Tema 16 – Desarrollo físico y salud: Concepto de salud. Elementos condicionantes de la salud infantil. La alimentación, la higiene y el descanso. La prevención.

Tema 16 – Desarrollo físico y salud: Concepto de salud. Elementos condicionantes de la salud infantil. La alimentación, la higiene y el descanso. La prevención.

1. CONCEPTO DE SALUD.

La definición del concepto de «salud» de una manera precisa y exacta, y que a la vez sea universal, no es fácil, ya que a través de la Historia, su concepto ha variado, al mismo tiempo que cada persona interpreta la salud con relación a sus ¡deas, la sociedad y la cultura donde vive.

Hasta hace poco, incluso aún hoy, la salud se entendía como la ausencia de enfermedad o de dolor, pero en la actualidad entendemos la salud, y por tanto la enfermedad, como una integración de los aspectos físico, psíquico, social y ambiental que interactúan en la vida de cada persona.

La OMS (Organización Mundial de la Salud), en su Carta Fundacional en 1948, definió la Salud como «un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no consiste solamente en la ausencia de enfermedades. La posesión del mejor estado de salud que se es capaz de conseguir, constituye uno de los derechos fundamentales de todo ser humano, cualquiera que sea su raza, religión, ideología política y condición económica y social. La salud de todos los pueblos es una condición fundamental de la paz mundial y de la seguridad; depende de la cooperación más estrecha posible entre los Estados y los individuos».

Más tarde, la OMS definió la salud como «el perfecto estado de bienestar físico, mental y social y la posibilidad para cualquier persona de aprovechar y desarrollar todas sus capacidades en el orden intelectual, cultural y espiritual».

  • El bienestar físico se refiere al aspecto funcional del cuerpo cuando existe un perfecto funcionamiento de sus órganos y aparatos.
  • El bienestar mental se refiere al aspecto psicológico del individuo. Es decir, que su conducta sea normal y adaptada al medio que le rodea.
  • El bienestar social se refiere a la idea de que la persona es un ser social por naturaleza, por tanto debe estar integrada en la colectividad que le rodea (familia, trabajo, amigos…) y mantener relaciones armoniosas con ella.

Hernán San Martín, en 1982, la definió como «un fenómeno psico-biológico, social, dinámico, relativo, muy variable. En la especie humana corresponde un estado ecológico /fisiológico / social del equilibrio y de adaptación de todas las posibilidades del organismo frente a la complejidad del ambiente social».

Iván Illich, en 1984, dice que la salud es la capacidad de adaptación al entorno cambiante; la capacidad de crecer, de envejecer, de curarse; la capacidad cíe sufrir y de esperar la muerte en paz. La salud tiene en cuenta el futuro.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española dice que «la salud es el estado en el que el ser orgánico ejerce normalmente sus funciones”.

La concepción subjetiva de la salud se basa en la sensación de bienestar: la salud es la propiedad del que siente bienestar o la sensación y percepción de la ausencia de malestar y dolor.

Hay situaciones de falta de bienestar o aún de malestar que obviamente no son incluibles como falta de salud (el uso de un calzado estrecho, la fatiga-..); otras situaciones no producen malestar pero suponen falta de salud o alteraciones orgánicas o psíquicas (caries no dolorosas, varices…).

La concepción subjetiva es la que determina la demanda y el uso, en gran parte, de la asistencia médica, pero es el médico el que determina los servicias que el paciente debe recibir.

La concepción objetiva dice que la salud es la resultante de de criterios de las personas que nos rodean respecto a nuestra situación en relación con una serie de normas, aplicables a los diversos niveles en los que se estructura el ser humano:

  1. Nivel físico / químico.
  2. Nivel biológico.
  3. Nivel psicológico.
  4. Nivel socio / cultural.

Objetivar quiere decir aplicar criterios de medidas a una serie de de parámetros. Se considera sana a la persona que no tiene síntomas de enfermedad.

Socialmente, la salud no depende sólo de la adaptación al medio ambiente, sino también al medio social: este es un factor de salud o enfermedad y la adaptación al medio es un modo de considerar o definir la Salud, por lo que el médico debe indagar antecedentes biográficos de sus pacientes. La morbilidad (efectos de las enfermedades en una población) de los factores sociales parte de: el aislamiento, la soledad, la marginación social, el rechazo social y el desempleo, y otras formas de trastornas de las relaciones de la persona con la sociedad.

Vallejo Nájera define la salud como «el estado subjetivo de equilibrio social del individuo en la comunidad, lo que le permite sentirse suficientemente integrado en ella, a! no apreciar ninguna alteración física o mental o social, de minusvalía, ni ser rechazado ni separado por aquélla».

2. DETERMINANTES DE SALUD.

El concepto de Salud tiene muchas variables que abarcan la vida humana y afectan a la persona en todas sus dimensiones; y tiene un carácter sistémico que dificulta su comprensión, si lo abordamos aisladamente elemento por elemento. El ser humano, como todos los seres vivos, está sometido constantemente a las influencias del medio en que vive. El concepto de Salud y Enfermedad está determinado y condicionada por estas influencias de su medio ambiente; este entorno abarca desde los aspectos biológicos y sociales a los culturales.

Son determinantes de salud:

La herencia

El ser humano recibe por herencia biológica una dotación genética de sus padres que condiciona su constitución. La ciencia genética humana se refiere básicamente a descubrir las variaciones hereditarias en el ser humano. La mayor parte de estas variaciones no son peligrosas porque brindan a la especie la capacidad de adaptación al medio en constante cambio. Si estas variaciones no extremas se asocian con enfermedades clínicas en algún momento de la vida del ser humano (base hereditaria influida por el ambiente físico, químico y ecológico).

Medio ambiente ecológico

La Ecología se basa en una concepción de la vida como una lucha continua con los organismos para adaptarse al medio. El ser humano tiene conciencia de que puede transformar las condiciones que enmarcan su existencia. El ser humano tiene una relación con el ecosistema total del que forma parte, y si la salud es parte de la vida, ha de considerar esta dimensión, ya que el Medio Ambiente es productor de salud o generador de enfermedad.

La salud, pues, estará en función de las relaciones que establezcan en comunidad la población y su Medio Ambiente.

Contexto cultural

La Educación para la Salud incide muy directamente en la dimensión cultural de la Salud. Cada pueblo interpreta la enfermedad, el sufrimiento y la muerte según lo que es, lo que quiere ser. Salud y enfermedad están ligadas a los modos de vida y por ello no pueden ser aisladas del contexto en que se producen. El cómo vivimos ayuda o estorba a la Salud. La OMS, en 1982, se hace eco de los primeros puestos que ocupan las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, y los accidentes de tráfico, citando posteriormente el SIDA, diciendo que estos problemas reflejan la importancia de los estilos de vida y de los modos de comportamiento, como determinantes de la situación sanitaria de las comunidades. La Medicina Preventiva pretende la participación en gran escala de todos los ciudadanos y por ello insiste en los programas de Educación para la Salud.

El orden económico

Según la OMS, en 1981, la alimentación, el alojamiento y el trabajo son pilares básicos de la Salud, porque ésta se mantiene y se pierde ahí donde la población vive y trabaja. Estos tres pilares son la expresión del factor económico, causantes de las desigualdades escandalosas ante la Salud. Según la UNICEF, en 1979, la pobreza sigue siendo el freno al desarrollo humano y con ello la causa principal de enfermedad, pero el crecimiento económico por sí solo no acarrea mejor situación sanitaria, que puede tener efectos adversos en la Salud, si no se acompaña de medios apropiados para contener esos efectos y para favorecer el desarrollo social: enfermedades cardiovasculares asociadas a los modos de vida, neurosis, depresiones, cáncer…, patologías prevalentes en nuestra sociedad económicamente desarrollada y al contrario, suele ser menos frecuentes en so­ciedades del Tercer Mundo.

3. OTROS CONCEPTOS DE SALUD ASOCIADOS A LA DEFINICIÓN DE SALUD

A) LA PROMOCIÓN DE LA SALUD

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la PROMOCIÓN DE LA SALUD como: “el proceso de capacitar a los individuos y a las comunidades para que aumenten el control sobre los determinantes de la salud y por lo tanto mejoren su salud”.

Por tanto la Promoción de la salud no solo se ocupa de promover el desarrollo de las habilidades individuales y la capacidad de la persona para influir sobre los factores que determinan su salud, sino que también incluye la intervención sobre el entorno tanto para reforzar los factores que contribuyen al desarrollo de estilos de vida saludables, como para modificar aquellos que impiden ponerlos en práctica. Esta estrategia se ha resumido en la frase “conseguir que las opciones más saludables sean las más fáciles de elegir”. (Nutbean, 1986).

Los estilos de vida, por su naturaleza subordinada a los sistemas de control social, están expuestos a influencias de diversa naturaleza, no sólo ligadas a las leyes de las relaciones sociales, sino también influidos por otros sistemas, tales como los de la producción y del consumo. Baste considerar la influencia de los medios de comunicación sobre las costumbres, que interfieren de manera constante introduciendo hábitos de vida a los que la población no está acostumbrada, como el consumo de productos alimenticios preparados y comercializados a través de los sistemas de comunicación de masas.

El entorno es también un factor que determina el estilo de vida de una persona, por ello se requiere de éste que promueva salud y ofrezca oportunidades para que las personas opten por conductas beneficiosas para su salud y la de los que le rodean. Por ello, en la actualidad, se reconoce la necesidad de situar a la persona en su contexto social, ambiental y político para comprender la complejidad de influencias que ayudan a determinar los estilos de vida y que nos proporciona el panorama donde la Promoción de la salud o la Educación para la Salud deben desarrollarse.

M. Lalonde, en su documento “El concepto del Campo de Salud” (1975), analizó como el nivel de salud de una comunidad está determinado por la interacción de cuatro elementos:

  • La Biología humana, que incluye todos aquellos aspectos relacionados con la salud, tanto física como mental, así como la herencia genética y el proceso de madurez y envejecimiento.
  • El medio ambiente que incluye todos los factores relacionados con la salud que se hallan fuera del cuerpo humano.
  • El estilo de vida, formado por la suma de decisiones individuales que afectan a la salud y sobre las cuales se puede ejercer cierto grado de control.
  • El sistema de asistencia sanitaria.

De estos cuatro elementos, la Biología humana apenas puede modificarse; los otros tres sí, en mayor o menor grado.

De lo anterior se deduce que la salud está influida por determinados factores, en gran parte relacionados con condiciones ambientales y estilos de vida.

La Promoción de la salud surge como una estrategia complementaria que incluye diversas medidas – legislativas, educativas, económicas, etc.–. Al depender la promoción de la salud de la participación activa de la población, la Educación para la Salud es una herramienta muy importante en este proceso, ya que ésta no solo proporciona a las personas la posibilidad de adoptar creencias, hábitos y actitudes saludables, sino que también conlleva una concienciación de la comunidad para conocer los factores que influyen en su salud y como potenciarlos o transformarlos.

B) LA EDUCACIÓN PARA LA SALUD.

En la 36ª Asamblea Mundial de la Salud (Alma-Ata, 1983) se propuso como definición de Educación para la Salud:

“Cualquier combinación de actividades de información y educación que lleve a una situación en que la gente desee estar sana, sepa como alcanzar la salud, haga lo que pueda individual y colectivamente para mantener su salud y busque ayuda cuando lo necesite “.

