Tema 41 – Las fuentes y los orígenes de la literatura occidental.

Tema 41 – Las fuentes y los orígenes de la literatura occidental.

La Biblia. Los clásicos greco-latinos.

1. Literatura sánscrita

==> Períodos :

• Védico : himnos religiosos (Samhitas); ritos y gramática (Sutra).

• Postvédico : “Mahabharata”, “Ramayana” (poemas épicos); “Puranas” (también épicos, narraciones de leyendas y mitos).

==> Obras sobre Buda : “Tripaka” (“Las tres cestas”), “Barlaam y Josafat” (en árabe).

==> Obras líricas : “Rithusamhara”, de Kalidasa : descripción de estaciones del año.

==> Apólogos y narraciones : difundidas por medio de los árabes y hebreos. El “Panchatantra” (5 libros de cuentos y moralejas).

2. Literatura hebrea

Para los hebreos la literatura sirve a la divinidad, sus textos son sagrados.

• Apócrifos : textos orales que llegan revelados por personajes lejanos.

• Libros poéticos : salmos (canciones); “Libro de Job” : hombre justo que acepta los designios de Dios; “Cantar de los Cantares” : amores pastoriles idealizados.

• El “Talmud” : narraciones populares legendarias.

==> Edad Patrística :

• Influencias greco-latinas al principio del cristianismo, mientras que la Biblia es un texto sagrado y NO INFLUENCIABLE.

• Los judíos españoles : Escuela de Traductores de Toledo, Maimónides (filosofía + medicina). (LECTURA 1).

• Judíos italianos : León Hebreo y sus “Diálogos de amor”.

3. Literatura árabe (LECTURA 2)

==> El Corán : Palabra de Dios que transmite Mahoma.

==> Aportan el zejel, la moaxaja y la jarcha a la literatura cristiana.

==> Conexión entre la lírica hispanoárabe, la provenzal y las canciones europeas.

4. La Biblia (LECTURA 3)

==> Nombre griego.

==> Consta de Antiguo y Nuevo Testamento.

==> Versiones en España :

• S. XIII : romanceadas (Alfonso X).

• S. XV : versiónes de la Casa de Alba y la Biblia de los judíos.

• Biblia Políglota o Complutense (universitaria).

• Biblia Políglota o regia de Amberes (1560 – 1573).

5. Literatura griega

• Epopeya de tradición oral : se distinguen 2 grupos : el de los que viven el tema frente al de los poetas cultos que se documentan en libros.

• El mito y la leyenda son fuentes de inspiración griega.

• La epopeya en Homero : su mundo es verosímil y sus obras están escritas para ser recitadas : “La Ilíada”, donde Agmenón maltrata injustamente a su mejor guerrero : Aquileo; “La Odisea”, donde Ulises tras luchar en Troya vuelve a Ítaca. Características : nostalgia de la patria; sortea obstáculos; comienza el relato “in media res”.

• La lírica griega : se expresan sentimientos personales; se divide en : poesía personal y poesía coral.

• El teatro en grecia : manifestación religiosa : ==> la tragedia = conflictos que arrancan de pasiones humanas; ==> la comedia = obra de espíritu burlón y satírico.

• Fábulas de Esopo : narran anécdotas imaginarias de un animal que habla y razona como un hombre.

Otros autores :

Platón crea una “academia” donde los alumnos aprenden matemáticas y filosofía. Su idealismo marca influencias en la literatura posterior de Occidente.

Aristóteles también influirá en muchos autores con su “Poética”.

6. Alejandría, sede cultural (desde finales del S. IV a. C. hasta finales del S. I a. de C.)

• La literatura alejandrina da pie a la latina. Destaca la obra “Las Argonáuticas”, de Apolonio de Rodas. (LECTURA 4).

• Los epigramas aparecen en antologías desde el S. IV. Son poemas de 2 a 8 versos colocados en tumbas, monumentos, estatuas, exvotos, y ofrecidos a una divinidad.

7. Literatura en lengua latina

• Es continuadora e imitadora de la griega.

==> La cultura romana :

• Hombres prácticos (realismo).

• A nivel intelectual generalizan y vulgarizan.

• Desarrollan dotes de observación y facultades descriptivas.

• Poesía íntima.

• Aprenden a escribir cuando los etruscos les transmiten uno de los alfabetos griegos.

