Tema 50 – El Quijote.

Tema 50 – El Quijote.

1. ASUNTO Y PERSONAJES

La 1ª parte apareció publicada por 1ª vez (posíblemente) en Madrid en 1605, y la 2ª en 1615.

==> Argumento general : Don Quijote pierde el juicio por la lectura de libros de caballería. Dulcinea. Paliza de los mercaderes. Sancho = escudero. Molinos de viento. Encuentro con los cabreros. El yelmo de Mambrino. Sierra Morena. Descubren su paradero por una carta que le escribe a Dulcinea. 2ª PARTE : 3ª salida : Corte de los duques : le entregan la ínsula Barataria. Marcha a Barcelona, donde es vencido por Sansón Carrasco.

==> Intención de Cervantes : móvil inicial = componer una parodia a los libros de caballería. Luego se encariña con el personaje central, desarrolla su completa personalidad y su móvil es una pura intención estética.

==> Idea y realidad : comicidad, incomprensión, burla de los que le rodean, lo infructuoso de su heroísmo, la trágica lucha del hombre que impulsado por ideales generosos choca dolorosamente con la realidad y fracasa en sus nobles propósitos.

==> Humor de Cervantes : ¿Se burla de Don Quijote o comparte su punto de vista? (amplía según tu criterio y cosecha, compara esto con su vida). Hay que tener en cuenta que Cervantes también leyó libros de caballerías y que muere desengañado de todo. El humor de Cervantes equivale a la sonrisa comprensiva de quien en el fondo está de acuerdo con lo mismo que critica.

2. EL QUIJOTE Y LA CULTURA ESPAÑOLA

Su valor más importante deriva del hecho de que puede considerarse como una maravillosa síntesis de dos orientaciones que muchos autores han querido ver como definidores de una cultura española : la de la valoración del mundo de los ideales frente a la consciencia de la realidad. Idealismo / realismo no son compatibles. Sancho = realista y Quijote = idealista.

3. VALOR UNIVERSAL DE LA OBRA

Su profunda humanidad. No son personajes rígidos, sino dotados de propia vida. Cervantes, incluso, devuelve la cordura a Don Quijote, en la 2ª parte.

1ª PARTE 2ª PARTE

Novelitas Narración extensa

Humor grotesco Humor más depurado

Personajes sencillos Personajes más complejos

Locura Cordura

4. ÉXITO E INFLUENCIA

Se produjeron dieciséis ediciones en vida del autor. La obra influyó en grandes novelistas como : Flaubert, Dickens, Tolstoi, Galdós. Cervantes fue considerado como el padre de la novela moderna.

5. EL QUIJOTE DE AVELLANEDA

En ella se nos muestra a un Quijote loco, vulgar y a un Sancho rústico y grosero. No tiene comparación con el Quijote de Cervantes en calidad. ¿Podría ser Lope su autor?

LECTURA :

Don Quijote : sus orígenes

Es posible que Cervantes empezara a escribir el Quijote en alguno de sus periodos carcelarios a finales del siglo XVI. Mas casi nada se sabe con certeza. En el verano de 1604 estaba terminada la primera parte, que apareció publicada a comienzos de 1605 con el título de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. El éxito fue inmediato. En 1614 aparecía en Tarragona la continuación apócrifa escrita por alguien oculto en el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, quien acumuló en el prólogo insultos contra Cervantes. Por entonces éste llevaba muy avanzada la segunda parte de su inmortal novela. La terminó muy pronto, acuciado por el robo literario y por las injurias recibidas. Por ello, a partir del capítulo 59, no perdió ocasión de ridiculizar al falso Quijote y de asegurar la autenticidad de los verdaderos don Quijote y Sancho. Esta segunda parte apareció en 1615 con el título de El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. En 1617 las dos partes se publicaron juntas en Barcelona. Y desde entonces el Quijote se convirtió en uno de los libros más editados del mundo y, con el tiempo, traducido a todas las lenguas con tradición literaria.

Algunos cervantistas han defendido la tesis de que Cervantes se propuso inicialmente escribir una novela corta del tipo de las “ejemplares”. Esta idea se basa en la unidad de los seis primeros capítulos, en los que se lleva a cabo la primera salida de don Quijote, su regreso a casa descalabrado y el escrutinio de su biblioteca por el cura y el barbero. Otra razón es la estrecha relación sintáctica entre el comienzo de cada capítulo y el final del anterior. Y también apoya esta tesis la semejanza entre los seis primeros capítulos y el anónimo Entremés de los romances, donde el labrador Bartolo, enloquecido por la lectura de romances, abandona su casa para imitar a los héroes del romancero, defiende a una pastora y resulta apaleado por el zagal que la pretendía, y cuando es hallado por su familia imagina que lo socorre el marqués de Mantua. Pero la tesis de la novelita ejemplar es rechazada por otros estudiosos que consideran que Cervantes concibió desde el principio una novela extensa. Éstos argumentan que la unidad de la primera salida de don Quijote —sin Sancho Panza, para que no pueda presenciar la grotesca ceremonia en que su amo es armado caballero— adelanta la composición circular que se repite, ampliada, en las otras dos salidas; la semejanza con el Entremés de los romances puede ser una manifestación más de la presencia constante del romancero en el Quijote, y las relaciones sintácticas entre final y comienzo de capítulo no son exclusivas de la primera salida.

