Tema 18 – El proceso de tomar decisiones; cómo se aprende y cómo se enseña.

Tema 18 – El proceso de tomar decisiones; cómo se aprende y cómo se enseña.

Índice.

1.- INTRODUCCIÓN.

2.- ¿QUÉ ES LA TOMA DE DECISIONES?

2.1.- Conceptos previos.

2.1.- Factores que influyen en el proceso de toma de decisiones.

3.- TEORÍAS EXPLICATIVAS.

4.- TOMA DE DECISIONES: ¿CÓMO SE APRENDE Y CÓMO SE ENSEÑA?

5.- EL PROCESO DE TOMA DE DECISIONES EN EL NUEVO SISTEMA EDUCATIVO.

6.- ¡TENGO QUE DECIDIRME!

7.- CONCLUSIÓN.

BIBLIOGRAFÍA

– ÁLVAREZ ROJO, V. (1991): ¡Tengo que decidirme! Ed. Alfar, Sevilla.

– ÁLVAREZ, M. y FERNÁNDEZ, R. (1989): Programa de orientación de estudios y vocacional, al término de la escolaridad obligatoria. Ed. P.P.U. Barcelona.

– Cajas Rojas de Secundaria (1992): Orientación y Tutoría. M.E.C.

– LOGSE (1990)

– LOCE

– MAYOR, J. (Dir.), (1985): Psicología de la Educación. Ed. Anaya, Madrid.

– R.D. 1007/91, 14 Junio. Enseñanzas mínimas de la E.S.O.

– R.D. 894/95, 2 Junio. Modifica el 1007/91.

– R.D. 3473/2000, de 29 de diciembre, Modifica el Real Decreto 1007/1991.

– DECRETO N.º 112/2002, de 13 de septiembre por el que se establece el currículo de la Educación Secundaria Obligatoria en la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.

– R.D. 1390/95, 4 Agosto. Modifica el 1345/91.

– R.D. 1700/91, 29 Noviembre. Estructura del Bachillerato.

– R.D. 1178/92, 2 Octubre. Enseñanzas mínimas del Bachillerato.

– R.D. 3474/2000, de 29 de diciembre, Modifica el R.D. 1700/1991 y el R.D. 1178/1992.

– DECRETO Nº 113/2002, de 13 de septiembre, por el que se establece el currículo del Bachillerato en la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.

– RODRÍGUEZ MORENO, M.L. (1991): Enseñar y aprender a tomar decisiones vocacionales. M.E.C.

1.- INTRODUCCIÓN.

Antes de comenzar el tema, es conveniente que nos planteemos las siguientes cuestiones:

– ¿En qué consiste la toma de decisiones?

– ¿Es una capacidad que puede ser aprendida y, por tanto, enseñada?

– ¿Cuál es el proceso adecuado para tomar decisiones?

– ¿En qué momentos de la vida del ser humano adquiere un papel relevante esta capacidad?

– ¿Quién o quiénes orientarán este proceso de aprendizaje? Estas y otras preguntas serán contestadas durante el desarrollo del tema.

La capacidad de tomar decisiones es la más compleja y completa de las capacidades humanas. En ella se presuponen y ejercitan muchas otras capacidades que caracterizan al ser humano como el autoconocimiento, el conocimiento de la realidad o el manejo de información sobre diversas alternativas.

¿Cuál es la finalidad o función de esta capacidad? Ser capaz de tomar decisiones sobre uno mismo, de la propia vida, del propio futuro es, seguramente, la capacidad más necesaria. Por ello, el haber aprendido a decidir es un aprendizaje básico, puesto que la madurez para decidir es uno de los elementos esenciales, quizá el central, de la madurez personal.

La capacidad de tomar decisiones requiere un proceso de aprendizaje y, por lo tanto, es una capacidad que puede ser enseñada. Ahora bien, para que el proceso de toma de decisiones se aprenda adecuadamente, el adolescente necesita alcanzar un conocimiento profundo de sí mismo, de sus capacidades, intereses, valores, preferencias y motivaciones, así como también de la realidad, entendida como las posibilidades y los límites que el contexto le pueda ofrecer.

