Tema 57 – El movimiento romántico y sus repercusiones en España.

Tema 57 – El movimiento romántico y sus repercusiones en España.

1. EL MOVIMIENTO ROMÁNTICO

A. GENERALIDADES

Nunca se produce un movimiento de forma espontánea, el Romanticismo se origina en pleno siglo XVIII y es, a la vez, su consecuencia y su culminación, producto de la profunda crisis en que habían entrado en Racionalismo y la Ilustración, y por ello muchos de sus rasgos están en contraposición, aunque otros se encuentran bastante más próximos de lo que se podría suponer.

El Romanticismo no es un simple movimiento literario, sino un modo peculiar de sentir y concebir al hombre, a la vida y a la naturaleza.

El movimiento romántico no es unívoco ni uniforme, a pesar de que existen elementos comunes, si se comparan los movimientos en Alemania, Francia, Inglaterra y España, se puede apreciar que cada país produce un Romanticismo nacional; incluso dentro de un mismo país también existen distintas tendencias (ej: polémica Böhl de Faber y Mora en España).

La palabra romántico es un término polisémico que parece remontarse al término romantik (aparecido en un libro de viajes escrito por Borwell); pasó al francés como romanesque y luego como romantique. En España hacia 1805 se aplica el término romancista para denominar a las nuevas tendencias literarias. Otros sinónimos son romántico, romancesco, romanesco, románico.

Como afirma en 1933 un corresponsal del periódico madrileño Cartas españolas “la palabra romance indicó primero en cada país respectivo una lengua, después cierta clase de escritos de recreo y ficción poética, y finalmente, la voz romántico o romancesco expresa el género de literatura y poesía que tiene su base en el modo de existir y pensar político religioso de la edad media o siglos caballerescos”.

B. EL ROMANTICISMO EUROPEO

§ Generalidades: A grandes rasgos en todos los países se pueden encontrar dos tendencias:

– La del Romanticismo cristiano y tradicionalista, histórico y conservador: se produce como consecuencia de la reacción cultural contra el dominio napoleónico, en la que los gobiernos absolutistas niegan el liberalismo y regresan a la tradición y a la religiosidad. En esta línea se encuentran autores como Schlegel, Zorrilla, Chateubriand, Scott, Manzoni y otros.

– El Romanticismo revolucionario y liberal: parte del espíritu de la Enciclopedia, escéptico y subjetivo, y lucha por destruir todos los dogmas estéticos, políticos y morales; este Romanticismo no alcanzará su cenit hasta 1830, con el triunfo del liberalismo, con autores como Byron, Víctor Hugo, Leopardi, Espronceda, etc.

Rasgos fundamentales del Romanticismo revolucionario son el culto al yo, el ansia de libertad, la angustia metafísica, el espíritu idealista y la constatación amarga del choque con la realidad. Estas características no caben dentro de las reglas de los preceptistas y se revela necesaria la libertad de inspiración. El desgarro del alma romántica se refleja en la figura de el otro yo, que integra un impulso irrefrenable a la introspección; el romántico se sumerge en el autodesdoblamiento y descubre la ventaja de lo irracional no dominado por lo consciente.

Los temas preferidos son los de exhibición de la intimidad (con el predominio de la lírica), los del paisaje transformado por los estados anímicos, los de asunto exótico, que responden a un deseo de evasión, los mitológicos, los lejanos en el tiempo, como los medievales, los legendarios, caballerescos y coloristas, los de afirmación nacional y los filosóficos y políticos.

