Tema 51 – La lírica en el Barroco: Góngora, Quevedo y Lope de Vega.

Tema 51 – La lírica en el Barroco: Góngora, Quevedo y Lope de Vega.

1. TRANSICIÓN DEL RENACIMIENTO AL BARROCO: EL MANIERISMO

La situación social que provoca el desequilibrio económico, agravado tras la muerte de Felipe II (1598), el nuevo empuje de la influencia aristotélica y la religiosidad contrarreformista repercute en el concepto de la estética, que sufre un período de transformación desde el Renacimiento hasta el Barroco.

Frente al modelo ideal de lo arquetípico se alza un nuevo modelo natural vivo, con toda su carga existencial, ya sea hermosura o fealdad. Este cambio evolutivo afecta tanto a las producciones poéticas como a la actitud del artista frente a su obra.

El Manierismo es el estilo de transición que se coloca frente a los dos modos de entender la literatura. Se trata de aprovechar las formas y estructuras renacentistas para alterarlas de una determinada manera con el propósito de demostrar el dominio de la técnica y los dotes intelectuales. Por ello mismo, en la mayoría de los casos el Manierismo se queda en un mero formalismo estético.

En la literatura, especialmente en la poesía, el Manierismo se caracteriza porque el lenguaje no es sólo medio de expresión, sino fuente de inspiración. Las metáforas, tan abundantes en este estilo, desempeñan una función paralela a la distorsión de las obras plásticas, ya que no tratan de describir un objeto de la mejor manera, sino que pretenden alejarlo de su imagen corriente, por lo que emplearán asociaciones cada vez con menos vínculos entre el designando y lo designado. Se trata de provocar el estrañamiento. El receptor ideal forma parte de una elite, la poesía se convierte, entonces, en una actividad proselitista. Por este motivo el cultivo del cultismo se acrecienta para adornar, así mismo, la exuberancia conceptual que exhiben los poetas.

En cuanto a su temática, el Manierismo continúa con la tradición clásica petrarquista y utiliza los mitos grecorromanos. La complejidad que recubre al estilo se extiende también al contenido, de forma que los poemas suelen introducir tantos subtemas o digresiones que acaba perdiéndose el hilo argumental.

Este estilo de transición se extiende desde 1560 hasta 1605 (aunque sus formas perviven durante todo el período barroco), año en el que, muerto Herrera, el mundo renacentista y las formas petrarquistas se convierten en tópico y sólo era posible intentar una poesía que superase sus temas y formas. En este intento de superación la escuela andaluza, continuadora de Herrera, tuvo un papel decisivo y sirvió de puente entre el Renacimiento y el Barroco.

Ø Teorías estéticas de la época

Entre las más sobresalientes podemos citar las siguientes:

– La influencia grecorromana se manifiesta en formas como la tragedia, la comedia, la sátira, el discurso o el diálogo filosófico. Además, se recupera la influencia de Aristóteles en lo que respecta a la vigencia de su Poética, difundida desde Pinciano hasta Cascales y Luzán.

– La consideración de los elementos vulgares marca el cambio de gusto estético. El Renacimiento lo rechazaba y la división de la literatura en géneros nobles y plebeyos así lo testimonia. Sin embargo, años después de la aparición de la Philosophia antigua poetica (1596) de Pinciano, de acuerdo con la división renacentista, Lope de Vega revoluciona la estética poética con el Arte nuevo de hacer comedias (1609), introduciendo al vulgo como principal crítico de la obra.

– Las tensiones sociales producidas por los cambios políticos, económicos y religiosos repercuten en esta nueva cosmovisión caracterizada por la inestabilidad, la desilusión y el pesimismo. Sin embargo, aparece como contraste el afán vitalista derivado de la consideración individualista del hombre, de su propio valor y significación en el mundo. Así se explica la presencia de lo feo y la abundancia de seres deformes, bufones, graciosos y las caricaturas, muchas veces trágicas de la realidad que surgen al lado de las más bellas idealizaciones.

– Se agrava el pensamiento de lo efímero de la existencia humana. La vida es toda movimiento en el que hay que agudizar los sentidos para captar el rápido devenir de acontecimientos.

– Como lo terreno es inconsciente el hombre se siente atraído por lo sobre natural. Así lo espiritual cobra una nueva dimensión, se busca en todos los objetos, llegando al panteísmo. El mejor ejemplo es el desarrollo del género de los Autos sacramentales, donde se diviniza lo cotidiano, lo mínimo y la poesía será el vehículo de conexión entre el mundo terreno y lo sobrenatural.

