Tema 9B – La participación de la familia en la educación de los alumnos y de las alumnas con necesidades educativas especiales. Cauces de participación. El papel de los padres en la toma de decisiones respecto al proceso de escolarización de estos alumnos.

Tema 9B – La participación de la familia en la educación de los alumnos y de las alumnas con necesidades educativas especiales. Cauces de participación. El papel de los padres en la toma de decisiones respecto al proceso de escolarización de estos alumnos.

1.- INTRODUCCIÓN

2.- PARTICIPACIÓN DE LA FAMILIA EN LA EDUCACIÓN DE LOS ALUMNOS CON N.E.E.

2.1.- EL ENTORNO FAMILIAR DEL NIÑO DEFICIENTE.

2.2.- EL PAPEL ESTIMULADOR DE LA FAMILIA.

2.3.- COLABORACIÓN ESCUELA-FAMILIA COMO ELEMENTO EDUCATIVO.

3.- CAUCES DE PARTICIPACIÓN

3.1.- LA PARTICIPACIÓN REGLADA O ESTABLECIDA.

3.1.1.- EL CONSEJO ESCOLAR.

3.1.2.- LAS A.P.AS.

3.1.3.- OTROS CAUCES.

3.2.- LA PARTICIPACIÓN NO REGLADA.

3.2.1.- SISTEMÁTICA.

3.2.2.- OCASIONAL.

4.- EL PAPEL DE LOS PADRES EN LA TOMA DE DECISIONES RESPECTO AL PROCESO DE ESCOLARIZACIÓN DE ESTOS ALUMNOS.

CONCLUSIÓN.

BIBLIOGRAFÍA.

– Cunningham,C. Davis,H. (1988). “Trabajar con los padres. Marcos de colaboración”. Madrid. Siglo XXI/MEC.

– Díaz Arnal, I. (1985). “La educación en el hogar de los niños inadaptados”. Madrid. Rialp.

– Díez, J.J. (1982). “Familia-escuela. Una relación vital”. Madrid. Narcea.

– Giné, y cols. (1989). “Educ. Espec: Noves perspectives”. Barcelona. Laia.

– Mitter, P. (1987). “La colaboración entre padres y educadores de niños deficientes: una necesidad”. Perspectivas, n.17, pg. 185-195.

– Moratín Iglesias, J.F. (1985). “La escuela de padres”. Madrid. Narcea.

– Villalta, M. Tschorne, P. Torrente, M. (1987). “Los padres en la escuela”. Barcelona. Laia.

– Rodríguez de la Mota, E. (1981). “El alumno con retraso mental en la escuela ordinaria”. Tema seis: Escuela-Familia. Madrid. Centro Nacional Recursos para E.E.

– VV.AA. (1987).”Los padres van a la escuela”. Cuadernos de Pedagogía n.147 pg. 7-32.

1.- INTRODUCCIÓN.

Una de las estrategias básicas para compensar las diferentes carencias que pueda presentar un niño concreto, es la de orientar la intervención de modo que afecte a todos los ámbitos que originan dichas carencias.

La familia, es sin duda, el primer entorno donde la educación y el desarrollo tienen lugar, es por tanto la primera unidad social de aprendizaje que tiene el niño, y el educador con su trabajo deberá conseguir que éste sea un auténtico elemento educativo y no un elemento de rechazo o sobreprotección del niño disminuido.

Será pues necesaria, la existencia de un vínculo entre la familia y la escuela, dándose una estrecha colaboración que deberá apoyarse en el respeto mutuo y desarrollarse en un plano de igualdad para que sea efectiva.

Comenzaremos esta exposición con un estudio sobre el entorno familiar, analizaremos el papel estimulador de la familia, para más tarde pasar a la colaboración de los padres en la escuela.

Pero a lo largo del tema se nos plantean una serie de interrogantes como son:

¿Que papel juega la familia en la educación del niño disminuido?.

¿Puede la familia colaborar con la escuela para un mejor desarrollo del niño?-

¿Influye la actitud familiar en la educación del niño?.

¿Cómo deberá actuar el educador para que este sujeto no sea objeto de rechazo, abandono o sobreprotección en el ambiente familiar y conseguir una colaboración efectiva que garantice una correcta educación en el niño?.

2.- PARTICIPACIÓN DE LA FAMILIA EN LA EDUCACIÓN DE ALUMNOS/AS CON N.E.E.

