Tema 24 – Coherencia textual : deixis, anáfora y catáfora.

Tema 24 – Coherencia textual : deixis, anáfora y catáfora.

0. INTRODUCCIÓN

Este tema se aborda desde la moderna lingüística textual y sus relaciones con otra disciplina, la pragmática. Es decir, se plantea el texto como unidad comunicativa. Desde esta perspectiva el texto tiene unas propiedades y unos requisitos comunicativos que ha de cumplir cualquier manifestación verbal para poder considerarse un texto, y, por lo tanto, para poder vehicular el mensaje en un proceso de comunicación.

Las propiedades textuales son seis: adecuación, coherencia, cohesión, gramática o corrección, presentación y estilística. Cada una de estas propiedades se corresponde con un nivel de análisis lingüístico o extralingüístico y describe las diversas reglas que ha de cumplir el texto en aquel nivel. En este tema se nos pide que tratemos una de ellas, la coherencia, que es la propiedad semántica, inherente a todo texto, que hace que éste sea percibido como una unidad de sentido.

Por lo que en la exposición del tema trato, en primer lugar, la definición de coherencia y las características del texto como producto y como proceso, a continuación, se explica el concepto de deixis y la clasificación de los deícticos, el concepto de anáfora y sus clases, el de catáfora, y, por último la progresión temática y sus tipos.

1. COHERENCIA TEXTUAL

1.1. Definición de coherencia textual

La coherencia es la característica fundamental del texto: es la propiedad por la cual un texto se organiza globalmente para la transmisión de un sentido. Esta propiedad, que facilita la unidad textual, consiste en seleccionar y organizar la información que el hablante quiere transmitir para que pueda ser percibida de forma clara y precisa por el receptor.

La coherencia textual no se busca simplemente en la sucesión lineal de los enunciados, sino que se busca en una ordenación jerárquica; tiene, pues, una orientación pluridimensional. Al plantearnos que es la coherencia textual, no es suficiente señalar las relaciones que deben existir entre las unidades lingüísticas que representan superficialmente el texto, sino que será necesario considerar el proceso total desde la intención comunicativa misma del hablante hasta las estructuras lingüísticas en que se manifiesta esa intención.

Es un fenómeno pragmático que interviene, por tanto, antes de la estructuración lingüística del propio texto; no es la intención comunicativa, pero depende de ella: corresponde a ese plan global que sirve de expansión de las intenciones comunicativa. Ese plan consta de las siguientes fases:

clip_image010 Que el hablante tenga una intención comunicativa.

clip_image010[1] El hablante desarrolle un plan global que le permitirá conseguir que tenga éxito su texto, es decir, que cumpla su función comunicativa.

clip_image010[2] El hablante realice las operaciones necesarias para expresar verbalmente ese plan global, de manera que a través de las estructuras superficiales, el oyente sea capaz de reconstruir o identificar la intención comunicativa inicial.

Así pues, la coherencia de un texto es lo que determina que éste pueda ser comprendido por el oyente como una unidad cuyas partes se relacionan entre sí y como emisión adecuada a un contexto. Por eso, según Coseriu, tiene que adecuarse a lo que dicta la norma de una comunidad. En este sentido, lo normativo no solo toca a las estructuras lingüísticas que, en forma de actos de habla, son más comúnmente emitidas por una comunidad: la coherencia de un texto radica igualmente en la adecuación de éste a la cosmovisión del mundo que tenga esa comunidad: Me he comido el corazón de él, será emisión adecuada a la cosmovisión de las lenguas de comunidades caníbales; en español sería tomada como una desviación de la norma, literaria o estilística. Por eso la coherencia está estrechamente ligada a la pragmática, a la retórica y a la semántica.

