Tema 16B – Las necesidades educativas especiales de los alumnos y de las alumnas con deficiencia visual. Aspectos diferenciales en las distintas áreas del desarrollo. Identificación de las necesidades educativas especiales de estos alumnos. Aprovechamiento de la visión residual.

Tema 16B – Las necesidades educativas especiales de los alumnos y de las alumnas con deficiencia visual. Aspectos diferenciales en las distintas áreas del desarrollo. Identificación de las necesidades educativas especiales de estos alumnos. Aprovechamiento de la visión residual.

ASPECTOS PSICOLÓGICOS DE LA CEGUERA.

INTRODUCCIÓN.

El desarrollo es un proceso psicológico integrativo que deriva de la interacción del niño y su entorno.

Es un cambio que se manifiesta a través de conductas cada vez más complejas y que tiene lugar paralelamente al crecimiento determinado por el aumento del peso y la talla del niño. Por lo general, el niño ciego, no presenta diferencias con relación al niño con vista en el crecimiento, pero sí se dan con frecuencia en el desarrollo.

En el niño ciego la evolución secuenciada se mantiene pero puede variar la duración de cada etapa.

El niño normal a través del establecimiento de una base madurativa que internaliza la percepción de sí mismo y lo diferencia de su entorno, accede a los diferentes esquemas organizativos. En el caso del niño ciego, su discapacidad modifica la regulación de sus adquisiciones dado que la visión provee la retroalimentación y al faltar todos los subsistemas deben readaptarse a esas condiciones.

Algunos estudios realizados indican que esta adecuación se realiza entre los 8 y los 30 días, y las conductas no difieren de aquellas manifestadas por el bebé normal.

Las primeras diferencias notorias en la habituación, se dan entre los 45 y 90 días, manifestándose una ausencia de control activo de los estímulos a través de mecanismos inhibitorios, trayendo como consecuencia n retraso en la adaptación al estímulo sonoro, aunque sean sonidos habituales.

El desarrollo de la motricidad en niños ciegos presentan ciertas diferencias que no constituyen una alteración, sino que son propios de la ceguera. Un ejemplo: la postura acurrucada del niño en la cuna, lo que le permite percibir la proximidad de distintas partes de su cuerpo, la ropa, etc. de esta manera construirá su espacio percibiendo los límites de su cuerpo que paulatinamente irá disociando del de su madre.

La construcción del espacio – tiempo se verán afectadas en el niño ciego, dado que las distancias existen para él en términos afectivos, vinculados a su relación con su madre primero y luego con los demás miembros de su entorno. El tiempo es una sucesión de sonidos y silencios y de sueños y vigilias.

La visión establece el primer nexo con el mundo objetivo. Al carecer de ésta los demás sentidos funcionan sin la integración perceptiva que aquella le brinda y sus experiencias serán necesariamente “intermitentes, dispersas, secuenciadas y fragmentarias”.

El oído es el único sentido que puede informar acerca de las distancias al niño ciego, pero no proporciona una información completa de la localización, la causa y el origen del mismo.

La falta de estímulo visual, limita la motivación para el desarrollo de las destrezas motrices, demorándose la adquisición de la deambulación. Los desplazamientos autónomos tienden a realizarse desde la posición sentado.

La carencia de aprendizaje imitativo de posturas, gestos y movimientos de quienes lo rodean pueden determinar cierta rigidez en su tonicidad y algunos desórdenes en la coordinación motriz y movimientos estereotipados.

Paralelamente al desarrollo motriz se produce el desarrollo cognitivo. El niño construye sus conocimientos a través de la actividad perceptiva y se amplían mediante el lenguaje. La falta de estimulación puede traer como consecuencia un desarrollo más lento de las capacidades. Scholl dice “parecería que las experiencias profundas a través de otras vías sensitivas pueden compensar en parte la falta de amplitud de la base sensorial”.

La dificultad para controlar el medio está íntimamente vinculada con la ceguera. Por lo general el niño ciego tiene tendencia al aislamiento y a la pasividad dado que el medio no sólo es menos atractivo, sino el riego que encierra el encontrar objetos que no se pueden anticipar y la desaparición de cosas y personas sin causa aparente. La necesidad de planificar los movimientos empleando su memoria, concentración e información sensorial limitada restringen la movilidad.

Estas limitaciones están potenciadas o relativizadas según la calidad del entorno que se le ofrece a sus vivencias.

El niño ciego percibe el mundo principalmente a través de sensaciones táctil kinestésicas. La información que se recibe a través del tacto en las cualidades de textura, peso, tamaño y forma que combinadas dan lugar al concepto de objeto.

La exploración táctil, juntamente con el oído integra la percepción del mundo que elabora el niño ciego. Aunque la información auditiva no permite conocer la naturaleza real del objeto, facilita su ubicación espacial.

Como esta exploración táctil para obtener la información que requiere la construcción de esquemas cognitivos es una actividad voluntaria debe ser motivada por el contacto, contrariamente a lo que ocurre con la vista y el oído, que se imponen al sujeto.

Como hemos desarrollado con anterioridad, al igual que el niño ciego las secuencias evolutivas en el niño disminuido visual siguen el mismo curso que la de los niños normales, pero la falta de visión normal evidencian un retraso en el desarrollo del funcionamiento psicomotor, como así también problemas de aprendizaje en aquellas funciones cognitivas con contenidos simbólicos y semánticos.

Estudios realizados con la misma patología y agudeza visual observaron desempeños diferentes debido a factores como la motivación, la inteligencia, la herencia y el entorno socio cultural.

Pero a pesar de que cada niño evoluciona de manera distinta, existen rasgos comunes de la discapacidad, a saber:

La información del niño con baja visión es menor en cantidad y calidad a lo del niño con visión normal, lo que influye en su capacidad para generalizar ya que no posee suficiente cantidad de imágenes correctas.

Cuanto mayor es la falta de visión, mayor es la limitación de la capacidad de imitación, lo que repercute en la adquisición de la función simbólica.

El ritmo de aprendizaje es más lento y le ocasiona mayor cansancio que al niño con visión normal.

El disminuido visual tiene que aprender a compensar el déficit perceptivo, que muchas veces es fuente de frustración y angustia, lo cual genera cierta inestabilidad emocional.

a) Evolución de la percepción: visual, auditiva, olfativa, táctil, gustativa.

1) Evolución de la percepción: visual, auditiva.

La percepción es el proceso por el cual se descubre, reconoce e interpreta la información procedente de los estímulos físicos.

Los organismos superiores captan del medio ambiente en que viven y de sí mismos diversas impresiones, que utilizan para mantener su unidad orgánica y para regular su conducta. El sistema nervioso es quién realiza esta función y las partes que se especializan en la recepción constituyen los sistemas sensoriales.

Las personas conocen su entorno a través de los procesos mentales básicos por los cuales codifican y transfieren la información, lo que les permite organizar y modificar su conducta según los datos que perciben y que integran en sistemas representativos. La relación que establecen con el mundo es a través de su cuerpo y la actividad es la base de toda adquisición intelectual.

A partir de su experiencia sensorio motriz el niño construye esquemas o mapas conceptuales que representan al mundo. Esta representación puede basarse principalmente en el sentido de la vista, el oído, el olfato y el gusto.

Toda la organización perceptiva y la conceptualización se estructurarán respondiendo al sistema sensorial.

Aspectos del desarrollo evolutivo del sistema visual.

El proceso de la percepción visual consiste en transformar energía física luminosa en representaciones internas de objetos y formas situadas en el espacio.

El sistema visual del ser humano adquiere la totalidad de sus potencialidades a través de un proceso que se desarrolla en el tiempo, comenzando en el embrión y alcanzando su madurez entre los 7 y 9 años de vida.

La primera manifestación del ojo en desarrollo aparece en el embrión de 22 días, en forma de 2 zurcos de los que emergen las vesículas ópticas.

En contacto con el ectodermo dan origen al cristalino en la 5º semana de gestación. Luego se forman las distintas capas de la retina y de ese mismo ectodermo surgen los músculos esfínter y dilatador de la pupila.

En el 3º mes, los ojos se localizan en la parte central de la cara con sus estructuras fundamentales ya delineadas.

La mayor parte de las malformaciones congénitas que se observa en el recién nacido, tienen lugar antes del 3º mes.

En la 13º semana de gestación, en el desarrollo normal, ya se detectan manifestaciones de funcionamiento visual madurativo, con capacidad de fijación.

Evolución funcional después del nacimiento:

La secuencia normal del desarrollo visual se caracteriza por la emergencia de varios esquemas fisiológicos y de conducta. Las capacidades funcionales aparecen en un orden consistente que seguirán el siguiente esquema:

A. Funciones oculo-motrices:

Estas funciones derivan del control de los músculos del ojo y de la coordinación de los demás músculos del organismo, con la visión. Son la base en lo que se conforma la capacidad perceptiva. La base anatomofisiológica de estas funciones son los 6 músculos extraoculares que movilizan el globo ocular para dirigir la mirada.

1) Fijación: es la capacidad de dirigir la mirada a un punto determinado y mantenerla en él al tiempo que se desea mediante la acción de los músculos rectos y oblicuos que movilizan el globo ocular. Esta función existe como reflejo desde el nacimiento pero con poca capacidad para el sostenimiento en el tiempo. Al mes de vida, el niño establece contacto ocular con su madre. La fijación progresa atraída por la luz, objetos brillantes y móviles hasta 2 metros de distancia. A los 3 meses fija la mirada en sus manos y en objetos pequeños a una distancia de 1 metro.

A los 5 meses, la fijación está totalmente desarrollada y bajo control voluntario.

2) Convergencia: es la habilidad para seguir un objeto móvil que se acerca al sujeto con ambos ojos. Requiere una coordinación fina de los músculos que controlan el globo ocular.

