Tema 40 – Evaluación del proceso de enseñanza: evaluación de los proyectos curriculares, de la programación, de los materiales curriculares, de las actividades educativas, de la organización escolar.

Tema 40 – Evaluación del proceso de enseñanza: evaluación de los proyectos curriculares, de la programación, de los materiales curriculares, de las actividades educativas, de la organización escolar.

0. INTRODUCCIÓN.

El mismo título del tema nos indica la amplitud de la evaluación del proceso de

Enseñanza: comprende la evaluación tanto de la organización escolar del centro como tal a la evaluación de las actividades educativas y práctica educativa del profesor en el propio aula, pasando por la evaluación de los proyectos curriculares, programaciones, materiales curriculares, etc.

La evaluación forma parte del proceso educativo y es uno de sus elementos esenciales, con una función básicamente orientadora y de control de la calidad de todas las acciones educativas.

1. – LA EVALUACIÓN DEL PROCESO DE ENSEÑANZA

1.1. – Consideraciones Generales

La evaluación es una actividad sistemática que incluida en el proceso educativo

tiene como finalidad la mejora de dicho proceso incidiendo en los factores personales y ambientales que en el intervienen.

A grosso modo, la evaluación se realiza en dos planos o niveles interdependientes. Él primero se refiere a la evaluación de los procesos de enseñanza/aprendizaje, desarrollados en el PCC. El otro plano trata de la evaluación del funcionamiento del sistema educativo como marco de referencia de la consecución de:

“El objetivo primero y fundamental de la educación es el de proporcionar a los niños y a las niñas, a los jóvenes de uno y otro sexo una formación plena que les permita conformar su propia y esencial identidad, así como construir una concepción de la realidad que integre a la vez el conocimiento y la valoración ética y moral del mismo. Tal formación plena ha de ir dirigida al desarrollo de su capacidad para ejercer de manera crítica y en una sociedad axiológicamente plural, la libertad, la tolerancia y la solidaridad”.

En el Libro Blanco para la Reforma del Sistema Educativo se detallan los requisitos fundamentales que debe cumplir la evaluación educativa, son:

A. Ser consecuente con los objetivos y finalidades del sistema globalmente considerado.

B. Extenderse al Sistema y a los alumnos, y no sólo a estos.

C. Realizarse de forma continua y no de modo circustancial.

D. Acoger la pluralidad de valores que aportan los distintos agentes de la Comunidad educativa.

E. Cumplir funciones de regulación activa del Sistema y de los procesos educativos.

F. Proporcionar una información continuada, objetiva y suficiente que permita que la regulación de los procesos y del sistema se realice de forma eficiente y continua.

G. Ser realizada en cada uno de sus planos, también por los propios agentes y sistemas sobre los que esa evaluación se ejerce y no sólo por agentes o sistemas externos.

Por tanto el ámbito de la evaluación no se limita sólo a los alumnos y los

procesos educativos individuales, sino que resulta esencial la evaluación de los centros educativos en toda su complejidad: proyectos y logros, estructuras y recursos , dinámica de relaciones y actividades. La evaluación se concreta en una actuación sumamente diversificada en cuanto a los ámbitos evaluados, los agentes que la realizan las formas que adopta, funciones que cumple, los contenidos a los que remite y los marcos de referencia que emplea.

La evaluación, entendida como heteroevaluación del proceso educativo, es realizada por agentes externos. Esta función por disposiciones legales está encomendada al Servicio Técnico de Inspección Educativa.

También es importante considerar y potenciar en toda su realidad la autoevaluación, es decir, la evaluación desde “dentro” y realizada por los mismos sujetos que son evaluados en la heteroevaluación. Así se puede conocer mejor la realidad de la que parte, plantear los objetivos hacia los que se dirige y establecer las pautas de intervención para los ajustes y/o adaptaciones curriculares oportunas.

Los alumnos aprenderán a conocer sus procesos de aprendizaje y autoevaluarlos.

