento (Larra y Espronceda), así como en la evolución personal de otros desde posturas radicales hasta el conservadurismo, sin olvidar el agotamiento del estilo y los temas.

En esta década romántica coinciden tres generaciones de autores, la primera es la de los intelectuales defensores de la Constitución de 1812, que comenzaron su carrera como neoclásicos y se hicieron románticos en la emigración, de donde nos trajeron las nuevas ideas y tendencias literarias (Martínez de la Rosa, Duque de Rivas, Fernán Caballero, Bretón de los Herreros, etc, todos ellos nacidos antes de 1800); la segunda es la de los autores educados en el neoclasicismo pero de tendencia liberal, que cultivan el romanticismo vehemente que condujo a la mayoría a una muerte temprana (Larra y Espronceda) y la tercera es la de los escritores los nacidos entre 1810-20 y educados en pleno fervor romántico, admiradores de Larra y Espronceda y favorables a un orden estable, buscan un romanticismo menos agresivo, más histórico y tradicional, más conservador (Zorrilla y Campoamor)

Estas tres generaciones lograron romper con la preceptiva neoclásica y entronizar a la libertad como base para la creación literaria, abriendo así las puertas a la modernidad en la literatura española, pero tuvieron que sufrir para ello más de lo que soportaron otros autores europeos, ya que en la península fue casi imposible la figura del escritor independiente, que viviese solo de la pluma, por lo que tuvieron que compaginar su labor creativa con otros ocupaciones que les garantizaran la subsistencia (periodismo, política, etc.) y los hizo dependientes de las corrientes político-sociales.

Es posible distinguir dos tendencias diferentes dentro del Romanticismo español, las mismas que en el europeo, la tradicionalista (signo cristiano, gusto por lo medieval, cultivo de la novela histórica al estilo de Walter Scott) y la revolucionaria o liberal (tendencia liberal, audacia expresiva, escepticismo y notas de satanismo o comportamiento impío)

Postromanticismo: Corriente poética de la literatura hispana entre 1850 y 1875, supuso una síntesis entre el Clasicismo y el Romanticismo anteriores, buscando el justo medio, para lo que huye de la grandilocuencia y retoricismo románticos, concediendo gran importancia a los sentimientos y a lo lúgubre, en aras de una poesía más auténtica y personal, etérea y difuminada, concentrada y evocadora, cuya fuente de inspiración son los lieder (canciones) de Henry Heine y los cantares populares que venían recopilándose desde finales del siglo XVIII. Cabe destacar poetas como Antonio de Trueba, autor de El libro de los cantares , obra de sentimentalismo dulzón y sin pretensiones, Augusto Ferrán o Arístides Pongilioni, precursores del estilo depurado de Gustavo Adolfo Bécquer en sus Rimas y de Rosalía de Castro.

Realismo: Tendencia romántica de moderación en el ámbito político-social, que se desarrolla a partir de 1840 pero que tiene su momento cumbre entre 1875 y 1898 en el género narrativo, cuyo autor más destacado (pero no el único) en España es Benito Pérez Galdós, la cual será estudiada en los temas 58 y 59 de este temario.

====Temas====

Los románticos españoles expresaron su visión del mundo a través de unos cuantos temas que coinciden básicamente con los del Romanticismo europeo, aunque los adaptaron a la idiosincrasia del país:

– La literatura romántica es en gran parte histórica, ya que se interesó por la historia nacional como fuente de inspiración, como divertimento o como revisión crítica, siendo la época preferida la Edad Media cristiana, aunque también captó el interés general el mundo árabe, cargado de exotismo para los autores europeos, pero real e histórico para los españoles.

– Los sentimientos son otro de los temas más importantes del período romántico, dentro de este apartado se incluyen el amor, el sentimiento religioso, el pesimismo y la relación de anhelo/ rechazo frente a la muerte.

– El amor entendido como pasión no sometida a normas ni leyes o como sentimiento melancólico es uno de los temas claves del romanticismo español, siendo casi nula la atención prestada al amor como erotismo.

