Tema 42 – La épica medieval.

Tema 42 – La épica medieval.

Los cantares de gesta. “El Cantar de Mío Cid”.

1. El problema de la formación de la épica medieval

• En el Romanticismo se despierta un gran interés por la cultura medieval. Según los románticos la épica medieval nace entre los siglos VIII y IX, al calor de la batalla, fruto de la emoción de la victoria o sufrimiento de la derrota. Eran cantos breves y líricos, transmitidos oralmente y refundidos en manuscritos tres siglos después, refundición actualmente conocida como cantar de gesta.

• Según L. Fauriel (S. XIX), la épica medieval francesa de los siglos XI, al XIII

viene a tener el origen expuesto en el punto de arriba.

• Gastón París sostiene que el origen coincide con la afirmación de la personalidad de una raza exaltada, como es el caso de las cantilenas a Carlomagno y que, continuadas por los juglares en el S. XI, pasarían luego al manuscrito refundido en una sola obra.

• La teoría de las “cantilenas” es rechazada por Milá i Fontanals (1874); las cantilenas no eran el origen de los cantares épicos acabados en manuscritos, ya que según él y otros autores contemporáneos a él, los cantares épicos se muestran en una sola obra, siendo creaciones con unidad perfecta de inspiración y no fruto de varios cantos populares no manuscritos o cantilenas.

• Para Pidal las gestas se refundieron más tarde de lo que creía Milá.

• Bedier (1910) levanta la teoría “individualista”, en la que niega el nacimiento inmediato de leyendas rápidamente ligadas a los acontecimientos históricos, sino que más bien las fuentes de los cantares épicos eran las vidas de héroes y santos que recitaban los juglares de cada iglesia de los caminos de peregrinación.

• Fawtier se opone a Bedier. El primero demuestra que hay versiones bastante anteriores a la Chason de Roland de 1100.

• En la “teoría tradicionalista”, Pidal coincide con los románticos en el fermento popular de los cantares épicos y se opone a Bedier en la idea de este último sobre la evidencia de intervención de poetas cultos.

• Para Pidal esta poesía épica es anónima y vivió varios siglos en constante refundición. No había textos escritos, sino orales para cada ocasión.

• Para Pidal, los viejos relatos españoles no pasaban de 500 ó 600 versos, aunque luego crecen al ampliarse en refundiciones sucesivas, llegando a obras mayores como “El Mío CId”, en manuscrito, pero mucho más tarde.

• Hoy se tiende a contemplar el problema de los orígenes en el sentido de una compleja interrelación de elementos cultos y juglarescos, seculares y clericales.

2. El problema de los orígenes de la épica castellana

• La teoría latina, defendida por H. Salvador, parte de una evolución de la épica latina para adaptarse al pueblo.

• La teoría francesa, de Gastón París, parte de ciertas semejanzas entre la épica francesa y española, y concluye que la francesa es el origen de la española. Pidal la rechaza, diciendo que hubo sólo una influencia de la gala en el S. XII.

• La teoría germánica defiende que los cantares de gesta en España y Francia se originan de las costumbres de francos y godos de cantar las glorias de sus naciones. La dificultad principal es la de llenar el considerable espacio de tiempo que media entre la época de los godos y aquella en la que se escribieron los manuscritos épicos o en la que aparecen las primeras muestras de la épica heróico-popular (siglos X-XI) en España.

• La teoría arabista de principios del XIX, encabezada por Conde y Huet, propone la posible influencia de la poesía arábiga. Los árabes disponían de un género preislámico destinado a contar los combates entre las tribus.

• Algunas teorías más recientes son eclécticas, sosteniendo influencias francesas, germánicas y arábigas en la creación de la épica castellana.

3. Características de la épica española

• Irregularidad y asonancia del verso al principio, más tarde regularidad perfecta.

• Enorme vitalidad y capacidad de renovación de diferentes géneros.

• Realismo, historicidad, cotidianidad de los hechos.

• Espíritu democrático y aire de patriarcal llaneza.

• Para Spitzer estos puntos son rebatibles, ya que sostiene que algunos elementos de realismo históricos pueden ser ficticios.

• Tras la tesis de Spitzer, Pidal rebaja el término de “realismo” a “verismo”.

4. Las gestas castellanas : temas, ciclos y cronología

• 4 etapas :

1ª : De formación (S X – 1140) : cantares breves (hasta 500 ó 600 versos) :

– Don Rodrigo y la pérdida de España, Fernán González, La condesa traidora y el conde Garcí Fernández, Romanz del Infant García, Los siete infantes de Lara, La gesta de Ramiro y García, Cantar a la muerte del rey Don Fernando, Cantar de Sancho II de Castilla, El Mainete.

2ª : Cantares de más perfección y longitud (1140 – 1236) :

– Mío Cid, Chronicon Mundi, Cantar de la mora Zaida, Gesta de Roncesvalles, La peregrinación del rey de Francia.