El estilo, original y sorprendente, será el reflejo de la individualidad y personalidad del autor, pero casi siempre dinámico y violento, que pretende afectar con intensidad la sensibilidad de un público de masas, muy distinto de la minoría culta del XVIII

§ El Romanticismo alemán encuentra su más claro precursor en Goethe, último genio universal en literatura, cultivador de todos los géneros y puente entre el Clasicismo racionalista y el Romanticismo alemán, sirviendo de base precursora de los grandes románticos, como Novalis y Kleist. Se relaciona con los escritores del Sturm und Drang. Entre sus principales obras se encuentran:

Werthter, relato inspirado en el suicidio por amor de un compañero, breve novela de gran intensidad dramática, en la que se disecciona la evolución de una sensibilidad enfermiza, convierte a su autor en precursor de la novela psicológica moderna

Fausto, es su obra fundamental, paradigma máximo de la literatura germana, basada en una leyenda medieval que ya había tenido diversos tratamientos literarios. En la primera parte se narra la historia de un sabio que vende su alma a Mefistófeles a cambio de su juventud y del amor de Margarita, a la que abandona después por Elena. En la segunda, de tono simbólico y reflexivo, el protagonista es absuelto por intercesión de Margarita.

El Romanticismo alemán evoluciona, frente a lo que ocurre en el resto de Europa, desde el liberalismo al monarquismo conservador.

En el llamado grupo de Jena se encuentran los hermanos Schlegel. Este tipo de movimiento destaca el lado oscuro, lo inconsciente, lo onírico, lo misterioso, y recurre al desdoblamiento del alma para poder abarcar mejor las vivencias que un solo individuo sería incapaz de asimilar.

Con Novalis se llega a la superación del primer Romanticismo. Poeta lleno de lirismo como expresión mística del sentido de la noche, del misterio y de la muerte como vida eterna. En sus Cantos espirituales y Cantos a la noche evidencia que formamos parte de una realidad más alta en retorno eterno a través de la poesía y el amor.

El círculo de Heidelberg evoluciona hacia un nuevo Romanticismo, o bien fantasmagórico, mágico y sobrenatural, o bien católico.

El círculo suabo representa un Romanticismo tardío en plena evolución hacia el Realismo.

§ El romanticismo inglés: Dado que Inglaterra ya había realizado su revolución política en el XVII y la artística e industrial en el XVIII, el Romanticismo se desarrolló sin grandes oposiciones en un ambiente liberal. El Romanticismo juvenil de Shelley, Keats y Byron determina que la burguesía tome conciencia de los problemas, ya que su humanitarismo es una protesta contra la explotación del hombre por el hombre y contra la opresión, al tiempo que su forma de vida sin coacciones, su ateísmo explícito y su carencia de prejuicios morales es un ataque contra la ficción que vive la sociedad burguesa.

Con el Romanticismo el lenguaje deja de ser expresión del pensamiento y se transforma en un ente independiente para expresar el mundo regido por la poesía, más elevado, de modo que la propia divinidad es poesía. Es Shelley quien abandera este concepto de autodeificación.

El romántico inglés más influyente fue Byron con el desgarramiento espiritual y el desasosiego y la indecisión, que se dio en llamar al enfermedad del siglo. Walter Scott es el creador de la novela histórica, de la novela histórico-social y representa además el inicio de la renovación de la novela naturalista, el género moderno por excelencia.

§ El romanticismo francés: Los primeros románticos franceses se califican de legitimistas y clericales, pero hacia 1827 realizan su tránsito hacia las filas del liberalismo. Uno de sus representantes más importantes es Chateaubriand, con su René y las manifestaciones de su desilusión y su pesimismo. A pesar de ser monárquico, conservador y clerical, exhibe una concepción progresista del arte.

En 1827 Víctor Hugo en el prólogo a su Cromwell, manifiesta que el romanticismo es el liberalismo de la literatura y a su cenáculo, la Jeune France, se adhieren escritores, pintores, grabadores, escultores… En estas reuniones Hugo leyó su Hernani y su Marion Delorm. Odian la vida burguesa y postulan la fuerza creadora de la juventud.

§ El romanticismo en otros países: En Italia, el movimiento romántico es práctico, moral y patriótico, dado el afán de independencia y de unificación nacional y la necesidad de risorgimiento cultural. Además del gran poeta Leopardi, destaca Manzoni (Los novios).

