Tema 7B – Los recursos materiales y personales para la atención de los alumnos y de las alumnas con necesidades educativas especiales. Recursos de la escuela. Recursos externos a la escuela. Colaboración entre servicios específicos y servicios ordinarios.

Tema 7B – Los recursos materiales y personales para la atención de los alumnos y de las alumnas con necesidades educativas especiales. Recursos de la escuela. Recursos externos a la escuela. Colaboración entre servicios específicos y servicios ordinarios.

1.- CONCEPTOS BÁSICOS SOBRE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE

1.1. La comunicación. Elementos

Un acto comunicativo es cualquier acción dirigida a un receptor, que este pueda interpretar y actuar en consecuencia. Es un proceso mediante el cual se transmiten informaciones, sentimientos, pensamientos, y cualquier otra cosa que pueda ser transmitida. Decimos que la comunicación es un proceso, porque se lleva a cabo en un lapso de tiempo.

– El mensaje: en la comunicación, todos los elementos son importantes y absolutamente imprescindibles. Si cualquiera de ellos faltara, el proceso quedaría incompleto y la comunicación no se realizaría. Estamos ante una situación comunicativa, cuando este proceso se completa sin problemas. Entonces, cuando se produce una situación comunicativa, es porque algo se ha transmitido. Por lo tanto, debemos partir de esta base: lo primero que hay que tener, para que pueda haber comunicación, es ese algo que se desea transmitir. Esto constituye el primer elemento de la comunicación, y le llamaremos mensaje.  

– Emisor y receptor: otra condición de cualquier situación comunicativa es que deben existir dos partes interviniendo en ella. Una, es la que transmite el mensaje, y la otra, es a quien se le transmite. A la parte que transmite el mensaje, le llamaremos emisor, y a la que lo recibe, receptor. Mensaje, emisor y receptor son básicos para que exista comunicación, pero aún nos falta un elemento más.

– Código: para que se produzca la comunicación, entonces, es necesario un nuevo elemento, que llamaremos código. Se trata de un conjunto de signos que le permita al emisor transmitir el mensaje, de manera que el receptor pueda entenderlo. Para que se produzca comunicación se necesita que tanto el emisor como el receptor manejen el mismo código. El emisor y receptor establecen un canal para poder entenderse. Cuando existe intencionalidad se produce comunicación. Existen muchos códigos con los que nos comunicamos día a día. 

Al referirnos a ellos, lo primero que debemos hacer es distinguir entre:

Código lingüístico: Es un código o conjunto de signos que necesita del lenguaje, ya sea oral o escrito. De este modo, los códigos lingüísticos se dividen, a su vez, en código lingüístico oral -si utiliza el lenguaje oral- y código lingüístico. Los idiomas son los códigos lingüísticos más comunes. 

Código no lingüístico: son aquellos códigos que no necesitan del lenguaje. No requieren de un idioma determinado para ser capaces de transmitir el mensaje. Para que estos códigos sean útiles, tanto el emisor como el receptor deben saber sus significados. Pueden ser visuales, gestuales y auditivos. 

Según el código, existen distintos tipos de comunicación c. lingüística escrita, comunicación lingüística oral, comunicación no lingüística visual, Comunicación no lingüística gestual, comunicación no lingüística acústica.

Existen muchos sistemas de comunicación y no son exclusivos del ser humano. Los animales tienen sus sistemas de comunicación mediante signos sonoros, visuales, olfativos y táctiles. En el ser humano es el lenguaje lo que le privatiza y le confiere su capacidad para el pensamiento conceptual.

1.2. El lenguaje

El lenguaje es una de las facultades más típicas de la especie humana que no comparte con ninguna otra especie. Cualquier humano sin daño en sus facultades es capaz de aprender a hablar gracias a la interacción con otros seres humanos y sin necesidad de un entrenamiento específico. El lenguaje es un sistema de comunicación que mediante unos signos arbitrarios codificados (acústicos o gráficos) simboliza la realidad. Cada signo está formado por un significante y un significado, son convencionales desde el punto de vista social y su aprendizaje se produce en el seno de las interacciones sociales. Con el lenguaje se produce una modificación del comportamiento o conocimiento de la persona que lo recibe. El lenguaje es pues, además de una actividad compleja del ser humano, un instrumento o medio de comunicación.

El lenguaje lo podemos clasificar en lenguaje oral y lenguaje escrito. Al lenguaje oral le acompañan aspectos no verbales como gestos faciales, gestos corporales, ritmo y entonación, mirada, expresión de emociones (alegría, ira…) que se dan entre los interlocutores y que contribuyen a modificar los mensajes que se trasmiten, En el lenguaje escrito un signo sustituye a una palabra (sonido) y esta, a su vez, sustituye a un objeto o situación. La escritura es un sistema de signos (fonografemáticos, o ideográficos si representan conceptos).

· Características del lenguaje :

– El lenguaje puede usar el canal vocal-auditivo, aunque existen otros, este es el que permite mayor complejidad de comunicación.

– Rápido desvanecimiento del sonido. La brevedad de la permanencia del mensaje es su consecuencia más relevante. El lenguaje escrito está dirigido a superar esta fugacidad del lenguaje hablado.

– Transmisión difusa y recepción direccional. Un mensaje puede ser recibido por cualquier receptor que se halle en el capo auditivo.

– Intercambiabilidad. Cualquier sujeto puede utilizar todos los elementos que constituyen el código lingüístico.

– Retroalimentación total. El sujeto que emite el lenguaje participa él mismo de todos los contenidos de lo que trasmite: es emisor y receptor al mismo tiempo, cosa que no ocurre con la mayor parte de los lenguajes gestuales animales.

– Especialización. Los signos del lenguaje no tienen otra función distinta de la comunicación.

– Semanticidad. Los signos lingüísticos están referidos a objetos.

– Arbitrariedad. La relación existente entre el significante y el significado no tiene una base real o de parecido o de causalidad. Cada palabra significa un objeto para una convención arbitraria.

– Discontinuidad. Los elementos simples que constituyen el lenguaje son unidades discretas que admiten múltiples combinaciones. (Una palabra está integrada por fonemas, la combinación de palabras en secuencias constituye una oración y un conjunto de estas constituye un texto.

– Desplazamiento. El lenguaje puede referirse a situaciones pasadas, futuras o imaginarias.

– Productividad. Es la capacidad de usar el lenguaje de una manera creativa, a pesar de que el lenguaje se aprende de los otros. Cada individuo posee la posibilidad de generar frases que nunca antes ha oído. Esto está ligado a la capacidad de generar pensamientos nuevos.

– Transmisión tradicional. La forma de adquisición del lenguaje es la transmisión en el seno de una sociedad que posee ese código lingüístico.

– Dualidad de modelos. Los fonemas pueden tener distintas ordenaciones. Con muy pocos elementos básicos se lograr un bagaje enorme de posibles combinaciones que produce la riqueza y complejidad típicas del lenguaje humano.

· Funciones del lenguaje.

El lenguaje verbal humano posee un conjunto de propiedades que permiten que con él se realicen diversos usos. El lenguaje verbal humano, como veremos, es un medio de representación (función representacional), un instrumento para relacionarse con uno mismo (función autorreguladora) y un medio para establecer relaciones sociales complejas con los demás (función comunicativa).

1 .Función representacional. El lenguaje como un sistema de representación.

El lenguaje natural es el instrumento, mediante el cual el sujeto mantiene una relación especial con su entorno. El lenguaje como objeto no es principalmente un sistema de comunicación sino un sistema de representación con el que puede clasificar y manipular la ingente cantidad de información con la que se ve confrontado el sujeto.

La confusión en el pasado entre el lenguaje y su uso llevó a la consideración de que la propiedad fundamental del lenguaje era la de servir para la comunicación, pero antes de que el lenguaje pueda utilizarse de forma comunicativa es necesario establecer qué es lo que se va a comunicar y es necesario, además, que el medio de comunicación tenga los recursos necesarios para que tal comunicación intencional sea posible. Puesto que no percibimos de manera directa la realidad sino a través de las categorías que imponemos a la misma, no es posible utilizar el lenguaje como un mero sistema de etiquetaje de las categorías preexistentes impuestas por la naturaleza general de la realidad, sino que tenemos que utilizarlo en función de las categorías que nuestro sistema nervioso vaya creando. Según Dickerton (1990), el lenguaje es un sistema de representación en el verdadero sentido del término. No es un sistema que refleje pasivamente lo que representa, sino más bien un sistema que crea un nuevo mundo paralelo al de la realidad a la que se refiere, limitado tanto por las leyes de su propia naturaleza como por la naturaleza de los fenómenos que representa. La correspondencia con algún tipo de equivalente en el mundo real no es obligatoria, puesto que lenguaje no tiene la obligación de reflejar directamente el mundo real. El lenguaje es una adaptación evolutiva de una especie determinada y funciona como tal en beneficio de la especie.

