Tema 70 – El teatro español a partir de 1940

Tema 70 – El teatro español a partir de 1940

1. ANTECEDENTES E INTRODUCCIÓN

Es posible constatar que la buena salud de la que goza el teatro en tiempos de la República, con autores como Valle o Lorca, actrices como Margarita Xirgu y experiencias en búsqueda de un nuevo público como La Barraca o El teatro del Pueblo, se rompe con la terrible contienda y que ya desde el principio e marca con el asesinato del propio Lorca. Se escribe a partir de entonces un teatro de urgencia, partidista y apasionado, sin mayores preocupaciones estéticas, considerado como un servicio a la comunidad:

– con un gran relieve en la zona republicana, particularmente en sus grandes ciudades, Madrid, Barcelona y Valencia; se crea el Consejo Nacional del Teatro, presidido por Antonio Machado, La Junta de Espectáculos, El Teatro del Arte y Propaganda del Estado y Nueva Escena (sección teatral de la Alianza de Intelectuales Antifascistas). En 1938 el Ministerio de Instrucción Pública creó las Guerrillas del teatro, compañías volantes de alección política que llevaban el teatro a cualquier parte con intención doctrinal y lúdica. Altolaguirre (Amor de madre) J. Bergamín (El moscardón de Toledo) y otros muchos fueron los encargados de este teatro urgente republicano.

– En la zona nacional, de forma similar se generan La Comisaría de Teatros nacionales y el Teatro de la Falange. Entre los autores del teatro del Imperio destacan Agustín de Foxá, J Mª Pemán, Juan Ignacio Luca de Tena, José Pérez Madrigal y Gonzalo Torrente Ballester.

Al concluir la guerra, muchos dramaturgos se exilian a países europeos y sobre todo hispanoamericanos, donde tiene lugar la eclosión del teatro español de la posguerra y no en España. Baste recordar que el estreno de La casa de Bernarda Alba sucede en Buenos Aires (1945), que Margarita Xirgu difunde el teatro español por Argentina, México, Uruguay, etc. Estrenan su obras en el exilio Alberti, Max Aub, Alejandro Casona, Salinas,

Dentro del país el teatro es de una gran pobreza. Prevalecen la comedia y la zarzuela, con predominio de la evasión y el melodrama. Son habituales las piezas humorísticas y los géneros costumbristas. No hará falta exponer los factores condicionantes del teatro de la época: la función de la censura, la formación de actores y directores en centros oficiales, el peso de la crítica, el centralismo de las salas de representación, la función de los festivales de teatro patrocinados por organismos oficiales o el público burgués de ideología bastante cerrada.

En la primera década de la posguerra el único interés se circunscribe a la obra última de Jardiel Poncela y a la irrupción de Miguel Mihura, con la característica común de que se trata de un inofensivo teatro cómico. Son habituales en los escenarios las obras de autores fallecidos en la contienda, como Muñoz Seca o los hermanos Álvarez Quintero

En los años cincuenta se abre una resquicio a la esperanza de un teatro inconformista e innovador con los estrenos de Historia de una escalera de Buero Vallejo, Escuadra hacia la muerte de Alfonso Sastre y Tres sombreros de copa de Miguel Mihura.

Encabezada por Buero y Sastre se considera la conocida generación realista que subirá a los escenarios durante los años sesenta, con obras de ambos, a los que se unen Lauro Olmo, Rodríguez Méndez, Carlos Muñiz, etc. La última generación, la del nuevo teatro español, se basa en la labor de compañías de trabajo independiente, de teatros de bolsillo, de cámara, experimentales, fuera de los circuitos comerciales, nacida entre 1965 y 1970. También se debe citar al dramaturgo, director y escenógrafo Francisco Nieva, que inicia hacia 1952, lo que denomina teatro de farsa y calamidad e inaugura el denominado teatro furioso.