Los profesores, que conocen muy bien la realidad escolar y social en la que desarrollan su acción, pueden y deben autoevaluar su labor profesional individual, así como participar en la autoevaluación de su centro como profesional integrante de un claustro, de un departamento, de un equipo de nivel y/o ciclo.

En el contraste de ambas evaluaciones, autoevaluación y heteroevaluación, puede obtenerse toda la información para la toma de las decisiones más adecuadas para mejorar el PCC, que se considera es un instrumento inacabado en el sentido de estar sometido a revisiones en cuanto a los medios curriculares, a la programación, a los métodos, etc.

Las administraciones educativas también deben realizar su autoevaluación en cuanto al cumplimento o no de compromisos adquiridos; en cuanto a ser o no facilitadora de la acción docente; en cuanto a ser o no creadora de un clima adecuado de los profesionales docentes realicen su tarea.

1.2. Normativa Legal.

En este apartado vamos a reseñar las principales disposiciones legales donde se

recoge claramente la necesidad de realizar la evaluación del proceso de enseñanza y los principales aspectos que debe incluir esta evaluación.

La LOCE establece “la evaluación del sistema educativo como uno de los factores que favorecen la calidad y mejora de la enseñanza”

El sistema educativo a de ser motor, impulsor de todos los factores que intervienen en la praxis educativa: proyectos curriculares, programaciones, metodologías, procedimientos, materiales curriculares, organización escolar. Por ello, estos factores deben y tienen que ser evaluados para comprobar si responden a esa mejora de la calidad de la enseñanza.

La evaluación de los factores mencionados tendrá rigor y sentido en tanto en cuanto lo tenga la evaluación del propio Sistema Educativo y de las Administraciones, central y autonómicas con competencias educativas transferidas, como se recoge en la LOCE.

Los Reales Decretos que establecen los currículos de las distintas etapas van perfilando el contenido que ha de tener esa evaluación del proceso de enseñanza.

Posteriormente a los Reales Decretos sobre el currículo han ido apareciendo una serie de Ordenes Ministeriales sobre evaluación en las distintas etapas, donde en diferentes artículos se hacen precisiones acerca del contenido y proceso que ha de tener la evaluación del proceso de enseñanza en las respectivas etapas.

2. – EVALUACIÓN DE LOS ELEMENTOS QUE COMPONEN ÉL PROCESO DE ENSEÑANZA.

2.1. – Evaluación de los proyectos curriculares.

Carmen y Zabalza (2003) definen el Proyecto Curricular como el conjunto de decisiones articuladas que materializan el Diseño Curricular Base en propuestas de intervención didácticas adecuadas a un contexto específico.

La elaboración del Proyecto Curricular debe ser fruto de un trabajo en equipo de todos los profesores en él implicados. No debe limitarse a ser un instrumento técnico sino que ha de buscar la interacción constante entre la teoría y la práctica.

En la elaboración del propio Proyecto Curricular ha de preverse su propia evaluación. Ahora bien no habrá de esperarse al final de cada etapa para evaluar su Proyecto Curricular. Esta evaluación ha de ser continua con una adecuada labor de seguimiento. Conviene que se haga una evaluación profunda y general al menos al final de cada ciclo para ir recogiendo las decisiones y modificaciones necesarias que se tendrán en cuenta cuando se decida acometer la modificación formal del Proyecto Curricular.

La evaluación del PCC tiene que conseguir su utilidad en dos vertientes: para la propia valoración del Currículum y para guiar y reconducir su proceso de elaboración y aplicación. La primera detectará las posibles lagunas que se hayan producido en su realización y la segunda explicitará paso a paso el proceso que debe seguirse y las características que debe tener para que sea aplicable, coherente y adecuado tanto para los alumnos a los que se dirige como para la planificación que realiza previamente el Centro. Así la evaluación estará integrada en el proceso.