En los pueblos eslavos, el Romanticismo es un movimiento que se produce muy tardíamente porque ni siquiera hay tradición clásica. Jukovski, en Rusia, prepara el Romanticismo traduciendo y tomando como modelos a prerrománticos alemanes e ingleses y la disputa entre Clasicismo y Romanticismo no surge hasta la publicación, por Puchkin, de sus primeros versos preñados de nacionalismo. El romántico ruso más cercano a los autores occidentales es Lermontov, que se centra en el paisaje, el individualismo, la aventura, el amor, etc.

En Portugal, el movimiento, que es tardío, se produce a través de los emigrados, que toman modelos distintos según su destierro sea a Inglaterra o a Francia. Abundan los temas nacionales e históricos, que imperan sobre los legendarios. Entre los autores podemos destacar a Almeida Garret, que introduce en tierras lusas el Romanticismo europeo.

C. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL ROMANTICISMO

A medida que avanza cronológicamente, el movimiento se va despojando de su componente tradicional – cristiana para convertirse en un Romanticismo revolucionario. Como indica el mismo Larra: la libertad en literatura, como en las artes, como en la industria, como en el comercio, como en la conciencia. He aquí la divisa de la época. Al mismo tiempo se produce un cambio en las fuentes y models, que pasan desde los autores nórdicos, fundamentalmente alemanes, a otros meridionales, como Víctor Hugo.

§ Elementos característicos:

Si el siglo XVIII ha pasado a la posteridad como el Siglo de la Razón, el Romanticismo podría definirse como la exaltación de la imaginación, no solamente en el campo literario, sino como concepción de vida. La imaginación es creadora, el poeta crea su obra con los elementos que inventa, en una facultad que, para algunos, parangona al hombre con Dios, mientras que, para otros, emana de la propia Divinidad.

Para los románticos la esencia de las cosas se encuentra más allá de lo que pueden apreciar los sentidos y solamente es captable por una especie de intuición que posee el poeta. Se ha dicho que los románticos fueron los descubridores del inconsciente y concibieron que el conocimiento del Universo debe partir del conocimiento de uno mismo, ya que el hombre es la imagen del macrocosmos. El mundo sensible no es más que un símbolo del misterio que existe más allá. Algunos consideran que sólo lo creado por la intuición y la imaginación es verdadero. De este modo lo misterioso y lo invisible se constituye en el objeto de la creación romántica.

Como afirma Díaz Plaja, al poner el romántico tanta distancia entre el mundo que le rodea y el creado más allá, la consecuencia es el choque en el que la no aceptación de la realidad puede determinar el suicidio, aunque lo más común es que provoque la huida en el tiempo (al pasado), en el espacio ( a lugares exóticos) o hacia el interior de sí mismo (el culto al yo)

No son ya necesarias las reglas universales que rigen la imitación de la realidad y de la naturaleza. El movimiento romántico valorará lo individual contra lo universal. Por tanto, no existe la verdad, sino tantas verdades como poetas, lo que da lugar a la heterogeneidad y a los contrastes. Se da una gran importancia a la búsqueda de lo que es peculiar de cada pueblo, fuente del nacionalismo, regionalismo y localismo románticos. Otro rasgo es la valoración del impulso, que va a ser el guía de todo, desde las obras literarias, a las ideas políticas a la forma de vida, etc.

En el espíritu del romántico se produce un enfrentamiento entre la alteridad y el yo. Consecuencia inevitable de la sobrevaloración del yo frente a la colectividad es la soledad, a la que hay que añadir el pesimismo provocado por ese choque contra la realidad, y causantes de la rebeldía, la duda y la angustia.