Otros autores prefirieron seguir por las sendas trilladas, tomando a Jacinto Benavente como faro y guía, soliendo realizar sus estrenos en el Teatro Lara de Madrid. Son dramaturgos que ya habían sido representados en los años treinta, como Pemán, Luca de Tena, Calvo Sotelo y otros que lo hacen en esta época Ruiz Iriarte, Edgar Neville, Jiménez Arnau, Ruiz de la Fuente…

2. EL TEATRO DEL EXILIO

El teatro del exilio se define por su diversidad, tanto en los niveles como en las tendencias, (documental, de evasión, existencialista, vanguardista…). Quizá la única característica común sea, salvo excepciones, que es un teatro no representado, o que se hace muy tardíamente, desde la perspectiva del tiempo y de la democracia. Por ello tal vez las obras del exilio no se han preocupado de la censura, pero siempre bajo la duda de cómo escribir, con qué lenguaje o para quién. Se aprecia la universalidad de los temas, situaciones y tratamientos, y España es el tema de muchas obras, tanto como mito cuanto como paraíso perdido.

A. RAFAEL ALBERTI: A pesar de que había escrito su primera pieza teatral en 1930 (El hombre deshabitado), que había continuado su obra durante la República (Fermín Galán) y destacado durante la Guerra Civil, una vez en el exilio revisa de modo crítico su trayectoria y escribe sus mejores obras dramáticas. Entre ellas podemos mencionar Noche d guerra en el Museo del Prado, en la que los personajes, tomados de los cuadros de Goya, Velázquez, Rubens…, desarrollan acciones sociales, históricas e incluso mitológicas sobre la resistencia de Madrid y el tema de la guerra Civil, de la que es sin duda el mejor drama escrito. En el lenguaje, el tono, los motivos y las formas constituye un verdadero nuevo teatro superador del realismo político-social anterior. En la llamada trilogía del terror, formada por El trébol florido, El adefesio y La gallarda, Alberti intenta ahondar en el sentido de lo español desde una perspectiva poética y apasionada. Escribe también una segunda versión de la obra cervantina Numancia y más tarde la adaptación de la novela de Francisco Delicado La lozana andaluza.

B. MAX AUB: abandonó España en 1939, pasó penalidades en diversos campos de concentración y llegó a Méjico en 1942. Se trata de un prolífico autor, con más de 50 obras de distintos géneros, entre los que destacan la novela y el teatro. Su obra es difícil de clasificar ya que intercala piezas de construcción tradicional con otras en las que no respeta las convenciones de escenario y con una concepción que las aleja de la posibilidad de representación. Mayor importancia poseen las obras que escribe en Méjico donde pone de manifiesto el desorden del mundo moderno, el predominio de la injusticia y que el hombre es en sí un exiliado: San Juan, El rapto de Europa, Morir por cerrar los ojos. En otras obras como A la deriva, El puerto, El último piso o Las vueltas, analiza el drama humano de exiliados de distintas nacionalidades.

Destacan también obras de distinto tono que él mismo catalogó como policiaco (No) o como Teatrillo (Deseada). Su teatro consiste en una gran epopeya, la del hombre de nuestro tiempo que ha padecido nuestra Guerra Civil, La Guerra Mundial, los campos de concentración, la persecución antisemita, el exilio la guerra fría y el terror científico.

C. ALEJANDRO CASONA: dejó España en plena guerra habiendo sido ya autor de éxito, viendo estrenadas Otra vez el diablo, Nuestra Natacha; obteniendo el Premio Lope de Vega con La sirena varada y dirigiendo El Teatro del Pueblo, de las Misiones Pedagógicas. Una vez en el exilio parece renunciar a la línea crítica anterior y se refugia en el simbolismo que esquiva cualquier problema, buscando el aplauso del público burgués. Antes de terminar la contienda escribe Prohibido suicidarse en primavera, Romance en tres noches y Sinfonía inacabada. Del exilio destacan Las tres perfectas casadas, La dama del alba, La barca sin pescador… Ya de vuelta en nuestro país participó en la aniquilación en las carteleras de autores que habían gozado de gran renombre, como Alfonso Paso.