2.1.- EL ENTORNO FAMILIAR DEL NIÑO DEFICIENTE.

El entorno y ambientes familiares actúan de tal modo sobre el niño que resulta imposible en la práctica intervenir educativamente sobre el mismo sin tenerlos en cuenta. Las acciones preventivas o correctoras que el profesor lleve a cabo pueden verse truncadas o ser contraproducentes si no contamos con lo que está ocurriendo durante ese momento en la familia del niño y qué ocurrió desde que sus padres tienen noticia de que su hijo presenta alguna minusvalía.

Por otra parte, la tarea del educador no va a entenderse sin una intervención directa o indirecta en su ambiente familiar, pues el educador es un colaborador de la familia en la educación de sus hijos.

Las relaciones que han de establecerse con ella han de ser tan intensas, sistemáticas y audaces como sea posible.

¿Que reacciones y actitudes se dan con más frecuencia entre los padres de los niños con necesidades especiales?.

Si bien no siempre ocurre lo mismo ni en las mismas familias, sí existen unos patrones de comportamiento bastante frecuentes.

Las reacciones de los padres son con frecuencia, complejas, en la familia no sólo conviven padres e hijos, sino hermanos, abuelos y otras personas que proyectan sus ansiedades y expectativas no únicamente sobre el niño, sino incluso entre ellos.

Ajurriaguerra (1985) señala que debe tenerse en cuenta las diferencias de reacción de los padres frente al hecho de tener un hijo enfermo:

– Cuando los lazos familiares son inicialmente sólidos se fortalecen todavía más por la experiencia dolorosa en sí.

– Cuando los lazos son débiles tienden a perjudicar al niño. En ciertos casos puede ser rechazado, pero entre otros puede crear un determinado lazo de unión.

– Cuando los lazos son sólidos, el niño se incorpora al interior de la familia unida, pero, en algunos casos, el estrechamiento de los lazos de la pareja, puede provocar la exclusión del niño.

No debemos dudar que sólo los padres se ven afectados por la aparición de un niño deficiente en la familia, sino también el resto de los miembros.

Es de suma importancia que los padres enseñen a sus hijos normales a comprender los sentimientos de los demás sin necesidad de sentirse involucrados en los mismos.

Ocurre muchas veces, que algunos miembros de la familia puedan verse postergados a un segundo plano con la aparición de un nuevo elemento que acaparase la atención de los padres. De ahí la importancia de que los padres sepan tratar a cada hijo en su necesaria dimensión para no añadir más componentes disrruptivos en la relación familiar.

2.2.- EL PAPEL ESTIMULADOR DE LA FAMILIA.

¿Cómo puede la familia estimular el desarrollo de las capacidades que tiene el hijo deficiente, tanto residuales respecto del déficit o déficits que posea como, en general, el de todas las áreas de su personalidad que, frecuentemente, se ven afectadas colateralmente?.

Deberemos distinguir dos tipos de estimulación familiar: la temprana en los primeros años de vida y la posterior una vez alcanzados los primeros avances.

¿En qué consiste estimular a un niño?.

El estímulo es un alimento funcional para la actividad. Esta actividad es el aspecto básico del proceso cognitivo que compromete a toda su persona.

Si se actuase estimulando sólo el aspecto alterado o retrasado del niño, éste iría percibiendo que es su “déficit” el punto de referencia de todas las actividades y acabará comprendido mejor lo que no puede hacer que lo que puede superar.

En todas las áreas a desarrollar la madre debe conocer técnicas básicas para colaborar en la estimulación del niño. Esta colaboración deberá tener más carácter de espontaneidad en la relación que de tecnicismo, ya que son rehabilitadores y educadores los que están en condiciones de cambiar los aspectos técnicos y lúdicos del tratamiento.

Pero, ¿cuándo se debería empezar la estimulación familiar?.

Cuanto antes, dentro de lo posible, mientras no exista cierto grado de atención en el niño no parece oportuno comenzar su estimulación ya que sin atención no hay estimulación.

El primer objetivo consistiría en conseguir la atención del niño que es involuntaria al comienzo de la vida y que hay que tratar de obtener evitando la rutina de la cotidianeidad. Luego habrá que aumentar el interés del niño.

Respecto a la colaboración familiar en la estimulación posterior, su papel sigue siendo fundamental, aunque no tan insustituible como en los primeros días, meses, años de vida. Así deberá colaborar con todos los aspectos que promuevan su autonomía, con las actividades sociales y de relación con otras personas.

