Tema 19 – Normas de salud y seguridad en el taller

Tema 19 – Normas de salud y seguridad en el taller

ÍNDICE SISTEMÁTICO

1. LEGISLACIÓN Y NORMALIZACIÓN

1.1. Legislación básica sobre la seguridad y salud en el trabajo

1.2. Los accidentes y la seguridad del trabajo

1.2.1. Definiciones y cuestiones previas

1.2.2. Causas de los accidentes

1.3. Técnicas para la seguridad en el trabajo

2. PRIMEROS AUXILIOS

2.1. Pautas generales de actuación

2.1.1. Proteger el lugar de los hechos

2.1.2. Alertar a los servicios de socorro

2.1.3. Socorrer a las víctimas

2.2. Evaluación inicial de las lesiones de un accidentado

2.3. La reanimación cardiopulmonar básica

2.4. La obstrucción de las vías aéreas

2.5. Actuación en caso de producirse hemorragias

2.5.1. Hemorragias externas

2.5.2. Hemorragias internas

2.6. Actuación en caso de producirse corrosión de la piel

2.7. Actuación en caso de producirse corrosiones en los ojos

2.8. Actuaciones en caso de ingestión de productos químicos

2.9. Actuación en caso de inhalación de productos químicos

2.10. Actuación en caso de heridas, cortes y pequeños rasguños

2.11. Actuación en caso de quemaduras

2.12. Actuación en caso de lesiones en las articulaciones

2.13. Actuación en caso de fractura

2.13.1. Fractura de tronco

2.13.2. Fractura de costillas

2.13.3. Fractura de cabeza

2.13.4. Fractura de pelvis o cadera

2.13.5. Fractura de brazo o antebrazo

2.13.6. Fractura de codo

2.13.7. Fractura de pierna, rodilla y tobillo

2.14. Técnicas de colocación de apósitos y vendajes

2.15. Lesiones producidas por el frío y el calor

2.15.1. La insolación

2.15.2. La congelación

2.16. Atención por pérdida del conocimiento

2.17. Electrocución

2.18. Botiquín

BIBLIOGRAFÍA

1. LEGISLACIÓN Y NORMALIZACIÓN

1.1. Legislación básica sobre la seguridad y salud en el trabajo

En el establecimiento de la normativa competente en materia de salud laboral y prevención de riesgos laborales participan las diferentes administraciones del Estado: Administración Cen- tral, Comunidades Autónomas y Administración Local, siendo su grado de competencia y las parcelas sobre las que establecen la normativa correspondiente, las siguientes:

Administración Local: aplican la normativa de acuerdo con sus políticas municipales y coordinadamente con el resto de administraciones.

Comunidades Autónomas: aplican las leyes y normativas de carácter general conforme a sus políticas autonómicas y legislan mediante decretos y reglamentos cuando tienen transferidas las competencias correspondientes. Colaboran coordinadamente con el resto de administraciones.

La Administración Central: legisla en el ámbito estatal, en coordinación con el resto de administraciones, estableciendo las leyes básicas y sus desarrollos normativos para aquellos ámbitos territoriales que no poseen competencias específicas, siendo la respon- sabilidad y competencia de los distintos ministerios, las indicadas a continuación:

* Ministerio responsable de las áreas de Sanidad y Consumo: le compete el estableci- miento de los medios adecuados para la evaluación y control de las actuaciones de carácter sanitario que realicen en las empresas los Servicios de Prevención. Además, es responsabilidad de este ministerio supervisar la formación en materia de preven- ción y promoción de la salud laboral que deba recibir el personal sanitario, así como la elaboración y divulgación de estudios, investigaciones y estadísticas relacionadas con la salud de los trabajadores.

* Ministerios responsables de las áreas de Transporte, Turismo y Comercio: tienen com- petencias sobre el transporte de mercancías peligrosas.

* Ministerio de Industria y Energía: es el responsable de los procesos y las instalacio- nes industriales. Además, tiene competencias en minas y canteras siempre y cuando se apliquen las técnicas mineras o se utilicen explosivos.

* Ministerios o áreas ministeriales de Trabajo, Asuntos Sociales, Educación, Sanidad, Consumo y Ciencia: tienen también competencias en materia de formación y prepa- ración de especialistas en estas cuestiones.

Y, además, cuando la administración es competente en materia laboral desarrollará las si- guientes funciones:

– Promoción de la prevención.

– Proporcionar asesoramiento técnico.

– Vigilar y controlar el cumplimiento de la norma.

– Sancionar las infracciones.

El marco normativo actual está definido por las siguientes normas de carácter general:

– La Constitución Española.

– El Estatuto de los Trabajadores.

– La Directiva Marco de la CEE1.

– Convenios de la Organización Internacional de Trabajo suscritos por el Estado Español2.

– La Ley de Industria.

– La Ley de Prevención de Riesgos Laborales3.

La Ley 21/1992, de 16 de julio, de Industria aborda la seguridad y la calidad en el marco industrial, siendo los conceptos generales que desarrolla:

– Respecto de la seguridad industrial establece el concepto y objeto de la seguridad, el contenido de los Reglamentos, los medios de prueba del cumplimiento reglamentario y el control administrativo de dicho cumplimiento

– El de calidad industrial, estableciendo las actuaciones de las administraciones para pro- curar la competitividad de las empresas españolas.

La Ley de Prevención de Riesgos Laborales recoge todas las orientaciones prescriptivas de las demás normas generales de rango superior y establece el marco legislativo que obliga a las admi- nistraciones, las empresas y los trabajadores y ciudadanos. Esta Ley actualiza la antigua Ordenanza General de Seguridad e Higiene en el Trabajo y su objeto es la promoción de la seguridad y la salud de los trabajadores mediante la aplicación de medidas y el desarrollo de las actividades necesarias para la prevención de riesgos derivados del trabajo, siendo elementos destacables de esta norma:

– Su intención de potenciar la cultura de la prevención mediante planes de formación que se extiendan en todos los niveles educativos, siendo los principios básicos de la preven- ción: la eliminación o disminución de riesgos, la información, la consulta, la participación equilibrada y la formación.

– La utilización de la técnica del proyecto para actuar sobre la prevención mediante la planificación evaluando riesgos, ordenando las medidas preventivas y controlando su efectividad.

Esta Ley consta de los siguientes capítulos:

I. Objeto de la norma y ámbito de aplicación.

clip_image001[1]II. Política en materia de prevención de riesgos laborales. III. Derechos y obligaciones.

IV. Servicio de prevención.

V. Consulta y participación de los trabajadores.

VI. Obligaciones de los fabricantes, importadores y suministradores. VII. Responsabilidades y sanciones.

Principios que rigen la acción preventiva:

– Evitar los riesgos.

-Evaluar los que no se pueden evitar.

1 Comunidad Económica Europea: Directiva Marco 89/391, relativa a la aplicación de medidas para promover la mejora de la seguridad y la salud de los trabajadores en el trabajo.

2 Convenio 155 de la OIT sobre la seguridad y la salud de los trabajadores y el medio ambiente de trabajo ratificados por España.

3 Ley 31/1995, de 8 de noviembre. BOE 10-11-95.

– Combatir los riesgos en su origen.

– Adaptar el trabajo a la persona y al puesto de trabajo.

– Considerar la evolución de la técnica.

– Sustituir lo que resulte peligroso por aquello que entrañe poco o ningún riesgo.

– Planificar la prevención mediante planes que integren la técnica, la organización del trabajo, las condiciones laborales, las relaciones sociales y la influencia de los factores ambientales en el trabajo.

– Adoptar medidas que consideren y antepongan la protección colectiva a la individual.

– Dar las debidas instrucciones a los trabajadores.

1.2. Los accidentes y la seguridad del trabajo

1.2.1. Definiciones y cuestiones previas

Desde el punto de vista de la seguridad, un accidente de trabajo es concebido, según la Se- guridad del Trabajo como:

Un suceso imprevisto que interrumpe o interfiere la continuidad del trabajo, que puede suponer un daño para las personas o a la propiedad.

Los accidentes están sujetos a una variada tipología según sus causas y consecuencias. Según estas últimas pueden ser de los siguientes tipos

Cuadro para determinar la tipología de los accidentes.

También desde el punto de vista de la “Seguridad” entendemos por Seguridad del Trabajo:

La técnica no médica de prevención cuya finalidad se centra en la lucha contra los accidentes de trabajo, evitando y controlando sus consecuencias.