El lenguaje es un Segundo Sistema de Señales. El lenguaje no se relaciona con la realidad directamente, tal como pueden hacerlo los estímulos físicos. La relación entre un objeto representado y en lenguaje es absolutamente arbitraria y, por tanto, no hay en la palabra, en el lenguaje, ningún rasgo del objeto que remita a él. Tan sólo en el caso marginal de las onomatopeyas, alguna de las propiedades del objeto, su sonido, queda incorporado a la palabra, al sonido de la palabra. Pero este es un fenómeno prácticamente testimonial en el lenguaje.

El concepto de Segundo Sistema de Señales hay que atribuirlo a Pavlov, quien lo diferenció precisamente del Primer Sistema de Señales, en el que los componentes del sistema guardan una relación de proximidad o parte en relación con el objeto representado, es decir, mantienen algún tipo de relación física. Son señales en el sentido exacto de la palabra, en oposición a símbolos, que serían los elementos propios del lenguaje. El segundo sistema de señales resultaría de la generalización o reelaboración del primer sistema de señales.

Esta propiedad de ser un segundo sistema de señales es lo que permite, junto a las propiedades mencionadas anteriormente, otras dos propiedades importantes:

Que el lenguaje no se ligue a ningún referente concreto ni inmediato pudiendo hacerlo con cualquier referente en cualquier momento o lugar, existente o no.

Que el lenguaje no tenga que estar ligado a un tipo concreto de contenido. Así, el lenguaje puede versar sobre cualquier contenido. No tiene una especificidad de contenido, de tal manera que fuera de ese contenido no se pueda usar el lenguaje, como ocurre en otras especies, sino que se puede aplicar a cualquier contenido.

Estas propiedades unidas a las características estructurales son las que convierten al lenguaje una herramienta formalmente muy poderosa, pues queda liberado de todo tipo de restricciones y en condiciones de ser utilizada para funciones muy exigentes como la comunicativa o la autorreguladora o instrumental.

2. Función autorreguladora del lenguaje.

El lenguaje puede tomar una forma reflexiva (el lenguaje sirve para decir cosas a un interlocutor muy particular, como es uno mismo) con el objetivo de planificar o regular la propia conducta (autorregulación).

Cuando el emisor y el receptor de un mensaje coinciden en una misma persona se produce un ‘doblamiento’ reflexivo, que comporta un acceso subjetivo. El contexto de este lenguaje es interno, sólo es accesible en primera persona de singular.

En el lenguaje que nos dirigimos a nosotros mismos se pueden distinguir una serie de propiedades que lo diferencian del lenguaje audible externo: significado idiosincrático, aglutinación del sentido, referencia privada, sintaxis simplificada o incompleta, en ocasiones hay emisiones vocálicas incompletas, “tiene tendencia a la abreviación y a la predicación” (Vigostky, 1977, p. 186). Pero para Vigostky el lenguaje interiorizado ” no es el aspecto interno del lenguaje externo: es una función en sí mismo” (Vygotski, 1977, p. 192). Esta función que posee el lenguaje verbal es la de planificar y regular la acción (de ahí el nombre).

En un conjunto de investigaciones desarrolladas fundamentalmente por Luria se puso de manifiesto que las verbalizaciones de los adultos empiezan a regular la conducta infantil a partir de los dos años y medio, más tarde se muestran más permeables a la planificación verbal externa y a las autoverbalizaciones con función planificadora y autorreguladora de las actividades.

Estas autoverbalizaciones o ‘habla interna’ tienen una serie de funciones tales como proporcionar un mecanismo de retroalimentación al sistema cognitivo, aportar control atencional de la actividad, planificación, anticipación y evaluación de las actividades, mantener temporalmente representaciones durante el procesamiento, ofrecer un recurso representacional proposicional en solución de problemas o pautar algunos procesos de aprendizaje hasta su automatización.

El habla interna es un ‘producto’ del lenguaje cuya importancia ha sido destacada fundamentalmente por los psicólogos de la escuela de Moscú, especialmente por Vigostky y Luria, quienes proponen una explicación social de la génesis del lenguaje. Para estos autores, el habla interna se pone de manifiesto en los monólogos infantiles, que reflejarían la progresiva interiorización del lenguaje externo. El proceso de interiorización finalizaría cuando este habla sea completamente interna y se convierta en el lenguaje del pensamiento. La reaparición de este habla para uno mismo en niños mayores o en adultos en tareas de solución de problemas o en situaciones conflictivas reafirmaría su función de planificación y su papel regulador. El monólogo tiene una estructura cada vez más semejante a la que luego poseerá el lenguaje interior. La internalización no consistiría simplemente en un “abandono del sonido”, preservando los formas estructurales del habla interpersonal sino que sería solidaria con un desarrollo estructural guiado, a su vez, por la exigencia de una mayor eficacia y economía en el cumplimiento de las funciones de autorregulación y programación propias del lenguaje privado. Tal como concluye Ramírez (1984) las funciones que cumple el lenguaje en relación con la acción son las siguientes:

– Construir planes generales de conducta;

– Posibilitar la memorización y anticipación de los objetivos de la acción;

– Generar mediadores que permitan cambiar el curso de la conducta;

– Añadir al control semántico los factores impulsivos que en el conjunto general del habla cumplen funciones activadoras;

– Facilitar el control metacognitivo sobre las instrucciones que el experimentador transmite o que el sujeto puede darse a sí mismo.

Estos son los aspectos más significativos que se pueden extraer de la relación lenguaje-acción y de la autorregulación que se establece entre los dos planos de la misma. Pero, por otro lado, el lenguaje privado encarna, como el externo, el pensamiento en palabras, pero en él, las palabras mueren tan pronto como transmiten el pensamiento. Por ello, tal como afirma el propio Vygoyski (1977, p.192) “el lenguaje interiorizado es, en gran parte, un pensamiento de significados puros, es dinámico e inestable, fluctúa entre la palabra y el pensamiento”.

Quizás el aspecto más crucial que se deriva de este uso reflexivo del lenguaje es la formación de la conciencia, que Vygotski definía como ‘el contacto social con uno mismo’ y el que él daba una naturaleza semiótica. Aunque se puede hablar de muchos planos de conciencia, uno de ellos es de tipo lingüístico y específicamente humano. Se trata de la conciencia reflexiva.

Al hablar con los demás nos servimos de la herramienta más útil para acceder a los mundos mentales de los otros; al hablar con nosotros mismos accedemos, en parte, a nuestro propio mundo mental, a nuestra conciencia intencional y a algunos aspectos de nuestro pensamiento.

3. Función comunicativa del lenguaje.

Las funciones comunicativas del lenguaje se encuadran bajo el nombre de pragmática del lenguaje. La pragmática del lenguaje estudia la relación entre los signos y sus intérpretes. Desde el punto de vista pragmático, el lenguaje es entendido como un sistema social compartido con reglas que determinan su uso correcto en diferentes contextos. La pragmática se centra en el estudio del lenguaje como un instrumento para comunicar, para transmitir información e intenciones.

La perspectiva pragmática se ha desarrollado ampliamente a partir de los años sesenta a partir de la ‘crisis de la sintaxis’ y con la difusión de trabajos en relación con los ‘actos de habla’. Se incorporaron aspectos afectivos, cognitivos y sociales tanto a explicaciones teóricas como a procedimientos metodológicos. Se produce una extensión de la función comunicativa más allá de los usos lingüísticos y se insiste en el papel del contexto en la interpretación de los intercambios. Se pierde el interés por aspectos estructurales y se acude al concepto de competencia comunicativa para explicar el desarrollo del lenguaje.

Por tanto, el lenguaje no es imprescindible para la comunicación. La comunicación puede darse sin un código lingüístico, usando sistemas que tienen una organización estructural más simple. En realidad, la comunicación sólo exige un limitado número de componentes: emisor, receptor, mensaje, canal y código.

Además, la función comunicativa aparece cronológicamente antes de que surja el código lingüístico, por eso una gran parte de los trabajos sobre esta función se centran en etapas prelingüísticas y en aspectos previos a la comunicación. Hay algunas funciones comunicativas prelingüísticas y otras que sólo pueden realizarse lingüísticamente. Se han propuesto un gran número de formas de estructurar las funciones comunicativas prelingüísticas y lingüísticas. Todas estas clasificaciones sostienen que existe continuidad funcional (de complejidad creciente) entre comunicación y lenguaje en aspectos funcionales. De forma que la función comunicativa aparecería antes que la representacional, y una vez que se estableciera comunicación lingüística necesitaría de la función representativa.