3ª : Época de las prosificaciones. Obra constante de refundición de poemas antiguos (1236 – 1ª mitad del S. XIV) :

– Ampliación del Mío Cid y de Los siete infantes de Lara.

– Gesta del Abad don Juan de Montemayor.

4ª : Se produce la hinchazón y grandilocuencia de la épica. Etapa de decadencia. Se pierde el gusto por la robusta severidad de los cantares épicos en busca de nuevas formas. Entran elementos de los cantares épicos en busca de nuevas formas. Entran elementos novelescos o legendarios. Se fraccionan los largos poemas. Nacen y se consolidan los romances (2ª mitad del S. XIV – 2ª mitad del S. XV) :

– Cantar de las mocedades de Rodrigo (versión grotesca del Mío Cid).

5. Otros cantares de gesta hispánicos

– Poema de Alfonso XI, de casi 10.000 versos, atribuible a Rodrigo Yáñez, de lengua original leonesa. Biografía de Alfonso XI.

– Épica catalano-aragonesa : La campana de Huesca. Tema basado en hechos reales. Vicisitudes del monje Ramiro, debida a la rebelión de los monjes de Huesca.

6. Estudio del Cantar de Mío Cid

• PROBLEMAS SOBRE LA FECHA DE COMPOSICIÓN Y LA AUTORÍA :

1. Pidal supuso la fecha de 1307 y que Per Abat era un copista de un poema perdido de 1140.

2. Bello y Dozy supusieron la fecha de principios del S. XIII. Curtius, a finales del

S. XII, basándose en semejanzas con ciertos poemas franceses.

3. Se interpretó que los frecuentes arcaísmos que usa el amanuense en 1307 provienen de la 1ª redacción, que se ha de fijar a mitad del siglo XII.

4. El autor : Pidal supone que fue algún juglar de Medinaceli o de alrededores, ya que esta localidad está mencionada repetidas veces, por lo que el poeta debería conocer muy bien la zona.

5. Pidal piensa más tarde que puede ser un poeta de San Esteban de Gormaz, también por la alusión a este lugar repetidas veces en el poema y por el verismo histórico de dichas citas toponímicas. Al observar Pidal una doble versificación en el poema, llega a sostener una doble autoría del mismo : poeta de Medinaceli – poeta de San Esteban.

6. Para Ubieto Arteta, Per Abbat refundió y actualizó en 1207 un texto de 1140 o de antes de 1128. Para él el manuscrito sería de mediados del S. XIV y copiado probablemente en tierras burgalesas por el carácter de la letra. Ubieta llega a defender que probablemente Per Abbat es el autor del poema.

7. Jule Horrent sostiene que la versión accesible más antigua nacería unos 20 años después de la muerte del héroe. Para éste, igual que para Alarcos, parece que Per Abbat fue un simple copista. Al autor lo localiza en San Esteban de Gormaz.

8. Recientemente Pattison ha situado el poema en el siglo S. XIII por razones lingüísticas.

9. Podríamos imaginar que el poeta era clérigo, según M. Antolínez, aunque no cree lo mismo Colin Smith, pues “los sentimientos cristianos del poema son los normales de la época”.

• “MÏO CID” COMO PRODUCTO DE SU TIEMPO :

1. En el poema, lo verdadero, lo alterado y lo inventado, se disponen magistralmente para formar una creación poética.

2. Según Vossler nos encontramos ante una cuestión no nacional, sino personal.

3. Pidal se opone a Vossler. Para el primero el Cid ejemplifica sobre todo la fidelidad y el amor patrio a Castilla, postura secundada por E. de Chasca.

4. El “Cantar” tiene tres temas épicos principales : 1º : la cruzada; 2º : La venganza familiar; 3º : El destierro y la pobreza del héroe.

5. En el poema hay tres niveles estructurales : político (Castilla frente a León); socio-económico (pueblo frente a aristocracia) e individual (héroe frente a la nobleza y al rey).

6. El poema es antisemitista, refleja el antisemitismo de su tiempo en el episodio de Raquel y Vidas.

• CARACTERIZACIÓN DE LOS PERSONAJES :

1. No son representados con cuidado ni amor. El Cid sí es exaltado con las más altas virtudes caballerescas y lleno de humanidad. La fidelidad a su amo al tiempo que la independencia personal la ejemplifica el 2º personaje más importante : Álvar Fáñez.

• MËTRICA DEL CANTAR :

– Consta de 3730 versos, faltándole una hoja al comienzo y dos en el interior. Los versos se agrupan en estrofas monorrimas y asonantes, las cuales tienen un número variable de ellos : de 2 a 190. Estos versos poseen más o menos una misma asonancia. Son irregulares y bimembres, con una cesura muy marcada. El número de sílabas de cada hemistiquio oscila entre 4 y 14. En cuanto a la rima, se emplean 11 variedades de asonancia en total, 10 en el primer cantar, 10 en el segundo y 6 en el tercero. Las 4 rimas más comunes son, en orden decreciente de frecuencia : -ó, -á,á-ó,á-a.