En materia de Seguridad dos son las formas fundamentales de actuación:

– Mediante la prevención, actuando sobre las causas que originan los accidentes.

– Mediante la protección de los equipos y personas expuestas a los riesgos.

En cuanto a las técnicas empleadas en la lucha contra los accidentes de trabajo, son las técnicas de seguridad las que actúan sobre las causas con un mayor rendimiento y en un menor espacio de tiempo.

La Seguridad que actúa sobre las causas, identificándolas, se denomina “Seguridad Científi- ca” y actúa sobre los fenómenos naturales conocidos.

La Ley de Prevención de Riesgos Laborales, en su artículo 15, contempla entre los principios de la acción preventiva que el empresario planifique la prevención buscando un conjunto coherente que integre en ella la técnica, la organización del trabajo, las condiciones de trabajo, las relaciones sociales y la influencia de factores ambientales en el trabajo (seguridad o prevención integrada).

1.2.2. Causas de los accidentes

Los accidentes, según las causas que los originaron, se clasifican en:

Accidentes causados por un factor técnico: comprende el conjunto de circunstancias o condiciones materiales que pueden ser origen de accidente. Se les denomina también condiciones materiales o condiciones inseguras.

Accidentes causados por un factor humano: comprende el conjunto de actuacio- nes humanas que pueden ser origen de accidente. Se les denomina también actos peligrosos o prácticas inseguras.

En materia de seguridad, pese a la importancia del factor humano, se suele actuar siempre sobre los factores técnicos, puesto que la seguridad técnica es el modelo ideal; ya que la conducta humana no siempre resulta previsible y la actuación sobre el factor técnico permite obtener re- sultados a corto plazo.

Pero pese a todo ello, resulta difícil discernir qué factor ejerce más influencia en el origen del accidente, el factor humano, o el técnico, puesto que detrás de un fallo técnico siempre, en última instancia, existe un fallo humano.

clip_image001[2]La conducta humana, por tanto, está considerada como la causante del 100% de los acciden- tes, ya sea porque comete prácticas inseguras o porque ocasiona condiciones inseguras. De ahí la necesidad de contar plenamente con el ser humano y conocer sus pautas de conducta. Según José María Cortés4, en un estudio elaborado por Frank E. Bird se demostró que de cada 100 acci- dentes, 85 se debieron a prácticas inseguras y sólo uno ocurrió por condiciones inseguras. Los 14 restantes se produjeron por combinación de ambas causas (prácticas y condiciones inseguras). O sea, que en el 99% de las veces inciden ambas causas.

clip_image007[1]Existe otro factor que se considera en los estudios sobre seguridad, y es la predisposición al accidente; parece ser que existen personas más predispuestas al accidente que otras, y existe una teoría de la predisposición sobre la que están basadas las técnicas de selección de personal, téc- nicas para la prevención de accidentes, psicológicas, etc. El psicólogo alemán Marbe, en relación con este tema, enunció su teoría:

4 Cortés Díaz, J.M. (1996): Técnicas de Prevención de Riesgos Laborales. Seguridad e Higiene del Trabajo. Editorial

Tébar Flores. Madrid. (p.75).

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El 5% de las personas expuestas acumulan el 75% de los accidentes, mientras que el 25% de los restantes accidentes se distribuye entre el 75% restante de la población expuesta.

En el cuadro siguiente, José María Cortés establece las relaciones existentes entre una defi- ciente decisión administrativa y sus posibles consecuencias.

Causas desencadenantes de un accidente.

1.3. Técnicas para la seguridad en el trabajo

Las técnicas que podemos utilizar en la lucha contra los accidentes de trabajo son:

Análisis del riesgo. (Identificación y valoración del riesgo mediante el estudio de los accidentes ocurridos).

Para esta acción se utilizan técnicas analíticas.

– Valoración del riesgo. (Identificación del peligro y estimación de riesgo). Utilización de técnicas analíticas.

– Control del riesgo. (No evitan el accidente, reducen o eliminan los daños tanto materia- les como para el operario). Utilización de técnicas operativas de prevención y protección que pretenden eliminar las causas para eliminar o reducir los riesgos de accidentes y/o las consecuencias derivadas de ellos. Estas técnicas son las que verdaderamente hacen seguridad, pero su aplicación correcta depende de los datos suministrados por las técni- cas analíticas.

En cuanto a su alcance, forma de actuación, lugar de aplicación, objetivo y causas, estas téc- nicas las podemos clasificar, de forma general, en:

1. Técnicas generales: son de aplicación universal, es decir, son válidas para ser aplicadas ante cualquier tipo de riesgo.

2. Técnicas específicas: de aplicación específica y limitada a riesgos concretos como in- cendios, explosiones, caídas de altura, etc.

3. Técnicas de prevención: tienen como objetivo evitar el accidente.

4. Técnicas de protección: su objetivo es evitar la lesión.

5. Técnicas de concepción: se aplican en la fase de proyecto.

6. Técnicas de corrección: se aplican en condiciones de trabajo peligrosas.

7. Técnicas analíticas: tienen por objetivo analizar y valorar los riesgos.

– Son técnicas analíticas anteriores al accidente la Inspección de Seguridad (análi- sis y valoración de los riesgos para su posterior corrección antes de su actualización en accidentes), el Análisis de Trabajo (identifica potenciales situaciones de riesgo asociados a cada etapa del proceso de trabajo) y el Análisis Estadístico (su objeto es el tratamiento de los datos obtenidos en los estudios de los riesgos para poder obte- ner un conocimiento científico aproximado de las posibles causas de accidentes.).

Técnicas analíticas posteriores al accidente son la Notificación y Registro de Ac- cidentes (consiste en el establecimiento de métodos de notificación y registro de los accidentes ocurridos para su posterior tratamiento estadístico) y la Investigación de Accidentes (consiste en la detección de las causas que motivan los accidentes notifica- dos a fin de utilizar la experiencia obtenida en la prevención de futuros accidentes).

8. Técnicas operativas: evitan los accidentes mediante la aplicación de técnicas preventi- vas o de protección, eliminando las causas de los mismos o reduciendo sus efectos.

9. Técnicas que actúan sobre el Factor Humano. Las técnicas operativas que actúan sobre el factor humano son: la selección de personal, la formación del personal, el adies- tramiento, la propaganda, la acción de grupo, los incentivos y la disciplina.

10. Técnicas que actúan sobre el Factor Técnico. Las técnicas operativas que actúan sobre el factor técnico son: el diseño y proyecto de instalaciones y equipos, el estudio y mejora de métodos, la normalización, los sistemas de seguridad, la señalización, el manteni- miento preventivo, las defensas y resguardos y las protecciones individuales.

2. PRIMEROS AUXILIOS

Los accidentes personales que generalmente se producen en los laboratorios y aulas talleres son los comunes a todo tipo de trabajo: golpes, torceduras, heridas, quemaduras, etc. La primera actuación en caso de accidente será el requerimiento urgente de atención médica, indicando los detalles que conciernen al mismo y, si es una agresión química, mostrar, si es posible, la etiqueta del producto causante.

Hemos de ser conscientes de que de los primeros auxilios que reciba el accidentado va a depen- der en gran medida su evolución posterior y, en ocasiones, su propia vida. De ahí la importancia de saber prestar primeros auxilios correctamente. Éstos los podemos definir como aquellos gestos o medidas que se adoptan, en el mismo lugar de los hechos, hasta que se pueda obtener una asisten- cia especializada. Por tanto, el objetivo principal a la hora de prestar primeros auxilios, consistirá en evitar el empeoramiento (como consecuencia de una actuación incorrecta) de las lesiones que presente la víctima.

La persona que socorre al accidentado (socorrista) debe tener presente dos premisas funda- mentales:

a) Tranquilidad: es frecuente que en un accidente se pierdan los nervios y que en conse- cuencia, movidos por la prisa, se den actitudes bien intencionadas pero incorrectas5. Hay que actuar deprisa pero con serenidad, transmitiendo la sensación de tranquilidad a los demás y a la propia víctima.

b) Composición de lugar: una vez ocurrido el accidente, hay que delimitar la realidad del mismo y sus posibles consecuencias. Debemos recordar unas pautas de actuación senci- llas que nos permitan llevar a cabo una labor correcta y eficaz al mismo tiempo.