D. PEDRO SALINAS: su obra, prácticamente inédita en los escenarios, se caracteriza por un perfil personal, a pesar de utilizar elementos propios del sainete, del teatro simbolista y otros, enmarcados en la más recia tradición literaria española. Consta de dos piezas largas (Judit y el tirano y El director) y de doce piezas en un acto, de las que destacan La fuente del Arcángel, Ella y sus fuentes y Los santos. Se aprecia la pulcritud del lenguaje y un proceso que lo conduce del subjetivismo a la concepción comunitaria del hombre.

E. OTRAS FIGURAS DESTACADAS: Otros nombres del exilio a los que no podemos más que mencionar son León Felipe (El Juglarón), José Bergamín (El amor anduvo a gatas), Paulino Masip (El emplazado), Manuel Altoaguirre (Espacio interior), José Herrera Petera (La serrana o la comedia de la televisión), Santiago Ontañón (La guasa), Manuel Andujar (En la espalda, una X), María Luisa Algarra (Sombras de ala), etc.

3. EL DRAMA BURGUÉS

En España, recién terminada la guerra, el teatro estaba derruido, con los dramaturgos más importantes en el extranjero y con la infraestructura desmantelada. Se representan sainetes, melodramas y espectáculos folklóricos de dudosa calidad.

A. JACINTO BENAVENTE: su obra en este período se inicia con dos estrenos en 1940: Lo increíble y Aves y pájaros. La primera reafirma la línea tradicional de crítica de los aspectos superficiales de la burguesía; en la segunda Benavente se degrada al ponerse al servicio de la propaganda para atacar a los vencidos y agradar a los nuevos gobernantes, a los que sólo un par de años antes había atacado en la revista El mono azul

Poco a poco el estamento burgués fue configurando el teatro que le convenía y derivando en dos líneas plenamente relacionadas: el drama ideológico y la comedia de evasión. Benavente estrenó más de 30 comedias de este tipo, cuyos rasgos eran la exaltación de la familia y del principio de autoridad, la afirmación de la sociedad dividida en clases, la confesionalidad católica y las citas continuas a la pasada guerra. Con ello logra defender el orden social establecido y alimentar la conciencia del público burgués para que disfrute de su estado social.

B. JOSÉ MARÍA PEMÁN: antes de la guerra había estrenado algunas obras (El divino impaciente, Cuando las Cortes de Cádiz y Cisneros); después, tomando como modelo formal a Benavente, escribe un teatro menos violento y más mesurado, aunque encuadrado en la misma ideología. Su hilo conductor se basa en los problemas individuales y familiares, originados fundamentalmente en la guerra: Lo que debe ser, Hay siete pecados, Vivir apenas y Callados como muertos. También es frecuente el homenaje a la figura de la madre como eje de la familia, como sucede en En las manos del hijo. Con el paso del tiempo escribió obras de intención cómica, en las que la ideología es sustituida por un ligero erotismo: Los tres etcéteras de Don Simón o La viuda naviera. Sus obras poseen un lenguaje limpio, ingenioso y rico de matices.

C. JOAQUÍN CALVO SOTELO: es el paradigma del drama burgués, ejerciendo de portavoz de la burguesía posbélica. Estrena obras de gran éxito como Cuando llegue la noche o La muralla, que, aunque su calidad artística es modesta, se convirtió en un documento sociopolítico de primer orden. En la misma línea aparecen Plaza de oriente, Historia de un resentido, La ciudad sin Dios, Dinero, El poder, etc., También escribió comedias de humor: La visita que no tocó el timbre, Milagro en la plaza del progreso o Una muchachita de Valladolid.

En esta misma línea se encuentran autores como Juan Ignacio Luca de Tena, Agustín Foxá o José Antonio Giménez Arnáu, cuyas obra un comprometido pensamiento de derechas.

D. DRAMA DE EVASIÓN: su máximo esplendor tuvo lugar en los años cincuenta y en este ámbito las influencias formales pertenecen a Benavente y también a Casona. Los autores más representativos en esta línea son Edgar Neville, José López Rubio y Víctor Ruiz Iriarte. Sus elementos comunes son la poca consistencia de los temas (amor, celos) tratados de forma superficial, la agilidad en la construcción teatral, fluidos diálogos ingeniosos y el mantenimiento de la atención del público durante toda la representación hasta su previsible final.