¿Cómo podemos lograr que el alumno alcance dicha capacidad? En el desarrollo del currículo establecido a partir de la L.O.G.S.E., se incluye el educar a los alumnos en la capacidad de tomar decisiones; principalmente, en aquéllas que les afectan a ellos mismos y a su futuro. Los currícula actuales, especialmente el de E.S.O., contienen objetivos educativos de área y de etapa relacionados con esta capacidad. Esto es así porque es en este momento cuando el adolescente, aunque dependa todavía de los adultos, comienza a adoptar decisiones, meditadas o irreflexivas, que irán marcando el rumbo que tome su vida. Hasta ahora, esto no sucedía puesto que, a lo largo de la infancia, la vida del niño está demasiado en manos de los padres y de los adultos, como para que sus propias opciones y acciones contribuyan a decidir mucho su dirección actual.

¿A quién corresponde la enseñanza de la toma de decisiones? Por su carácter integrador de otras capacidades, de otros aprendizajes, así como por su clara conexión con el desarrollo personal, la educación para la madurez decisional pertenece a la dimensión educativa que corresponde a las ideas de tutoría y orientación. Corresponde a todos los profesores, pero de modo especial a tutores y orientadores, fomentar esa madurez, que, en la edad de la adolescencia, empieza a constituir ya un supuesto previo indispensable para emprender, con responsabilidad y con expectativas de acierto, itinerarios educativos que contribuirán a definir el futuro lugar social del adolescente de hoy.

2.- ¿QUÉ ES LA TOMA DE DECISIONES?

2.1.- Conceptos previos.

Para llegar a comprender plenamente el significado de la toma de decisiones nos basaremos en los conceptos básicos que ésta implica. Dichos conceptos son explicitados en el capítulo ocho de «Orientación y Tutoría», de las Cajas Rojas de Educación Secundaria.

Orientarse en la vida supone tomar opciones entre las diversas posibilidades que se abren en cada momento. Cada opción adoptada significa la realización de una posibilidad de vida, creación de nuevas posibilidades y exclusión de otras. El acto de optar por algo es, a su vez, el resultado de un proceso de decisión, en el que intervienen elementos de distinta naturaleza: cognitivos, afectivos, motivacionales, de contraste con la realidad objetiva y valorativos.

Además, hay que tener presente que existen decisiones y opciones de diferente naturaleza y relevancia. Las más esenciales o decisivas son aquéllas que implican el compromiso de uno mismo. Normalmente, éstas son las más difíciles, puesto que uno mismo está metido de lleno en los términos de las alternativas y, por lo general, en condiciones de incertidumbre.

Por otra parte, no podemos olvidar que el proceso de decisión envuelve dos elementos de naturaleza cognoscitiva: la representación de la realidad y la evaluación de la misma. Debido a esto, la capacidad de tomar decisiones constituye una capacidad cognitiva, puesto que implica el:

– Representar la realidad.

– Tomar conciencia, sentir, valorar, comparar, supeditar unas expectativas a otras.

Otro concepto previo que tenemos que conocer es el concepto de madurez vocacional, que se define como la capacidad de decidirse en relación al rol que se desea tener en la sociedad, a través de una determinada profesión. Este término es más amplio que el de elección vocacional, ya que incluye:

– Actitudes hacia la toma de decisiones.

– Comprensión de la demanda laboral.

– Actividades de planificación.

– Desarrollo de capacidades vocacionales.

– Elección vocacional.

Así, podemos afirmar que un adolescente está vocacionalmente maduro cuando sabe lo que quiere y puede hacer en la vida y, en consecuencia, está capacitado para desarrollar el proceso de decidirse a emprender un determinado camino.

¿Cómo logramos que el alumnado lleve a cabo el proceso de tomar decisiones de forma acertada? Actualmente, la educación es orientadora, pues ayuda a los educandos a orientarse en la vida. La orientación educativa incluye, por tanto, educación para tomar opciones. Por ello, enseñar a tomar opciones es enseñar a desarrollar procesos de toma de decisiones a través de los cuales llegará a elaborarse una opción.