Al considerar las fases o pasos a seguir en la elaboración del Proyecto es evidente que han de establecerse las que corresponden a su evaluación. Estas, según Lázaro (2001), son:

v Evaluar las necesidades de las personas implicadas en el aprendizaje, como consecuencia del proceso progresivo de traspasar a la propia sociedad y a la escuela la responsabilidad de la evaluación.

En una programación curricular la mayoría de las necesidades que identifiquen las personas deberán referirse a aprendizajes (capacidades, objetivos, contenidos, procedimientos, valores) o a aspectos institucionales que actúan directamente en la enseñanza.

La evaluación de necesidades o problemas es un proceso técnico, pero es, sobre todo, un proceso humano en el que es necesario lograr el compromiso entre los implicados.

Cada evaluación tiene que ser diseñada de acuerdo con las decisiones tomadas al fijar la finalidad, los límites y las condiciones del proyecto.

v Evaluar los problemas del contexto del aprendizaje.

La escuela es un escenario más de aprendizaje entre los que existen en la sociedad, y el Proyecto Curricular.

Un proyecto está muy condicionado por el contexto del aprendizaje. Sus actividades y sus objetivos interactúan a través de medios múltiples con la vida política, económica y social de la comunidad.

v Evaluar la viabilidad del Proyecto basado en los datos obtenidos.

Es importante que, una vez evaluadas las necesidades de la comunidad educativa y los problemas de su contexto y analizado el marco legal de referencia evalúe la viabilidad de los que se propone. Es necesario realizar una evaluación que asegure que el proyecto puede llevarse a cabo, hasta dónde es posible llegar, qué se debe abandonar y qué parte debe ser redefinida para asegurar su rentabilidad.

Como se ha mencionado anteriormente, la evaluación hay que considerarla en todo el proceso y como consecuencia habrá que centrar la atención en la evaluación final del Proyecto. En este sentido se deben abordar los diferentes factores e indicadores que sirvan para reflejar los logros educativos y los procedimientos que serán empleados.

Siguiendo a Lázaro(2001) indicaremos unos puntos a tener en cuenta para comprobar e interpretar los logros educativos:

Ø Principios que fundamentan el proceso de evaluación seguido en el centro. Hay que señalar cuál es la relación entre dichos principios y los objetivos en el PCC y establecer, en consecuencia, el proceso operativo.

Ø Especificación de los componentes del éxito del desarrollo curricular, según las prioridades y acordarlas en el PCC para los aprendizajes de los alumnos.

Ø Criterios de evaluación del PCC. Han de ser coherentes con las metas a alcanzar.

Ø Formas de evaluación a utilizar. Procedimientos que se pretenden utilizar y la forma de valorar y anotar los resultados, para lo cual debe especificarse:

§ Medios de evaluación.

§ Instrumentos aplicados para obtener la información.

§ Tiempos clave para la evaluación de cada componente.

§ Responsables de cada componente y tarea evaluada.

§ Modos de coordinar las diferentes tareas de evaluación, indicando quienes se encargarán de esta actividad, los períodos de coordinación y las decisiones a adoptar.

Ø Informes finales de evaluación. Según las disposiciones legales sobre el currículo, de la situación peculiar de cada alumno, deberá de hacerse un doble informe:

§ Informe de evaluación al finalizar un ciclo.

§ Informe que exprese el grado de desarrollo alcanzado por un alumno, respecto de los objetivos generales previstos, al finalizar una etapa (Infantil, Primaria, Secundaria,…).

En el ámbito global, conviene elaborar un informe evaluador de las actividades, procesos y resultados de los aprendizajes de los alumnos.

Podemos decir que los Proyectos Curriculares no son propuestas definitivas

sino que han de contrastarse después en la práctica educativa y tendrán que ser revisados y modificados de acuerdo con la experiencia que la propia práctica y las intenciones de mejora de los actores del proyecto aconsejen.