Propósitos de Cervantes con el Quijote

Lo que sí resulta seguro es que Cervantes escribió un libro divertido, rebosante de comicidad y humor, con el ideal clásico del prodesse et delectare, instruir y deleitar. Cervantes afirmó varias veces que su primera intención era mostrar a los lectores de la época los disparates de las novelas de caballerías. En efecto, el Quijote ofrece una parodia de las disparatadas invenciones de tales obras. Pero significa mucho más que una invectiva contra los libros de caballerías.

Por la riqueza y complejidad de su contenido y de su estructura y técnica narrativa, la más grande novela de todos los tiempos admite muchos niveles de lectura, e interpretaciones tan diversas como considerarla una obra de humor, una burla del idealismo humano, una destilación de amarga ironía, un canto a la libertad o muchas más. También constituye una asombrosa lección de teoría y práctica literarias. Porque, con frecuencia, se discute sobre libros existentes y acerca de cómo escribir otros futuros, ya desde la primera parte: escrutinio de la biblioteca de don Quijote, lectura de El curioso impertinente en la venta de Juan Palomeque y disputa sobre libros de caballerías y de historia, revisión crítica de la novela y el teatro de la época en la conversación entre el cura y el canónigo toledano. En la segunda parte de la novela algunos personajes han leído ya la primera y hacen la crítica de la misma. La primera parte será así el punto de referencia de las discusiones sobre teoría literaria incluidas en la segunda. Teoría y ficción se integran con perfecta armonía en el coloquio entre Sansón Carrasco, don Quijote y Sancho, en episodios como la cueva de Montesinos y el retablo de Maese Pedro; y la teoría se ilustra con la práctica en las narraciones intercaladas en el relato principal, las cuales constituyen otras tantas formas de novelar representativas de los géneros narrativos anteriores a Cervantes.

Entre otras aportaciones más, el Quijote ofrece asimismo un panorama de la sociedad española en su transición de los siglos XVI al XVII, con personajes de todas las clases sociales, representación de las más variadas profesiones y oficios, muestras de costumbres y creencias populares. Sus dos personajes centrales, don Quijote y Sancho, constituyen una síntesis poética del ser humano. Sancho representa el apego a los valores materiales, mientras que don Quijote ejemplifica la entrega a la defensa de un ideal libremente asumido. Mas no son dos figuras contrarias, sino complementarias, que muestran la complejidad de la persona, materialista e idealista a la vez.

Personalidad de Don Quijote

Muchos episodios del Quijote ejemplifican otros tantos casos de amor. El de don Quijote representa una concepción del amor caballeresco sustentada en la tradición del amor cortés. Por eso, antes de cada aventura, don Quijote invoca siempre a su amada Dulcinea y pide su amparo, porque ella es su señora y por ella se fortalecen las virtudes del caballero.

Don Quijote es también un modelo de aspiración a un ideal ético y estético de vida. Se hace caballero andante para defender la justicia en el mundo y desde el principio aspira a ser personaje literario. En suma, quiere hacer el bien y vivir la vida como una obra de arte. Se propone acometer “todo aquello que pueda hacer perfecto y famoso a un andante caballero”. Por eso imita los modelos, entre los cuales el primero es Amadís de Gaula, a quien don Quijote emula en la penitencia de Sierra Morena (véase Amadís de Gaula). Como en la segunda parte don Quijote ya es personaje literario —protagonista de la primera—, en su tercera salida busca sobre todo el reconocimiento. Y lo encuentra en quienes han leído la primera parte: Sansón Carrasco, los duques… Ni siquiera cuando es vencido por el Caballero de la Blanca Luna y tiene que abandonar la caballería andante renuncia a su concepción de la vida como obra de arte: piensa en hacerse pastor, con lo cual el mito renacentista de la Arcadia pastoril sustituye al mito medieval de la caballería andante. De todo ello se desprende que el Quijote es una magna síntesis de vida y literatura, de vida vivida y vida soñada, como explica E. C. Riley; una genial integración de realismo y fantasía y una insuperable manifestación de las dificultades de novelar las complejas relaciones humanas desde múltiples perspectivas abarcadoras de la realidad siempre escurridiza. Todo lo humano es relativo. Ésta es la base de la generosa comprensión cervantina, que evita los dogmatismos y huye de simplificaciones. He aquí la agudeza del neologismo “baciyelmo”, creado por Sancho Panza para zanjar la disputa entre don Quijote, convencido de que se trata del yelmo de Mambrino, y los demás, que ven una bacía de barbero.

