Tema 30 – El texto argumentativo

Tema 30 – El texto argumentativo

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0. INTRODUCCIÓN

La argumentación, como arte de convencer y conmover a los demás, fue estudiada en la Antigüedad y en la Edad Media dentro de la retórica y de la dialéctica. La lógica se ha ocupado de decidir las condiciones de verdad de las proposiciones. Pero la pragmática de la argumentación ha descubierto que no siempre es el principal requisito, ni el único, la condición de verdad de los silogismos empleados en la argumentación. Es preciso atender a una serie de convenciones, formas argumentativas convencionales, para hacer un aserto verosímil.

El procedimiento dialéctico fundamental, que se utiliza sobre todo en las disciplinas humanísticas, que es al mismo tiempo una forma de expresión y una forma de razonamiento, es la argumentación.

1. EL TEXTO ARGUMENTATIVO

Los textos argumentativos son aquellos en los que se expone una teoría, se propone una tesis o se formula una hipótesis y se demuestra su viabilidad, por medio de razonamientos, citando datos, proponiendo hechos o recurriendo a principios que la avalen. La argumentación supone, pues, una exposición y defensa de la teoría o tesis que se enuncia, y puede contener una refutación de las objeciones contrarias. Por tanto, el esquema textual básico de los textos argumentativos es el siguiente:

P Enunciación de la teoría, tesis o hipótesis.

P Demostración: cadenas de argumentos, referencias a los hechos o a principios que avalan dicha propuesta.

P Refutación de las teorías, tesis o hipótesis contrarias.

P Conclusión: confirmación final en que se vuelve a formular la tesis inicial, asentada ahora sobre la estrategia argumentativa empleada.

El proceso de la argumentación se atiene a la tradición filosófica de la dialéctica de la idea: tesis, antítesis y síntesis. Por tanto, la argumentación que desarrollan los textos de esta índole se asienta en la dialéctica y en el razonamiento lógico.

La enunciación de la tesis es la idea central que desarrolla el texto argumentativo. Puede aparecer al comienzo, como propuesta de reflexión, o al final del texto, como conclusión lógica que se deriva del mismo. La tesis puede encerrar y conectar un conjunto muy amplio y complejo de ideas, pero ha de ser formulada de una manera clara y precisa. En el proceso de la argumentación, se puede establecer todos los desarrollos y paralelismos que se estimen necesarios, pero la formulación de la tesis debe hacerse de forma breve, clara y ordenada. La antítesis sería la idea contraria a la defendida por el autor, y la hipótesis, la idea que no se enuncia como afirmación, sino como posible afirmación que se puede demostrar. Cuando se demuestra, se convierte en tesis.

La demostración es toda la cadena de argumentos, referencias y principios que sirven para tratar de convencer sobre lo que se habla. Además de los argumentos propios, otros argumentos o afirmaciones que se aportan para demostrar la tesis son los siguientes:

clip_image003 Argumentos de autoridad, basados en el prestigio.

clip_image003[1] Argumentos mediante ejemplos (citas literarias, cuentos, anécdotas,..). Los refranes y dichos populares también se pueden usar como argumentos, por su fuerza expresiva y su aceptación general.

clip_image003[2] Argumentos analógicos, estableciendo paralelismos entre lo que se argumenta y otro hecho familiar para el auditorio (su fórmula sería: A es a B como C es a D).

clip_image003[3] Argumentos ad judicium, apelación al sentido común.

clip_image003[4] Ex concesso, deducido de algo dicho previamente por el contrario.

clip_image003[5] Ad populum, apoyado en el sentimentalismo derivado de motivos como la patria, la religión, la tradición.

Estas ideas pueden establecer entre sí diversos tipos de relaciones lógicas: contraposición, implicación (si se da una idea, también la otra), disyunción (una idea excluye la otra), causalidad (una idea es causa de la otra), consecuencia o comparación.

La refutación era una parte obligada del discurso dialéctico. En realidad, la refutación es otro conjunto de argumentos añadidos a la demostración de la tesis, en tanto que al negar la postura contraria o diferente se está confirmando la propia. En todo proceso argumentativo, se mezcla la objetividad racional con elementos de una más o menos apasionada subjetividad.

La controversia, la diatriba, la apología, aluden a cadenas argumentativas en las que se estima como prioritario el triunfo de una idea, que el hablante sostiene frente a un oponente. Se trata en este caso, de buscar el triunfo dialéctico, más que la honesta búsqueda de la verdad. Por eso, esas figuras aparecen más en la oratoria política, religiosa o forense, que en los textos científicos, aunque estos no son ajenos a posiciones enfrentadas o irreductibles, pues las teorías científicas innovadoras tienen que abrirse paso y afirmarse frente a los rechazos y las incomprensiones.