Vamos a finalizar este apartado reseñando las normativas oficiales recogidas en las distintas Órdenes sobre evaluación emanadas del MEC.

En la LOCE se recoge, con pequeños matices y diferencias entre una y otra etapa los siguientes aspectos de Proyecto Curricular que habrán de someterse a evaluación:

* La adecuación de los objetivos programados a las características de los alumnos.

* La distribución equilibrada y apropiada de los contenidos.

* La idoneidad de la metodología y de los materiales curriculares empleados.

* La validez de los criterios y estrategias de evaluación programados.

* La validez de los criterios de promoción establecidos (sobre todo los de final de etapa).

* La pertinencia de las medidas de adaptación curricular adoptadas para los alumnos con necesidades educativas especiales.

* Las actividades de orientación educativa y profesional (ESO).

* La adecuación de la oferta de materias optativas a las necesidades de los alumnos (ESO).

* La efectividad de los programas de diversificación curricular puestos en marcha (ESO).

Se señalan los elementos específicos del Proyecto Curricular de Bachillerato que han de ser sometidos a evaluación, además de los consabidos adecuación de objetivos, contenidos, metodología, etc. Entre estos elementos específicos podemos citar:

* Idoneidad de los itinerarios académicos propuestos a los alumnos y de la oferta de materias optativas.

* Funcionamiento de la orientación de los alumnos con vistas a facilitarles la elección de materias y de estudios superiores.

* Racionalidad de la distribución de los espacios y de la organización del horario escolar.

* Funcionamiento de la evaluación en cuanto proceso de evaluación continua.

2.2. – Evaluación de la Programación.

Entendemos como programación al proceso didáctico o conjunto de bloques temáticos o unidades didácticas debidamente ordenadas y secuenciadas que realizan los profesores, bien a nivel de ciclo, nivel o aula, y en las que se concretan las estrategias de actuación e intervención, todo ello desde la perspectiva del Proyecto Curricular correspondiente.

Las programaciones constituyen el tercer nivel de concreción curricular.

La programación y aplicación de las unidades didácticas es uno de los diversos componentes que deben ser evaluados en el funcionamiento del centro educativo. Constituye un ámbito específicamente pedagógico, por lo que son los docentes los primeros, y más directamente implicados, los que han de proponer esta modalidad de evaluación.

Es imprescindible que el profesor evalúe su propia actuación pedagógica, debiendo ello cumplir los siguientes objetivos (A. Casanova, 2001):

ª Determinar la adecuación del proceso seguido para la elaboración de las unidades.

ª Constatar paso a paso, durante su aplicación, el ajuste de sus diferentes elementos al ritmo de aprendizaje de los alumnos.

ª Efectuar los reajustes precisos en el proceso de aplicación.

ª Realizar una evaluación final del comportamiento de los elementos previsto en la programación de cada unidad.

ª Configurar el conjunto de la programación de un curso o ciclo, en función de los resultados obtenidos en la evaluación de las unidades parciales.

La programación, en orden a los elementos que la componen, debe cumplir una

serie de principios básicos y estos han de ser consecuentemente evaluados. Son los que se expresan a continuación:

T Partir del nivel de desarrollo de los alumnos.

T La construcción de aprendizajes significativos.

T Que el alumno “construya” su propio aprendizaje.

T Actividad intensa por parte del alumno.

T Que se propongan actividades adecuadas.

T Que sea adecuado el tiempo previsto para la realización de las actividades.

T Utilizar métodos y recursos variados que potencien la creación y el uso de estrategias propias de búsqueda y organización de los elementos requeridos para resolver un problema.

T Proporcionar información al alumno sobre el momento de aprendizaje en que se encuentra.

T Impulsar la relación entre los alumnos para aprovechar lo favorecedor del aprendizaje entre iguales.

Se recuerda que el currículo es abierto y flexible y, por ello, reclama que la

evaluación sea continua e individualizada.

2.3. – Evaluación de los materiales curriculares.