La familia, además juega un papel importante en la prevención de minusvalías. El conocimiento por los padres de estos temas y su prevención es materia fundamental para la intervención familiar.

El papel primordial de los padres en la estimulación del niño deficiente consiste en hacer de manera consistente y sistemática acciones que de por sí son estimulantes para cualquier niño.

Los ámbitos o áreas donde es especialmente propicia la intervención de la familia son la estimulación física, el desarrollo afectivo y la inserción social.

– La estimulación física está encaminada a que el niño consiga el mejor control posible de su cuerpo, control que implica adquirir tono muscular adecuado, equilibrio y las relaciones espacio-temporales que le van a facilitar el desplazamiento. La estimulación física comprende tanto el desarrollo de la motricidad gruesa, como de la fina.

Tanto el dominio corporal como el desarrollo perceptivo suponen, por una parte la adecuada madurez neurológica, y por otra la adecuada estimulación del niño.

– El desarrollo afectivo tiene su origen en las relaciones que se establecen entre el niño y la madre. En el caso de niños deficientes esta relación puede verse alterada debido a la falta de estímulo que el niño expresa y demanda.

La alteración del desarrollo afectivo del niño también puede provenir de una atención extrema de los familiares, pudiéndoles prolongar en exceso las etapas del desarrollo.

– Estimulación social. En esta área se pretende que el niño llegue a conseguir el mayor grado de autonomía e iniciativa posibles mediante el establecimiento de hábitos básicos de independencia personal, como son los relativos a la higiene, alimentación o vestido. Así mismo se pretende el desarrollo de una conducta social “normal” y que esté adaptada al ambiente en que el niño se desenvuelve.

Son factores de estimulación social, el lenguaje, medio de establecer comunicación con otras personas y, el juego, mediante el que puede entender características y normas del medio que le rodea.

2.3.- COLABORACIÓN FAMILIA-ESCUELA COMO ELEMENTO EDUCATIVO.

Bronfenbrenner (1985) expresa la necesidad de articulación y permeabilidad entre los diferentes contextos para el adecuado proceso de desarrollo-aprendizaje de todos los niños.

La relación entre el contexto familiar y el escolar es clara. La escuela es el contexto institucional al que el niño accede, normalmente, después de un período de permanencia más o menos largo en el familiar, siendo ambos representativos del sistema social en que están inmersos.

Ambos “medios” son básicos en el proceso de socialización, aprendizaje y educación, y por tanto, están obligados a entenderse y colaborar.

Pero si esto es importante en general, lo es mucho más si tenemos en cuenta el tipo de dificultades de la población a la que nos referimos y las peculiaridades características o circunstancias que presentan sus familias.

Según Wedell (1989), los procesos de enseñanza-aprendizaje de cualquier niño se realizan en unos contextos determinados con unos recursos materiales y humanos, como son el alumno, el profesor, el centro, la familia y la sociedad, y sobre todo, un currículo que da cuerpo y sentido a todos los elementos implicados en esos procesos, pues como afirma este mismo autor: “Hemos de considerar todos estos elementos como fuentes de apoyo, y no siempre lo recordamos”.

Tres podían ser las razones por las que padres y maestros trabajasen juntos y colaborasen:

– Dar y recibir información.

– Dar y recibir formación.

– Colaborar mutuamente en programas y actividades relacionadas con la labor educativa que se está haciendo con su hijo/alumno.

1. Información.

¿Que información necesitan los profesores de los padres para una mejor tarea educativa?.

¿Que información necesitan los padres de los docentes?.

La información es el principal elemento de demanda y oferta en la relación familia-escuela. Es obvio que los profesionales docentes necesitan mucha información de los contextos familiar y sociocomunitario del alumno, así como del niño mismo. Y generalmente los padres son generosos en este sentido. Sin embargo, no suele ocurrir de igual modo en el sentido o dirección opuesto, esto es, todo lo que hay que decirles a los padres.

Muchas veces existen una inadecuada transmisión de información a los padres, los fallos habituales suelen ser:

Insuficiente.

Inexacta.

Excesiva de una sola vez.

Incomprensible por el lenguaje técnico usado.

Presentada de forma inadecuada.

Para que esto no ocurra, debemos seguir unas reglas básicas en la información entre padres y profesores, estas son:

– La transmisión de información ha de entenderse como bidireccional.

– La información versará sobre todos aquellos aspectos que permitan mejorar nuestra práctica educativa y, de manera consecuente, el bienestar personal y profesional de profesores y padres.