El desarrollo de un currículo integral y personalizado, como es el de la E.S.O., implica enseñar al alumnado la capacidad de tomar decisiones significativas para su vida y, específicamente, educar para aquellas decisiones que afectan a su futuro. Todo esto supone una de las funciones básicas de la acción tutorial y orientadora, tradicionalmente llamada orientación vocacional o profesional. Según Gelatt el papel del orientador es ayudar a los alumnos a tomar amplias decisiones, a decidir de manera independiente y a aceptar la responsabilidad de lo que ha decidido.

En la actualidad, la orientación vocacional es un objetivo fundamental de cualquier sistema educativo, en función de la creciente diversificación de la oferta curricular y las características de la sociedad actual, en constante cambio y transformación. Una de las finalidades de la E.S.O., recogida explícitamente en el artículo 18 de la L.O.G.S.E., expresada a través del carácter orientador y propedéutico de esta etapa, es la preparación para la vida y para la elaboración de un proyecto personal de vida en el que se reflejen las preferencias del alumnado y su capacidad para realizarlo.

2.2.- Factores que influyen en el proceso de toma de decisiones.

Como ya hemos visto anteriormente, el proceso de toma de decisiones es un proceso complejo, en el que intervienen múltiples factores. Dichos factores son los siguientes:

– La propia capacidad de decidir, entendida como una capacidad cognitiva compleja.

– Los intereses y las motivaciones personales.

– El conocimiento del medio.

– La expectativa de éxito por alcanzar una meta u objetivo vocacional final.

– Las atribuciones (Esfuerzo personal).

– El autoconcepto.

– La capacidad planificadora o de elaboración de un proyecto personal.

Los tres primeros factores (capacidad, intereses, motivaciones y conocimiento del medio) ya han sido explicados, aunque los retomaremos más adelante junto con el último, por lo que ahora nos centraremos en los restantes.

En cuanto a la expectativa de éxito por alcanzar una meta u objetivo vocacional, el éxito dependerá de dos tipos de probabilidades:

Probabilidad objetiva, entendida como la adecuación entre las cualidades del que va a decidir y las exigencias ocupacionales.

Probabilidad subjetiva, o valores esperados por la persona que toma la decisión.

El esfuerzo que realiza una persona para lograr un objetivo deberá estar motivado por el orientador, o, como mínimo, éste deberá sembrar la inquietud para que esa persona desee esforzarse por. Esa inquietud sería el percibir como productiva y positiva la atribución de la causa del éxito (o del fracaso) a las propias características personales y propio esfuerzo, y no a la responsabilidad de influencia de otros. Esto quedaría incluido dentro de la teoría de la atribución de Weiner, que establece la estructura del pensamiento causal en función de tres dimensiones:

– Locus de control interno/externo.

– Estabilidad/Inestabilidad.

– Controlabilidad/Incontrolabilidad.

En el ámbito escolar, es conveniente que los alumnos logren atribuir sus éxitos y fracasos a su propio esfuerzo, entendido como causa interna, controlable e inestable. Así, el tutor u orientador deberá reforzar positivamente el esfuerzo personal y la aplicación correcta de las propias habilidades, como causa de los éxitos o fracasos de los jóvenes.

Con respecto al autoconcepto o conocimiento de sí mismo, desde 1960 ha quedado demostrado que está estrechamente relacionado con la elección ocupacional y que, además, la identidad personal se expresa en el propio proceso de toma de decisiones. Por esta razón, el conocerse a sí mismo es un requisito esencial para una buena toma de decisiones. Debido a todo lo anterior, los alumnos deberían diferenciar su bagaje de valores e intereses personales, contrastándolos con sus fuerzas y debilidades y relacionándolos con sus aptitudes.

3.- TEORÍAS EXPLICATIVAS.

Actualmente, el estudio de la toma de decisiones es analizado desde tres enfoques diferentes: el prescriptivo, el descriptivo y el del estudio de los instrumentos de estimación.

El enfoque prescriptivo surge de la teoría clásica o estadística de la toma de decisiones. Está basado en el hecho de que las habilidades para decidir o para resolver un problema decisorio pueden ser aprendidas y, por lo tanto, enseñadas. La destreza más significativa y de mayor peso en el proceso de toma de decisiones es el saber buscar información, facilitando así la disposición de un amplio rango de alternativas con las que jugar, sopesar e indagar antes de proceder a decidirse. Modelos como el de Gelatt o Krumboltz, entre otros, se encuentran dentro de este enfoque.