• ARTE DEL POEMA :

– Variedad y dinamismo, mezcla de elementos serios y cómicos.

• LENGUAJE, ESTILO, TÉCNICAS NARRATIVAS :

1. Variedad y libertad de formas verbales y tiempos.

2. Vocabulario técnico.

3. Paralelismo, iteración y geminación.

4. Epítetos, aposiciones.

5. Frecuentes innovaciones a los oyentes.

6. Expresiones exclamativas.

7. Discurso / estilo directo.

LECTURA ÚNICA :

El Cid (Rodrigo Díaz de Vivar) (c. 1043-1099), caballero castellano, uno de los mitos más destacados que la edad media legó a la cultura española.

Nació en el seno de una pequeña familia de la nobleza castellana hacia 1043. El término ‘Cid’ deriva de la transcripción del árabe sayyid, que significa amo o señor. Al servicio de Sancho II (1065-1072), desempeñó un papel fundamental. El Cid, conocido también con el sobrenombre de Campeador, contribuyó a resolver el litigio fronterizo con el reino de Navarra al vencer en un duelo judicial a Jimeno Garcés. Contra Alfonso VI de León, participó en diversas batallas y en el asedio de Zamora, donde murió asesinado su señor. Tras la muerte de Sancho II, el reino de Castilla pasó al monarca leonés Alfonso VI, sobre quien recaía la sospecha de haber participado en el asesinato del Rey castellano. Por ello, Alfonso VI fue obligado a prestar un juramento expurgatorio en Santa Gadea de Burgos delante de El Cid.

En 1074, Díaz de Vivar se casó con Jimena Díaz, hija del conde de Oviedo. Al servicio del nuevo rey Alfonso VI, El Cid fue comisionado para cobrar las parias del reino taifa de Sevilla, labor que ejerció enfrentándose incluso al conde de Nájera, García Ordóñez. Agradecido por ello, al-Mu’tamid de Sevilla pagó las parias debidas y añadió una cantidad para entregar a Rodrigo como premio personal a su actuación. Este hecho, unido al prestigio militar de El Cid, causó la primera ruptura entre éste y su monarca.

Convertido en un desterrado, Rodrigo entró al servicio de Yusuf al-Mu’tamin de Zaragoza y derrotó al rey aragonés Sancho I Ramírez. La invasión almorávide y la derrota de Alfonso VI en Sagrajas (1086) propiciaron un nuevo acercamiento entre Rey y vasallo, a quien se le encargó la defensa de la zona levantina. Sin embargo, en el sitio de Aledo (1089-1092), El Cid acudió con demora a ayudar a las tropas reales, lo que provocó su segundo extrañamiento del monarca. Asentado en el Levante peninsular, intervino en Valencia en nombre propio, esforzándose por construir un señorío personal. Derrotó progresivamente a sus competidores en esta zona, e incluso apresó al conde de Barcelona, Berenguer Ramón II (1090). Una nueva presión de los almorávides propició otro acercamiento del rey Alfonso VI, cuyos ejércitos fueron derrotados en la batalla de Consuegra (1097), donde murió el único hijo varón de El Cid, Diego Díaz.

En Valencia, la presión norteafricana favoreció una revuelta dentro de la ciudad. Los sublevados entregaron el poder al cadí ibn Yahhaf, que se avino a un compromiso con los almorávides a cambio de la ayuda de éstos para luchar contra El Cid. Las huestes de éste, sin embargo, derrotaron a sucesivas expediciones almorávides. Dentro de la ciudad, una nueva revuelta dio el poder a ibn Wayib, quien dirigió la última resistencia de Valencia, que finalmente capituló en 1094. Poco después de la entrada de El Cid en la ciudad, el cadí ibn Yahhaf fue quemado vivo en la plaza pública y la mezquita resultó transformada en catedral. Establecido ya firmemente en Valencia, se alió con Pedro I de Aragón y con Ramón Berenguer III de Barcelona con el propósito de frenar conjuntamente el empuje almorávide. Las alianzas militares se reforzaron además con vínculos matrimoniales. Una hija de El Cid, María (doña Sol en el poema), se casó con el conde de Barcelona, y su otra hija, Cristina (la Elvira del poema), con el infante Ramiro de Navarra. Tras la muerte de El Cid, ocurrida el 10 de julio de 1099, sin un heredero masculino que hiciera posible su legado, Alfonso VI tuvo que evacuar en 1102 la ciudad de Valencia.

La figura de El Cid y sus hazañas merecieron el honor de protagonizar el primer cantar de gesta de la literatura castellana, el Cantar de Mío Cid.