Al mes comienza la función desde una distancia de 12 cm., a los 3 meses ha progresado hasta los 7 cm., para la exploración de las manos en la línea media.

Entre los 7 y 8 meses la convergencia es consistente y bien coordinada. Al año esta función está bien establecida.

3) Enfoque o acomodación: es la capacidad de lograr una imagen nítida del objeto sobre la retina, ajustando la curvatura del cristalino a la distancia, mediante los músculos ciliares. Comienza a manifestarse a los 3 meses dentro de los límites de 10 a 50 cm. A los 9 meses alcanza un radio no mayor a 6 metros. A los 9 meses comienza a surgir la acomodación a distancias mayores que sólo adquiere buena focalización a los 2 años. Esta función queda totalmente adquirida a los 3 años.

4) Seguimiento: es la capacidad de mantener la vista fija en un objeto en movimiento, acompañando sus movimientos con movimiento del ojo. Surge entre la 1º y 2º semana de vida a un metro de distancia (luces u objetos grandes). Entre el 1º y 3º mes sigue personas o luces en la línea media y luego en correlaciones simétricas a ambos lados.

A los 6 meses se combina el movimiento de cabeza con los ojos para hacer el seguimiento.

Entre los 7 y 11 meses hace seguimiento vertical que estará desarrollado totalmente a los 18 meses.

5) Rastreo: es la exploración del espacio en búsqueda de objetos.

Requiere la coordinación de los músculos del globo ocular y del cuello para dirigir la cabeza.

A los 2 meses hace movimientos verticales de rastreo pero recién a los 6 meses estos movimientos tienen intencionalidad de exploración del espacio cercano. La exploración del espacio lejano se verifica recién a los 2 años.

6) Coordinación viso – motriz: es el control de la realización de movimientos del cuerpo en relación a lo que se observa. Base de la formación del esquema corporal y de la reconstrucción mental del espacio. Comienza a los 3 meses de vida con la exploración de la mano. Luego alterna entre la mano y un objeto y a los 6 meses logra la coordinación primaria ojo – mano.

Hasta los 9 meses perfecciona la habilidad. A los 11 meses el desarrollo visomotor involucra movimientos coordinados de ambas manos.

A los 18 meses puede hacer garabatos.

A los 2 y 3 años puede hacer movimientos imitativos.

A los 4 años esta coordinación está afianzada y le permite pintar, amasar, etc.

A los 6 años la manipulación fina está bastante desarrollada y favorece el uso de algunas herramientas.

A los 7 años se define el ojo y la mano dominante.

B) Funciones sensitivas:

Son aquellas que se relacionan con la recepción de estímulos visuales y derivan de la actividad de la retina. Ésta está formada en su parte central, “mácula”, por células llamadas conos; y en cuyo centro existe una depresión llamada fovea.

Otras células como los bastones se agrupan en la periferia de la retina. Los axones de ambas células constituyen el nervio óptico, que se dirigen al lóbulo occipital del cerebro.

Estas células tienen la función de transformar la energía lumínica en energía nerviosa, que conducida al cerebro puede ser interpretada como imágenes visuales.

a) Luz: La luz es el único estímulo visual al que el recién nacido presta atención. Entre los 2 y 3 meses se observa un desarrollo macular que permite una eficiencia perceptiva lumínica diurna y nocturna.

b) Fusión: Habilidad que permite percibir una imagen única de las imágenes captadas por cada uno de los ojos y que se funden en una sola. En los primeros días de vida la visión es monocular. Al mes comienza la coordinación binocular que progresa rápidamente. Esta función está totalmente completa a los 3 años.

c) Contraste: capacidad de distinguir diferencias en el brillo de superficies adyacentes. Al nacimiento la capacidad es muy baja pero rápidamente va mejorando hasta el año, en el que la sensibilidad al contraste es buena a corta distancia.

d) Color: es la captación de la longitud de onda que reflecta el objeto, a través de las células de la retina mediante un proceso químico de transformación de los pigmentos fotosensibles que se encuentran en dichas células.

Algunas experiencias demuestran que en los 3 meses el bebé discrimina ondas lumínicas del blanco , negro, rojo, amarillo y naranja.

La posibilidad de reconocer y nombrar un color se da entre los 4 y 5 años.

e) Agudeza visual: es la capacidad de distinguir 2 puntos próximos como entidades separadas.

Los niños pequeños y los afectados por déficits múltiples no son capaces de responder a las pruebas ordinarias de agudeza visual.

f) Campo visual: es el área del espacio físico visible cuando el cuerpo, la cabeza y los ojos están fijos en un punto.

La evolución madurativa se estima en:

2 a 3 meses—————-60º——————0,90 a 2 m.

6 meses——————-180º——————5 m.

v FUNCIONES PERCEPTIVAS.

Es el proceso por el cual se descubre, reconoce e interpreta la información procedente de los estímulos físicos.

Esta capacidad se incrementa y perfecciona a medida que la experiencia acumulada, respecto de una amplia cantidad y variedad de estímulos, se integra en estrategias cognitivas que el sujeto puede aplicar a nuevas situaciones problemáticas.

1) Exploración del objeto: es la cuidadosa inspección visual del objeto. Es necesario coordinar el enfoque y la motricidad fina con la actividad cognitiva, ya que el niño debe dar sentido y comprender lo que ve. El primer objeto de exploración es la cara humana (madre), contacto visual base de la capacidad del sistema visual.

A los 2 meses el bebé observa objetos y personas hasta 2 m.

A los 3 meses, exploración de sus manos en la línea media.

Entre 3 y 5 meses manipula objetos cerca de sus ojos.

A los 6 meses se interesa por objetos pequeños.

Entre los 7 y 8 meses explora visualmente objetos manipulándolos y observando el resultado de sus acciones.

A los 2 años explora el espacio lejano utilizando sólo la vista.

A los 4 años percibe detalles.

Entre los 5 – 6 años puede observar y aparear letras y palabras, es decir, elementos abstractos.

La disminución visual afecta mucho esta función, disminuyendo el deseo y la inclinación por explorar.

2) Reconocimiento de objetos: es la familiaridad con los rasgos que caracteriza un objeto y que lo diferencia de otros objetos.

A las 6 semanas se observa conductas que evidencian los reconocimientos de la cara de la madre. Este no es sólo de tipo visual.

Entre los 11 y 12 meses puede reconocer algunas formas o dibujos.

Entre 12 y 18 meses reconoce objetos como utensilios, ropa, etc.

Entre los 2 y 3 años reconoce representaciones visuales planas.

Esta función implica el empleo y la integración de todos los sentidos y es posible que su adquisición se vea afectada por la deficiencia visual, a corta distancia.

3) Discriminación del objeto: es la capacidad de percibir semejanzas y diferencias entre los objetos. Los niños con baja visión pueden ser incapaces de ver las diferencias, aunque sí hayan incorporado la capacidad de discriminar, lo que puede comprobarse permitiendo que el niño toque los objetos.

4) Memoria visual: es la capacidad de evocar imágenes de objetos o situaciones que ya no se encuentran presentes.

La evocación surge alrededor de los 8 meses y se manifiesta por el aumento de la atención, inhibición momentánea de la acción motora ante acontecimientos inesperados, e indicios de miedo ante acontecimientos discrepantes.

Esta capacidad mejora constantemente a partir de los 9 meses.

Entre los 3 y 5 años es capaz de recordar detalles, en dibujos complejos y entre los 6 y 7 años puede reproducir de memoria símbolos abstractos.

La capacidad de recordar y retener en la memoria se acompaña con la de realizar representaciones de lo que podría ocurrir en una circunstancia dada.

Las imágenes mentales de los niños disminuidos visuales no son tan fieles a la realidad como la de los niños con visión normal.

5) Identificación del objeto: es la capacidad de nombrar una cosa o responder a una consigna verbal seleccionando el objeto indicado. Está relacionado con la función simbólica.

6) Constancia del objeto: es la que indica al niño que el objeto sigue existiendo, aún cuando quede fuera del campo visual.

7) Relaciones espaciales: es la organización de los datos sensibles, que nos permiten obtener una representación de los objetos en el espacio y de sus relaciones.

La génesis de esta capacidad está dada por la progresiva integración de las sensaciones visuales, táctiles y kinestésicas, con la actividad motriz.

Las primeras ideas espaciales son de carácter topológico. En el período operatorio estas relaciones dejan lugar a las proyectivas y euclidianas y luego a las dimensionales.

Los conceptos más complejos que aparecen entre los 3 y 5 años son:

Figura – fondo.

Parte – todo.

Oclusión parcial.

Percepción de profundidad y perspectiva.

El niño con baja visión puede tener dificultades para interpretar estos fenómenos por lo cual deben trabajarse aspectos como el tamaño relativo, la elevación, la línea de base, la convergencia lineal y los matices tonales para que pueda comprender la representación bidimensional de la perspectiva.

Si las estructuras físicas del ojo funcionan normalmente, las células de la retina envían flujos de energía eléctrica a través del nervio óptico hacia el cerebro.

La cantidad y calidad de luz recibida por la retina genera energía que involucra al sistema neurológico.

Cada uno de los elementos del sistema debe trabajar sincronizadamente para el desarrollo de las capacidades visuales de fijación, seguimiento, enfoque, a acomodación y convergencia.

La acción de mirar provee al cerebro de una reserva de imágenes visuales, que son elaboradas y perfeccionados durante el desarrollo perceptivo.

La medida en la que un defecto en una o más partes del sistema visual afecta el desarrollo no se conoce bien aún; pero se desarrollarán con mayor dificultad o más lentamente.

Hay evidencia de que siempre que la luz entre al ojo, el desarrollo visual es posible; pero las distintas patologías determinarán dificultades en relación a:

el control de los músculos del ojo.