Pero para que un texto sea coherente, no basta con que la intención lo sea con el contexto y el plan global con la intención y en su interior mismo, sino que es preciso que se mantenga y reestructure a través de todo el proceso que conduce a lo superficial. Así, aunque la diferenciación entre cohesión y coherencia sea metodológicamente de gran importancia, no podemos olvidar que se trata de dos aspectos de un mismo fenómeno: coherencia hace referencia al proceso de estructuración del texto por parte del hablante, mientras que cohesión se refiere a la interpretación del texto por el oyente. La cohesión es el conjunto de elementos lingüísticos que cuyas funciones revelan sus relaciones mutuas: se relaciona, pues, de modo directo con la morfosintaxis. No obstante, la cohesión garantiza la gramaticalidad de un texto y ello no nos da certeza de la coherencia o incoherencia del mismo: El picaporte bilingüe descifraba su tristeza es desde el punto de vista normativo incoherente aunque cohesionado. Con todo, coherencia y cohesión no pueden separarse. Un texto coherente sólo puede ser expresado a través de una buena cohesión.

A la lingüística del texto le interesa fundamentalmente la producción del texto, es decir, la perspectiva del hablante, de ahí que sea fundamental el concepto de coherencia. La organización del sentido textual puede analizarse concibiéndose el texto como un producto o como un proceso. Como producto, existente y tangible, se reconocen en el texto unas características y unas partes regulables y clasificables. Como proceso o actividad, se descubren los rasgos de los que participan en su elaboración, tanto en lo que se refiere a su carácter de construcción interactiva corno por su forma que refleja las características de la mente humana.

1.2. El texto como producto

Los textos simples y cortos suelen tener una coherencia dada por su misma función comunicativa. Solamente con que el texto se desarrolle en dos o tres párrafos se percibe un esfuerzo importante de ordenación y encadenamiento de la información.

Si el texto es realmente largo (un libro, una enciclopedia), la estructuración global es absolutamente esencial en su elaboración (apartados y subapartados, cuadros, capítulos. etc.). El análisis del texto como producto acabado obliga a plantearse las condiciones observables que hacen que un texto sea coherente.

Para M. Charolles, todo texto bien construido ha de seguir las reglas siguientes:

a) Regla de repetición: para que un texto sea estructuralmente coherente es necesario que la mayor parte de las proposiciones se encadenen tomando como soporte la repetición de unos elementos base. A partir de la referencia (anáfora, catáfora), la elipsis y la articulación tema-rema

b) Regla de progresión: para que un texto sea estructuralmente coherente es necesario que su desarrollo se produzca con una aportación constante de nueva información. Mediante la articulación tema-rema y los conectores textuales.

c) Regla de no-contradicción: para que un texto sea estructuralmente coherente es necesario que no se introduzca ningún elemento semántico que contradiga un contenido establecido anteriormente, de forma explícita o supuesta.

d) Regla de relación: para que un texto sea estructuralmente coherente, es necesario que los hechos a los que se refiere estén relacionados con el mundo real o imaginario representado. A través de conectores y deícticos.

Estas reglas tienen una correspondencia directa con los elementos de cohesión que se tratarán en el tema siguiente. Excepto la regla de no contradicción, que consiste la ausencia de rasgo alguno.

Van Dijk considera dos estructuras superpuestas en cada texto:

Œ La macroestructura (MA): es la estructura global de contenido. Se organiza en macroproposiciones que “resumen” progresivamente el contenido del texto. En la macroestructura podemos distinguir diversos niveles de abstracción: desde el título, capítulos, apartados, subapartados, párrafos… hasta llegar a la microestructura de la frase. En los textos muy breves, no tendría sentido el análisis de las macroestructura, hasta el extremo de que, si el texto costa de una sola frase, las MA y la microestructura coincidirían en la misma proposición.

 La superestructura (SE): Es la estructura típica común a un conjunto de textos. Es una abstracción. Responde a un esquema organizado en categorías según las diversas tipologías textuales.

Cualquier texto ha de tener una macroestructura para poder ser comprendido, pero no ha de seguir necesariamente una superestructura establecida. La SE clasifica el texto en un tipo, mientras que la MA es exclusiva de cada texto. La SE es una estructura formal que se llena con el contenido de la MA. Tanto MA como SE se definen en función del texto en su globalidad. Según Van Dijk, MA y SE no son sólo producto, sino que se van elaborando a partir del proceso comunicativo: el emisor construye su discurso a través de la expansión de MA previas, y el receptor va asimilando la información que le llega hasta crear su propia MA.