• Los textos los aprenden escuchándolos en voz alta.

• La lengua se fija en contacto con la religión.

• Tenían un gran sentido del ritmo en la frase.

– Los 1ºs autores romanos escribieron en griego (Cicerón), frente a los provincianos, que utilizaron el latín. Al lado de la elocuencia, la prosa literaria se centraba en 3 disciplinas : retórica, historia y filosofía, a las que se añadieron el ensayo y la narración.

– Al terminar la Edad Antigua, la literatura romana se transforma en cristiana. La mayor parte de las pérdidas de textos romanos se produjeron en la Antigüedad Tardía (época

de transición entre la Antigüedad y la Edad Media) con la destrucción y disgregación de muchas bibliotecas en las continuas invasiones de los pueblos “bárbaros”; las obras que sobrevivieron al cristianismo, nunca fueron olvidadas del todo. Con el florecimiento de la Patrística en el siglo IV, al darse el cambio del uso del rollo de papiro al del códice de pergamino, se revisaron los clásicos paganos y cristianos. Muchos escritos latinos no

cristianos se conservaron porque eran útiles : obras técnicas de arquitectura, veterinaria, agricultura, medicina, etc…

LECTURA 1 :

LA ESCUELA DE TRADUCTORES DE TOLEDO

Desde los tiempos de Don Raimundo, arzobispo de Toledo (1151), existía una práctica que, sin dejar por el momento huella escrita en la lengua vulgar, fue para ésta un eficaz ejercicio de exposición didáctica: en las traducciones de obras árabes o hebreas colaboraban un judío, que hacía una versión oral romance, y un cristiano, que trasladaba esta versión romance al latín.

Tal procedimiento llevaba ya un siglo en uso en tiempo de Fernando III El Santo, muerto en 1252, cuando aparecieron las colecciones novelísticas como el Calila e Dimna en traducciones castellanas cuya sintaxis trasluce fuertemente la de los textos árabes originarios. También a mediados de siglo se trasladaron al castellano catecismos político-morales como el Libro de la noble e lealtad, Poridat de las poridades, El Bonium o Bocados de Oro, etc., consistentes en colecciones de sentencias donde predomina la sucesión de oraciones unidas por la conjunción copulativa. Pero con frecuencia aparecen frases complejas, engalanadas con símiles y contrapuestas según el paralelismo antitético que gustaba a árabes y hebreos. También se flexibiliza la sintaxis y se enriquece el vocabulario con gran entrada de cultismos, sobre todo escolares y científicos.

Con el arzobispo Don Raimundo se relaciona la primera obra extensa en prosa castellana, La Fazienda de Ultramar, itinerario de Tierra Santa con mención de los pasajes bíblicos relativos a cada lugar. En ella se traducen del hebreo los pasajes bíblicos, aunque se tenga también en cuenta la Vulgata. De este modo se anticipa la doble procedencia que habían de tener las versiones españolas de los textos sagrados durante la Edad Media. Las dos más antiguas, incompletas, corresponden a mediados del siglo XIII, y una de ellas incluye “la traslación del Psalterio que fizo Maestre Herman el Alemán segund cuemo está en el ebraygo”, aunque el resto proviene de la Vulgata. Se sabe que Hermann trabajó en las escuelas toledanas entre 1240 y 1256 traduciendo del árabe al latín comentarios de Averroes sobre Aristóteles.

Alfonso X, el Sabio Escuela de Traductores [1252-1277]

El reinado de Alfonso X (1252-1284) es un período de intensa actividad científica y literaria dirigida por el mismo rey. La nota más singular de su empresa cultural fue su vinculación simultánea a Oriente y Occidente. Con él se desarrolló en la Corona de Castilla una cultura de síntesis, en la que entraban ingredientes tanto cristianos como musulmanes y judíos. La fecundidad de la colaboración entre intelectuales de las tres culturas tiene su máxima expresión en las escuelas de investigadores y traductores que estableció en Murcia, Sevilla y Toledo y que transmitieron al mundo occidental la cultura oriental y se recuperó gran parte de la clásica.