Los materiales curriculares no son un fin en sí mismos; por tanto, no hemos de considerar exclusivamente su calidad sino el modelo de enseñanza que se persigue, la finalidad a que van destinados, el modo de utilizarlos y las repercusiones que su uso conlleva.

Hay que distinguir dos tipos de materiales curriculares: los que se conciben como ayuda al profesor y los que van dirigidos a los alumnos.

Entre los primeros estarían los que van a facilitar a los profesores a pasar desde el DCB a la elaboración progresiva de los PCC y de las programaciones de ciclo. La elección de los más adecuados va a depender del criterio que utilicen los equipos de profesores en función de que le sirvan en mayor o menor grado para conseguir los objetivos que se proponen.

Para la elaboración del PCC, los profesores precisan los materiales curriculares que les ayuden a:

Z Completar los objetivos generales de nivel o etapa y los objetivos de área de currículo establecido.

Z Completar, secuenciar y distribuir los contenidos de enseñanza de las distintas áreas.

Z Acordar las opciones metodológicas más adecuadas, el enfoque de las unidades didácticas y las actividades de aprendizaje.

Z Establecer y aplicar los criterios de evaluación y los criterios de promoción de los alumnos.

Los materiales dirigidos a los alumnos son de naturaleza muy diversa y estarán

en función de la especificación de la materia que queramos transmitir, de las destrezas a desarrollar y de las conductas a conseguir, entre otros aspectos. Su ámbito será el del propio aula o el relacionado con otros espacios y dependencias del Centro. Se pueden clasificar de diversa forma:

í Materiales impresos: libros de texto, de consulta, fichas, prensa, etc.

í Materiales específicos para determinadas materias: material de laboratorio, de educación física, de música, de talleres, etc.

í Materiales de carácter auxiliar: audiovisuales, de reprografía, de informática, etc.

í Materiales tomados de la vida cotidiana: ya sea natural o manufacturado por el hombre.

Para evaluar los distintos materiales curriculares debemos tener en cuenta los

siguientes indicadores:

t Saber quien elabora los materiales, por qué y para qué. La política de elaboración y difusión de materiales tiene una importancia decisiva en la configuración y desarrollo del currículum. Habría que plantear el nivel de concreción de los materiales (que conlleva un grado de autonomía de criterio para el profesor), y el nivel de obligatoriedad de las orientaciones o prescripciones de los materiales (que conlleva una autonomía funcional).

Disponer de materiales que explicitan claramente los objetivos, los contenidos, las actividades, los ejercicios de control con sus correspondientes correcciones, es un modo de suprimir la autonomía curricular.

t Evaluar el grado de adaptación al contexto educativo en el que se van a utilizar.

t Evaluar si los objetivos que subyacen en dichos materiales se corresponden con los establecidos en el centro y en el proyecto curricular y programación del grupo de alumnos a los que se dirigen dichos materiales.

t Evaluar si los materiales incluyen elementos suficientemente diversificados y convergentes como para orientar el aprendizaje de los diferentes tipos de contenidos con la máxima coherencia educativa.

t Evaluar si los materiales dan respuesta a los diferentes contenidos de enseñanza: conceptuales, procedimentales y actitudinales.

t Evaluar si los materiales correspondientes a las aulas, biblioteca, laboratorio, gimnasio, etc. Son los adecuados a cada dependencia. Es preciso evaluar su utilidad, economía, eficacia, conservación, adecuación a los objetivos generales del proceso educativo.

t Evaluar si los materiales contemplan los distintos ritmos de aprendizaje de los alumnos, permitiendo para ello una variada gama de actividades didácticas.

t Evaluar si favorecen una metodología motivadora y la implicación activa del alumno en el proceso de aprendizaje, y si son abiertos y flexibles para poder fomentar estrategias de “aprender a aprender”.

t Evaluar su rentabilidad y disponibilidad para ser utilizados por el mayor número posible de alumnos, según las necesidades del momento.

t Analizar si pueden utilizarse para finalidades y áreas diversas.

t Evaluar su grado de conservación o deterioro.

t Evaluarlos con criterio de actualización, si realmente existen o no otros materiales más actualizados.

t Que permitan a los alumnos tomar decisiones razonables respecto a cómo utilizarlos y ver las consecuencias de su elección.

t Que permitan desempeñar un papel activo al alumno: investigar, exponer, observar, etc.

t Que implique al alumno con la realidad.

t Etc.