La actitud de desear estar sano/a es muy importante de cara a que los conocimientos adquiridos se traduzcan en acciones concretas. El saber como alcanzar la salud conlleva una intervención de transformación o reforzamiento de los factores que influyen en la salud; intervención en gran medida comunitaria, ya que el grado de salud también depende de factores sociales.

La educación para la salud es un proceso de comunicación interpersonal, dirigi­do a suministrar las informaciones necesarias para un examen crítico de los pro­blemas de salud y a responsabilizar a los individuos y a los grupos sociales en las opciones que tienen efectos directos e indirectos sobre la salud física y psíquica de los individuos y de la colectividad.

La educación sanitaria consiste, pues, en la suma de todas las experiencias que influyen favorablemente en los hábitos, las actitudes y los conocimientos relativos a la salud del individuo y de la comunidad.

Debemos decir en este punto que las actitudes tienen una importancia decisi­va como engendradoras de nuestras acciones o inhibiciones. Una actitud es esen­cialmente una forma de respuesta anticipatoria, el comienzo de una acción que no necesariamente se completa. En este sentido, las actitudes dependerán del rango que asignemos al valor salud como motivador del comportamiento.

LOS PROGRAMAS DE EDUCACIÓN PARA LA SALUD EN LOS CENTROS EDUCATIVOS.

Establecen como objetivos:

– Conocer y comprender los aspectos básicos del funcionamiento del propio cuerpo y la incidencia que tienen diversos actos y decisiones personales, tanto en la salud individual como en la colectiva.

– Formarse una imagen ajustada de sí mismo, de sus características y posibilidades y actuar de forma autónoma valorando el esfuerzo y la superación de dificultades.

– Relacionarse con otras personas e integrarse de forma participativa en actividades de grupo con actitudes solidarias y tolerantes, libres de inhibiciones y prejuicios.

– Analizar los mecanismos y valores que rigen el funcionamiento de las sociedades especialmente los relativos a los derechos y deberes de los ciudadanos.

– Analizar los mecanismos básicos que rigen el funcionamiento del medio físico, valorar las repercusiones que sobre él tienen las actividades humanas y contribuir activamente a la defensa, conservación y mejora del mismo como elemento determinante de la calidad de vida

– Conocer las creencias, actitudes y valores básicos de nuestra tradición y patrimonio cultural, valorarlos críticamente y elegir aquellas opciones que mejor favorezcan su desarrollo integral como personal.

Partiendo de esta concepción, que es fundamental, se deben tener en cuenta las siguientes consideraciones:

1. Conocimiento del medio circundante

La Educación para la Salud, debe partir de un análisis de las características del medio en que se desenvuelve el centro, conocer los antecedentes de las familias, de los niños/as, sus posibles deficiencias en el campo de la salud, tener en cuenta el índice de conflictividad en el centro, en la familia y en el barrio y considerarlas para hacer una priorización de las actuaciones.

2. Trabajo en Equipo

La complejidad de variables que entran a formar parte en el proyecto educativo de centro, implica el trabajo en equipo de los educadores/as. Diseñar, al principio de cada curso, qué aspectos de Salud se van a tratar, priorizarlos dentro de qué áreas se van a llevar a cabo, integrarlos en el proyecto, qué recursos y medios se necesitan, desarrollar las actuaciones previstas y evaluarlas, son labores que necesitan la actuación conjunta de todo el equipo educativo del centro.

Se parte de la base de que el esfuerzo de desarrollar la Educación para la Salud no es producto de la voluntad individualizada de un educador o educadora de un grupo en particular, sino la expresión de la voluntad colectiva del equipo educativo del centro en aras de la educación integral del chico/a.

3. Tarea participativa

El establecimiento de la Educación para la Salud como una de las prioridades en el PEC, debe realizarse contando con el consenso de todos los sectores que componen la Comunidad Educativa: alumnado, familias, etc. También debe considerarse el apoyo y asesoramiento de los profesionales sanitarios que desarrollen su labor en el mismo contexto.

Los padres y las madres, en la medida que sea posible, deben de participar activamente en esta labor por ser agentes fundamentales en la conformación de las conductas y hábitos de sus hijos e hijas, con todo lo que conlleva de hábitos positivos y negativos y conocimientos acertados y erróneos. Los profesionales sanitarios además de asesorar pueden colaborar en actividades de Educación para la Salud en el centro y hasta formar parte en la programación de actuaciones.

4. La Educación para la Salud en relación con los problemas de salud

Para el desarrollo de un programa de Educación para la Salud es conveniente adoptar un enfoque de resolución de problemas. Los conocimientos se irán adquiriendo a partir análisis de conflictos de salud, individuales o comunitarios, que están presentes en el propio chico o chica y en el medio que le rodea. A partir de las situaciones problemáticas, ellos y ellas harán juicios sobre dichas actuaciones, buscarán información, recogerán datos y los analizarán para obtener conclusiones.

5. Resaltar comportamientos saludables

Hay que dar un enfoque positivo de la Educación para la Salud. Ofrecer a los muchachos/as el mayor número de posibilidades alternativas que permitan su desarrollo sano e integral de la persona. Conviene mostrar el aspecto positivo de la Educación para la Salud poniendo el énfasis en las ventajas de los comportamientos saludables, antes demostrar los inconvenientes de las conductas negativas. Ello no quiere decir que se oculte información sobre un problema de salud que pudiera tratarse, pero hay que abordarlos cuando se planteen permitiendo que los niños/as analicen sus consecuencias y sus implicaciones en la vida cotidiana y ofreciéndoles un enfoque preventivo para que dichas conductas no sean una realidad cotidiana.

Por esto, educar para la salud supone un cambio conceptual. Hay que evitar la idea de que la pérdida de salud se debe a mecanismos exteriores a la persona. Hay que inculcarles que en la medida en que adopten un estilo de vida más saludable, gozarán de un estado de bienestar más amplio y evitarán posibles desequilibrios.

6. Importancia de los contenidos actitudinales

Los valores, actitudes, hábitos y normas no deben permanecer “ocultos en el proyecto educativo”, sino que deben explicitarse lo más posible en las intenciones educativas. La adquisición de hábitos saludables, debe considerarse como una constante primordial en la Educación para la Salud.

7. Papel de los destinatarios/as del programa

Los niños y niñas tienen un papel activo en todo el proceso de aprendizaje. Para que asuma este papel, se debe crear en la Escuela un clima de interacciones múltiples, en el que el educador o educadora desempeña un papel fundamental.

8. Papel del educador o educadora en el programa

El equipo educativo debe ser quien organice y coordine el proceso, tanto en la fase previa de planificación y adaptación del proyecto a la realidad cotidiana, como durante el desarrollo de las actividades y evaluación de todo el proceso. La planificación requiere la selección y secuenciación de objetivos y contenidos, actividades y recursos. Ha de ser flexible para admitir la participación de los niños y niñas y las posibles modificaciones que se vayan considerando convenientes.

9. Sobre el Proyecto Educativo de Centro

En el PEC deben plasmarse una serie de orientaciones respecto a la Educación para la Salud, y tenerlas en cuenta para la elaboración de los proyectos, concretamente:

– La Escuela deberá tener presente la formación de un conjunto de actitudes saludables en todos los ámbitos.

– Priorizar determinados temas o actuaciones que afectan a la Salud.

– Comprobar en el centro qué niveles de seguridad, limpieza e higiene existen. Si es deficiente, establecer procedimientos de corrección.

– Determinar qué campañas puntuales de prevención o sensibilización se van a realizar.

– Determinar el tipo de relaciones que se van a tener con las instituciones sanitarias del entorno.

– Especificar las relaciones con otras instituciones y organismos relacionados con la salud.

– Proceder a la organización participativa de: equipo educativo, personal no-docente, y padres y madres.

– Posibilitar el uso de las instalaciones del centro para que se presenten programas o actividades promovidos por las diferentes instituciones, que repercutan en la mejora de la calidad de vida del barrio.

– Determinar el presupuesto que va a aplicarse y los gastos prioritarios.

10. En las tutorías

La acción tutorial debe incidir para crear un ambiente saludable en el grupo. Así debe:

– Facilitar el diálogo con los niños/as.

– Potenciar la autoestima y la autonomía, facilitando el diálogo y valorando cualquier logro, por pequeño que sea.

– No descalificar un trabajo o proyecto, en su totalidad, sino sugerir posibilidades de superación indicando el fallo o deficiencia.

– Posibilitar y facilitar las actitudes que buscan soluciones a los problemas.

– Valorar la autocrítica y la participación.

– Participación en la elaboración de normas de convivencia y en la resolución de los conflictos aportando soluciones.

– Asimismo, en las reuniones de grupo, se llevará el proceso de evaluación, reflexión y valoración del trabajo realizado.

– Abrir el grupo a personas del entorno para que transmitan sus experiencias, relacionadas con la Educación para la Salud.

C) LA PREVENCIÓN

Se puede señalar como el proceso anticipatoria que según la O.M.S. puede evitar o retrasar un proceso de ausencia de salud. Proceso anticipatorio que en su clasificación más clásica establece:

– PREVENCIÓN PRIMARIA: o de la Incidencia dirigidas a toda la población susceptible de padecer un problema de salud

– PREVENCIÓN SECUNDARIA: o de Prevalencia dirigida a evitar dicha impactación sobre grupos considerados de riesgo

– PREVENCIÓN TERCIARIA: dirigida a los grupos afectados por problemáticas de salud para evitar su cronificación.

Otra clasificación habitual distingue entre:

· PREVENCIÓN ESPECÍFICA: Sobre factores causantes directos de problemáticas de salud previamente focalizados.

  • PREVENCIÓN INESPECÍFICA. Sobre contextos que puedan generar trastornos de salud

4. EL CENTRO ESCOLAR COMO LUGAR ÓPTIMO PARA LA EDUCACIÓN Y LA PROMOCIÓN DE LA SALUD.

Algunas características del medio educativo contribuyen a su idoneidad para la realización de actividades de educación para la salud:

  • Especial receptividad del niño ya que se encuentra en la etapa más importante para la adquisición de conocimientos y actitudes y para la creación de hábitos.
  • La información no se recibe de modo fragmentado, sino integrada en el conjunto de conocimientos.
  • El niño ve al personal educativo no sólo como fuente de conocimientos a veces superior a sus padres, sino también como modelo de conducta.
  • El niño pasa en el centro la mayor parte de su vida activa y en ella trans­curren sus experiencias más importantes de convivencia y socialización.
  • El ambiente escolar despierta en el niño el juicio crítico de la informa­ción que recibe y desarrolla en él una actitud ante la vida.
  • El centro educativo es una institución destinada a la educación y reúnen locales idóneos, medios, instalaciones y personal para esta función.
  • El personal educativo son personas con vocación y especialmente preparadas para las tareas educativas.
  • El personal educativo dedica su vida al contacto con los niños y son capaces de obser­varlos, interpretarlos y establecer con ellos una buena comunicación basada en la comprensión y la confianza.
  • El niño se encuentra motivado especialmente para el aprendizaje por sus deseos de ser aprobado, de destacar entre los demás, de sentirse útil, de adquirir habilidades, de entrar en el mundo de los mayores y ser acepta­do por ellos.
  • El personal educativo es el responsable de la educación del niño y, para que sea eficaz, la educación para la salud no puede desgajarse del conjunto de las actividades educativas, sino que debe integrarse en la educación general.