Exhibe asimismo una visión muy particular de las relaciones entre el amor y la muerte: Leopardi escribe que el amor y la muerte son hermanos y el romántico vive esta asociación como un conflicto sin solución posible. Goethe en su Werther muestra cómo el amor es el camino a la muerte y cómo la pasión solamente se consuma con el acto más libre posible, el suicidio. La fuerza irresistible del amor atrae al romántico como vía de conocimiento, fe en la vida y cima del arte y la belleza; sin embargo, el amor incrementa su insaciabilidad al no poder reconciliar su yo y la alteridad y ello hace inalcanzable el objeto des deseo.

D. CAUSAS Y EFECTOS

El auge del Romanticismo coincide con la expansión demográfica europea, que provocó cierta intranquilidad por la propia existencia; esto condujo a diversas actitudes: guerras napoleónicas en Egipto, la emigración a América… tanto para tener mejores oportunidades de vida como para descubrir territorios exóticos o alejarse de la rutina cotidiana. La aceptación ciega de lo nuevo, la ambición de una nueva vida y el desdén por la rutina caracterizan la mentalidad romántica, lo que provoca que en Europa se tambaleen las estructuras establecidas y se produzca una expansión general del espíritu reformista. Ésta fue tan brutal que afectó tanto a los revolucionarios (que exacerban el individualismo político y la idea de individualidad) como a los conservadores, que avanzan por la vía del gusto por lo medieval, lo gótico, lo caballeresco, como justificación de un anhelo de reforma social, política, cultural y literaria. Este fenómeno tuvo grandes consecuencias y la rememoración de reales o imaginarios pasados nacionales dotó al Romanticismo, tanto liberal como conservador, de un nacionalismo extremado.

2. EL ROMANTICISMO EN ESPAÑA

A. SÍNTESIS HISTÓRICA

En 1817 publica Nicolás Bölh de Faber en el Mercurio Gaditano el artículo Sobre el teatro antiguo español. Extractos traducidos del alemán de A.W Schlegel por un apasionado de la nación española, en el que resume las conferencias impartidas en Viena por Shlegel. Éste pasa revista al teatro universal y da una gran importancia al teatro español del XVII, especialmente a Calderón, así como a la poesía de los Siglos de Oro. Bölh de Faber redujo el Romanticismo a lo que tenía de conservador, de añoranza del pasado y lo circunscribió al espíritu caballeresco del Antiguo Régimen. En el artículo citado ataca las reglas de los preceptistas y defiende el teatro antiguo español. La traducción, sin embargo, no es del todo fiel, ya que omite algunas ideas del original, como las críticas a la política de Felipe II y al poder de la Iglesia.

El liberal José Joaquín de Mora, publicista y editor, primer traductor de Scott al español, responde a Böhl de Faber, defendiendo el Clasicismo. Mora, Alcalá Galiano, Agustín Durán y otros jóvenes liberales se oponen al nacionalismo católico y defienden el espíritu enciclopédico y la actitud racionalista de las Cortes de Cádiz que pugnaban contra el Antiguo Régimen.

La iniciada polémica siguió con intensidad hasta 1818 a través de periódicos, revistas, folletos… Al contraste de pareceres se fueron sumando diversos autores a uno y otro bando.

Si bien en nuestro país no se aceptó el Romanticismo en una primera etapa, un español exiliado en Londres, José María Blanco White, fue promotor del Romanticismo a la inglesa, postulando las imaginaciones inverosímiles.

Con la Década Ominosa (1823 – 1833) o segundo período absolutista de Fernando VII, los jóvenes liberales fueron exiliados y el destino principal fue Londres. A partir de aquí es cada vez más posible identificar el Romanticismo con el liberalismo. En el exilio inglés se publicó El moro expósito de Rivas, con el célebre prólogo – manifiesto de Alcalá Galiano. Dentro de nuestras fronteras Agustín Durán hace un manifiesto romántico en el discurso de apertura del Colegio de Humanidades de Cáceres y postula que el Romanticismo es la verdadera cultura europea, citando a autores como Scott y Byron. La amnistía decretada tras la muerte de Fernando VII (1833) determina el regreso de los exiliados e inaugura una nueva sensación de libertad política que rápidamente se puede apreciar en el teatro:

– De 1834 son La Conjuración de Venecia de Martínez de la Rosa y el Macías de Larra.