El enfoque del objeto visual.

La formación de imágenes significativas.

Si la información visual es borrosa o distorsionada se puede producir un impedimento en la adquisición espontánea del conocimiento visual. También presenta dificultades en la integración visomotora debido a la percepción desproporcionada de las formas, de las posiciones en el espacio, de la profundidad y de la falta de discriminación de formas por insuficiencia de contraste.

Estos niños necesitan ser enseñados a desarrollar sus capacidades perceptivas para lograr la mayor eficiencia de su potencia visual.

DISMINUIDOS VISUALES

El sentido auditivo.

La discriminación del sonido es una adquisición bastante tardía en el desarrollo infantil. El primer estímulo auditivo al que responde el niño, es la voz humana. El proceso auditivo es muy complejo. Vivimos en un mundo sonoro y los sonidos provenientes de distintas fuentes no invaden permanentemente. La amplitud de estímulos sonoros permite el desarrollo y sensibilización creando un recurso para la seguridad y la defensa ante el peligro.

Hay una cantidad de sonidos sobre los cuales el hombre no tiene control y darle significado a estos sonidos es muy difícil cuando se carece de la visión. Para que adquieran significación debe estar acompañados con el estímulo táctil, lo cual es muy difícil de lograr naturalmente.

La carencia del estímulo visual produce una separación del ambiente físico que produce efectos diferentes según la etapa del desarrollo del niño.

En los primeros meses de vida, el bebé por reflejo gira la cabeza en dirección al sonido. La información sonora es utilizada por el bebé normal recién en el 5º o 6º mes; la discriminación de sonidos se da antes del primer año y luego la asociación objeto – sonido, excepto la voz humana que es el primer estímulo al que responde.

En el desarrollo evolutivo el niño debe adquirir la capacidad de localizar, interpretar y discriminar el sonido.

En el niño sin visión la retroalimentación de la conducta refleja al sonido por la imagen visual debe ser reemplazada con el contacto provocado para que pueda establecer la relación objeto sonido.

La capacidad de alcanzar un objeto, localizándolo sólo a través del sonido que produce bastante demora en adquirirse.(10 u 11 meses).

Según Barraga, la secuencia de aprendizaje para comprender y dar significado al sonido es la siguiente:

Conciencia y atención del sonido: respuestas activas de movimiento corporal cuando un sonido se relaciona con un objeto o acción particular.

Respuesta a sonidos específicos: comienzo de la coordinación audio – manual; manipulación de objetos para percibir el sonido que produce.

Discriminación y reconocimiento del sonido: utiliza el sonido para organizar sus movimientos y que puede asociar las voces y los objetos. Incremento de la memoria. Etapa muy importante para el niño ciego ya que la diferenciación de la fuente sonora lo estimula a desplazarse para encontrar el objeto.

Reconocimiento e interpretación de palabras: se organiza el lenguaje asociando la palabra con el objeto o con las acciones. Parte de la estimulación adulta.

Atención selectiva a instrucciones verbales: implica la selección entre sonidos que evidencian un incremento en la concentración.

Procesamiento auditivo para el aprendizaje. Desarrollo esencial para el progreso académico.

Algunos conceptos relacionados con el esquema corporal y orientación especial se adquieren a través del oído.

El sentido del obstáculo:

La habilidad para detectar obstáculos, es una de las funciones perceptivas en las que se han encontrado más diferencias entre ciegos y videntes.

El “sentido del obstáculo” o “visión facial” es el fenómeno perceptivo más llamativo.

Muchos ciegos sienten que pueden detectar obstáculos aunque no pueden explicar como lo realizan.

Es conveniente señalar que los ciegos tempranos, desarrollan más esta función que los ciegos tardíos.

Los datos disponibles sobre el desarrollo de la percepción auditiva en niños ciegos, son comparables a los disponibles acerca del desarrollo de la percepción táctil, pudiendo afirmar que no se encuentran diferencias entre ciegos y videntes en lo que se refiere a la descripción de fonemas o generalización de tonos, mientras que los datos comienzan a ser más difíciles de interpretar cuando se requiere de los sujetos que lleven a cabo tareas con requisitos cognitivos superiores.

Estudios realizados han mostrado que los niños ciegos son mejores que los videntes en tareas de extraer secuencias cortas de sonidos, de secuencias más complejas y que tienen una mayor amplitud de memoria para letras cuando éstas son presentadas acústicamente.

El oído contribuye, especialmente en el caso de los deficientes visuales a la estimación de distancias y a la localización de elementos en el espacio.

Sistema olfativo y gustativo:

Los datos del olfato y el gusto son transmitidos por sustancias químicas que forman parte de la materia. Los mismos se mezclan en el cerebro para una mejor interpretación sensorial.

Ambos sentidos están íntimamente relacionados en el desarrollo del reconocimiento y discriminación de olores y sabores.

El sentido del gusto puede percibir sólo cuatro cualidades: dulce, salado, ácido y amargo.

Este proceso de discriminación se complementa con los olores que llegan desde la cavidad bucal a la nariz.

La boca proporciona también información de la forma, textura y tamaño del objeto.

En los niños ciegos la función olfativa desempeña una función muy importante ya que utiliza este sentido como fuente primaria y complementaria de información del entorno. Los olores despiertan curiosidad, son un estímulo motivador para iniciar la exploración y clave para la orientación.

El sentido del olfato es muy importante para los disminuidos visuales.

Respecto a la identificación de olores, se ha observado que los videntes tienen una sensibilidad absoluta más desarrollada que los ciegos, mientras que estos son mejores en la tarea de identificación de olores.

Parece que el olfato sigue el mismo curso de adaptación funcional que el tacto o la audición en los disminuidos visuales, esto es, los ciegos no son mejores que los videntes para detectar la presencia de un olor, pero una vez detectado los ciegos son más capaces de categorizarlo.

Sistema táctil – kinestésico :

Barragá denomina así a los sentidos que tienen sus receptores en la piel (exteroceptores) y las articulaciones y los músculos (propioceptores) que comprenden el tacto, el movimiento, la posición, el equilibrio y las sensaciones de temperatura.

La percepción kinestésica es la capacidad de saber donde está ubicada cada parte del cuerpo en relación a su propio eje y al espacio inmediato vinculado con los objetos que lo rodean, permitiendo realizar los movimientos necesarios para una actividad. Las posiciones de los huesos, tendones y articulaciones informan al cerebro y éste orienta al cuerpo en el espacio. En ausencia de la visión la referencia que regula el equilibrio y los movimientos proviene del oído.

El sistema vestibular detecta la posición y el movimiento del cuerpo en el espacio a partir de la información suministrada por estructuras especiales ubicadas en el oído interno. Esta información pasa por lo general, desapercibida, pero resulta básica para los mecanismos que mantienen la postura y la coordinación de los movimientos.

En las personas con visión normal se produce una convergencia entre la información vestibular, la cinestésica y la visual. En las personas ciegas los receptores vestibulares tienen una importancia crucial.

Las sensaciones cutáneas se producen por la acción mecánica del objeto sobre la piel y pueden ser: de presión, de vibración, de temperatura, de dolor, de escozor y de contacto. Los órganos receptores de estas sensaciones son los corpúsculos de MEISNER y los de PACCINI que se encuentran en determinados puntos de la piel llamados puntos de contacto.

Su distribución varía según la zona del cuerpo siendo más numerosos en la yema de los dedos.

Las sensaciones cutáneas de contacto están estrechamente ligadas a las kinestésicas y funcionan unidas a ellas en las manos, combinación denominada tacto.

La particularidad del tacto determina que las sensaciones propioceptivas causadas por el movimiento de las manos y su contacto con el objeto nos informa de las cualidades de éste.

Los cambios en la tensión muscular, junto con las sensaciones cutáneas nos informan sobre la temperatura, la tensión, la dureza, la rugosidad, etc.

Desarrollo de la sensibilidad cutánea.

De acuerdo a los datos disponibles se ha podido pensar que en las tareas relacionadas con la sensibilidad cutánea los niños ciegos suelen ser mejores que los videntes; pero por otro lado se observó que el umbral inferior de discriminación táctil en la yema del dedo índice derecho es más bajo en los niños ciegos ( lectores de braille ), que en videntes.

En la mayoría de los estudios realizados no se ha analizado la sensibilidad táctil evolutivamente, pero algunos parecen indicar que en los niños ciegos mejora con la edad y las diferencias con los videntes se hace más notable en la adolescencia.

Las tareas de discriminación de texturas, generalmente son realizadas con la misma habilidad por niños videntes y ciegos y parece mejorar con la edad especialmente a partir de los 7 años.

La discriminación táctil de la forma, especialmente cuando se trata de objetos desconocidos para los niños, está muy relacionada con el dominio de estrategias de exploración y por lo tanto con aspectos más generales del desarrollo cognitivo.

Contrariamente el desarrollo de la capacidad de discriminación entre distintas longitudes no parece estar ligado al desarrollo cognitivo general. Algunos autores señalan que los niños ciegos discriminan tamaños y longitudes con mayor precisión que los videntes.

Los datos respecto a la discriminación de pesos son muy escasos y, en términos generales, no se produce ninguna mejora entre 8 y 14 años, pero los niños ciegos se destacan más que los videntes en estas tareas.

Según Leonhardt a partir de los primeros días de vida el bebé ciego comienza a dar respuesta a las sensaciones que recibe del medio, mostrando actitudes de alerta y de placer cuando se acarician sus manos.

Al mes y medio ya puede discriminar las manos de su madre, manifestando aceptación de éstas y rechazo por las personas extrañas.

Estas conductas primarias de acercamiento táctil se ven afectadas cuando el bebé se siente rechazado.