El enfoque descriptivo investiga las formas en que las personas deciden, las vías que distintas personas de diversas edades recorren. Desde esta perspectiva se revisan los estilos de decisión, a través de conductas decisorias como: las estrategias de una sola vez, las repetidas, las mixtas, las de satisfacción suficiente.

El enfoque del estudio de los instrumentos de estimación tiene como objetivo el contrastar las decisiones de quienes han usado modelos prescriptivos con aquéllos que no los han utilizado. Dentro de este enfoque, han surgido instrumentos de estimación de la toma de decisiones. Dichos instrumentos pueden ser categorizados en dos dimensiones: la dimensión proceso versus resultado y la dimensión formato del instrumento.

Dentro de estos enfoques existen diversos modelos concretos que nos explican el proceso de toma de decisiones. Uno de ellos es el modelo «Decides» de Krumboltz que, como hemos dicho anteriormente, está incluido en el primer enfoque. Krumboltz toma como marco de referencia para explicar la toma de decisiones la Teoría del Aprendizaje Social. Dicha teoría asume que los repertorios conductuales de las personas se originan en experiencias de aprendizaje (instrumental, asociativo y vicario) que se pueden catalogar de únicas.

Según este autor, en el desarrollo de una preferencia o de una competencia profesional influyen distintas clases de experiencias de aprendizaje, que cada persona vivencia a partir de su propia unicidad y a lo largo de un proceso vital irreversible. Esta historia única incluye experiencias de aprendizaje:

* Instrumental, cuyos componentes principales son los antecedentes o conductas previas, respuestas conductuales y consecuencias.

* Asociativo, en función de la percepción de las conexiones entre los estímulos y el medio se forman los estereotipos profesionales y los juicios de valor ante determinadas ocupaciones.

A partir de estas experiencias de aprendizaje se generan y modifican las capacidades o competencias para resolver una tarea o problema. Así, la toma de decisiones va a tener lugar por medio de secuencias aprendices influidas por sus consiguientes resultados, a saber:

* las generalizaciones que se originan al observar la propia conducta,

* las generalizaciones que uno hace del entorno,

* las destrezas para ejecutar una tarea o resolver un problema.

4.- TOMA DE DECISIONES: ¿CÓMO SE APRENDE, CÓMO SE ENSEÑA?.

Uno de los ámbitos de la orientación vocacional es el aprender a tomar decisiones. El orientador debe servir de guía al alumnado para que éste acabe por estar satisfecho con las decisiones que va tomando. Está demostrado que una persona decidirá más acertadamente si se compromete con el aprendizaje gradual y secuencial de objetivos como:

– Generar una lista de caminos o vías de acción.

– Recopilar información relevante para cada curso u opción.

– Estimar la probabilidad de que suceda uno u otro resultado.

– Considerar los valores o intereses personales que pueden o deben incidir en la toma de decisiones.

– Sopesar las consecuencias de las distintas decisiones.

– Eliminar lo que no favorezca la circunstancia decisoria concreta.

– Formular alternativas heurísticas para seguir la investigación, si es que con una primera fase no ha habido suficiente información.

Por lo tanto, lo que se pretende es que el adolescente se coloque en situaciones de aprendizaje que le demuestren que decidir es un proceso continuo, que las elecciones, en muchos momentos de la vida, pueden ser reversibles, y que los cambios en las circunstancias personales y en los valores pueden exigir que se inicie un nuevo camino decisorio porque el anterior ya no sea válido.

En consecuencia, el proceso de toma de decisiones es un proceso que puede ser aprendido y enseñado. Enseñar a decidir es, en realidad, enseñar a decidirse, a desarrollar procesos de decisión significativos, en los que uno mismo está implicado.

Rodríguez Moreno (1992) señala los pasos a seguir en la educación de la toma de decisiones. Son los siguientes:

1º Enseñar a definir el problema: Ayudar a clarificar y definir los problemas planteados relacionados con la orientación vocacional. En este caso, los problemas más comunes son la indecisión profesional, el desconocimiento de las alternativas, la inmadurez en la identidad personal y profesional, y otros de carácter psicobiológico propios del discente. Habrá que tener en cuenta los siguientes aspectos:

– Percepción de la persona del mundo laboral.