2. TIPOS DE ARGUMENTACIÓN

2.1. Tipos de argumentación

Aristóteles distingue tres tipos de argumentación: la argumentación judiciaria, empleada en los juicios; la argumentación política o deliberativa, en la que se busca aportar un argumento a favor o en contra de una determinada decisión o medida política y la argumentación epidíptica, basada en la alabanza o en la desacreditación.

Además, nos encontramos con otros dos tipos discursos argumentativos como el discurso demostrativo, llamado apodíptico, dirigido a demostrar hechos lógica y racionalmente aceptables, parte de premisas indiscutibles y llega a conclusiones lógicas por procedimientos deductivos. Se trata de razonamientos argumentativos universales que tienen en su centro lo racional. Estos discursos (en matemáticas o en física) pueden tener estructura de inducción o de deducción. O el discurso persuasivo tiene su centro en lo opinable, por eso no es universal, sino sensible al tipo de público al que se dirige, al que convencen los argumentos expuestos.

2.2. Instrumentos para la argumentación

Es sabido que sea cual sea el tipo de argumentación adoptado se pueden usar para persuadir al interlocutor:

] Instrumentos extrínsecos, argumentos sacados de la realidad: datos, leyes, declaraciones de testigos, experimentos,..

] Instrumentos intrínsecos, argumentos inventados por el protagonista para llevar a su público a adherirse al punto de vista defendido, mediante sentimientos, leyes morales, costumbres, opiniones,.. Los instrumentos intrínsecos se derivan del ethos, la confianza, la estima del hablante; el pathos, las emociones que el hablante sabe suscitar en el público, y el logos, argumentos racionales. A este último pertenecen los razonamientos deductivos o entimemas y los silogismos inductivos o ejemplos.

2.3. Estructuras de la argumentación

En el proceso para convencer que es la argumentación se pueden dar varias organizaciones estructurales:

ð Explicativa: se presenta la opinión que se defiende al principio del texto y se avala a continuación con una serie de argumentos.

ð Conclusiva: a una conclusión en la que se defiende abiertamente una tesis precede uno o varios argumentos.

ð De doble encuadramiento: la tesis se expone en el arranque del texto, a continuación se colocan los argumentos y al final vuelve a confirmarse nuevamente.

ð De reiteración lineal: la tesis se reparte en una serie de afirmaciones que se repiten a lo largo del discurso, y los argumentos se intercalan también libremente.

ð Inductiva: se parte de unos hechos concretos para luego inducir de ellos una ley general que los explique, va de lo particular a lo general.

ð Deductiva: se parte de premisas lógicamente válidas que se pueden aplicar a casos concretos y que permiten deducir una opinión, va de lo general a lo particular.

Según Aristóteles, el análisis y el razonamiento deductivo debe adoptarse cuando se dirige a un público experto en la materia; el procedimiento inductivo sería más adecuado para los casos en los que el público no esté familiarizado con el tema.

3. Características lingüísticas DEL TEXTO ARGUMENTATIVO

Son difíciles de sistematizar, puesto que un texto argumentativo puede tratar de contenidos muy diversos y ser expuesto en distintos niveles. Además, el punto de vista del autor juega un papel muy destacado. Los rasgos más habituales son:

1) Entonación. Se suele dar la modalidad enunciativa (en las partes descriptivas y expositivas que acompañan la argumentación), la interrogativa (sobre todo las interrogaciones retóricas) y la exhortativa, de función fática.

2) Sintaxis. Suele ser compleja, con abundantes subordinadas y frases amplias. Predominan las oraciones causales, consecutivas y comparativas. También son frecuentes los incisos para aclarar algún aspecto. Los paralelismos no son raros, ya que sirven para relacionar ideas y grabarlas en los receptores. Hay un uso de algunos tipos de conectores:

N Sumativos: encadenan los enunciados sumando sus contenidos proposicionales (además, encima, por una parte…por otra, igualmente), lo más habitual es que aparezcan al principio del enunciado para señalar la dirección expositiva, suelen combinarse con los nexos “y / pero”.

N Contraargumentativos: expresan algo contrario a lo que se espera (sin embargo, no obstante, ahora bien, en cambio, por el contrario, de todos modos, con todo, aun así), pueden combinarse con “pero” para resaltar el carácter opositivo.

N Consecutivos: señalan que el enunciado que introducen debe considerarse como la consecuencia que se sigue, forman una especie de demostración (por lo tanto, por consiguiente, de ahí que, así pues, así que, luego, pues).

3) Léxico. Suelen aparecer términos técnicos propios de la disciplina de la que se trate. Si el texto tiene carácter divulgativo, los tecnicismos serán menores o aparecerán explicados.