Los cultivadores del teatro de evasión y benaventino se prolongan hasta la actualidad (Torcuato Luca de Tena, Manuel Pombo Angulo, Ana Diosdado, Jaime Salom, Emilio Romero…)

4. EL TEATRO CÓMICO

A. JARDIEL PONCELA: Fue un gran renovador del teatro cómico. Tuvo varios estrenos con anterioridad a la guerra y en el período que nos interesa puede considerarse el único autor español con valía que estrena con regularidad. Su primera obra tras la guerra es Carlo Monte en Montecarlo y la última antes de que muriera en el año 1952 Los tigres escondidos en la alcoba. Es el comediógrafo de mayor éxito y más prolífico. Otras obras de gran importancia fueron Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada, Blanca por fuera y Rosa por dentro, El sexo débil hace gimnasia… obras cuyo valor nadie discute pero cuyo significado aún es objeto de debate. Lo inverosímil es la finalidad de su creación artística y lo consigue con un humor irónico, despegado y futurista, con temas originales, sin concesiones al sentimentalismo y con una búsqueda incesante de elementos cómicos derivados del lenguaje. La técnica teatral es de tipo acumulativo, en la que las situaciones anormales se suceden a ritmo vertiginoso y al final consigue dar a todo una explicación racional. Su dominio de la escena es también prodigioso; para él los personajes son objetos, precisamente en esta falta de componentes psicológicos, morales, sociales o políticos reside el vacío ideológico que impregna sus obras, hecho que le permitió renovar nuestro teatro de humor.

B. MIGUEL MIHURA: también se inicia en el humorismo antes que llegue la guerra. Tras ella simultanea su trabajo de guionista cinematográfico con la dirección y la colaboración en la revista La Codorniz fundada por él. Comienza escribiendo comedias en colaboración pero en la década de los cincuenta y tras el estreno de Tres sombreros de copa, escribirá siempre en solitario y de un modo mucho más regular. Entre sus innumerables obras podemos destacar: El caso de la señora estupenda, El caso del señor vestido de violeta, Melocotón en almíbar, Maribel y la extraña familia… La obra posterior, entrados ya los años sesenta, manifiesta un descenso de calidad y obtiene la indiferencia del público, salvándose Ninette y un señor de Murcia, que gozó de cierta repercusión. El mejor Mihura se diferencia de Jardiel porque, alcanzando cotas similares de humor, trata con singular maestría la psicología de los personajes.
C. ALFONSO PASO: representa un caso singular en este tipo de teatro y una evolución poco positiva. En sus primeras obras (Los pobrecitos, Juicio contra un sinvergüenza, La boda de la chica), dotado de un lúcido sentimiento crítico, parecía ser capaz de realizar una renovación del teatro de humor hacia una sólida tragicomedia de costumbres. Sin embargo se dejó moldear por las exigencias del público burgués madrileño, lo que le facilitó el estreno de más de un centenar y medio de comedias a las que podríamos calificar de comedias de boulevard con pretensiones y con prisa, que fue su principal enemiga: Rebelde, La corbata…

5. EL TEATRO SOCIAL Y DE DENUNCIA. LA GENERACIÓN REALISTA

En contraposición al teatrote autores como Pemán, Luca de Tena o Calvo Sotelo (teatro de derechas), se escribe en España (y se representa menos) un teatro de izquierdas cuyo denominador común es, como dice uno de sus cultivadores, Rodríguez Buded: una razón de protesta, de denuncia, de estar en contra. La denominación con que se conoce a este teatro nada tiene que ver, sin embargo, con la ideología, sino con la estética: teatro realista. Sin embargo, esta distinción es más aparente que real, ya que se entiende el calificativo realista en el sentido ético, incluso marxista, de la relación entre la obra artística y la realidad. El teatro será realista cuando ayude a clarificar la realidad y no lo será cuando la encubra. Encabezan este movimiento Buero Vallejo y Alfonso Sastre.