– De 1835 Don Álvaro o la fuerza del sino, del duque de Rivas, Alfredo de J. Fco Pacheco, Incertidumbre y amor de Eugenio de Ochoa y la traducción de Angelo, tirano de Padua de Víctor Hugo, autor cuyo influjo es decisivo y del que los exiliados introducen ejemplares en nuestro país.

– El año más fecundo fue el de 1836 y la consolidación definitiva del teatro romántico español, lograda por Zorrilla, se produce algo más tarde, con los estrenos de Don Juan Tenorio (1844) y Traidor, inconfeso y mártir (1849)

B. PRIMERAS ETAPAS DEL ROMANTICISMO ESPAÑOL

§ Romanticismo e Ilustración: Ya en el siglo XVIII penetran en España las obras de filósofos y naturalistas modernos conocidos por los literatos del país, por lo que una parte de la evolución que lleva el Romanticismo se produce por un proceso interno. El primer manifiesto en prosa, no explícito como tal, sobre los principios y técnicas del movimiento lo constituye Noches lúgubres en la que Cadalso reelabora en Universo a la imagen del yo poeta al tiempo que presenta el surgimiento del panteísmo que va a caracterizar al Romanticismo y va destruyendo los rasgos de la naturaleza neoclásica.

De la misma época, se puede citar elementos románticos en la poesía de Meléndez Valdés y en las comedias lacrimógenas, como El delincuente honrado de Jovellanos, evidenciando la misma relación entre el hombre y el Universo que se dará en el siglo XIX.

§ Los inicios del siglo XIX: Böhl de Faber resalta ya en 1808 la excelencia de la literatura española de Siglo de Oro, especialmente el teatro calderoniano, donde ve el compendio del carácter hispano y del conservadurismo político y religioso, predominantes aún en el país, frente al pensamiento liberal que afecta a las minorías del país por influjo francés, y que determinará seis años después el inicio de la ya explicada polémica Böhl de Faber / Mora.

Incluso en los países en que ya desde el principio se enmarca el Romanticismo en el tradicionalismo, el carácter reaccionario provocará, a la postre, la ruptura: en España el movimiento se conoce ya desde 1811 – 1812 con los prolegómenos de la controversia andaluza, pero su incidencia en la vida española no tiene lugar hasta la muerte de Fernando VII. Es paradójico que al principio los liberales lo rechazan, mientras que es acogido por los conservadores, situación que posteriormente desaparece y hasta llega a invertirse. En la etapa de la reina Isabel, el movimiento se ha instaurado ya en la sociedad española, con innegables repercusiones en cuanto al progreso y al incipiente nacionalismo, al tiempo que la impregna una nueva psicología y forma de vida donde abundan la tristeza, el mal del siglo, al añoranza del pasado, la pasión, el dandismo, la efusión de toda clase de sentimientos, etc.

C. EL DESENGAÑO LIBERAL

En unos versos al Duque de Rivas, Alcalá Galiano se queja de que a su retorno a España se siente un extraño. El autor de lo que se considera el manifiesto romántico español se encuentra que los escritores españoles, incluso los que se consideran románticos, utilizan un lenguaje distinto y exhiben ideas literarias muy distanciadas de las suyas. Según el autor, el romanticismo en el teatro no era más que una imitación del drama romántico francés. Galiano, junto con Larra, pensaba que a una nueva sociedad le corresponde una expresión literaria nueva: pues la época es nueva, nuevos los intereses, nuevas las instituciones, debe serlo igualmente el drama.

La desilusión romántica corre paralela al desengaño liberal que la corteja. Del mismo modo que la libertad no había producido la ansiada regeneración política, la emancipación literaria tampoco había alcanzado su elevado objetivo.

