Tema 2E -El desarrollo psicomotor en los niños y niñas hasta los seis años. La psicomotricidad en el currículo de la Educación Infantil. La sensación y percepción como fuente de conocimientos. La organización sensorial y perceptiva. La intervención educativa.

Tema 2E -El desarrollo psicomotor en los niños y niñas hasta los seis años. La psicomotricidad en el currículo de la Educación Infantil. La sensación y percepción como fuente de conocimientos. La organización sensorial y perceptiva. La intervención educativa.

Introducción.

Este tema trata sobre el desarrollo psicomotor, que no sólo se refiere al desplazamiento o movimiento, implica también el conocer su propio cuerpo, o lo que es lo mismo conocer el esquema corporal, su lateralidad y, por supuesto, saber coordinar y responder con todo su cuerpo ante los estímulos que sean percibidos por sus sentidos.

Concepciones teóricas de la psicomotricidad.

El término psicomotricidad consta de dos elementos: “psico” y “motricidad”. La unión de ambos componentes, expresa la relación mutua entre la actividad psíquica y la función motriz.

El mundo de la psicomotricidad es, pues, el de las relaciones psiquismo – movimiento y movimiento – psiquismo – movimiento. Las siguientes definiciones que distintos autores hacen de la psicomotricidad ponen de manifiesto esta dobles función:

“La psicomotricidad es el mundo de las relaciones psiquismo – movimiento y movimiento – psiquismo”.(Palacios, 1990). Implica un componente externo (acción) y un componente interno (la representación del cuerpo y sus posibilidades de movimiento).

“La primera educación no puede ser otra cosa que global, partiendo de lo ya vivido, y esto es precisamente lo que se propone la psicomotricidad”. (Vayer).

Las leyes fundamentales en la maduración de la motricidad.
Ley de maduración céfalo – caudal.

De acuerdo con la ley céfalo – caudal del desarrollo, se controlan antes las partes del cuerpo que están más próximas a la cabeza, extendiéndose luego el control hacia abajo. Así, el control de los músculos del cuello se adquiere antes que el tronco, y el control de los brazos es anterior al de las piernas.

Ley del desarrollo próximo – distal.

La ley próximo – distal se refiere al hecho de que se controlan antes las partes que están más cerca del eje corporal (línea imaginaria que divide al cuerpo de arriba abajo en dos mitades simétricas) que aquellas que están más alejadas de dicho eje.

Este proceso madurativo va enriqueciendo el bagaje de lo que se ha llamado “psicomotricidad fina”, concepto complementario del de “psicomotricidad gruesa”, relacionado con la coordinación de grandes grupos musculares implicados en los mecanismos de la locomoción, el equilibrio, y el control postural global.

Ley de actividades en masa a las específicas.

Tendencia a pasar de la utilización de músculos grandes a los más pequeños.

Los movimientos vastos dan paso a movimientos más precisos. La integración de grupos musculares permite que los movimientos sean más finos.

Ley de desarrollo de flexores y extensores.

Poseen primacía los movimientos de los músculos flexores. La capacidad para recoger objetos es anterior a la capacidad para soltarlos.

El esquema corporal.

Para Wallon el esquema corporal se constituye según las necesidades de la actividad; es la justa relación entre el individuo y el medio.

Según Wallon, la boca y toda la zona oral constituye el punto de partida para la construcción del esquema corporal, es ahí donde empiezan los primeros intercambios con el entorno: la alimentación, la exploración de los objetos, etc., pero el primer órgano que el niño/a explora activamente es la mano, a través de la observación, manipulación, etc.

Evolución del esquema corporal.

El esquema corporal se va formando en el niño/a desde el nacimiento hasta aproximadamente los once o doce años.

Entre el segundo y octavo mes el bebé va a empezar a construir la imagen de su cuerpo. En los primeros meses sólo tiene imágenes fragmentadas de sí mismo; alrededor del año empieza a tomar conciencia de su unidad y globalidad corporal.

Durante el segundo y tercer año el niño/a lleva a cabo una progresiva autonomía motriz, fundamentalmente gracias al desarrollo de la locomoción y la prensión, que le permitirán un mayor número de experiencias y posibilidades de utilización de su propio cuerpo.

A partir de los tres años, cuando el niño/a ha conseguido un control motriz, va a poder manifestar de modo gráfico, a través del dibujo, como va elaborando e integrando su esquema corporal, es decir, el conocimiento de su cuerpo y de sus segmentos.