5. FORMAS DE REALIZAR LA EDUCACIÓN PARA LA SALUD. TÉCNICAS

A través del ejemplo.

El personal educativo con su propia experiencia y su comportamiento pueden tener una enorme influencia sobre el menor. El niño está pendiente del personal educativo gran parte del día, le admira y desea imitarle.

A través de un ambiente escolar sano y un adecuado modo de vida

La higiene del ambiente es un elemento indispensable para poder establecer hábitos higiénicos. Un ambiente limpio impulsa a mantenerlo así y contribuye a crear y mantener hábi­tos de limpieza.

El ambiente psíquico es tan importante para la salud mental como el físico para la física. La salud mental del profesor tendrá reflejo en las relaciones con los niños y en el ambiente sano que creará será de enorme importan­cia para la salud del niño.

La distribución de tareas, los períodos de descanso y recreo entre activida­des, el equilibrio entre el ejercicio físico y tareas sedentarias, el ambiente esti­mulante para el trabajo y la colaboración son algunos de los puntos que deben cuidarse en este sentido.

Mediante el aprovechamiento de noticias y circunstancias de la vida real en la escuela o en la comunidad, para estimular el interés por los temas sanita­rios y relacionar la salud con la vida.

Por la integración de la educación sanitaria en otras enseñanzas de los pro­gramas educativos o de la programación de actividades del centro (geografía, historia, ciencias naturales, literatura, etc.) y con las prácticas y actividades escolares o extraescolares y residenciales (comedor escolar, jardinería, visitas cul­turales).

Por la enseñanza directa.

  • Como una asignatura o una actividad más.

· A través de los servicios de higiene escolar.

· Aprovechando todos los con­tactos del niño con aquellos: reconocimientos médicos, vacunaciones, colabora­ciones especiales mediante charlas, exposiciones o visitas, asistencia en caso de accidente o enfermedad, etc

6. CONTRIBUCIÓN DE LOS SERVICIOS DE SALUD EN LA EDUCACIÓN PARA LA SALUD.

Tres campos fundamentales de actuación tiene el personal de los servicios sani­tarios en materia de educación sanitaria en la escuela;

Con el personal educativo

El maestro y el personal educativo poseen la técnica educativa y la metodología. El personal sanitario les puede proporcionar el contenido, bien durante los estudios de grado, bien en cursos de formación continuada durante la actividad profesional del personal de centros.

El personal sanitario puede detectar, a través de sus contactos con otros ser­vicios educativos y sanitarios, los temas de educación para la salud que en ese ambiente pueden ser más interesantes o prioritarios.

Así, los programas de salud materno-infantil y de salud escolar que se llevan a cabo en los Centros de Salud, pueden ser extrapolados, con las peculiaridades de cada caso, a todas las instituciones educativas.

De las buenas relaciones y contactos periódicos entre el personal educativo y el sanitario, y de su esfuerzo personal en este campo, puede conseguir des­pertar en el maestro el interés que redundará en una mejor educación sanitaria del alumno y una mayor colaboración con los servicios de sanidad escolar en cuantas actividades se emprendan para mejorar las condiciones higiénicas de la escuela, vacunaciones, detección precoz de enfermedades y defectos, etc.

Con los padres

Las relaciones entre padres, personal del centro y servicios sanitarios son indispensa­bles para mantener un buen nivel de aprovechamiento escolar y un buen nivel de educación sanitaria y de salud de los niños.

En muchas ocasiones, lo que aprende en la escuela o en el centro puede estar en desacuerdo con lo que se piensa o se hace en su casa.

Las pautas de conducta y la escala de valores pueden ser muy distintas y crear en los niños inseguridad. Conviene que se emprendan actividades de educación sanitaria con los padres, al menos, en el sentido de mantenerlos informados de los temas fundamentales o que se vayan a tratar en la escuela: vacunaciones, reconoci­mientos, pediculosis, alimentación, ejercicio físico, educación sexual, etc.

Es indudable que cuando el nivel educacional del hogar es deficiente y los padres están orgullosos de las adquisiciones en materia de educación de sus hijos, se puede hacer una importante transmisión de conocimientos y actitudes a través de éstos al medio familiar, pero también, por desgracia, es frecuente que los padres con los que no se ha contado, desarrollen actitudes negativas y, a veces, incluso violentas contra pautas de conducta adquiridas por los niños en la escuela.

Es, por tanto, muy conveniente intentar la participación de los padres en cuantos programas de educación sanitaria se lleven a cabo en la escuela o en los centros con la intensidad que sea posible, pero, al menos, informándoles del esfuerzo que se pretende realizar y de los temas que van a desarrollarse.

Con los niños y niñas.

Dos razones fundamentales aconsejan que los servicios de sanidad no se ocupen directamente de la educación sanitaria de los niños. La primera y principal es la necesidad de integrar la educación para la salud en la educación general, que es función específica del maestro y del persona educativo. La segunda es la imposibilidad material de realizarlo, dado el escaso número de profesionales de que podría disponerse. (El hecho de que el personal de salud no esté especialmente prepa­rado para la labor docente podría subsanarse mediante un esfuerzo de forma­ción del mismo en este campo concreto.)

Este planteamiento general no excluye la colaboración esporádica en deter­minados casos, como la aparición de una epidemia en la escuela o en la comu­nidad, actividades especiales, etc.

Todo acontecimiento de la comunidad que pueda aprovecharse para despertar interés por la salud y su autocuidado debe utili­zarse.

7. EL PROGRAMA DE ATENCIÓN AL NIÑO DEL SISTEMA NACIONAL DE SALUD

El Programa de Atención al Niño, elaborado por el Ministerio de Sanidad fija como propósito del programa «contribuir a elevar el nivel de la salud de la población, principalmente a través de la disminución de la morbimortalidad del niño en sus distintas etapas (lactante, preescolar, escolar y adolescente), mediante acciones de promoción, prevención y recuperación de la salud del niño, las cuales deberán estar estrechamente vinculadas a las demás acciones de salud que se realicen en la Atención Primaria de Salud respecto al resto de la población y el medio, en coordinación con los otros niveles de atención y con la participación activa de la población».

Los objetivos específicos podrían ser los siguientes:

  • Contribuir a la disminución de la morbimortalidad perinatal, incidiendo sobre los problemas prevalentes en la zona.
  • Promover la lactancia materna.
  • Contribuir a la disminución de la morbimortalidad del lactante, preescolar, escolar y adolescente, incidiendo sobre los problemas prevalentes en la zona en cada etapa (enfermedades infecciosas, accidentes, anomalías congénitas y hereditarias, tumores malignos, trastornos nutricionales, retraso en el desarrollo psicomotor, alteraciones del crecimiento y el desarrollo, alteraciones en la salud mental, alteraciones en el aparato locomotor, alteraciones visuales y auditivas, trastornos de la salud dental, consumo de drogas, etc.)
  • Contribuir a la mejora de la nutrición infantil y principalmente en el primer año de vida.
  • Lograr un nivel inmunitario adecuado en la población infantil.
  • Contribuir a que el medio donde vive y estudia el niño y adolescente sea saludable.
  • Fomentar la adquisición de conocimientos, actitudes y hábitos positivos de salud en la población infantil y adolescente.
  • Contribuir a fomentar la participación activa de toda la población, principalmente padres y educadores, en cuantas actividades sean necesarias para promover la salud de los niños y adolescentes.
  • Contribuir a la vigilancia epidemiológica de la zona de salud.

Como actividades del programa a modo indicativo se proponen las siguientes:

  • Captación precoz del recién nacido: a través de la consulta de embarazo, mediante educación para la salud individual y colectiva.
  • Control periódico del niño sano (para prevenir y detectar precozmente anomalías).
  • Detección precoz y captación de los niños de alto riesgo (recién nacidos de bajo peso al nacer, niños malnutridos, niños con enfermedades crónicas…).
  • Control y seguimiento de niños de alto riesgo y con enfermedades crónicas.
  • Vacunaciones sistemáticas según el calendario oficial.
  • Profilaxis de la caries dental (revisiones, coordinación con los maestros y padres…).
  • Atención según demanda por problemas del niño.
  • Visita a domicilio para detectar factores de riesgo, ofrecer y estimular apoyo familiar, brindar cuidados médicos o de Enfermería si fuera preciso:
    1. Visita al recién nacido.
    2. Visita a niños con patología crónica: accidentes domésticos, infecciones de repetición, desnutrición, retrasos psicomotores, subnormalidad…
    3. Visita a niños con riesgo sociocultural: padres de bajo nivel económico, bajo nivel de instrucción de los padres, niños con riesgo social (huérfanos, padres menores, etc.).
    4. Visita a niños con riesgo psíquico.
  • Rehabilitación y reinserción social a los niños que lo requieran, en coordinación con otras instituciones sanitarias y/o sociales.
  • Colaborar con el programa de atención a la mujer.
  • Intervención en el medio: para promover la organización de la comunidad, y cuantas actividades sociosanitarias sean necesarias para favorecer la salud del niño. Estas actividades se realizarán en colaboración con el programa de atención al medio y en coordinación con diversas entidades locales.
  • Educación para la salud (sobre: nutrición, higiene, vacunación, seguridad frente a accidentes, enfermedades más frecuentes, planificación familiar, derechos del niño…). o interconsulta con especialistas según necesidades en el Centro de Salud para la resolución de casos.
  • Remisión de problemas susceptibles de atención en el nivel especializado, procurando evitar en lo posible las hospitalizaciones por las repercusiones psicológicas en el niño.
  • Seguimiento adecuado de los niños que hayan sido remitidos al nivel especializado, mediante el contacto directo con hospital de referencia o recabando informe de alta.
  • Análisis de las defunciones.
  • Registro de actividades para la vigilancia epidemiológica de la Zona y toma correcta de decisiones.

El programa de atención al niño comprende la siguiente cartera de servicios:

  1. Consulta a niños.
  2. Vacunaciones.
  3. Revisiones niño sano (0-23 meses).
  4. Revisiones niño sano (2-5 años).
  5. Revisiones niño sano (6-14 años).
  6. Aplicación de flúor tópico.
  7. Sellado de fisuras.
  8. Obturación del molar de 6 años.

7. LOS PRINCIPALES ELEMENTOS QUE PUEDEN FAVORECER EL DESARROLLO DE LA SALUD INFANTIL.

  1. El entorno social del niño: adultos y otros iguales con los que se relaciona, estructura de los grupos sociales en los que está inmerso, ambiente cultural y económico, etc… Entorno en el que se adapte plenamente.
  2. Clima afectivo: ordenado y relajado, donde se sienta querido, protegido, seguro.
  3. Ambiente rico en estímulos de aprendizaje
  4. Posibilidades del ejercicio y del juego al aire libre.
  5. Actuación coordinada de los distintos adultos que están en relación con el niño
  6. La existencia de un programa de salud en los centros de atención Infantil
  7. Alimentación, higiene y descanso adecuados, y aprendizaje de los hábitos correspondientes.
  8. Entorno físico que pueda satisfacer sus necesidades, ubicación del centro, condiciones arquitectónicas y de mobiliario, organización de espacios.