Así pues, la macroestructura permite resumir un texto, tener de él una idea global, determinar el tema y enlazar significados (proposiciones) en totales significativos más amplios. Además, en ese sentido, el hablante tiene la capacidad de determinar que un texto está mal construido o no es coherente precisamente porque no puede formarse su MA.

En cambio, la superestructura cumple un papel diferente: permite elaborar un texto de acuerdo con un modelo o esquema previamente establecido por convención. Con respecto al receptor, es una de las bases de la predicción de la información (por ej.: en una narración, el oyente espera que a continuación ocurra lo que es arquetípico que ocurra, dentro de una serie de opciones). La SE es también una ayuda en la construcción de la MA del texto.

1.3. El texto como proceso

El significado comunicativo se elabora a través de un proceso de interpretación por el cual los oyentes infieren las estrategias subyacentes y las intenciones de los hablantes. El emisor coloca unas pistas para que el receptor pueda entender el mensaje. Tienen el carácter de pista tanto los elementos verbales (prosódicos, fonológicos, morfológicos, sintácticos y retóricos) como los no verbales (cinésicos “gestos y posturas”, proxémicos “distancia, colocación entre los hablantes”).

Visto así, la coherencia de un texto depende, por parte del hablante, de la integración resultante de los diferentes recursos verbales y no verbales para situar un mensaje en un marco interpretativo, y, por parte del oyente, depende de la habilidad de síntesis para manejar estas pistas en la interpretación del mensaje. La coherencia no está en el texto, sino en la mente del receptor. Importa la continuidad de sentidos que el receptor construye, tanto o más que la que haya en el propio texto. La coherencia, así, se erige sobre unas bases lógicas y sicológicas.

Podríamos decir que únicamente será susceptible de constituir una aprendizaje significativo (es decir, de ser entendido e incorporado realmente) un texto cuya información no sea excesivamente distante de los esquemas cognitivos que permiten al receptor entenderlo y procesarlo. De hecho, en la vida diaria se comprueba que sólo personas muy flexibles son capaces de aceptar ideas y explicaciones que no tengan nada que ver con lo que ya creían o conocían con anterioridad.

2. LA DEIXIS

2.1. Concepto de deixis

Si entendemos que todo acto de habla se sustenta en un marco contextual, convendremos en que siempre se realizan en una situación comunicativa que comparten emisor y receptor. Con todo, hemos de advertir que las barreras temporales pueden romperse a veces sin que se anule la comunicación, como en la correspondencia epistolar, y que lo mismo puede ocurrir con las espaciales, como en las videoconferencias, por ejemplo; también emisor y receptor pueden coincidir en el monólogo.

No obstante, la situación comunicativa típica siempre tiene al emisor como referencia espacio-temporal absoluta, aun en los casos anteriores. La deixis es por tanto la relación de indicación que mantienen los elementos lingüísticos con en el entorno espacio-temporal que, en última instancia, remite al del emisor. Tal deixis puede ser espacial, temporal y personal.

{El discurso se relaciona con el contexto o la situación comunicativa mediante los deícticos, que son pronombres y adverbios que indican los referentes reales del discurso: personas, tiempo, espacio… Se distinguen tres tipos de deixis: la personal (emisor: yo, nosotros…, receptor; tú, vosotros…, etc.); la espacial (aquí, ahí, allí) y la temporal (ahora, después). Ej.: No creo que ayer hicierais el examen allá arriba en la facultad de Medicina}.

En este sentido, la deixis es uno de los responsables de la coherencia textual, en tanto que funciona como anclaje entre el texto y su referente extratextual. Es la referencia a elementos presentes en el entorno inmediato de la comunicación, por medio de palabras especializadas para realizar esta función. La deixis está directamente relacionada con la creación del sujeto discursivo, y con las coordenadas básicas de la enunciación, yo-aquí-ahora.

