Tema 30 – El juego: Concepto y características. Teorías más representativas. El juego como recurso educativo y su importancia en el desarrollo. Tipos de juego. Evolución del juego.

Tema 30 – El juego: Concepto y características. Teorías más representativas. El juego como recurso educativo y su importancia en el desarrollo. Tipos de juego. Evolución del juego.

1. INTRODUCCION

El juego es una actividad necesaria tanto para los adultos como para los niños. Prueba ello es su carácter universal, en el sentido de que está presente en todas las culturas y todas las épocas. Sin embargo, su función y finalidad son diferentes en unos y en otros. Para el adulto el juego supone un tiempo de descanso y distracción de las tareas y preocupaciones cotidianas. En el niño, el juego tiene un significado mucho más amplio. Es una acción básica. A través del juego, ya sea solo o con otros niños, con juguetes o sin ellos, el niño aprende a conocer el mundo que le rodea.

Pero la actividad lúdica infantil, no sólo tiene como finalidad el aprendizaje, sino que además cumple una función que podríamos denominar terapéutica. A través del juego el niño exterioriza situaciones internas que no es capaz de expresar de otro modo, como necesidades, deseos, estados de ánimo, etc.

A pesar de su importancia cada vez se le dedica menos atención al juego infantil. Las con­diciones socioeconómicas actuales no favorecen que el juego se desarrolle libremente. Por un lado, los niños, ocupados en un exceso de actividades extraescolares, cada vez tienen menos tiempo libre para dedicarlo a jugar. Por otro lado, también son escasos los espacios destina­dos a tal actividad.

Las ciudades actuales no están pensadas para los niños y escasean los lugares donde puedan reunirse espontáneamente para jugar. Por último, también escasean los compañeros de juego, debido al descenso de la natalidad. Muchos niños tampoco tienen hermanos con los que compartir juegos, pues en nuestra sociedad se está imponiendo el mo­delo de familia con un solo hijo.

Tampoco en las viviendas se dispone de espacio suficiente en el que los niños puedan jugar con sus amigos. Todos estos factores han contribuido a que los niños dediquen cada vez más tiempo a actividades sedentarias como ver la televisión y hacer un uso excesivo de videojuegos y del ordenador, olvidando de este modo actividades lúdicas que requieren más movimiento y los juegos compartidos con los compañeros.

Ante este panorama, la escuela se convierte en un espacio privilegiado para el juego infantil, especialmente el juego con ¡guales. Se propicia el uso de nuevos recursos pedagógicos como complemento al libro de texto, entre tales recursos podemos situar los juguetes. Si a todo esto unimos el hecho de que entre los 0 y los 6 años el aprendizaje del niño se produce principalmente a través del juego, comprenderemos la importancia de la presente unidad didáctica.

A lo largo del tema vamos a hablar del juego y de los juguetes. Realizaremos una primera aproximación al concepto de juego, a través de sus características principales, después hablare­mos de la importancia que tiene el juego en la etapa de educación infantil. Así mismo, vamos a ver cómo influye el juego en el desarrollo del niño y cómo evoluciona con la edad. Para finalizar con la parte dedicada al juego haremos una clasificación de los mismos.

Centrándonos ya en el mundo de los juguetes, empezaremos hablando sobre la necesidad de que el juguete se adecué a la edad y desarrollo del niño, explicando qué tipo de juguetes son mas adecuados según la edad. Además, tan importante como una buena elección del juguete, es la disposición de estos en el aula. El niño debe tener fácil acceso a ellos para que pueda elegir libremente. Esto implica que los juguetes que ponemos a su disposición sean seguros.

2. EL JUEGO. PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS

El juego, en el ámbito de la educación infantil, es un recurso psicopedagógico de primer orden, que sirve de base a desarrollos posteriores.

Maite Garaigordobil establece las siguientes características del juego:

  1. El juego es una actividad fuente de placer. El juego es una actividad diverti­da que generalmente origina excitación y muestras de alegría. Aun cuando no va acompañada de signos de alegría, la persona que juega valora positivamente su actividad lúdica.
  1. El juego es una experiencia que pro­porciona libertad. El juego se produce sobre un fondo psíquico caracterizado por la libertad de elección. Mediante el juego el niño reproduce situaciones vividas o imaginadas, asume roles di­ferentes y actúa como si se tratara de otros personajes. Todo esto lo hace con una libertad que la realidad cotidiana no le permite.

Sin embargo, al mismo tiempo que proporciona libertad, también implica una serie de restricciones que el niño acepta de forma voluntaria. Al asumir el papel de otros personajes debe comportarse ajustándose a la forma en que actuaría el personaje representado. Por ejemplo, si el niño juega a que es el profesor debe mostrarse ama­ble y comprensivo con los niños que hacen de alumnos.

Esta restricción voluntaria de la libertad es más evidente en los juegos grupales, en los que hay que cumplir determinadas reglas.

  1. El Juego es una actividad que implica acción y participación. El juego requiere siempre una participación activa de la persona que juega. Jugares hacer, construir, correr, pensar, saltar, etc.
  1. La ficción es un elemento constitutivo del juego. El juego se caracteriza más que por la actividad concreta, por la actitud que la persona tiene ante esa actividad. Una misma actividad, según la persona que la realice y su actitud frente a ella, puede ser considerada juego o “no juego”.

Cuanto más pequeño es el niño mayor es su tendencia a convertir cada actividad en juego. Un niño cepillando a su peluche está jugando, un adulto realizando la misma actividad, estaría limpiándolo.

  1. El juego es una actividad seria. El juego del niño es el equivalente del trabajo del adulto. El niño pone el mismo empeño, concentración y atención jugando que un adulto trabajando. La diferencia estriba en que la seriedad del trabajo adulto está relacionada con la eficacia. La seriedad del juego infantil tiene su origen en la necesidad de afirmar su personalidad, elevar la autoestima y conquistar la máxima autonomía.
  1. El juego implica esfuerzo por parte del niño. En muchas ocasiones el juego bus­ca una dificultad y, para superarla, el niño ha de esforzarse. La cantidad de energía requerida para muchos juegos, supera casi siempre a la necesaria para una tarea obligatoria.
  1. El juego es un elemento de expresión y descubrimiento de sí mismo y del mundo. A través de la actividad lúdica el niño expresa su personalidad y descubre su entorno. En los primeros años de vida, el juego es el principal motor del desa­rrollo.
  1. El juego favorece la interacción y la comunicación. El juego impulsa las relacio­nes de afecto y de comunicación entre los niños. Pero incluso el juego en solitario supone un diálogo del niño consigo mismo y con su entorno, lo que posibilita un adecuado desarrollo cognitivo.

3. LA IMPORTANCIA DEL JUEGO EN LA EDUCACIÓN INFANTIL

La LOGSE, en el capítulo dedicado a la Educación Infantil, reconocía la importancia del juego en esta etapa educativa. En su artículo nueve dice textualmente: “la metodología educativa se basará en las experiencias, las actividades y el juego, en un ambiente de afecto y de confianza”.