2. LA LÍRICA BARROCA: TEMÁTICAS

Aunque es difícil abarcar todos los temas que la compleja lírica barroca recolecta a lo largo de su producción, sí es posible definir algunas líneas maestras, que son recurrentes en varios autores:

El sueño. A través de él se proyecta una visión desrealizadora de las vivencias, se convierte en símbolo de la vida e incluso de la propia muerte. Representa la consideración del doble plano realidad/apariencia que, partiendo del concepto itinerante del hombre medieval, (peregrino, viajero en tránsito), llega en Quevedo a la concepción de la vida como preparación para la muerte.

El tempus fugit se convierte en un tema que se deriva de lo anterior, dado que la condición humana hacia la muerte presenta ésta como continuo devenir. La dimensión del tiempo que todos los poetas destacan es la fugacidad.

El ubi sunt? Es un tema predominante asociado a otro símbolo muy barroco, el de las ruinas. Ambos habían servido ya de cauces para desarrollar mensajes moralizantes y ahora se les añade el hondo dramatismo de la concepción finita y final de la existencia.

La soledad. Es un tema tópico que se extiende como consecuencia del sistema social: la nueva vida urbana propicia la incomunicación entre los individuos, por lo que se impone el ejercicio solitario de la meditación o la marginación.

La obsesión por el color conlleva las mutuas interrelaciones que se dan entre la pintura y la poesía. Las Academias ponen en contacto a los literatos con otros artistas, así es famosa la relación existente entre Velásquez y Lope. La influencia entre ambas es patente tanto por el gusto de la relación armónica de colores, en la expresión del claroscuro así como en términos de las artes plásticas que pasan al vocabulario poético. Los cuadros son fuente de inspiración poética: retratos, paisajes, bodegones y alegorías prestan sus sustancias a la palabra, así lo veremos por ejemplo, en Las Soledades de Góngora.

– La filosofía estoica contribuye decisivamente a crear un sentimiento de desengaño, que se agudiza por la experiencia temporal.

Tensión entre el vitalismo y las preocupaciones trascendentes. El hombre se ve impelido a gozar rápidamente de todo cuanto le rodea, por ello la Naturaleza es por sí sola un tema recurrente. No es extraño encontrar poemas donde se funde lo vital y lo sobrenatural.

– El concepto de la imitatio renacentista deja paso al nuevo concepto de crear al modo de la naturaleza. El contraste entre arte y naturaleza sirve de tema a muchas composiciones.

Lo sagrado y lo profano. La dicotomía entre estos dos términos conduce el alma de la complejidad barroca. La exaltación de cada uno de estos dos extremos impide conseguir el equilibrio y justifica la ruptura de la armonía renacentista. La ruptura que comenzó en el plano formal con el manierismo se consolida definitivamente con los contenidos impulsados por la nueva ideología del seiscientos.

La parodia de los temas renacentistas. Por ello vuelven a cultivarse viejos géneros como la glosa o el epigrama.

El amor. No se trata tan sólo de un sentimiento, sino que es una de las pocas posibilidades que tiene el hombre de permanecer en el mundo, de eternizarse: el amor constante más allá de la muerte de Quevedo.

La sátira política. Como en toda época de decadencia la sátira adquiere un extraordinario desarrollo, pues es una forma más de expresar el desengaño. L política es la diana central y estas sátiras se difunden de forma anónima, sin embargo a Quevedo, Góngora y al Conde de Villamediana se les atribuye la gran mayoría de estas composiciones.

Ø Culteranismo y conceptismo

El Barroco en su afán renovador de la estética clásica impuso el aristocratismo del arte, a través, principalmente, de dos vehículos: el culteranismo y el conceptismo. Ambos con la consigna de alejamiento intelectual del vulgo. Los cultos pretendían un esteticismo de iniciados, para lo que acudían a una intensificación de los elementos expresivos del lenguaje. Buscaban la originalidad en el léxico, rastreando en el vocabulario latino y en su sintaxis; intentaban la armonía y la musicalidad del verso y la brillantez de la metáfora y la imagen. A los culteranos, término mixto entre culto y luterano se los tildó de oscuros, y frente a ellos surge la tendencia de buscar alejamiento del vulgo en la dificultad del concepto, en la sutileza de la idea, en el conceptismo. Tradicionalmente, Góngora era el abanderado de la tendencia culterana y Quevedo de la conceptista. Sin embargo, la división no es real. Así hay mucho de conceptista en Góngora, porque todo el movimiento culterano está arraigado en los preceptos conceptistas.