A. BUERO VALLEJO: Durante la Guerra Civil fue soldado republicano y tuvo que sufrir la muerte de su padre por fusilamiento. Tras ser condenado a muerte vio su pena conmutada y permaneció recluido en diversas penitenciarias durante seis años. Al ser puesto en libertad abandona la pintura y se dedica a la escritura, siendo su primera obra En la ardiente oscuridad. En 1949 estrena en el Teatro Español Historia de una escalera, inaugurando la nueva tragicomedia en la que aúna la tradición del sainete con la tragedia unamuniana, presagiando la andadura de un teatro trágico de sombríos tintes que se origina como reacción a la guerra y posguerra española. Ya en sus primeras obras se aprecia lo que van a ser sus constantes: la antinomia entre los que contemplan y los que actúan, las taras físicas o psíquicas y una visión integradora de lo humano que atañe a los conflictos sociales y políticos y al misterio de la vida.

Podemos distinguir una serie de categorías en la obra de Buero:

– Obras que presentan una crítica a la sociedad actual: Historia de una escalera, Hoy es fiesta, Las cartas boca abajo o El tragaluz

– Obras de tipología neosimbolista: La tejedora de sueños, La señal que se espera, Casi un cuento de hadas, Irene o el tesoro. Entre las últimas obras del autor se encuentran las que patentizan lo fantástico: El sueño de la razón, Llegada de los dioses, La fundación, etc.

– Obras que significan procesos críticos a determinados episodios de la historia de España: Un soñador para un pueblo, Las Meninas, El concierto de San Ovidio

Su mejor aportación es la minuciosa utilización de los recursos del espacio escénico que permite al espectador compartir situaciones con los protagonistas.

B. ALFONSO SASTRE: representa ya a la generación formada intelectualmente en la difícil posguerra de los cuarenta. Manifiesta desde muy joven la vocación literaria, de modo que los veinte ya estrena Ha sonado la muerte, con el grupo experimental Arte nuevo. Con el estreno de Escuadra hacia la muerte se eleva como el autor dramático de una nueva generación, que junto a Tres sombreros de copa e Historia de una escalera jalonan las cumbres del teatro español de la época. Otras de sus preocupaciones fue la fundación y dirección del Teatro de Agitación Social (TAS) y del Grupo de Teatro Realista (GTR) que realizó una gran labor.

Por sus constantes temáticas su obra se puede clasificar de este modo:

– Obras de culpabilidad: el hombre por el hecho de haber nacido es consustancialmente culpable. Cargamento de sueños, Escuadra hacia la muerte, Muerte en el barrio, Asalto nocturno.

– Los dramas de Saturno: está presente en algún personaje el mito de Saturno o el de Cronos o el de Abraham, que todo es uno y lo mismo. Así en La mordaza o La cornada.

– Los dramas de la Revolución: el tema de la Revolución es el preferido de Sastre. Destacan Tierra roja, Guillermo Tell tiene los ojos tristes, Crónicas romanas y fundamentalmente En la red. Muy emparentada se encuentra Oficio de tinieblas o su mejor obra La sangre y la ceniza o Diálogos de Miguel Sevet.

– Los dramas colaterales de temática ahistórica: Ana Kleiber, La sangre de Dios y El cuervo.

Otros dramaturgos españoles de esta época fueron Lauro Olmo, José Mª Rodríguez Méndez, José Martín Recuerda, Carlos Muñiz o Ricardo Rodríguez Buded. Antonio Gala tiene algunas piezas de gran interés por lo que suponen sobre todo de evolución original desde el simbolismo hacia la tragicomedia grotesca. En esta dirección se puede destacar El sol en el hormiguero y Los buenos días perdidos.