4) Figuras retóricas. Es relativamente abundante el uso de algunas figuras retóricas como refuerzo de la técnica argumentativa. Algunas de las más importantes son: la interrogación retórica para dar mayor énfasis a una afirmación; la complexión para resaltar palabras, ideas o conceptos al principio y al final de los enunciados; la comparación, sobre todo para resaltar el contraste entre dos elementos; la metáfora para trasladar el sentido d una palabra o de una idea realizada en le plano lingüístico.

4. CLASES DE TEXTOS ARGUMENTATIVOS

Seguiremos la siguiente clasificación de los textos argumentativos, propuesta por V. Lo Cascio en su obra Gramática de la argumentación:

@ La argumentación escrita en un manual à el manual no tiene un interlocutor directo. El lector deberá aceptar las argumentaciones sin poder esperar respuesta a sus contraargumentos. Si un manual se dirige a un público genérico, el éxito del acto comunicativo será incierto.

@ En un artículo científico à la situación es muy diferente en un artículo científico, ya que está destinado en general a personas que son expertas en la materia en cuestión y son capaces de captar rápidamente la calidad del razonamiento. El texto científico tiene el objetivo preciso de provocar adhesión o rechazo.

@ En una entrevista escrita à la entrevista tiene siempre la apariencia de una discusión en la que el entrevistador establece junto al entrevistado un tema, aunque la función del entrevistador no es la de ser convencido, sino la de dar pie a que el entrevistado manifieste sus opiniones.

@ El debate oral à en el debate oral se emplean todos los recursos de la argumentación. Hay situaciones en las que los protagonistas de la disputa no está dispuestos a resolver la cuestión, piénsese en el debate entre adversarios políticos.

@ La discusión à es la argumentación más corriente que encontramos en la vida cotidiana. A menudo estamos obligados a formular, defender o atacar tesis u opiniones. Ésta es la argumentación menos sistemática y más compleja, en la que intervienen factores extralingüísticos: prestigio, sentimientos, situaciones, lucidez del momento.

@ La lección y la conferencia oral à en la lección magistral el profesor presenta opiniones sostenidas por argumentos. Los alumnos tienen más dificultades para asumir un juicio crítico. Éstos no consideran la clase como un lugar para el debate, aunque lo sea en teoría. Al final de la conferencia se suele establecer un debate, pero ese debate se reduce a lo esencial y difícilmente desciende a los detalles particulares.

@ El discurso o la prédica à en esta situación, el público comparte la ideología del locutor, pero exige un análisis detallado de las opiniones de las que ya participa intuitivamente. Si el orador se dirige a una masa indiferenciada de espectadores no puede esperar una adhesión ideológica y sentimental a priori. Si se trata del discurso político ante la televisión, éste dura poco y los factores del proceso de convencimiento son más psicológicos que lógicos. Están basados en la imagen, en el papel que asume el político: sereno, confiado, paternal, seguro, dinámico, sabio, lleno de experiencia,..

5. LA ARGUMENTACIÓN EN LOS TEXTOS CIENTÍFICOS

El trabajo científico integra cinco elementos, originalidad, distanciamiento, universalidad, escepticismo y pública accesibilidad, que desempeñan todos ellos algún papel. Si los resultados y los métodos siguen las reglas consabidas y si vemos que se dan la imparcialidad y la “comprobabilidad” esperadas, por lo menos nos acercamos bastante a sentirnos bien dispuestos.

Pero el convencimiento, lo mismo en el terreno científico que en cualquier otro, implica el juego de distintas fuerzas, tanto de la razón como de la sinrazón. Nuestro sentido de lo que conecta, de lo que cuadra, de lo que se relaciona o se deriva, puede a menudo movernos a la aceptación. Los resultados que no se ajustan al trabajo existente suelen convencer poco. Pero si un estudio A establece conexiones entre los estudios B, C y D, o si ese estudio ilumina con nueva luz un hecho comprobado, cabe que se produzca una pequeña o gran teoría emergente.

Para conseguir convencer, sólo se puede ser original hasta cierto punto. Una total originalidad, tanta que ninguna otra persona hable tu lenguaje, impedirá que tu argumento se abra camino en el mundo.

También el prestigio vende. Un equipo famoso que trabaje en una institución famosa sostenido por una sólida fuente de recursos financieros es toda una combinación difícil de resistir. La publicidad genera prestigio. Son numerosos los científicos que le dan crédito a argumentos que nunca han leído ni oído, simplemente porque la mayoría de sus colegas los dan por buenos. Y a veces la pura belleza de una demostración puede hacer que un argumento resulte del todo convincente.