El papel fundamental del personal educativo es crear las condiciones idóneas que, adaptadas a las necesidades del niño, procuren su bienestar, en definitiva su salud. Tiene un papel más preventivo que curativo, sin que ello signifique que en una situación de enfermedad no atienda al niño enfermo.

Se podrían señalar, como actuaciones concretas que promueven la salud las siguientes

  • Conocer y atender las necesidades propias de cada edad
  • Mantener conductas correctas frente a los niños: no se puede olvidar que el adulto supone un modelo para éstos.
  • Fomentar medidas higiénicas en el cuidado del ambiente y en la enseñanza de hábitos de higiene personal.
  • Procurar una actuación coordinada entre los educadores y padres.
  • Participar en la realización de un plan de salud según cada centro por parte del equipo en coordinación con el pediatra.
  • Elaborar un registro o expediente individual de cada niño.
  • Realizar una observación continuada del niño.
  • Estar alerta para la detección de cualquier carencia en el niño y canalizar rápidamente la denuncia correspondiente para la intervención inmediata.
  • Tener conocimientos de los factores que influyen en la salud de la infancia para poder crear un ambiente favorecedor de la misma.

La actitud de desear estar sano/a es muy importante de cara a que los conocimientos adquiridos se traduzcan en acciones concretas. El saber como alcanzar la salud conlleva una intervención de transformación o reforzamiento de los factores que influyen en la salud; intervención en gran medida comunitaria, ya que el grado de salud también depende de factores sociales.

8. LOS CRIBAJES DE SALUD MÁS IMPORTANTES EN SALUD INFANTIL

Cribaje neonatal de hipotiroidismo y fenilcetonuria

Debe practicarse sistemáticamente a todos los recién nacidos.

Promoción de la lactancia materna y supervisión de la alimentación durante el primer año de vida

Entre sus ventajas, respecto a la artificial, están la especificidad biológica y nutricional, la contribución al vínculo psicológico, los factores de resistencia inmunológica y el posible efecto de prevención de alergia alimentaria.

A partir de los 5 ó 6 meses las necesidades nutricionales imponen la intro­ducción de alimentación complementaria. La incorporación de nuevos alimen­tos debe ser supervisada por el médico (o por la enfermera si existe una pauta protocolizada), asesorando claramente a los padres y educadores en cada con­trol de salud.

Profilaxis antirraquítica

Se procurará una ingesta diaria mínima de 400 unidades de vitamina D en los lactantes menores de un año. No deben aportarse cantidades excesivas sin motivo justificado, dada su posible toxicidad.

Supervisión del estado nutricional, crecimiento y desarrollo

En todos los controles de salud a menores de 2 años se incluirá una somatometría que comprenderá: talla, peso y perímetro cefálico.

A partir de los 2 años incluirá peso y talla.

Después de los 6 años tiene gran importancia la prevención de la obesidad, ya que en esta época aumenta la incidencia con un pico en la pubertad. Parece que la obesidad durante la adolescencia en los varones aumenta por sí misma la morbimortalidad en la edad adulta.

En caso de retraso pondoestatural se procederá al estudio y tratamiento per­tinente.

La normalidad del desarrollo puberal en ambos sexos será valorada confor­me a las tablas de Tanner.

Detección precoz del retraso psicomotor, trastornos del lenguaje y aprendizaje

Los retrasos son subsidiarios de rehabilitación en equipos de Atención Tempra­na y, por tanto, deben diagnosticarse lo antes posible.

El desarrollo psicomotor se valora en cuatro áreas: lenguaje, motricidad gruesa, coordinación visualmotriz y psicosociabilidad. Dentro de las actividades preventivas es inexcusable la valoración seriada (test de Denver y otros) del desarrollo psicomotor, con un mínimo de 3 valoraciones en los primeros 6 meses, 4 entre los 6 y los 24 meses y 2 entre los 2 y 6 años.

En la valoración de trastornos del lenguaje, los ítems más fáciles de identifi­car son el mutismo por encima de los 18 meses y el lenguaje ininteligible a los 3 años.

En los controles periódicos a partir de los 6 años se investigará el rendimien­to escolar. Los trastornos específicos como dislexia, dislalia y disgrafía deben ser abordados con el apoyo de un psicopedagogo y un logopeda. En caso de déficit de atención con hiperactividad será preciso recurrir al psiquiatra infantil.

El fracaso escolar en un niño con capacidad mental suficiente y sin trastor­nos específicos del aprendizaje, es un problema frecuente y multifactorial; des­cartados problemas médicos compete plenamente a los educadores y padres la valoración y resolución pertinente.

Cribaje de cardiopatías congénitas

Afectan al 1% de los recién nacidos vivos, siendo el defecto septal ventricular la más frecuente. Se debe efectuar una completa exploración cardiovascular en las tres primeras semanas de vida y valoraciones periódicas en sucesivos controles de salud.

Detección precoz de hipertensión arterial

La hipertensión en la infancia suele ser secundaria y, por tanto, corregible en gran número de casos. Se aconseja realizar, al menos, un control entre los 3 y 6 años y otro entre los 11 y 14 para descartar HTA esencial o secundaria a coarta­ción de aorta, nefropatías, feocromocitoma, etc.

Cribaje de la luxación congénita de cadera

Es importante la detección precoz ya que la prevalencia es relativamente alta y el 50% de las coxartrosis del adulto se atribuyen a displasias congénitas.

Se efectuará exploración al recién nacido y en todos los controles de salud hasta el año de edad.

Cribaje de escoliosis

Afecta a un 3% de los adolescentes, con predominio femenino. Puede haber una progresión acelerada durante la fase de crecimiento puberal rápido.

Se efectuarán dos exploraciones entre los 11 y 14 años, con seguimiento anual en los casos de escoliosis leves.

Anomalías genitales

Deben ser bien valoradas, ya que se aso­cian con frecuencia a infertilidad y neoplasias gonadales. A tener en cuenta: genitales ambiguos, micropene, hipertrofia de clítoris, himen imperforado,…

Salud bucodental

Menores de 2 años

Exploración neonatal de la cavidad oral.

Seguimiento de la erupción de los dientes de leche: la cronología normal es muy variable, considerándose anormal la falta de erupción de la primera pieza a los 15 meses y la ausencia de alguna de las 20 piezas a los dos años y medio.

Profilaxis de la caries con medidas higiénico-dietéticas, información a los padres sobre alimentos cariogénicos y suplementos de flúor en función del contenido existente en las aguas de bebida de la red pública en el habitat del niño.

Entre 2 y 6 años

Exploración, profilaxis e información como en el apartado anterior.

Inicio del cepillado dental sin pasta. Comenzará a usar pasta dental con flúor cuando sepa enjuagarse la boca correctamente, sin tragársela (alrede­dor de los 5 años) y se aconsejará el cepillado después de cada comida.

Especialmente en zonas con agua sin flúor, aplicación de flúor tópico, a tra­vés de dentífricos, colutorios o geles de flúor.

Entre 6 y 14 años

Además de las medidas anteriores, las siguientes:

Exploración bucal para detectar la presencia de sarro, flemones, abscesos periodontales, gingivitis, caries, mal-oclusiones y mal-posiciones.

Refuerzo de las técnicas de cepillado y uso de seda dental y pastillas detecto-ras de placa bacteriana,

Detección de anomalías oculares

Cribaje de estrabismo, ambliopía, defectos de refracción y daltonismo mediante exploración ocular y tests específicos.

Cribaje de hipoacusia

La valoración subjetiva de la audición es difícil y poco sensible como método de cribaje. Por ello, en los grupos de alto riesgo, hay que realizar pruebas objetivas como el estudio de potenciales evocados auditivos. Audiometrías convenciona­les en los mayores de 4 ó 5 años.

Vacunaciones

Se procederá según el calendario en vigor en cada autonomía y se completará el calendario en los niños mal vacunados.

Vacunaciones especiales en grupos de alto riesgo

BCG

Se puede plantear la vacunación en casos concretos como los recién nacidos o niños tuberculín – negativos en estrecho contacto con adultos bacilíferos no tratados o parcialmente tratados y que no son accesibles al control médico periódico.

Antigripal

Debe administrarse a niños de más de 6 meses cuando exista riesgo especial como cardiopatía con repercusión clínica, enfermedad respiratoria crónica (asma, fibrosis quística, bronquiectasias), diabetes, nefropatías, patología neuromuscular grave, tratamiento con salicilatos en época de epidemia.

Para asegurar mayor eficacia deben vacunarse también todos los que convi­ven con el niño.

Antineumocócica

Administrar a niños mayores de 2 años con riesgos similares a los descritos en al apartado de vacunación antigripal.

Prevención de accidentes

Deberá informarse detalladamente a los padres y educadores de las precaucio­nes a tomar según la edad del niño.

Menores de 2 años

  • Seguridad en el automóvil.
  • Temperatura del agua del baño.
  • Seguridad en las piscinas.
  • Prevención de incendios.
  • Elementos peligrosos del hogar o la institución infantil.

Almacenamiento de medicamentos y sustancias tóxicas (limpieza, pintura, pegamentos,

etc.). Es muy importante tener a mano el teléfono del Instituto de Toxicología.

De 2 a 6 años

Además de las anteriores:

  • Educación vial.

De 6 a 14 años

Además de las anteriores:

  • Seguridad en bicicleta y ciclomotor.
  • Prevención de conductas violentas y uso de armas en adolescentes.

Prevención del tabaquismo activo y pasivo

Se efectuará consejo antitabáquico a padres y educadores desde el primer con­trol de salud, advirtiendo el peligro de la exposición del niño al humo. En cual­quier caso, mantener las habitaciones convenientemente ventiladas.

Se debe informar con claridad al niño y al adolescente sobre los riesgos que conlleva fumar y sobre los que afectan a los fumadores pasivos.

Prevención del abuso de alcohol y otras sustancias

Se informará al niño y adolescente de los riesgos del consumo de alcohol y otras sustancias y de su relación con conductas y hábitos de riesgo.

Prevención del cáncer de piel

Evitar las quemaduras solares, especialmente en niños de alto riesgo (piel muy blanca, nevus abundantes o con antecedentes familiares de nevus o melanoma). Cuando la exposición al sol sea importante deben usarse fotoprotectores efica­ces.

Prevención de la arteriosclerosis

La estrategia generalizada de prevención incluye:

    • Desaconsejar el consumo de tabaco y el abuso de alcohol.
    • Evitar la obesidad.
    • Estimular el ejercicio físico moderado y regular.
    • Promover una dieta variada que incluya todos los grupos de alimentos, limite el exceso de sal y comidas hipercalóricas y fomente el uso del acei­te de oliva, pescado, cereales, etc.
    • Detección de familias portadoras de formas hereditarias de hiperlipidemias aterogénicas.

La estrategia de alto riesgo requiere recogida exahustiva de antecedentes familiares y cribaje de hipercolesterolemia, a partir de los 2 años de edad, en casos de hiperlipidemia y de antecedentes familiares de cardiopatía isquémica precoz.

