Tema 48 – La lçirica renacentista en Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa

Tema 48 – La lçirica renacentista en Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa

1. Nuevas tendencias en la poesía lírica durante el reinado de Felipe II

Durante la etapa en que este monarca ocupó el trono, la lírica adopta fórmulas italianistas impregnadas de esencias hispánicas : lo religioso y lo patriótico serán dos de los temas más cultivados. Es de destacar el peso de la Escuela Salmantina con Fray Luis de León a la cabeza, poeta éste último que tiende a establecer un clásico equilibrio entre el contenido y la forma, con versos de noble sobriedad expresiva, de tono íntimo y recoleto.

2. Fray Luis de León

Su obra respira paz, soledad y espiritualidad, aspiraciones que se consiguen con rareza. Agrupa lo clásico, lo italiano y lo religioso, sabiendo mezclar éste último tema con el espíritu renacentista : curiosidad intelectual, estudio de las ciencias…

De su obra en prosa destacan :

“La perfecta casada” (1583), en la que expone el ideal de la esposa cristiana; “La exposición del libro de Job”, sobre la resignación del personaje bíblico; “Los nombres de Cristo”, un tratado en el que por medio del personaje Marcelo comenta el autor los nombres con los que es llamado Jesucristo en las Sagradas Escrituras.

El estilo de Fray Luis :

Lenguaje claro, armónico y dulce, poético y musical. Usa el latín y una rigurosa selección de vocabulario castellano.

Su obra poética se reune en 3 libros : el primero consta de 20 poesías y el segundo y tercero abarcan traducciones del latín y el griego (Bucólicas, Salmos y Odas) :

“La vida retirada”, “Beatus Ille”, “La noche serena”, “Oda a Salinas” (de extremado platonismo), “Morada del cielo” (la gloria como “prado de bienandanza”).

Para Fray Luis la poesía es la “comunicación del aliento celestial y divino”. En ella vemos un profundo idealismo : la nostalgia del cielo, el mundo presente lleno de engaños y tomado como “doloroso destierro”, el dolorido anhelo de paz y otros temas de corte platónica. Sus composiciones, por otra parte, son de una extrema sobriedad.

La influencia de la obra de Fray Luis fue escasa en su tiempo.

3. Santa Teresa de Jesús

Reformadora de la orden del Carmelo, la mística abulense produce una obra literaria en la que plasma sus ansias de encontrar a Dios en el fondo del alma. En su actitud escritora se vislumbra una mezcla de recogimiento contemplativo y actividad práctica.

Prosa:

En el “Libro de mi vida” (1561-1565) leemos la historia de una evolución espiritual. El “Libro de las moradas o castillo interior”, su obra capital, presenta al alma como un castillo compuesto de numerosas moradas. Destacan igualmente : “Los conceptos del amor de Dios”, como suplemento de “Las moradas”, y el popular “Camino de Perfección”, composición didáctica para las monjas de su orden. Por último, las”Cartas” son de utilidad para conocer la biografía y el carácter de la santa.

Poesía:

• Es de poca importancia si la comparamos con la producción en prosa.

• Poemas compuestos de glosas de estribillos populares, “Vivo sin vivir en mí”… Los temas que se sacan de sus versos son:

• La unión con el Amado.

• El vivo anhelo de esa unión.

• La hermosura de Dios.

• La identidad del alma con Dios.

• La entrega total a la voluntad divina.

4. San Juan de la Cruz

Este místico de Fontiveros (Ávila) es posíblemente el más notable de los poetas de la literatura religiosa castellana. Marchó en 1568 junto a Santa Teresa, residiendo en la ciudad de Ávila y componiendo allí la mayor parte de su producción. Teresa de Jesús le definió como “reformador” de la orden en la rama de hombres.

En sus versos notamos el amor a la soledad y a la perfección intelectual.

En “La noche oscura” estudia el proceso místico entre la “purgatio” y “la iluminatio”, y esta última y la “unio”. Son estrofas de conceptos profundos y oración íntima, en los que refiere la emoción del alma en estado de perfección. Junto a “La noche oscura” es igualmente conocido su “Cántico espiritual”, donde describe el afán de la esposa que busca al esposo. Finalmente, en “La llama de amor viva”, nos muestra una poesía casi enteramente exclamativa, sin elementos narrativos y de una extraordinaria intensidad expresiva.

LECTURAS :

Fray Luis de León (c. 1527-1591), poeta español de notable importancia en la literatura española del renacimiento.