2.2. Clasificación de los deícticos

Œ Deixis de persona: reconocimiento de la identidad de los interlocutores de la enunciación. Son los pronombres personales, tónicos y átonos, de primera y segunda persona, y de tercera persona nada más en los usos no anafóricos (no requiere antecedente. Por ser deícticos, él, ella han de estar señalando directamente una persona presente en la situación comunicativa). También lo son los demostrativos y los posesivos de primera y segunda persona (y de tercera, con la misma observación sobre su uso no anafórico), y los morfemas verbales de primera y segunda persona, a causa de la elipsis, habitual en castellano, del pronombre tónico en función de sujeto.

 Deixis de lugar: adverbios, locuciones y sintagmas adverbiales.

Ž Deixis de tiempo: adverbios, locuciones y sintagmas adverbiales.

 Deixis social: relación social que los interlocutores reflejan en el enunciado: tratamiento honorífico, cortés, irrespetuoso, insultante…

 Deixis discursiva: elementos que señalan las palabras que ya han aparecido en el texto o aparecerán más adelante. Presentada por diversos autores como un tipo más de deixis, resulta de considerar que el texto que se ha dicho o el que ha de venir está ya presente en el entorno comunicativo y susceptible por tanto de ser señalado. La deixis discursiva tanto puede ser anafórica (haciendo referencia a lo que ya se ha dicho), como catafórica (haciéndolo a lo que se dirá a continuación).

3. LA FORICIDAD (ANÁFORA Y CATÁFORA)

3.1. Concepto

La repetición anafórica y la catafórica son dos de los principales recursos de cohesión textual. Para que un texto sea coherente hace falta que los contenidos se vayan retomando a lo largo de su desarrollo.

Se entiende por anáfora el mecanismo mediante el cual un elemento del discurso remite a otro que ha aparecido anteriormente. La catáfora es la remisión, mucho menos habitual que la anáfora, a elementos posteriores del desarrollo del texto.

Cuando un elemento se refiere a otro aparecido anteriormente estamos ante la anáfora: Juan estuvo conmigo. Lo vi bien. Aquí, el pronombre personal lo hace referencia a Juan. Si sucede lo contrario, es decir, un elemento anuncia a otro que va a aparecer se da una catáfora: Te lo dije: él iba a venir, donde lo anuncia la oración él iba a venir. En el caso de que el sustituto sea Ø estaremos ante una anáfora elíptica: Ya Ø : él iba a venir, donde Ø sustituye a él iba a venir.

3.2. Tipos de anáfora.

Œ ANÁFORA DE IDENTIDAD REFERENCIAL:

Dos o más elementos mantienen relación anafórica referencial si se refieren al mismo individuo, objeto, es decir, si son correferenciales. Esta anáfora se da siempre entre sintagmas nominales. Ejemplos:

Juan se ha comprado un libro.

Sí ya lo he visto

Esta identidad de referentes se denomina anáfora de referencia. Se clasifica en:

Ü SINTÁCTICA:

Se realiza con recursos sintácticos como los pronombres personales de tercera persona tónicos y átonos, posesivos de tercera persona y el artículo definido, con función de reconocedor, el demostrativo y los adverbios pronominales (tiempo y lugar). Cuando se trata del artículo estamos en el terreno de la definición. También cumplen esta función las proformas lexicales o palabras de significación genérica, que, en el caso del verbo suele ser hacer, y el los sustantivos suele desempeñarla cosa.

Para usar un sintagma nominal definido de tipo anafórico hace falta que haya habido una aparición anterior del sintagma en cuestión, normalmente precedida por el indefinido un/una.

Ü SEMÁNTICA:

Es una opción más a disposición del hablante para referirse a lo que ya se ha mencionado. Se aplican a esta función las relaciones semánticas de sinonimia, hiponimia, hiperonimia. A veces, la relación nada más es de contraste (significados opuestos: hombre/mujer, comprar/vender, frío/caliente).

Ü PRAGMÁTICA

Es una anáfora léxica donde la recuperación del antecedente no se hace a través del conocimiento lingüístico (sinónimos, etc.) sino del saber enciclopédico del hablante, de su conocimiento del mundo. Por ejemplo: la relación que une palabras como: mar, toalla, arena, crema solar, biquini, nadar, bucear(playa).