Detección de malos tratos y/o falta de cuidados del niño

La detección del maltrato físico o psíquico, la falta de cuidados y el abuso sexual de los niños es una actividad obligada en los programas preventivos para la infancia y la adolescencia. Es obligación de sanitarios y educadores intentar detectar aquellos niños y adolescentes que pertenecen a grupos de riesgo y sos­pechar lo antes posible ante signos de maltrato.

Grupos de riesgo

  • Embarazos próximos no deseados y múltiples.
  • Hijos no deseados.
  • Separación de la madre.
  • Hijo en período neonatal.
  • Antecedentes de hermanos maltratados o fallecidos en circunstancias no aclaradas.
  • Menores con carencias básicas de nutrición, higiene y cuidados.
  • Menores sin escolarizar o con alto grado de absentismo escolar.
  • Familias en las que alguno de los progenitores padece una enfermedad mental grave, alcoholismo o cualquier otra drogodependencia.
  • Familias formadas por adultos incapaces, retrasados mentales o irrespon­sables y agresivos.
  • Situación familiar de paro, mendicidad o delincuencia.

Signos de alerta

  • Lesiones físicas causadas por accidente, sobre todo si se repiten.
  • Enfermedades inexplicables que mejoran sistemáticamente en los ingre­sos hospitalarios.
  • Enfermedades de transmisión sexual o lesiones en la región anogenital.
  • Trastornos mentales o de conducta en un niño con familia de riesgo.

Actitud ante la sospecha de maltrato

Ingreso hospitalario, denuncia judicial e intervención de Servicios Sociales y Salud Mental.

Actitud ante una familia de riesgo

Plantearse controles de salud más frecuentes con apoyo de trabajadores socia­les, psicólogos y psiquiatras.

Apoyar a los padres en lo posible para que sean más capaces de cuidar y educar a sus hijos.

Prevención y detección precoz de la ferropenia

Existen factores de riesgo por prematuridad, bajo peso, hemorragias uteroplacentarias, alimentación inadecuada a la edad y necesidades del niño, uso pro­longado de AINEs, infecciones frecuentes, etc.

Se hará profilaxis con hierro oral en los casos que lo precisen y recomenda­ciones dietéticas adecuadas.

Prevención de la alergia en grupos de riesgo

Son factores predisponentes a la sensibilización: sexo masculino, antecedentes familiares, alteraciones inmunológicas, lactancia artificial, infecciones respirato­rias y digestivas, humo de tabaco, nivel socioeconómico.

Se intentará descartar lo antes posible para iniciar terapia y profilaxis adecuada.

Cribaje tuberculínico

Se efectuará sólo en zonas donde la prevalencia de infección sea mayor del 1% en escolares. Se hará de forma rutinaria a los 6, 11 y 14 años, y en cualquier otro momento en niños de riesgo (hijos de portadores VIH, adictos a drogas, grupos marginales y nivel socioeconómico muy bajo) o ante la sospecha de contacto con enfermo de tuberculosis y/o bacilífero.

9. LA EDUCACIÓN PARA LA SALUD Y LA IMPORTANCIA DE LAS RUTINAS

El niño/a necesita una serie de cuidados que le ayuden a formarse como persona saludable y en los cuales se encuentran implicados multitud de factores diversos.

Además de proporcionarle cuidados se deben evitar todos aquellos otros factores que entorpezcan la marcha correcta de su desarrollo físico y mental, procurando que alcance el máximo de sus capacidades.

Este proceso de adquisición de hábitos de cuidados básicos se lleva a cabo estableciendo en todo el proceso educativo una serie de rutinas que permiten planificadamente la adquisición gradual de los mismos.

Se entiende por rutina, el hábito de hacer algo de forma mecánica, sistemática y continua a lo largo de la jornada y en el transcurso de los días:

  • Permiten a los niños/as fijar secuencias y “modos de hacer”, que les otorgan gran seguridad y confianza en sí mismos.
  • Permiten percibir pautas de estructuración en la organización temporal.
  • Permite a los niños/as prevenir y anticiparse a situaciones, así como orientarse en el tiempo y en el espacio.
  • Refuerzan los hábitos que generalmente les acompañan

En general, las rutinas cotidianas iniciales surgen con la intención de satisfacer las necesidades más primarias como son: sueño, alimentación e higiene y vestido. Deben generar climas seguros estables y alegres, facilitando la creación de hábitos y modos de actuar de los niños /as.

Estableciendo rutinas, los niños adquieren seguridad, van interiorizando las nociones temporales y puedan anticipar lo que vendrá después. A medida que vayan creciendo deberán ir organizando su tiempo hasta llegar a establecer su propio plan.

LA ALIMENTACIÓN

En la evolución de los seres vivos, la especie humana ha adquirido la capacidad de utilizar para su nutrición alimentos de origen muy diverso, tanto animal como vegetal, lo que ha permitido adaptarse a las condiciones más extremas.

Aún cuando no varíen estas condiciones, el mismo individuo no se alimenta de igual forma en tas distintas etapas de su vida.

Los requerimientos calóricos de un organismo en crecimiento dependen de cinco factores:

  1. El metabolismo basal: el gasto calórico que el organismo mantiene durante el reposo absoluto, tanto físico como psíquico. Este metabolismo varía con la edad, y está en relación con la velocidad de crecimiento, de modo que durante los 18 primeros meses de edad se estima que el gasto basal diario es de unas 75 calorías por kilogramo de peso, disminuyendo a partir de entonces de forma gradual, hasta reducirse a 25 ó 30 calorías por kilogramo en la edad adulta, una vez concluido el crecimiento
  2. Requerimientos para la actividad: se calcula que son del orden de 20 calorías/Kg. de peso y por día durante los primeros 12 meses; pero estos requerimientos varían de un día a otro en el mismo niño, y son muy diferentes de un niño a otro
  3. Requerimientos para el crecimiento: varían considerablemente con la edad, pudiendo admitirse como regla general que, durante la primera infancia, por cada gramo de peso corporal adquirido se necesitan aproximadamente 2,5 calorías.
  4. Requerimientos derivados de las pérdidas por las excretas: en condiciones normales, un 10 % de los alimentos ingeridos se pierden por las excretas. En aquellas situaciones en las que existan alteraciones en la digestión o en la absorción de los alimentos, estas pérdidas pueden ser muy superiores.
  5. Requerimientos para cubrir la acción dinámico-específica: se refiere al gasto que se produce a causa del trabajo que supone la ingestión, digestión y absorción de los alimentos. Este gasto en una dieta normal oscila entre las 4 y 8 calorías/ Kg. de peso y por día.

PLANIFICACIÓN DE MENÚS: ALIMENTACIÓN EQUILIBRADA.

Debemos tener en cuenta que las proteínas, los glúcidos y los lípidos tienen valor calórico y nutritivo, mientras que las vitaminas, las sales minerales y el agua sólo tienen valor nutritivo.

Cuando el soporte calórico es bajo el crecimiento sufre perturbaciones. Las necesidades calóricas son muy elevadas desde el nacimiento del niño (entre 120 y las 105 calorías por kilogramo de peso al día). De los 2 a los 6 años las calorías diarias se calculan entre 1.300 y 1.800, aunque hay que tener en cuenta que las necesidades calóricas están en función del gasto de energía que se realice.

Las necesidades de proteínas se sitúan entre 14 gramos del nacimiento a los 6 meses, y 20 gramos de los 4 a 6 años, aproximadamente.

Los glúcidos deben representar de 60 a 100 gramos por día: los lípidos constituirán el 15% de la energía absorbida al día.

Cuando bajan las calorías procedentes de los glúcidos y lípidos, el organismo utiliza sus propias proteínas; a su vez, el exceso de calorías se trasforma en ocasiones en grasas.

Como sabemos los lípidos y los glúcidos aportan la energía necesaria para el crecimiento y la multiplicación de las células. No obstante, el consumo de ácidos grasos saturados (sobre todo de origen animal) debe controlarse a consecuencia de los riesgos cardíacos que conlleva. Cuando el consumo de calorías es superior a su gasto, se origina la obesidad.

Además se ha demostrado que el consumo de ácidos grasos insaturados (aceite de oliva, pescado azul,..) disminuye el tipo de colesterol perjudicial. Asimismo, la ingesta de cereales y de todo tipo de fibras aumenta la cantidad de celulosa, la cual favorece la digestión.

Una dieta equilibrada consiste en consumir tanto en cantidad como en variedad los alimentos suficientes para poder desarrollarnos con normalidad, teniendo en cuenta la edad, sexo, el lugar donde vivimos, la actividad física a realizar, el trabajo y las posibles situaciones fisiológicas que pueden acontecer en la vida de un ser humano (crecimiento, lactancia, gestación,…)

Una dieta equilibrada habrá de elaborarse teniendo en cuenta algunos principios nutricionales básicos:

— Adaptarse a los requerimientos nutricionales de cada niño

— Respetar los hábitos alimenticios y condiciones socioeconómicas del sujeto.

— Variar la ingesta de tal forma que no reciba más de un 25% de calorías de un solo tipo de alimentos.

— Repartir las calorías de forma equilibrada, en los niños de edad inferior a los 2 años, en las diferentes comidas diarias.

— Tener preocupación con los alimentos envasados ya que suelen tener gran cantidad de sal así como conservantes y colorantes artificiales.

— Existir un equilibrio entre el aporte de calorías y el de proteínas.

— Existir un equilibrio entre el aporte de ácidos grasos saturados y poliinsaturados.

— Aportar suficiente cantidad de vitaminas, minerales, fibra y agua.

Para facilitar tener una dieta equilibrada, los alimentos se dividen en siete grupos fundamentales, debiendo existir uno o dos alimentos de cada grupo diariamente.

1. Leche y derivados lácteos

2. Carnes, pescados y huevos

3. Tubérculos, legumbres y frutos secos

4. Verduras y hortalizas

5. Frutas

6. Cereales

7. Aceite y mantequilla

LA HORA DE COMER COMO MOMENTO EDUCATIVO

El momento de la comida es especialmente significativo para niños/as. La comida puede contribuir a proporcio­narles un sentimiento de bienestar. El momento de la comida debe ser un momento de especial relación y comunicación, donde se adquieran hábitos de autonomía y de rela­ción social. Se destinará un lugar adecuado para comer, dedicando el tiempo necesa­rio para hacerlo. No deberá intervenir otro personal ajeno a los educadores y se debe­rá contar para su organización con la participación de los niños o adolescentes.

Los momentos de la comida son también especialmente significativos para los niños más pequeños, ya que en ellos se va afianzando la relación con las figuras cuidadoras. Esto deberá tenerse en cuenta tanto para evitar una rotación excesiva del personal, como para cuidar las formas de interacción del personal con el niño.

Una de las rutinas fundamentales en la etapa infantil la constituyen las horas de comer por la importancia que tiene en el proceso de autonomía y desarrollo personal y social de los más pequeños. Para ello es fundamental que los educadores concedan a estos momentos todo el valor y atención que merecen potenciando su valor educativo.

La consideración educativa de las horas de comer es una fuente importante de trabajo que facilita la experimentación y el progreso de los niños en cuanto puede propiciar el desarrollo de una gran cantidad de hábitos, destrezas, actitudes, conceptos, etc.