2.1. Pautas generales de actuación

2.1.1. Proteger el lugar de los hechos

clip_image001[3]Después de haberse producido el accidente pueden persistir las causas que lo produjeron6, por tanto, hay que hacer seguro el lugar del accidente, debiendo cuidar nuestra propia seguridad, la del accidentado y la de las demás personas. De no seguir estas pautas, en ocasiones se pueden desencadenar nuevos accidentes o agravar el ya existente. En caso de existir peligro, debemos alejarlo del accidentado, y sólo si ello no fuera posible, alejaremos al accidentado del peligro.

2.1.2. Alertar a los servicios de socorro

clip_image009En función de la gravedad y circunstancias del accidente será necesario avisar a los servicios médicos o servicios de socorro: Policía, Guardia Civil de Tráfico, Cruz Roja, Bomberos, etc. Para ello será necesario disponer, en lugar de fácil acceso, los teléfonos de estos servicios.

5 Algunas acciones incorrectas que se producen en ocasiones son: mover sin las debidas precauciones a una persona que pudiera tener una lesión en la columna vertebral, o una pierna evidentemente rota, etc.

6 Después de haberse producido un accidente puede persistir el peligro que lo originó, por ejemplo: fuego, escape de gas, electricidad, etc.

No debemos abandonar al accidentado; conviene que sea otra persona la que se encargue de avisar a los servicios de socorro. Y no basta con dar la alerta, hay que hacerlo correctamente y aportar la siguiente información:

– Indicar el lugar exacto del accidente.

– El tipo de accidente y circunstancias que puedan agravar la situación.

– Las causas o agente causante del accidente.

– Identificarse; las llamadas anónimas no inspiran confianza.

Después de alertar a los servicios de socorro hay que volver al lugar del accidente para indi- car que la ayuda está en camino.

2.1.3. Socorrer a las víctimas

Dado que un accidentado puede presentar varios tipos de lesiones, o incluso puede haber varios accidentados que necesiten ser auxiliados, es necesario seguir un orden de prioridades a la hora de prestar primeros auxilios7. Hemos de extremar las medidas de precaución en el manejo del acciden- tado en esta fase en la que todavía no sabemos con certeza lo que tiene, ya que podría causar daños mayores y empeorar su estado.

En caso de que haya varias víctimas, no atender al primero que nos encontremos o al que más grite ya que puede haber víctimas ocultas o inconscientes.

2.2. Evaluación inicial de las lesiones de un accidentado

En este orden de prioridades establecido para socorrer a un accidentado, y con la finalidad de no cometer acciones erróneas, es necesario realizar una valoración global de su estado, con objeto de determinar el alcance de sus lesiones. Esto, a su vez, nos permite establecer las prioridades de actuación y adoptar las medidas necesarias en cada caso.

clip_image001[4]Esta evaluación debe efectuarse en el lugar de los hechos y consta de dos fases sucesivas:

1. Valoración primaria: su objetivo es identificar aquellas situaciones que pueden suponer una amenaza inmediata para la vida del accidentado; así, observaremos rápidamente:

– El estado de inconsciencia: hablar con la víctima, sacudirle los hombros o pellizcar- le con suavidad para determinar si está consciente o inconsciente. Hay que asegurar el paso del aire hasta los pulmones, sobre todo si la víctima está inconsciente.

– La respiración: si falta se debe restablecer de inmediato.

– La circulación de la sangre: si falta el pulso carotídeo8 deberán iniciarse las manio- bras de reanimación cardiopulmonar.

clip_image009[1]– La existencia de hemorragias severas deberán detenerse de inmediato.

7 Ver el apartado de la evaluación inicial del accidentado.

8 Para localizar el pulso carotídeo hay que localizar en la cara anterior del cuello (con la cabeza en hiperextensión) la nuez del accidentado y deslizar los dedos índice y medio varios centímetros hacia abajo hasta llegar al surco que forma el músculo esternocleidomastoideo, donde notaremos los latidos de la arteria carótida manteniendo esa posi- ción durante 5-10 segundos.

2. Valoración secundaria: una vez asegurado el mantenimiento de las funciones vitales, nos ocuparemos de las otras lesiones que pueda presentar el accidentado (heridas, que- maduras, fracturas, etc.) y además, buscaremos la existencia de lesiones ocultas. Para ello realizaremos una exploración detallada de la víctima desde la cabeza a los pies, atendiendo a las siguientes pautas:

a) Cabeza:

– Buscar heridas y/o contusiones en el cuero cabelludo y cara.

– Observar si se produce salida de sangre por oídos o nariz; podría ser signo de fractura de cráneo.

– Observar la existencia de lesiones en oídos o a su alrededor.

– Observar el aspecto de la cara, la piel pálida, fría y sudorosa es sugestiva del shock.

b) Cuello:

– No mover. Si hay que mover a la víctima, mantener la cabeza-cuello-tronco como si fuera un bloque rígido.

– Valorar el pulso carotídeo.

– Aflojar las prendas ajustadas a su alrededor.

c) Tórax:

– Buscar la presencia de heridas y o deformaciones que hagan sospechar una frac- tura.

– Valorar los movimientos respiratorios y si existe dificultad para respirar.

– Preguntar si existe dolor y localizarlo.

d) Abdomen:

– Buscar la existencia de heridas.

– Preguntar si existe dolor y localizarlo.

clip_image001[5]– Notar si está duro o, al contrario, depresible.

– Pensar en la posibilidad de lesiones internas.

e) Extremidades:

– Examinar los brazos y piernas en busca de heridas, puntos sangrantes, deforma- ciones, inflamaciones, etc.

– Explorar la sensibilidad y la movilidad de brazos y piernas9, para descartar una lesión de la médula espinal.

clip_image009[2]f) Buscar indicativos de tipo médico que posea el accidentado, como tarjetas de in- formación de tipo diabético, alérgico, hemofílico, etc. Pulseras o collares indicativos de alerta médica, etc.

9 Para comprobar la sensibilidad y movilidad en brazos y piernas se pellizcará la piel y se pedirá a la víctima que mueva los dedos de las manos y los pies.

2.3. La reanimación cardiopulmonar básica

La respiración y la circulación sanguínea son dos funciones vitales cuya afectación va a originar un problema inmediato para la supervivencia. De ahí la importancia de restablecerlas de inmediato, ya que en un intervalo aproximado de 3-5 minutos sin recibir oxígeno las células del cerebro se pueden dañar irreversiblemente.

Las causas por las que una persona puede dejar de respirar son muy variadas: asfixia, ahoga- miento, atragantamiento, electrocución, inhalación de tóxicos, sobredosis de drogas, etc.

Entre 2 y 5 minutos después de detenerse la respiración, el corazón puede detenerse también al verse afectado por falta de oxígeno. En algunos casos como electrocución, ataques cardíacos, hidrocución10, etc., se parará en primer lugar el corazón, pero instantáneamente (15 o 30 segundos más tarde) se detendrá también la respiración.

Por tanto, después de la valoración primaria indicada en los apartados anteriores, las pautas de actuación para reconocer si una persona se encuentra respirando o no y qué hacer en caso de que no respire o su corazón haya dejado de latir, son las siguientes:

En un accidentado inconsciente, sobre todo si está tendido boca arriba, la lengua puede relajarse y caer hacia abajo, dificultando o impidiendo el paso del aire hasta los pulmones. Por ello, para comprobar si una persona inconsciente respira, inclinaremos su cabeza hacia atrás; esto hará que la lengua se desplace hacia arriba11, permitiendo el paso del aire. Manteniendo la apertura de las vías aéreas comprobaremos la respiración del accidentado, mirando si sube o baja el pecho, o sintiendo en la mejilla la salida del aire por la boca y nariz de la víctima.

clip_image001[6]Si el accidentado respira, hay que colocarlo en la llamada posición lateral de seguridad (P.L.S.)12. Mediante esta posición se pretende evitar que la lengua obstruya el paso del aire, y si se producen vómitos o secreciones, estos puedan salir por la boca, evitando que se intro- duzcan en las vías aéreas.

clip_image009[3]Si el accidentado no respira, hay que comenzar a realizar la respiración artificial por el método boca a boca con el objeto de hacer llegar oxígeno a sus pulmones. Esta técnica consiste en insuflar aire de nuestros pulmones en los del accidentado mante- niendo su cabeza bien echada hacia atrás y comprimiendo la nariz con los dedos índice y pulgar de la mano que sujeta la frente. A continuación cogemos aire, abrimos la boca y la aplicamos alrededor de los labios del accidentado soplando dos veces seguidas en el interior de su boca; veremos como el tórax se eleva y desciende cuando dejamos de insuflar13. Después comprobaremos el pulso para determinar si el corazón del acciden- tado sigue latiendo.