En resumen, debemos evaluar la adecuación de los materiales a las necesidades del centro y de los alumnos y al proceso de enseñanza-aprendizaje a desarrollar.

2.4. – Evaluación de las actividades educativas.

La práctica docente se concreta a través de las actividades educativas. Podemos por tanto considerar las actividades educativas como aquellas acciones que forman parte de la programación escolar y que tienen como objetivo permitir el progresivo desarrollo de las diferentes capacidades de los alumnos dándoles la oportunidad de experimentar hechos, comportamientos y actitudes en interacción con distintos estímulos externos.

Las actividades educativas se refieren tanto a actividades de los alumnos como a actividades de los profesores. Ya que estamos en el tema de evaluación de la enseñanza nos centraremos sobre todo en las actividades de los profesores. Sin embargo, no debemos olvidar que la actividad docente sólo tiene sentido en cuanto sirve para estimular y orientar el proceso de aprendizaje de los alumnos.

Para el diseño de actividades de aprendizaje, el profesor atenderá a los principios que se han expuesto en la evaluación de la programación. Se evaluará la información a través de los trabajos de los alumnos (cuadernos, trabajos monográficos, pruebas orales y escritas, etc.) y la interacción que entre profesor y alumno debe darse. También se considerará el grado de adecuación de las estrategias didácticas a los objetivos propuestos, su secuencialización y la oportuna selección de contenidos, así como si se han tenido en cuenta los intereses del alumno.

Tendremos en cuenta la variable tiempo y en este sentido habrá que partir de una evaluación inicial, de una evaluación continua y formativa y de una evaluación final que nos pondrán en situación de ir tomando una serie de decisiones en función de los resultados obtenidos.

Uno de los aspectos a tener en cuenta al evaluar las actividades educativas, será el que valore la capacidad del docente para estimular y orientar el esfuerzo que los alumnos realizan en su trabajo.

Igualmente habrá que evaluar las situaciones de aprendizaje programadas en función de las actividades que tienen que realizar los alumnos, así como la dinámica a seguir en cada una de ellas.

En cuanto a las actividades extraescolares programadas habrá que evaluar: relación de la actividad con los objetivos programados para el grupo o nivel, planteamiento didáctico adecuado, coherencia de las actividades programadas a lo largo de un ciclo o etapa, nivel de respuesta que ofrecen estas actividades a la iniciativa, solidaridad y satisfacción personal de los alumnos y, finalmente, la colaboración y participación que se pretenda conseguir.

2.5. – Evaluación de la organización escolar.

Al ser el Centro educativo el ámbito en el que se desarrolla el proceso de enseñanza-aprendizaje, la organización de todos los elementos que en él confluyen tendrán que reunir una serie de condiciones para que sus resultados sean óptimos.

La complejidad que origina una estructura horizontal (equipos), otra vertical (seminarios o departamentos) y la espacial (agrupamientos escolares) exige asegurar la coordinación y equilibrio de todas ellas.

La valoración de la organización debe entenderse tanto desde la coherencia de los diferentes “sistemas” existentes, como desde su relación con los fines y objetivos del Centro; una determinada estructura organizativa es correcta en la medida en que es adecuada a los fines que persigue.

Según Gimeno Sacristán (2001) en la organización escolar evaluaremos:

Ò Dimensiones organizativas en relación con variables de tipo psicodidáctico (horarios, espacios, mobiliarios, biblioteca, etc.).