II. VidaImprimir sección

Nacido en Belmonte (Cuenca), fue monje y más tarde vicario-general y provincial de la orden de los agustinos, en la que ingresó en 1543. Se licenció en Teología en la Universidad de Salamanca, y obtuvo la cátedra de Teología y Filosofía de la misma universidad en 1561. Prestigioso hebraísta y políglota que dominaba el griego, el latín, el caldeo y el italiano, tradujo el Antiguo Testamento, así como textos clásicos griegos y romanos y obras de escritores italianos contemporáneos. Fue encarcelado por la Inquisición durante cuatro años (1572-1576) a causa de sus disputas teológicas con los líderes de la orden de los dominicos (Orden de Predicadores). La acusación se basó en que prefería el texto hebreo de la Biblia al latino de la Vulgata, que era el texto oficial de la Iglesia, y además en que había traducido al castellano, es decir, una lengua vulgar,

el Cantar de los Cantares de Salomón.

Una anécdota muy conocida, que expresa muy bien su espíritu estoico (véase Estoicismo), refiere que el primer día que se reintegró a su cátedra al salir de la prisión, todo el alumnado esperaba que hiciera mención a los años de cautiverio, sin embargo, comenzó la clase con la frase: “Dicebamus hesterna die… (‘Decíamos ayer’…)”. En 1582 nuevamente volvió a tener problemas con el Santo Oficio, pero esta vez sólo recibió una amonestación. Murió, en 1591, en su convento de Madrigal de las Altas Torres (Ávila), donde se había retirado al abandonar sus clases de la universidad, por la edad.

III. Obra

Sólo se conservan 23 de sus poemas líricos, marcados todos ellos por el humanismo del autor y su profundo conocimiento de los clásicos y la Biblia. Su obra lírica no fue publicada hasta 1631 y se encargó de hacerlo Francisco de Quevedo, con el fin de mostrar lo que era el estilo de los primeros y grandes poetas renacentistas.

De estas obras destacan Vida retirada, una imitación del Beatus ille de Horacio, y las odas A Salinas y Noche Serena. La Oda a Salinas está considerada como uno de sus poemas más hermosos. Subyace en él una filosofía neoplatónica y una estética basada en la musicalidad de las palabras, por acercarse al arte de su amigo y organista Salinas, y en el canto a la naturaleza renacentista. Como muestra de ello véase el comienzo de la oda:

El aire se serena y viste de hermosura y luz no usada, Salinas, cuando suena la música extremada por vuestra sabia mano gobernada.

En Noche Serena y en la Oda a Felipe Ruiz se percibe una nostalgia del cielo que hizo que algunos tratadistas lo consideraran como un escritor místico (véase Mística), sin embargo, no se aprecia el trance en estos versos y, además, el mismo autor, al saber que el padre Ángel Custodio Vega lo había definido como “gran místico doctrinal”, salió al paso diciendo. “Yo no soy uno de ellos (místicos), con dolor lo confieso”. Cierto que tiene obras de corte cristiano, como En la Ascensión o Morada del cielo, pero habría que considerarlas ascéticas (véase Ascética).

Considerado un maestro de la prosa castellana, su libro De los nombres de Cristo (1583) no es sólo una investigación sobre las Escrituras, sino también un estudio profundo y moderno de filosofía del lenguaje. En La perfecta casada (1583), obra que hay que considerar dentro de las características culturales de la época, describe las virtudes que deben acompañar a la mujer.

Santa Teresa de Jesús (1515-1582), religiosa, Doctora de la Iglesia, mística y escritora española, fundadora de las carmelitas descalzas, rama de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (o carmelitas). También es conocida por el nombre de santa Teresa de Ávila.

Teresa de Cepeda y Ahumada, su verdadero nombre, nació el 28 de marzo de 1515 en Ávila. Estudió en el convento de las agustinas y en 1535 ingresó en el convento carmelita de la Encarnación. En 1555, después de muchos años de sufrir grave enfermedad y someterse a ejercicios religiosos cada vez más rigurosos, experimentó un profundo despertar en el que vio a Jesús, el infierno, los ángeles y los demonios. En ocasiones sintió agudos dolores que, según sus palabras, estaban provocados por la punta de la lanza que un ángel le clavaba en el corazón. Disgustada a causa de la indisciplina de las carmelitas, decidió emprender la reforma de la orden y se convirtió, con el apoyo del Papa, en una dura oponente para sus inmediatos superiores religiosos. En 1562 consiguió fundar en Ávila el convento de San José, la primera comunidad de monjas carmelitas descalzas, en el que reforzó el cumplimiento estricto de las primitivas y severas reglas de la orden. Sus reformas fueron aprobadas por el director de la orden y en 1567 se le permitió fundar otros conventos similares para religiosos.