Las primeras interacciones con el medio son de carácter global y lo realiza con todo el cuerpo, pero la boca y las manos son los principales órganos de conocimiento para la exploración de las cualidades de los objetos.

En el niño ciego el reconocimiento por la boca se mantiene durante más tiempo valiéndose de ella para una primera apreciación del objeto que complementará con las manos y otros sentidos.

A partir del año de vida el niño puede anticipar la forma del objeto conocido, porque sus manos adoptan la postura adecuada para sostenerlo. También puede buscar objetos que se han caído, rastreándolo con la yema de los dedos.

En los primeros meses de vida el niño no puede anticipar la fuerza que necesita para sostener un objeto. Alrededor de los 9 meses, al acomodarse los receptores musculares del hombro y del brazo, al peso variable, el niño comienza a anticipar correctamente el peso del objeto conocido. Al experimentar con objetos desconocidos el cálculo comienza a fallar porque aún no ha alcanzado la capacidad para generalizar las relaciones forma – tamaño – peso.

A partir de los 2 años aparece la respuesta anticipatoria que determina una conducta kinestésica más apropiada.

La percepción táctil provee información acerca de la rigidez del objeto, la unidad del objeto, la estabilidad del objeto y finalmente el peso, la textura, la forma y el espesor del objeto.

Las impresiones que se reciben por esos canales sensitivos brindan una información realista que debidamente procesada y analizada, permiten formar una idea de la situación que se debe enfrentar.

Cuadros comparativos:

Desarrollo visual.

Vidente.

Discapacitado visual.

El desarrollo de la visión comienza en el embrión y adquiere su madurez entre los 7 y 9 años.

La vista y su empleo se basan en la correcta utilización que hace el cerebro de las impresiones visuales que deben, con las impresiones de los otros sentidos unirse a las funciones motrices, ( movimiento de cabeza, cuerpo, ojos y manos ) y procesarse conceptual y emocionalmente. La conducta visual resulta de la interacción de varias funciones visuales diferentes, tales como, la agudeza visual, la sensibilidad de contraste, el campo visual, la coordinación binocular, la adaptación a la oscuridad, la adaptación a la luz y la visión de color.

La ceguera va a interferir en el desarrollo del niño desde su nacimiento. Los reflejos primarios se encuentran presentes, siempre que no padezca otro tipo de deficiencia asociada, pero los reflejos secundarios ( de paracaídas y de apoyo lateral y posterior ) sufren un retraso en su evolución, haciéndose necesaria la atención temprana.

En el desarrollo perceptivo, la falta de información que aporta la visión debe ser suplida por otros canales ( olfato, audición, sistema háptico y sentido térmico cutáneo ).

Con respecto a la disminución visual está formada por una población muy heterogénea en cuanto a grado, tipo y cantidad del remanente visual. La visión parcial o subnormal puede definirse como agudeza visual reducida o pérdida de campo visual que, incluso con la mejor corrección óptica proporcionada por lentes convencionales, se traduce en una deficiencia desde el punto de vista de las capacidades visuales. Existen tres niveles de disminución visual: moderado, severo y profundo.

Desarrollo Táctil.

Vidente

Discapacitado visual.

Menor sensibilidad cutánea.

Mayor sensibilidad cutánea.

Mayor discriminación táctil en el dedo índice derecho.

Menor discriminación táctil en el dedo índice derecho.

Tareas de discriminación táctil en general, con la misma habilidad; mejora a partir de los 7 años.

Desarrollo auditivo.

Vidente.

Discapacitado visual.-

Información sonora utilizadas al 5º o 6º mes.

Discriminación de sonidos al año.

Posteriormente asociación entre objeto y sonido.

Ausencia de retroalimentación visual de la conducta refleja del sonido; reemplazada por contacto por relación objeto – sonido.

Sentido del obstáculo ausente.

Sentido del obstáculo presente.

Desarrollo del gusto y olfato.-

El gusto y el olfato sirven par detectar la presencia de determinadas sustancias en el ambiente. Desde el nacimiento el niño reconoce gusto y sabores y lo manifiesta mediante sus reacciones y expresiones faciales.

Los olores que los adultos consideramos agradables producen relajación facial e iniciación de movimientos de succión.

Menor capacidad para categorizar olores.

Mayor capacidad para categorizar olores.

Detectación de olores de manera similar.

b) Evolución de la representación: imitación, lenguaje, juego.

Los procesos de desarrollo – aprendizaje no se producen de forma rígida e idéntica para todas las personas sin visión, sino que dependen de la incidencia de factores individuales, familiares, sociales y culturales.

Es importante destacar que es posible que las personas invidentes alcancen un desarrollo psicológico funcionalmente equivalente al de los videntes, utilizando para ello vías alternativas. Esto no significa que el desarrollo – aprendizaje de las personas con visión y de las sin visión sea idéntico, sino, por el contrario que se puede llegar al mismo resultado por distintas rutas.

Entre el nacimiento y los 4 o 5 meses el niño ciego se desarrolla de manera similar al niño vidente en tanto que ejercita los reflejos (succión – prensión, etc) exceptuando los referidos a la visión.

A partir de los 2 meses habrá adaptado esos reflejos para lograr sus primeras habilidades centradas en el propio cuerpo.

Es importante destacar que en estos primeros meses, la evolución del niño ciego, ya puede verse afectada por la falta de estimulación visual, produciendo retrasos o alteraciones en la formación del esquema de prensión.

A partir de los 4 o 5 meses, al iniciarse la 3º etapa de la inteligencia sensorio motriz, se evidencian diferencias en el desarrollo de ambos bebés.

El vidente comenzará a coordinar los esquemas de visión y de prensión; a los 6 o 7 meses realizará una exploración constante de los objetos y de la posición que ocupan en el espacio bajo control visual.

Contrariamente, el niño ciego sólo podrá explorarlos objetos táctilmente, ignorando la existencia de otros que no estén en contacto con su cuerpo.

El único indicio que tiene el bebé ciego de la existencia de otros objetos, es la percepción del sonido que emiten; pero la coordinación audio – manual y en consecuencia la búsqueda de objetos mediante el sonido sólo se produce hacia el final del primer año, con un retraso de 6 meses respecto a la coordinación visuo- manual.

Tanto el bebé ciego como el vidente elaboran antes la permanencia de los objetos sociales (las figuras de apego) que la de los objetos físicos, aunque el primero lo realiza con cierto retraso, ya que dispone sólo de la percepción auditiva para construir el conocimiento de los objetos que no están en contacto con su cuerpo. Ambos construyen una cierta representación de un objeto tan importante como la madre con anterioridad a los objetos físicos.

Los niños ciegos pueden llegar a formar un mundo de objetos permanentes y, en consecuencia, una imagen de éstos objetos por una doble vía, táctil y auditiva y ambas pueden ser complementadas con la percepción de características olfativas, térmicas, etc.

El hecho de que la construcción de la permanencia de objetos evolucione más lentamente en niños ciegos indica que la elaboración de imágenes de los objetos y su ubicación espacial resulta más compleja en ausencia de la visión.

De acuerdo con la teoría del desarrollo de Piaget, el niño manifiesta ciertas capacidades simbólicas y representativas aproximadamente en la 2º mitad del primer año, al final del período sensoriomotor.

Según este autor, un niño ha empezado a desarrollar tales capacidades cuando puede diferenciar entre significante y significado, es decir, utilizar un significante (una imagen, un símbolo, un signo) para referirse a un significado que no está presente y en consecuencia “re-presentado”.

Tanto los significantes como los significados de los símbolos tienen origen en una acción adaptativa que el bebé realiza con los objetos desde las primeras etapas de vida, es decir, que los significantes tendrían su origen en la acción acomodativa – la imitación – que el niño realiza con los objetos en sí y con la actividad que lleva a cabo con ellos.

Esta imitación, en la 4º y 5º etapa del período sensoriomotriz sólo puede efectuarse cuando el modelo está presente para el niño. Contrariamente en la 6º etapa (18 a 24 meses) el niño comienza a imitar modelos ausentes y a poder interiorizar tales imitaciones utilizando imágenes mentales.

Podemos decir que para Piaget , representación y simbolización son términos prácticamente sinónimos y su adquisición se manifiesta en la capacidad para evocar mediante imágenes objetos y situaciones que no están presentes, como el manejo de símbolos en el juego de ficción y en la utilización de signos lingüísticos convencionales.

Esperanza Ochaite concuerda con la teoría piagetiana, en tanto que las representaciones y del espacio en que se sitúan y la capacidad de evocación tienen su origen en la acción sensoriomotora que el niño realiza sobre ellos, es decir, en los mecanismos acomodativos implicados en la imitación, pero la función simbólica surge de las interacciones que llevan a cabo el bebé y el adulto en forma conjunta en relación con dichos objetos (Vigotsky).

El origen de los símbolos está en las interacciones comunicativas que establece el bebé con sus figuras de apego en las primeras etapas. Antes del 1º año el niño utiliza “símbolos” desarrollando formas intencionales de comunicación con carácter “presimbólico”.

Este proceso en el que el niño muestra su interés en comunicarse con las personas sobre las características de los objetos se ha denominado “triangulación”.

La función simbólica nace y se desarrolla en la interacción social gracias a lo cual el niño incorpora el sistema de símbolos que le proporciona la sociedad. De este modo, en el juego de ficción, el niño, pone en escena los usos y costumbres de la sociedad en que vive mediante símbolos.

En el caso de los niños ciegos es todavía más importante la interacción con los adultos, ya que el papel triangulador de la madre ha de tener, además, la función de despertar el interés del niño por los objetos para que éste pueda actuar sobre ellos, dado que el conocimiento del mundo que lo rodea, es un paso previo y necesario para que pueda establecer pautas de comunicación sobre esos objetos y con las personas.

Comienzos de la representación.