Ò Dimensiones organizativas de orden estructural y de gobierno (dirección, comunicación, etc.).

Ò Dimensiones organizativas del medio exterior y del ámbito institucional (tipo de escuela, control de asistencia, etc.).

Ò Dimensiones organizativas derivadas de los servicios y actividades paracurriculares (asociaciones estudiantiles, servicios de orientación, etc.).

Esta evaluación recaería en distintos ámbitos:

a) Evaluación de los profesionales:

w Evaluación del equipo directivo: Las acciones y/o funciones que se han de evaluar son las siguientes entre otras:

Coordinación; dinamización; la gestión administrativa y de relación con el entorno; control; supervisión; receptor de propuestas, demandas e inquietudes; facilitador y/o propiciador de iniciativas; canalizador… etc.

w Evaluación del equipo docente: Esta evaluación a de hacer referencia a aspectos organizativos de la acción docente. A grandes rasgos abarcará:

La organización; la coordinación por niveles, ciclos, departamentos; las actitudes con los alumnos, profesores, padres; las actitudes en cuanto a motivación por el trabajo, por la renovación; la formación; el reciclaje/actualización, etc.

w Evaluación de los equipos de apoyo internos y externos: Como otros profesionales, también los miembros de los equipos pueden y deben ser evaluados desde el propio centro en el que desarrollan su labor. Esta evaluación debe referirse a:

Las ofertas de los equipos, las demandas del centro y de las del equipo, al diagnóstico, al pronóstico y a la intervención.

w Evaluación de otros profesionales (se incluiría además, el personal no docente). Se evaluará tanto su perfil profesional como el abordaje que realice de la situación escolar.

b) Evaluación de la organización de elementos psicodidácticos.

w Evaluación del horario: si se ajusta a lo establecido legalmente, si se adapta al desarrollo madurativo de los alumnos, a sus capacidades, a la presencia de la fatiga, a la estructura del currículo etc. Si ese horario permite la utilización y aprovechamiento de recursos y espacios comunes.

w Evaluación del agrupamiento de los alumnos. Este agrupamiento debe ser flexible para permitir las adptaciones curriculares, la diversificación curricular y la opcionalidad curricular que mejor puedan dar respuesta a las necesidades educativas especiales tanto en Educación Infantil, Educación Primaria y Educación Secundaria Obligatoria y, por tanto, contemplada en el PCC.

c) Se evaluará la existencia, coordinación y funcionamiento de los departamentos, de los equipos de ciclo, etc.

La organización escolar, atendiendo a las funciones orientadora y retroalimentadora de la evaluación, y al carácter de ser continua, debe estar en permanente evaluación para permitir la permanencia o modificación de la misma en función de la consecución de los objetivos educativos.

En la organización escolar se realizará:

– Evaluación interna, en la que el propio centro valora la organización y actúa en función de los resultados.

– Evaluación externa, que corresponde a la Administración Educativa.

En el mercado existe material que los centros pueden tomar como modelo para realizar la evaluación o para confeccionar sus propias escalas.

4. – CONCLUSIONES.

5. – BIBLIOGRAFÍA.

· BARBERA, V. Método para evaluación de Centros. Ed. Escuela Española. Madrid, 1990.

· GIMENO SACRISTÁN, J. Teoría de la enseñanza y desarrollo del currículo. Anaya, 2001.

· M.E.C. Libro Blanco para la Reforma del Sistema Educativo..2003.

· PÉREZ JUSTE, R. y GARCÍA RAMOS, J.M. Diagnóstico, Evaluación y toma de decisiones. Ed. Rialp. Madrid, 2004.

· PÉREZ JUSTE, R. y MARTÍNEZ ARAGÓN, L. Evaluación de Centros y Calidad educativa. Cincel. Madrid, 2004

· RODRIGUEZ DÍEZ, B. Pautas para la evaluación de la eficacia en los Centros. Ed. Júcar. Madrid, 1992.