Con la ayuda de san Juan de la Cruz, santa Teresa organizó una nueva rama del Carmelo. Contó también con el apoyo del padre Antonio de Heredia. Aunque siempre acosada por poderosos y hostiles funcionarios eclesiásticos, logró fundar 16 casas religiosas para mujeres y 14 para hombres. Dos años antes de morir, las carmelitas descalzas recibieron el reconocimiento del Papa como orden monástica independiente. Murió el 4 de octubre de 1582 en Alba de Tormes y fue enterrada en el convento de la Anunciación de este municipio salmantino.

Además de una mística de extraordinaria profundidad espiritual, santa Teresa fue una organizadora muy capaz, dotada de sentido común, tacto, inteligencia, coraje y humor. Purificó la vida religiosa española de principios del siglo XVI y contribuyó a fortalecer las reformas de la Iglesia católica desde dentro, en un periodo en que el protestantismo se extendía por toda Europa.

Sus escritos, publicados después de su muerte, están considerados como una contribución única a la literatura mística y devocional y constituyen una obra maestra de la prosa española. Destacan: su autobiografía espiritual, Camino de perfección (1583), libro de consejos para las monjas de su orden; Castillo interior (1577), volumen más conocido por el título Las Moradas, que contiene una descripción elocuente de su vida contemplativa, y El libro de las fundaciones (1573-1582), un documento sobre los orígenes de las carmelitas descalzas.

Canonizada en 1622, en 1970 se convirtió (junto con santa Catalina de Siena) en la primera mujer elevada por la Iglesia católica a la condición de Doctora de la Iglesia. Su festividad se celebra el 15 de octubre.

San Juan de la Cruz (1542-1591), poeta místico más puro y de expresión poética más intensa de la literatura española.

Nació en Fontiveros (Ávila) y su nombre original era Juan de Yepes. Estudió en la Compañía de Jesús, pero ingresó en la Orden de los carmelitas en 1563, y cursó estudios en la Universidad de Salamanca hasta que fue ordenado sacerdote en 1567. Su compatriota, Teresa de Jesús, le integró en el movimiento reformador iniciado por ella, y editó sus obras. En 1568, Juan de la Cruz fundó el primer convento de Carmelitas Descalzos, los cuales insistían en la contemplación y la austeridad extremas. Sus intentos de reforma monástica, y su actividad incansable como propagandista, le hicieron sufrir prisión en Toledo, en 1577, durante la cual compuso, según la tradición, los versos del Cántico espiritual y algún otro poema. Al igual que Santa Teresa, tuvo que sobreponerse, a fuerza de voluntad, a la debilidad física de una naturaleza enfermiza, agravada por los extremos ayunos.

Huyó de la cárcel y se refugió en un monasterio. Posteriormente continuó la obra de la Reforma carmelitana, fundando diversos conventos. En 1584 inauguró el convento de Granada, y terminó el Cántico espiritual y la Subida del Monte Carmelo, y escribió la Noche oscura del alma y la Llama de amor viva, que constituyen toda su obra. Los últimos años de su vida fueron los más apacibles, entregado, después de las batallas de la juventud, a la soledad. En ella se hallaba muy bien, según escribe, cuando murió en Úbeda en 1591. Canonizado en 1726, y declarado doctor de la iglesia en 1926, es, sin la menor duda, el poeta místico más importante de la lengua española.

A diferencia de otros místicos, vida y obra están disociadas en él, pues se ocupó exclusivamente de su experiencia interior, sin que aparezca lo personal. En su poesía aparece reflejado lo sensible en imágenes luminosas que transforman la naturaleza en símbolo, con objeto de comunicar una experiencia espiritual casi inenarrable. Consigue así un misterio verbal inconmensurable por medio de unas liras inconexas y unas imágenes delirantes que dejan al lector tan confundido como lo estaba su autor, que con este procedimiento transmite eficazmente los estados de arrobamiento místico. Para hacer más comprensibles sus versos, Juan de la Cruz añade algunos comentarios en prosa que le convierten en uno de los teóricos del misticismo más importantes.

Su poesía se centra en la reconciliación de los seres humanos con Dios a través de una serie de pasos místicos que se inician con la renuncia a las distracciones del mundo. Consta tan sólo de tres poemas cortos que, en ocasiones, alcanzan la perfección al concentrar, con la máxima espiritualidad, la vehemencia erótica de un amor inefable. De hecho, con objeto de espiritualizar el mundo sensible, Juan de la Cruz llega a extremos donde necesita recurrir a imágenes de una sensualidad ardiente. La crítica ha destacado, además, la unión que realiza de dos tradiciones, una bíblica y otra italiana que le llega a través de Garcilaso de la Vega. También se ha señalado la riqueza y variedad de su léxico, sorprendente dentro de una obra tan breve, pero que explota a fondo las posibilidades de fervor religioso y estético que inspira el misticismo español, al que lleva a cumbres inalcanzables.