La actual Ley de Educación, LOE, propone también la misma línea de actuación, esta­bleciendo en su artículo 14.6: “Los métodos de trabajo en ambos ciclos (de la Educación Infantil) se basarán en las experiencias, las actividades y el juego y se aplicarán en un am­biente de afecto y confianza, para potenciar su autoestima e integración social.”

El juego favorece el desarrollo integral del individuo. Los psicólogos evolutivos sitúan el juego como una de las necesidades básicas de la infancia, y reconocen el importante papel que juega en el desarrollo psicomotor, cognitivo, afectivo y social.

El niño asimila mejor lo que aprende mediante la manipulación y exploración de su entorno, es decir, lo que aprende a través del juego. Esta actividad favorece los aprendizajes significativos que pretende la LOE.

Por ello es un recurso metodológico fundamental en el ámbito escolar. Pero todavía cobra mayor relevancia en la etapa de educación infantil, en la que no debe existir la falsa dicotomía entre juego y trabajo escolar, ya que prácticamente toda su actividad es juego. Y el juego promueve aprendizajes significativos.

Por otro lado, ya sabemos que entre los principios metodológicos de la educación in­fantil se contemplan la globalización de contenidos y la importancia de proponer actividades que motiven al niño. Pues bien, en este sentido, el juego es un recurso idóneo. No hay actividad más motivadora para un niño que el hecho de jugar. Además el juego permite un acercamiento global a los contenidos del curriculum de la etapa.

Al jugar al supermercado, por ejemplo, unos niños asumen el papel de vendedores y otros de compradores. Este jue­go, entre otros aspectos, favorece el aprendizaje de contenidos de las tres áreas. Del área de identidad y autonomía personal trabajamos contenidos referidos al conocimiento de actividades de la vida cotidiana.

En el área del medio físico y social, trabajamos contenidos como aprender a ponerse en el lugar del otro, al asumir el rol de vendedor o comprador. Del área de comunicación y representación trabajamos tanto el lenguaje oral, como una primera aproximación al concepto de dinero y lo que significa comprar y vender.

Otro aspecto fundamental del juego como elemento didáctico es el hecho de que favorece la interacción entre los niños. Al principio de la etapa el niño se relaciona fundamentalmente con el adulto, del cual recibe los cuidados y la estimulación que necesita. Pero poco a poco el niño debe ir adquiriendo independencia respecto al adulto, y se irá relacionando cada vez más con otros niños. El juego es el mejor instrumento para favorecer la interacción entre iguales.

Finalmente, el principal instrumento que utiliza el niño para desarrollar el juego es el juguete. La legislación educativa vigente potencia la búsqueda de nuevos recursos pedagógicos, como complemento al libro de texto. Entre estos nuevos recursos podemos incluir el juguete. Los profesionales de la educación destacan la importancia de introducir en el aula de educación infantil un amplio abanico de juguetes y objetos que den respuesta a las necesidades de juego y desarrollo del niño.

La selección de materiales de juego y su disposición en el aula son puntos importantes, que no deben dejarse a la improvisación, pues aunque hay una gran variedad de juguetes en el mercado, no todos ellos son ade­cuados para favorecer el desarrollo y el aprendizaje en el sentido que deseamos. Además, según la edad de los niños, serán más adecuados unos juguetes que otros. A lo largo de la unidad ofreceremos algunas indicaciones para aprender a seleccionar juguetes adecuados y disponerlos dentro de la clase.

4. EL JUEGO COMO MOTOR DE DESARROLLO

En este apartado vamos a ver separadamente cómo influye el juego en las distintas áreas de desarrollo infantil:

Desarrollo psicomotor.

Desarrollo cognitivo.

Desarrollo afectivo-emocional.

Desarrollo social.

4.1. JUEGO Y DESARROLLO PSICOMOTOR

  1. A través del juego el niño puede descubrir sensaciones nuevas que de otro modo no tendría ocasión de experimentar.
  1. Mediante el juego, el niño aprende también a coordinar los movimientos de su cuerpo.
  1. Así mismo, la actividad lúdica favorece la adquisición del esquema corporal. Es decir, el niño aprende a identificar las distintas partes de su cuerpo, a tomar conciencia de su unidad corporal y a reconocerse a sí mismo como ser independiente de los otros.
  1. Jugando, el niño explora sus posibilidades sensoriales y motoras. El conoci­miento de sus propias posibilidades, permite ampliarlas a través del ejercicio repetido.
  1. Otro aprendizaje que propicia el juego es el conocimiento de las relaciones causa-efecto. El niño aprende que su actividad origina modificaciones en el entorno, reconociéndose a sí mismo como causante de los cambios observados.
  1. Las experiencias de éxito y de dominio del entorno en la actividad de juego favorece la autoconfianza y el desarrollo de la autoestima.

4.2. JUEGO Y DESARROLLO COGNITIVO

  1. La actividad manipulativa, y, por lo tanto, los juegos de manipulación, favorecen el desarrollo del pensamiento. Siguiendo a Piaget, podemos decir que en los primeros años manipulación y desarrollo cognitivo están íntimamente relacionados.
  1. El juego promueve la creación de zonas de desarrollo potencial que, como sabemos, es la zona por la que puede moverse el niño para construir aprendizajes significativos.
  1. Mediante el juego se estimulan los procesos cognitivos básicos, como la memoria y la atención.
  1. El juego simbólico, en el que el niño asume el papel de otra persona (médico, profesor, madre, etc.), favorece el descentramiento cognitivo. Es decir, ayuda al niño a ponerse en el papel del otro.
  1. Otros procesos cognitivos que se desarrollan mediante el juego son la imaginación y la creatividad. Jugando el niño inventa personajes, historias y situaciones. Esto, además, hace que el niño comience a distinguir entre fantasía (lo que él inventa) y realidad (lo que le rodea).
  1. El juego, ya sea en solitario o, con los demás, es un proceso de comunicación, por lo que promueve el desarrollo del lenguaje oral. Incluso cuando el niño juega en solitario tiene lugar un diálogo consigo mismo.
  1. Por último, el juego es una forma de descontextualizar el pensamiento y hacerlo más abstracto. La ficción que conlleva el juego permite hacer representaciones mentales de lo que no tenemos presente, es decir, de hacer abstracciones.

4.3 JUEGO Y DESARROLLO AFECTIVO-EMOCIONAL

  1. Como actividad placentera y motivante para el niño, produce satisfacción.
  2. En situaciones de juego el niño controla más fácilmente la ansiedad que le producen determinadas situaciones y experiencias difíciles.
  1. También mediante el juego, el niño puede exteriorizar simbólicamente su agresividad y su sexualidad. De otro modo, posiblemente estos sentimientos no tendrían otra vía de escape.
  1. La actividad lúdica favorece el proceso de identificación sexual y de género, mediante el cual el individuo se reconoce a sí mismo como niño o niña y asume las características que la sociedad considera propias de su género.
  1. Por último, la situación de juego se revela como el mejor escenario para aprender y poner en práctica técnicas de resolución de conflictos.