La forma en que el niño/a va a ir adquiriendo el esquema corporal va a ser a partir de las experiencias relacionadas con las sensaciones, el control postural, el control tónico, la estructuración espacio – temporal y la lateralidad.

Componentes del esquema corporal.
Las sensaciones.

El primer registro que tiene el niño/a acerca de su propio cuerpo es a través de las sensaciones interoceptivas. Éstas le aportan la información de los estados de necesidad fisiológica, y suponen tensión muscular y la consiguiente reacción corporal (llanto, agitación, etc.).

Las sensaciones propioceptivas dan información sobre la propia actividad motriz, y ayudarán a establecer el control progresivo de la motricidad.

Las sensaciones exteroceptivas, aportan el conocimiento de las cualidades externas del propio cuerpo, principalmente a través del tacto, oído y vista, así como el olfato y gusto.

El control tónico.

El tono muscular es el grado de tensión o distensión que necesitan los músculos para poder llevar a cabo una acción o adquirir una postura determinada.

Se pueden apreciar dos tipos de tonos:

Tono muscular de base o pasivo.

Tono muscular activo.

El primero define el tono característico de cada persona, es decir, el grado de relajación o excitación, su estado corporal peculiar, cuando no está llevando a cabo una acción específica.

El tono muscular activo es el que permite llevar a cabo las acciones específicas o voluntarias, como andar, correr, permanecer sentados, volver la cabeza, etc.

El tono muscular está muy unido a la vida emocional y de relación; las experiencias de placer o displacer se manifiestan en el ámbito corporal por un grado de tensión o distensión.

El control postural.

Este control hace referencia al equilibrio y a la coordinación dinámica y segmentaria. Al hablar de equilibrio me refiero a un estado de desequilibrio permanentemente compensado. En el equilibrio entran en juego todos los sentidos (exteroceptivos, cinestésicos, etc.).

El desarrollo del control postural se logra a través de actividades tanto estáticas como dinámicas.

La coordinación general hace referencia a los movimientos globales que implican sobre todo el cuerpo. Actividades tales como: correr, saltar, etc.

La coordinación segmentaria pone en relación determinadas partes del cuerpo (normalmente la vista, el oído, las extremidades) y un objeto. Por lo general se denomina coordinación viso – motriz e implica el control y coordinación de movimientos dirigidos hacia un objetivo: lanzar una pelota, atar un nudo, dibujar en un papel, etc.

La coordinación da al niño/a confianza y seguridad en sí mismo; es la base de toda actividad de relación e influye en la capacidad de iniciativa y autonomía.

La estructuración espacio – temporal.

Toda actividad que realiza el niño/a se desarrolla en un espacio y tiempo determinados.

Las nociones espaciales pueden ser:

D e orientación (se centran sobre el propio cuerpo):

· Arriba – abajo.

· Delante – detrás.

· A un lado – a otro.

De situación (se refieren a la relación entre los objetos):

· Arriba – abajo.

· Delante – detrás.

De dirección:

· Hacia arriba.

· Desde.

De posición:

· Encima – debajo.

· Cerca – lejos.

· Junto – separado.

De dimensión:

· Grande – pequeño.

· Largo – corto.

· Ancho – estrecho.

La lateralidad.

La lateralidad es la utilización que hace un sujeto de cada una de las partes del cuerpo con respecto al eje, es decir, del lado derecho o del lado izquierdo. Normalmente se refiere a las manos, pies y ojos. Si el predominio es del lado derecho, es un sujeto diestro; si es del lado izquierdo, se denomina zurdo; y si no ha conseguido un lateral en alguno de los dos lados, se llama ambidiestro. La utilización del lado derecho y el lado izquierdo no siempre es igual u homogénea; se habla entonces de lateralidad cruzada: por ejemplo, cuando nos encontramos con un individuo diestro de mano y zurdo de pie.

La lateralización es el proceso mediante el cual el niño/a va desarrollando la preferencia o dominancia de un lado de su cuerpo con respecto al otro. En general la lateralidad no está establecida antes de los seis años.

Evolución de la psicomotricidad.

Las conductas reflejas.

Los reflejos son acciones involuntarias ante un estímulo. Algunos desaparecen en diferentes momentos del primer año a medida que la mielinización llega a la corteza cerebral. Otras cumplen una función protectora y no desaparecen definitivamente; es el caso del parpadeo, el estornudo, la tos, etc.