Por su iniciativa se tradujeron al castellano la Biblia, el Corán, el Talmud, la Cábala, Calila y Dimna, colección de fábulas indias, el Tesoro de Brunetto Latini, etc. Prosigue la costumbre de que en las versiones de lenguas orientales trabajen a la par judíos y cristianos y fruto de su labor son varias traducciones latinas; pero es más frecuente que la obra quede en romance y que el cristiano ponga en castellano más literario la versión oral de su compañero. Esta preferencia por un texto romance, absteniéndose de pasarlo al latín, respondía a los afanes del monarca respecto a la difusión de la cultura; pero es indudable que obedeció también a la intervención de los judíos, poco amigos de la lengua litúrgica de los cristianos. La consecuencia fue la creación de la prosa castellana. También la grafía quedó sólidamente establecida; puede decirse que se mantuvo hasta el siglo XVI.

El uso del castellano como puente para la traducción de los textos arábigos al latín tuvo consecuencias importantes para el desarrollo del español en su etapa temprana, como ya se ha apuntado. Las traducciones españolas, a pesar de ser un tosco borrador oral interpuesto entre dos lenguas muy elaboradas y precisas como el árabe y el latín, constituyeron un formidable ejercicio para la formación de un modo de expresión que luchaba por ser artístico. Como resultado del mismo, la prosa española del siglo XIII se había amoldado a la sintaxis árabe.

Hasta el siglo XIV no volvió la prosa europea (latina) a convertirse de nuevo en el modelo de la prosa castellana. Como es natural, la decisión de Alfonso X de convertir al castellano en lengua de llegada no redujo el efecto de la sintaxis árabe en la prosa castellana, muy al contrario, porque las obras traducidas por ese método alcanzaron una difusión mucho mayor dentro de España. Su decisión de abandonar el latín como lengua de llegada tuvo, efectivamente, importantes consecuencias respecto de la esfera de influencia que este vasto corpus documental iba a tener fuera de las fronteras del país. Muerto Alfonso X, el trabajo de sus escuelas disminuyó en intensidad y redujo su campo de acción, pero algunas de sus obras se acabaron durante los reinados de sus sucesores.

Los traductores y las obras de la Escuela de Toledo Obras científicas: traductores cristianos y judíos Traductores cristianos: Alvaro (de Oviedo). Traductor en Toledo bajo los reinados de Alfonso X y de Sancho IV

Libro Conplido (De judiciis Astrologiae) Alvaro hizo la traducción latina usando la traducción oral española de Jehuda ben Moses Cohen del tratado árabe de Abenragel. Es el único caso documentado de una traducción doble y simultánea. El prólogo del Libro de los juicios… confirma que Jehuda “traslato de lengua araviga en castellana” en tanto que el prólogo de De judiciis afirma que Jehuda “transtulit de arabico in ydeoma mateernum” y que Alvaro, por su parte, “transtulit de ydeoma materno in latinum”. En el método tradicional de traducción usado en Toledo desde los tiempos de Juan Hispalense y Domingo Gundisalvo, Jehuda leyó el texto arábigo, dando una traducción oral en español mientras que Alvaro, mientras oía la traducción, dictaba su equivalente latino al escriba. La novedad que introdujo el rey Alfonso consistió en agregar a este equipo de dos expertos un escriba que realmente ponía por escrito la versión en castellano. Muy pronto Alfonso suprimió casi por completo la traducción al latín, pero no sacrificó el concepto de equipos de dos expertos.

Garci Pérez . Ayudó a Jehuda ben Moses Cohen en la traducción del Lapidario.

Maestre Bernardo el Arábigo. Arabe converso, ayudó a Abraham Alfaquí en la revisión de 1277 del Libro de la açafeha, hecha en Burgos.

Maestre Ferrando de Toledo. Traductor de la primera (1256) versión del Libro de la açafeha

Juan D’Aspa (Daspa). Colaboró con Jehuda ben Moses Cohen en la traducción literal del Libro de la alcora y del Libro de las cruzes, terminados ambos en 1259.

Guillén Arremon D’Aspa (Daspa). Erudito, versado en astrología. Colaboró con Jehuda en la traducción de los IIII libros de las estrellas de la ochaua espera.

Edigio de Tebladis (de Parma). Italiano tradujo al Latin el Quatripartito de Ptolomeo ( ), con comentarios de Ibn Ridwan.

Tradujo al latín, junto con Piteo de Regio, la versión española de Jetudas del Libar de Judaices Astrología (Libro compelido en losiudizios de las estrellas) de Ibn Aben Ragel. No trabajó directamente con textos árabes.