10 Síncope por inmersión en agua fría.

11 A esta maniobra se la denomina apertura de las vías aéreas.

12 La posición lateral de seguridad consiste en estirar hacia atrás el brazo más cercano del accidentado al socorrista, flexionando la rodilla más lejana y apoyando en el suelo el brazo y la pierna que hemos traccionado mediante la rotación lateral del accidentado.

13 Si el tórax no se eleva una vez revisadas y repetidas todas las operaciones, posiblemente exista un cuerpo extraño ubicado en el interior de las vías aéreas que obstruye el paso del aire. En este caso utilizaremos la maniobra de Heimlich (ver página siguiente) para desobstruir la vía aérea.

Si percibimos el pulso carotídeo quiere decir que el corazón sigue latiendo, en este caso continuaremos con el boca a boca14 a un ritmo de una insuflación cada 4-5 segundos (aproximadamente de 12 a 15 insuflaciones por minuto).

Si el accidentado no tiene pulso carotídeo, esto significa que su corazón ha dejado de bombear sangre, y hay que iniciar inmediatamente el bombeo artificial mediante la técnica de las compresiones torácicas externas15. Después de realizar 15 compresiones, volvere- mos a la cabeza del accidentado, inclinándola hacia atrás y dándole dos insuflaciones “boca a boca”. Continuaremos estos ciclos de compresiones e insuflaciones deteniéndonos cada cuatro ciclos para comprobar si ha retornado el pulso espontáneo. Cuando vuelva el pulso espontáneo continuaremos con la respiración artificial. Cuando recupere la respiración espontánea, colocaremos al accidentado en posición lateral de seguridad.

2.4. La obstrucción de las vías aéreas

Cuando se produce un atragantamiento, en la mayoría de los casos la reacción inmediata del organismo es la tos, mediante la cual, el aire es expulsado violentamente en un intento de arrastrar consigo el cuerpo extraño. Pero en ocasiones, el tamaño o posición del objeto es tal que hacen imposible su expulsión mediante la tos, y lo que es más grave, le impide respirar.

Se produce, por tanto, una situación alarmante en la que la persona que se ha atragantado se lleva las manos al cuello instintivamente, pudiendo causar confusión con un ataque cardíaco.

El atragantamiento se puede manifestar de dos formas:

clip_image001[7]Obstrucción incompleta de las vías aéreas: la persona puede toser, hablar y respirar, aunque sea con dificultad. En este caso le animaremos a toser con fuerza; la tos es el mecanismo más eficaz de que disponemos para desalojar un cuerpo extraño que obstruye la vía aérea16.

clip_image007[2]– Obstrucción completa de las vías aéreas: el accidentado se llevará las manos al cuello, su cara y sus labios tomarán un aspecto azulado, y si no se elimina rápidamente la obs- trucción, la víctima perderá el conocimiento al no poder renovarse en los pulmones el oxígeno que el cerebro necesita para vivir. Inmediatamente nos dispondremos a realizar la maniobra de Heimlich, cuyo objeto es lograr que el diafragma se contraiga violenta- mente, y de esa manera, comprima los pulmones y empuje hacia arriba el cuerpo extraño al movilizar bruscamente el aire residual que queda en ellos.

14 Cuando el socorrista tiene problemas para sellar sus labios alrededor de los del accidentado, o haya heridas que dificulten el contacto hermético boca a boca, se puede aplicar la respiración artificial por el método boca a nariz. Consiste en los mismos pasos que para el boca a boca, con la diferencia de que en éste cerraremos la boca del acci- dentado y soplaremos por la nariz.

15 La técnica de las compresiones torácicas externas consiste en aplicar rítmicamente una presión sobre la mitad inferior del esternón, con el objeto de provocar la salida de la sangre del corazón, al comprimir éste entre la columna vertebral y el esternón. Cada vez que se afloja la presión el corazón vuelve a llenarse, con lo que se consigue de este modo mantener la circulación artificialmente. La presión se realizará con el talón de una mano presionada por la otra, sobre la zona de la apófisis xifoides (donde las costillas se unen al esternón), comprimiendo unos 4 ó 5 cm de forma brusca, sin doblar los codos y sin retirar las manos del esternón al aflojar la presión. Se darán 15 compresiones a un ritmo de 80 veces por minuto, contando “y uno y dos y tres” para marcar el ritmo.

16 Como medida de precaución nunca daremos palmadas en la espalda de un adulto que se ha atragantado y está tosiendo, podríamos desplazar el cuerpo extraño a una posición más profunda, con lo que empeoraría la situación.

La técnica de Heimlich se realiza siguiendo las pautas siguientes:

a) Nos colocaremos detrás del paciente, que estará sentado o de pie; le “abrazaremos” co- locando una de nuestras manos con el puño cerrado (el pulgar en contacto con el cuerpo) en la “boca del estómago”, justo por encima del ombligo y con la otra mano encima.

b) Una vez en esta posición, presionaremos con fuerza hacia adentro (hacia nosotros) y hacia arriba al mismo tiempo, ejerciendo movimientos bruscos que repetiremos en series de 6 a 10 veces, hasta que el objeto sea expulsado por la boca, o hasta que pierda el co- nocimiento.

c) Si la persona está inconsciente, ésta estará tendida horizontalmente boca arriba, ladeare- mos su cabeza y nos situaremos a horcajadas sobre él.

d) Colocaremos el puño de una mano entre el final del esternón y el ombligo, apoyando la otra mano encima, manteniendo los brazos estirados.

e) Realizaremos las compresiones de forma enérgica, hasta conseguir extraer el cuerpo ex- traño; si no lo notamos, cada 6-10 compresiones, revisaremos la boca del paciente por si estuviera dentro.

Esta maniobra no está recomendada para personas obesas (por no ser eficaz), ni para perso- nas embarazadas (pone en peligro al feto); en estos casos se presionará sobre la mitad inferior del esternón del paciente, situándonos de la misma forma que se ha explicado para la maniobra de Heimblich en personas inconscientes. Tampoco está recomendada para recién nacidos ni lactan- tes menores de un año.

2.5. Actuación en caso de producirse hemorragias

Tradicionalmente las hemorragias se han distinguido por el color de la sangre: rojo brillante en las hemorragias arteriales o rojo oscuro en las venosas. En la actualidad, desde un punto de vista prác- tico, es más importante fijarse en la forma en que sale la sangre por la herida: a borbotones, a modo de golpes que coinciden con los latidos del corazón, en las hemorragias arteriales; de forma continua, como el chorro de un grifo, en las venosas, o rezumando de la herida, a modo de múltiples puntitos sangrantes, en las hemorragias capilares.

Por otra parte, las hemorragias pueden ser externas, cuando vemos sangre a través de una heri- da, o internas, cuando no vemos la sangre debido a que ésta queda en el interior del organismo.

Toda pérdida de sangre debemos controlarla cuanto antes, sobre todo si es importante.

2.5.1. Hemorragias externas

Aunque el propio organismo se encarga de reparar el vaso sanguíneo que se ha roto, forman- do un tapón o coágulo en la herida con la finalidad de que cese la hemorragia, nosotros podemos ayudar a la formación de ese tapón en el caso de heridas externas comprimiendo sobre la herida y levantando la zona lesionada para reducir la presión con que la sangre llega a la herida.

Las pautas generales de actuación, para hemorragias externas, son las siguientes:

a) Tranquilizar al accidentado hablando con él (preguntándole qué es lo que ha ocurrido). b) Proteger al accidentado, cercionándonos de que la víctima no está expuesta al peligro

que ha ocasionado la herida.

c) Evitar que el accidentado esté de pie, ya que puede marearse y caer al suelo.

d) De inmediato, aplicar presión con la mano directamente en la herida del accidentado y en cuanto se pueda, colocar sobre la herida gasas o compresas estériles17. Mantener la pre- sión de manera constante al menos durante 10 minutos. Esto será suficiente para detener la mayoría de las hemorragias.

e) Cuando las hemorragias se produzcan en las extremidades, las mantendremos elevadas por encima del nivel del corazón, con el objeto de reducir la presión con que la sangre llega a la herida; si al intentar hacerlo la víctima experimenta dolor, no llevaremos a cabo la eleva- ción, pues es posible que exista fractura.

f) Si la hemorragia no se detiene a pesar de aplicar presión directa, hay que conseguir ayuda médica cuanto antes. Para ello podemos pedir a la propia víctima que continúe ejercien- do presión directa sobre la herida, o si ello no es posible, colocaremos sobre la herida un vendaje compresivo.