4.4. JUEGO Y DESARROLLO SOCIAL

  1. El juego entre ¡guales favorece la comunicación y cooperación entre ellos.
  1. El juego simbólico, en el que el niño se comporta asumiendo otro papel, permite un mayor conocimiento del mundo social de los adultos, e incluso, un primer acercamiento al mundo laboral, pues los niños, en sus juegos de representación, suelen asumir el papel de diversos profesionales: bomberos, médicos, profeso­res, etc.
  1. Por otro lado, al asumir el papel de otro en el juego simbólico, el niño se impone a sí mismo voluntariamente unas limitaciones y obligaciones, pues tiene que comportarse como si fuera el personaje que ha elegido. Así, el niño que juega a ser médico debe tratar cuidadosamente y con respeto al que juega a ser paciente. De esta forma se favorece el desarrollo moral, ya que se ponen en juego la capacidad de autocontrol, la voluntad y la asimilación de reglas.
  1. El juego no sólo facilita el conocimiento y la relación con los demás, sino que también permite el conocimiento de sí mismo. En las situaciones de juego el niño toma conciencia de lo que es capaz de hacer y de sus limitaciones.
  1. El juego facilita el control de la agresividad, ya sea porque tiene que respetar unas reglas, ya sea porque al asumir el rol de otro personaje tiene que comportarse como si fuese esa otra persona.
  1. Especialmente importantes para el desarrollo social y la creación de un clima de clase positivo y favorable son los juegos cooperativos. Un juego cooperativo persigue una misma finalidad para un grupo de alumnos, pero sólo puede conseguirse cuando todos actúan de forma cooperativa y no competitiva.

5. EVOLUCIÓN DEL JUEGO INFANTIL

Durante los cuatro primeros meses, el juego del niño es principalmente espontáneo.

Juega en solitario repitiendo acciones que le causan placer (reacciones circulares primarias de Piaget). El interés se centra en el propio cuerpo, especialmente en las manos y antebrazos.

Hasta los ocho meses el niño se sigue interesando por los propios elementos corporales. Sin embargo su campo de preferencias se va abriendo y empieza a mostrar interés por la manipulación de objetos, que al principio serán grandes, y luego, más pequeños.

En esta etapa el niño juega principalmente con los adultos.

Entre los 8 y los 12 meses, el niño empieza a descubrir las relaciones causa-efecto. Se da cuenta de que sus acciones tienen un efecto en el ambiente. Sus juegos se centran ahora en este aspecto: “investiga” qué efectos producen sus actos. A esta edad también les divierten los juegos de aparecer y desaparecer.

En torno a los diez meses, el niño ya es capaz de jugar solo durante un rato, pero prefiere la compañía del adulto.

A partir del año, coincidiendo con la conquista de cierta autonomía en los desplazamientos, el juego deja de centrarse en sí mismo y se dirige hacia el exterior.

Es una etapa muy activa que se caracteriza por un juego muy movido: el niño experimenta activamente con los objetos y juguetes. Pero para él también son juego actividades como andar, subir y bajar de una silla, correr sin una finalidad determinada, etc. El juego se hace cada vez más indepen­diente, sin que sea necesaria la presencia del adulto. Sin embargo, cuando están jugando juntos, si el adulto abandona el juego, el niño se molestará.

Al principio el bebé puede compartir con otros el mismo espacio de juego, e incluso pueden compartir algún juguete, creando la falsa ilusión de que juegan juntos. Sin embargo, aunque compartan espacio y objetos su juego no es compartido, cada uno juega solo. Esto se conoce con el nombre de juego en paralelo.

Aproximadamente entre los dos y los tres años aparece el juego simbólico. El juego simbólico puede entenderse de dos formas: por un lado, el juego en el que el niño asume el papel de un personaje conocido o inventado (por ejemplo, el niño que juega a ser cocinero). Pero también puede considerarse juego simbólico al hecho de representar un objeto por otro. Por ejemplo, el niño que coge una pequeña caja de cartón y la desplaza haciendo como si fuera un coche.

Entre los tres y los cuatro años aparece la diferenciación de sexos en cuanto a juego. En este momento los profesores deben estar alerta, para promover una educación, y por lo tanto, un juego no sexista y favorecer la igualdad de oportunidades para ambos sexos.

A partir de los tres años aproximadamente crece el interés por el juego con otros niños. No abandonan del todo el juego en paralelo, pero empiezan a jugar de modo cooperativo, aceptando reglas y respetando turnos. También a esta edad empiezan a compartir juguetes sin protestar.

Aunque, como hemos dicho, el juego simbólico aparece hacia el segundo o tercer 10, es a partir de los cuatro o cinco años cuando cobra más importancia. A esta edad gozan de una imaginación y fantasía sorprendentes, lo que les permite recrear situaciones de juego muy elaboradas.

A partir de los cinco o seis años predomina el juego compartido con otros niños,

Abandonando definitivamente el juego en paralelo. Cada vez gustan más de los juegos reglados, respetando las normas y reglas con naturalidad.

6. CLASIFICACIÓN DEL JUEGO

Se pueden hacer innumerables clasificaciones del juego infantil, según el aspecto en el le nos basemos para establecer dicha clasificación. En este tema sólo vamos a exponer 3 que consideramos más relevantes:

6.1. CLASIFICACIÓN BASADA EN LA TEORÍA DE PIAGET

La clasificación propuesta por Piaget se relaciona con su teoría de las etapas en la ‘elución del pensamiento. Este autor equipara el juego con el acto intelectual, ya que considera que tienen la misma estructura. La principal diferencia que establece entre ambos procesos es que el acto intelectual tiene una finalidad, es decir, persigue una meta, mientras que el juego es una finalidad en sí misma.

Juego sensoriomotor

El niño al jugar repite acciones que le causan placer, bien por el resultado agradable, en por descubrir que él mismo es la causa de lo que ocurre (reacciones circulares primá­is o secundarias).

La imitación sistemática y la exploración de lo nuevo, también son consideradas por Piaget como juego sensoriomotor.

Este tipo de juego es propio desde el nacimiento a los dos años de edad.

Juego simbólico

El juego simbólico, según Piaget, aparece a los dos años de edad y se prolonga hasta los siete años. Se caracteriza porque el niño actúa como si fuese otra persona, o en otra situación diferente a la real.

Al principio el juego simbólico es muy simple, pero hacia los tres años de edad el niño puede recrear escenas verdaderamente complejas.

Juego de reglas

Se trata de juegos en los que hay que acatar una serie de normas impuestas por el grupo. Aunque los juegos de reglas aparecen antes, es a partir de los siete años, y hasta los doce, cuando tienen su mayor predominio.