Los reflejos primitivos del recién nacido:

* Reflejo darwianiano. Se conoce también como: reflejo de agarrar, reflejo de prensión, reflejo de aferramiento y reflejo de grasping. Al estimularle la palma de la mano flexiona los dedos fuertemente sobre el estímulo. Desaparece entre los dos y tres meses.

* Reflejo de hozar u hociqueo. Tocándole la mejilla gira la cabeza, abre la boca y empieza a chupar rítmicamente. Desaparece a los nueve meses.

* Reflejo de Babinski. Al tocar la planta del pie, los dedos se abren en forma de abanico, y el pie se dobla hacia adentro. Desaparece entre el sexto y el noveno mes.

* Reflejo de Moro. Se conoce también como: reflejo de los brazos en cruz o del abrazo. Un estímulo repentino, como un golpe seco, provoca una extensión brusca de las piernas, brazos y dedos, y seguidamente vuelve a poner los brazos sobre su pecho, a la vez que arquea y echa hacia atrás la cabeza. Desaparece a los tres meses.

* Reflejo de la marcha automática, o reflejo de caminar. Con los pies descalzos sobre una superficie plana y sosteniéndole por debajo de los brazos hace movimientos parecidos a los pasos coordinados. Desaparece antes de las ocho semanas (2 meses).

* Reflejo de cuello tónico. Si le ponemos boca arriba gira la cabeza hacia un lado, extiende el brazo y la pierna del mismo lado y flexiona el brazo y la pierna opuestas. Desaparece entre el segundo y tercer mes.

* Reflejo de reptación. Situado boca abajo hace movimientos coordinados que recuerdan a un nadador y a un reptil. Desaparece a los seis meses. Volverá a arrastrarse a las cuatro semanas, pero ya lo hará voluntariamente.

Ciclo 1º. (0-3 años).

1. Control muscular de la cabeza y el cuello.

El recién nacido puede girar la cabeza hacia ambos lados estando boca arriba. Con un mes, eleva un poco el mentón y gira la cabeza para apoyarla sobre el otro lado de la cara.

2. Girar el cuerpo sobre sí mismo.

A los cinco meses estando boca arriba, es capaz de ponerse boca abajo. El giro inverso (abajo – arriba) lo hará un poco después.

3. Mantenerse sentado solo.

Un buen tono muscular le permitirá sentarse sin apoyo al término del séptimo mes.

4. Hitos en el desplazamiento.

Toda clase de maneras de desplazarse: coordinación contralateral de brazos y piernas, gatear, ponerse de pie, los primeros pasos, caminar solo, correr, subir escaleras, bajar escaleras, saltar.

5. Coordinación ojo – mano.

Cuatro etapas:

Exploración visual activa y repetida.

Exploración visual activa y manipulativa.

Iniciación a la prensión y/o manipulación.

Refinamiento y precisión.

Ciclo 2º. (3-6 años).

Establecimiento de la preferencia lateral.

La lateralización se produce entre los tres y los seis años y medio.

No se debe coaccionar a un niño/a hacia un determinado eje. Si hubiera que intervenir, nunca debería hacerse antes de los cuatro años ni después de los cinco y medio.

Representación del cuerpo.

La idea que tiene un niño/a sobre su cuerpo, es decir, de las diferentes partes del mismo y sobre los movimientos que puede o no hacer con él, constituye lo que se conoce como esquema corporal. Suele conseguirse hacia los cinco años.

Aumento de la autonomía motriz.

Entre los tres y los seis años se incrementa la capacidad para controlar, por separado, cada segmento motor.

Aumento de la coordinación dinámica general.

Por ejemplo: subir escaleras alternando las piernas.

Ajuste del tono muscular.

Ajusta agresivamente su tono muscular a la tarea que está realizando, Por ejemplo: no utiliza la misma tensión para empujar una silla que para levantar una pelota.

Mejor estructuración del espacio.

El niño/a va controlando su cuerpo relacionándolo con la situación de los objetos y de las personas existentes en el espacio donde se desarrolla.

Estructuración del tiempo.

Los niños/as han de situar sus experiencias en unos ciclos. Se consigue con posteridad a la estructuración espacial.

La psicomotricidad en el currículo de Educación infantil.

Objetivos.

En el Real Decreto 1333/91, de 6 de septiembre, se establecen los objetivos correspondientes a la etapa de Educación Infantil, y a las distintas áreas que en la misma se han de impartir.