Un indicador de que un niño ha adquirido una imagen mental, una representación de objeto, es cuando éste es capaz de buscarlo sin que el mismo esté en contacto con sus sistemas sensoriales.

Los niños ciegos también son capaces de “representarse” los objetos percibidos táctil y auditivamente, pero con un retraso entre 8 y 32 meses.

A pesar de que tanto el tacto como el oído y otras vías sensoriales alternativas de que dispone el niño invidente, le permiten tener representaciones figurativas, la ausencia de visión plantea problemas importantes para la construcción de estas representaciones.

Desde el origen del pensamiento representativo encontramos una característica constante en la evolución y aprendizaje de las personas ciegas: los problemas en el acceso y en el proceso de representación de tipo figurativo dado que los sistemas sensoriales utilizados son menos eficaces que el visual para el procesamiento de la información.

La imitación.

Las imitaciones que hacen los niños no son sólo de carácter visual, aunque éstas sean las que más llaman la atención de los adultos; sino que también pueden originarse a través de otras modalidades sensoriales. De este modo, los niños hacen imitaciones tactilo – cinestésicas al realizar juegos de ritmos y movimientos con los adultos e imitaciones de sonidos y vocalizaciones tanto verbales como no verbales.

Algunos autores como Fraiberg, afirman que los niños ciegos no son capaces de imitar vocalizaciones adultas hasta después de haber cumplido su primer año de vida. A pesar de las diferencias encontradas en la emisión de sonidos por parte de los niños invidentes se puede decir, que su desarrollo fonológico puede considerarse normal, y que en consecuencia la imitación visual no es tan necesaria como la auditiva para el aprendizaje de los sonidos de la lengua.

En ausencia de la visión, los niños suelen imitar con frecuencia frases oídas anteriormente, y a menudo, estas repeticiones se hacen en forma estereotipada e inapropiada. Pero esta repetición podría servir al niño ciego para “pedir ayuda” a los adultos en la adquisición de esos significados, para poder remediar en una situación interactiva la falta de conocimiento de los objetos del mundo exterior.

La imitación auditiva – visual es, quizás la forma más apropiada que tiene el niño ciego de reproducir para luego deformar lúdicamente en el juego de ficción.

Comunicación preverbal.

Los orígenes de la comunicación y el lenguaje se encuentran en las interacciones comunicativas entre el bebé y su madre desde las primeras etapas de vida.

El niño nace con una serie de conductas reflejas que tienden a preferir los estímulos humanos, por ej. Patrones acústicos semejantes a la voz humana y sincroniza sus movimientos corporales con los segmentos del habla del adulto.

También tiene preferencia de las configuraciones visuales del mismo tipo que el rostro humano pudiendo muy pronto, fijar y retirar la mirada de los ojos del adulto, así como imitar gestos de su boca.

Estas conductas, al principio, son de carácter reflejo, aunque el adulto le atribuya intencionalidad (intersubjetividad primaria). Es gracias a esta interpretación que hace la madre y a la adecuación de sus conductas a lo del lactante que se pueden desarrollar pautas comunicativas preverbales madre – bebé (protoconversaciones).

Posteriormente (segunda mitad del 1º año) se producirán pautas comunicativas intencionales denominadas “intersubjetividad secundaria”.

En este momento, en un proceso denominado triangulación, el bebé deja de interesarse separadamente de los objetos y de las personas, para comunicarse con éstos, acerca de los objetos.

El niño y la madre desarrollan juegos de acción con objetos que constituyen la base para elaborar secuencias de turnos implicados en las conversaciones.

El bebe ciego dispone de gran cantidad de conductas de “intersubjetividad primaria” aunque el adulto no pueda reconocerlas. Esta falta de reconocimiento ocasionará problemas en el desarrollo de la “intersubjetividad secundaria” y de la comunicación intencional.

Inclusive si se establecieron de forma normal las relaciones afectivas y las primeras formas comunicativas entre la madre y el bebé, el problema puede surgir al introducir los objetos en el “diálogo” preverbal, en el proceso de comunicación sobre el mundo externo. Es necesario considerar que el bebé ciego desarrolla de forma tardía un mundo de objetos permanentes, lo que necesariamente conlleva que se retrasen sus propias iniciativas hacia lo que le interesa e iniciar el juego con objetos.

Aún en ausencia de la visión, los bebés tienen conductas reflejas que tienden a la interacción con otros seres humanos. En consecuencia, si la madre sabe interpretar y guiar estas conductas, el lactante desarrollará normalmente las primeras formas de comunicación no intencional por vías alternativas, tales como movimientos corporales y vocalizaciones y, establecer interacciones que pueden considerarse protoconversaciones.

En esta etapa de intersubjetividad primaria, es el adulto el que guía la interacción atribuyendo intenciones a las acciones de su bebé.

La falta de visión retrasa el conocimiento de los objetos del mundo exterior y sólo cuando el niño ciego adquiera la noción de objeto permanente podrá interesarse por los objetos lejanos y en consecuencia, iniciar el diálogo sobre los mismos a través de vías alternativas.

Sin embargo, si se dan las condiciones adecuadas, el bebé ciego y el adulto puedan establecer sistemas de comunicación preverbal sobre los objetos próximos captados a través de experiencias táctiles, en el mismo tiempo que un bebé con visión, aunque la comunicación tenga que iniciarse en estas primeras etapas, por parte del adulto.

El lenguaje.

Con relación al desarrollo fonológico y considerando la importancia de la imitación visual y lo auditiva en la adquisición de los sonidos de la propia lengua, podemos decir que en los niños invidentes se desarrolla de manera “normal” aunque presente peculiaridades.

Con relación al léxico podemos concluir que no existe retraso, desde un punto de vista cuantitativo, entre niños ciegos y videntes.

Las diferencias entre ambos grupos reside en que los niños ciegos utilizan mayor proporción de nombres específicos y de palabras de acción y menor cantidad de nombres generales y prácticamente no emiten palabras función.

En las primeras etapas de adquisición del lenguaje los niños invidentes suelen utilizar los nombres comunes como si fueran específicos. Esta característico que también se da en los niños videntes, pero en menor medida, se debe a las dificultades para generalizar y formar categorías, dado que la experiencia con el mundo exterior es todavía muy escasa.

Estas diferencias se hacen evidentes en el caso de categorías tales como muebles y objetos domésticos por un lado y animales por otro, desapareciendo en el caso de juguetes, alimentos, es decir en aquellos objetos sobre los cuales el niño ha tenido experiencias directas.

Esto parece contradecir la hipótesis del “verbalismo” (utilización de palabras sin conocer su significado) ya que en estas primeras etapas de adquisición del lenguaje el niño ciego se refiere preferentemente a objetos que están ubicados en su ambiente cercano.

Algunos autores señalan que en estos niños no se produce el fenómeno de “sobreextensión” tan característica de los niños videntes. Este fenómeno se refiere a, por ejemplo, cuando el niño conoce la palabra perro, utilizará la misma palabra para nombrar a un gato, en un proceso que llevará a la construcción de la categoría “animales”.

Con respecto a la utilización de las palabras acción, podemos decir que son utilizados por todos los niños pero en el caso de los chicos ciegos están referidas a sus propias acciones y no a la de los demás; y en el caso de los niños videntes estas palabras acción pasan rápidamente desde sus propias acciones a referirse a las de los otros.

Al analizar la categoría de “palabras personales y sociales” se observó que en general, éstas son utilizadas más frecuentemente los niños ciegos. En esta categoría se incluyen rutinas sociales e incluyen términos que expresan estados afectivos, evidenciando que la ausencia de visión no plantea problemas para utilizar palabras que expresen estados emocionales.

En la medida que los niños invidentes adquieren mayor conocimiento del lenguaje, lo utilizan de manera no interactiva, con relación a los videntes.

De este modo son frecuentes las repeticiones de palabras y frases oídas anteriormente. Pero éstas repeticiones cumplen una importante función en el desarrollo simbólico dado que en ausencia de la visión debe recurrir a imitaciones diferidas de carácter verbal.

A partir de las palabras los niños ciegos pueden pedir objetos a los adultos y luego compartirlos con ellos, cumpliendo en este sentido un papel remediador en las primeras etapas de vida.

Cuando los niños adquieren nuevas funciones comunicativas hacen buen uso de las mismas para realizar las cosas que no pueden hacer sin palabras.

La utilización de imitaciones, repeticiones y rutinas cumplen una importante función en el proceso de adquisición del lenguaje de los niños ciegos.

Otra dificultad que se observa en el lenguaje de los niños invidentes se refiere a la utilización de términos deícticos (“yo”, “tú”, “mi”, “ti”).

Observaciones realizadas por Fraigberg mostraron la dificultad en la diferenciación “yo”, “tú”, ya que los niños observados se referían a sí mismos en 3º persona utilizando frecuentemente el nombre propio.

El hecho de encontrar este retraso hizo pensar a la autora, que se trataba de un problema de “autorrepresentación” que se originaba en ausencia de la visión; refiriéndose a la dificultad de construir una representación de sí mismos en ausencia de la imagen especular.

Los problemas de distinción entre “tú” y “yo”, también se prolongan más de lo esperable en el caso de niños ciegos, reflejando la dificultad de comprensión de los cambios de roles que se producen en la conversación. Seguramente derivan de los problemas que estos niños tienen en el proceso de triangulación ya que los juegos de “dar y tomar” objetos proporcionan al niño la reversibilidad de roles que posteriormente se reflejará en el lenguaje mediante la utilización de “yo” y “tú”.

A pesar de lo dicho, los niños ciegos alcanzan a superar por vías alternativas los problemas que plantea la falta de visión, en la medida que se produzca una adecuada interacción con sus familiares.

El juego.