Una de las hemorragias más frecuentes son las nasales o epistaxis. Normalmente se deben a golpes o traumatismos directos sobre la cara, aunque también pueden originarse de forma espon- tánea18. Para ayudar a detenerlas hay que apretar las alas de la nariz contra el tabique nasal con la ayuda de los dedos índice y pulgar, al mismo tiempo que se aplica la cabeza de la víctima hacia adelante, pidiéndole que respire por la boca. Mantener la presión durante 10 minutos.

Si la hemorragia no se detiene se puede introducir una gasa empapada en agua oxigenada en el interior de la fosa nasal sangrante tapándola en su totalidad.

2.5.2. Hemorragias internas

Puede haber una pérdida de sangre importante sin que se vea la más mínima señal de hemo- rragia externa. El peligro de este tipo de hemorragias reside en que la sangre queda oculta y no sale al exterior, por lo que son difíciles de detectar. Normalmente van precedidas de un antece- dente de golpe violento.

clip_image001[8]Por todo ello, hay que prestar especial atención a aquellas personas (en especial niños) que, después de recibir un golpe violento y a pesar de no tener signos visibles de hemorragia externa, presenten los siguientes síntomas, conocidos con el nombre de shock:

– Piel pálida y fría.

– Pulso débil y rápido.

– Respiración rápida y superficial.

– Inquietud o ansiedad, que poco a poco, irán transformándose en somnolencia.

clip_image009[4]En estos casos hay que cubrir al accidentado y mantenerlo tumbado, procurando su traslado urgente a un Centro Sanitario.

17 Si mientras se está aplicando presión directa sobre la herida los apósitos se empapan de sangre, no debemos quitarlos de la herida. Colocaremos otros encima y continuaremos apretando. En caso de quitarlos destruiríamos el coágulo que se está formando y aumentaría la hemorragia.

18 Una hemorragia por la nariz o por el oído, después de recibir un golpe violento en la cabeza, puede ser síntoma de fractura de algún hueso del cráneo, sobre todo, si el accidentado está inconsciente y presenta hematomas alrededor de los ojos o de los oídos.

2.6. Actuación en caso de producirse corrosión de la piel

Por ácidos. Con carácter general se pueden seguir las siguientes pautas:

* Cortar lo más rápidamente posible la ropa empapada por el ácido.

* Echar abundante agua en la parte afectada.

* Neutralizar la acidez de la piel con bicarbonato durante 15 o 20 minutos.

* Quitar el exceso de pasta, secar y cubrir la piel con linimento óleo-calcáreo o similar. Si no es posible este tratamiento, y como atención mínima, echar abundante agua en la

parte afectada y lavar bien con agua y jabón.

Acido fluorhídrico. Frotar inmediatamente la piel con agua hasta que la blancura des- aparezca, prestando especial atención a la piel debajo de las uñas. Después, efectuar una inmersión de la parte afectada o tratar con compresas empapadas de magnesio sulfato

7-hidrato solución saturada enfriada con hielo durante un mínimo de 30 minutos.

Por álcalis. Aplicar abundante agua y aclarar con ácido acético solución al 1%. Secar y cubrir la parte afectada con pomada de ácido tánico.

Por sustancias reductoras. Aplicar una compresa de potasio permanganato solución al

0,1%. Secar, espolvorear sulfamida y vendar.

2.7. Actuación en caso de producirse corrosiones en los ojos

Por ácidos y por halógenos. Inmediatamente después del accidente irrigar los ojos con grandes cantidades de agua templada, a ser posible, bien a chorro o con ayuda de una pera de goma grande.

Mantener los ojos abiertos cogiendo los párpados y estirándolos hacia el exterior, mante- niéndolos separados de tal modo que el agua penetre debajo de los párpados. Continuar con la irrigación por lo menos durante 15 minutos.

A continuación, lavar los ojos con bicarbonato sódico solución al 1% con ayuda de la bañera ocular, renovando la solución dos o tres veces y dejándola por último en contacto durante cinco minutos.

Finalmente, verter en cada ojo una gota de aceite de oliva puro.

Por álcalis. Inmediatamente después del accidente irrigar los dos ojos con grandes cantida- des de agua templada, a ser posible, bien a chorro o con ayuda de una pera de goma grande.

Mantener los ojos abiertos cogiendo los párpados y estirándolos hacia el exterior, mante- niéndolos separados de tal modo que el agua penetre debajo de los párpados. Continuar con la irrigación por lo menos durante 15 minutos.

A continuación, lavar los ojos con ácido bórico solución al 1% con ayuda de la bañera ocular, renovando la solución dos o tres veces y dejándola por último en contacto durante cinco minutos.

Por otros productos químicos. Inmediatamente después del accidente irrigar los dos ojos con grandes cantidades de agua templada, a ser posible, bien a chorro o con ayuda de una pera de goma grande.

Mantener los ojos abiertos cogiendo los párpados y estirándolos hacia el exterior, mante- niéndolos separados de tal modo que el agua penetre debajo de los párpados. Continuar con la irrigación por lo menos durante 15 minutos.

Finalmente verter en cada ojo una gota de aceite de oliva puro.

2.8. Actuación en el caso de ingestión de productos químicos

Antes de cualquier actuación concreta requerir urgentemente atención médica. Retirar el agente nocivo del contacto con el paciente. Si el paciente se encuentra inconsciente, ponerlo en posición inclinada, con la cabeza de lado y sacarle la lengua hacia delante. No darle a ingerir nada por la boca ni inducirlo al vómito. Mantenerlo caliente (taparlo con una manta). Si el paciente está consciente, mantenerlo igualmente caliente (tapándolo con una manta) y recostarlo. Estar preparado para practicar la reanimación. No dejarlo solo y no dar bebidas alcohólicas precipitada- mente sin conocer la identidad del veneno ya que el alcohol, en la mayoría de los casos, aumenta la absorción de algunos venenos.

Ingestión de ácidos corrosivos

* No provocar jamás el vómito.

* No dar a ingerir sodio carbonatado ni bicarbonato.

* Administrar lechada de magnesia en grandes cantidades.

* Administrar grandes cantidades de leche o claras de huevo batidas con agua.

Álcalis corrosivos

* No provocar jamás el vómito.

* Administrar abundantes tragos de ácido acético solución al 1%.

* Administrar grandes cantidades de leche o claras de huevo batidas con agua.

Alcohol metílico (metanol)

* Administrar de 2 a 4 vasos de agua inmediatamente.

* Provocar el vómito introduciendo los dedos en la boca del paciente.

* A cada vómito darle abundantes tragos de agua salada templada (una cucharada sopera por vaso).

* A cada vómito repetir las tomas de agua salada hasta que los líquidos sean claros. Si es posible guardar la muestra de los vómitos.

* Administrar 1 vaso de agua con 2 cucharadas soperas de bicarbonato sódico.

Ingestión de otros productos químicos o cuando se desconozca la identidad de la sustancia ingerida

* Administrar de 2 a 4 vasos de agua inmediatamente.

* Provocar el vómito introduciendo los dedos en la boca del paciente.

* A cada vómito darle abundantes tragos de agua salada templada (una cucharada sopera por vaso).

– A cada vómito repetir las tomas de agua salada hasta que los líquidos sean claros. Si es posible, guardar la muestra de los vómitos.

– Administrar 15 g de antídoto universal19 en medio vaso de agua templada.

2.9. Actuación en caso de inhalación de productos químicos

Llevar al paciente al aire fresco inmediatamente y obtener atención médica tan pronto como sea posible.

Al primer síntoma de dificultad respiratoria, iniciar la reanimación. El oxígeno debe ser ad- ministrado solamente por el personal entrenado.

Continuar la respiración artificial boca a boca hasta que el médico lo aconseje.

Tratar de identificar el vapor venenoso. Si se trata de cloro, hidrógeno sulfuro, hidrógeno cia- nuro u otros gases altamente tóxicos, debe usarse el tipo adecuado de máscara para gases durante el tiempo del rescate del accidentado. Si la máscara disponible no es adecuada, el rescatador debe contener la respiración durante todo el tiempo que esté en contacto con los vapores venenosos.

