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Tema 24C – Accidentes en la infancia: Accidentes infantiles. Concepto. Primeros auxilios. Cómo actuar en distintos tipos de accidentes. El botiquín de emergencias. La prevención.

1. LOS ACCIDENTES INFANTILES

Entendemos por accidente infantil todo suceso eventual o acción fortuita que provoca daños en el niño/a de manera involuntaria.

Según la OMS un accidente se define como un acontecimiento independiente de la voluntad humana, y provocado por una fuerza exterior que actúa rápidamente y que se ma­nifiesta por un daño corporal o mental.

Los accidentes infantiles ocupan un lugar prioritario como problema de salud debido a su alta frecuencia y a las secuelas temporales o permanentes a que puedan dar lugar. En los países desarrollados constituyen la primera causa de muerte en niños/as menores de ca­torce años. La mayoría de los accidentes no mortales producen una serie de padecimientos físicos y psíquicos en los niños/as y familiares causando, además de importantes gastos asistenciales, una pérdida de horas de escolarización importante.

La infancia por las características físicas y psíquicas inherentes a esta etapa evolutiva es el período donde se presentan el mayor número de accidentes. Desde el nacimiento hasta los tres años los accidentes ocurren preferentemente en el medio familiar, pues la vida del niño/a a esta edad transcurre prácticamente en el hogar. A partir de esta edad en que el ambiente el niño/a se amplía e inicia su escolarización va a redu­cirse el número de accidentes domésticos aumentando en cambio los accidentes en el medio escolar o en la calle.

La calle y la casa son los lugares más frecuentes (38,4%) y (33,3%) quedando el (28,3%) para la escuela y otros lugares. La alta incidencia de los accidentes infantiles es también un problema socioeconómico importante tanto para la familia como para el sistema sanitario, ya que suponen un alto gasto de los recursos de este, y gran numero de horas/trabajo y horas/escuela perdidas de los familiares y de los niños accidentados.

Según la Asociación Española de Pediatría las causas mas frecuentes de los accidentes no mortales son:

a) Las caídas (52,6%)

b) Las de trafico (12,2%)

c) Las intoxicaciones (10,7%)

d) Quemaduras (7,3%)

e) Otras (17,2%).

Los niños son más susceptibles de accidentarse:

a) Niños (71%)

b) Niñas (29%)

El Ministerio de Sanidad sitúa las situaciones más conflictivas que repercutan directamente sobre los niños/as en accidentes producidos por:

  1. Productos tóxicos
  2. Quemaduras
  3. Asfixia
  4. Caídas
  5. Medicamentos
  6. Descarga eléctrica
  7. Fuego
  8. Accidentes de tráfico

Con repercusión diferencial según los tramos de edad

Los accidentes infantiles no se producen al azar, sino que son consecuencia de una situación peligrosa debida a la existencia de un riesgo material. Estudios realizados en la CEE afirman que el 90% de los accidentes pueden evitarse.

En la génesis de un accidente infantil inciden múltiples factores que podemos agrupar del siguiente modo:

A. Factores del entorno:

– Lugar de la casa: la cocina (productos tóxicos, quemaduras…), cuarto de baño (bañera), piscinas.

– Lugar de la escuela: recreos, patios, escaleras…

– Objetos diversos: enchufes, estufas, objetos punzantes, medicamentos, pilas…

B. Factores inherentes al niño/a:

– Edad: entre uno y cuatro años son más frecuentes los accidentes domésticos.

– Sexo: los niños suelen accidentarse más que las niñas.

– Comportamientos y actitudes del niño/a: atrevidos, temerarios, inquietos…

C. Factores inherentes a los padres y educadores (adultos, en general):

– Despreocupación de padres y educadores encargados de velar por la seguridad del niño/a en cada situación o por mantener una actitud de máxima libertad.

– Manifestar actitudes de excesiva protección que obstaculizan el aprendizaje infantil en situaciones de riesgo.

2. LA PREVENCIÓN

En España (como en gran parte de países desarrollados) los accidentes domés­ticos son causa de muerte en niños y niñas en mayor medida que algunas en­fermedades como la tuberculosis, difteria o apendicitis. El riesgo de accidente infantil es algo intrínseco al mismo desarrollo del individuo.

A la motivación y curiosidad por la exploración se une la falta de noción de riesgo y la búsqueda de límites, y eso conlleva la exposición al peligro. La clave está en la preven­ción, entendiendo que la responsabilidad de la prevención de los accidentes infantiles es tarea de todos, y especialmente de padres y educadores que son los adultos que ejercen en mayor medida la supervisión directa de sus activida­des.