3. GRUPO ANTEQUERANO-GRANADINO

Los continuadores de Herrera, integrados en el grupo andaluz (sevillano, antequerano-granadino y cordobés) sirvieron de puente entre las tendencias estéticas del Renacimiento y del Barroco. Es el grupo antequerano por su cohesión y por las colecciones de poesía que hasta nosotros han llegado, el más interesante en cuanto a su labor de renovación poética.

La evolución de la poesía entre 1600 y 1630 la marcan tres antologías:

Flores de poetas ilustres de España, primera parte, publicada por Pedro Espinosa en 1605.

– La segunda parte de la misma, recogida por Agustín Calderón en 1611, inédita hasta 1896

Cancionero antequerano (1627-1625).

La más interesante es la primera, es la mejor colección de poemas de finales del XVI y principios del XVII, cuyos escritores son en mayoría del grupo antequerano granadino, destacando Agustín Tejada, Pedro Rodríguez, Cristobalina Fernández de Alarcón, Mira de Amescua, Pedro Espinosa y Luis Carrillo y Sotomayor.

4. LUIS DE GÓNGORA (1561-1627)

A pesar de ser de formación plenamente renacentista, reacciona en su obra como un hombre típico del Barroco. Su aparición en el mundo de las letras se produjo hacia 1580 con una marcada inclinación havia lo sabroso de la erudición, por lo que pronto se ganó la fama de poeta erudito.

Tras la muerte Herrera hay un período de estancamiento en las formas italianizantes y Góngora supo acercarse a los orígenes de la poesía para extraer las nuevas formas expresivas que ésta ofrecía. Más que aportaciones nuevas lo que hizo fue vivificar lo ya existente, mediante un original procedimiento de transformación artística. Forzó al máximo las posibilidades expresivas de cada palabra en su poder evocativo, sensorial y sugerente, y, de este modo, hace que la realidad no aparezca directamente nombrada, sino definida a través de las cualidades que al poeta le parecen más significativas. En el caso de la mitología, en lugar de aludir a la historia conocida, se remonta al origen mismo del mito y lo reconstruye. Así consigue presentar la realidad no como es, sino confundida en un juego de metáforas, imágenes y sensaciones plásticas. Indudablemente, la nueva fórmula de poetizar que proponía el cordobés entrañaba una dificultad dura para el lector. Por este motivo fue objeto de acérrimas críticas pero también tuvo entusiastas seguidores.

Ø GONGORISMO: OSCURIDAD Y DIFICULTAD: Su obra levantó una polémica grave, conocida como la polémica gongorina. Las defensas del poeta se apoyaban en la empresa “alta i difícil” a que se había entregado, comprensible sólo por una minoría. Sus enemigos, por el contrario, utilizaban estas mismas bases para atacar su falta de claridad. Así las famosas burlas de Quevedo se refieren a la corrupción y enrevesamiento de su lengua.

Sin embargo, la reforma gongorina no evidencia una actitud estética nueva en la literatura española. Desde la Edad Media se testimonia el afán aristocrático de los poetas con el trobar clus, la clerecía, Santillana, en el mismo Renacimiento Castiglione y más tarde Herrera considera que la dificultad es una de las metas perseguidas por cualquier escritor culto.

Respecto al uso que hace de la lengua Góngora hay que destacar algunos procedimientos típicos del poeta:

– La introducción del cultismo buscando en él sus significados menos gastados.

– Empleo de la perífrasis que sustituye a la mención directa de las ideas para facilitar el establecimiento de relaciones con otras.

– Hipérbaton y ausencia de nexos relacionantes.

– Empleo de elementos sintácticos latinos.

En cuanto a sus temas, la dificultad reside en la recreación poética de los mitos clásicos, junto a los cuales incorporó elementos populares con sentido poético, elevando éstos a la misma categoría que aquéllos.