2.10. Actuación en caso de heridas, cortes y pequeños rasguños

Cuando se produce una herida, el propio organismo se encarga de su reparación, poniendo en marcha el mecanismo de la cicatrización, a través del cual, la piel volverá a recuperar su integridad.

Para proceder a curar una herida cualquiera, producida por un accidente en el aula taller de tecnología (por ejemplo, la herida producida por un destornillador en una mano), hemos de seguir ordenadamente una serie de pasos:

1. En primer lugar hemos de tener a mano el material de curas que vamos a utilizar: gasas, agua oxigenada, antiséptico, tiritas, pinzas, tijeras, etc. (el material contenido en el botiquín).

2. Antes de limpiar la herida hemos de lavarnos las manos con agua y jabón y frotarlas después con alcohol. De esta forma, evitaremos contaminar la herida nosotros mismos al tocarla.

clip_image001[9]3. Si la herida sangra un poco, dejaremos que la sangre rezume durante unos instantes; si sangra considerablemente, presionaremos directamente sobre la herida para ayudar a detener la hemorragia.

4. Limpiaremos las heridas sucias preferiblemente con agua oxigenada “a chorro”, genero- samente, para que penetre en su interior. También podemos utilizar agua y jabón.

5. Observaremos si existen pequeños cuerpos extraños en la herida, en cuyo caso los retira- remos con cuidado con las gasas o con la ayuda de las pinzas.

6. Después secaremos la herida con gasas, desde su centro hacia la periferia, para evitar contaminarla20.

clip_image009[5]7. Por último, pincelaremos la herida con un antiséptico, preferiblemente no coloreado, tipo clorhexidrina.

19 El antídoto universal está compuesto por: carbón activo 2 partes, magnesio óxido 1 parte, ácido tánico 1 parte.

20 Un riesgo presente en las heridas, sobre todo en las que se producen en lugares sucios, es el Tétanos, enfermedad que puede provocar la muerte. Además de las vacunaciones estandarizadas de los niños hasta los 6 años, es necesario un recuerdo cada 10 años.

8. Como norma general, dejaremos la herida al aire libre; ahora bien, si es necesario protegerla del polvo o suciedad, es recomendable cubrirlas con apósitos adhesivos: tiritas o vendajes.

9. Si cubrimos la herida con vendajes debe ser revisada cada 24/48 horas, para descartar la existencia de una infección (enrojecimiento de la herida, hinchazón, dolor, pus, etc.). Si al tratar de quitar una gasa de una herida vemos que está pegada a la misma, hay que empaparla en agua oxigenada o agua tibia.

10. Si la herida a tratar necesita de unos puntos de sutura o tiene un aspecto muy sucio, feo o irregular, nos limitaremos a limpiarla, cubrirla con apósitos limpios y acudiremos a un Centro Sanitario.

2.11. Actuación en caso de quemaduras

Las quemaduras son un tipo de lesión bastante frecuente y a menudo originan secuelas fun- cionales o estéticas importantes y difíciles de tratar. Las fuentes de calor son la causa de la ma- yoría de las quemaduras, pero también pueden ser producidas por la electricidad o los productos químicos de tipo cáustico (los productos de limpieza como la lejía).

La superficie de piel quemada es un factor importante para indicar la gravedad de las quema- duras ya que cuanto más extensa sea la superficie quemada mayor será el estado de gravedad de la víctima debido a la gran pérdida de líquidos (plasma sanguíneo) que acompaña a las quemaduras y que predispone al paciente al estado de shock.

Los síntomas o signos que podemos observar cuando se produce una quemadura son los siguientes:

– Enrojecimiento de la piel afectada.

– Ampollas21.

– Si la quemadura es profunda la piel presentará un aspecto carbonizado, color castaño oscuro o negruzco.

– El dolor está presente en todas las quemaduras, pero las más profundas son menos dolo- rosas que las superficiales, al destruir las terminaciones nerviosas.

El procedimiento de actuación cuando se produce una quemadura es el siguiente:

clip_image001[10]1. Proteger al accidentado apartando la fuente de calor causante de la quemadura.

2. Enfriar la quemadura inmediatamente, colocando la zona quemada bajo un chorro de agua fría durante un mínimo de 10 minutos. También se puede introducir la zona afec- tada en un recipiente con agua fría, o cubrirla con compresas empapadas de agua fría. De esta forma aliviaremos el dolor y evitaremos que la zona afectada siga quemándose debido a que los tejidos permanezcan calientes.

3. Si la quemadura es extensa o la piel pierde su integridad, hay que cubrir la zona afectada con gasas, toallas, pañuelos, etc. (siempre que estén limpios) para evitar riesgos de infec- ción. Además, elevaremos la zona afectada para evitar la hinchazón.

clip_image009[6]4. Excepto las quemaduras superficiales con una extensión inferior a dos centímetros de diámetro, es recomendable que toda quemadura reciba atención médica.

21 Las ampollas contienen en su interior un líquido transparente, el plasma sanguíneo.

5. Cuando la ropa del accidentado también ha sido quemada hay que tener cuidado al quitar- la, ya que ésta puede estar adherida a la piel y puede ser necesario recortarla. Cuando la causa de la quemadura sean productos químicos o líquidos hirvientes, para evitar que éstos sigan en contacto con la piel y continúe quemándose, quitaremos inmediatamente la ropa impregnada bajo un chorro de agua fría. La persona que socorre deberá proteger sus manos del contacto con la sustancia origen de la quemadura.

6. Cuando las ropas de una persona están ardiendo, lo primero es sofocar las llamas22. Para ello la tenderemos en el suelo y cubriremos sus ropas con una prenda grande y gruesa, que si se puede mojar previamente resulta más eficaz. En caso de no tener nada la hare- mos rodar sobre el suelo.

Como norma general, ante una quemadura no debemos realizar ninguna de las siguientes ope- raciones:

– No aplicar sobre una quemadura pomadas, lociones o ungüentos.

– No son recomendables los remedios caseros como el aceite, el vinagre, la pasta de dien- tes, la mantequilla, etc.

– No utilizar hielo o agua helada para enfriar una quemadura (sólo agua fría).

– No utilizar algodón ni apósitos adhesivos sobre las quemaduras.

– No reventar las ampollas producidas por las quemaduras, ponemos al accidentado en riesgo de infección.

– No neutralizaremos una quemadura producida por un producto químico con otro produc- to químico (excepto los casos expresamente indicados en los apartados 6 y 7 del tema).

2.12. Actuación en caso de lesiones en las articulaciones

clip_image001[11]Una articulación es la parte del cuerpo que mantiene unidos dos o más huesos, gracias a unas fibras muy resistentes llamadas ligamentos.

Cuando una articulación se ve sometida a un movimiento para el que no está preparada, los ligamentos se resienten, pudiendo originar una lesión en la articulación. Las más frecuentes son las torceduras23 (esguinces) y las dislocaciones24 (luxaciones).

Los signos o síntomas que pueden manifestar una lesión en las articulaciones son:

– Dolor: el accidentado se quejará de dolor más o menos intenso en la articulación dañada.

– Hinchazón o inflamación: característico de los esguinces.

– Deformación, desdibujada: característico de las luxaciones, al desencajarse los huesos de su sitio.

clip_image009[7]– Dificultad para realizar movimientos.

22 Cuando las ropas de una persona están ardiendo, ante todo hay que evitar que la persona, presa del pánico, corra. Al correr sólo conseguirá avivar las llamas.

23 En un esguince las superficies articulares vuelven a su sitio después de una separación momentánea, al cesar el agente causante.

24 En una luxación las superficies articulares permanecen separadas después de cesar el agente causante.

Las pautas de actuación deben de estar orientadas a que el accidentado reciba atención médi- ca, por tanto, los primeros auxilios que recibirá consistirán en lo siguiente:

– Inmovilizar la zona afectada mediante un vendaje compresivo o con un cabestrillo si se trata de una extremidad superior.

– Aplicar frío sobre la zona de la articulación (hielo, compresas empapadas de agua fría, etc.). Ayudará a disminuir el dolor y la hinchazón.

– Mantener en reposo y elevada la zona afectada.

– Conseguir ayuda médica o desplazar al accidentado a un centro médico.