6. EL TEATRO INDEPENDIENTE ESPAÑOL

Ya muy avanzada la década de los sesenta nace un movimiento de renovación que se caracteriza por una aproximación al teatro extranjero y una valoración del teatro independiente como contrapunto al meramente comercial. Estos nuevos dramaturgos no quieren escribir textos, sino hacer espectáculo, predomina la teatralidad sobre lo literario, y en ocasiones sacan el teatro a las calles y plazas, al encuentro del público. Es un heredero del teatro de cámara que tiene el repertorio como una expresión del grupo y que no distingue demasiado entre teatro y vida. Introduce el concepto de investigación, valora la integración estética con la ideológica, configura el espectáculo a la medida del público determinado y postula la labor de conjunto, reduciendo al importancia de los actores. Éstos están muy preparados para la expresión corporal, para el canto y la danza pero con poca capacidad para una interpretación profunda del personaje.

A. ELS JOGLARS: nacen en 1962 en el seno de la Agrupación Dramática de Barcelona, grupo constituido inicialmente por quince mimos bajo la dirección de Italo Ricardi. Tras su éxito en el Festival Internacional de Zurcí en 1967 decidieron dedicarse al teatro de forma profesional, quedando sólo siete miembros. El grupo se dedica al trabajo experimental, sobre todo en expresión corporal. Requieren una mínima infraestructura escenográfica y gracias al lenguaje internacional de la mímica les permite hacer giras. Posteriormente y hasta la actualidad el grupo ha ido evolucionando en sus montajes, algunos de ellos de gran envergadura, haciéndole una competencia más que notable al teatro comercial clásico.
B. EL GRUPO TÁBANO: procede también del Teatro de Estudio de Madrid y su presentación se remonta a un Colegio Mayor Universitario con El verano, de Weingarten en 1968. Poco después da un cambio de rumbo introduciendo la improvisación y la experimentación.

Tras una grave crisis, en el montaje de Castañuelas 70, sólo permanece uno de los miembros fundadores y se inicia la búsqueda de temas de interés tratados de forma satírica y grotesca.

7. EL DRAMA SOTERRADO

A principios de 1958 se estrena Los hombres del triciclo, del novel autor Fernando Arrabal. La obra fue ampliamente rechazada por la crítica oficial y el autor se marcha a París y sigue trabajando allí. En Los hombres del triciclo colisionan dos mundos antagónicos y carentes de comunicación y la sangrienta conclusión es que es imposible en este mundo materialista ejercicios de bondad, inocencia y libertad. Otras obras de considerable interés son Fando y Lis, El cementerio de automóviles, donde se asiste a una imagen burlesca del mundo burgués, con montaje surrealista. La vertiente poética y la belleza de la obra de Arrabal se ponen de manifiesto en las obras en un solo acto, como Pic-nic en campaña y Guernica, de contenido pacifista, en El laberinto, homenaje a Kafka, y en La bicicleta de los condenados. En Los dos verdugos aparece un tópico que será constante en su producción, el mito de la madre. Obras correspondientes a su madurez son La coronación, El gran ceremonial, El arquitecto y el emperador de Asiria. Casi en los 70 inaugura una nueva vertiente en su obra: la política (La aurora roja y negra). Destacan también EL jardín de las delicias, Un torturado llamado Dostoievski, Bestialidad erótica, donde rompe el mundo de los tabúes, o Bella Ciao. Estas obras han sido representadas en todo el mundo, afirmando sus valores de bondad, inocencia y libertad, envueltas en un lenguaje barroco, onírico y escatológico.

A finales de los sesenta entra en crisis el social-realismo y se pone de moda una mayor exigencia artística con estilo vanguardista (Becket, Ionesco, Genet) buscando una renovación del lenguaje y una conciencia crítica de la sociedad. Esto determina la aparición de un nuevo teatro que tampoco sale en las carteleras, un teatro silencioso, mientras que en los circuitos comerciales continúan imperando las comedias burguesas y sobre todo las obras extranjeras.