La planificación de las experiencias de alimentación y nutrición en los centros consiste en líneas generales en:

— Personalización: el educador/auxiliar debe procurar que el tema de alimentos y nutrición sea algo individual y encargará de informarse de los alimentos que el niño conoce y habitualmente come. Así le podrá proporcionar nuevas experiencias concretas y directas con las comidas (no de palabra o con fotos sino con alimentos reales que pueda comer, oler, tocar, ver)

— Simplificación: hay que explicar y aclarar los conceptos de alimentación y nutrición en función de la capacidad cognitiva de cada niño.

— Escenificación: la participación de los padres y cuidadores les despertará un mayor interés sobre los alimentos y la nutrición y se podrán representar y dramatizar multitud de situaciones.

— Movilización: el cuidador debe aprovechar los recursos disponibles, humanos y materiales, para que los niños capten conceptos de alimentación y nutrición.

El primer recurso será el propio cuidador ya que servirá de modelo de hábitos de alimentación que se desea fomentar en los niños.

En este sentido las orientaciones generales que podríamos desarrollar podrían ser:

— La función del personal educativo será seleccionar los hábitos que desee fomentar en los niños y temporizarlos (de manera flexible) sin exigir al niño avances inesperados.

— No coartar al niño, sino, que sea él quien experimente sensaciones para el desarrollo de estos hábitos, valorando en todo momento los esfuerzos que realice.

— Establecer un clima de afecto y diálogo. La comida tienen tanto de acto individual como de social y los niños han de percibirlo así.

— Es importante que la hora de la comida no se convierte en una amenaza para el niño, pero tampoco en angustia para el adulto. Por lo tanto, es importante no perder nunca la calma.

— Valorar cada esfuerzo logrado adquiriendo el hábito, reforzándolo, especialmente cuando le haya costado trabajo adquirirlo.

— Resulta también importante establecer un clima de diálogo constante con los padres, en torno aquellos hábitos en los que la experiencia permite constatar que hay dificultad por parte de los niños.

La alimentación es la primera necesidad física y como tal debe ser atendida de forma adecuada, teniendo siempre en cuenta la edad cronológica de los niños v su desarrollo madurativo.

Ha de ser la primera fuente de placer, con los más pequeños, fomentando un contacto íntimo v estimulante.

La comida debe convertirse en un momento de bienestar, de especial relación y comunicación, donde también se adquieren hábitos de autonomía personal y de relación social.

Por todo esto, la comida se convierte en una actividad muy importante que se debe programar y planificar de forma especial.

Para los mas pequeños es fundamental no forzar su alimentación, debemos respetar su secuencia madurativa y vigilar los trastornos madurativos gastrointestinales: vómitos, diarreas, estreñimientos, etc… cuando aparecen con gran frecuencia o intensidad.

Cuando un niño no quiere comer hay que buscar las causas de la inapetencia, puede ser debido a una situación excepcional, que se deba sólo a cansancio o exceso de sueño,… o bien puede tener otros motivos de tipo orgánico o afectivo.

Hacia los 10 meses los niños quieren participar en la comida, entre los 18 meses y los 2 años el niño podrá comer solo con otros niños en una mesa y con un adulto que le ayude.

A los 3 años el niño debe ser autónomo y participar y colaborar en las tareas de poner y quitar la mesa, llevar el plato, etc… es importante dar responsabilidades a los más mayores para implicarles en el momento de la comida.

Los cambios en la alimentación se harán siempre lentamente y de forma gradual: de biberón a cuchara, de dulce a salado, de puré a sólido, etc…

Para los mayores , fundamentalmente ha de considerarse desde 2 puntos de vista, por un lado lo referente a la adquisición de buenos hábitos alimenticios y de una dieta equilibrada en una edad en la que la alimentación desempeña un papel importante para el adecuado desarrollo físico y psicológico. Por otro, todo lo relacionado con las habilidades y normas sociales relativas a la comida: comer con limpieza, usar un tono de voz adecuado, respeto a los que comparten la mesa, utilización y buen uso de cubiertos y vajilla, etc …

Es importante enfatizar la aparición de ciertos conflictos relacionados con la alimentación, frecuentes en esta edad, que hacen necesaria la intervención educativa: problemas que conllevan las dietas de adelgazamiento, la inapetencia causada por conflictos afectivos, aparición de trastornos alimenticios más serios que requieren la intervención especializada: anorexia o bulimia.

Se atenderá a las necesidades nutricionales, de salud, evolutivas, sociales, culturales, educativas y emocionales de los niños tanto en la planificación y preparación de las comidas como en el momento de las mismas. Entre estas necesidades debe contemplarse la educación en hábitos saludables de ali­mentación.

La dieta alimenticia deberá cubrir las necesidades de nutrición, en cuanto a cantidad y variedad de alimentos, reconociendo las diferentes necesidades de los niños en cuan­to a cantidad. Una vez aseguradas las necesidades nutritivas, el menú también ha de responder a las costumbres culturales y preferencias de los niños. La comida estará bien elaborada, y resultará atractiva, estimulando a los menores, en lugar de presionar, a probar diferentes comidas.

En relación a la educación de los menores, ésta debe contemplar tanto la promoción de hábitos de alimentación saludables, como la adquisición de habilidades para ali­mentarse, según su momento evolutivo (desde comer solo hasta preparar la comida).

Para el control dietético de los menús y para la prevención de trastornos alimentarios, el Centro debería contar con el asesoramiento de personal competente en estos ámbitos.

LA HIGIENE INFANTIL

Es otro aspecto a tener en cuenta por el personal educativo. Comprende el estudio y la planificación de todas las medidas que fomentan y conservan la salud, y previenen las enfermedades en la infancia, por ser ésta una etapa del desarrollo evolutivo caracterizada, entre otras, por el tamaño, por la inmadurez general, que hace que el sujeto sea pasivo y dependiente -La higiene infantil comprende el aseo corporal y la higiene del vestido.

Las actividades realizadas para la higiene personal tienen como finalidad eliminar la suciedad y los gérmenes, facilitar las funciones de la piel (protección, secreción, etc…) y conseguir que el niño, mediante la repetición de las mismas, las llegue a realizar de forma autónoma e independiente, adquiriendo unos hábitos de higiene.

Se atenderá a las necesidades de higiene de los menores, proporcionando los cuidados necesarios al respecto en las primeras edades y procurando la edu­cación y la supervisión necesarias para que el niño vaya adquiriendo hábitos y habilidades de autocuidado.

Las actividades de higiene y arreglo personal deben entenderse en relación con la salud y el bienestar del niño, con sentirse cuidado y estimado, y de ese modo deben proporcionarse y enseñarse. Se procurará que el niño capte el aspecto placentero de la higiene y se favorecerá la autonomía en el aseo y en el vestir.

Los bebés serán cambiados cuantas veces sea necesario y el baño será diario a car­go siempre del mismo educador en cada turno, pues para el bebé es importante reco­nocer los mismos gestos y ritmo en su cuidador.

Los niños desde temprana edad irán adquiriendo, con el apoyo y la supervisión de los educadores, los hábitos de higiene más comunes: control de esfínteres, ducha, o baño diario, lavado frecuente de cabeza, limpieza periódica de dientes y manos, cam­bio frecuente de ropa interior. Debe evitarse el intercambio de instrumentos de aseo.

En el momento del ingreso se procurará que el niño o adolescente disponga de un equipo completo de ropa y de aseo y de un lugar adecuado para guardarlo. La ropa será similar en estilo, calidad y cantidad a la utilizada por los otros niños en la comuni­dad. Debe entenderse que la vestimenta no tiene sólo un valor de protección, sino que contribuye a los sentimientos de dignidad personal, de autoestima y de responsabilidad. Por ello, se le enseñará a usar ropa limpia y adecuada al momento y a la actividad, así como a vestirse de acuerdo a una estética adecuada a su físico y edad. Igualmente, se le facilitará y enseñará a cuidar su ropa y, en la medida de sus capacidades, a planifi­car, presupuestar y comprar su ropa.

Al principio, la realización de las actividades de aseo corre a cargo de los adultos responsables en cada ámbito (familiar, escolar, hospitalario, etc…); más tarde, aproximadamente a los 3 años, el niño colabora de forma activa, hasta los 5 años aproximadamente, en que puede comenzar su autonomía en el aseo, bajo observación.

Por último, el Centro contará con instalaciones adecuadas para desarrollar las habi­lidades de autocuidado en función de la edad de los menores.

Para los más pequeños, se debe procurar que la higiene sea una actividad agradable para el niño. Es el momento ideal para desarrollar aspectos afectivos, además, de brindarnos la oportunidad de evaluar y fomentar la motricidad, el lenguaje, etc… es decir, el desarrollo madurativo del niño.

Principios que se deben considerar en la higiene:

— El niño no debe ser manipulado como un objeto, sino realmente como un ser que siente, observa y comprende si se Ie proporciona el placer de hacerlo.

— Procuraremos conceder al niño todo el tiempo que haga falta, sin prisas.

— El aseo, salvo casos excepcionales, nunca se interrumpe. El Personal educativo terminará siempre al ritmo del niño lo que ha empezado con él.

— Haremos siempre partícipe al niño de lo que está sucediendo, a través de nuestro relato verbal, que acompañará a la acción, la presentación del objeto que va a ser utilizado: jabón, peine, esponja, etc… con una actitud de espera, de colaboración activa en sus gestos hasta llegar a la total autonomía, aproximadamente hacia los 7 años.

El baño es un momento del día en que el cuerpo del niño está totalmente desnudo y en contacto con elementos distintos. Debemos vigilar la temperatura del agua -38°C- y que el baño se realice a la misma hora, siguiendo así una frecuencia rítmica dentro del programa de actividades del día. Es mejor el baño que la ducha y dejar al niño mayor que disfrute con el agua evitando miedos y animándole a bañarse solo poco a poco.

Se introducirán en la bañera los juguetes y objetos que el niño desee. A los bebés debemos ofrecerlos una sujeción firme y segura generalmente bastará con una mano que les sujete la parte alta de la espalda y la cabeza, por la nuca. Al mismo tiempo les hablaremos y les acariciaremos suavemente. Después les envolveremos en una toalla y los secaremos con delicadeza, la voz, la caricia, las manifestaciones de cariño son un elemento fundamental de comunicación y compañía, de contenidos afectivos.

La higiene personal comprende varios aspectos en la vida de una persona: aseo corporal, limpieza de manos y cara, control de esfínteres, otros cuidados.

Aseo Corporal

Para iniciar al niño en su aseo corporal, es conveniente tener en cuenta una serie de premisas. Al principio la realización correrá a cargo de los más cercanos, como pue­den ser sus familias; no obstante, el auxiliar será el encargado en el centro educativo de llevar a cabo estos menesteres. Puede ocurrir que el centro tenga internado, por lo que los padres serían los segundos en ocuparse del niño, teniendo que seguir el mismo programa que el auxiliar. Ambas partes se mantendrán en coordinación.

Cuando el niño adquiera una madurez adecuada y comience a desarrollar ciertas habilidades con autonomía, se podrá intentar educarlo en su aseo corporal (esta­mos hablando de niños con trastornos leves). Para ello es necesario disponer de una bañera, cuyo suelo sea antideslizante (por posibles caídas), el agua se mantendrá a una temperatura de 38 °C y se aconseja el uso de jabones neutros que no irriten las mucosas (ojos).