2.13. Actuación en caso de fractura

Una fractura es una rotura de los huesos como consecuencia de una enfermedad o de un trau- matismo. Las fracturas pueden producirse, bien en el lugar del impacto, o bien a cierta distancia de éste (por ejemplo, la clavícula se puede romper al caernos al suelo, apoyándolos con nuestra mano extendida sobre él).

Las fracturas, en primeros auxilios, se clasifican en:

a) Fracturas cerradas: son aquellas en las que la piel que rodea la fractura no está dañada.

b) Fracturas abiertas: son aquellas en las que, además del hueso, la piel también se rompe.

Son las más graves por el riesgo de infección.

Los síntomas que pueden aparecer en una fractura son muy parecidos a los vistos al tratar las lesiones en las articulaciones, y son los siguientes:

– Dolor: el accidentado se quejará de dolor intenso en la zona dañada.

– Deformidad y amoratamiento: en el caso de fracturas en extremidades un miembro pue- de parecer más corto que otro.

– Imposibilidad de realizar movimientos con el miembro fracturado.

– Pueden estar presentes los síntomas de shock.

– En las fracturas abiertas hay hemorragias y fragmentos de hueso roto en la herida.

El socorrista debe tener en cuenta que los huesos rotos presentan bordes y aristas cortantes que al menor movimiento se clavan, produciendo roturas de vasos sanguíneos y de fibras.

Las pautas de actuación, con el objetivo de proteger al accidentado y que éste sea atendido lo antes posible por los servicios médicos, son las siguientes:

– Evitar cualquier movimiento innecesario de la zona afectada. No mover antes de inmo- vilizar la fractura en la misma posición en la que nos la encontramos.

– Si la fractura es abierta, hay que cubrir la herida con apósitos estériles o pañuelos limpios.

– Inmovilizar el hueso fracturado mediante planchas de metal o de madera, denominadas férulas, que abarquen toda la zona herida. Las férulas deben sujetarse con vendajes no excesivamente apretados para no dificultar la circulación de la sangre.

– Conseguir ayuda médica.

2.13.1. Fractura del tronco

Pueden ser de clavícula, cuello, columna vertebral, costillas y pelvis (cadera).

Las fracturas de clavícula se inmovilizarán colocando una chapa o un rodillo de algodón debajo de la axila, sujetándolos al tronco por medio de un vendaje. Además, se sujetará el brazo, doblado por el codo, a la altura del pecho por medio de una venda.

Las fracturas de cuello son muy delicadas. No se moverá la cabeza del accidentado bajo ningún concepto; las consecuencias pueden ser irreparables. Para su inmovilización el herido estará acostado boca arriba. Inmediatamente se le colocará una tablilla larga desde el cuello hasta la cintura, que se sujetará al tronco con vendajes, de tal forma que el cuerpo se mantenga siempre en la misma posición.

Cuando la lesión es en la columna vertebral se requiere gran habilidad por parte de la perso- na que atienda al accidentado. Si la víctima no puede mover las piernas o los brazos, es síntoma claro de fractura de columna. La actuación del socorrista se limitará a cumplir con los siguientes principios:

– No realizar maniobras que impliquen doblar la espalda del accidentado.

– Procurar que permanezca, en todo momento, acostado sobre un plano duro con la cabeza inclinada hacia un lado, evitando cualquier movimiento de torsión o de flexión en el le- sionado. Cualquier intento de movilización será efectuado por lo menos con tres o cuatro personas para mantener la columna siempre alineada.

2.13.2. Fractura de costillas

No se deben inmovilizar, pues la respiración es más importante que el dolor que puedan producir.

2.13.3. Fracturas de cabeza

En caso de fractura de cráneo se acostará al herido con la cabeza algo elevada si presenta congestión en la cara, o con la cabeza baja si está pálido. Inmediatamente se transportará al centro médico más próximo.

Si se comprueba fractura del maxilar inferior se colocará una venda o pañuelo por debajo de la mandíbula, anudándola por encima de la cabeza, a fin de que las arcadas dentarias queden adosadas unas con otras.

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Vendaje para fractura de maxilar inferior.

2.13.4. Fracturas de pelvis o cadera

Se colocará una férula por la parte externa desde la axila hasta el pie, y otra por la parte interna desde la ingle hasta el pie. Ambas se sujetarán con vendas anudadas al tronco y a la pierna.

2.13.5. Fractura de brazo o de antebrazo

En el caso de fractura de brazo, se inmovilizará colocando dos fé- rulas, una desde el hombro hasta el codo y la otra desde la axila hasta el antebrazo, sujetándolas con vendas. Además, con un cabestrillo sujeto al cuello se mantendrá el antebrazo cruzado delante del pecho.

Si la fractura se ha producido en el antebrazo, éste se colocará entre dos tablillas sujetas con vendas, además del cabestrillo por el mismo pro- cedimiento que en el caso anterior.

2.13.6. Fractura de codo

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Vendaje para fractura de cadera.

Si el accidentado no puede doblar el codo, se le colocará una tablilla desde la axila hasta el

antebrazo. Si puede doblarlo, se sujetará el brazo sobre el pecho con un cabestrillo.

2.13.7. Fractura de pierna, rodilla y tobillo

Al igual que en las extremidades superiores, se colocarán dos tablillas inmovilizando la zona fracturada.

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Vendaje para fractura de pierna.

2.14. Técnicas de colocación de apósitos y vendajes

En los primeros auxilios los vendajes se utilizan con la finalidad de sujetar un apósito sobre una herida, ejercer presión sobre una hemorragia, inmovilizar una articulación dañada, cubrir una quemadura, etc.

Los distintos medios de protección aplicables a una herida son:

– Compresas de gasas.

– Capas de algodón hidrófilo.

– Vendas normales, adhesivas y enyesadas.

– Pañuelos triangulares y rectángulos, etc.

Como normas generales de aplicación de apósitos y vendajes podemos citar las siguientes:

– Utilizar compresas esterilizadas. La esterilización se consigue sometiéndolas a tempera- turas elevadas (100 a 130 ºC).

– El socorrista debe utilizar este material evitando tocar con la mano la superficie que va a ponerse en contacto con la herida. Nunca utilizará una compresa ya usada.

– Las vendas de gasa sólo pueden utilizarse una vez, mientras que las vendas “cambric” o de lienzo pueden aprovecharse en múltiples ocasiones, previo lavado, planchado y este- rilizado después de cada caso.

Para efectuar un vendaje se sujeta el globo de la venda con la mano derecha y la guía con la izquierda, dando dos vueltas con la venda para dejarla bien sujeta al miembro afectado.

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– Una vez colocado hay que sujetar la venda haciendo un nudo o colocando un esparadrapo.

Vendajes de pie.

Vendaje de

dedos y manos.

Vendaje espiral con inverso.

Los tipos de vendajes que se pueden practicar son:

– Vendaje espiral simple.

– Vendaje en espiral cerrada.

– Vendaje con pañuelo triangular para mano o pie.

– Vendaje con pañuelo triangular para cabeza.

– Vendajes de cabeza, siendo los tipos más conocidos las capelinas, monóculos, binóculos, cruzado de cabeza y espiga de nuca.

– Vendaje de tórax y abdomen.

2.15. Lesiones producidas por el frío y el calor

2.15.1. La insolación

Es un mal causado por la prolongada exposición directa al sol y a temperaturas elevadas. Se presenta de forma súbita y, siendo grave, se pierde el conocimiento. Es peligrosa en los niños y personas de avanzada edad.

Aparece dolor de cabeza, náuseas y vómitos. El rostro se vuelve purpúreo y congestionado, apare- cen calambres dolorosos, la piel se torna seca y sin sudor, el pulso es fuerte y rápido, las pupilas se hacen mayores. En casos extremos, el accidentado presenta fiebre alta e incluso entra en estado de coma.

El tratamiento adecuado consiste en:

– Colocar a la víctima en un lugar más fresco.

– Acostarlo con la cabeza elevada para reducir el flujo de sangre al cerebro.

– Aflojarle la ropa.

– Aplicar compresas de agua fría en la cabeza.

– Frotar los miembros de la víctima en dirección al corazón para facilitarle la circulación sanguínea.

– Si no ha perdido el conocimiento, darle de beber agua con una pequeña proporción de sal.

– Controlar la temperatura del paciente ya que puede presentarse un “shock”.

– Procurar la atención médica lo antes posible.