6. LA RETÓRICA COMO ARTE DE LA ARGUMENTACIÓN

La retórica se ocupaba de las premisas probables abiertas a la discusión y a la refutación, y articulaba sus silogismos (proposiciones con premisa y conclusión) para mover pragmáticamente, emocionalmente, al destinatario. La llamada “nueva retórica” ha incluido todos los demás tipos de discurso, desde el filosófico hasta el político, en la historia de la “retórica”. Así, todos los razonamientos humanos sobre hechos, decisiones, creencias, opiniones y valores, ya no se consideran como obedientes a la lógica de una razón absoluta, sino que se los ve en su relación mutua con elementos afectivos, valoraciones históricas y motivaciones prácticas. En esa perspectiva, el discurso persuasivo se despoja definitivamente de esa aura de fraude que le rodea, incluso en la edad de oro de la retórica clásica, para pasar a ser una técnica de la interacción discursiva “racional”.

En la antigüedad clásica se admitía la existencia de un razonamiento de tipo apodíctico (proposición demostrable, indispensable u obvia), en el cual las conclusiones se extraían por silogismos de premisas indiscutibles, fundados sobre primeros principios. Seguía el razonamiento dialéctico, que argumentaba con premisas probables, en las que eran lícitas dos soluciones, y el razonamiento decidía cuál de las dos era la más aceptable. El razonamiento retórico partía también de premisas probables y llegaba a conclusiones no apodícticas, basándose en el silogismo retórico, el llamado entimema. Pero la retórica no pretendía sólo un asentamiento racional, sino también emotivo; por lo tanto, se presentaba como una técnica para persuadir, seducir y subyugar al oyente. Hay diversos grados de razonamiento persuasivo, desde el razonamiento filosófico a las técnicas de propaganda, publicidad y persuasión de masas.

En la publicidad es muy frecuente la utilización de los recursos de autoridad como ejemplos probatorios: de cada diez estrellas, nueve usan jabón Lux. En nuestra vida cotidiana, tanto la propaganda política, la publicidad o el discurso conmemorativo, quieren convencernos de lugares tan opuestos como: todo el mundo hace esto, por lo tanto, tú también debes hacerlo, y, a la inversa, todo lo hacen así, si tú lo haces de otra manera podrás distinguirte de los demás. Véase nuestra capacidad para aceptar razonamientos opuestos: “¡entrad todos a formar parte de este núcleo selecto de elegidos!”. Las firmas traslativas y las figuras retóricas, que no son sino embellecedores gracias a los cuales el razonamiento parece nuevo, permiten estimular la atención. Cuando una figura se desgasta pierde su carácter de sorpresa. La metáfora convertida en usual entra a formar parte de código y se anquilosa en una catacresis (el cuello de la botella).

El discurso político está centrado en el auditorio, que lo condiciona y lo determina. El político se dirige a menudo a un público heterogéneo, por ello debe utilizar argumentos múltiples y variados. Debe diferenciar el discurso propio según los medios de comunicación usados o los lugares en los que se emite el mensaje. En política es imprescindible provocar el asentamiento del auditorio, suscitar el interés de un público diferente. El político ha de saber siempre a quién habla y argumenta. Es necesario recurrir y tener preparados todos los modos de captar la atención del público, interesarlo y predisponerlo positivamente. Los oradores recurren a menudo a los eslóganes, a los juegos lingüísticos, a las sorpresas visuales, a veces al tono imperioso, apasionado, preocupado, sereno, etc.

El lenguaje político utiliza parte de los lenguajes especiales, a menudo asume la pátina de tecnicismo para parecer serio, demostrable y científico: usando palabras como “engranajes, freno, diagnóstico, fuerza centrífuga, convergencia paralela”, etc., se da impresión al auditorio de encontrarse ante un discurso científico, aceptable.

7. CONCLUSIÓN

Como hemos podido apreciar, la argumentación es uno de los tipos posibles de encadenamiento del discurso. Una argumentación es un razonamiento que proporciona premisas que avalan una conclusión. Se trata de presentar un razonamiento como si fuera un buen camino para llegar a una conclusión determinada.

La teoría de la argumentación ha sido desarrollada como un intento de determinar la adecuación de los enunciados al tipo de texto en que aparecen. Se ocupa de los medios que proporciona la lengua a sus hablantes para orientar argumentativamente sus enunciados y de los instrumentos formales que sirven al destinatario para construir su interpretación.

8. BIBLIOGRAFÍA

ASCOMBRE y DUCROT. (1988). La argumentación en la lengua. Gredos: Madrid.

ÁLVAREZ, M. (1994). Tipos de escrito II: exposición y argumentación. Arco Libros: Madrid.

LO CASCIO, V. (1998). Gramática de la argumentación. Alianza Universidad: Madrid.

LÓPEZ VILLAMOR, C. (1997). El texto argumentativo. Octaedro: Barcelona.

DIJK, T. Van. (1978). La ciencia del texto. Paidós: Barcelona.