Juan de Mesina. Traductor no identificado de la segunda versión de los IIII Libros de las estrellas de la ochaua espera (1276).

Juan de Cremona. Notario del rey, trabajó con Jehuda y Samuel ha-Levi y su compañero italiano, Juan de Mesina, en los IIII Libros…

Bonaventura de Siena. Notario del rey y escribano. Tradujo al francés, en 1264, en Sevilla, la traducción castellana de Abraham, Escala de Mohama (Livre de leschiele Mahomet).

Pietro Reggio. Italiano (?), notario de la Real Cancillería. Colaboró con Edigio de Tebaldis en Libro complido….

Traductores judíos:

Jehuda ben Moses Cohen (Mosca el Menor) de Toledo. Médico del rey Alfonso. Traductor (principalmente), compilador y autor.

Tratado de la açafeha. Traducción latina (texto árabe de al-Zarqali) junto con Guillelmus Anglicus, 1231.

Lapidario, 1250 y 1279; Traducción española (traducción árabe de Abu-l`Ayis del texto Caldeo). 15 tratados sobre astrología (efectos de las estrellas sobre el hombre y propiedades de 360 piedras con las que protegerse de las influencias astrales negativas; empezó en 1243 con la ayuda de Garcí Pérez, revisado en 1279 (11 tratados perdidos)

El Libro conplido en los iudizios de las estrellas, 1254; Traducción española de 5 de las 8 partes (como en las versiones árabe y latina) sobre la astrología judicial; texto árabe de Abu-l- Hassan `Ali ibn Abil-Rigal (Aben Ragel); recensión latina por Alvaro (de Oviedo?), basada en la versión española. De judiciis astrologiae

Los IIII libros de las estrellas de la ochaua espera, 1256; Traducción española junto con Guillen Arremon Daspa (d’Aspa), amanuense. Derivada de la obra árabe de `Abd al-Rahman al-Sufi, es un catálogo de las estrellas que giran basado en las ideas de Menelaos de Alejandría. Original Caldeo. Alfonso X lo tuvo revisado y ordenado por conceptos en 1276, obra de Samuel ha-Levi, Joan de Mesina y Joan de Cremonay Jehuda ben Moses Cohen. La versión de 1256

se perdió. (Astrognosia, astronoma’stica y astrote’tica)

Libro de las cruces, 1259; castellano, con Johan d’Aspa, para Oviedala (Abu Said `Ubaid- Allah); 65 capítulos sobre aspectos de la vida astral y cómo se aplican al rey (primer tratado sobre astrología escrito en Castilla); no incluida en la recopilación de Alfonso El Sabio Libros del saber de Astronomía.

Libro de las Tablas Alfonsíes, 1256-1277; traducción castellana, co-compilado y redactado con Isaac ibn Cid (Rabiçag) por orden del rey Alfonso, que consideró insatisfactorias las Tabulae Toletanae. Basado en las observaciones de los astrónomos que el rey reunió en Toledo:

“Aben Raghel y Alquibicio, sus maestros toledanos; Aben Musio y Mohamat, de Seville; y Joseph Aben Alí y Jacobo Abenvena, de Córdoba, y otros, más de 50, que trajo de la Gascuña y de París con jugosos sueldos, y el rey les ordenó traducir el Quadripartitum de Ptolomeo y reunir los libros de Montesan y Algazel; … que reunieron en el Alcázar de Galiana, y discutieron

el movimiento del firmamento y de las estrellas bajo la presidencia de Abenragel y Alquibicio cuando el rey estaba ausente; … y después de haber llevado a cabo esta gran obra entre 1258-1262, Alfonso los envió a sus respectivos países, contento, dándoles salvoconductos y concediéndoles a ellos y a sus descendientes la exención de impuestos y alcabalas, de lo cual hay cartas fechadas en Toledo, el 12 de Mayo, de la era 1300 (Mayo de 1261 o 1262)”[Prólogo]. Versiones latinas, especialmente las de John of Saxony, (2ª mitad del siglo XIV), aunque fueron conocidas en París en 1292. Numerosas ediciones de la Tabulae Alphonsii (o Tabulae Toletanae): Venecia, 1485, Leipzig, 1580, etc. Traducción hebrea de Mose ben Abraham de Nîmes, 1460, de Qalonymus, 1465. La copia de trabajo de Copernicus, manuscrito de Upsala.