2.15.2. La congelación

Se produce como consecuencia de una exposición del cuerpo a un frío intenso.

Antes de producirse la congelación se enrojece ligeramente la piel y a medida que se desarrolla, el color cambia a blanco o a gris amarillento. Posteriormente aparecen ampollas. Aunque en un primer momento se siente dolor, luego éste desaparece.

El tratamiento adecuado consiste en:

– Cubrir la parte afectada con un material de lana que no roce. No frotar la zona afectada y manipularla con mucha precaución.

– Llevar al paciente a un lugar cubierto. No aplicar calor directo (mediante estufa, brasero, lámparas, etc.) a las partes afectadas. Lo más adecuado es introducir esa parte del cuerpo en agua a 35 o 37 grados.

– Una vez aplicado calor en la zona afectada, intentar que el paciente la mueva.

– No tocar las posibles ampollas y si hay que viajar, aplicarle un vendaje. Darle de beber algo caliente: coñac, café, infusión, etc.

– Que sea atendido cuanto antes por un médico.

2.16. Atención por pérdida del conocimiento

La pérdida del conocimiento puede ser la expresión de un desmayo o lipotimia, en cuyo caso carece de gravedad, o consecuencia de una lesión traumática o de otro tipo que pone en peligro la vida del paciente.

Los síntomas que no manifiestan gravedad son:

– No se ha perdido totalmente el conocimiento.

– Carece de heridas.

– Respira con regularidad.

– No supera las 110 pulsaciones.

– No ha habido convulsiones.

– Se trata de una persona joven.

– Aparecen síntomas de recuperación. Los síntomas de gravedad son:

– Heridas visibles en la cabeza.

– Rostro congestionado o muy pálido.

– El pulso sobrepasa las 120 pulsaciones o no alcanza las 45.

– Lleva mucho tiempo sin recobrar el conocimiento y no se aprecia recuperación. Las principales causas que suelen provocar esta situación son:

1. Traumatismos o heridas de cabeza.

2. Intoxicaciones por gases, braseros, alcohol, etc.

3. Asfixia y accidentes eléctricos, con parada de la respiración.

4. Congestión cerebral.

5. Ataque de corazón.

6. Convulsiones y ataques epilépticos. La actuación del socorrista consistirá en:

– Si manifiesta una lesión debe tratarla, según su naturaleza, como se indica en el apartado correspondiente.

– Si carece de lesión:

* Colocar al paciente tendido sobre la espalda, con la cabeza lo más baja posible si tiene la cara pálida. Si tiene el rostro congestionado, elevarle la cabeza y hombros sobre el resto del cuerpo.

* Desabrocharle la ropa para facilitar la respiración.

* Darle golpecitos en la cara con la palma de la mano y frotarle el pecho.

* Mantener al accidentado con buena temperatura.

* No darle nada de beber.

* Practicar la respiración artificial si fuese necesario.

* Trasladar lo antes posible a la víctima a una clínica de urgencia.

La lipotimia

Se produce frecuentemente en las grandes aglomeraciones, sobre todo en días de calor, no sólo en locales cerrados, sino también al aire libre. Este estado es consecuencia de una deficiencia transitoria de riego cerebral.

Los síntomas son: mareos, sudor, pesadez en las piernas y se puede llegar incluso a perder el conocimiento.

El tratamiento consiste en colocar al afectado en el suelo, boca arriba y con la cabeza lo más baja posible en un lugar fresco. Desabrocharle la ropa y facilitar su recuperación, dándole aire con un abanico, cartón, etc. Si no se recupera, avisar al médico.

2.17. Electrocución

Este tipo de accidente puede surgir por fallo en la instalación eléctrica, en la maquinaria, por derivaciones, falta de aislamiento, o en su manejo, debido a no tomar las precauciones necesarias. El accidente surge por contacto con un conductor eléctrico.

Para atender a una persona electrocutada efectuaremos las siguientes operaciones:

1. Desconectar la corriente, maniobrando en los interruptores de la sección o en los generales del edificio.

2. Si no puede actuar sobre los interruptores, aislarse debidamente (usando calzado y guan- tes de goma o subiéndose en una tarima de madera).

3. Si el accidentado queda unido al conductor eléctrico, actuar sobre este último, separán- dolo de la víctima por medio de una pértiga aislante. Si no tiene una a mano, utilizar un palo o bastón de madera seca.

4. Cuando el lesionado quede tendido encima del conductor, envolverle los pies con ropa o tela seca. Tirar de la víctima por los pies con la pértiga o el palo, cuidando que el con- ductor de corriente no sea arrastrado también.

5. Para actuar con mayor rapidez, cortar el conductor eléctrico a ambos lados de la víctima, utilizando un hacha provista de mango de madera.

6. En alta tensión, suprimir la corriente a ambos lados de la víctima, pues si no, su salvación será muy peligrosa. Si no puede hacerlo, aislarse tanto de los conductores como de tierra, utilizando guantes de goma, tarimas aislantes, pértigas, etc.

2.18. Botiquín

El botiquín que se debe tener en cada aula taller debe responder a las características y nece- sidades del propio centro educativo. Un centro donde los servicios médicos estén muy distantes precisará de un botiquín más ampliamente dotado que otro próximo a un centro sanitario. En cual- quier caso, el botiquín estará en un lugar visible y accesible, y su contenido será el siguiente:

Material:

* Algodón hidrófilo.

* Bañeras oculares.

* Cucharilla tipo postre.

* Dediles de goma.

* Esparadrapo 5 × 1,5.

* Esparadrapo 5 × 2,5.

* Gasas esterilizadas.

* Pera de goma n.º 12.

* Pinzas.

* Tijeras curvas.

* Termómetro.

* Tiritas surtidas.

* Vendas 5 × 5.

* Vendas 10 × 10.

Productos:

* Alcohol etílico de 96º.

* Agua oxigenada de 10 vol.

* Aceite de oliva puro.

* Glicerina.

* Antiséptico no coloreado (clorhexidrina).

* Bicarbonato sódico.

* Ácido tánico.

* Sulfamida en polvo.

* Carbón activo polvo.

* Pomada para pequeñas quemaduras (fraccionada o con sulfadiacina argéntica).

* Pomada antiinflamatoria para pequeños golpes.

* Crema antihistamínica, para pequeñas picaduras.

* Analgésico (paracetamol o ácido acetil salicílico) para aliviar el dolor o mitigar la fiebre.

Preparados:

* Pomada de ácido tánico.

* Linimento óleo-calcáreo.

* Magnesio sulfato 7-hidrato.

* Ácido acético solución al 1%.

* Potasio permanganato solución al 0,1%.

* Ácido bórico solución al 1%.

* Lechada de magnesia.

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Universidad de Murcia: II Master Universitario en prevención de riesgos laborales. Materiales alumnos.

OTROS DOCUMENTOS Y ORGANISMOS CONSULTADOS

Manual de Normas y Recomendaciones en materia de Seguridad e Higiene en el Trabajo de “ aguas de Murcia”.

Ordenanza General de Seguridad e Higiene en el Trabajo (Orden de 9 de marzo de 1971).

Normas de Prevención de Riesgos Profesionales y Protección de la salud y seguridad laborales:

– Reglamento sobre iluminación en los Centros de Trabajo.

– Homologación de los medios de protección personal de los trabajadores.

– Trabajos con riesgo de amianto.

– Proyectos de Edificación y Obras Públicas.

– Señalización de Seguridad en Centros y Locales de Trabajo. Directiva Marco de la Comunidad Económica Europea 89/391 CCEE. Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo:

– Cuadernos de Divulgación.

– Documentos Técnicos.

– Condiciones de Seguridad en Estaciones Depuradoras de Aguas Residua- les Urbanas, 1985/32.

– Normas Técnicas Reglamentarias.

Higiene Industrial (FREMAP).

Normas de Primeros Auxilios (FREMAP). Manual de Primeros Auxilios de PANREAC. Seguridad e Higiene (Dragados y Construcciones).

Recomendaciones en materia de Seguridad e Higiene en el Trabajo (AEAS, Comi- sión 6ª, Relaciones Laborales).

Revista MAPFRE Seguridad.

Anteproyecto de ley de Prevención de Riesgos Laborales. Manual técnico del cloro. J. L. Peña, Fábrica de Flix. S.A. Cros.

Técnicas de defensa del medio ambiente. F. de Lora y J. Miró, Ed. Labor, SA.