6.2. CLASIFICACIÓN BASADA EN EL ACATAMIENTO DE LAS REGLAS

Esta clasificación fue realizada por Jean Chateau. Pero antes de comenzar con la expli­cación, veamos por qué fases pasa la evolución del acatamiento de las reglas en el juego infantil:

– Fase 1: no hay reglas, el juego se rige por el deseo momentáneo del niño.

– Fase 2: no hay regla manifiesta, pero en los casos de conflicto vence el deseo de actuar con el objeto.

– Fase 3: existen reglas, pero aún no determinan totalmente la conducta.

– Fase 4: existen reglas manifiestas que el niño asume libremente.

Juegos no reglados

Este autor sitúa el predominio de los juegos no reglados desde el nacimiento hasta los dos o tres años. Entre los juegos no reglados podemos citar:

– Juegos funcionales: movimientos espontáneos que se repiten instintivamente y que contribuyen al desarrollo de determinadas funciones humanas.

– Juegos hedonísticos: buscan el placer mediante actividades que estimulan los sentidos. Contribuyen al conocimiento del propio cuerpo.

– Juegos con los nuevos: implican la exploración y conocimiento de todo lo que rodea al niño, incluidos los compañeros y adultos que interactúan con él.

– Juegos de destrucción: se basan en el deseo de autoafirmación del niño y se caracterizan por el desorden y arrebato.

Juegos reglados

Son los juegos que se estructuran bajo una norma o regla.

– Juegos de imitación: al principio los modelos que imitan los niños en sus juegos son los padres, familiares y, en general, el mundo adulto. Pero hacia los seis o siete años los modelos a imitar son seres imaginarios, lo cual reviste una mayor complejidad.

– Juegos de construcción: este tipo de juego es muy frecuente entre los dos y los cuatro años. Los niños tienen una tendencia instintiva al orden que lleva al gusto por la colocación sistemática de objetos.

– Juegos de regla arbitraria: los propios niños son los que establecen las reglas que derivan de las características de los objetos utilizados en el juego. Este tipo de juegos es común entre los cuatro y los seis años de edad.

6.3. CLASIFICACIÓN BASADA EN LAS CARACTERÍSTICAS PSICOMOTRICES

Esta clasificación, compartida por diversos autores, entre ellos Gutiérrez Delgado, se asa en la idoneidad del juego para cada una de las características psicomotrices.

Juegos de coordinación psicomotríz

Estos juegos se basan en la capacidad del niño para desplazarse gateando o andando, ara correr, cambiar de dirección, adoptar posturas en equilibrio, relajar los músculos, etc. entre los juegos de coordinación psicomotriz podemos citar:

– Juegos de motricidad gruesa: coordinación global, equilibrio, relajación y respi­ración.

– Juegos de motricidad fina: coordinación oculo-manual.

– Juegos donde intervienen otros aspectos motores: fuerza muscular, velocidad, resistencia, reflejos, precisión, etc.

Juegos de estructuración perceptiva

– Juegos que potencian el esquema corporal: son aquellos juegos que favorecen el conocimiento de las partes del cuerpo,

– Juegos de lateralidad: son los que propician el conocimiento y la discriminación de derecha e izquierda, así como el refuerzo en el uso de su lado dominante (según sea el niño diestro o zurdo). Los juego pueden estimular la lateralidad del niño pero nunca se debe imponer el uso de una mano concreta, siendo el niño el que debe descubrir su propia lateralidad.

– Juegos de estructuración espacio-temporal: juegos a través de los cuales el niño toma conciencia de conceptos como arriba-abajo, delante-detrás, dentro-fuera, ayer-hoy-mañana, antes-después, etc.

– Juegos de percepción espacio-visual: son aquellos que estimulan la identifica­ción y el reconocimiento de figuras en el espacio.

– Juegos de percepción rítmico-musical: son aquellos juegos que tienen presente el sentido del ritmo, como sencillas estrofas, canciones, etc.

– Juegos de percepción táctil, gustativa, olfativa, auditiva y visual: se incluye en este apartado cualquier juego que favorezca el desarrollo de los sentidos.

6.4. CLASIFICACIÓN BASADA EN EL NIVEL DE IMPLICACIÓN DEL ADULTO

Podemos establecer una línea continua en cuyos extremos situaríamos el juego totalmente libre por parte del niño, en el que no interviene en ningún momento el adulto. Y en el extremo opuesto estaría el juego totalmente dirigido por el adulto. A lo largo de la línea habría juegos con diferente grado de implicación del adulto, es decir, aunque dirija el juego en parte, también deja libertad e iniciativa al niño en el desarrollo de los juegos.

En el ámbito educativo lo ideal es situarnos en los puntos intermedios, el juego espon­táneo siempre promueve aprendizajes, pero puede que no en la dirección que pretende­mos. El juego excesivamente estructurado y dirigido resta pureza y libertad al niño. Veremos a continuación las ventajas e inconvenientes de cada uno de estos tipos de juego para poder establecer, según las circunstancias y objetivos fijados, una combinación adecuada entre el juego espontáneo y el juego dirigido.

Juego espontáneo

Se caracteriza por una ausencia de finalidad, ya que el niño juega libremente. Entre sus inconvenientes podemos citar: falta de variedad, falta de perseverancia, falta de dirección, falta de compañerismo y falta de medida. Sin embargo presenta también grandes ventajas: propor­ciona un conocimiento profundo del niño, permite conocer las relaciones que se han estableci­do en el grupo, existe un perfecto ajuste a la edad e intereses del niño y proporciona un marco muy adecuado del que extraer ideas para el juego dirigido.

Juego dirigido

Se caracteriza por poseer objetivos marcados por el adulto. Entre sus principales inconvenientes citaremos la limitación de la libertad y autonomía del niño y la supresión de la espontaneidad del juego. Sin embargo, cuenta con muchas ventajas: variedad, co­rrección y eliminación de defectos, ecuanimidad en los resultados y efectos controlados y planificados.

(ANEXO)

1. EL JUGUETE

En un centro de educación infantil el juguete es un medio didáctico, y como tal, debe fizarse en la medida en que permita alcanzar los objetivos que se propone el educador sus actividades pedagógicas.

Un juguete, aunque no sea de los conocidos como didácticos, es decir, concebidos para lograr objetivos educativos concretos, propicia el conocimiento del entorno por parte del niño. Lo que queremos decir es que un niño manipulando y jugando con un juguete está aprendiendo”, además de disfrutando con el placer que proporciona el juego.

Sin embargo, si queremos sacar el máximo partido a las posibilidades educativas de los juguetes, no debemos ponerlos al alcance de los niños sin más, aunque, repetimos, solamente con esto ya estaríamos propiciando algún tipo de aprendizaje y ayudando al desarrollo del alumno.