Poco a poco, a través de la experiencia y la educación, los niños y niñas se­rán capaces por sí solos de enfrentarse a nuevos riesgos y asumir la responsabi­lidad de su salud y seguridad.

Las estrategias adecuadas a desarrollar con los niños y niñas pasan por favorecer una serie de conductas:

– Conductas evitativas. Consisten en retirar del alcance de los pequeños todo aquello que pueda ser causa de riesgo; funcionan cuando los niños son más pequeños y se limitan a medida que crecen y se familiarizan con el entorno.

– Conductas prohibitivas. Forman parte de la tarea familiar de imposición de límites y se utilizan cuando ya comprenden órdenes; la prohibición siempre estará señalando un deseo de los padres, que los hijos tratarán de investigar para poderlo asumir e interiorizar; también pueden ser generadoras de inseguridades y culpa.

– Conductas formativas. Basadas en el entrenamiento que siguen los pa­dres con los hijos para que se vayan responsabilizando de sus propios riesgos. Suponen la aceptación de los fracasos en la búsqueda de sus propios límites; en definitiva, se trata de que el niño aprenda a cuidarse solo en la independencia, enseñándole los peligros y las formas de evi­tarlos.

Estos tres tipos de conducta van evolucionando desde las más evitativas a las más formativas a medida que los niños y niñas van creciendo.

Pero, ¿cuáles son las pautas generales de prevención que los padres y educadores deben cono­cer?

Se apuntan las siguientes como básicas:

– Ser conscientes de los límites reales de los niños en su maduración y no proyectar los miedos imaginarios de los adultos.

– Proporcionarles un entorno seguro, valorando y eliminando los riesgos o peligros del entorno y los objetos que les rodean.

– Facilitar que experimenten con sus propios límites y que ellos mismos puedan encontrarlos, con precaución de no causar daño.

– Vivir las relaciones con los niños y niñas desde el descubrimiento per­manente: no es posible conocerlos en su totalidad pues están en cons­tante cambio.

– Precisar los límites de lo prohibido y lo permitido.

– Dicho aprendizaje es bidireccional: los niños también enseñan a los adultos a prevenir situaciones puntuales de riesgo.

– Educar a niños y niñas desde pequeños a percibir los riesgos y a la auto-protección.

La prevención adopta diferencias en su aplicación, según qué ámbito del riesgo infantil abarque: prevención de caídas, quemaduras, heridas, intoxicaciones y accidentes de tráfico.

a) Prevención de caídas: los accidentes por caídas son los más frecuentes tanto en el hogar como en el ámbito escolar. La prevención de éstas radi­ca por un lado en mantener adecuadamente la superficie de los pisos y en la eliminación de cualquier obstáculo peligroso.

En la etapa infantil, sobre todo de cero a cuatro años, las caídas suponen el 45% del total de los accidentes infantiles. La prevención de este tipo de accidente supondrá tomar las siguientes medidas:

– Evitar los suelos resbaladizos tanto en el domicilio familiar como en el escolar.

– Procurar una iluminación suficiente y correcta en zonas de pasillos o escaleras.

– Colocar un piso antideslizante en la bañera.

– Destinar un espacio exclusivo para los más pequeños en los patios de recreo.

– Evitar las aglomeraciones y las salidas masivas donde coincidan niños/as de edades distintas.

– Interiorizar reglas y comportamientos básicos para la convivencia armónica.

– Adecuar los juegos y predeportes a la edad y al grado de desarrollo sensoriomotriz de los niños/as.

– Utilizar un calzado adecuado que aminore el riesgo de caídas (evitar zapatos desa­brochados).

– Proteger las ventanas, azoteas…

Es conveniente también mantener ventanas cerradas o con topes de apertura. No colocar objetos debajo de éstas que permitan alcanzar a los niños la ventana. En terrazas y balcones, procurar que las barandillas sean altas y sin barrotes horizontales.

Cerrar la puerta principal de casa o del aula, situando los cierres en la parte superior de ésta, de manera que no pueda llegar a ellos.

En el baño, se debe tener especial precaución para evitar resbalones o caídas en la bañera.

b) Prevención de quemaduras y descargas eléctricas: la prevención de este tipo de accidentes requiere el respeto a la normativa vigente en materia de seguridad de los centros infantiles. Pero no está de más recordar algunas normas que evitan peligros tanto en el hogar como en el ámbito escolar.

En casa, procurar que los niños no jueguen en la cocina, en especial si se está cocinando. Los aparatos eléctricos, y en concreto, una plancha eléc­trica, nunca deben dejarse conectados, ni por un solo instante.