Es por eso que la escuela ecléctica buscará a partir de entonces la doctrina del justo medio intentando encontrar la virtud huyendo de ambos extremos: se debe evitar al mismo tiempo la frialdad, la insipidez y la inverosimilitud de los clásicos y la exageración y el apasionamiento que caracteriza a los románticos.

D. EL TRÁNSITO A UN NUEVO MODO DE SOCIEDAD

Según J. L. Aranguren el romanticismo es la expresión y aun la explosión de una crisis de desajuste y consiguiente pero penoso reajuste a un mundo bruscamente nuevo: el mundo de la revolución política y de la renovación industrial.

Frente a este mundo racionalista y progresista, revolucionario hasta las últimas consecuencias en lo político y en lo industrial, la primera reacción es de rechazo y de refugio en el reino del ensueño, de la vida interior y del mundo ideal (Keats, Shelley) o aun mundo pasado idealizado, generalmente la Edad Media o la antigüedad clásica.

Dejando aparte a los románticos del exilio, la segunda oleada romántica que llegó a nuestras fronteras fue fundamentalmente francesa, aunque sin olvidar a Byron que se considera el arquetipo del hombre romántico. Siguiendo las ideas de V. Hugo, el anhelo de libertad del escritor romántico debe materializarse en los planos político, social, poético, religioso y moral.

Paralela a la evolución de la vida cotidiana se va dando la de la poética romántica que deja ya de estar poblada por modelos ideales, para llenarse de fantasmas de ultratumba, ruinas misteriosas, lejanías, recuerdos, figuras originadas por la fantasía delirante, etc. Se concibe la poesía como una pasarela hacia la ensoñación, lo extraordinario, las vivencias superiores, la idealización de los tiempos pasados…

El sentido de la vida es muy distinto para los románticos y para los ilustrados. Para la Ilustración, la felicidad es intramundana y se basa en la riqueza, la propiedad y la buena administración. Para el Romanticismo se trata de una aspiración infinita e irrealizable que trasciende este mundo y se encuentra en contradicción con él. Hegel lo define como la conciencia desgraciada, el sentimiento de la vida como destierro, tragedia y agonía, sentimiento evidenciado en Don Álvaro o la fuerza del sino en el que la libertad no puede hacer nada contra el destino, sentimiento mostrado por todo el teatro romántico español y la poesía de Espronceda.

La rebeldía del romántico se aplica entonces contra Dios y contra el mundo y por ello admira al bandido, al pirata, al cosaco, al mendigo, a los que ve como hombres libres sobre los que la sociedad hace recaer la totalidad de la injusticia que ella misma genera. Frente al orden burgués, fruto de la razón humana, el romántico postula la intuición de un orden cósmico; la bohemia, la pasión, la sed de libertad y justicia es siempre incompatible con el mundo establecido.

No obstante, el Romanticismo, como actitud vital, se agota con rapidez porque se hunde en un esteticismo al margen de la sociedad y porque los grandes románticos, como Larra, alcanzan pronto el estado de desengaño romántico-liberal y superan el movimiento: la juventud ha comprendido que no es en los cafés donde se forman los hombres que pueden renovar el país; es en el estudio, es con los libros abiertos, sobre el bufete, con la vista clavada en el gran libro del mundo y de la experiencia, es con la pluma en la mano, lo cual les convierte en antecedentes de otros movimientos y de otras épocas.

3. EL ROMANTICISMO EN ESPAÑA: AUTORES, OBRAS Y GÉNEROS.

3.1. LA PROSA EN LA ÉPOCA ROMÁNTICA

A. EL COSTUMBRISMO. En los años finales del reinado de Fernando VII comienza una serie de cambios sociales y políticos que condujo a una reestructuración de las clases sociales y a un notable aumento de la influencia del estilo de vida urbano en detrimento de las costumbres del mundo rural. En tales circunstancias, muchos escritores quisieron dejar constancia de las transformaciones que se estaban produciendo ante sus ojos. Fue el género costumbrista el cauce literario que les sirvió para expresar la inquietud ante un mundo en proceso de cambio y, al mismo tiempo, fue un medio para preservar la memoria de estampas y tipos humanos llamados a desaparecer.