Ø OBRA POÉTICA DE GÓNGORA: TRANSMISIÓN E INTERPRETACIÓN: Góngora murió sin haber visto publicados sus poemas, como obra completa; tan sólo algunas de sus composiciones pasaron a antologías. Hasta que en 1921 Foulché-Delbosc publicó la obra del poeta, siguiendo el manuscrito Chacón, no hemos tenido una edición fiable del mismo. La obra consta de 94 romances auténticos y otros tantos atribuibles, 121 letrillas, 167 sonetos, 33 composiciones de arte mayor y tres extensos poemas: Fábula de Polifemo y Galatea, Soledades, Panegírico al Duque de Lerma.

La crítica, viendo esta doble vertiente del Góngora de las letrillas frente al Góngora de El Polifemo, atribuyó los poemas sencillos a una primera etapa cronológica, mientras que los que encerraban la dificultad poética fueron fechados en la segunda etapa del poeta, sin embargo, esto no es así. Puede hablarse de una evolución artística producida por la intensificación de los elementos y la reelaboración de temas ya conocidos. En este sentido, sí se puede admitir la existencia de un cambio de rumbo en su poesía, atestiguado por sus contemporáneos.

· Sonetos: Góngora supera a sus contemporáneos en la escrupulosa construcción técnica del soneto. Según el manuscrito Chacón los más antiguos datan de 1582 y están impregnados de la influencia italiana de Tasso, Ariosto, Minturno y Sannazaro. Hasta 1586 el poeta se mueve bajo la estela petrarquista, pero adoptando ya una fuerte personalidad. A partir de esta fecha en su poesía entran nuevos temas derivados de su actividad social y sus viajes por España, su relación con la corte, etc., que hace que se incrementen los sonetos laudatorios e, incluso, los de temas existenciales al modo de Quevedo. A partir de 1623 el tema del desengaño se hace insistente, igual que su obsesión por la muerte, hasta el punto que sus sonetos llegan a convertirse en un breve diario del que está ausente todo color y alegría, en una suerte de despedida simbólica del mundo. Dámaso Alonso habla de un período de progresivo ascetismo.

· Letrillas y romances: Este grupo de composiciones constituye la obra más popular del poeta, porque se hallan alejadas del concepto de oscuridad que tanto enturbiara la difusión de otras de sus obras. Se diferencian en dos grandes grupos temáticos, uno de carácter serio y otro humorístico. Entre las composiciones de carácter serio destacan las letrillas dedicadas al amor y las de asunto religioso; por otro lado, entre las obras burlescas hay que destacar La fábula de Píramo y Tisbe (1618), escrita en romance y la composición más apreciada del poeta mientras vivió. Su tema es muy acorde con el espíritu barroco, ya que desmitifica los presupuestos renacentistas y los utiliza como pretexto para conseguir un determinado efecto estético.

· Fábula de Polifemo y Galatea: El tema arranca de la tradición grecolatina: Homero, Teócrito y Ovidio. De ellos extrae el argumento el cordobés. Se trata de uno de los mitos preferidos del Renacimiento, más tarde el Barroco también muestra predilección por el mito. Ya que en Polifemo se unen características opuestas: ferocidad y monstruosidad unidas a ternura y delicadeza. Huye aquí del locus amoenus renacentista y describe paisajes tenebrosos. La famosa oscuridad gongorina empieza a evidenciarse en este poema. La hipérbole y los adjetivos oscurantistas sirven para describir la monstruosidad del cíclope, mientras Galatea se caracteriza por su blancura, suavidad y belleza, descritas con un complicado conceptismo. La fábula está compuesta por 64 octavas reales y puede resumirse como un gran canto de exaltación amorosa.

· Soledades: Es la obra más característica del movimiento estético que creó. Compuestas en silvas y publicadas en 1614, el proyecto inicial era de cuatro soledades (simbolizando las cuatro edades del hombre), pero no pasaron de dos y la segunda inconclusa. La interpretación de la composición es compleja porque no tiene precedentes. Se trata de un conjunto de estampas pastoriles en las que la exaltación de la realidad adquiere un papel esencial. Para Salinas Las Soledades son el gran poema de la realidad exterior, de la realidad sensual. El método para conseguirlo consiste en potenciar al máximo los elementos de la realidad mediante la comparación con objetos muy valiosos o extraer de éstos el mayor número posible de sugerencias o evocaciones para asignárselos a aquélla. Las Soledades proponen un ideal de vida, por tanto son de raíz cuasi filosófica: afirma la superioridad de la vida del campo.