– Grado de importancia concedido al trabajo dentro del proyecto personal de vida.

– Investigar la variedad y cantidad de alternativas que conoce el alumno.

– Reflexionar conjuntamente sobre la reversibilidad de la opción elegida.

– Ayudarle a comprender el concepto de desarrollo vocacional.

2º Enseñar a generar alternativas: Consiste en ayudar a descubrir diferentes caminos de resolución del problema. Dada la distinta manera de percibir el mundo ocupacional y la ignorancia de las clasificaciones ocupacionales, muchas personas ni siquiera se plantean familias ocupacionales completas, estrechando peligrosamente el abanico de posibilidades.

3º Desarrollar habilidades para buscar información: Conviene enseñar a tomar parte activa en la búsqueda de información, concienciando al alumno que ignora muchas cosas. Así, para que el alumnado desarrolle estas habilidades se pueden realizar:

– Trabajos en el grupo-clase.

– Agrupamiento de los orientados en grupos con intereses similares, trabajo cooperativo.

– Ejercicios de búsqueda de información relevante y oportuna.

– Contacto personal o bibliográfico con las fuentes de información.

4º Enseñar a buscar fuentes de información útiles: La mayoría de las veces las informaciones están redactadas con un alto nivel de dificultad y con un estilo poco interesante. Esto aleja a los orientados de las posibles fuentes de información. El orientador deberá emplear procedimientos incentivadores como:

– Facilitar que el alumno experimente las profesiones de las que desea tener información.

– Presentar películas o documentales sobre profesiones determinadas.

– Entrevistar a personas de distintos oficios o profesiones.

– Representaciones de profesiones o familias ocupacionales.

– Utilizar fuentes escritas de calidad.

Sintetizando, cualquier procedimiento seguido para enseñar a tomar decisiones deberá asegurar que el alumno:

– Determine tomar una decisión.

– Sepa generar alternativas diversas, que enriquezcan el camino de la elección.

– Que dichas alternativas estén apoyadas en una certera búsqueda de información.

5.- EL PROCESO DE TOMA DE DECISIONES EN EL NUEVO SISTEMA EDUCATIVO.

Si bien es cierto que las decisiones de itinerario se toman en el último tramo de la Enseñanza Obligatoria, el desarrollo vocacional no es un hecho puntual y reducido a este momento, sino un proceso que forma parte del desarrollo general de la persona a lo largo de toda su vida y conduce a la madurez vocacional. Este proceso se va configurando a través de experiencias y vivencias, y es influido por modelos, normas y valoraciones del entorno. Cada persona, progresivamente, va almacenando informaciones vocacionales que le brinda el contexto y teniendo experiencias escolares que le permitan contrastar los contenidos de diversas materias que se dirigen a diferentes áreas vocacionales. Estas experiencias tienen un peso importante en el proyecto de vida que cada uno se traza y van definiendo los intereses y preferencias individuales.

La primera decisión vocacional que afronta el adolescente en la E.S.O. tiene lugar en el Segundo Ciclo, especialmente al comenzar el último curso. Las materias que elija, entre áreas obligatorias y optativas ofertadas en el Centro, configuran un camino que, en cierta medida, orienta y define la decisión por la que opte al concluir la etapa.

De la misma forma, en la diversificación curricular, deben incluirse materias que, respondiendo a las posibilidades y expectativas del alumnado, desarrollen sus preferencias vocacionales y orienten futuras elecciones.

Al final de esta etapa, el alumno que la ha finalizado con éxito, tiene tres posibilidades: realizar un ciclo formativo de Formación Profesional Específica de Grado Medio, cursar alguna de las Modalidades del Bachillerato o abandonar los estudios.

Ante este abanico de posibilidades, el estudiante necesita ayuda al tener que decidirse por una de estas opciones, partiendo de su experiencia limitada de sí mismo y de su entorno laboral. A veces, la influencia de determinados agentes externos fuerzan al individuo a hacer una elección mediatizada, sin haberse detenido a pensar si el desempeño de la alternativa elegida va a resultarle satisfactoria en el futuro. Entre estos agentes decisorios externos se encuentran: la familia, el contexto social, la presión ambiental y los medios de comunicación.