En el artículo 4º, se establece que la Educación Infantil deberá contribuir a que los niños/as alcancen, al finalizar el segundo ciclo de la etapa (de los 9 objetivos que cita, el primero de ellos dice):

Descubrir, conocer y controlar progresivamente el propio cuerpo, formándose una imagen positiva de sí mismos, valorando su identidad sexual, sus capacidades y limitaciones de acción y expresión, y adquiriendo hábitos de salud y bienestar.

Así mismo en el artículo 5º del mencionado Real Decreto, referido a los objetivos generales de etapa se establecen los objetivos relacionados directamente con el desarrollo psicomotriz. Dichos objetivos son el 2º y el 8º, y establecen lo siguiente:

– Descubrir, conocer y controlar su propio cuerpo, sus elementos básicos, sus características, valorando sus posibilidades y limitaciones, para actuar cada vez más autónoma en las actividades habituales.

– Comunicarse con los demás utilizando el lenguaje oral y corporal para expresar sus sentimientos, deseos y experiencias, y para influir en el comportamiento de los otros.

Estos objetivos se adaptarán al nivel evolutivo que corresponda, a través de actividades y experiencias que el niño/a pueda realizar.

En los contenidos.

Existen tres contenidos o ámbitos de experiencia:

Identidad y Autonomía Personal:

En él se habla de “conjunto de experiencias que hacen posible el progresivo conocimiento que los niños/as van adquiriendo de sí mismos en interacción con los demás”.

Para llegar a ese conjunto de experiencias, el primer recurso que poseen los niño/as es el cuerpo y las posibilidades de movimiento del mismo. Mediante la experiencia del propio movimiento los niños/as van conociendo su cuerpo, sus sensaciones y emociones.

“La integración de los propios movimientos, sensaciones y percepciones permitirá a los niños/as reconocerse como seres distintos de los objetos y de las demás personas” llegando a un progresivo conocimiento e imagen de sí mismo. La imagen de sí mismo se irá enriqueciendo a través de las propias experiencias y sentimientos, de la valoración de los propios logros y dificultades y de la actitud de los demás hacia ellos.

Medio Físico y Social:

El acercamiento a la naturaleza y su conocimiento tiene como punto de partida el movimiento del propio cuerpo en relación con el entorno y con las personas. A través de los propios desplazamientos el niño/a irá aprendiendo a organizar el espacio.

El acercamiento a la cultura. La secuencia de acciones cotidianas y rutinarias ayuda al niño/a a organizar afectiva e intelectualmente el tiempo: Esta organización le permitirá posteriormente diferenciar las costumbres de los distintos grupos con los que interactúa.

La actividad con los objetos. Esta actividad debe favorecerse para que los niños/as puedan conocer sus propiedades físicas tales como sabor, olor, textura, forma, color, peso, cantidad y también sus propiedades funcionales. La exploración y uso de los objetos ayudará al niño/a a organizarlos en el espacio y en el tiempo, así como a establecer semejanzas, diferencias y seriaciones entre ellos.

Comunicación y Representación:

La expresión corporal es el primer sistema de comunicación. A partir de dicho lenguaje se desarrollarán posteriormente otros lenguajes: verbal, plástico, musical, etc.

El desarrollo de la expresión plástica requiere una progresiva precisión en las habilidades motoras y en la coordinación óculo – manual.

La expresión musical necesita una sensibilización audioperceptiva previa y una coordinación progresiva de movimientos.

El uso y conocimiento de la lengua incluye la interpretación del lenguaje gráfico. Es conveniente familiarizar al niño/a con textos escritos que vayan acompañados de otros procedimientos gráficos: carteles, ilustraciones en los cuentos, dibujos realizados por él mismo, etc.

La expresión matemática utiliza cuantificadores tales como mucho, poco, algo, nada, menos que, igual que, más que. Para que el niño/a alcance estos conceptos es preciso la manipulación y la comparación ente objetos.

En las Orientaciones Metodológicas.

Una metodología globalizadora que acerque al individuo a la realidad debe ser activa. La actividad es imprescindible tanto para el desarrollo físico y psicomotor, como para la construcción del conocimiento. A través de situaciones en las que el niño/a pueda manipular, explorar, construir, etc., y a través del juego, los niños/as van conociendo la realidad física y social que les rodea.

Sensaciones y percepciones como fuentes de conocimiento.