La obra de José Ruibal (El asno, Los mendigos, El hombre y la mosca)se encuentra una simbología alegórica fácil de desentrañar, generalmente relacionada con la riqueza frente al poder y una crítica a la situación política y social. En el mismo campo podemos clasificar a Francisco Nieva, profundo renovador del mundo teatral, continuador del arte dadá y del surrealismo, lenguaje brillante, barroco e incisivo, dotado de una increíble inventiva y creador del Teatro furioso entre cuyas obras podemos destacar La Pascua negra, Es bueno no tener cabeza, La carroza de plomo candente.

Otros autores importantes dentro de esta misma línea son A. Martínez Ballesteros, José Mª Bellido, Luis Riaza, Juan Antonio Castro y Ramón Gil Novales. Otros autores más jóvenes son Luis Matilla, López Mozo, Ángel García Pintado y Manuel Martínez Mediero.

8. EL TEATRO DE LA DEMOCRACIA

A finales de los 70 se produce una vuelta al realismo y una temática de asuntos cotidianos. Los principales representantes de esta tendencia son Fermín Cabal y José Luis Alonso de Santos, que se iniciaron en ambientes de grupos independientes y que posteriormente escriben obras que desarrollan problemas individuales de personas de a pie de la sociedad actual. Fermín Cabal considera sus piezas (Esta noche gran velada, Caballito del diablo) como comedias costumbristas, casi sainetes contemporáneos, lo mismo que podríamos decir de la obra de Alonso de Santos (Bajarse al moro, Trampa para pájaros). Otro autor interesante es José Sanchís Sinisterra, que ha logrado su popularidad con una sola obra acerca del teatro en la Guerra Civil ¡Ay, Carmela!. También Fernando Fernán Gómez obtiene un resonante éxito con Las bicicletas son para el verano. Un fenómeno importante para el teatro español ha sido la incorporación de la mujer como autora. Así se funda en 1986 la Asociación de dramaturgas; de entre ellas podemos destacar a Paloma Pedrero, Carmen Resino, Concha Romero, Pilar Pombo y Lourdes Ortiz. Hechos importantes son la desaparición de la censura y la creación del Ministerio de Cultura, del Centro Dramático Nacional y del Centro de documentación Teatral.

9. CONCLUSIÓN

A modo de conclusión cerraremos el tema centrándonos en las propuestas teatrales que se han dado durante la última década. La característica principal podría ser la diversidad de tendencias.

La primera tendencia a la que aludiremos es el musical, género importado de Broadway y el West End londinense. Los musicales han tenido muy buena aceptación en nuestras salas, quizá la primera fuese en la década de los noventa Los Miserables, representada en el Nuevo Apolo de Madrid y cuyo éxito fue arrollador. Cabaret o Cats también han permanecido varios años en cartel. Hoy en día los musicales más vistos son Hoy no me puedo levantar, Mamma Mia! y Fama-El Musical.

La proliferación de salas independientes ha favorecido a un teatro menos comercial y más experimental, donde las propuestas son tan variadas como novedosas, salas como La cuarta pared, El Canto de la Cabra o los cafés teatros han favorecido a este teatro alternativo e independiente.

El teatro cómico también triunfa en nuestras salas, El Tricicle, Animalario o Yllana son algunos de los grupos más conocidos por el público, estos espectáculos se han visto favorecidos por la publicidad televisiva, programas como El club de la comedia o la intervención de algunos de estos grupos teatrales en programas de televisión han favorecido su éxito.

Por otro lado, se siguen programando obras clásicas, desde el Festival de Teatro Clásico de Almagro, dedicado exclusivamente a la difusión del teatro de los Siglos de Oro, hasta el último montaje de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, basado en un texto de Calderón.

Autores de otros géneros también han querido acercarse al hecho teatral y, en ocasiones, han llevado sus obras noveladas al escenario, ejemplos de esto son Restauración de Eduardo Mendoza o Ella imagina de Juan José Millás.

Es importante la presencia de autoras en el mundo teatral, a partir de los ochenta la presencia femenina se hace imprescindible en la creación de obras; Paloma Pedrero, Yolanda Pallín, Angélica Liddell, Lourdes Ortiz o Carmen Resino son algunas de ellas.