La profusión de publicaciones periódicas (algunas dedicadas monográficamente a los artículos de costumbres) significó la definitiva aclimatación del género. La brevedad y el interés por la observación de lo cotidiano son, precisamente, características del género determinadas por la propia naturaleza de este tipo de publicaciones.

El género costumbrista es de dificultosa definición, pues toma formas diferentes que van desde el cuento, el cuadro o la escena hasta el artículo periodístico de tonos variados (crítico, irónico o burlescos). Desde el punto de vista de su temática, el costumbrismo retrata la realidad de un modo limitado. Su mundo lo ocupa básicamente la pequeña burguesía, quedando, en cambio, excluidas las clases aristocrática y trabajadora.

El cuadro de costumbres se ocupa de tipos humanos, de cuadros o escenas representativos de un momento determinado y, por tanto, tienen un carácter genérico, y su función es la de fijar estos tipos humanos como tales tipos. Consecuencia de esta actitud literaria es la visión estática en la contemplación de la realidad, que aleja claramente este género de la ficción narrativa.

Como autores más relevantes destacaremos a Ramón de Mesonero Romanos (Las memorias de un sesentón y Escenas matritenses) y a Serafín Estévez Calderón (Escenas andaluzas).

B. LA NOVELA HISTÓRICA. La novela histórica es un subgénero de la novela que surge en Europa durante el Romanticismo y cuyo argumento se centra en un episodio histórico, frecuentemente medieval.

La obra de Walter Scout (Waverley), unida a las creaciones de François R. de Chateaubriand (Los mártires), Alessandro Manzoni (Los novios), Victor Hugo (Nuestra Señora de París), A. Dumas (Los tres mosqueteros) y Stendhal (El rojo y el negro) crearon el ambiente propicio para que en España prendiera también con éxito el nuevo género.

El modelo de Scout de la novela de tema medieval fue sin duda el más seguido, pero también fueron surgiendo autores que novelaron hechos históricos recientes, como la guerra de la Independencia. Cuando Pérez Galdós comienza la primera serie de los Episodios nacionales (1873) este tema histórico y literario había sido ya ampliamente abordado por escritores como Ramón López Soler (Jaime el Barbudo), Juan Ariza (El dos de mayo) o Manuel Vázquez Tabeada (El sitio de Zaragoza), entre otros.

Enrique Gil y Carrasco es el autor más representativo del género de la novela histórica en España. El anochecer en San Antonio de la Florida fue el primer relato publicado por Gil y Carrasco, seguido de El lago de Carucedo, narración que adelanta rasgos de su obra cumbre, El señor de Bembidre (1844), probablemente la mejor novela del Romanticismo.

C. LA PROSA ROMÁNTICA DE LARRA. Larra fue, ante todo, el periodista español más importante del siglo. La parte más importante de su obra la constituyen los artículos periodísticos. En ellos, el gran escritor madrileño se propuso reflexionar sobre los problemas derivados de los cambios culturales, políticos y sociales que se estaban produciendo en España y en Europa.

Es difícil hacer una clasificación precisa de sus artículos, pues, por ejemplo, los llamados artículos de costumbres encierran casi siempre, de un modo u otro, una intención política.

Característico de estos artículos es su sentido satírico, que está hondamente arraigado en Larra y que proviene de su formación intelectual y de sus lecturas. En su obra se refleja el conocimiento de la literatura ensayística y polémica de la época de la Ilustración: Cadalso, Jovellanos, el padre Isla, etc., pero entre todas la influencias que alientan su faceta satírica y crítica hay que destacar la lectura de Cervantes.