El estudio de las capacidades de procesamiento de la información en la primera infancia se centra en los procesos perceptivos: percepción visual, auditiva, olfativa, gustativa y táctil.

Organización sensorial y perceptiva hasta los tres años. (Ciclo 1º).

1. Percepción visual.

El recién nacido ve, pero con una agudeza pobre. Tanto la agudeza visual como la capacidad de acomodación del cristalino progresan rápidamente; tanto que alrededor de los cinco meses son prácticamente semejantes a la de los adultos.

2. Percepción auditiva.

Los recién nacidos oyen y son sensibles a la intensidad de los sonidos: su ritmo cardíaco y sus movimientos corporales aumentan a medida que aumenta la intensidad del sonido; los ruidos fuertes le perturban; la voz de su madre y la música suave le tranquilizan.

El movimiento de la cabeza hacia el lugar de donde proviene el sonido, nos indica que el bebé es capaz de localizar el ruido.

3. El olfato.

Los neonatos pueden distinguir diferentes olores: hacen una mueca y respiran más rápido cuando se les acerca un líquido con olor a cebolla o a anís. Con menos de cinco días pueden localizar un olor fuerte en el espacio, dándose la vuelta hacia el lado de donde proviene el olor.

4. El gusto.

El neonato prefiere los sabores dulces a los salados, ácidos a los amargos.

5. Sensibilidad a la temperatura.

El niño/a que ha nacido a término completo, ya en sus primeros días puede mantener una temperatura corporal cuando hay una pequeña disminución de temperatura ambiente, aumentando él solo su actividad corporal.

6. El tacto.

Equivale a un lenguaje en el recién nacido. El neonato es sensible a la presión y al dolor.

7. Evolución de la percepción.

Deaño y Vidal (1993) proponen tres fases en el perfeccionamiento de la percepción infantil hasta los seis años:

· Primera: el niño/a conoce las propiedades de los objetos a través de su manejo práctico.

· Segunda: fase perceptiva combinada con el manejo práctico de los objetos.

· Tercera: la percepción es suficiente para captar las propiedades sobresalientes y diferenciales de los objetos.

La percepción en el período de tres a seis años. (Ciclo 2º).

Con tres años ya identifica visualmente un objeto siguiendo su forma, tamaño o color del modelo que se le presenta. Este tipo de elección visual nos indica que el niño/a ya tiene en cuenta que existen varios objetos que existen varios objetos que pueden tener la misma propiedad.

Entre los tres y los cuatro años asimilan los patrones referenciales de forma (lo que es circular, triangular o cuadrado).

El niño/a de cuatro años ya utiliza patrones referenciales. Capta las propiedades de los objetos distinguiendo entre diversas formas, colores y tamaños. En definitiva va consolidando su conocimiento de las propiedades perceptibles de los objetos.

La intervención educativa.

La educación psicomotriz en niños/as que no presentan problemas específicos, se lleva a la práctica siguiendo programas más o menos amplios y elaborados con mayor o menor grado de especificidad. No obstante, todos ellos integran al menos 5 elementos: objetivos, metodología, contenidos, evaluación y actividades.

Objetivos.

A) Educar la capacidad sensitiva a partir de las sensaciones del propio cuerpo. Se trata de transmitir al cerebro el máximo de información posible relativa al propio cuerpo (tono muscular, posición de los distintos segmentos corporales) o relativa al mundo exterior (cualidades sensibles de los objetos como forma, tamaño, color, etc.).

B) Educar la capacidad perceptiva, es decir, estructurar toda la información disponible, integrándola en esquemas perceptivos que den sentido a esa información.

Esta integración implica:

· Tomar conciencia del esquema corporal y de sus funciones para adaptar el movimiento a la acción.

· Estructurar las relaciones espacio – temporales.

· Coordinar movimientos.

C) Educar la capacidad representativa y simbólica. Hay que ayudarle a tomar conciencia de qué movimiento quiere hacer, cómo y para qué.

Metodología.

A) Utilizar la actividad corporal y el lenguaje como instrumentos de la intervención educativa.

B) Motivar. La educación debe estar en consonancia con las necesidades e intereses del niño/a. Una de sus primeras necesidades es el juego.

Cuanto menor es el niño/a, más cambios y variaciones en las actividades habrá que hacer para mantenerse motivado.

C) Dar instrucciones claras, utilizar refuerzos y evitar castigos.

D) Orden y organización espacio – temporal en la casa y en la clase.