Como hemos visto las intenciones comunicativas son anteriores al despliegue de un lenguaje, pero será la presencia de un código lingüístico fuertemente estructurado y reglado lo que permitirá que los contenidos del intercambio (lo comunicado) tenga una estructura proposicional, que permita comunicar el mundo mental y las representaciones. El manejo de un sistema, más o menos estructurado, pero en el vacío, sin un sustrato de intenciones comunicativas, da lugar a formas anómalas de intercambios (como ocurre frecuentemente en las interacciones con personas autistas), en las que las interacciones parecen carecer de un propósito o sentido en las que se intercambian palabras u oraciones pero no contenidos mentales.

El uso habitual del lenguaje se apoya sobre intenciones de comunicación; las interacciones tienen un sentido y una consecuencia en el mundo físico o en el mundo mental del interlocutor; el lenguaje nos permite hacer cosas con palabras, y son ‘cosas’ realmente especiales, nos permite realizar ‘actos’, los llamados actos de habla.

Una de las ‘cosas’ que se puede hacer con el lenguaje es realizar locuciones. Así, por ejemplo, en la oración “¿Quiere hacer el favor de darme su reloj?”, el emisor está produciendo una locución, está haciendo un acto locutivo. Pero, esa locución admite una interpretación funcional, conlleva una función comunicativa. Con la apariencia formal de una pregunta, el emisor está realizando la función de petición, usando una formulación interrogativa está demandando algo de forma indirecta. Estos actos que se realizan al emitir la comunicación se denominan actos ilocutivos. Pero, además, cuando se producen enunciados se pueden producir consecuencias en el receptor. En nuestro ejemplo, puede que al escuchar la oración el receptor se sienta extrañado por la demanda (ciertamente infrecuente), o bien piense que el emisor se ha equivocado y en realidad está demandando algo relacionado (como puede ser la hora) o bien se percate de que, junto a tan educada pregunta se acompaña de una navaja y de una mirada imperturbable hacia su muñeca. Los efectos producidos por los enunciados se denominan actos perlocutivos.

¿Qué indicadores se usan para inferir la intención comunicativa? Aunque puede haber marcadores prosódicos, sintácticos o morfológicos, normalmente la fuerza ilocutiva es inferida por el receptor del mensaje a través de los elementos léxicos. Esta inferencia se pone de manifiesto claramente en oraciones como las de nuestro ejemplo en las que la estructura aparente de la producción (una pregunta) no se corresponden con la intención que realmente está por debajo (una demanda).

Así, el lenguaje verbal permite la convivencia de aspectos aparentes y subyacentes, permite al interlocutor diferenciar ‘lo que se dice’ de ‘lo que se quiere decir’; permite diversas regulaciones en las manifestaciones (desde una orden brusca a una educada solicitud, desde una imposición a una sugerencia) y esta finura es realmente importante en las relaciones sociales. Aparece así el lenguaje como vía privilegiada de las funciones comunicativas y resulta ser el instrumento más poderoso para la transmisión de intenciones.

Como hemos visto, usar el lenguaje para comunicar no implica sólo el manejo de la estructura formal del código, sino el dominio de las reglas pragmáticas en su sentido más genuino, es decir, la habilidad de descifrar la intención comunicativa de un hablante que produce un determinado mensaje en un determinado contexto.

La interpretación de oraciones, discursos y conversaciones se entiende así como una actividad cooperativa de forma que emisor y receptor deben cooperar en la tarea de producir-interpretar los aspectos intencionales del discurso para una correcta manifestación-interpretación del mismo, de forma que los participantes de la interacción lingüística deben hacer sendos ejercicios de atribución (de estados mentales -conocimiento, deseo, creencia-, de información del mundo, contextuales…).

La cooperación se pone de manifiesto en las interacciones lingüísticas en varios aspectos. La cooperación del emisor se manifiesta en que no produce cualquier enunciado ante cualquier receptor sino que ajusta sus producciones en diversos aspectos (semánticos, sintácticos, prosódicos, léxicos) según las inferencias acerca del conocimiento del receptor, de manera que no hablamos igual a un bebé que a un jefe, a un extranjero que un amigo, no decimos lo mismo por teléfono que cara a cara, usamos un discurso distinto en una conferencia que en un escrito…

La cooperación del receptor permite que el emisor no necesita hacer explícitas todas las ideas en el discurso. Si el discurso no pudiera apoyarse sobre elementos conocidos o citados previamente (como ocurre en la anáfora) el emisor tendría que hacer explícito ‘siempre todo’, lo cual resultaría muy tedioso y poco informativo. El emisor puede aportar información nueva al intercambio si cree que el receptor y él comparten ya la información previa. Para esto el emisor tiene que poner en juego sus habilidades de inferencia mental (o ‘teoría de la mente’) y atribuir ciertos contenidos (informativos, actitudinales…) a los estados mentales del receptor, quien también tiene que realizar una tarea atribucional (entre otras) para comprender el mensaje.

Por tanto, entonces, la función comunicativa del lenguaje está regulada por reglas pragmáticas prescriptitas y también, en cierta medida, están reguladas las excepciones (por ejemplo, la mentira ha de ser infrecuente para ser eficaz, en la broma se dan pistas para inferir la intención verdadera que finalmente se desvela, la poesía está contextualmente circunscrita…).

Para realizar funciones comunicativas con el lenguaje, los individuos necesitan recursos lingüísticos y cognitivos complejos tales como la expresión y atribución de estados mentales que permiten desarrollar estrategias cooperativas entre los interlocutores. De manera que, aunque hay formas más básicas de comunicación por vías no lingüísticas, el lenguaje verbal, desde la perspectiva que hemos desarrollado aquí, tiene un papel clave en la expresión y atribución de intencionales, es decir, en el desarrollo de la estrategia intencional (Dennet, 1991) de las relación entre seres humanos.

Como ya hemos señalado, para el cumplimiento de las funciones de representación, autorregulación y comunicación el lenguaje verbal humano parece que ha resultado ser un instrumento bastante adecuado. Pero hay situaciones en las que (por diferentes causas, en las que no nos vamos a detener aquí) no se puede disponer del código de lenguaje. y los sujetos necesitan usar estrategias alternativas.

Sobre los sistemas alternativos a la comunicación oral.

Cuando no es posible disponer de un código lingüístico, las personas desplegamos, de forma natural, otras estrategias para desarrollar nuestra competencia lingüística y comunicativa. Así ocurre en nuestros intentos de comunicación con personas que están lejos (y no pueden oír nuestras palabras), con personas que hablan otra lengua (con las que no compartimos el código), cuando hemos perdido temporalmente el uso del habla por una operación de amígdalas… Además, hay personas que tienen serias dificultades para adquirir, producir o comprender el lenguaje verbal humano. Estas dificultades pueden ser transitorias o permanentes, y algunas personas necesitan elementos diferentes al lenguaje oral. Este conjunto de elementos se denominan ‘sistemas alternativos a la comunicación oral’ porque, en general, se utilizan cuando no es posible -o funcionalmente adecuado- el uso de la lengua oral.

Aunque, como hemos señalado en anteriores apartados el lenguaje permite funciones de representación, autorregulación y comunicación (y en la falta del código lingüístico estarían afectadas las tres) la aparición de los sistemas alternativos obedece al objetivo de permitir la realización funciones comunicativas a personas con graves alteraciones en el manejo del código verbal.

4. Otras funciones del lenguaje son:

– Función conativa o apelativa: mediante esta función el emisor busca el acercamiento del receptor, y no la simple expresión de sensaciones y sentimientos. A la función conativa le corresponden los vocativos, como ¡eh! ¡María, ven! y las órdenes.

– Función expresiva: consiste en la manifestación de algo interno del emisor: sorpresa, dolor, alegría. Esta expresión puede realizarse con interjecciones, como ¡ay!,¡caramba! o los tacos, frases exclamativas.

– Función fática: expresa que no se ha habido ruptura de la comunicación. Se materializa en los signos que emitimos cuando oímos por teléfono una larga comunicación, para que nuestro interlocutor gracias a nuestros uhm, sí, ejem, bueno, claro, etc., sepa que la línea no se ha cortado y que no hemos abandonado el auricular.

– Función metalíngüística: es analítica y específicamente humana ya que mediante ella empleamos medios lingüísticos para hablar propiamente del lenguaje. Se utiliza para aclarar o pedir aclaración sobre el significado de una palabra, su función gramatical, origen, etc.