– La información será veraz, exacta, suficiente y transmitida de forma adecuada.

– Se incluirán en el P.E.C. aquellos mecanismos que permitan cumplir esta función comunicativa de manera adecuada.

– Los profesionales docentes aceptarán una formación y buscarán las soluciones que a ellos les parezca más útiles para este fin.

– Una información positiva y constructiva será preferible a otra negativa.

2. Formación.

Muchos padres están interesados en ampliar sus conocimientos en relación con la problemática de sus hijos. Por lo tanto es necesario una información de ellos, lo cual les va a proporcionar una serie de ventajas:

– Favorece sus actitudes de colaboración con la escuela.

– Les va a permitir adquirir habilidades para ser buenos educadores de sus hijos.

Se pretende conseguir un nivel mayor de formación que incida de manera teórico-práctica sobre:

– Las necesidades educativas.

– Programas específicos de evaluación e intervención.

– Cambios actitudinales y de opinión.

Para que se produzca una correcta formación de padres, deberá tenerse en cuenta las siguientes recomendaciones:

– Las actividades de formación deberán formar parte del P.E.C.

– Implicará a cualquier profesional docente o de apoyo del centro.

– Partirá de necesidades detectadas.

– Formación bidireccional.

3. Actuación educativa.

Los profesores y otros profesionales necesitan en numerosas ocasiones que los padres colaboren activamente en las intervenciones o actuaciones educativas que están realizando o tienen programadas, siguiendo lo señalado en el currículo y las correspondientes o necesarias AACC.

¿Cómo puede darse esta colaboración?.

Señalaremos tres posibles situaciones de colaboración:

a) El profesor trabaja ciertos contenidos curriculares en el aula-centro y los padres los afianzan y generalizan en el contexto familiar.

b) El profesor establece junto con los padres una determinada intervención, lo que exigirá planificar y valorar juntos toda la actividad.

c) Los profesores establecen que ciertos contenidos curriculares sean preferentemente desarrollados por los propios padres, bajo la orientación y supervisión de los profesores, porque sea más adecuada hacerlo así. Esto no significa delegar responsabilidades educativas concretas en los padres, sino aprovechar al máximo el papel educativo del ámbito familiar.

La colaboración ha de ser planificada, el primer eslabón de dicha colaboración será el P.E.C. Hay que ser realistas en la exigencia de colaboración para cada familia. Esto conlleva una responsable aceptación por parte de los padres, de todo aquello que la colaboración supone, y así mismo, una responsabilidad del profesor en cuanto a la ayuda a ofrecer a esos padres.

3.- CAUCES DE PARTICIPACIÓN.

3.1.- PARTICIPACIÓN REGLADA O ESTABLECIDA.

Para entender el momento actual de la participación de los padres en la escuela, debemos realizar un breve recorrido histórico a fin de ver cual ha sido la situación de hecho y de derecho.

Ya la Ley General de Educación de 1970, reconoce la necesidad de crear asociaciones de padres que vinculen lo docente con lo familiar.

Es la Ley Orgánica Reguladora del Derecho a la Educación (1985) quien desarrolla la participación de los padres en la escuela:

– Regula la libertad de asociación de los padres de alumnos en el ámbito educativo.

– Establece los fines de las A.P.As.

– Recoge el principio constitucional de participación de los padres en el control y gestión de los centros.

– Declara la representatividad de los padres de alumnos en el Consejo Escolar del Estado.

– Se recoge la posibilidad de creación de Consejos Escolares de ámbito territorial distinto del Estado. Establece la participación de los padres en el Consejo Escolar del Centro.

Por último la Ley Orgánica 1/1990 de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) viene a reforzar el principio de “participación y colaboración de los padres o tutores para contribuir a la mejor consecución de los objetivos educativos”.

Actualmente, en el R.D. 82/1996 de 26 de enero por el que se aprueba el Reglamento Orgánico de las escuelas de Educación Infantil y de los colegios de Educación Primaria, y referente a la participación de los padres nos encontramos lo siguiente:

3.1.1.- EL CONSEJO ESCOLAR.

Haciendo referencia al carácter y composición del consejo escolar, recoge en su artículo 8, la participación que corresponde a los padres:

– Centros con 9 ó más unidades: Cuatro representantes de padres.

– Centros con 6 ó más pero menos de 9: Tres representantes de padres.