– La religión no como fidelidad a Dios y acatamiento de los preceptos de la Iglesia sino como sentimiento hacia un Ser supremo impreciso e universal es característica propia de los románticos liberales europeos, y en muy poca medida de los españoles, que expresan más sus dudas y anhelos que su reverencia; en España es más frecuente el cultivo de la rebeldía romántica que exige la libertad de cultos y la religión individual, siendo su manifestación más radical el Satanismo. Frente a esto no podemos olvidar la revalorización de tradiciones, arte y arquitectura religiosa.

– Pesimismo porque el romántico entiende que la vida no es positiva sino negativa, ya que vivirla supone un tormento injusto, causado por el enfrentamiento entre las expectativas del individuo y la realidad a la que debe adaptarse, de manera que acaba considerando o practicando el suicidio como liberación (los más radicales y atormentados) o bien se lanzan a la aventura más arriesgada e irracional despreciando la vida y los peligros, pues la muerte es la única que aporta serenidad.

– La mujer es entendida, en estrecha relación con el sentimiento amoroso, como un ángel liberador, fuente de amor, de inocencia y hermosura, que logra calmar la pasión irracional y conduce al hombre hacia el amor virtuoso, y hacia Dios; o bien es considerada un demonio, perversa, cruel y vengativa, capaz de arrastrar a su amado hacia la perdición del alma.

– Los conflictos sociales son otro de los núcleos temáticos del romanticismo de carácter liberal y comprometido, que lucha por la libertad del individuo y de la sociedad (en contra del absolutismo político), que conducen a la reivindicación del “yo” poético pero también a la de la revolución social y política y a la admiración de tipos marginales y rebeldes que no se integran, como el bandolero, el trovador o el mendigo; esta admiración lleva implícita también la atención hacia el desgraciado el pobre, la víctima y la compasión hacia el deforme o el tarado a la vez que se protesta contra la pena de muerte y el estado de las cárceles intentando comprender la situación del criminal. Esta postura es posible gracias a que los autores, por primera vez en la historia, logran ser independientes y vivir de sus escritos, sin tener que ajustarse a lo que les dicte un mecenas.

– Nacionalismo, que en España lleva implícito el odio a lo francés o afrancesado, por su estrecha relación con el Neoclasicismo y la preceptiva frente a la que el Romanticismo se levanta; este sentimiento nacionalista se produce también en las regiones (Regionalismo) de manera que se produce un renacimiento cultural reivindicativo en Cataluña, Galicia y País Vasco.

====Tópicos====

– El localismo folclórico: Frente al universalismo ilustrado, los autores románticos proponen el gusto por el color local, por el individuo y lo concreto, dentro de sus circunstancias, es por ello por lo que cuidan al detalle el entorno de la acción.

– La naturaleza agreste o no cultivada: Siguiendo la línea de la atención al entorno, se busca una naturaleza libre, no sujeta a preceptos, de manera que frente a los jardines idílicos del neoclasicismo se propone los bosques peligrosos, la noche, la primavera en su estallido vital y pasional, el otoño por su oscuridad y pesimismo, todo ello por lo que puede tener de reflejo del estado del alma del poeta o del personaje que en ellos se halla; Si la naturaleza se relaciona con el ser humano, suele hallarse alguna ruina, ermitas abandonadas o cementerios.

– La fantasía: Supone el triunfo de la imaginación sobre la preceptiva y la realidad que tanto desencanto genera en los autores de este siglo. La huida del desencanto se logra a través de lo misterioso y sobrenatural o a través del sueño o la visión, en esteúltimo caso como preludio de lo que será la vanguardia y su atención al subconsciente.

– La imagen de España: Los extranjeros tendieron siempre a considerar a España como un país típicamente romántico, en el que pervivían el espíritu caballeresco, la tradición, el sentimiento patriótico y la pasión y la aventura más desbocadas en el que las mujeres eran siempre hermosas y sensuales y se vivía un fuerte sentimiento religioso, por ello hicieron de España una fuente de inspiración, aunque en el otro extremo, también se vio esta época pasada española de la Inquisición como un modelo de fanatismo condenable. Esta imagen de España se refleja sobre todo en las ciudades preferidas para la acción, Toledo y Granada, cargadas de historia, con edificios románicos, góticos y árabes, ruinas y tradiciones.