– Función estética o poética: es aquella en la que lo fundamental es llamar la atención sobre el propio lenguaje, como mensaje y como centro en sí mismo. Se sirve de las figuras literarias como hipérbaton, aliteraciones, metáforas, etc. Por ello esta función alcanza la culminación con la obra literaria, en la que existe una finalidad de belleza y una potenciación máxima de éstos recursos.

– Función de identificación a un grupo social.  El idioma y sus distintas variantes (acento, giros típicos, expresiones, vocabulario….) representan un elemento importante de identificación del individuo a un grupo social.

· Dimensiones del lenguaje: aquellos aspectos que intervienen en la

constitución de lenguaje.

Dimensión del conocimiento lingüístico. El lenguaje como objeto de estudio con sus reglas básicas:

*Fonología: estudio del material sonoro del lenguaje humano (fonemas, combinaciones de fonemas, entonación , acento…)

*Semántica: relacionada con la categorización de la realidad, la formación de conceptos y el conocimiento del mundo. Estudia el significado de las palabras y las oraciones.

*Sintaxis: orden y relaciones de dependencia que deben existir entre los elementos de la oración.

*Morfología: se ocupa del estudio de las unidades mínimas o morfemas que sirven para expresar significados o matices de significado y que cumplen un papel fundamental en la organización de la oración y el establecimiento de relaciones entre los elementos de la oración.

*Gramática

Dimensión cognitiva. Abarca los procesos psicológicos implicados en la adquisición y utilización del lenguaje: sensación, gramática, semántica y sintaxis.

Dimensión de producción del lenguaje. Actividades implicadas en los procesos de codificación y decodificación: aprendizaje, comprensión y producción.

Dimensión de comunicación con el medio. Es la base de interrelación personal, produciendo comunicación e intercambio de información.

· Trastornos del lenguaje:

La causa de un trastorno de lenguaje raramente es unívoca pero se pueden distinguir causas exógenas (exteriores al sujeto) y endógenas (del propio sujeto). No podemos olvidar que un trastorno del lenguaje o del habla modifica sustancialmente la interacción entre el niño y su entorno y puede provocar alteraciones en ambos, por lo tanto un cuadro de etiología endógena puede verse complicado con características típicas de un cuadro de etiología exógena.

El concepto de retraso del lenguaje deriva de una interpretación cuantitativa, basada en la aparición de determinadas pautas del desarrollo, en este sentido hay que recordar la gran elasticidad que presenta el desarrollo normal de la expresión oral en los 3-4 primeros años, sin que estas diferencias puedan relacionarse con competencias posteriores. Cuando aparecen retrasos en la evolución del lenguaje que sobrepasan límites normales, no se reducen a un aspecto cuantitativo.

Dentro de los trastornos del lenguaje podemos encontrarnos desfases cronológicos más o menos importantes que respetan las pautas evolutivas normales, o bien, desfases cronológicos asociados a la presencia de anomalías lingüísticas ( disfasia, afasia congénita).

– Retraso simple del lenguaje: se trata de un desfase cronológico del conjunto de los aspectos del lenguaje (fonética, vocabulario, sintaxis) en un niño que no presenta alteraciones evidenciables ni a nivel menta, ni sensorial, ni motor, ni relacional. En estos casos nos encontraríamos con la aparición de palabras después de los dos años, combinación de palabras a los tres (en lugar de a los dos), persistencia de dificultades fonéticas después de los tres años, vocabulario limitado a menos de 200 palabras expresadas a los tres años y medio y simplismo de la estructuración sintáctica a los 4 años.

En estos casos la comprensión aparece siempre como superior a la expresión, no debemos perder de vista que en la comprensión de un enunciado oral intervienen más factores que los lingüísticos que pueden compensar dificultades de comprensión verbal que sólo un examen detenido puede evidenciar.

Pueden aparecer asociados ligeros retrasos psico-motores, de expresión gráfica y en el establecimiento de la dominancia lateral. Las causas exógenas pueden ser escasa estimulación familiar, escaso nivel socio-cultural del entorno. Entre las causas endógenas déficits específicos de origen hereditario, dificultades para establecer pautas normales de comunicación y extraer de ellas modelos lingüísticos correctos.

– Disfasia infantil congénita: es un déficit que añade al retraso cronológico, importantes dificultades específica para la estructuración del lenguaje, produciendo así conductas verbales anómalas , llegando al agramatismo que es la construcción de enunciados complejos sin nexos y sin marcadores en los verbos, se traducen en una desviación respecto los procesos normales de adquisición. Esta desviación se debería al empleo de mecanismos generadores distintos de los normales, ya que estos se encontrarían perturbados y el niño necesita expresar determinados contenidos a los demás.

Algunas de las características más llamativas de este cuadro son: permanencia de la ecolalia antes de contestar, la dificultad de manejar los pronombres personales más allá de los 4 años, la dificultad en repetir y recordar enunciados largos, la heterogeneidad del léxico con palabras complejas y ausencia de otras muy simples.

Aparece acompañado de dificultades a nivel instrumental (sobre todo la estructuración espacio-tiempo), trastornos de conducta que pueden ser ocasionados por las dificultades de comunicación. La etiología de la disfasia parece endógena aunque no se ha clarificado su naturaleza.

– Afasia infantil congénita: es poco frecuente y se refiere al niño que no desarrolla el lenguaje oral cuando ya ha pasado el período principal de adquisición (4 años), sin que tenga una causa auditiva, intelectual, motriz, conductual o de lesiones. También recibe el nombre de audiomudez (cuando existe comprensión verbal aunque retrasada y sordera verbal, cuando las dificultades de comprensión son casi tan importantes como las de expresión. Aparece acompañado de un cuadro de retraso intelectual que no explica por sí solo la ausencia de lenguaje. Va acompañado de importantes alteraciones instrumentales y conductuales. Su etiología parece claramente endógena. Hay casos en los que no se observan progresos ni con los años ni con la reeducación, pero en general evolucionan hacia un cuadro de disfasia hasta alcanzar un nivel aceptable de dominio lingüístico.

– Afasia infantil adquirida: es una pérdida total o parcial del lenguaje en niños menores de 10 años pro culpa de una lesión cerebral adquirida (traumatismo, meningitis) que afecta a áreas relacionadas con algún aspecto del lenguaje.

Suele tener un proceso rápido de recuperación espontánea post-lesional si el trastorno ha sido antes de los 5 años, cuanto mayor es el niño en el momento de la lesión, más lenta es la recuperación y más importantes pueden ser las secuelas.

· Trastornos de la voz y el habla.

Disfonía: alteración de la voz ligada habitualmente a un uso incorrecto de la misma (por hipotonía o hipertonía), aúna respiración insuficiente o mal coordinad con la fonación. La disfonía suele combinar factores anatómicos y funcionales. Se puede traducir en una voz ronca, grave, con altibajos en el tono, en la típica voz de falsete hipertónica o en una voz sorda, atonal, de escasa potencia. Una variante es la rinofonía que puede ser cerrada (obstrucción del paso del aire en las cavidades nasales lo que imprime un tono nasal a la voz) o abierta (insuficiente cierre del velo del paladar, lo que imprime un tono gangoso, esta última suele estar acompañada de rinolalia (pronunciación inadecuada de las fricativas con expulsión nasal en vez de oral y articulación hipotónica de las oclusivas). El carácter permanente de estos síntomas exige una exploración foniátrica que deberá determinar si el niño necesita una intervención, sea médica, sea logopédica o ambas a la vez. Son tratamientos lentos pero que logran notables mejorías y frecuente desaparición de los síntomas.

Dislalia: trastorno funcional permanente de la emisión de un fonema sin que exista una causa sensorial ni motriz a dicho fenómeno en un sujeto mayor de 4 años. Desde una descripción externa de los síntomas, podríamos distinguir:

*Dislalias por omisión: el niño omite el fonema

*Dislalias por sustitución: el niño sustituye el fonema por otro.

*Dislalias por distorsión: en lugar del fonema correcto, el niño produce un ruido que no pertenece al sistema fonético del idioma, en castellano las dos distorsiones más frecuentes son el rotacismo gutural (r francesa) y el sigmatimo lateral ( pronunciación de s,z,ch o de uno de ellos con la lengua pegada al paladar y escape lateral del aire).

Las causas pueden ser dos: el niño sigue con una percepción global del habla, tiene mayor dificultad para analizar y contrastar los fonemas y diversificar su sistema fonético, la segunda razón serían las dificultades psicomotrices para la coordinación de los movimientos finos y rápidos que requiere la realización del habla, son capaces de reconocer sus errores en la pronunciación de los demás pero no consiguen descubrir las posturas y movimientos adecuados.