Este tipo de anáfora permite incorporar significado y connotaciones a la referencia y da la oportunidad al emisor para incluir su opinión sobre el tema del que se está hablando. Es, por tanto, un recurso de modalización.

Ejemplo: Narcís Serra declaró ayer que el ejecutivo socialista no tenía intención de cambiar el peaje de la futura autopista del Maresme. El peculiar vicepresidente del gobierno dijo que…

 ANÁFORA DE IDENTIDAD DE SENTIDO:

Se caracteriza por retomar una relación conceptual y no una referencia al mismo objeto que se ha mencionado. Es, por tanto, una anáfora sin correferencia.

Ejemplo: Yo tengo piscina en casa, y Manuel también la tiene (se refiere a piscinas distintas).

Ø Este año tengo ochenta alumnos.

Ø Pues yo tengo esos y cincuenta más.

En estos ejemplos no se interpreta que la piscina o los alumnos sean los mismos cuando aparecen por primera vez que cuando se nombran a través de pronombres. El hablante basa la cohesión en la relación conceptual conque categoriza los seres de la realidad a los cuales está haciendo referencia. Así, entre los pronombres la y esos y sus antecedentes no hay relación de correferencia sino de cosignificación.

Ž ANÁFORA DE EXTENSIÓN DE LA REFERENCIA:

Se da cuando la sustitución se hace hacia un segmento superior al sintagma nominal, como una oración o todo un fragmento de texto. Un ejemplo es el uso de los pronombres lo, eso, neutros, haciendo referencia a toda una oración anterior: Vino ayer a verme pero no lo creí.

Hay también expresiones que retoman oraciones o partes enteras de un texto: este hecho, esta iniciativa, esta decisión, este acontecimiento, esta situación, etc. y, con complementación, esta desafortunada decisión, este desgraciado suceso, etc.

4.- LA PROGRESIÓN TEMÁTICA.

4.1. Concepto

La información que transmiten los textos está organizada y dosificada de manera que el receptor pueda ir siguiendo su desarrollo con facilidad. Para, que un texto sea coherente, ha de desarrollar un tema, de manera que, progresivamente, se vaya añadiendo información nueva (información remática) a información ya conocida por el contexto (información temática). Este proceso se denomina progresión temática.

La misma estructura oracional está conformada para permitir la evolución informativa por medio de la articulación tema-rema.

El TEMA (o tópico) y el REMA (o comentario) son conceptos que hacen referencia fundamentalmente a la perspectiva comunicas e hablante constituyen uno de los planos o niveles posibles-de análisis oracional.

TEMA puede definirse como “aquello que contiene lo ya conocido o presupuesto y que, en consecuencia, posee la menor información en un contexto dado o en una situación de enunciación”. Es la información conocida, bien porque ya ha sido presentada en el mismo texto, o bien porque se supone que es algo conocido de antemano por el propio oyente, es decir, forma parte de sus conocimientos extralingüísticos o conocimiento del mundo.

REMA es “lo que aporta el contenido fundamental del mensaje en un contexto dado o en una situación determinada “, lo que expresa lo nuevo, lo que se comunica acerca del tema, es decir, lo que resulta más rico en información respecto al tema.

Un texto que no haga ninguna referencia a cosas conocidas no puede ser comprensible. Y, por otra parte, un texto que no aporte ninguna información nueva no tiene ninguna relevancia. Tan desprovisto de interés es no decir absolutamente nada de nuevo, como desconcertante es hablar de cosas que no tienen nada que ver con lo que se está tratando.

La articulación información conocida-información nueva responde a una forma de contrato comunicativo. El contrato consiste en que el emisor elabora su texto de manera que el receptor pueda ir integrando la información nueva en la que ya conoce.

4.2. Tipos de progresión temática

El texto en conjunto, o cada una de las unidades de significado que pueden distinguirse, contienen una sucesión jerárquica de elementos temáticos (información conocida, T) y remáticos (información nueva, R).