Por ello, si queremos aprovechar todo el potencial didáctico que tiene el juguete es necesario que el educador tenga en cuenta ciertas consideraciones:

– Un juguete no siempre refleja directamente su función, sino que requiere un aprendi­zaje progresivo, aprendizaje que se produce a través de la actividad conjunta de niños y adultos. Por ejemplo, un bebé de pocos meses es capaz de usar un teléfono de juguete para “hablar” acercándoselo al oído y la boca, imitando al adulto que juega con él y le muestra su utilidad. La necesidad de este aprendizaje progresivo es más evidente en juguetes más complejos y que tienen un objetivo educativo más concre­to, por ello, el educador debe conocer tales objetivos y cómo se utiliza el juguete.

– A pesar de lo dicho anteriormente también es necesario que el niño pueda tener acceso a los juguetes y los manipule libremente realizando un esfuerzo por descubrir su función, sin embargo, en este proceso el educador debe estar pendiente y ofrecer su apoyo cuando sea necesario, bien para guiar u orientar al niño, bien para explicarle su uso y utilidad.

– Es importante que todos los niños jueguen con todos los juguetes, ya que con diferentes juguetes se pueden estimular distintas áreas de desarrollo. Y si todos los niños tienen acceso a todos los juguetes facilitamos el desarrollo de todas las áreas.

– Un aspecto fundamental en la escuela de educación infantil es que los niños aprendan a compartir los juguetes. Para ello es muy útil animarles a jugar de manera conjunta con el mismo juguete o establecer tumos de juego para disfrutar de un juguete concreto.

– Por otro lado, debemos tener en cuenta que un mismo juguete puede utilizarse de forma diferente a medida que el niño va creciendo, madurando y adquiriendo nuevas destrezas. Por ejemplo, un mismo juego de construcciones puede ser utilizado por un bebé para golpear unas piezas con otras o para contemplar sus colores, un niño algo mayor puede hacer torres ensamblando varias piezas y un niño de cuatro o cinco años puede hacer construcciones más complejas que representen un objeto concreto.

– Otro aspecto a tener en cuenta es que un juguete puede ser utilizado para otras funciones diferentes para las que fueron concebidos. Con ello, además de lograr un juguete con más posibilidades, ayudamos a estimular la imaginación del niño. Nuevamente es el educador el que debe orientar y hacer ver a los niños que un mismo juguete puede tener múltiples posibilidades.

– Por último, una interesante e innovadora propuesta consiste en la creación de jugue­tes artesanales por parte del educador, para lo cual puede contar con la ayuda de los niños. Se puede utilizar cualquier técnica que permitan los recursos del centro, y en cuanto a los materiales pueden ser de lo más variados, incluyendo materiales de desecho y reciclables. A este aspecto dedicaremos el último punto del tema.

2. TIPOS DE JUGUETE

Son muchos los autores que han hecho una clasificación sobre los tipos de juguetes. A lo largo de este apartado vamos a exponer varias clasificaciones que atienden a distintos criterios, para finalmente detenernos en una clasificación que comparte aspectos de las anteriores y que de alguna forma las engloba a todas ellas.

Una de las primeras clasificaciones es la que realiza Bühler. Este autor distingue tres tipos de juguetes:

  1. Juguetes proyectados para el movimiento y la actividad motora. Su principal finali­dad es el desarrollo muscular.
  1. Juguetes adecuados para el juego constructivo y creador. Su uso por parte del niño implica cierto dominio sobre el entorno.
  1. Juguetes que se prestan a la acción dramática, la ficción, y el juego imitativo. Es el juego que otros autores denominan simbólico.

Otra clasificación es la que ofrece Piaget. Este autor establece una clasificación de los juguetes, que se basa a su vez en su clasificación sobre los distintos tipos de juegos. Así distingue entre:

  1. Juguetes sensoriomotores.
  1. Juguetes simbólicos.
  1. Juguetes de reglas.

Otras clasificaciones de juguetes se basan en los procesos y cualidades en las que intervienen y ayudan a desarrollar. Un ejemplo de este tipo de clasificación es la que propone H. Page:

  1. Juguetes para el desarrollo del vigor y la destreza motriz.
  1. Juguetes para las acciones constructivas y creadoras.
  1. Juguetes para la representación e imitación.
  1. Juguetes para el desenvolvimiento social.
  1. Juguetes para la habilidad artística: artes y manualidades.
  1. Juguetes para la adquisición de conocimientos.
  1. Juguetes de interés científico y de relaciones mecánicas.
  1. Hobbies o intereses cognoscitivos especiales.

Una clasificación que engloba a las demás y que en algún modo incluye todos los tipos Juguetes antes mencionados es la que propone el proyecto “juguete seguro”:

1. Juguetes de ejercicio

Son juguetes basados en el movimiento corporal. Por lo tanto ayudan a desarrollar las capacidades físicas, incluyendo las habilidades de manipulación y control del propio cuerpo.

Se corresponden con la primera categoría propuesta por Bühler y con los juguetes sensoriomotores de Piaget.

Piaget define este tipo de juego de la siguiente forma: el niño al jugar repite acciones le causan placer, bien por el resultado agradable, bien por descubrir que él mismo es causa de lo que ocurre (Reacciones circulares primarias o secundarias).

La imitación sistemática y la exploración de lo nuevo, también son consideradas por Piaget como juego sensoriomotor, o como denominamos en esta clasificación, de ejercicio.

Este tipo de juego empieza en la primera infancia, y por lo tanto el uso de juguetes de ejercicio, pero se prolonga hasta la edad adulta.

Los juguetes de ejercicio, a su vez, pueden ser de tres tipos:

Juguetes sensoriales: sonoros, visuales, táctiles:

– Móviles con o sin música

– Lámparas que reflejan colores y formas en movimiento

– Espejos

– Juguetes con música: cajas, carruseles, pianos-alfombra, etc.

– Centros de actividades hinchables

– Alfombras con tactos y sonidos

– Tentetiesos

– Objetos para palpar, tocar y acariciar

– Juguetes con sonidos

– Instrumentos musicales: tambores, flautas, xilófonos, etc.

– Peonzas visuales y sonoras

– Calidoscopios

Juguetes manipulativos:

– Sonajeros

– Mordedores

– Centros de actividades

– Trapecios para el cochecito o cuna

– Gimnasios

– Muñecos de trapo muy blanditos

– Juguetes para la bañera

– Juguetes para jugar con el agua

– Juguetes para la arena

– Juguetes de madera o plástico para golpear

– Juguetes de madera, plástico o tela para apilar o colocar en hilera

– Juguetes de madera o plástico para apilar y encajar unos dentro de otros.

– Encajables de formas geométricas

– Juguetes para meter y sacar

– Encadenables y ensartables

– Pirámides

– Cajas para clasificar y ordenar

– Peonzas con cordel y bastón

Juguetes de tipo motor:

– Balancines

– Animales grandes para subirse o estirarse encima

– Cubos grandes de espuma

– Objetos que rueden y se desplacen, como pelotas, cilindros, coches, etc.