La mayor parte de las dislalias se superan con el tiempo, algunas se encuentran con frecuencia en adultos.

Inmadurez articulatoria: se refiere a las dificultades fonológicas, que afectan a la pronunciación de palabras y frases a pesar de una correcta pronunciación de fonemas. El fonema no plantea dificultades sino su ordenación y diferenciación dentro de las palabras. Presentan omisiones de fonemas y sílabas, confusiones y sustituciones de fonemas, duplicaciones de sílabas e inversiones silábicas. Puede aparecer acompañada de dislalias. Suele desaparecer con el tiempo ya que es fundamentalmente un desfase cronológico. Suele repercutir de manera negativa en la personalidad del niño.

Disartria: es la perturbación de la pronunciación de un fonema por causa motriz, el niño no puede realizar correctamente el movimiento o postura para el fonema por una razón central (parálisis o paresia) o periférica (malformación ósea o muscular de los órganos articulatorios). El médico foniatra orientará su tratamiento.

Taquilalia o taquifemia: es una forma precipitada y excesivamente rápida de hablar en la que se observan omisiones de fonemas y sílabas, a veces la falta de ritmo llega a una cierta descoordinación respiratoria que provoca en el taquilálico ligeros bloqueos y repeticiones, a veces confundidos con los síntomas de la tartamudez. La diferencia es grande, el taquilálico es poco consciente de su forma de hablar y es perfectamente capaz de controlarse si se lo propone (todo lo contrario al tartamudo), suele tener un buen nivel de desarrollo lingüístico y un comportamiento hiperquinético e impulsivo.

Tartamudez o disfemia: es una perturbación del habla y de la comunicación social (ocurre cuando el sujeto habla con alguien), caracterizado por una descoordinación de los movimientos fono-articulatorios y la presencia de espasmos musculares en distintos puntos de la cadena productora del habla. La intensidad es muy variable dentro de un mismo sujeto y depende del grado de ansiedad. Los síntomas aparecen en torno a los 3-4 años y van aumentando hasta la edad adulta con posibles períodos de remisión e incluso de desaparición. Existen indicios de carácter hereditario.

Existen discrepancias a la hora de explicar la etiología, puede ser debido a la presencia de una dificultad funcional inicial que le lleva a elaborar una construcción neurótica respecto al lenguaje. Otra razón presenta la tartamudez como un trastorno esencialmente afectivo y relacional que se centra en el lenguaje por su función simbólica.

Existe la tartamudez tónica (bloqueos iniciales, fuertes espasmos) la tartamudez clónica (interacciones de sílabas iniciales, espasmos leves pero repetidos) y la mixta que combina ambos casos.

· Trastornos del lenguaje y la comunicación no específicos:

Los trastornos afectivos en el niño pueden perturbar la comunicación y el lenguaje por vía directa ( siendo un trastorno de relación con el otro) o indirecta ( el lenguaje es el objeto simbólico donde el niño proyecta su problema).

Los problemas afectivos pueden provocar, además de la tartamudez, el mutismo, el laconismo y el lenguaje regresivo. Estos trastornos pueden ser debidos a: frustraciones precoces, alteraciones de las primeras relaciones, regresiones, traumas psíquicos, estructuración de tipo autística.

El mutismo se integra generalmente en un cuadro de fobia, en la escuela aparecen con frecuencia cuadros de fobia escolar, acompañados de mutismo selectivo, en el colegio no habla y en casa sí. Suele desaparecer con la adecuada intervención.

2.- ADQUISICIÓN Y DESARROLLO DE LA COMUNICACIÓN Y DEL LENGUAJE Y SU RELACIÓN CON EL DESARROLLO DEL PENSAMIENTO SOCIAL Y AFECTIVO.

Resulta evidente que el niño desde el momento posterior a su nacimiento, comienza a establecer sus primeros vínculos afectivos con el mundo que le rodea para lograr la satisfacción de sus necesidades primarias. Se inician las rutinas comunicativas con mayor o menor intencionalidad. Estos vínculos afectivos continuarán su diversificación configurándose paulatinamente como actos comunicativos intencionales, mediante comportamientos cada vez más complejos y dotados de significados: gestos, miradas y movimientos generalizados. Son respuestas ante estímulos visuales, auditivos, etc. que los adultos interpretarán como los primeros inicios de comunicación no verbal durante los cuatro o cinco primeros meses de vida. Estos inicios comunicativos van cobrando complejidad en una sucesiva adaptación al medio. En los primeros meseS esta comunicación tiene un marcado carácter afectivo, posteriormente la comunicación va adquiriendo un carácter más representativo.

La adquisición de estas capacidades comunicativas se basa en el sustrato anatómico-fisiológico y en la capacidad fonatoria y articulatoria-auditiva con que se nace. La interacción con el medio moldeará estas capacidades dotándolas de la plasticidad necesaria para el desarrollo del lenguaje. Existen unos mecanismos básicos que intervienen en la adquisición del lenguaje infantil.

2.1. Mecanismos básicos que intervienen en la adquisición del lenguaje.

LA MADURACIÓN en la adquisición y desarrollo del lenguaje:

Para que pueda producirse el lenguaje es condición indispensable la existencia del sistema nervioso del humano y un buen estado del mismo. Además de ello es necesaria la maduración.

La maduración puede definirse como el estado a partir del cual se puede iniciar con fruto el desarrollo de una función o el aprendizaje de una destreza.

La maduración es el proceso mediante el cual un sistema psíquico o somático cambia gradualmente hacia la plenitud. Los síntomas de maduración son:

– Regularidad de aparición de determinados hitos concomitantes con la edad.

– Evidencia de que las oportunidades de estimulación son relativamente constantes, pero utilizadas de manera diferente a medida que se crece.

– Aparición parcial o total de una conducta antes de que sea inmediatamente útil.

– La aparición de tales conductas de una manera tosca evidencia que no son una práctica dirigida a una meta.

La maduración necesaria para la aparición del lenguaje es en gran medida de tipo motor. De hecho, la aparición del lenguaje es paralela, en un niño normal a la aparición de la deambulación. En torno a los 18-24 meses aparece el grado de maduración óptimo para el inicio de la deambulación y del lenguaje paralelamente a la mielinización

Resulta de la acción de tres factores básicos:

– La maduración neurobiológica de los centros nerviosos: en el caso de una función compleja como es el lenguaje se puede distinguir entre los centros propios (relacionados directamente con la función simbólica lingüística) y los centros asociados (actividades relacionadas accidentalmente con el lenguaje y no exclusivas de él). Esta maduración tiene un ritmo predeterminado, lo que podríamos denominar “reloj biológico”.

– La estimulación exterior, que presenta dos importantes aspectos: la aportación de informaciones y la estimulación sensomotriz.

– Las experiencias realizadas por el niño: en las que se sintetizan los dos aspectos anteriores.

El ritmo de madurez es muy variable, no nos hallamos ante una evolución lineal. No parece existir una madurez exclusiva para el lenguaje como tampoco existe un centro específico que se ocupe de él. El intentar adelantar la realización a la madurez puede resultar no sólo inútil sino también perjudicial.

Existe un cierto sincronismo evolutivo entre la motivación afectiva y el grado de madurez, lo que hace que un niño normal empiece a intentar dominar una determinada realización sólo cuando ha alcanzado un nivel mínimo de madurez.

La evolución no es lineal sino más bien a saltos. La maduración que lleva al crecimiento y al desarrollo de conductas tales como el lenguaje se podría definir como el paso por estados altamente inestables, el desequilibrio en uno conduce a reorganizaciones que traen consigo nuevos desequilibrios que producen reorganizaciones y así sucesivamente hasta que se alcanza una estabilidad relativa que se conoce como madurez.

LA INTERACCIÓN : ya se ha analizado la importancia de la madurez neurofisiológica como condición básica para el desarrollo del lenguaje. El segundo aspecto fundamental para su correcto desarrollo es una estimulación adecuada en las interacciones.

Ciertos errores en las primeras etapas de adquisición del lenguaje como puede ser la regularización en los participios “escribido” por escrito explican que la imitación no es el único factor implicado que explique la adquisición del lenguaje. Hay por parte del niño una construcción activa del lenguaje.

Por otra parte el ambiente no modifica las etapas pero influye significativamente en su evolución. En niveles socioculturales bajos podemos encontrar lenguajes menos desarrollados. En ambientes medios-altos el nivel de lenguaje es más complejo.

En familias con escasa conflictividad el lenguaje no suele presentar carencias. Sin embargo en familias con abundante conflictividad en las que el diálogo está menos presente, abundan las órdenes y un lenguaje imperativo que frena el desarrollo del lenguaje.