– Los personajes: Incluidos en el apartado de tópicos literarios al ser más un tipo que un personaje redondo, se trata del héroe (Siempre apasionado, generoso, caballeresco, perseguido por la fatalidad y de familia noble, según el modelo byroniano), el antihéroe (Cruel, despiadado, autoritario e intrigante), el personaje marginal (Atrapado en su propio destino) y toda la lista de arquetipos presentes en los cuadros de costumbres, propios de la sociedad española del momento.

====Lenguaje====

Cambia la forma de expresar la realidad, pues se abandona el referente mitológico, tan cultivado durante el Neoclasicismo, y se elige designar la realidad con su nombre, abriendo así la puerta al léxico estándar e incluso familiar y vulgar en la literatura, en aras del colorido y el tipismo y con la intención de acabar con el afrancesamiento léxico. Otra de las características del lenguaje romántico es el énfasis y la exageración expresiva, además del uso de un léxico bastante repetitivo en el que aparecen términos como “lúgubre”, “fúnebre”, “raudo”, “maldición”, etc.

===Géneros y Figuras del Romanticismo español===

====La poesía romántica====

Se cultiva tanto la poesía lírica intimista y sentimental, de exaltación del “yo”, como la poesía narrativa, inspirada con frecuencia en temas históricos, exóticos y leyendas populares, siendo a veces difícil señalar la frontera entre uno y otro subgénero, por lo que priman casi siempre las descripciones y el contenido narrativo.

Formalmente se trata de una poesía confiada en la musa inspiradora y la espontaneidad, que permite elevar el nivel de sinceridad y autenticidad que a veces falta en la poesía neoclásica, pero que provocan imperfecciones. Métricamente se prefiere el polimorfismo y se rescatan estrofas ya casi olvidadas como el romance, o se crean nuevas, anunciando así el futuro Modernismo.

El poeta más destacado del romanticismo pleno es José de Espronceda, autor neoclásico en sus inicios (alumno de A. Lista) que evolucionó a raíz de su exilio en Londres. Autor de escaso número de composiciones, entre las que destacan, en su etapa más personal (a partir de 1835), las de mayor extensión: El estudiante de Salamanca , que funde dos viejas leyendas de regusto romántico: la del burlador y la del pecador que presencia su propio entierro, y en la que llama la atención el tratamiento del tiempo narrativo pues se inicia con la muerte del protagonista, que experimenta durante la agonía la sensación de vivir una aventura donjuanesca, de resultado macabro y sacrílego, según una técnica narrativa moderna y El Diablo mundo, ambicioso e inconcluso poema simbólico, más cercano a la novela en verso que al poema épico y en el cual aparecen las reflexiones del autor, así como oscilaciones estilísticas que lo convierten en la creación más original de la literatura romántica en lengua castellana. En su interior se halla, sin relación temática alguna, el Canto a Teresa en el que, en tono patético, llora la amarga muerte de su amada que pone fin a una vida llena de sinsabores y fracasos. El desbordamiento expresivo, la gesticulación teatral y el sarcasmo sacrílego dan su peculiar tono a esta elegía amorosa.

Entre los poemas más breves, no podemos olvidar La Canción de la pirata , iniciadora de una serie de composiciones en que se exaltan comportamientos antisociales, como símbolo de la libertad y de la existencia plena sin barreras sociales ni personales.

De los autores del postromanticismo español, el más destacado es Gustavo Adolfo Bécquer (Sevilla 1836-1870) Es posible que sus circunstancias vitales (orfandad desde edad temprana, amores y matrimonio desdichados, trabajo poco satisfactorio como contable y periodista político, destrucción del primer manuscrito del Libro de los gorriones y reconstrucción de éste de memoria, sífilis, etc.) marcaran su carácter melancólico e idealista y la estricta educación y bagaje familiar le llevaran al tradicionalismo político e ideológico que se traduce en un profundo fervor religioso, evidente en sus obras, junto con el gusto por el misterio.