¿Qué podemos hacer para evitar la influencia negativa de estos agentes? La respuesta la encontramos en la nueva forma de entender la orientación, dentro del currículo establecido en la L.O.G.S.E. Una intervención educativa, que proporcione la información pertinente sobre el proceso de toma de decisiones y acerca de las distintas alternativas posibles, evitaría en la mayoría de los casos, que la decisión fuera tomada a última hora, o que otras personas la tomaran en vez del interesado.

En los últimos años se ha producido un cambio importante en la forma de entender y realizar la intervención o el asesoramiento vocacional: el agente de la decisión ha pasado de ser el orientador a ser el estudiante. El orientador o profesor tiene el papel de asesorar u orientar, pero no de decidir por aquél. La orientación vocacional ha de realizarse como una parte integrante del proceso educativo, llegando a capacitar al alumno para que sea el agente de su propia elección o decisión.

Como se ha dicho anteriormente, toda la comunidad educativa es la responsable de la orientación dentro del actual sistema educativo. Pero, ¿cuál es el papel de cada uno de los agentes de orientación que la integran?

* Profesores:

Los profesores, especialmente los de Secundaria, tienen la responsabilidad de enseñar a sus alumnos a decidirse y educarles en la madurez vocacional. Todas las áreas del currículo incluyen elementos cognitivos, de capacidades, de procedimientos y de actitudes, que guardan relación con la capacidad de decidirse, con la madurez para tomar decisiones. Además, a través de la docencia en todas y cada una de las materias optativas, los profesores pueden y deben dar oportunidad a los alumnos a tomar contacto con los conocimientos, destrezas, modos de hacer y actitudes, que contribuyan a definir determinados ámbitos profesionales y, por consiguiente, a orientarlos en los mismos. Así, esta dimensión práctica permite configurar una Formación Profesional de Base, idónea para este nivel educativo, logrando una mayor vinculación de la escuela con el mundo laboral.

* Tutor:

La orientación vocacional persigue la adquisición de habilidades y destrezas que posibiliten en los estudiantes su propia auto-orientación. Su integración en el currículo aporta a la educación un alto nivel de funcionalidad, al hacer comprender a los diferentes agentes educativos el verdadero sentido de los aprendizajes y su proyección futura en el mundo académico, social y profesional. El tutor, con la adopción de este planteamiento integrador, ha de evitar la separación de la faceta vocacional de otras del mismo individuo. Además, el tutor tiene conocimiento de cada alumno particular, posee su propia opinión y la de otros profesores acerca de cada estudiante. A todo ello adjunta la información y apoyo técnico del D.O. La responsabilidad específica del tutor en la implantación y desarrollo de programas de orientación vocacional consiste en la personalización de los mismos, en la individualidad de cada alumno y en la conexión de estos programas con la realidad escolar y personal de los estudiantes.

* Departamento de Orientación:

Todo programa o intervención educativa cuya finalidad sea la de formar a los adolescentes para tomar decisiones sobre su futuro, deberá favorecer el desarrollo de los siguientes aspectos:

– Autoconocimiento: El autoconcepto ejerce un peso decisivo en la elección profesional. Conocerse supone reflexionar sobre cómo es uno: sus intereses, motivaciones, valores, aptitudes, situación académica, aspectos familiares y de relación social. Las técnicas e instrumentos que se utilizan para este conocimiento no tienen como objetivo decirle al alumno cómo es, sino tomar conciencia de cómo se ve uno mismo desde la auto-observación.

– Conocimiento del medio (las oportunidades académicas y profesionales ofrecidas por el sistema educativo y las posibilidades laborales reales): Dicho conocimiento no puede estar limitado a proporcionar información actualizada del mundo laboral o de itinerarios académicos o profesionales. Debe facilitar oportunidades de aprendizaje y de experiencia personal relacionadas con el mundo laboral y su entorno social.

Actitud planificadora (aprender a planificar un proyecto personal de vida), que conduzca a tomar decisiones autónomas y responsables.