– Centros con más de 2 y menos de 6: Dos representantes de padres

– Centros con 1 ó 2 unidades: Un representante.

3.1.2.- LAS A.P.As.

En su artículo 55 nos dice:

1) En las escuelas de Educación Infantil y en los colegios de Educación Primaria podrán existir las asociaciones de padres de alumnos reguladas en el R.D. 1533/1986 de 11 de Julio.

2) Las asociaciones de padres de alumnos podrán:

a) Elevar al Consejo Escolar propuestas para la elaboración del P.E.C. y de la P.G.A.

b) Informar al C.E. de aquellos aspectos de la marcha del centro que consideren oportuno.

c) Informar a los padres de su actividad.

d) Recibir información del C.E. sobre los temas tratados en el mismo, así como recibir el orden del día de dicho Consejo antes de su realización, con el objeto de poder elaborar propuestas.

e) Elaborar informes para el C.E. a iniciativa propia o a petición de éste.

f) Elaborar propuestas de modificación del R.R.I.

g) Formular propuestas para la realización de actividades complementarias que, una vez aceptadas, deberán figurar en la P.G.A.

h) Conocer los resultados académicos y la valoración que de los mismos realice el C.E.

i) Recibir un ejemplar de P.E.C., P.C.E. y de sus modificaciones.

j) Recibir información sobre los libros de texto y los materiales didácticos adoptados en el centro.

k) Fomentar la colaboración entre los padres y los maestros del centro para el buen funcionamiento del mismo.

l) Utilizar las instalaciones del centro en los términos que establezca el consejo escolar.

3.1.3.- OTROS CAUCES: EL P.E.C.

En su artículo 48 dice que:

1) El Equipo Directivo elaborará P.E.C. de acuerdo los criterios establecidos por el C.E. y las propuestas realizadas por el claustro.

2) E. P.E.C. será aprobado y evaluado por el consejo escolar.

3.2.- LA PARTICIPACIÓN NO REGLADA.

Por lo que se refiere a la implicación de los padres, puede adoptar distintas formas y niveles:

– Implicación sistemática

. Implicación en tareas de apoyo.

– Implicación esporádica.

. Período de adaptación.

. Presentación de actividades y profesiones.

. Actividades extraescolares.

. Fiestas.

. Otras formas de implicación.

3.2.1.- IMPLICACIÓN SISTEMÁTICA.

Se entiende por Implicación Sistemática de los padres su participación como parte fundamental de la metodología del centro, con una presencia en él regular, planificada y organizada. Esta implicación toma la forma de presencia de algún padre o alguna madre en el interior del aula durante unas horas o durante toda la jornada escolar.

Lo fundamental de esta implicación no es la ayuda que prestan al maestro, sino la conexión que establecen entre familia y escuela, el conocimiento que adquieren de cuáles son las experiencias que los niños tienen en el colegio.

La presencia de los padres en el aula no puede dejarse al azar, de modo que un día coincidan más de uno y otros días no haya ninguno, sino que deben obedecer a una cierta organización que el maestro o la maestra deben controlar para que sea máximamente provechosa y no dé lugar a situaciones de confusión. Las formas de implicación de los padres se pueden concretar un poco más, ejemplificándolas con su colaboración en tareas de apoyo y en la realización de talleres.

Tareas de apoyo: Es imprescindible que se analice con los padres qué contenidos se pretenden trabajar en todas estas actividades cotidianas, así como la actitud y las estrategias concretas que favorezcan el logro de tales contenidos.

Por ejemplo a la hora de colocar los abrigos, un padre puede hacerlo de la forma más eficaz posible, poniéndoselo ágilmente a cada uno de los niños. Si previamente se le informa que vestirse se considera una actividad importante en la que se debe animar a los niños a tener un comportamiento autónomo, en la que hay que potenciar el desarrollo de la coordinación motriz, en la que hay que ayudar más o menos a cada niño en función de su nivel de competencia, en la que se debe aprovechar para introducir de forma natural vocabulario referente a la ropa, es seguro que la madre implicada puede convertir la rutinaria en una actividad mucho más individualizada y enriquecedora.

Implicación en talleres: En estos talleres, uno o varios padres atienden a pequeños grupos de niños, introduciéndoles en habilidades específicas.

Es el profesorado quien debe proporcionar la adecuación a la edad de los objetivos (qué contenidos son adecuados) de las actitudes a realizar (qué instrumentos de cocina pueden manipular) y de los aspectos metodológicos y las estrategias de evaluación.