Libro de la faiçon dell espera. et de sus figuras. et de sus huebras. que es llamado Libro de la alcora, 1259; traducción literal castellana junto con Juan d’Aspa. Tratado sobre las esferas celestiales de Qusta ibn Luqa; revisado y aumentado en 1277 por el Escritorio Real como parte de los Libros del saber de Astronomía.

Tetrabiblon o Quatriparito (Ptolomeo), 1271-75; traducción castellana (perdida). Síntesis del original por Juan Gil de Zamora. Traducción latina del español por Edigio de Tebaldis y, de ella, una recensión francesa.

Isaac Ibn Cid (Rabiçag = Rabi Zag, etc.) de Toledo “Nuestro Sabio”

Autor (principalmente) y traductor, trabajó sobre todo entre 1263 y 1277. Estudio y exégesis del Talmud, cantor de Toledo, hombre adinerado (uno de los cuatro judíos de los que Alfonso dependió básicamente y a los que compensó generosamente. Versado en astronomía, astrología, arquitectura y matemáticas.

Libro de las armellas o de la açafeha, encargado por Alfonso, que lo quería “bien conplido et bien llano de entender” para que “cualquier hombre pudiera usarlo fácilmente”. En realidad son dos tratados, cómo construir el instrumento y cómo usarlo. Se deriva de un tratado árabe del siglo XI sobre el mismo asunto de al-Zarqali.

Libro del astrolabio redondo. Dividido en 3 partes: construcción del instrumento, el firmamento y su movimiento y uso del instrumento. No se conoce una fuente directa, pero hubo al menos 2 tratados árabes anteriores sobre el asunto.

Libro del ataçir, libro sobre el astrolabio plano (para cálculos rápidos del movimiento de las estrellas), habitualmente usado por los astrólogos. Alfonso le ordenó componer el libro “para que los hombres sean sabedores de las cosas de este mundo y de la importancia de la vida del hombre y de las cosas buenas y malas que hay en ella”.

Lamina Universal. En el prólogo Alfonso explica que la obra original (árabe) se había hecho en Toledo y de ella hizo Arzarquiel “açafea”. (Original atribuido a Ibn Jalaf de Córdoba, circa 1019.)

Libro de quadrante pora rectificar, 1277, (sobre la construcción y el uso del cuadrante [“quadrans vetus”, no “quadransnouus”]). No se conocen obras árabes sobre el asunto, por eso no está claro si Rabiçag la compuso o la tradujo.

Cuatro obras sobre la construcción de relojes, encargadas por Alfonso. Libro del relogio de la piedra de la sombra. Libro del relogio dell agoa. (Quejándose de la sorprendente inexactitud de los relojes (“non puede ser que non alcançassen en cada ora algun yerro. et quanto mas se yuan las oras. yuasse el yerro alçando”), el rey ordenó a Rabiçag que emplease “quantas maestrias podies poner” para construir uno que marcara bien el tiempo.)

Libro del relogio dell argen uiuo.

Libro del relogio del palacio de las oras. (Libro sobre la construcción de un palacio con ventanas situadas de tal modo que la luz que entraba en él a lo largo del día reflejaría el tiempo en el patio).

Abraham, Alfaqui’ de Toledo. ( -1294).

Traductor, compilador y “capitulador”, activo entre 1260-1277. Médico de Alfonso el Sabio y de su hijo, Sancho. Tomado como rehén, junto con otros cuatro prominentes judíos, por los nobles rebeldes que pedían la supresión de los impuestos y derechos de aduana. Devuelto a su cargo en 1275. La crítica de Haskins a la inapropiada literalidad de los traductores alfonsíes (Studies in the History of Meiaeval Science, 18) se refieren probablemente a la obra de Abraham, descrita a menudo como “exacta, meticulosa, extremadamente literal”.

Libro de la Constitucion (Construction) del Universo. Traducción española de Litab fi-hay’at al- alam yb Abu `Ali al-Haitam. Traducción latina, con diferentes títulos, del castellano: De mundo et coelo, De motibus paletarum, etc. Traducción hebrea de Jacob ben Mahir, traducida al latín por Abraham de Balmes, siglo XV.