Los programas de orientación vocacional no tienen como únicos destinatarios a los alumnos, sino que las familias también deben implicarse. Los padres deben ser asesorados en dos aspectos básicos: hacerles ver que son los jóvenes los que van a tomar sus propias decisiones y hacerles comprender que su aportación debe centrarse en apoyar las opciones de sus hijos tomadas responsablemente.

Por otra parte, no podemos olvidar que el D.O. también tendrá que facilitar a los profesores, y en particular a los tutores, tres tipos de materiales:

– Información profesional.

Posibilidades de refuerzo educativo, adaptación y, en su caso, diversificación curricular que se ofrece o que se apoya desde este departamento.

– Evaluación psicopedagógica.

Por último, debemos plantearnos cuáles son las condiciones idóneas para la puesta en marcha de un programa de orientación vocacional?

– La intervención debe ser asumida por el Centro, figurando tanto dentro del P.O.A.P. como del P.A.T.

– Debe ser aplicado a todo el alumnado y no sólo a quienes planteen indecisión en la elección.

– Se ofrecerá una ayuda específica e individualizada a los escolares que tienen problemas en tomar una decisión.

– Debe hacerse una previsión de tiempos y recursos que permitan la realización del programa.

– Se ha de afrontar la evaluación del programa en todas sus fases y por parte de los diferentes agentes que hayan participado.

– Deben incluirse algunas de sus actividades en las materias curriculares.

6.- ¡TENGO QUE DECIDIRME!

¡Tengo que decidirme! es un programa de orientación vocacional que persigue sensibilizar al alumnado de Educación Secundaria sobre la necesidad de pararse a reflexionar acerca del futuro inmediato académico y profesional. Pretende proporcionar un entrenamiento básico para el análisis del mundo que le rodea, para entender su propia forma de ser y para la toma de decisiones. Es un programa educativo que quiere facilitar la adquisición y el desarrollo de las habilidades y destrezas intelectuales necesarias para elegir una profesión/ocupación futura.

Este programa está basado en el «Modelo de Activación del Desarrollo Vocacional y Personal» de Pelletier y colaboradores. Dicho modelo se incluye en el movimiento de la «Educación Vocacional» o «Educación para la Carrera». Los presupuestos básicos del modelo son:

* Concepción evolutiva y operatoria del desarrollo vocacional.

* Intervención sobre los procesos creativos implicados en dicho desarrollo:

– Pensamiento creativo: generar información nueva.

– Pensamiento conceptual: manejo y estructuración de la información.

– Pensamiento evaluativo: comparación y selección.

– Pensamiento implicativo: anticipación y planificación.

* Adquisición de habilidades y destrezas mediante la realización de determinadas tareas de desarrollo vocacional.

* Utilización de técnicas no estandarizadas para ayudar a los jóvenes en los procesos educativos-vocacionales.

Los contenidos temáticos del programa se articulan en torno a cuatro núcleos temáticos:

* «Mi situación personal». Persigue un aprendizaje para el conocimiento de sí mismo y de su realidad personal.

* El mundo del trabajo: la profesión. Supone un análisis de las peculiaridades del mercado laboral y del desempeño de la profesión como forma de realización personal.

* El mundo de los estudios. Implica el investigar sobre las posibilidades de formación que oferta la sociedad y de las que son pertinentes para cada uno, en los ámbitos universitarios y no universitarios.

* «Tengo que decidirme». Conlleva el aprendizaje de habilidades para tomar decisiones: proceso y elementos.

7.- CONCLUSIÓN.

A lo largo del tema, hemos visto la relevancia del proceso de toma de decisiones, puesto que esta capacidad está presente diariamente y tiene un papel esencial durante toda la vida, con mayor peso en ciertos momentos de ésta. Por este motivo, y teniendo en cuenta las demandas que nuestra sociedad va planteando, el sistema educativo actual entiende la orientación como una función inherente a la educación, siendo establecido en la LOGSE (1990), en el Título IV (De la calidad de la enseñanza) y en los RR.DD. que la desarrollan, principalmente en la etapa de Educación Secundaria.

Por último, no podemos olvidar el papel especial de los D. de Orientación y de los E.O.E.P., con respecto al asesoramiento técnico dado al profesorado para llevar a la práctica programas concretos que ayuden y enseñen al alumnado a tomar decisiones meditadas y responsables, que les lleven a obtener éxito en su vida futura.