Poco se sabe sobre el juego de ejercicio que realizan los niños ciegos durante el sensoriomotor, pero sin duda el difícil acceso a los objetos que se encuentran alejados de sus manos, dificultan la exploración y el juego.

En lo referente a los juegos de interacción niño – adulto que se producen en la etapa de intersubjetividad primaria, se realizan juegos de ritmos y canciones con contactos corporales iniciados por la madre.

La mayor dificultad que tienen los niños ciegos es la de poder establecer las pautas de juego niño – objeto – adulto que es característica durante la segunda mitad del primer año de vida.

En ausencia de la visión, los niños tienen dificultades para construir la permanencia de objetos y para llamar la atención de los adultos mediante vías alternativas a los gestos de señalar cumpliendo el lenguaje, desde el principio una función muy importante en su desarrollo. De este modo a falta de gestos convencionales pueden utilizar sus primeras emisiones verbales para demandar objetos e iniciar “una conversación”.

Por otro lado, el lenguaje, no sólo lo utiliza para demandar la atención de los adultos sino que la imitación auditiva puede sustituir a la visual en la construcción de significantes. Así la imitación diferida de las secuencias conversacionales constituyen las primeras manifestaciones de juego de ficción.

Al no poder imitar secuencias de la vida diaria que no puede percibir visualmente, recurre a la imitación de las pautas conversacionales de esas secuencias. A menudo, esas imitaciones se convierten en juegos de ficción.

Las repeticiones de las emisiones verbales fuera de contextos conversacionales parecen ser las primeras manifestaciones del juego de ficción con intercambio de roles.

Estudios realizados señalan que el juego simbólico en niños ciegos y disminuidos visuales se desarrolla con un retraso medio de unos 15 meses en relación con los videntes; pero a pesar de las vías alternativas que estos niños utilizan para simular escenas de la vida diaria y los problemas que tienen al usar juguetes cuyo simbolismo suele basarse en similitudes visuales, la secuencia de evolución no parece diferir de lo de los niños videntes.

En conclusión, podemos decir que en ausencia de la visión, los niños tienen dificultades para compartir sus juegos con los adultos lo que dificulta la comprensión de roles conversacionales manifestándose en el juego simbólico.

Éste parece surgir de las imitaciones de conversaciones y sólo posteriormente evoluciona hacia un juego compartido de objetos en conversaciones reales donde se aprenden a utilizar correctamente los pronominales “yo” y “tú”.

A partir de este momento, el niño ciego aplicará los cambios de roles en los juegos de ficción en los que puede representarse a sí mismo mediante elementos simbólicos (muñeco) y a su interlocutor.

Desarrollo de la evolución de la representación: imitación, lenguaje , juego.

Vidente.

Discapacitado visual.

Entre el nacimiento y los 4 o 5 meses ejercitan reflejos ( innatos). A partir de los 2 meses adaptan reflejos y logran primeras habilidades.

Se desarrolla de forma similar a excepción de las referentes al sistema visual.

A partir de los 5 meses hay coordinación visuo – manual.

A los 6 o 7 meses exploración constante de los objetos y de la posición que ocupan en el espacio.

Exploración táctil de los objetos que es6tán en contacto con su cuerpo.coordinación audio – manual.

La búsqueda de objetos por el sonido se realiza al año de visa ( 6 meses de retraso )

Se construye la permanencia de objetos sociales antes que la de objetos físicos.

La secuencia es similar pero con retraso.

La función simbólica nace y se desarrolla en la interacción social gracias a lo cual incorpora el sistema de símbolos de su cultura.

Se desarrolla en la interacción social pero necesita más a los adultos con los que se establecen las primeras relaciones afectivas para mediar su relación con los objetos del mundo físico.

Representación de objetos.

Representación de objetos con retraso entre 8 y 32 meses.

Imitación de carácter visual – auditiva – cinestésica, etc.

Imitación excepto visual.

Imitación de vocalizaciones adultas entre 11 y 16 meses de vida.

Comunicación preverbal: reflejos (el principio) que el adulto atribuye intencionalidad, (intersubjetividad primaria).

Luego ( 6 o 7 meses), se producen pautas comunicativas intencionales (intersubjetividad secundaria).

Proceso de triangulación en el que el bebé se comunica con su madre acerca de los objetos, juegos de acción.

El niño ciego dispone de conductas de intersubjetividad primaria, pero al no poder ser reconocidas y estimuladas o interpretadas por los adultos, ocasionará problemas en el desarrollo de la intersubjetividad secundaria y de la comunicación intencional.

Habilidad para regular la interacción con los adultos.

La habilidad es similar . la diferencia reside en la regulación de la atención adulta cuando ambos no mantienen contacto físico.

Utilizan gestos ritualizados para llamar la atención de los adultos.

Otra diferencia reside a los medios utilizados para llamar la atención de los adultos sobre los objetos ( intercambios vocales y movimientos corporales).

No hay diferencias con relación al desarrollo fonológico.

En relación al léxico mayor cantidad de nombres generales y palabras función.

Mayor cantidad de nombres específicos y de palabras acción.

Desarrollo de generalización favorecido por la visión. “sobreextensión”.

Dificultad para establecer generalidades o categorías con objetos que resultan difíciles de percibir en ausencia del canal visual.

Uso de deícticos más tempranamente.

Uso de deícticos con retraso a pesar de tener buen desarrollo general del lenguaje.

La ceguera no parece ser un factor que provoca un retraso importante en el niño ciego. Aunque la visión es fundamental en la adquisición del sistema lingüístico en general y en la adquisición del significado de las palabras, las diferencias observadas en los niños ciegos son adaptativas y muchas de ellas tienden a superarse con la edad.

Juego de ejercicio.

Juegos de ejercicio dificultado por el difícil acceso a los objetos alejados, dificultando la exploración y el juego.

Juegos de interacción (intersubjetividad primaria). El niño deja de considerar a los objetos y al adulto por separado, lentamente interactúa con el adulto acerca de los objetos.

Juegos de interacción ( intersubjetividad primaria) de ritmos y canciones con contactos corporales.

Gran dificultad para establecer pautas de juego niño – objeto – adulto.

Imitación diferida de secuencias de la vida diaria que puede percibir visualmente.

Imitación diferida de secuencias conversacionales constituyen primeras manifestaciones de juegos de ficción.

Juego simbólico (2 años) comienzan a imitar la vida doméstica con diversos juegos.

Juego simbólico aparece más tardíamente (20 meses después), que coincide con la aparición de pronombres personales.

Información captada por todos los sentidos, inclusive la visión que es el que integra la totalidad de las percepciones.

Menor cantidad y calidad de información limitando la capacidad de generalizar.

Aprendizaje más rápido y con menor esfuerzo.

Aprendizaje más lento y mayor cansancio.

c) evolución en el conocimiento de sí mismo: el propio cuerpo, partes que lo integran, los planos corporales, la ubicación de objetos en relación con los planos de su cuerpo, desplazamientos.

El desarrollo psicomotor se construye a partir de la maduración del sistema nervioso y es la base del desarrollo cognitivo. Involucra la capacidad física y psicológica para realizar los movimientos, lo cual requiere un tono muscular apropiado para poder lograr el dominio de la postura, el equilibrio, la locomoción y la coordinación motriz.

El tono muscular y la motricidad son la base de la postura y del equilibrio y conforman la memoria kinestésica que en el niño ciego demanda mayor estimulación, dado que privado de su visión, no está motivado a usar sus músculos y adquirir destrezas motrices.

Según Fewell las etapas evolutivas del desarrollo sensoriomotriz en el niño ciego congénito sufren algunos efectos, como consecuencia de ese déficit:

Etapa de los reflejos ( 0 – 1 mes ). Se caracteriza por respuestas respectivas al propio cuerpo y a ciertos aspectos del mundo externo. En relación al niño ciego podemos decir que tiene los mismos reflejos exceptuando el de reacciones pupilares a la luz.

Etapa de las reacciones circulares primarias ( 1 a 4 meses). Repetición de acciones gratificantes. En el niño ciego no hay seguimiento visual ni exploración de manos y pies.

Etapa de reacciones circulares secundarias ( 4 a 9 meses). Comienzo de la orientación en el medio y reiteración de conductas satisfactorias.

El niño ciego permanece ensimismado en las sensaciones de su propio cuerpo, no sigue a personas u objetos, ni comprende la relación causa – efecto de sus acciones sobre los objetos.

Conserva la postura del recién nacido.

Coordinación de las reacciones secundarias: ( 9 a 12 meses ). Comienzo de acciones anticipatorias propias y de otras personas, progresando en la organización del mundo.

El niño ciego tiene menos posibilidades de comunicarse con los adultos aunque se orienta auditivamente. Se retrasa su movilidad y no comprende su relación con el entorno.

Reacciones circulares terciarias ( 12 a 18 meses ). Caracterizada por experimentación activa con esquemas de conductas flexibles para lograr nuevos objetivos. Al niño ciego le cuesta resolver problemas nuevos ya que no puede ver la relación entre sus acciones y los medios que usa para la solución de los mismos.

Invención de nuevos métodos mediante combinaciones mentales (18 a 24 meses) Principio de interiorización de pensamiento imaginando conductas y sus consecuencias. El niño ciego sufre un retraso madurativo en relación a esa interiorización y todavía no alcanza conceptos básicos de espacio y tiempo. Si bien realiza actividades como sentarse, darse vuelta y caminar con ayuda, aquellas que requieren una proyección en el espacio como levantarse sin ayuda, gatear, caminar solo, tienen un retraso significativo.

El esquema corporal se desarrolla tardíamente.

El esquema corporal es la toma de conciencia global que permite el uso de determinadas partes de manera simultánea y conservar su unidad en las múltiples acciones que puede ejecutar.