Durante los primeros baños se le irá ayudando dirigiéndole la mano; a medida que pasen los días, se podrá observar cómo adquiere autonomía, dejando, progresi­vamente, que se vaya bañando solo. Hay que establecer unas normas generales para el baño:

— Se ha de llevar a cabo a la misma hora, que bien pudiera ser la última de la tarde.

— Utilizar actividades de juego (que meta en el baño juguetes), como medio fa­vorecedor para que el niño se acostumbre a bañarse.

— No dejar al niño en ningún momento solo, ya que es muy peligroso; cualquier percance puede hacerle perder confianza en sí mismo, con el consiguiente re­troceso en el aprendizaje.

— En la medida de sus capacidades, estimularle para que vaya limpiándose con la esponja o una manopla cada una de las partes de su cuerpo.

— Desarrollar el hábito de aseo personal como una necesidad y no como una imposición que le haga coger fobia al baño.

Para salir de la bañera es conveniente ayudarle hasta que consiga una plena autonomía.

— Es aconsejable el uso de una toalla grande para que le dé mayor autonomía de movimiento y no te suponga mucho esfuerzo.

Limpieza de manos y cara

La limpieza de las manos y de la cara es necesaria varias veces al día, razón por la que se ha de educar al niño específicamente en esta actividad y lo más pronto posible.

Vamos a explicar una serie de medidas que van a favorecer la limpieza:

— Es importante que el lavabo esté a la altura adecuada, y la toalla cerca del niño.

— Debemos contar con un espejo delante del niño para que pueda verse la cara cuando esté lavándose.

— El jabón que se debe utilizar no ha de molestar a los ojos y será neutro.

— Por último, nos colocaremos detrás del niño para explicarle y hacer con él (inicialmente) todo el proceso: una vez llenado el lavabo de agua tibia, el niño se mojará las manos y se las frotará una contra la otra; al principio le cogeremos ambas manos para ir dirigiéndole; posteriormente se las aclarará; a continuación podrá lavarse la cara y para ello utilizará una esponja o una manopla (debemos colocár­sela). Se irá frotando una mejilla, luego la otra, la barbilla, la nariz, etc., y así hasta terminar. Finalmente, aclarará la manopla en el agua y efectuará la misma opera­ción. Una vez acabada ésta, podrá coger la toalla y secarse adecuadamente.

Durante el desarrollo de este programa, además de ayudarle manualmente iremos dándole instrucciones verbales para ir indicándole los pasos a dar, así como para co­rregir malos hábitos previamente aprendidos. El proceso se repetirá tantas veces como sea necesario, hasta que el Auxiliar Educador pueda pasar a una segunda fase de ob­servador, interviniendo sólo en casos necesarios.

Otros cuidados de aseo

Limpieza de oídos: debe hacerse durante el baño y se secará con una toalla sua­ve. Esta limpieza es conveniente que la efectúen personas adultas hasta que se haga totalmente autónomo.

Limpieza de fosas nasales: hasta que el niño sepa hacerlo solo, se le ayudará con bastante frecuencia, pues suelen tener bastantes resfriados. Posteriormente, se les en­señará a sonarse y limpiarse la nariz, primero tapando una fosa nasal y luego la otra.

Limpieza de uñas: el aprendizaje de esta técnica será bastante tardío, ya que re­quiere cierta habilidad y destreza para coger las tijeras o el cortauñas.

Limpieza de la boca: en cuanto observemos la buena disposición del niño, po­demos iniciarlo en el cepillado de dientes. Para ello hay que humedecer el cepillo de dientes y echar pasta dentífrica; después, se cepillará de arriba hacia abajo, pasando a la parte externa y luego a la interna; por último, se enjuagará la boca, llenándola de agua y echándola fuera. Es conveniente habituar al niño a que realice esta operación después de cada comida.

Otro aspecto que no debemos olvidar es la necesidad de acudir al dentista periódicamente para revisiones del estado de la boca.

El Control de esfínteres

En el control de esfínteres hay algunas manifestaciones de los niños que nos indican el nivel madurativo adecuado para iniciar la educación en el control de esfínteres. Estas manifestaciones, entre otras, pueden ser las siguientes:

— Que el niño tenga un dominio del movimiento y del equilibrio , para poder sentarse y levantarse solo del orinal

— Que el niño exprese verbalmente o con gestos que desea hacer pis o caca.

— Ver que se siente incomodo con los pañales y prefiere estar sin ellos.

— Comprobar que, aunque con pañales, retiene bastante la orina.

Entre los 18 y los 24 meses le iremos enseñando el orinal e invitándole a sentarse

— Le propondremos el uso del orinal en las misas ocasiones que el cambio de pañal.

— No utilizaremos nunca la fuerza, es mejor utilizar su aprobación y estímulo ” tú ya eres mayor”.

— Hasta llegar al control definitivo el niño pasa por situaciones de avance y retroceso. Habrá días que permanece seco, otros pide el orinal cuando lo necesita y hay días que se lo hace encima sin motivo aparente, esto es normal, es un fenómeno que se produce en todos los procesos de aprendizaje y crecimiento.

— Cuando el niño adquiere el control hay que recordarle que haga pis en las mismas horas que se le ponía en el orinal, antes de irse a la cama.

— El siguiente paso es la utilización del W.C. siempre que no manifieste temor a la taza del inodoro, después le iremos enseñando a limpiarse con el papel higiénico y a lavarse las manos después de tirar de la cadena.

— De todo este proceso tenemos que destacar la individualidad y la autonomía del niño, lo que debe vivir como síntoma de su crecimiento, no como una imposición.

Por lo tanto, debemos tener una actitud flexible y serena, atenta al ritmo individual de cada uno.

El control de esfínteres es una necesidad básica que requiere para su desarrollo la existencia de una serie de habilidades previas. Es imprescindible que los alumnos a los que se les vaya a realizar el control, sepan comprender bien órdenes sencillas y presen­ten cierto grado de autonomía; partiendo de esto, podríamos llevar a cabo un buen aprendizaje para controlar la micción y la defecación.

Para realizar un buen control de esfínteres, conviene que todos y cada uno de los profesionales implicados en el tema: Profesor Tutor, Educador, padres y otros profesiona­les, lleven a cabo coordinadamente el programa que se ha diseñado para tal menester.

Si hay algún niño que no llega a comprender la necesidad de este aprendizaje, hay que hacerle ver las ventajas de la limpieza corporal y la sensación de bienestar que se desprende de la misma. Es contraproducente reñirle o ponerle en ridículo, ya que perjudicaría su desarrollo general. Debemos utilizar compensaciones y recompensas, tanto psíquicas (bienestar, aprobación social y familiar, etc.), como físicas (premios).

La adquisición del control voluntario de la micción es un fenómeno complejo que requiere la maduración del sistema nervioso central, y comprende una serie de habilidades específicas, adquiridas secuencialmente, que incluyen: la conciencia de la necesidad de orinar, el inicio voluntario de la micción, la inhibición de la micción y el retraso de la misma, y la inhibición de la micción automática durante el sueño.

Entre los 4 y 5 años, un elevado porcentaje de niños ha adquirido el control voluntario de los procesos de eliminación.

El control de la vejiga se desarrolla conforme a las siguientes pautas:

— Durante los primeros meses de vida el vaciado de la vejiga se produce de forma automática en respuesta a la distensión de la vejiga, lo cual, suele producirse cuando el volumen de orina alcanza una cuantía aproximada de unos 30 mi.

— Entre 1 y 2 años, el niño /a comienza a tomar conciencia de su necesidad de orinar al reconocer las señales de distensión y de llenado procedentes de su vejiga. Su capacidad funcional se ha ido incrementado paulatinamente y el reflejo de micción es menos frecuente. Este avance se produce como consecuencia de la maduración del sistema nervioso parasimpático. Además, el niño es capaz de comunicar a otros su deseo de orinar.

— Hacia los 3 años, la mayoría han aprendido a contraer los músculos pélvicos, son capaces de inhibir el vaciado y retener la orina durante cierto tiempo cuando su vejiga está llena, y de iniciar voluntariamente la micción. En esta etapa, la capacidad de su vejiga aumenta progresivamente, el control diurno queda establecido y el niño suele ir al baño solo.

— A los 4 años pueden ya controlar voluntariamente su vejiga cuando está llena, posponer la micción hasta el lugar apropiado, iniciar y parar el flujo de orina, y decidir la evacuación, cualquiera que sea el nivel de llenado.

— La adquisición de la continencia nocturna tiene lugar en la mayor parte de los niños a los 4 años y medio.

Cómo llevar a cabo un buen control de esfínteres

Para llevar a cabo un programa de control de la micción, debemos tener en cuenta las opiniones del equipo que atiende al niño. Será cuestión de más o menos tiempo llegar al total control, lo que dependerá también, de los déficits que plantee el niño. Co­menzaremos el programa lo más pronto posible, pues a medida que van madurando se hacen más conscientes del problema. En la aplicación del programa hay que tener en cuenta algunos aspectos esenciales:

— El servicio debe estar cerca. Siempre que el niño pueda desplazarse autónomamente, a la hora que se le indique deberá ir él solo al servicio; en caso contrario, el Auxiliar Educador participaría en su traslado. El niño permanecerá sentado en el servicio, al menos, durante cinco minutos.

— El registro permitirá llevar un seguimiento día a día del proceso. Este registro se llevará a casa para continuar la labor diaria (en el caso de que los niños no estén internos).

— Para calcular el tiempo que debe mediar entre cada salida al servicio, hay que ir tanteando y observando cada media hora, después cada hora, y así sucesivamente, hasta que se fijen unos intervalos de tiempo correctos. El horario será flexible, al menos durante algún tiempo. Se sucederán los mismos intervalos de tiempo en el Centro educativo y en el hogar.

— Una vez que el niño va controlando la micción, tendrá que realizar otras habili­dades no menos importantes, como: ir solo al servicio, bajarse y subirse los pan­talones (en caso de ser niños), bajarse y subirse los calzoncillos/bragas, sentarse solo en el servicio, utilizar el papel higiénico adecuadamente, tirar de la cisterna y lavarse y secarse las manos. Todas estas acciones convendría que fuesen revisa­das por el Auxiliar Educador, para un mejor control de su autonomía.

EL VESTIDO

Creación de hábitos para vestirse

El objeto práctico del uso del vestido es el de mantener el equilibrio térmico y facilitar la actividad física. Al principio, el niño depende de los adultos para vestirse y, a medida que crece, se le debe ir educando para que se vista solo y se ocupe de ordenar su ropa personal.

En la elección del vestido se procurará:

— Utilizar la ropa necesaria, adaptada a las características climatológicas.

— Emplear ropa adaptada al tamaño del niño.

— Que ésta sea sencilla en su concepción y holgada, para simplificar el acto de poner y quitar la ropa. En cuanto al tipo de tejidos, son preferibles los naturales a los sintéticos, que pueden provocar reacciones alérgicas cutáneas.

— Fácilmente lavable, teniendo en cuenta que se deben evitar detergentes y sustancias irritantes.