Recopiló sus poesías, publicadas en revistas literarias y “de señoritas” desde 1875 en un manuscrito que denominó Libro de los gorriones , el cual desapareció en el incendio de la oficina en que Bécquer trabajaba como contable (las poesías las había ido componiendo en ratos libres, sobre los propios libros de contabilidad, adornados también con dibujos) y que tuvo que recomponer a golpe de evocación y memoria, lo cual le permitió depurar todavía más sus textos, los cuales fueron publicados por sus amigos de forma póstuma en 1871, conjuntamente con algunas narraciones (leyendas) bajo el título genérico de Rimas , con un orden seguramente establecido por los propios editores-amigos, el cual permite seguir una evolución temática, desde las sugerencias sobre qué es la poesía (once primeras rimas), pasando por todas las etapas posibles en el sentimiento amoroso desde la correspondencia (con reminiscencias neoplatónicas y muy evocadoras pero imprecisas) hasta el desdén y abandono (de fuerte influencia autobiográfica y mayor precisión) que arrastra al autor hasta el sarcasmo y el desgarro dolorido.

Los rasgos que mejor definen la poesía de Bécquer son la sencillez y la naturalidad, sus versos buscaban la sugerencia vaga más que la expresión rotunda. Rítmicamente se adivina una clara predilección por la asonancia, que no debe confundirse con el descuido estilístico, sino al contrario, pues su maestría es tal que los recursos empleados casi pasan desapercibidos al lector. Bécquer aparece hoy a nuestros ojos como un anunciador del Simbolismo, como un representante del camino que lleva desde el Romanticismo a la poesía de fin de siglo.

La poetisa gallega Rosalía de Castro es también digna representante de la lírica postromántica por la profundización en el lenguaje lírico intenso y directo de su intimismo y por la dolorida expresión de sus vivencias, sin embargo, no suele ser tan conocida por haber compuestonngran parte de su obra, profundamente influida por G. A. Bécquer y por la poesía popular, en gallego, dedicada en especial a cantar, con sencillez, la problemática social, teñida de “saudade” (desasosiego, angustia y soledad personal e íntima) De sus obras en gallego destacan Cantares gallegos y Follas novas , mientras que en castellano es capital la obra En las orillas del Sar, desgarrador canto del dolor de los emigrantes y sus familias.

====El teatro romántico====

Son dos los subgéneros, el primero de ellos el drama histórico, cuyo principal representante es José Zorrilla, y el segundo el drama neorromántico, cuyos autores son menos conocidos.

El triunfo del teatro romántico es tardío y se produce tras una prolongada polémica frente al teatro neoclásico que se cultivaba con anterioridad, de fuerte carácter preceptivo, que rechazaba el espíritu libre del teatro que se proponía, en el que se abolen las unidades de tiempo y lugar, se mezclan el verso y la prosa, no se distingue entre lo trágico y lo cómico, se fragmenta la acción encuadros que requieren abundantes cambios de escenografía y los argumentos se complican, provocando la aparición de un elevado número de personajes, buscando el efectismo.

Los protagonistas de este nuevo teatro suelen ser hombres nobles, generosos y apasionados pero envueltos en un halo de misterio que los arrastra a un final trágico tras haber pasado una serie de obstáculos marcados por su destino aciago, mientras que las mujeres cumplen con un papel más pasivo; en cuanto al entorno, es angustioso y violento, abundan las noches de tormenta y las escenas de ultratumba, con cadáveres, apariciones y otras figuras macabras.

Los autores más destacados son Francisco Martínez de la Rosa, con La conjuración de Venecia , Ángel Saavedra, Duque de Rivas, con Don Álvaro o la fuerza del sino, Antonio García Gutiérrez, con El trovador y Juan Eugenio Hartzenbusch, con Los amantes de Teruel , pero sobre todo José Zorrilla con Don Juan Tenorio, estrenada en 1844, cuando el movimiento romántico ya estaba en decadencia, además de con otras obras menos conocidas como El zapatero y el rey, El puñal del godo y Traidor, inconfeso y mártir , en las cuales destaca la musicalidad de los versos así como el colorismo y excelente estructuración de sus escenas donde abundan las apariciones fantásticas.