A la hora del baño, si no se dispone de grifos mezcladores, es convenien­te adoptar la norma de abrir siempre el grifo de agua fría.

Los incendios en las instalaciones eléctricas pueden ser el resultado de una sobrecarga en los circuitos, de cables defectuosos, de material aisla­do deficientemente, de interruptores defectuosos y del mal empleo de los aparatos eléctricos. Además de causar quemaduras y provocar incen­dios, la electricidad manipulada incorrectamente puede ocasionar con­mociones e incluso la muerte, como consecuencia de fuertes descargas de la instalación eléctrica.

En los edificios antiguos, se debe revisar la instalación, ya que los apara­tos eléctricos modernos demandan mayor carga de corriente. Se puede provocar un calentamiento por sobrecarga que puede ocasionar un incendio.

Los enchufes no deben desconectarse tirando del cable, sino del enchufe mismo, y es aconsejable colocar protectores para niños.

c) Prevención de intoxicaciones: las más comunes se producen por un mal uso y colocación de medicamentos y productos de limpieza, así que como norma general ambos deben situarse en armarios cerrados, fuera del alcance de los niños.

Las intoxicaciones suponen el 18% del total de los accidentes infantiles en el período que va de los cero a los cuatro años. Estos accidentes suelen producirse por medicamentos y por productos de limpieza.

Los mecanismos preventivos deberán incidir en:

– La adecuada vigilancia de los niños/as por su padres y madres.

– La existencia de un adecuado orden en el hogar y en el centro escolar.

– Mantener en lugares inaccesibles para los niños/as tanto los medicamentos como los productos de limpieza.

– Evitar el hábito de beber directamente de la botella.

Es conveniente además, no tomar los medicamentos delante de ellos, ni engañarles como si fueran golosinas cuando tienen que tomarlos, de esta manera serán conscientes de su utilidad y riesgo.

Es importante también no consumir ni dejar a su disposición bebidas al­cohólicas. Y por último, se aconseja no utilizar envases de bebidas para rellenar otro tipo de productos.

d) Prevención de heridas y cortes: como pauta general, se aconseja guardar en lu­gar seguro todos los objetos cortantes o punzantes y no utilizar con ni­ños y niñas complementos para el vestido que puedan suponer un riesgo (alfileres, imperdibles),

Durante los primeros años se mantendrá fuera del alcance de los niños/as cualquier objeto cortante o punzante. No obstante, conviene no olvidar que los más pequeños cuando exploran los objetos desarrollan su capacidad de atención, sensibilidad, inteligencia y curiosidad por lo que el contacto con objetos no peligrosos que se puedan tocar, chupar… es de vital importancia. En este sentido, el maestro/a intervendrá facilitando las habilidades y destrezas de sus alumnos/as.

Y por supuesto, respecto a la PREVENCIÓN DE ACCIDENTES DE TRÁFI­CO, se insta al cumplimento de las normas de circulación y de seguridad en el transporte de menores.

Plan de prevención de accidentes. Educación vial.

La escuela se presenta como el lugar más idóneo para abordar la educación sobre prevención de accidentes en estrecha colaboración con los padres que enseñarían al niño/ a a identificar y evitar los factores que provocan el accidente. Como objetivos básicos de di­cho Plan subrayamos:

a) Desarrollar actividades integradas en los Diseños curriculares que permitan a los niños/as aprender comportamientos que les posibiliten, por un lado, valorar sus capacidades y limitaciones al afrontar riesgos considerando la aceptación del riesgo en estas edades como elemento de desarrollo personal y, por otro lado, el conocimiento de medidas de protección ante riesgos específicos habituales en el entorno doméstico, escolar y de ocio.

b) Conseguir que tanto los escolares como los padres y profesores/as se conciencien sobre la importancia de la prevención de accidentes infantiles y ayudar a fomentar hábitos de conducta que tiendan a evitar riesgos. No solo se puede influir favorablemente sino que la prevención del accidente es factible si se toman las determinaciones y medidas que están perfectamente precisadas en relación con las diversas causas.

c) Formar pautas de comportamiento adecuadas y correctas en los niños y niñas en tanto que usuarios de las vías públicas ya sea en calidad de peatón, como en la de conductor/ a (triciclos, bicicletas…) o como pasajero/a.

En la etapa infantil el niño/a debe empezar a incorporar hábitos relacionados con el sentido vial, poniendo en marcha capacidades cognitivas de reconocimiento, identificación e interpretación de algunas señales de tráfico (semáforos, pasos de peatones…) que existan en su medio. Asimismo, desarrollarán hábitos de observación visual y auditiva y actividades de desarrollo psicomotor que conlleven al dominio del propio cuerpo y del espacio para permitir a los niños/as actuar con prudencia y decisión ante situaciones imprevistas o de peligro. La educación vial es un aspecto más de la educación integral de los sujetos que no debe ser impuesta, sino ofertada para que los niños/as la capten como una necesidad vital en su propio beneficio.