Este fenómeno que se denomina progresión temática, se puede manifestar fundamentalmente de tres maneras:

Ø Progresión lineal: cada rema (R) es el origen del tema (T) de la unidad siguiente. Hay un cambio constante del centro de interés que da la sensación de profundización y de precisión. No se puede alargar indefinidamente, porque al cabo de pocas oraciones así, el receptor puede perder fácilmente el hilo de la información. Es una progresión típica de los textos descriptivos.

Ø Progresión de tema constante: el mismo tema reaparece en cada oración y los remas van cambiando. Típica de la narración, el tema suele ser un personaje que va realizando diversas acciones. Es una progresión que puede mantenerse mucho tiempo, aunque llega a producir una sensación de monotonía.

Ø Progresión de tema derivado: Los temas surgen de un hipertema que se encuentra al principio del pasaje, en un pasaje precedente, o simplemente es inferido por el receptor. Se trata de una sucesión de temas, con los correspondientes remas, que son manifestaciones diversas de un mismo hipertema conocido desde el principio del texto o fragmento. Es típica de textos argumentativos y expositivos, aunque también se da en los descriptivos y narrativos Tiene la capacidad de organizar jerárquicamente el texto.

Lógicamente, en los textos reales los tres tipos suelen combinarse. Un texto que organice la información sólo con un tipo de progresión no resulta bien: en el caso que la progresión sea lineal, el resultado será un texto demasiado variado, demasiado cambiante, habrá poca información compartida y será, por tanto, difícil de entender, si el tema es constante o derivado durante un fragmento largo, el texto puede ser excesivamente reiterativo, de manera que la comunicación avanza muy lentamente.

Por otra parte, las unidades informativas consideradas pueden ir desde los párrafos a cada una de las oraciones. Un análisis oración por oración es demasiado largo y contribuye poco a la comprensión íntegra de un texto. Un análisis nada más de párrafos, puede ser excesivamente general. Habrá que centrarse normalmente en unidades informativas intermedias, que a veces pueden corresponder a la síntesis del contenido de una parte del texto unitaria desde el punto de vista semántico.

La progresión temática es un fenómeno puente entre la coherencia y la cohesión: es el enlace entre la estructura global, la MACROESTRUCTURA, y su materialización lineal, la MICROESTRUCTURA.

5. CONCLUSIÓN

A la lingüística del texto le preocupa, sobre todo, el plano de la enunciación, la perspectiva del hablante y en ella centra sus estudios en relación a la coherencia – que hace referencia al dominio del procesamiento de la información pertinente. El mensaje o la información que vehiculan los textos se estructuran de una determinada forma, según cada situación de comunicación – y a la cohesión que hace referencia a las articulaciones gramaticales del texto.

Así pues, las oraciones que conforman un discurso no son unidades aisladas e inconexas, puestas una al lado de otra, sino que están vinculadas o relacionadas con medios gramaticales diversos de manera que conforman entre sí una imbricada red de conexiones lingüísticas, la cual hace posible la codificación y descodificación del texto cuya propiedad textual y sus características se corresponden con el plan global que sirve de expansión a las intenciones del hablante, y éste mediante un proceso de reestructuración lo convierte en superficial para que el oyente lo pueda interpretar.

En este quehacer se tiene en cuenta lo que V.Dijk llama superestructura (tipología textual) y macroestructura (tema, resumen, estructura…), así como otros elementos que relacionan el texto con elementos verbales (los fóricos) y extraverbales (los deícticos, que actúan de anclaje entre el texto y su referente extratextual, y la progresión temática, que constituye un enlace entre la estructura global o macroestructura y su materialización lineal, en la microestructura). De esta manera la lingüística del texto se relaciona con la pragmática.

6. BIBLIOGRAFÍA

BERNÁRDEZ, E. (1982): Introducción a la lingüística del Texto. Ed. Espasa- Calpe: Madrid.

CASADO, M. (1993): Introducción a la gramática del texto del español. Ed. Espasa-Calpe: Madrid.

DIJK T.V. (1983): La ciencia del texto. Un enfoque interdisciplinar. Ed. Paidós: Barcelona.

DIJK T.V. (1984) Texto y contexto. Semántica y pragmática del discurso. Ed. Cátedra: Madrid.