La Escala de Mahoma (Mi’rag). Traducción española del árabe (Halmacreig). Narración exegética de la jornada nocturna de Mahoma (Zura 17 Corán); (1264, perdida). Bonaventura de Siena tradujo la versión castellana al francés en Sevilla en el mismo año. Varias traducciones latinas.

Libro de la Açafeha. En el prólogo Alfonso cuenta la historia de la obra: Azarquiel, el autor original, la escribió en honor del rey moro de Toledo, Alemun (1037-1074), luego se trasladó a Sevilla donde escribió otro libro sobre el funcionamiento del instrumento por encargo de al-Mu tamid (1068-1091), y esta obra fue traducida del árabe al castellano por Maestre Fernando de Toledopor orden de Alfonso que más tarde ordenó a Maestre Bernaldo el Arabe (convertido del Islam) y a Abraham, su alfaqui’, retraducir la obra en Burgos, “mejor y con más precisión”. Lo mismo que ocurrió con el Libro de las estrellas fijas, Alfonso estaba aparentemente insatisfecho con la inexactitudes de la primera traducción. Por eso parece que él es el responsable de la “extrema literalidad” adjudicada a Abraham y a otros traductores del mismo campo. Estas retraducciones atestiguan en mayor medida el interés del rey por la astronomía y la astrología y sus considerables conocimientos de ambas, así como su implicación personal en las actividades de su escuela de traductores, un esfuerzo que Haskins eleva a “leyenda” (p.7).

Samuel ha-Levi Abulafia de Toledo

Autor, compilador y traductor, ( – 1276), activo durante el tercer cuarto del siglo. De la industriosa familia Abu-l`Afiyat (Abraham ben Samuel ha-Levi Abulafia[1240-1291], escritor, cabalista, místico y pseudoprofeta que intentó convertir al Papa Nicolás III al judaismo en 1280; Joseph ben Todros ha-Levi Abulafia, Meir ben Todros ha-Levi Abulafia [el Rab],

Talmudista, escritor, médico personal de la reina Doña Violante), acompañó a la familia real a Perpiñán en el viaje de Alfonso para tratar con el Papa Gregorio I sus derechos al “Imperio Romano”).

Libro del relogio de la candela, la 5ª de 5 compilaciones sobre relojes ordenada por Alfonso X. Libro de la fábrica y de instrumento del levantamiento que en arábigo se llama ataçir.

Traducción castellana del árabe; perdida, pero conservada en Gueruccii filio cionis Federighi civis, traducción al italiano florentino del texto español realizada en Sevilla en 1341.

Los IIII libros de las estrellas de la ochaua espera. La composición original de 1256 de Jehuda ben Moses Cohen y GuillenArremon Daspa fue revisada en 1276 por Joan de Mesina, Joan de Cremona (cristianos), y Samuel ha-Levi (compilador) yJehuda (también compilador, la segunda vez)

Xosse Alfaqui’ Colaborador poco conocido. En 1277, como reflejo de los esfuerzos denodados de Alfonso para completar sus obras astronómicas y astrológicas, se encargó a Xosse que escribiese el capítulo final del Libro de la alcora, el tratado astronómico de Qusta ibn Luqa, traducido por Jehuda ben Moses Cohen in 1259

LECTURA 2 :

LA LITERATURA ARÁBIGO – ANDALUZA :

ETAPAS EN LA LITERATURA ARÁBIGO-ANDALUZA

1. El período de los emiratos.-

La península Ibérica fue invadida por los árabes en el año 710, y en el 715 prácticamente toda la Península estaba bajo dominio islámico. La capital de al-Andalus se estableció en Córdoba. A pesar de que Abd al-Rahman I proclamó la independencia de al-Andalus, los contactos religiosos y culturales siguieron vivos, aunque sólo fuera por el precepto islámico de peregrinar a La Meca, viaje que suponía para los peregrinos un rico contacto cultural con las ciudades orientales como Bagdad o El Cairo. Así fue como se introdujo la poesía árabe en la naciente cultura arábigo-andaluza.

2. El período del Califato.-

Con el fin de dar esplendor a su emirato independiente, Abd al-Rahman II llevó a al-Andalus a los artistas más eminentes; éstos crearon escuela y pronto tuvieron magníficos seguidores autóctonos.