Algunos estudios resaltan las características especiales que es posible encontrar en el desarrollo de lenguaje en gemelos, puede resultar más pobre por la tendencia de los hermanos a imitarse entre sí sin contar con otros iguales con diferente nivel de lenguaje. En todas las culturas los miembros de los grupos sociales cercanos a los pequeños ocupan un cierto tiempo a enseñarles directamente pequeños juegos verbales, nanas, canciones y retahílas. Esta actividad tiene una enorme carga afectiva y presenta además ventajas a nivel de la adquisición del lenguaje ya que contienen palabras, flexiones y estructuras que el niño no conoce o no emplea en su lenguaje cotidiano. Su utilización en imitación directa ayudará a su aprendizaje siempre y cuando se acompañe de la experimentación comunicativa. Estos juegos constituyen un importante momento de entrenamiento de la memoria auditiva, el sentido del ritmo y de la entonación, difíciles de conseguir fuera de dichos juegos.

La principal característica de los primeros intercambios entre niño y adulto es la interacción que supone una adaptación recíproca de ambos interlocutores a las capacidades comunicativas del otro. Veamos cómo sucede esta adaptación: el adulto traduce o pronuncia correctamente las palabras o balbuceos del niño, añade palabras y conceptos a la emisión del niño y utiliza los elementos del mensaje infantil en una estructura algo más compleja. Gracias a este procedimiento el niño obtiene una respuesta correcta que le sirve para una próxima emisión.

Las primeras palabras que el niño aprenderá son las que le ayudan a resolver sus problemas o necesidades o bien las que le proporcionan un elemento lúdico.

Otra manifestación de la adaptación del lenguaje adulto es el llamado “baby-talk”, es un sub-código lingüístico que emplean los adultos o mayores de 5-6 años cuando se comunican con niños pequeños. Consiste en hablar más despacio, subiendo el tono de la voz, cuidando la pronunciación y con una entonación más expresiva. Los enunciados son más cortos y redundantes, utilizando un número más reducido de palabras y refiriéndose constantemente al contexto. Se utilizan más gestos y mímicos.

El aprendizaje de nuevas palabras debe surgir de la experimentación y de la propia necesidad del niño aunque pueden realizarse nuevas adquisiciones con actividades de imitación directa.

LA IMITACIÓN

La imitación en un primer momento surge inmediatamente después de la recepción del estímulo, más adelante entre los 2 y 7 años , la imitación ya no viene provocada por la percepción, sino por representaciones imaginadas, por la imagen interior: es la imitación diferida.

En resumen podemos destacar determinados factores externos que intervienen en la adquisición del lenguaje:

– Calidad relacional de la comunicación en un entorno motivador y lúdico.

– Adaptabilidad del lenguaje adulto a las peculiaridades y ritmo del niño.

– Estimulación de los juegos imitativos.

En todas las culturas los miembros de los grupos sociales cercanos a los pequeños ocupan un cierto tiempo a enseñarles directamente pequeños juegos verbales, nanas, canciones y retahílas. Esta actividad tiene una enorme carga afectiva y presenta además ventajas a nivel de la adquisición del lenguaje ya que contienen palabras, flexiones y estructuras que el niño no conoce o no emplea en su lenguaje cotidiano. Su utilización en imitación directa ayudará a su aprendizaje siempre y cuando se acompañe de la experimentación comunicativa. Estos juegos constituyen un importante momento de entrenamiento de la memoria auditiva, el sentido del ritmo y de la entonación, difíciles de conseguir fuera de dichos juegos.

El aprendizaje de nuevas palabras debe surgir de la experimentación y de la propia necesidad del niño aunque pueden realizarse nuevas adquisiciones con actividades de imitación directa

El lenguaje oral es una función y una destreza que se aprende naturalmente gracias a unos intercambios con el entorno social. El niño aprende a hablar con su madre sin que sea necesario establecer previamente y de manera consciente un método para ello. Esta asimilación se realiza sobre un fondo madurativo complejo.

2.2. Desarrollo del lenguaje infantil

En cada etapa evolutiva del niño no se produce una simple adquisición de elementos que se suma a la etapa anterior, se adquieren unas estructuras globales de complejidad creciente.

En la adquisición del lenguaje podemos hablar de dos etapas claramente diferenciadas, una primera etapa prelingüística que dura hasta aproximadamente los diez meses y una segunda etapa que podemos denominar lingüística.

Ø ETAPA PRELINGÜÍSTICA: el niño nace con los órganos implicados en el

desarrollo del lenguaje ya formados aunque les falta maduración. En esta etapa el niño comienza a realizar ejercicios fonéticos por el mero placer motor que le suponen. Comienza percibiendo la entonación en las producciones de los demás y trata de imitar lo que oye. Diferencia fonemas que luego va a producir, es decir el momento de comprensión procede a la utilización de los mismos. La emisión de sonidos es una actividad lúdica que va ligada a sus necesidades y que mayoritariamente tiene un valor referencial. Dentro de esta etapa encontramos tres subetapas:

Subetapa inicial (de 0 a 6 meses):

– El niño utiliza el llanto como expresión de sus necesidades, la mayor parte de los autores coinciden en afirmar que el llanto es el primer paso del desarrollo del lenguaje, a pesar de que no es un sonido articulado sino un paso de aire por la laringe de forma violenta, debido a contracciones musculares. El llanto no es una respuesta aprendida, sin embargo, en el primer mes de vida es modulado por el ambiente y se convierte en un elemento comunicativo, porque los padres discriminan el tipo de llanto y su intencionalidad (hambre, sueño…). El llanto es pues la primera vía de comunicación social del recién nacido.

– En el segundo mes aparecen sonidos vocálicos y las primeras consonantes (K,J). El niño emite sonidos semejantes a la risa y realiza movimientos hacia la fuente del sonido.

– En torno al tercer mes realiza movimientos de la lengua, labios y mandíbula, los sonidos consonánticos K y G son muy frecuentes.

-En el 4º mes hay un inicio de la sonrisa y repite sonidos: murmullo, balbuceo…

Subetapa de balbuceo o lalación (6 a 9 meses):

En esta etapa el niño atiende al ritmo y la entonación. Inicia secuencias de sonido con tono melódico y se desarrolla el balbuceo o lalación que consiste en la emisión de secuencias de vocales y consonantes, con ello el niño ejercita su rudimentaria articulación. Aparecen las primeras sílabas y hay un aumento de la estimulación ambiental. Continúa mejorando la interpretación de los sonidos que percibe y es capaz de interpretar ruidos como pasos, el biberón, la cuchara…

Al final de esta etapa ya comienza a usar con sentido alguna sílaba repetida: mamá, papa… Suelen aparecer gestos significativos como echar las manos para que le cojan o apartar las cosas que no son de su gusto. Comienza a vocalizar ante el espejo y a hacer pucheros cuando se les desaprueba. Aparece la imitación.

Subetapa intermedia (9-10 meses):

Intenta aprender palabras que otros puedan identificar. La aparición de las primeras palabras varía según los niveles madurativos y la estimulación que reciba del exterior.

Ø ETAPA LINGÜÍSTICA: De los 10 a los 12 meses.

Suele aparecer la utilización formal de los morfemas mamá, papá… ya señala los objetos y los pide. El lenguaje infantil está limitado por la simplificación a la hora de emitir, aunque practican para acercar sus emisiones a la de los adultos. El desarrollo del lenguaje en este momento depende de sus capacidades, de los conocimientos previos y de la experiencia con los objetos.

Etapa holofrástica en el comienzo de la adquisición del lenguaje, el niño utiliza una palabra para englobar el significado de una frase. En este momento es muy importante la imitación. El lenguaje continúa siendo una expresión de necesidades y deseos y su significado va a depender del contexto. Comienza a hablar al hallar placer en sus emisiones.

Emisión de dos palabras: El contexto continúa siendo determinante a la hora de interpretar las emisiones infantiles. La primera palabra suele ser un sustantivo que hace la función de sujeto y la segunda un verbo que indica la acción. En este momento el vocabulario se amplía cualitativa y cuantitativamente. Comienza a ejecutar y comprender órdenes y en torno al año y medio se inicia la toma conciencia del significado de las palabras. En esta edad ya atiende a su nombre y es capaz de percibir las emociones de los adultos. Comienza una incipiente comprensión del orden de la conversación. Utiliza una media de 50 palabras que utiliza ante sus representaciones gráficas (dibujos). Empieza a acompañar sus emisiones de entonación adecuada a las mismas. Al final de esta etapa su vocabulario puede haberse duplicado (2 años).