El Quijote como juego literario

Muchos componentes del Quijote obedecen a su condición de novela concebida como un juego. Su construcción se sustenta en el artificio narrativo del manuscrito encontrado. Este procedimiento es parodia del mismo recurso empleado en los libros de caballerías. Pero Cervantes va mucho más allá, adueñándose de la máxima libertad artística que un autor haya logrado jamás. Varios elementos sobresalen en tan fecundo proceso. En la ficción, el historiador moro Cide Hamete Benengeli aparece como primer autor del Quijote, un morisco toledano es su primer traductor y el mismo Cervantes aparece ficcionalizado como segundo autor, que entrega a los lectores una historia sobre la cual podrá comentar lo que quiera por conocerla toda de antemano a través de la traducción del morisco. Este juego de autores, traductores, narradores y lectores produce una gran libertad creadora a la vez que siembra la ambigüedad y la duda en muchas páginas, por ejemplo en el relato de la cueva de Montesinos. Cualquier perspectiva es posible. Siempre se podrá acusar de los engaños al moro Cide Hamete, al morisco traductor y aun al impresor, a quien, en la segunda parte, se culpa de las incoherencias cometidas en torno al robo del rucio de Sancho en la primera.

El sistema lúdico abarca también la misma locura del protagonista. La locura era un motivo frecuente en la literatura del renacimiento, como prueban las obras de Ariosto y de Erasmo de Rotterdam. Don Quijote actúa como un paranoico enloquecido por los libros de caballerías. Unos lo consideran un loco rematado, otros creen que es un “loco entreverado”, con intervalos de lucidez. En general se admite que don Quijote actúa como loco en lo concerniente a la caballería andante y razona con sano juicio en lo demás. Pero los escritores españoles Arturo Serrano Plaja y Gonzalo Torrente Ballester interpretan la locura de don Quijote como un juego codificado en la ficción según unas reglas que el caballero respeta siempre. Entrega su vida a un ideal sublime y se estrella contra la realidad porque los demás no cumplen las reglas del juego. Don Quijote finge estar loco y decide jugar a caballero andante. Para ello acude a los libros de caballerías, transforma la realidad y la acomoda a su ficción caballeresca: imagina castillos donde hay ventas, ve gigantes en molinos de viento y, cuando se produce el descalabro, también lo explica según el código caballeresco: los malos encantadores le han escamoteado la realidad, envidiosos de su gloria.

Semejante juego narrativo resulta enriquecido por el perspectivismo y el relativismo, que se manifiestan en toda la novela, ya en la variedad de nombres que se atribuyen al hidalgo manchego: Quijada, Quesada, Quejana, Quijana y Alonso Quijano. Dentro de esa diversidad, es interesante señalar que la palabra “quijote” designa la parte de la armadura que cubre el muslo. El elemento paródico y la ironía actúan una vez más para caricaturizar la figura del caballero que, gracias a una sinécdoque (véase Figuras retóricas), aparece identificado con una parte (la privación, la pérdida) y no mediante un rasgo totalizador. También existe sinécdoque en el apellido con el que se identifica al escudero. Perspectivismo y relativismo aparecen también en la forma de muchos nombres comunes, como el neologismo “baciyelmo”, que resuelve una cuestión sin excluir ninguna perspectiva. En esto se revela la comprensión cervantina ante todo lo humano. Y la misma libertad que Cervantes reclamó para sí como creador se la concedió en idéntico grado a don Quijote. El comienzo de la novela es bien conocido: “En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo vivía un hidalgo”. Con estas palabras Cervantes destaca que los hechos que va a contar no ocurrieron en tierras lejanas, como las historias de la caballería andante, sino muy cerca, en La Mancha, ni tampoco en tiempos remotos, sino ayer mismo. Se han dado muchas explicaciones a este comienzo de la novela: un octosílabo de un romance anónimo, negativa a decir el nombre del pueblo natal de don Quijote por deseo de incluir a toda La Mancha, comienzo característico de los cuentos populares, rechazo del autor al pueblo donde supuestamente estuvo preso y comenzó la novela. Sin negar estas razones Leo Spitzer y Avalle-Arce explican el comienzo del Quijote como una defensa de la libertad del creador y del personaje con repercusiones fundamentales en la evolución literaria. La literatura anterior a Cervantes se regía por unas convenciones restrictivas. En aquellos modelos tradicionales la cuna del héroe determinaba su vida futura. Amadís era hijo de reyes, nació en Gaula y estaba llamado a ser héroe. Lazarillo nació en el Tormes, era hijo de padres viles y será un antihéroe. En cambio Cervantes no especifica la cuna, ni la genealogía, ni el nombre exacto de don Quijote para que pueda caminar libre de todo determinismo, creando su propia realidad. Por eso a partir del Quijote la vida del personaje literario será más libre. Porque, como señala Carlos Fuentes, Cervantes ha puesto a dialogar a Amadís de Gaula con Lazarillo de Tormes y en el proceso ha disuelto para siempre la interpretación unívoca del mundo.