Abd al-Rahman III se rodeó de poetas y eruditos para conseguir una conciencia nacional y así surgen dos escuelas poéticas características, la sevillana, más proclive a la poesía amorosa y lírica, y la cordobesa, más intelectual y filosófica. Pero el gran protector de las artes y las ciencias fue Al Hakam II y durante su reinado aparecieron obras como el Libro de los huertos, una antología de poetas arábigo-andaluces. Es una época de veladas palaciegas y poetas cortesanos en las que destacó el gran poeta Ibn Hani de Elvira (?-972).

3. Los reinos de Taifas.-

Tras la descomposición del poderío Omeya surgieron los reinos de Taifas que aunque desde un punto de vista político y militar se debilitaron, en ellos las letras arábigo-andaluzas alcanzaron un gran desarrollo. En Sevilla sobresalió al-Mutamid y en Córdoba Ibn Hazm (944-1064) autor de El collar de la paloma, un tratado amoroso que se difundió por toda Europa.

4. Los almorávides.-

Con la llegada de los almorávides, la literatura cortesana, intelectual y elitista cede ante otra más popular; a esta época pertenecen las moaxajas, composiciones líricas en algunas de las cuales se han encontrado jarchas. Este género fue cultivado con gran maestría por Ibn Quzmán (c. 1078-1160).

5. Los almohades.-

Los almohades fueron una potencia religiosa que predicaban la unidad de Alá desde la pureza del Corán. Con ellos se desarrolló una literatura filosófica de gran hondura en la que destacaron figuras como Tufayl de Guadix, autor de El viviente hijo del vigilante —que fue conocido durante la edad media como el ‘Filósofo autodidacta’—, el gran Ibn Rusd (1126-1198) al que los escolásticos llamaron Averroes e Ibn Arabi de Murcia

6. El reino de Granada.-

Los últimos años del reino de Granada estuvieron marcados por las crisis políticas y económicas y las letras no fueron tan brillantes como en épocas anteriores, aunque muchos autores árabes o mudéjares siguieron trabajando en los reinos cristianos y su influencia ya se había dejado sentir en toda Europa.

LECTURA 3

LECTURA 4 :

J. ZARAGOZA BOTELLA. Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991

Todo lo que se sabe de la vida de A. de R. procede de dos escolios del Códice Laurentianus, que a su vez fueron la base de breves biografías que aparecen en manuscritos tardíos. La fecha de su nacimiento es muy incierta; puede aceptarse corno la más satisfactoria ca. 265. Suidas y Estrabón (559, 47 ed. Didot) dicen que era alejandrino, mientras que Ateneo (VII 283) y Eliano citan otra tradición según la cual era de Naucratis,próxima a Alejandría.

El propio A. se considera discípulo de Calímaco, primera figura literaria de su época y bibliotecario de la Biblioteca de Alejandría. Entre los 18 y 20 años hace la primera lectura pública (epideixis) de parte de su obra. Calímaco recibe al joven épico con el mismo despiadado sarcasmo con que desecha los poemas cíclicos. Se ignora cuánto tiempo se mantiene frente a las burlas de sus críticos, pero sí que al fin se exilia a Rodas, donde, como maestro de retórica, revisa y perfecciona su poema. Allí, su segunda recitación tiene tal éxito que los rodios le honran incluyéndole entre los ciudadanos y desde entonces se le llama A. de Rodas. Su fama le estimula para responder a las pullas del «dictador» alejandrino, a cuya influencia atribuía su primera desgracia, y la enemistad entre ambos alcanza la mayor acritud que se conoce en el antiguo mundo de las letras. Se conserva un epigrama de A. sobre su maestro en el que expresa desprecio por su afectación y esterilidad. Por otra parte, Calímaco, al hablar en Aitiai (Las causas) de la leyenda de los Argonautas, acusa a su discípulo de plagiario. La disputa sólo termina cuando muere Calímaco, en 240235 a. C. Después de la muerte de su enemigo, A. no regresa enseguida a Alejandría; pero una de sus vidas dice que fue bibliotecario de Alejandría después de una tercera epideixis de su obra.