Todo ello supone una preparación rigurosa de los talleres con los padres implicados, al objeto de evitar que se desarrollen actividades muy alejadas de los planteamientos del centro o de las posibilidades de los niños.

En todo caso, para este tipo de implicación sistemática es imprescindible un importante grado de compromiso por parte de estos padres, ya que deben asegurar una constancia en la participación que otras actividades lo requieran.

3.2.2.- IMPLICACIÓN ESPORÁDICA.

Consiste en la participación de los padres en algunos momentos determinados a lo largo del curso. Es el sistema más extendido de nuestro país y quizá el único posible en algunos casos.

Suponen una organización normalmente más sencilla que la colaboración sistemática y suelen implicar a un mayor número de padres. Podemos seleccionar algunas de las situaciones en que más frecuentemente se produce esta presencia de los padres en la actividad educativa del centro:

Período de adaptación: La implicación de los padres durante el período de adaptación del niño al centro es una de las actividades de cooperación más importantes por las repercusiones que tiene en el bienestar del niño y su vivencia de la escuela. Esta práctica, que puede considerarse imprescindible para una buena adaptación en el ciclo de 0-3 años, se ve conveniente con los más pequeños del ciclo de 3-6 y en general, con aquellos niños que no tienen costumbre de separarse de su medio familiar.

Para facilitar la adaptación hay que tomar en consideración:

– Cuando se trata de conseguir un clima de tranquilidad para los niños, la presencia en clase de muchos adultos puede generar justamente lo contrario.

– Dado que la escuela y el aula del niño son un medio nuevo para los padres, es necesario darles unas pautas sobre qué hacer mientras están presentes.

– No solo hay que dar algunas alternativas sobre qué hacer, sino también pautas sobre cómo actuar.

– Existe el riesgo de que la atención del educador se centre más en los adultos que en los niños. Esto se puede evitar si se habla de estos temas en una entrevista previa.

Actividades Extraescolares: Las salidas del centro, excursiones, visitas, suelen ser un buen motivo de colaboración para algunos padres. Es conveniente ir con un número suficiente de adultos para garantizar la seguridad, así como para que la actividad se desarrolle en un clima relajado y se saque el máximo partido de la experiencia.

Aquí otra vez los adultos que acompañen a los niños deben acordar algunas cuestiones básicas: actitud durante la salida, reparto de responsabilidades, contenidos que se pretenden trabajar.

Fiestas: Un lugar especial debe reservarse a las actividades más lúdicas, en las que niños, padres y educadores tienen opción a participar en un clima distendido.

En estas situaciones, no se supone que no deban prepararse cuidadosamente. ¿Qué actividades se van a hacer? ¿qué van a hacer los adultos? ¿qué espacios son los más adecuados?.

4.- EL PAPEL DE LOS PADRES EN LA TOMA DE DECISIONES RESPECTO AL PROCESO DE ESCOLARIZACIÓN DE ESTOS ALUMNOS.

En el R.D. 377/1993 del 12 de Marzo por el que se regula la admisión de alumnos en centros sostenidos con fondos públicos de educación infantil, de educación primaria y de educación secundaria, con respecto al papel de los padres en la toma de decisiones respecto a la ESCOLARIZACIÓN de los alumnos dice que:

“Decidir, oídos los sectores afectados, en especial a los padres o tutores de los alumnos, la ESCOLARIZACIÓN de los alumnos con necesidades educativas especiales y los pertenecientes a minorías cuyas condiciones sociales y culturales dificulten su integración escolar. Todo ello sin perjuicio de que los padres o tutores puedan ejercer los derechos reconocidos en el presente R.D.

La decisión de las Comisiones de ESCOLARIZACIÓN, que se podrá adoptar en un momento anterior a la determinación de las vacantes de los centros, tenderá a lograr una afectiva integración de los alumnos aludidos.

CONCLUSIÓN.

Algunas escuelas no asumen responsabilidades con la comunidad, encerrándose en sí mismas y haciendo difícil obtener órganos participativos. Esto se debe cambiar urgentemente porque la familia es el agente educativo principal y su colaboración y participación es imprescindible, se trata de que los padres participen en la educación de sus hijos, lo que implica cambios en la didáctica y metodología de la escuela. La escuela debe potenciar la comunicación y colaboración con la familia llegando a una escuela abierta donde la tarea educativa sea una labor de todos ya que todos estamos implicados en ella.