Subetapa telegráfica: emite frases de 2,3 y 5 palabras y podemos decir que comienza verdaderamente la etapa lingüística ya que aumenta la capacidad de simbolización y el vocabulario puede contar con 100-250 palabras. Comienza la yuxtaposición de palabras y aparecen estructuras sintácticas específicas: aumentan los adjetivos, adverbios, pronombres, etc. En esta etapa aparece el monólogo colectivo, los niños hablan en grupo pero sin que exista un verdadero intercambio, más bien es un lenguaje que acompaña a la acción. Conoce el nombre de las partes del cuerpo y se inicia la comprensión de la función de los objetos.

Lenguaje de 3 a 4 años: En este momento se hace difícil distinguir entre el léxico pasivo y el activo, es decir, entre el léxico que conoce pero no usa y el léxico que solamente utiliza. Comienza la interiorización del lenguaje. El vocabulario en esta etapa está entre las 1000 y las 1500 palabras. El lenguaje le sirve para expresar sus necesidades básicas, pero también conoce su nombre completo, canta y emplea frases de estructura compleja, conoce el nombre de los colores, de los números, mejora en la utilización de los tiempos verbales, hace concordancias de género y número.

Lenguaje de 5 a 6 años: El niño es capaz de emitir enunciados completos e imitar el lenguaje convencional. Puede iniciarse la lecto-escritura e incluso es capaz de hablar antes de actuar.

2.3. Paradigmas: son esquemas de interpretación básicos que comprenden supuestos teóricos generales, leyes y técnicas que adopta una comunidad concreta de científicos y que proporcionan modelos explicativos de cómo se adquiere y desarrolla el lenguaje.

1) Paradigma conductual:

– Condicionamiento clásico

Pavlov: explica la adquisición del lenguaje a través de una asociación E-R, aunque se reconoce que no todo el aprendizaje verbal es fruto del condicionamiento clásico. Se fundamenta su modelo explicativo en el control que ejerce el niño sobre la conducta verbal. El niño emite sonidos provocados por algún estímulo psicológico, convirtiéndose en respuesta condicionada cuando el niño asocia que el sonido ha salido de su boca. Este mismo sonido estimula al niño y se repite. La intervención de otras personas va condicionando aumentativamente las respuestas verbales del niño.

Allport: interpretó la adquisición del lenguaje como un “reflejo circular” los niños comienzan emitiendo sonidos espontáneos (RI). Los padres aprovechan la circunstancia para emitir palabras similares a estos sonidos (EI). Cuando esta palabra se asocia a un objeto real se convierte en estímulo condicionado. Cuando el niño emite la palabra ante el objeto real tenemos ya la respuesta condicionada.

– Condicionamiento instrumental (Thorndike): la adquisición y desarrollo del lenguaje es explicado como un proceso de aprender una respuesta como instrumento para obtener una recompensa a través del ensayo-error. La respuesta (emisión de sonido) si es reforzada se instaura y desarrollo. El modelo se basa en la ley del efecto: el efecto positivo produce una satisfacción y una conexión más firme.

-Condicionamiento operante (Skinner)

Si las consecuencias de una conducta son agradables, la conducta tenderá a repetirse; si la conducta se desfavorable, la conducta tenderá a desaparecer. Es una versión de la ley del efecto de Thorndike que, en versión de Skinner será la ley del refuerzo: un refuerzo es un estímulo que provoca el que una conducta se repita en el futuro. En este sentido, el refuerzo es un estímulo positivo porque provoca que se repita la conducta. También puede existir un refuerzo que actúe de modo negativo y tenga como consecuencia la desaparición de la conducta, a esto le llamaremos castigo.

El reforzamiento diferencial de unas conductas lingüísticas y otras es lo que moldea el lenguaje. La interacción con los padres es determinante para la obtención de reforzadores. Los padres emplean el refuerzo selectivo sobre las respuestas verbales de los hijos.

Skinner distingue varios tipos de comportamientos verbales:

– El mana (petición) es un operante verbal en el que la respuesta se refuerza por su consecuencia característica.

– Conducta ecoica. Es la más simple, consiste en que el oyente reproduce un sonido similar o idéntico al hablante.

– Conducta textual, el estímulo puede ser auditivo, táctil o visual y la respuesta es idéntica al estímulo.

– Conducta intraverbal. Entre el E y la R no hay una correspondencia puntual como en la conducta ecoica.

– El tacto, se caracteriza por ser un operante verbal en que la respuesta dada es evocada por un objeto concreto, un acontecimiento o la propiedad del objeto o acontecimiento.

2) Teorías innatistas y biologistas: estas teorías postulan que la conducta lingüística es innata en el ser humano. Tanto su adquisición como el desarrollo tienen un carácter genético. Chomsky a través de su teoría generativa-transformacional, establece que el niño posee el conocimiento innato de una gramática universal que es la que genera el lenguaje. Esta teoría viene a decir que el niño abstrae del lenguaje (habla), oye lo más esencial para poder empezar a hablar. Como, además el niño percibe otros sonidos y ruidos, sto solo puede explicarse mediante un mecanismo innato en él, propio de la especie humana y que no está determinado por el aprendizaje.

3) El paradigma cognitivo: en este paradigma encuadramos a Piaget, establece que los procesos cognitivos son la parte fundamental y previa a la adquisición del lenguaje. Piaget parte de la acción mediante la cual el niño reconstruye y actualiza sus estructuras cognitivas. Este proceso se realiza mediante la asimilación y la acomodación a los esquemas que ya tiene para lograr una mejor estructura. Para que aparezca la acción lingüística es necesaria la adquisición de unas estructuras de inteligencia. Estructuras que van desde la acción simple, la lógica, la lógica conceptual con representación y lenguaje. El lenguaje es un producto de la inteligencia según Piaget, aunque también postula la complementariedad lenguaje-pensamiento, puesto que, aun a pesar de que el pensamiento es previo al lenguaje, este es un instrumento de apoyo al pensamiento y ambos son interdependientes. Piaget establece que el habla egocéntrica es un modo de hablar que tiene su origen en el habla socializada que aún no ha sido individualizada. Posteriormente, el habla de los niños de 7 u 8 años es un monólogo colectivo y entonces es cuando comenzará a configurarse el pensamiento socializado, pues las formas egocéntricas desaparecen para dar paso al lenguaje socializado.

Otros autores emblemáticos son Vigostky y Bruner cuyas teorías analizaremos en el momento de abordar las relaciones entre lenguaje y pensamiento.

2.4. Relación de la adquisición del lenguaje con el desarrollo del pensamiento social y afectivo.

-Hipótesis sobre las relaciones entre el desarrollo del pensamiento y el lenguaje.

A pesar de que existen bastantes estudios sobre la relación entre pensamiento y lenguaje no se ha llegado a un acuerdo respecto a cómo se produce esta relación.

Según el enfoque piagetiano, la posibilidad de emplear y combinar palabras responde a una capacidad previa, la función simbólica, que el niño construye a lo largo del estadio sensoriomotor. Desde este punto de vista, el lenguaje es un sistema de símbolos y, por tanto, arbitrario. Por eso, para poder emplearlo el sujeto debe construir la capacidad para simbolizar.

Desde la aparición del lenguaje hasta un periodo comprendido entre los 5 y 7 años, Piaget estudió la relación entre pensamiento egocéntrico y lenguaje. En este periodo observó una marcada tendencia por parte de los niños/as a trabajar en solitario, y que a ella correspondía un tipo de actividad específica con tres grupos fundamentales de conductas verbales: la repetición o ecolalia, el monólogo y el monólogo colectivo.

El monólogo representa una conducta verbal ligada directamente a la acción. El monólogo colectivo reúne características similares a las del monólogo anterior, con la diferencia de que el niño dirige su discurso hacia un interlocutor determinado.

Según este autor, el monólogo irá desapareciendo para dar paso al lenguaje socializado, que representa la máxima expresión del pensamiento y del lenguaje adulto. El lenguaje egocéntrico es una manifestación del pensamiento egocéntrico y representa un paso que ha de dar el niño/a en el transito desde el autismo a la socialización. En conclusión, podemos decir que para la hipótesis cognitiva, las estructuras y procesos cognitivos son previos y determinantes de la aparición y desarrollo del lenguaje.

Con respecto a las contribuciones de la psicología soviética y más concretamente uno de sus miembros Vigotsky, considera que pensamiento y lenguaje presentan raíces distintas. Ambos se originan en la interacción, pero el pensamiento lo hace en la interacción material con los objetos, y el lenguaje es un producto de la interacción social. Sin embargo, estos dos procesos, que se desarrollan con relativa independencia en un momento determinado interactúan para conseguir el desarrollo de ambos. El paso del lenguaje egocéntrico al socializado propuesto por Piaget no fue aceptado por Vigotsky.