Aunque se considera que Don Juan Tenorio es la última obra del teatro romántico, lo cierto es que se sigue cultivando cierta tendencia romántica, menos exaltada en la ideología y bastante ecléctica en el estilo durante el siglo XIX (Adelado López de Ayala) y el XX (José Echegaray y Mauel

Tamayo y Baus)

====La prosa romántica====

Dentro de este género deben señalarse tres formatos diferentes, a saber, la novela histórica, la novela social o de tesis (preludio de la novela realista), la prosa costumbrista y el ensayo.

El primero de estos subgéneros, la novela histórica, caracterizada por la recreación del pasado mítico y legendario, poblado de galanes valerosos y virtuosas y bellas doncellas, triunfa en torno a 1830 tomando como referente más inmediato las novelas del escocés Walter Scott escritas entre 1825 y 1851.

Autores y obras destacadas de nuestra literatura son El señor de Bembibre, de Enrique Gil Carrasco, Los bandos de Castilla o El caballero del Cisne (1830) de Ramón López Soler y El doncel de don Enrique el Doliente (1834) de Larra.

Hacia 1836 comienzan a divulgarse en España los ideales del socialismo utópico y surge una nueva inquietud que desemboca en la novela social o de tesis, se trata de obras de carácter sentimentaloide, llenas de patetismo y calamidades, como María o La hija de un jornalero de Wenceslao Aygual de Izco, que tiene todos los ingredientes del típico folletín melodramático; otros autores avanzan un paso más hacia la novela realista, de manera que sus textos podrían considerarse precursores de este movimiento literario, se trata de las obras como La Gaviota , de Cecilia Böhl de Faber, más conocida por el pseudónimo Fernán Caballero, autora también de La  familia de Alvareda , Clemencia y Un verano en Bornos, en las que combina la narración con digresiones, cuentos, poemas y otros elementos.

El costumbrismo es el segundo de los subgéneros integrados dentro de la prosa romántica, basado en la observación y descripción minuciosa de la vida cotidiana y de los tipos y ambientes más comunes y populares, tanto a través de cuadros de costumbres (de estructura simple y abierta y poca complejidad descriptivo-narrativa) como a través de artículos, en muchas ocasiones cargados de ironía y sarcasmo, pero siempre muy críticos con la realidad.

Cultivadores de los cuadros costumbristas son Ramón de Mesonero Romanos, que centra su atención en la vida de la clase media en la corte, que describe y critica en Panorama matritense y Escenas matritenses de forma ágil y elegante, evitando las exageraciones, y Serafín Estébanez Calderón, costumbrista andaluz entusiasta de lo castizo y popular, de lo que se ocupa, mediante un estilo algo barroco y retorcido pero pintoresco en Escenas andaluzas.

El artículo de costumbres es un subgénero creado en el Romanticismo, que está muy cercano al ensayo, por la relación de ambos con el desarrollo del periodismo en el que la figura más destacada en España fue, sin duda, Mariano José de Larra, estudiado con más profundidad en tema 56 sobre el ensayo en los siglos XVIII, XIX y XX.

El ensayo, al que este temario dedica un tema completo (nº 56), fue cultivado tanto por autores en el exilio (Autores clave para la implantación del Romanticismo en España) como el sevillano José María Blanco Crespo, más conocido por el pseudónimo de Blanco White, y los gaditanos José Joaquín de Mora y Antonio Alcalá Galiano, quienes publicaron revistas y periódicos en español en Londres, para la comunidad de exiliados liberales.

También se incluyen en el subgénero ensayo periodístico los autores de textos de crítica literaria, que, debido al contenido de sus textos, no se vieron forzados al exilio y pudieron permanecer en el país, aunque eludiendo la censura política; los más destacados fueron Bartolomé José Gallardo, Agustín Durán y Eugenio de Ochoa.

Un tercer grupo de autores ensayísticos lo forman los ocupados en la difusión cultural general, los intelectuales Juan Donoso Cortés y Jaime Balmes.