— El calzado debe ser holgado, cuando el niño empieza a andar se le debe sujetar también el tobillo.

No se deben olvidar tampoco las condiciones higiénicas que debe reunir el Centro, condiciones que están recogidas en la normativa general de las condiciones higiénico- sanitarias de los Centros de menores que se adjunta como anexo a este tema. Estos deben poseer unas condiciones ambientales relacionadas con una buena ventilación, luz natural y sol, seguridad, espacio suficiente y proximidad a zonas verdes y de juegos.

Con los más pequeños, a la hora de vestirlos y desvestirlos Debemos coger al niño con seguridad, de forma suave pero con firmeza y acompañarle con nuestra voz y nuestro rostro. Debe sentirse contento y envuelto física y psíquicamente.

Debe ser siempre el mismo Personal educativo en cada tumo el que cambie, limpie y vista al niño, puesto que la, forma de cogerle y tocarle son elementos importantes para que este inicie el reconocimiento y la identificación de la situación.

Cuando van creciendo se favorecerá la autonomía personal, se procurará que el niño se vista y se desnude solo según se va haciendo mayor, se procurará que sea el niño el que elija su propia ropa, respetando sus gustos.

Al principio, todos los niños, sin excepción, van a necesitar de un adulto para ves­tirse, ya que es uno de los hábitos que más trabajo cuesta adquirir. Hay que tener en cuenta varios aspectos en este apartado:

— Iremos de lo más fácil a lo más difícil.

— Comenzaremos con ropas sencillas. Le enseñaremos la ropa interior (camiseta y calzón/braga); se le ayudará a ponerse la camiseta, dándole instrucciones verbales de cómo tiene que introducir los brazos, indicándole cuál ha de meter primero, y cuál después. Para colocarse el calzón/braga, el niño se sentará cómo­damente y meterá las piernas, luego se pone de pie para poder subirse la prenda adecuadamente. Por último, le mandaremos que se meta la camiseta por dentro del calzón/braga. Es conveniente repetir varias veces esta operación, pero sin fatigarle con esta actividad para que no la considere como una carga.

— Poco a poco le enseñaremos a ponerse el resto de la ropa (pantalones, camisas, etc.).

— En el caso de las niñas que utilicen vestidos, es conveniente que éstos se abran por la parte delantera ya que, en caso contrario, no conseguirían la total autonomía.

— El hábito de ponerse y quitarse los zapatos, debe enseñársele teniendo en cuenta que hay que usar calzado holgado, para que no se produzcan rozadu­ras ni compresiones. En primer lugar, se quitará y pondrá los zapatos repetidas veces; después le enseñaremos cómo atárselos, para lo que practicará con unos zapatos cualquiera hasta que aprenda a hacer la lazada, y después intentará atar sus propios zapatos.

Para enseñarle esta tarea, nos colocaremos detrás del niño, llevándole las manos hasta que vaya memorizando los pasos que hay que dar. El aprendizaje de esta acti­vidad supondrá bastante tiempo, por lo que se llevará a cabo simultáneamente en el aula y en el hogar familiar. Para reforzar este aprendizaje también se desarrollarán diferentes técnicas de psicomotricidad fina, con objeto de ejercitar los dedos, lo que favorecerá el desarrollo del programa planteado.

EL SUEÑO

Fisiologia del sueño en niños

Cuando se despierta a un individuo durante la fase REM, su retorno al estado de alerta se produce con rapidez y es capaz de describir sus ensoñaciones. En contraste, cuando se le despierta durante el sueño delta, a menudo está desorientado y “espeso”, y requiere algunos minutos para alcanzar la vigilia. La cantidad e intensidad de sueño delta se relaciona con la cantidad previa de tiempo despierto y con la madurez cerebral. Los niños pasan gran parte del tiempo en fase delta y resulta muy difícil despertarles. En un experimento la utilización de tonos de 123 decibelios (inmediatamente por debajo del umbral doloroso) no consiguió despertar conductual o electroencefalográficamente a niños en sueño delta

Los adultos alcanzan su primera fase REM habitualmente tras unos 90 minutos de iniciado el sueño. Los niños con frecuencia “se saltan” este periodo y reinician una segunda fase delta, probablemente por la gran profundidad de su sueño y por las elevadas necesidades de éste que tienen. Los periodos REM ocurren cíclicamente, aproximadamente cada 60-90 minutos durante el resto de la noche; la duración de estas fases aumenta progresivamente a medida que se aproxima la mañana. Básicamente el sueño de los niños tiene tres características principales:

– La mayoría del sueño delta ocurre durante las tres primeras horas, de forma que los problemas relacionados con esta fase suelen aparecer en las primeras horas de la noche.

– La mayoría de las fases REM ocurren en la segunda mitad de la noche. Consecuentemente los trastornos relacionados con el sueño REM son más frecuentes al amanecer.

– Durante la noche se dan de cinco a siete cortos periodos de vigilia. Las dificultades para volver a conciliar el sueño tras estos despertares normales pueden hacer pensar a los padres que algo está despertando recurrentemente a su hijo.

Evolución a lo largo de la infancia

La cantidad total de sueño, el patrón de las fases, y la rapidez de los ciclos cambian significativamente a lo largo del desarrollo. Los recién nacidos habitualmente duermen unas 16 horas al día e inician cada ciclo de sueño con una fase REM, que se denomina “sueño activo del recién nacido”. Los ciclos REM/NO-REM ocurren cada 50-60 minutos en los niños pequeños. Progresivamente los cortos ataques de sueño que se venían dando con igual distribución entre la noche y el día, dan paso a mayores periodos de vigilia diurna. Aunque hay considerables variaciones individuales, el niño típico de un año duerme unas 11 horas durante la noche y un total de unas 2 horas y media de siestas varias. Hacia los 3 años el sueño nocturno dura unas 10 horas y media o solo realiza una siesta de 60 a 90 minutos. En las culturas anglosajonas, y cada vez más en la nuestra, las siestas dejan de efectuarse alrededor de los 4-5 años de edad.

A partir de entonces hay un descenso gradual de la cantidad total de sueño que pasa de 10 horas y media a los 5 años a unas 8 horas a los 18. Los cambios de la estructura del sueño durante la infancia y la adolescencia incluyen un descenso gradual de las fases REM y una disminución significativa de la cantidad y amplitud del sueño delta.

La eficiencia del sueño también disminuye durante el desarrollo. Los niños pequeños emplean casi todo su sueño en las fases 2, 3, 4 o REM, con muy poco sueño ligero de fase 1, despertares o activaciones. Con la edad aparecen más despertares y fases 1 a lo largo del sueño.

Uno de los cambios madurativos más intrigantes es el aumento de la somnolencia diurna que ocurre durante la pubertad. Los niños prepuberales se mantienen marcadamente alertas a lo largo del día, pero los que se encuentran en la adolescencia media muestran una somnolencia diurna significativa. Aunque parte de esta somnolencia puede ser consecuencia de un sueño nocturno inadecuado, existen evidencias crecientes de que está relacionada con los cambios fisiológicos de la regulación de sueño que ocurren durante la pubertad.

Ritmo de sueño y edad

Aunque existen variaciones individuales, se da una disminución de la cantidad de sueño individual a medida que se va creciendo:

— Recién nacido: duerme aproximadamente 16-17 horas, distribuidas durante todo el día en períodos interrumpidos por la necesidad de alimentos.

— A partir del primer mes: el 60% del sueño tiende a efectuarse por la noche.

— A los 2 meses: se observa ya la preferencia por alguna postura.

— A los 3 meses: los niños realizan actos rutinarios antes de dormir, como llorar, chuparse un dedo, coger algún juguete…

— De 6 a 7 meses: duermen 14 horas, y el 75% del total, entre las 21 y las 8 horas.

— Con 1 año: duermen unas siestas durante el día.

— Comienzan a mostrar temor a estar solos.

— De 2 a 5 años: duermen 12 horas aproximadamente más una siesta. No se dan cuenta, a veces, de que necesitan dormir, porque están más interesados en los que pasa alrededor que en sus necesidades.

— De 8 a 12 años: duermen 10 horas. Pueden tener pesadillas.

— De 12 a 17 años: alrededor de 9 horas durante la noche.

Se garantizará la satisfacción de las necesidades de sueño de cada menor te­niendo en cuenta su edad, al tiempo que se le enseña hábitos saludables para el sueño.

Se exponen a continuación algunas prácticas que pueden contribuir a que los me­nores desarrollen una adecuada higiene del sueño:

— Seguir rutinas, tanto para el momento de acostarse como el de levantarse. Tales rutinas deberán adaptarse a la edad, las características particulares y los proble­mas y horarios escolares o laborales de los menores. Deben respetarse las cos­tumbres personales a la hora de dormir que suelen proporcionar seguridad (por ejemplo, dormir con un objeto de apego…).

— Acompañar a los bebés en el momento del sueño y evitar que el niño se encuen­tre al despertar solo y sin nadie a quien llamar.

— Propiciar un clima tranquilo en los momentos previos de irse a dormir, evitando actividades estimulantes que impidan conciliar el sueño. Al contrario, se desarro­llarán actividades que inviten a la relajación y al reposo. Una buena práctica es leer cuentos a los más pequeños. Igualmente, se debe favorecer un despertar tranquilo.

— Asegurar la supervisión durante el sueño de los menores.

— Prestar atención especial a los niños que se sientan solos y nostálgicos o que su­fran alteraciones del sueño, que deberán contar con la proximidad de alguien co­nocido durante la noche.

— Reservar habitaciones individuales para los niños que presenten alteraciones del sueño o que necesiten una mayor privacidad debido a la edad, a la existencia de trastornos emocionales o problemas de ajuste personal.

En los bebés la inducción o entrada en sueño por parte del cerebro es un proceso activo. No es un dejar de funcionar, sino pasar a funcionar de forma distinta a lo que corresponde al estado de vigilia.

El paso de un estado a otro viene definido por un cambio en el funcionamiento rítmico. De ahí viene la necesidad que tiene el bebé de estar acompañado y su importancia en este cambio de estado de conciencia.

El ambiente calmado y tranquilo, el clima cálido y cariñoso que le transmite seguridad, así como la compañía de una voz que le habla son elementos muy importantes.

Cuando los niños van creciendo Debemos vigilar con todos los niños las alteraciones del sueño, pesadillas, miedos, enuresis, etc…. como datos para evaluar la situación psicoafectiva del niño. También tenemos que respetar las manías personales que sirven para proporcionar seguridad chupete, muñecos, etc…

Se debe favorecer un despertar tranquilo, evitando tanto que el niño esté en la cama despierto e inactivo, como que e despierten bruscamente. Cada niño debe dormir en su cama, evitando siempre los cambios.

Por último, hay que evitar siempre que el niño se encuentre al despertar solo y sin nadie a quien llamar.

En los mayores el sueño, al igual que la alimentación, juega un papel importante en él adolescente, ya que es un índice de su estado emocional, procurando abordarlo cuando se presenta alguna alteración: enuresis, temores nocturnos, etc

Organizativamente debe tenerse en cuenta el siguiente criterio:

Es un tiempo de descanso absolutamente necesario. Debe ser un momento respetado por todos, que implica la puesta en práctica de normas de convivencia dirigidas a obtener ese respeto.