A. es el autor de una gran epopeya: Las Argonáuticas. Para hablar de sus

fuentes habría que enumerar la mayor parte de la literatura griega: poemas homéricos; otros poemas épicos antiguos; primeros logógrafos y geógrafos; escritores previos de argonáuticas; escritores que introdujeron la historia de los argonautas incidentalmente; narradores de relatos de Heracles; poetas alejandrinos. Homero es la fuente y principio de Las Argonáuticas por su dicción y forma. A. no hubiera podido escribir su obra sin la Ilíada y la Odisea, aunque no es un eco de ninguna de ellas, ni A. sea un servil imitador.

En Las Argonáuticas se localiza la acción antes de los poemas homéricos. Se desconoce si tiene base histórica; pudo nacer de viajes a la Cólquida, de donde los viajeros traerían relatos de los países que visitaban y de las aventuras que habrían corrido en su peligroso viaje. En los cuatro libros, se relata la búsqueda del vellocino de oro; es la primera exposición épica completa de este ciclo de leyendas, elaborada con un gran escrúpulo, como puede apreciarse sobre todo en los dos primeros libros, que describen el viaje a la Cólquida. El primero relata las aventuras que llevaron a la conquista del vellocino de oro y el cuarto los peligros de la fuga y del regreso. La parte primera contiene un amplio catálogo de los argonautas según la antigua tradición épica; se detiene en el paso de las rocas Simplégades (a la entrada del Ponto) y en el desembarco en Lemnos; otro episodio interesante es el rapto de Hilas, que permitirá a lasón convertirse en protagonista. En el segundo libro, la lucha entre Pólux y el rey bárbaro Amico, que había sido cantada antes por Teócrito, así como el episodio de Hilas. En Bitinia encuentran al rey ciego Fineo, a quien liberan de las Harpías y reciben consejos para el viaje. El tercer libro, después de un nuevo proemio, narra el amor de Medea por Jasón; su lucha entre la fidelidad a la casa paterna y su romántica pasión están presentados como un drama cargado de tensión hasta que se llega a la escena en que lasón recibe los filtros encantados que le darán la victoria hasta capturar el vellocino y huir con Medea, esto ya en el libro IV, que constituye uno de los capítulos más fascinantes de la geografía mitológica, con gran vivacidad dramática. En el mar Tirreno visitan a Circe, que los purifica de la muerte del hermano de Medea. Pasan también por los lugares míticos de la Odisea, que A. suponía en el Mediterráneo occidental. En Corcira se celebra el matrimonio entre lasón y Medea, pero antes de volver a su patria se insertan diversas historias de antigua tradición.

Las Argonáuticas tienen muchos aspectos que dependen ante todo de los varios presupuestos histórico-literarios de la obra. Mientras unos la consideran un poema aburrido y pedante, otros, cada vez en mayor número, ven en él auténticas calidades poéticas. Aunque el mundo homérico está ya muy lejano, hay en esta obra muchos elementos esenciales de la antigua épica, como la intervención de los dioses, que aquí aparece separada de la actuación humana, en un escenario superior, sin lazos insolubles con los sucesos terrenos. Hay también muchos elementos formales de la épica; una de sus características es la belleza de los símiles, que aparecen limitados directamente a la acción, sin vida propia como en Homero. Es muy hermosa la comparación de la irresolución de Medea con la imagen del sol reflejado en el agua, que se volverá a ver en Virgilio y en Aristeneto.

Al igual que Homero conoce las escenas típicas, pero las reduce al mínimo, y los versos formularios, que repite íntegros. Una amplia base de su lengua es homérica. A la herencia homérica se contraponen los elementos helenísticos: el realismo en su más amplio sentido, el pasado mítico relacionado con el presente de acuerdo con relatos extendidos en el viaje. Deriva de Eurípides al describir sentimientos humanos, sobre todo los provocados por Eros, como en el caso de Medea, cuyo tormento se ha considerado la mejor descripción de A. Característico también del helenismo son las descripciones de paisajes, inconcebibles en la época arcaica. A. no siempre consigue asimilar la masa de elementos tradicionales que le atraían como erudito; su genio poético no era suficiente para fundir en una nueva unidad tantos elementos heterogéneos.

Quedan muy pocos restos de otras obras: Kriseis (fundaciones de ciudades) como Alejandría, Naucratis, Cnido, Rodas y Cauno. Dudosa la atribución de una Fundación de Lesbos. Un poemita sobre Cánobo (lugar de placer muy frecuentado). Tuvo considerable reputación como crítico homérico, de Hesíodo, Arquíloco y Antímaco (final s. V a. C.).