La Prevención en lo escolar

A nivel educativo la prevención de accidentes será tratada siempre desde un punto de vista positivo, que lleve al niño a valorar los riesgos en su justa medida, sin crear angustias o miedos desmesurados. No es tanto evitar el accidente como comportarse de determinada manera.

La prevención de accidentes persigue objetivos tales como:

– Conocer la importancia de los accidentes y sus principales causas.

– Detectar factores del entorno que puedan ocasionar accidentes.

En Educación Infantil, si tenemos en cuenta las características psicoevolutivas propias de la etapa, el tema de los primeros auxilios se debe enfocar desde el punto de vista de preparar al niño para recibirlos más que para proporcionarlos. Para ello se trabajarán:

– Habilidades comunicativas para explicar con claridad al adulto, qué ha sucedido, cómo ha sido, etc,

– Actitudes de colaboración con el adulto a la hora de recibir los primeros auxilios

– Familiarizarse con los elementos principales del botiquín

3. LOS PRIMEROS AUXILIOS

A continuación recogemos unas normas muy generales de actuación en caso de acci­dente qué capaciten para prestar los primeros auxilios:

Heridas: denominamos herida a toda lesión traumática que produce una solución de continuidad de la piel o mucosa. Las heridas se clasifican según su profundidad en arañazos, desolladuras, herida superficial, herida profunda y herida penetrante.

En caso de arañazos o desolladuras basta lavar la zona con abundante agua y jabón y aplicar un desinfectante. Si la herida supone un mayor compromiso nuestra actuación irá encaminada a cohibir la hemorragia si la hubiera, inmovilizar adecuadamente la zona, pre­venir la infección colocando una gasa estéril y organizar el rápido traslado del herido a un centro quirúrgico.

Caídas: cuando la caída se ha producido con un desnivel importante o bien si la caída ha sido al mismo nivel pero de una gran gravedad que nos hace pensar que existen daños de consideración debe trasladarse al niño/a a un centro hospitalario siendo aconsejables las precauciones siguientes:

– No movilizar al accidentado bajo ningún concepto.

– Comprimir la zona con gasas o alguna ropa limpia, si existe una hemorragia.

Quemaduras: las quemaduras van a depender de si son superficiales, intermedias y profundas, pero sobre todo el pronóstico estará condicionado por la extensión de la superficie corporal quemada. Siempre que el quemado sea un niño/a deberá llevarse con urgencia a un centro hospitalario.

Si la quemadura es leve y de poca extensión se aplicará una pomada o crema apropia­da para tal fin.

Si se han incendiado las ropas, el niño/a no debe correr ni permanecer en pie debido a que esta postura facilita las quemaduras de cara y pelo así como la inhalación de humos. Se hace imprescindible, por tanto, tender al niño/a si la extensión de la quemadura es grande, quitarle la ropa y envolver en sábanas limpias mojadas en agua fría la zona quemada con objeto de aliviar el dolor y disminuir los efectos del calor sobre el organismo.

Si se trata de quemaduras químicas por ácidos o álcalis (lejía, sosa…) lo primero que hay que hacer es secar la zona afectada sin frotar. Seguidamente añadiremos agua a chorro pero sin presión durante diez minutos como mínimo. Finalmente buscaremos una sustancia neutralizante: si la quemadura ha sido producida por un ácido emplearemos bicarbonato só­dico y si es como consecuencia de una base fuerte emplearemos zumo de limón (ácido cítrico) o vinagre (ácido acético).

Intoxicaciones: son una consecuencia del inevitable deseo y curiosidad que manifies­tan los niños/as ante lo que les resulta novedoso. En el caso de las intoxicaciones nos podemos encontrar con dos situaciones: ante un niño/a que ha tomado un tóxico desconocido y a una cantidad conocida o ante un niño/a que ha tomado un tóxico desconocido y una cantidad des­conocida. En ambos casos deben ser atendidos por un médico. Si conocemos el tóxico debe­mos guardar el envase y la etiqueta para facilitar la intervención médica.

De tratarse de sustancias corrosivas (lejía, aguarrás…) nunca provocaremos el vómi­to, ya que produciría nuevos daños en las vías digestivas. Como primera medida podemos recurrir a la ingestión de zumos de naranja o leche mientras trasladamos al niño/a a un centro sanitario.