Para Vigotsky, el lenguaje egocéntrico no es un mero acompañante de la acción sino que tiene un fin comunicativo. En sus investigaciones comprobó que los niños reducen sus intervenciones verbales si existe una imposibilidad de comunicarse. Esto le llevó a pensar que el lenguaje egocéntrico “comporta una falta de diferenciación entre el lenguaje para uno mismo y el lenguaje para los otros”. Según este autor, la superación del lenguaje egocéntrico, no vendrá dada por la aparición del lenguaje socializado (tal y como indicaba Piaget), sino por el desdoblamiento del primero en un lenguaje para la comunicación y un lenguaje para dirigir y planificar la propia acción (interior). Este lenguaje egocéntrico no desaparece porque se extinga, sino porque desaparece de la conducta exterior, pero funcionando internamente.

Por esto habitualmente se producen murmullos en las escuelas infantiles, y ello nos indica que los niños han de hablar mientras trabajan, pues sólo así dirigirán la tarea que realizan. Más tarde esto se interiorizará para transformarse en pensamiento, es decir, en la función que rige la vida humana.

Las investigaciones de Luria han venido a confirmar estas aportaciones. Para este autor, en un principio, el habla que regula la conducta es el habla del adulto. En torno a los 3 años, la regulación se hace autónoma, pero es necesario que el habla autodirigida sea audible. Hacia los 4 años y medio pierde el sentido el carácter audible de las verbalizaciones y, por tanto, se interiorizan. Así pues, el habla jugará un papel primordial en la construcción del psiquismo, porque la mediación verbal de las acciones modifica cualitativamente cualquier función cognitiva.

Lenguaje y pensamiento social.

Una gran parte del pensamiento del hombre posee una base lingüística. Los niños adquieren conocimientos sobre los objetos y sobre las relaciones entre ellos por medio del procesamiento lingüístico de las experiencias directas. Esta comprensión ayuda a dotar de significado a los símbolos lingüísticos. Relacionando lo que oyen con lo que interpretan que ocurre, empiezan a descubrir lo que significan las distintas formas lingüísticas. La comprensión por parte del niño de los criterios ambientales otorga significado a las palabras, y la categorización verbal que hacen los demás de las cosas delimita lo que han de incluir estas palabras al formar los conceptos. Una vez que el niño aprende los nombres de las cosas y representa por medio de palabras las relaciones conceptuales, el lenguaje puede influir en la percepción, organización e interpretación que él haga de los acontecimientos. A medida que el niño domina las competencias del lenguaje, este se vuelve más abstracto y deja de depender de referentes inmediatos, lo cual aumenta enormemente el poder del lenguaje como instrumento del pensamiento.

Desde el punto de vista naturista sobre el origen del lenguaje (Chomsky) se defiende que el hombre está equipado de manera innata con categorías gramaticales como sujeto, verbo y objeto, lo cual predetermina el descubrimiento del significado de la estimulación lingüística. Afirman que una exposición mínima al habla es suficiente para alcanzar competencia lingüística. Sin embargo los niños tardan más de un año y medio en dominar elocuciones inteligibles de una palabra con la que representar los acontecimientos sobresalientes que han experimentado repetidamente. También tienen dificultades a la hora de combinar palabras en orden correcto. Esto no quiere decir que el niño no esté desarrollado neurológicamente para adquirir el lenguaje, ya que es capaz de dominar elementos del léxico y elocuciones en las que intervienen varias palabras, en etapas muy tempranas de su vida, si se le proporciona la estimulación enriquecida adecuada, que coincida con su nivel cognitivo.

A pesar del aumento de la tasa de adquisición del lenguaje con la experiencia, durante algún tiempo el habla del niño continúa siendo incompleta. El niño demuestra tener una comprensión no lingüística de los acontecimientos de la vida diaria en la medida que los anticipa, los discrimina y los manipula. Encuentra dificultades para traducir sus conocimientos e intenciones en palabras que formen una frase gramatical. Las variaciones en la calidad del entorno verbal producen grandes diferencias en la tasa de adquisición del lenguaje lo cual contradice en cierta medida las teorías nativistas, según las cuales, la producción lingüística natural tendría que ser más que suficiente para originar las distintas formas lingüísticas.

Muchos estudiosos del lenguaje consideran las reglas gramaticales como adquiribles mediante el procesamiento cognitivo de la información lingüística y semántica proporcionada por el entorno, más que como algo que se pueda obtener a partir del conocimiento innato.

El lenguaje es el producto de múltiples determinantes que actúan a través de diversos procesos mediadores. Uno de los grupos de determinantes es el de las habilidades cognitivas que necesitan los niños para procesar la información lingüística. Este procesamiento requiere la capacidad de percibir los elementos esenciales del lenguaje, reconocer y recordar las estructuras secuenciales, abstraer las reglas a partir de los ejemplos, seleccionar las palabras apropiadas y las reglas de producción para generar elocuciones inteligibles. Estos subprocesos implican complicadas subhabilidades cognitivas. Al tratar de descifrar el lenguaje, el niño ha de averiguar la relación que existen entre la disposición de las palabras emitidas y lo que él sabe que está ocurriendo en ese momento. Por lo tanto existe un segundo grupo de determinantes de la adquisición del lenguaje que son los conocimientos no lingüísticos que posee el niño en las distintas áreas del discurso. Antes de ser capaces de expresarse, los niños poseen conocimiento de los acontecimientos habituales, lo cual proporciona una fuente de conjeturas sobre el significado de las palabras y sobre cómo han de estructurarse para transmitir las relaciones conceptuales que él comprende. Una tercera fuente de factores que regulan la adquisición del lenguaje es la complejidad de la estimulación lingüística y los acompañamientos semánticos. Los factores interpersonales que ocupan un lugar destacado en la pragmática también es una fuente de influencia en el desarrollo del lenguaje.

– Lenguaje y pensamiento afectivo

La comunicación lingüística y verbal es el final de un largo proceso de comunicación iniciado en el recién nacido. Actualmente hay muchos estudios sobre la capacidad comunicativa extralingüística del bebé, cuyo contenido y eficacia le viene dado por su madre como interlocutor: expresiones faciales, miradas, sonidos, etc. También los comportamientos corporales, las respuestas a estímulos cinestésicos, etc. A todos ellos, el contexto les irá dotando de contenido social y afectivo. El niño llegará a instrumentalizarlos para conseguir determinados fines. Más adelante, el adulto será capaz de comunicarse a través de códigos simbólicos elaborados al margen de toda implicación emocional, pero a ello se llegará a través de una vida afectiva emocional como base de comunicación.

El niño nace con unas posibilidades de comunicación y movimientos que pueden convertirse en gestos, pero sobre todo nace con una gran necesidad de comunicación. A medida que crece abandona su debilidad e insuficiencia, es un organismo cada vez más autónomo, capaz de dominar el ambiente. Progresivamente adquiere conciencia de su autonomía. Este proceso de independencia para ser positivo ha de apoyarse en una comunidad afectiva sostenida sobre la que se articula la comunicación, requiere sobre todo la existencia de un interlocutor ansioso de recibir y comprender la comunicación.

En la comunicación primera que establece con la madre hemos de tener en cuenta algunos aspectos. Por un lado el niño es capaz de manifestar su satisfacción/insatisfacción de manera diferenciada a cuando quiere reclamar la presencia de alguien.

Por otro lado los gestos se utilizan en principio con función expresiva, pero pronto los utilizará para influir en el comportamiento ajeno. La primera forma de influir en el comportamiento del otro es reclamar la atención. Es lo que se denomina función apelativa del lenguaje. Además de entender los gestos con los que el adulto le propone hacer algo es capaz de responder a sus propuestas. La respuesta positiva implica hacer lo que se ha propuesto, no necesitando la acción un acompañamiento gestual (madre que ofrece una cucharada y niño que abre la boca). La repuesta puede ser negativa existiendo una manifestación de independencia (niño desvía o cierra la boca).

Estas formas de comunicación se presentan dentro del diálogo continuo entre el niño y la madre. Con el paso del tiempo se enriquece debido al progreso sensoriomotriz y también a una base afectiva con la madres que ayuda al niño en el nacimiento de su intención comunicativa. El lenguaje maternal será un lenguaje adaptado a las posibilidades del niño lo que repercutirá en un mejor desarrollo de la adquisición de esta capacidad. Es un lenguaje más simple en los aspectos de léxico y gramaticales, es repetitivo y enfático. Se acompaña de gestos y hace referencia a la situación real del niño.