– Pelotas

– Tubo de gateo

– Juguetes para arrastrar y empujar

– Andador

– Correpasillos

– Triciclos con y sin pedales

– Vehículos grandes para subirse

– Bicicletas

– Columpios y toboganes

– Aros hula-hoops

– Zancos

– Cuerdas de saltar

– Yoyos

– Monopatines

– Malabares: diábolo, platos chinos, mazas, etc.

– Patines

– Patinetes

– Cometas

2. Juguetes simbólicos

Este tipo de juguetes se caracterizan por la posibilidad de representar objetos y repro­ducir situaciones de la vida real. A través de este tipo de juego el niño puede ir asimilando las características del entorno y poner en práctica las habilidades sociales.

El juego simbólico, según Piaget, se caracteriza porque el niño actúa como si fuese otra persona, o en otra situación diferente a la real.

Al principio el juego simbólico es muy simple, pero hacia los tres años de edad el niño puede recrear escenas verdaderamente complejas.

Los juegos y juguetes simbólicos favorecen la imaginación y la creatividad, así como la expresión de los sentimientos. A través del juego simbólico el niño además va interiorizando las normas y costumbres de la sociedad en la que vive al mismo tiempo que enriquece su vocabulario y desarrolla el lenguaje.

Este tipo de juguetes se corresponde con la tercera categoría identificada por Bühier, es decir con los juguetes de acción dramática.

Existen 5 tipos de juguetes simbólicos:

Juguetes de representaciones:

– Lápices

– Pinceles

– Pinturas

– Rotuladores

– Pizarras

– Libros-juego

Muñecos:

– Muñecos bebés

– Muñecos maniquíes

– Muñecos articulados

– Muñecos de trapo

– Muñecos de goma

– Cabezas de muñecos para peinar

– Accesorios: vestidos, biberones, etc.

– Peluches

Miniaturas y escenarios:

– Casas y mobiliario para muñecos

– Granjas, escuelas, barcos piratas, el fondo del mar, indios, circo, hospitales, casti­llos, naves espaciales, personajes de ficción, etc.

Vehículos:

– Vehículos de madera o plástico manuales, a pilas, de fricción, teledirigidos, etc.

– Trenes de madera o plástico manuales, a pilas, etc.

– Aviones

– Garajes y complementos

– Pistas looping

– Pistas de tipo Scalextric

Juguetes de imitación y entorno:

– Disfraces y complementos

– Marionetas

– Teatro de marionetas

– Teléfono

– Tiendas y complementos

– Cunas, coches de paseo, etc.

– Tocadores

– Imitación de oficios: peluquería, máquina de coser, jardinería, etc.

– Juegos de médicos

– Magnetófonos

– Karaokes, micrófonos e instrumentos musicales

– Herramientas de bricolaje

– Casas para meterse dentro

– Cocinas y complementos

3. Juguetes de construcción

Piaget no identifica este tipo de juguetes como una categoría aparte. Pero sí lo hace ver al hablar de juguetes adecuados para el juego constructivo y creador.

Estos juguetes se componen de una serie de elementos o piezas cuya combinación da lugar a una forma diferente, es decir, la combinación de las diferentes piezas se convierte en un nuevo objeto.

Este tipo de juguete es apto para un amplio abanico de edades, pero deben ir adap­tándose a la capacidad de manipulación y representación que el niño va desarrollando a lo largo de las distintas etapas evolutivas. Por ejemplo, las piezas para los más pequeños son de gran tamaño, pues las cogen utilizando toda la mano y no haciendo la pinza índice-pulgar. Para los mayores, las piezas se reducen y toman formas más variadas.

Entre las habilidades que desarrolla este tipo de juguetes podemos citar: La precisión, la atención, la paciencia, la orientación espacial y la creatividad.

Podemos considerar cuatro tipos de juguetes de construcción:

Puzzles y encajables:

– Encajables planos

– Rompecabezas

– Puzzles planos y tridimensionales

– Mosaicos

Decoración artística y manualidades:

– Juegos para moldear, hacer perfumes, flores, abalorios, etc.

– Elaboración de alimentos, como chuches, pizzas, etc.

– Papiroflexia

Construcciones y montajes mecánicos, eléctricos, químicos y científicos:

– Construcciones de plástico, madera, metal, ladrillos, etc., para apilar, encajar, ator­nillar, ensamblar, etc.

– Piezas para juntar con ¡manes, corchetes, etc.

– Montajes con movimiento a partir de mecanismos o circuitos electrónicos

– Montaje con movimiento a partir de sensores o asistido por ordenador

– Montaje de elementos que permiten reproducir experiencias de carácter científico.

Modelismo:

– Aeromodelismo

– Modelismo naval

– Maquetas de reproducción a escala

– Maquetas de trenes eléctricos.

4. Juguetes de reglas

Este tipo de juego no es considerado como una categoría independiente por Bühler, Pero sí por Piaget.

Se trata de juegos en los que hay que acatar una serie de normas impuestas por el grupo. Aunque los juegos de reglas aparecen antes, es a partir de los siete años, y hasta ‘s doce, cuando tienen su mayor predominio.

Normalmente para jugar a estos juegos se precisan varios jugadores, aunque hay algunas propuestas para jugar en solitario.

Este tipo de juego ayuda principalmente a desarrollar las habilidades sociales, como «petar los turnos, aceptar perder en el juego, etc. Pero también favorece el desarrollo de eras actividades como decidir, razonar, imaginar, cooperar o competir.

Podemos diferenciar dos tipos de juguetes de reglas:

Juegos de sociedad:

– Juegos de loto

– Juegos de lotería

– Juegos de dominó

– Juegos de circuito, como la oca, el parchís, etc.

– Juegos de cartas

– Juegos de memoria

– Juegos de habilidad de tipo magia, palillos chinos, canicas, etc.

– Juegos de estrategia de tipo ajedrez, cartas coleccionables, backgammon, da­mas, etc.

– Juegos de azar

– Juegos de preguntas y respuestas

– Juegos de vocabulario y lenguaje

– Juegos matemáticos

Juguetes deportivos:

– Bolos

– Petanca

– Anillas

– Bádminton

– Dianas infantiles

– Billares

– Futbolines

– Ping Pong

3. ELECCIÓN DE JUGUETES ADECUADOS

El mejor juguete es el que mejor se corresponde con el desarrollo psíquico y físico del niño y se adapta a sus necesidades y personalidad. Por lo tanto no existen juguetes per­fectos, sino que la adecuación del juguete depende del desarrollo y de las características personales de cada niño concreto.

Los juguetes deben estar en relación con el nivel de desarrollo del niño, sin embargo, es interesante también elegir algunos que se adelanten en parte a sus posibilidades, para que trabajando con la ayuda del adulto en la zona de desarrollo próximo, permitan alcanzar niveles superiores de desarrollo.