Aspiración de cuerpos extraños: la aspiración de un cuerpo extraño en las vías respi­ratorias determina una obstrucción cuya gravedad depende del nivel en que queda situado. Si el cuerpo extraño se localiza en las fosas nasales, no se debe intentar extraerlo utilizando unas pinzas pues pudiera ocurrir que lo introdujésemos aún más. Deberemos trasladar al niño/a a un centro médico donde personal experto y con material especializado realicen la extracción con total garantía.

Cuando el cuerpo extraño se encuentre situado en el tramo traqueo-bronquial puede provocar un compromiso en la respiración del niño/a. En este caso, se inclinará al niño/a cabeza abajo con la cara mirando al suelo y se le darán varios golpes fuertes en la espalda para ver si lo expulsa. Si esto no ocurriera nos situaremos detrás del niño/a rodeándolo con los brazos y colocándole las manos enlazadas bajos las costillas a nivel del estómago y le im­primiremos potentes golpes hacia dentro y hacia arriba hasta provocar la salida del cuerpo extraño. Si todo lo anterior ha resultado inútil, trasladaremos urgentemente al niño/a a un centro médico.

4. PAUTAS GENERALES DE ACTUACIÓN

Quemaduras

– Prevención. Tener mucho cuidado al encender el fuego y procurar que los niños más pequeños no estén en la cocina, y aún menos que permanezcan solos. Tener mucho cuidado al transportar líquidos calientes cuando estén los pequeños cerca. Tener cuidado de poner los mangos de las sartenes y demás útiles de cocina hacia la parte interior.

– Primeros auxilios. Es necesario enfriar la quemadura bajo el chorro de agua o bien con compresas empapadas en alcohol o hielo.

Cortes y heridas

– Prevención. Tener mucha precaución al usar los útiles de corte y tener un lugar adecuado donde ordenar los cuchillos y demás útiles.

– Primeros auxilios. Limpiar la herida con agua y jabón. Cubrirla con un pañuelo limpio oprimiéndola ligeramente. En caso de hemorragia, efectuar un torniquete más arriba de la herida.

Intoxicaciones con productos de limpieza

– Prevención. Ponerlos en armarios altos no accesibles a los niños. No sacar los productos de su envase original, pero si es necesario hacerlo, no trasvasarlos a botellas o envases de bebidas o comidas habituales.

– Primeros auxilios. Si ha ingerido lejía, debe beber agua con limón o vinagre y evitar el vómito. Si el niño ha ingerido productos derivados del petróleo no dar nunca leche, ya que ésta facilita la difusión del veneno. No debe provocarse el vómito si la persona está inconsciente.

Caídas

– Prevención. Tener cuidado de que el suelo esté seco o no haya grasa sobre él. Instalar pasamanos, y materiales antideslizantes en el fondo de la bañera.

– Primeros auxilios. Por torceduras, inmovilizar el miembro afectado y aplicar hie­lo. Por fracturas, inmovilizar las extremidades con un objeto rígido.

Quemaduras por incendios

– Prevención. Cuidar que los niños no toquen las estufas y hacerles comprender el pe­ligro existente. Proteger los braseros con una rejilla metálica. No dejar nunca estufas y otros aparatos de calefacción encendidos al ausentarse de casa o al acostarse.

– Primeros auxilios. Si se prende fuego a la ropa no se debe correr, sino tirarse al suelo y revolcarse, protegiendo la cara con las manos. Desconectar la electricidad y cerrar puertas y ventanas para evitar corrientes.

Asfixia y ahogamiento

– Prevención. No dejar plantas en la habitación al acostarse. No fumar en la cama. No dejar jugar a los niños con objetos diminutos.

– Primeros auxilios. Para la asfixia, sacar al accidentado de esta atmósfera y hacerle respirar aire puro. Para el ahogamiento/ si es un niño, cogerlo por los pies, poner­lo cabeza abajo y golpear suavemente la espalda.

Ingesta de medicamentos

– Prevención. Desechar periódicamente los medicamentos en desuso. No dejar los medicamentos en lugares accesibles a los niños. No decir nunca a los pequeños que son caramelos o golosinas.

5. EL BOTIQUIN

En relación al botiquín, la normativa establece que todos los centros contarán con un botiquín de urgencias que deberá estar fuera del alcance de las personas usuarias y cuya dotación mínima será la siguiente:

a) Termómetro clínico. (Digital conforme a la nueva ordenanza de usos)

b) Analgésico-antitérmico.

c) Gasas estériles.

d) Antiséptico tópico.

e) Esparadrapo.

f) Tijera.

g) Guantes desechables.

h) Vendas.

i) Apósitos para quemaduras.

j) Tiritas

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