5. FRANCISCO DE QUEVEDO (1580-1645)

Quevedo es un testigo excepcional de la época barroca, reacciona frente a ella y presenta mejor que nadie toda la complejidad inherente a la misma. En su arte palpita latente su vida y todas las preocupaciones de su época. Las características más destacadas de su poesía consisten en la fusión de las corrientes más opuestas: realismo, idealismo, delicadeza, chabacanería, vulgaridad, aristocratismo. Asimiló la cultura de su tiempo como problema personal.

Aunque en vida fue un poeta famoso y sus poesías circularon de mil maneras, su obra no se publica hasta después de su muerte.

Ø TEMÁTICA QUEVEDESCA:

Su lírica es hondamente sincera y con un lenguaje propio, variadísima en cuento a su temática, destacando seis líneas maestras: amador de la vida, fragilidad de los bienes, filosofía estoica, problema del hundimiento de España, preocupación por la vida después de la muerte y el amor. Y es que aunque sus burlas más acres se ceben en las mujeres y su misoginia está constatada, Quevedo se yergue como el más alto poeta del amor de nuestra lírica. El amor es la línea fundamental en la que desarrollar sus versos amatorios. Alcanzó tan certera puntería en el concepto grave y metafísico del amor como en su burla y sátira.

· Poesía metafísica: Se trata de poesía densamente impregnada de significado, con más abundancia de sustancia que de palabra. Con densidad expresiva, Quevedo hace palpable su angustia personal, recreando momentos individuales de honda angustia existencial. El desgarrón afectivo de Quevedo gira en torno a la muerte, tema del que se derivan tantos otros como el carpe diem, la resignación cristiana, la brevedad de la vida, la vanidad de todo lo humano y, sobre todo, la angustia. Quevedo anuncia el ser-para-la muerte. La muerte inunda toda actividad humana como una continua amenaza que se cierne sobre todos los pensamientos y realidades. La indisoluble unión entre vida y muerte es la esencia del hombre y la idea central de muchos de sus poemas. El motivo simbólico de la ruina, el tiempo y la preocupación por rescatar la individualidad tras la muerte conviven con la preocupación por el tema de España. El deseo de recuperar el sentido ético de España se observa en el Sermón estoico de censura moral. En estos poemas Quevedo consigue la desnudez esencial de la palabra, para ello prescinde de lo accesorio y ornamental. Cada palabra contiene al máximo todo su potencial valor expresivo y las relaciones entre ellas se ajustan en perfecta trabazón.

· Poesía amorosa: Para Quevedo la poesía amorosa representa un modo de trascender la realidad. Gracias al amor, la vida se enriquece definitivamente. Para O.H. Green en la poesía amorosa de Quevedo existe una jerarquía desde el amor ferino hasta el amor cortés y es este último el que magnifica toda la temática amorosa. El amor cortés, por tanto, es la línea fundamental en la que desarrolla sus versos amatorios. Según la división renacentista de los posibles grados del amor: ferino, platónico, cortés, la poesía de Quevedo atestigua el amor ferino como muestra de su pensamiento esencial, mientras que su repulsa y ansiada búsqueda de algo superior a aquél son pruebas de su optimismo hacia lo que debiera ser; el platónico es contradictorio con las notas de pasión características de su visión de la vida y, en cambio, el cortés reúne pasión y altruismo. La originalidad de Quevedo estriba en utilizar los tópicos del amor de manera nueva con distintos procedimientos: hipérbole, relaciones intelectuales entre objetos sin aparente conexión, incorporación del tono pesimista, inclusión de voces extrapoéticas imprevisibles, inversión de las formas verbales. Su mejor paradigma está en el soneto Amor constante más allá de la muerte: cantó a varias mujeres y colocó al amor como única arma eficaz para luchar contra las devastadoras consecuencias del paso del tiempo.

· Poesía satírico-burlesca: Entre las sátiras de Quevedo destacan las de temática política y moralizadora como las de Epístola censoria y el Memorial. También hay sátiras literarias como las dirigidas contra Góngora. Entre los poemas burlescos hay dos temas preferentes: la mitología y el mundo caballeresco, a través del cauce formal del soneto, la letrilla y los romances. Como ejemplo, el soneto “Apolo y Dafne”. Por último debemos apuntar las jácaras, composiciones de carácter burlesco en forma de romance que refieren hachos de la gente del hampa y se representaban en los entreactos de las comedias. Las más famosas son las de Escarramán.