E) Las actividades han de presentarse en orden de dificultad creciente, teniendo siempre en cuenta el nivel de desarrollo psicomotriz en el que se encuentra el niño/a.

Contenidos.

· Esquema corporal.

· Tonicidad.

· Control postural.

· Control respiratorio.

· Estructuración espacial.

· Estructuración temporal.

· Capacidades perceptivas.

· Iniciación al cálculo.

· Grafomotricidad.

Jiménez, Alonso y Jiménez (1992) añaden a estos contenidos los de:

· Coordinación dinámica general.

· Coordinación visomanual.

· Desarrollo del ritmo.

· Iniciación deportiva.

Evaluación.

La evaluación del desarrollo motriz requiere la elaboración de instrumentos de medida, ya sea en forma de pruebas estandarizadas o en forma de escalas de observación.

Actividades.

La manera en que el niño/a va a ir construyendo un progresivo control de sus movimientos, va a depender no sólo de los procesos madurativos cerebrales sino también y fundamentalmente de la actividad del niño/a, sus interacciones y la estimulación y apoyo ofrecidos. Se pueden considerar tres tipos de situaciones en la práctica educativa: actividades de la vida cotidiana, actividades espontáneas, y actividades propuestas por el educador.

A) Actividades de la vida cotidiana:

Las primeras relaciones que establece el bebé con el adulto tienen lugar a través de las situaciones cotidianas, alrededor de las cuales le llega información de su propio cuerpo (necesidad de hambre, frío, etc.) y algunas informaciones sobre objetos (se pueden lanzar, golpear, etc.).

El hecho de ser autónomo en ciertas actividades cotidianas significa un nivel de eficacia motriz y un sentimiento de autocompetencia en el niño/a.

B) Actividades motrices espontáneas.

A través del juego libre y de las actividades espontáneas, el niño/a, de forma natural, pone en juego sus capacidades matrices y lleva a cabo una adaptación y ajuste a las diferentes situaciones, ya sean éstas de desplazamiento o manipulativas.

Por ejemplo, al salir al patio y correr, o subir al patio y correr, está ejercitando el control postural y el equilibrio, a la vez que va conociendo sus posibilidades.

El papel del educador será de observar conductas e intervenir en el sentido de suscitar, favorecer los intentos y el ajuste que el niño/a realiza en las situaciones espontáneas, y no pretender sustituir éstas por otras técnicas; en todo caso, complementarias.

C) Actividades propuestas o sugeridas por el educador.

En este tipo de actividades, conviene que el educador conozca un repertorio de actividades que completen y desarrollen los descubrimientos y destrezas que de forma espontánea y natural han aparecido.

A la hora de plantear las actividades es preciso tener en cuenta que éstas sean motivadoras; algunas propuestas se pueden realizar a modo de dramatización, como por ejemplo: “vamos a saltar como si fuéramos saltamontes”, o “somos cocodrilos que nos arrastramos”, etc.

Las actividades pueden ser: de psicomotricidad gruesa, de psicomotricidad fina, de elaboración del esquema corporal.

1. Las actividades de psicomotricidad gruesa:

Son las que van dirigidas a todo el cuerpo en general, con movimientos globales y amplios. Estos ejercicios permiten un dominio corporal dinámico en los desplazamientos como:

Marcha, gateo, reptación, carrera, subir y bajar escaleras, saltar, desplazamiento sobre ruedas, trepar, balanceo, actividades rítmicas, lanzar y recibir objetos.

También situaciones estáticas o relajación como:

Representar situaciones o personajes, descansar después de una actividad motriz dinámica.

2. Las actividades de psicomotricidad fina o segmentada:

Van dirigidas a una parte del cuerpo que requiere precisión y finura en los movimientos. Estas actividades pueden ser de:

Coordinación óculo – manual, motricidad facial, motricidad manual.


3. Actividades para la elaboración del esquema corporal:

Actividades que impliquen una percepción global del cuerpo, como las indicadas anteriormente. Todo lo que se puede hacer con el cuerpo: andar, sentarse, correr, etc.

Juegos que sirven para tomar conciencia de las diferentes partes del cuerpo.

Se trata de experimentar y descubrir las posibilidades del propio cuerpo, nombrar las diferentes partes e identificarlas, también en el compañero, y expresar los descubrimientos.

Todas estas actividades estarán en función de las características evolutivas del niño/a y se llevarán a cabo en un clima de respeto y seguridad hacia él o ella, nunca provocando tensiones o miedos.