Es importante advertir que por muy adecuado que sea un juguete para un niño, el juguete por sí solo no enseña a jugar. Al principio, ante un nuevo juguete suele ser precisa la actividad conjunta entre niño y adulto, para que el pequeño sea capaz de asimilar las funciones y posibilidades del objeto. Por ejemplo, si damos al niño por primera vez un cubo con piezas para encajar, debemos jugar con él para que vea cual es la finalidad del juguete, después, si le permitimos explorar libre­mente el objeto, probablemente encontrará otras posibilidades de juego inventadas por él.

A continuación ofrecemos una serie de consejos a tener en cuenta a la hora de elegir los juguetes infantiles:

  1. Es mejor que el juguete sea deseado por el niño. Por ello, como veremos más adelante es importante colocar todos los juguetes a su alcance, con el fin de que pueda elegir libremente con qué objetos desea jugar.
  1. Es imprescindible que el juguete sea seguro. Aunque este aspecto siempre debe estar presente a la hora de seleccionar un juguete, aún es más importante en el caso de niños menores de tres años. Además de comprobar que el juguete cumple con la normativa de seguridad de la Unión Europea, debemos asegurarnos de que no contenga piezas pequeñas que puedan provocar el ahogamiento del niño.
  1. El juguete debe ser adecuado a la edad y nivel de desarrollo del niño. Si el juguete es para niños más pequeños, no le aportará nada nuevo y probablemente le aburri­rá, si el juguete es para niveles de desarrollo superiores, no podrá utilizarlo de forma adecuada y tampoco propiciará el desarrollo.
  1. El juguete debe tener en cuenta también la personalidad del niño. A los niños inquie­tos les vienen muy bien los juguetes que requieran prestar atención, de este modo aprenden poco a poco a controlar su excesiva actividad motriz. Por el contrarío, un niño tímido se puede beneficiar de los juguetes que favorezcan la socialización.
  1. Otro aspecto a tener en cuenta es que cuanto más simple sea el juguete, mayor esfuerzo hace el niño para desarrollar su fantasía e imaginación. Si el juguete es excesivamente sofisticado, no deja margen al niño para inventar nuevos juegos, siempre tiene que usarlo de la misma forma, y acabará aburriéndose del juguete. Los juguetes excesivamente complejos pueden quedar inutilizados por la pérdida de una pieza, suelen necesitar recambios y muchos son difíciles de guardar.
  1. En la medida de lo posible los juguetes no deben ser utilizados para premiar o castigar la conducta del niño. Debemos concienciarnos de que el juguete no es un bien de consumo, sino una poderosa herramienta de la que disponen los niños para promover su desarrollo integral. Por ello no es conveniente comprar juguetes de forma indiscriminada, ni concentrar la compra de estos artículos en fechas de­terminadas, como la navidad.
  1. El exceso de juguetes también dificulta el desarrollo de la fantasía y produce abu­rrimiento debido a la saciedad.
  1. En el entorno educativo siempre debemos elegir juguetes que fomenten valores como el respeto, la solidaridad, etc. Debemos evitar aquellos juguetes que incitan directamente a la violencia, a la práctica de hábitos poco saludables, a la discriminación, etc.
  1. Por último, indicaremos que el mejor juguete no es necesariamente el más caro, que suele ser demasiado complicado para los niños. Pero debemos alertar así mismo sobre la compra de juguetes muy económicos que, aunque en ocasiones pueden ser adecuados, al ser baratos se suelen comprar como respuesta a un capricho momentáneo del niño o para premiar determinadas conductas, lo cual no es beneficioso para el pequeño.

Elección de juguetes de 0 a 6 meses

Esta etapa se caracteriza por el desarrollo de los sentidos. El niño empieza a distinguir diferentes texturas, formas y colores. A la hora de elegir los juguetes debemos tener en lenta la escasa movilidad del bebé de estas edades, por lo que los objetos deben incitar a tirar, tocar y escuchar, de modo que sea posible la exploración del entorno inmediato.

Los juguetes para estos primeros meses deben tener colores vivos y brillantes, si además tienen sonido y movimiento, serán mucho más atractivos para el niño. Los juguetes y objetos con diferentes texturas favorecen el desarrollo de las sensaciones táctiles.

Durante los primeros seis meses cualquier objeto que cumpla estas características puede ser un juguete para el bebé, siempre que no supongan peligro de accidentes para el bebé. No obstante, entre los juguetes que existen en el mercado, los más apropiados para te intervalo de edad son; sonajeros, móviles de cuna, muñecos de goma, mordedores, alfombras de actividades, espejos irrompibles, juguetes musicales y gimnasios de bebé.

Elección de juguetes de 6 a 12 meses:

Durante esta etapa la actividad preferida del bebé será la de manipular objetos. Pero además las destrezas físicas del niño progresan de forma asombrosa. De forma progresiva niño aprende a sentarse, a gatear, a ponerse de pie, y en algunos casos, a caminar.

En este periodo los juguetes que estimulan los sentidos siguen siendo interesantes, pero el niño ya no sólo se conforma con mirar, disfruta manipulando los objetos, que deben ser de gran tamaño, ya que todavía no sabe usar la pinza (índice-pulgar) para coger objetos pequeños, sino que utiliza toda la mano. Son muy apropiados también, los juguetes rodan­tes, que estimulen el movimiento. Por otro lado, no podemos olvidarnos del desarrollo de la afectividad, que puede estimularse mediante peluches y muñequitos.

Los juguetes de la etapa anterior siguen siendo interesantes, aunque quizás, empiece a experimentar otros usos, a medida que avanza su desarrollo y mejoran sus capacidades. Otros juguetes nuevos apropiados para niños de seis a doce meses son: pelotas, muñecos de trapo, juguetes sonoros, balancines, objetos para jugar en el baño, juegos de cons­trucción y apilables con piezas grandes, aros para encajar en un eje, tableros para encajar formas muy simples, centros de actividades.

Elección de juguetes de 12 a 18 meses:

En este periodo se producen grandes avances en las capacidades del niño. Adquiere una mayor movilidad y dependencia lo que le permite la exploración de un entorno más amplio. Al mismo tiempo, se va perfeccionando la coordinación óculo-manual, con lo que la exploración de los objetos se hace más precisa. También a esta edad el niño empieza a imitar actividades que realizan los adultos y, por otro lado, el desarrollo del lenguaje experi­menta grandes progresos, más en comprensión que en vocalizaciones.

En esta edad los juguetes deben invitar a recorrer el espacio, para perfeccionar las nuevas capacidades de movimiento. Es importante que los juguetes permitan relacionar hechos, de forma que el niño aprenda que con su actividad puede producir determinados cambios en los objetos y en su entorno (relaciones causa-efecto). Los juguetes que estimu­len el lenguaje y la imitación de acciones simples van ganando protagonismo.

Entre los juguetes más apropiados podemos citar: bloques de plástico para apilar, jue­gos de formas, libros de páginas duras con imágenes, muñecos que representen el cuerpo humano, marionetas, teléfonos, juguetes de arrastre, pelotas, juguetes para montar, corre-pasillos, triciclos, cochecitos y mesas de actividades.