6. FÉLIX LOPE DE VEGA (1562-1635)

Si bien su extraordinaria y prolífica labor teatral ha ensombrecido al poeta, Lope de Vega ocupa un papel importante dentro de la lírica barroca. Como poeta fue receptor de la tradición culta del Cancionero del siglo XV y de la popular del Romancero, al tiempo que asumió las novedades traídas con la renovación italianizante de sus predecesores. Lope encontró ante sí la posibilidad de asumir dos corrientes fértiles y aceptó ambas, utilizándolas según le conviniera por temática, asunto, o plan estético. Su aperturismo hacia la novedad lo constata el hecho de que, después de haber criticado a Góngora, acepta su renovación lírica a partir de 1623 y así lo manifiesta explícitamente. De este modo, los críticos han hablado de dos épocas en Lope de Vega:

a) La anterior al triunfo de Góngora, antes de 1613.

b) La posterior a esta fecha en la que asume las novedades gongorinas.

Ø OBRA LÍRICA: La producción lírica de Lope está dispersa pro todas sus obras: en todo su teatro, en su prosa como en La Arcadia, La Dorotea, etc. Escribió en gran cantidad de metros populares y cultos, reunió su inmenso caudal poético en libros de poemas como Rimas, Rimas sacras, Romancero espiritual, Triunfos divinos, etc. En sus inicios compuso romances a imitación del Romancero, pero madurando el género forjó verdaderos romances líricos con una forma tradicional, pero con un espíritu subjetivo muy personal. Después de su pasión amorosa con Elena Osorio (Filis), será el romance la forma elegida para la expresión poética de la misma, del mismo modo que lo utiliza para contar su historia amorosa con la que sería su mujer, Elena Urbina (Belisa). También emplea el género en algunos romances dedicados a la pasión de Cristo, recogidos en las Rimas Sacras (1614). Lope fue, así mismo, un gran maestro de las letras para ser cantadas. Hay que tener en cuenta sus villancicos y seguidillas, formas en las que Lope se yergue como maestro indiscutible. Es una lírica musical de temática urbana y se difunde a través del teatro. Dentro de los géneros de la vertiente culta, el arte de Lope con el soneto se muestra igualmente magnífico. Muchos de ellos están en sus comedias. En las Rimas (1600) los hay muy variados, algunos de verdadero corte petrarquista como “Lucinda”, otros de tema mitológico y algunos bíblicos. Los amorosos son especialmente interesantes por el sutil alarde de conceptos y la penetración en los efectos que proceden de la pasión. Constituyen un corpus a la manera del Canzoniere petrarquista. Así mismo, dentro de su producción culta destacan las elegías, la égloga: Amarilis, de tema autobiográfico, aunque revestido de todas las convenciones de la época. En redondillas compuso poesías de carácter lírico religiosos los Cuatro soliloquios de Lope de Vega Carpio, donde refleja un espíritu de hondo arrepentimiento a modo de monólogo interior, por las demasías de su vida.

Por otro lado, dentro de la poesía de Lope hay que considerar sus poemas narrativos, que responden a la tradición de la época. En 1595 publicó la Dragontea, sobre el pirata Francis Drake, escrito en octavas. En quintillas está escrito Isidro sobre la vida de San Isidro Labrador, patrón de Madrid. De 1609 es Jerusalén conquistada, emulación de la obra de Tasso en la que Lope reivindica el papel de España en la evangelización del mundo. Los poemas mitológicos suponen la otra corriente dentro del género narrativo en verso. Por último, citemos La Gatomaquia (1634), extenso poema burlesco escrito en silvas, que satiriza los propios poemas narrativos de los que él gustaba, con lo cual está testimoniando el acabamiento de este género.

7. CONCLUSIÓN

El Manierismo representa una estética de transición entre el Renacimiento y el Barroco, aunque no es raro que se niegue su propia existencia. En cualquier caso, anunciando el Barroco, el lenguaje se convierte en una fuente de inspiración por sí mismo. El Barroco es el punto de confluencia de una extraordinaria cantidad de fuentes o inspiraciones. En ellas anida la contradicción, que será justamente su elemento más característico. La temática barroca confirma la existencia de elementos que luchan en el interior del hombre. La supuesta existencia dentro de este movimiento de dos tendencias presentadas a veces como contradictorias, el culteranismo y el conceptismo, ha sido negada por la crítica del siglo XX. La obra de Lope de Vega, Luis de Góngora y Quevedo representa la cima de este periodo de la literatura, tan variado, por lo demás, como lo fueron en lo personal estos tres grandes autores.