Para Frostig, el adecuado conocimiento del cuerpo está compuesto por tres elementos:

1. Imagen corporal.

2. Concepto del cuerpo.

3. Esquema corporal.

1) La imagen corporal sería la experiencia subjetiva de la percepción de su propio cuerpo y su sentimiento respecto a él.

2) El concepto del cuerpo constituiría el conocimiento intelectual que una persona tiene de su propio cuerpo. Se desarrolla más tarde que la imagen corporal y se adquiere por aprendizaje consciente.

3) El esquema corporal es enteramente inconsciente y cambiante. El equilibrio de una persona dependería del esquema corporal; sin él la persona no sería capaz de caminar, sentarse o realizar cualquier movimiento que implique coordinación y equilibrio.

Para Ajuriaguerra el esquema corporal no es un elemento dado, sino que constituye una práctica que se desarrolla evolutivamente en la acción.

El cuerpo aparece entonces, en un primer momento como el criterio en relación al cual se va a organizar el movimiento. En la actividad, el niño aprende primero las relaciones de los objetos en relación a su cuerpo y luego las relaciones recíprocas de los objetos entre sí.

A partir de los conceptos relacionados con el esquema corporal, el niño puede comenzar a estructurar las acciones espaciales y de orientación. Si la persona no puede saber donde está, donde se encuentra cada parte de su cuerpo, y los movimientos que estos pueden hacer en relación a un objeto, no podrá orientarse.

La falta de visión imposibilita la coordinación mano – cinestesia – ojo, demorando la adquisición del esquema corporal y manifestándose en las deficiencias posturales y de equilibrio, el desarrollo del movimiento voluntario, dificultad para diferenciar derecha e izquierda, la lateralidad y la direccionalidad.

También el conocimiento parcial del propio cuerpo dificulta el conocimiento corporal de las demás personas y de las nociones espacio temporales que por falta de referentes visuales no se pueden estructurar normalmente.

Investigaciones realizadas por Cratty y Sams ( 1968 ) acerca de la percepción del esquema corporal en niños ciegos nos dicen que:

Entre los 2 y 5 años de edad mental se logra el conocimiento de los aspectos generales del cuerpo y de su capacidad de movimiento incluyendo: partes de la cara, planos de su cuerpo ( arriba, abajo, frente, espalda ), ubicación de objetos con respecto al plano del cuerpo, movimientos hacia delante, atrás, saltos, etc.

Entre los 5 y 7 años de edad mental los niños pueden discriminar entre derecha e izquierda, relaciones de superficies del plano corporal con plano del espacio.

Entre los 6 y 8 años el niño hace juicios corporales complejos y relaciones cuerpo – objeto.

Posteriormente el niño va estructurando sistemas de referencias de otras personas, siendo esto muy difícil de lograr.

Limitación en la capacidad de conocer el espacio que lo rodea y de moverse libremente:

La mayoría de las personas ciegas sienten que esta limitación es uno de los principales efectos de la ceguera. La dependencia de otra persona en ciertas situaciones desconocida genera angustia y ansiedad. En cambio las personas con disminución visual tienen una gran ayuda en la habilidad de recorrer y reconocer un espacio familiar o desconocido.

La visión ofrece un conocimiento inmediato y sintético del espacio.

El ciego carece de esta posibilidad de síntesis rápida, con el agravante que la información auditiva y táctil puede aumentar la desorientación y originar una confusión que distorsione la realidad.

El equilibrio y el sentido cinestésico se hallan también, implicados. El equilibrio es siempre difícil ya que en ausencia de la visión no hay información sensorial que permita un feedback postural, y el sentido cinestésico debe ser educado a fin de ir ajustando los movimientos a sus desplazamientos.

Evolución.

En el bebé recién nacido se distinguen dos tipos de reflejos:

1. Primarios: se han conformado durante el desarrollo embrionario y se encuentran presentes al nacimiento (succión, prensión palmar, prensión plantar, etc.).

2. Secundarios: aparecen a lo largo de los primeros meses de vida (paracaídas y de apoyo lateral y posterior).

El proceso de desarrollo se da de manera continua y la secuencia es igual para todos los niños pero varía en cuanto a su ritmo.

Los reflejos primarios están presentes en el neonato ciego pero en cambio, los secundarios pueden sufrir un retraso en su aparición.

El niño ciego tiene tendencia a bajar y ladear la cabeza para concentrarse en la información sonora que recibe de su ambiente. Poco a poco descubre que esta inmovilidad le permite estar más alerta a su entorno. Al desplazarse descubre la alegría que esto le produce pero también percibe rápidamente que debe ser prudente para poder controlar los espacios y los posibles obstáculos. Esto configura una evolución psicomotriz muy específica en la que el niño hace uso del resto de sus sentidos para buscar una mejor funcionalidad motriz.

Juegos con las manos:

Durante las primeras semanas de vida el bebé ciego permanece muchas horas dormido. El mundo externo no le resulta atractivo como para incitarlo a su conocimiento. Probablemente la falta de juego con sus manos se deba a las pocas horas de vigilia y a la dificultad de descubrir sus manos como parte de su cuerpo.

El sentido de la vista favorece este primer conocimiento al encontrarse una mano primero; luego, la otra frente a sus ojos y así llevar las dos hacia la línea media del cuerpo para lograr su primer juego.

El bebé ciego necesita el estímulo de su mamá para alcanzar este conocimiento.

A partir de los 3 meses aumentan los juegos con el cuerpo del bebé y el de sus padres, pero además se descubren objetos que penden de su cuna; los cuales mediante reacciones circulares primarias y luego las secundarias impulsarán su curiosidad y el deseo de prolongar aquellas actividades más gratificantes para cada niño.

Evolución en el segundo semestre de vida:

En este momento es importante estimular todo lo que supone movimiento y desplazamiento del niño en el espacio. Los desplazamientos en posición supina hacia atrás es una modalidad usada con frecuencia por el bebé ciego. Habitualmente se desplaza sentado en el suelo, apoyado sobre sus nalgas es otra forma de movimiento observada comúnmente.

Incentivar al bebé ciego a gatear sobre la cama de sus papás por ejemplo puede ser una actividad que preceda a la marcha autónoma y cualquier otro desplazamiento en el espacio.

Es importante realizar ejercicios para que el niño logre una buena interiorización del espacio familiar y la introducción de los conceptos de espacio. También se pueden ofrecer juguetes que permitan actividades de manipulación, así como pequeños objetos que lo ayuden a conocer una totalidad, de la que poco a poco irá conociendo las partes.

De 12 a 18 meses:

El niño ciego puede iniciar el descubrimiento de su entorno a partir de sus movimientos. Lo hará tomado de la mano, o solo, según su evolución y su capacidad para enfrentarse a un espacio desconocido.

Para ayudar al niño a encontrar elementos estimulantes para el despliegue motriz es necesario promover un juego motor que requiera de una pequeña autonomía, creando así la ilusión de descubrir. De esta manera el niño asumirá su “yo motor” y deseará utilizarlo de manera más libre aunque con la normal prudencia que caracteriza su autonomía en el espacio.

En esta edad se supone un aumento de la curiosidad por el mundo circundante y algunos juegos de imitación.

Sus manos empiezan a mostrar una especialización en la exploración de objetos, anticipando la forma de los objetos conocidos.

Desde hace tiempo es capaz de buscar su objeto que se ha caído y en el tercer semestre puede buscarlos en espacios más amplios. Sus dedos se empiezan a especializar colocándolos en posición más vertical.

De 18 meses a 2 años:

Amplía su autonomía motriz; ya no necesita pasar la mano por la pared para seguir un itinerario desconocido, roza el dorso de su mano de manera esporádica.

Su sentido auditivo muestra ya en esta edad una gran especialización, reconociendo toda clase de sonidos familiares.

Comienza a mostrar recursos en el juego y a desarrollar una serie de actividades que implican destreza y diferenciación de objetos, para lo cual habrá tenido que hacer largas prácticas de exploración de objetos para poder representarse una imagen de aquello que quiera conseguir.

Operaciones mentales que requieren disponer de una buena base afectiva que potencien la personalidad del niño e impulsen su “yo” fuerte para poder afrontar los crecientes obstáculos que se le vayan presentando.

En esta etapa aparece el juego simbólico, que generalmente tienen relación con sensaciones auditivas muy gratificantes para él, por su contenido emocional y afectivo, y por el placer que suponen.

La ceguera lleva al individuo a desarrollar vías alternativas a la visión para relacionarse con el espacio, por lo tanto éste, no tiene el mismo significado para un ciego que para un vidente, es decir que la relación es cualitativamente diferente.

El conocimiento ambiental se refiere a imágenes, información, impresiones y creencias que los individuos y grupos tienen acerca de los aspectos elementales, estructurales, funcionales y simbólicos de los ambientes físicos, sociales, culturales, etc.

Existen 2 tipos de conocimiento ambiental:

Se refiere a juicios sobre el espacio.

Se refiere a la representación.

Ambos forman parte de los intercambios entre el individuo y su ambiente.

El concepto de representación hace referencia a una manera determinada de entender y organizar el conocimiento del espacio, que incluye información acerca de las distancias y de las direcciones u orientaciones que tienen los distintos elementos que constituyen el espacio.

Las representaciones están sujetas a permanentes cambios debido a que las nuevas experiencias que el individuo tiene, lo obligan a reestructurar su propia representación.

Esto no significa que sean momentáneas; por el contrario, son bastante resistentes al olvido.

Se llama movilidad a la conducta espacial real que una determinada persona desarrolla en el espacio concreto.

El individuo se mueve por determinados lugares recogiendo información, por los diversos sistemas sensoriales. Si esta información es suficientemente completa le permitirá a éste desplazarse por el espacio y además posibilitará la elaboración de un recuerdo más o menos preciso de ese entorno.