Elección de juguetes de 18 a 36 meses:

En este periodo, tanto la movilidad como la independencia han experimentado notables avances, por lo que si hay algo que caracteriza este periodo es la actividad sin límites. Pero además el desarrollo del lenguaje está en todo su apogeo. Los juguetes más apropiados serán los que estimulen el desarrollo de estas capacidades.

En esta edad no podemos desestimar las ventajas de los materiales naturales como ob­jetos de juego. El agua, la tierra, el barro, la arena, hojas, piedras, etc., son muchas veces más atractivos para el niño que el juguete más sofisticado del mercado.

El comportamiento de los líquidos es muy diferente al de los objetos sólidos, por ello si queremos que las experiencias del niño sean lo más amplias posibles, no podemos privarlos del placer de jugar y experimentar con el agua, metiéndolo dentro en la piscina, la playa, etc., llenando recipientes con distinta cantidad, poniendo colorantes, para que cambie de color, haciendo que toquen agua a distinta temperatura, juegos con una manguera, experimentan­do con objetos que floten o se hundan, trasvasando agua de unos recipientes a otros, etc.

El juego con barro no solo es divertido para el niño, sino también instructivo. Tiene una consistencia diferente a los juguetes sólidos, pero tampoco es un líquido, puede darle la forma que desee y cambiar su consistencia añadiendo más o menos agua.

Otro elemento natural muy enriquecedor para el niño es la arena, este material es un sólido que se comporta como un líquido. Los areneros se están imponiendo en los parques infantiles. Su uso es muy apropiado también en el centro escolar, siempre que se disponga leí sitio y espacio adecuado. Para jugar en el arenero son indispensables cubos, palas, astrillos, moldes, tamices, etc.

Finalmente, hojas, piedras, y otros elementos que pueden encontrar en la calle, permiten al niño reconocer diversas formas y textura. Además pueden clasificar los objetos encontrados y realizar experimentos simples con ellos.

Volviendo a los juguetes comerciales, podemos citar como apropiados para este inter­valo de edad los siguientes:

Correpasillos, triciclos y bicicletas, juguetes que faciliten la imitación (cocinitas, maletín de médico, supermercado, herramientas…), puzzles con pocas piezas y de gran tamaño, juegos de instrucción con piezas grandes, pero más complejos que los de etapas anteriores, muñecos, mímales de plástico, juguetes musicales y con movimiento, instrumentos musicales, juguetes que permitan dibujar y pintar (pizarras, pupitres, etc.), coches, tableros de encajes, pelotas, libros que pueden contener ya historias simples, aunque seguirá predominando la imagen sobre la palabra.

Son importantes los juegos que pueden realizarse al aire libre, en parques infantiles, o en su caso, en el patio del centro escolar: toboganes, columpios, etc.

Antes de finalizar este apartado, es necesario indicar que aunque hemos establecido una serie de juguetes más idóneos según la edad del niño, esto no quiere decir que una vez superado cada intervalo de edad los juguetes de la etapa anterior ya no sean válidos.

Como regla general podemos decir que un juguete será válido mientras siga interesando al niño y le comporte diversión y/o aprendizaje. Al hacer esta distinción por edades simplemente preténde­nos dar una orientación a la hora de elegir el juguete, pero siempre debemos tener en cuenta el nivel de desarrollo real de cada niño, sus necesidades, sus gustos, su personalidad y sus referencias.

El juguete no es una imposición del adulto al niño para que aprenda determína­los aspectos de la realidad, sino que es un instrumento que proporciona aprendizaje a la vez que divierte al niño, si pierde su sentido lúdico, por muy educativo, caro, o bonito que sea el juguete carece de interés para el niño y no se puede considerar apropiado.

4. LA DISPOSICIÓN DE JUGUETES EN EL AULA

Si las características de los juguetes son importantes, no lo son menos las características del espacio físico donde se desarrolla el juego.

Siguiendo a Vicente Martínez y Francisco Gregrori, podemos identificar tres condiciones básicas que debe reunir un buen espacio lúdico:

  1. Seguridad física: El espacio de juego debe contar con las medidas de seguridad apropiadas para que el niño pueda moverse libremente y desenvolverse de acuerdo con sus posibilidades sin que sea necesaria la intervención del adulto.
  1. Seguridad psíquica: El espacio debe estar organizado de tal modo que garantice un ambiente distendido, alegre y acogedor. Debe ser luminoso, decorado con colores alegres, etc.
  1. Libertad e independencia: No deben existir barreras ni obstáculos. Los niños deben tener fácil acceso a los materiales y elementos de juego.

En cuanto a la disposición de los juguetes dentro del aula de educación infantil, como norma básica podemos decir que los juguetes deben estar al alcance de los niños. Con esto favorecemos la libertad de elección y acción de los pequeños, que como hemos dicho es una de las condiciones que debe tener un espacio lúdico apropiado.

Pero además, con esta medida favorecemos el desarrollo del sentido de responsa­bilidad. A partir de los doce meses (cuando el niño empieza a caminar, más o menos), podemos acostumbrar al niño a que asuma la responsabilidad de guarda y cuidado de los juguetes del grupo. Es recomendable que los padres hagan lo mismo en casa; en este sen­tido, volvemos a destacar la importancia de una fluida comunicación entre familia y centro escolar en esta etapa educativa.

Para guardar los materiales de juego, de forma que sean accesibles a los niños y les faciliten el trabajo de recoger y cuidar, debemos tener en cuenta los siguientes aspectos:

1. Accesibilidad y visibilidad:

Como norma general situaremos todos los juguetes a la vista y al alcance de los niños, excepto aquellos que revistan peligrosidad o sean frágiles. Para disponer los materiales podemos utilizar, tanto el suelo para los objetos más grandes, como estanterías o mesas bajas. Si se utiliza algún tipo de recipiente para los juguetes más pequeños, es interesante que sean transparentes, o que tengan una abertura que permita ver el interior sin necesidad de cogerlo o abrirlo.

2. Clasificación y etiquetaje:

Si ponemos una etiqueta con un código sencillo en el lugar donde se guarda el material, facilitamos al niño la tarea de recoger, pues no tendrá dudas a la hora de devolver el juguete a su lugar de origen.

Con esta medida contribuimos a la creación de hábitos de orden, además esto obliga al niño a hacer ejercicios de clasificación, lo que correlaciona positivamente con el desarrollo cognitivo.

3. Contenedores:

El contenedor utilizado debe estar en función del material que va a contener, ya que debe resaltarlo y hacerlo visible. Se pueden utilizar cajas de distintos tamaños y materiales, bandejas, cestas, etc.

4. Distribución:

Para evitar aglomeraciones que dificultan el acceso a los materiales, podemos dis­poner los juguetes distribuidos en distintas zonas del aula.