La visión es el sentido perceptivo más apto para la anticipación de los objetos que se encuentra en su determinado espacio, permitiendo realizar varias actividades mientras camina ( conversar, escuchar música, etc. ).

Las personas ciegas no poseen una capacidad de anticipación perceptiva tan amplia, sino que deben recurrir a modalidades sensoriales que recogen la información de manera lenta y fragmentada planteando mayores dificultades para anticipar la información y siendo necesario que utilicen con mayor frecuencia sus recursos de memoria, representación espacial y otras habilidades de carácter cognitivo.

La audición es un sentido equipado por el análisis de patrones temporales para conocer la secuencia y el tiempo de duración de un estímulo. Al igual que la visión tampoco requiere contacto directo con el objeto proporcionando una anticipación perceptiva suficiente aunque menor que ésta.

Con esta modalidad es posible identificar un conjunto de elementos sonoros luego de un cierto aprendizaje intencional; pero la capacidad de anticipación perceptiva se ve limitada dado que son pocos los estímulos ambientales útiles para la movilidad y el conocimiento espacial, que pueden ser percibidos acústicamente.

Aunque los sentidos táctil, propioceptivo y cinestésico poseen receptores y vías nerviosas diferentes se puede decir que operan de forma conjunta en la percepción espacial. Estas modalidades sensoriales proporcionan información sobre formas, tamaños, posición relativa de los objetos, así como del movimiento de éstos.

Tal vez la información más importante que la percepción háptica suministra al invidente cuando se desplaza, sea relativa a la textura, composición y contorno de las superficies sobre las que camina; pero, al ser necesario el contacto físico con el objeto, esto reduce notablemente la capacidad de anticipación perceptiva.

El olfato se utiliza para distinguir y conocer ciertos elementos del espacio; así reconocemos un establecimiento por el olor que desprende, pero su importancia en la percepción espacial es muy reducida.

La movilidad requiere el funcionamiento de distintos procesos de tipo perceptivo, motor, asociativo, mnésico y representacional.

Los procesos más relevantes implicados en la movilidad son:

Percepción: recolección de datos del entorno.

Análisis de los datos perceptivos.

Selección en la memoria de los datos relevantes.

Elaboración de un plan para determinar la secuencia de las acciones.

Ejecución y evaluación de las decisiones que se han tomado.

Algunos autores ( Foulke ) han llamado anticipación cognitiva a esa selección en la memoria de los datos relevantes, es decir, al proceso que permite al caminante adelantarse cognitivamente a la percepción de determinado estímulo utilizando el recuerdo que tiene del entorno.

La anticipación cognitiva permite a la persona corregir y actualizar las representaciones que va adquiriendo de un entorno.

El éxito de un desplazamiento depende de la cantidad, relevancia, ajuste y especificidad de la información adquirida y recordada.

Generalmente el problema de los invidentes se debe a que el recorrido que han de hacer no les proporciona la información perceptiva suficiente y por lo tanto, no pueden realizar la codificación apropiada de dicha información.

La dificultad que tienen las personas ciegas en ambientes amplios se debe a la escasa información auditiva, táctil y cinestésica estable que tal ambiente le proporciona. Esa dificultad es menor para los disminuidos visuales, pero sólo cuando saben usar adecuadamente su resto visual.

Desarrollo psicomotor.

Vidente.

Discapacitado visual.

El recién nacido apenas dispone de músculos con una capacidad suficiente para mantenerse en una posición determinada, por lo que permanece la mayor parte del tiempo acostado boca arriba o boca abajo en su cuna. El desarrollo motor sigue la misma dirección cefalocaudal y proximodistal que el desarrollo físico. Por ello se establece primero un control de los movimientos de cabeza que luego se va extendiendo a los brazos, las manos, el abdomen, las piernas y los pies.

Primer semestre de vida: reflejos primarios (succión, prensión).

La falta de visión no afecta por igual a todas las conductas del desarrollo motor.

Primer semestre de vida: reflejos primarios. (succión prensión).

Reflejos secundarios (apoyo lateral, paracaídas).

Reflejos secundarios: retraso en su aparición.

A partir de los 3 meses comienzan los juegos con el cuerpo propio y el de los padres. Rodar o dar vueltas sobre su cuerpo.

Descubrimiento de objetos. El niño es capaz de realizar una prensión dirigida visualmente. A partir de los 3 o 4 meses, los bebés son capaces de permanecer sentados con la ayuda de otra persona y son capaces de mantener la cabeza erguida.

Necesita la ayuda de sus padres.

Según su evolución puede inducirse al niño a la búsqueda del objeto mediante los sonidos que éstos emiten.

Segundo semestre de vida:

Alrededor de los 6 meses logran sentarse sin respaldo.

A las 34 semanas de vida los niños comienzan a desplazarse voluntariamente y hacia las 40 semanas gatean sobre las manos y las rodillas; gatear sobre las manos y los pies se producen por término medio a las 49 semanas.

Otro logro importante es la capacidad de mantenerse de pie, tomándose de algún objeto; logrando caminar sujetándose de dicho mueble.

Comienzan los desplazamientos en posición supina y también apoyándose sobre las nalgas, sentado en el suelo.

Tercer semestre:

Al año, consigue mantenerse de pie solo correctamente y, es capaz de caminar tomado de la mano pudiéndolo lograr también por sí mismo.

Alrededor de los 15 meses puede caminar hacia atrás.

Descubrimiento del entorno a través de sus movimientos con ayuda o solo, según su evolución. Existe mayor especialización a la exploración de los objetos. Sus dedos se especializan, colocándolos en posición más vertical.

Capacidad de buscar objetos en espacios más amplios.

Cuarto semestre de vida:

Amplia autonomía motriz. Hacia los 18 meses, puede además subir escaleras y bajarlas sin ayuda y hacia los dos años , recoger un objeto sin caerse

Amplia autonomía motriz.

En el ciego hay un roce esporádico con el dorso de la mano.

Especialización del sentido auditivo.

Destreza en la diferenciación de objetos.

Estas capacidades dependen en bastante medida de la maduración pero, tampoco puede descuidarse la influencia del medio.

Desde la psicología del desarrollo, podemos comprender la profunda relación existente entre motricidad y psiquismo, destacándose:

La construcción del esquema corporal como resultado de la relación sujeto/medio, que se va desarrollando según las necesidades de la actividad del niño;

La adquisición y consolidación de la dominancia lateral y;

La motricidad fina.

Según Wallon, los tres pilares básicos donde se asienta el desarrollo psicomotor del niño son el movimiento, el tono y la emoción. Elementos que constituyen la vida psíquica del ser humano, transformándolo de un ser biológico en un ser social.

Piaget concibe el conocimiento humano como una forma específica de adaptación biológica de un organismo complejo a un medio complejo. Tras señalar los seis estadios del desarrollo de la inteligencia sensoriomotora, destaca como hitos más importantes del desarrollo cognitivo: la adquisición del concepto de objeto o de permanencia del mismo y el desarrollo del conocimiento social, en especial de cómo éste se traduce en cambios de conducta del niño pequeño en su relación con otros seres humanos.

Conclusiones:

Como resultado de las diferentes lecturas realizadas, pudimos observar que el niño ciego no presenta diferencias en el crecimiento en relación del niño con vista, pero sí se da con frecuencia en el desarrollo.

En los primeros meses de vida, no se ven de manera muy marcada, pero en etapas posteriores, el proceso puede verse afectado, debido a las siguientes características de la discapacidad visual:

Falta de estímulo visual.

Falta de aprendizaje imitativo.

Factores del entorno.

La falta del sentido de la visión interfiere en la regulación de las adquisiciones; por lo tanto, todos los subsistemas deben adaptarse a esta situación.

La ceguera conlleva limitaciones dado que el organismo está estructurado para la retroalimentación que provee la visión.

Estas limitaciones estarán potenciadas o relativizadas según la calidad del entorno que se le ofrezca a sus vivencias. El medio donde se desarrollará el niño desde las primeras etapas de vida determinarán un desarrollo psicológico en ausencia de la visión, funcionalmente equivalente al de los videntes, aunque por medio de vías o rutas diferentes.

La actitud de las personas que lo rodean y la relación afectiva y comunicativa que se establezcan entre ellos, familia, compañeros, etc., serán determinantes en la calidad de vida que alcance en su desarrollo.

Todos nuestros trabajos realizados con relación a estos temas, nos permitió darnos cuenta de que es muy importante el tomar conciencia de las necesidades especiales que tienen estos niños. Así, desde nuestro lugar podremos colaborar en su formación, educación , etc. para poder favorecer la inserción ( integración y normalización ), para que éstos puedan desarrollarse y vivir plenamente como miembros de la sociedad.

BIBLIOGRAFÍA:

LEONHARDT, Merce : “El bebé ciego”.

DELVAR, JUAN : “El desarrollo humano”. Ed. Siglo veintiuno editores. Madrid.

GONZALEZ – BOUDET : “Enfoque sistémico de la educación del niño con discapacidad visual. El niño ciego. El niño disminuido visual”.

PAJON MECLOY, Enrique: “Psicología de la ceguera “. Ed. Fragua. Madrid.

SANTIN, Silvia: “Problemas del niño ciego para construir la realidad” Ed. Joyce Nesker Simmons”.

OCHAITE – ROSA : Compilación de “Psicología de la cegu era”. Ed. Alianza Psicológica.

REVISTA INTEGRACIÓN : Revista sobre ceguera y deficiencia visual. O.N.C.E.

Psicología Ideasapiens

Estella Maris Córdoba. Profesora especial Modalidad Ciegos y Disminuidos visuales.

Web estudiantes Psicología UNAM

Proyecto Ideasapiens | Registro | Comentarios | Envíaselo a un amigo | Principal

Site copyright © Ideasapiens.com 2001 juntos@ideasapiens.com