Tema 14 – Las necesidades educativas especiales de los alumnos y de las alumnas con deficiencia auditiva. Aspectos diferenciales en las distintas áreas del desarrollo. Identificación de las necesidades educativas especiales de estos alumnos. Sistemas de detección del déficit auditivo.

Tema 14 – Las necesidades educativas especiales de los alumnos y de las alumnas con deficiencia auditiva. Aspectos diferenciales en las distintas áreas del desarrollo. Identificación de las necesidades educativas especiales de estos alumnos. Sistemas de detección del déficit auditivo.

Cabe decir, en este contexto, que la intervención del alumnado con déficit auditivo no puede quedar a disposición de la improvisación educativa. Es necesario organizar una respuesta educativa que incluya la identificación y valoración de las capacidades y necesidades del alumno, ofreciendo una propuesta curricular adaptada a las mismas, con los apoyos y servicios necesarios para ello.

A lo largo de la exposición del tema, trataremos de reflejar en un primer momento las nociones básicas sobre la deficiencia auditiva. Abordando aspectos genéricos del proceso de audición normal, así como las clasificaciones más destacadas y la etiología de la misma. Seguidamente, desarrollaremos los aspectos diferenciales en las distintas áreas del desarrollo y las necesidades educativas especiales que se derivan de cada una de ellas. Para concluir con los elementos claves sobre la identificación de las nee y los sistemas de detección del déficit.

1. Los alumnos con deficiencia auditiva.

Este apartado consta de tres partes. La primera de ellas, hace referencia a una breve revisión de la audición normal, la segunda, describe el concepto y las clasificaciones de la deficiencia auditiva. La tercera parte, se centra en el análisis etiológico del déficit auditivo.

1.1. Breve revisión de la audición normal.

Puede parecer razonable que antes de iniciar una aproximación al mundo de la deficiencia en la audición, se revisen, aunque sea de forma esquemática, algunas ideas relacionadas con la audición normal.

En este sentido, lo primero que deberíamos señalar es que el oído es, en parte, un instrumento con varias funciones importantes. Es un aparato que recoge ondas o vibraciones sonoras que circulan por el aire. Actúa como caja de resonancia. Transforma esas ondas o vibraciones sonoras en movimiento y, finalmente, las transforma en impulsos nerviosos que cuando llegan al cerebro son procesados o interpretados.

Esas funciones se ubican más precisamente en estructuras específicas que hacen que podamos diferencias en el oído tres partes. El oído externo, que está compuesto en esencia por el pabellón auricular y el conducto auditivo externo. La membrana timpánica da entrada al segundo componente estructural denominado oído medio. El tímpano transforma las ondas sonoras en movimiento que será transmitido por la cadena de huesecillos hasta el oído interno. En esta tercera sección, la cóclea o caracol se responsabilizará de transformar las vibraciones en impulsos nerviosos que viajarán a lo largo del nervio auditivo hasta las estructuras cerebrales.

1.2. Concepto y clasificación de la deficiencia auditiva.

Existen múltiples definiciones sobre la deficiencia auditiva, pues son muchos los autores que trabajan en este tema. Además, esta diversidad conceptual se ve influida en función de la clasificación de deficiencia auditiva de la cual partamos.

En este sentido, según Alberte (1988) la deficiencia auditiva puede entenderse como el grado de audición que se pierde, medido audiométricamente en decibelios (en el oído que esté en mejores condiciones)

Por otro lado, la OMS define como persona sorda a aquella que no es capaz de percibir los sonidos con ayuda de aparatos amplificadores.

Una de las definiciones más antigua y práctica de la sordera, según Myklebust, es la formulada en 1938 por la Organización Americana para Sordos, la cual plantea que una persona es sorda cuando su audición no es funcional para la vida ordinaria.

El CNREE establece en el documento Las nee del niño con deficiencia auditiva (1991), que los términos deficiencia auditiva, sordera e hipoacusia se consideran actualmente como sinónimos. No obstante, en el entorno educativo, tradicionalmente se ha considerado más práctico hablar de deficiencia auditiva o sordera como sinónimos, y reservar el término hipoacúsico para designar a aquello sujetos cuya audición, aunque deficitaria en distintos grados, es funcional.

Podemos considerar diversos criterios a la hora de clasificar las diferentes tipologías de pérdidas de audición:

Según el nivel de audición funcional:

Desde este planteamiento se prestaría atención a la capacidad del sujeto de funcionar de forma adaptativa a pesar de su deficiencia auditiva, por eso distinguimos:

Hipoacusia: la audición es deficiente pero potencialmente funcional para la vida diaria, con independencia del uso o no de prótesis. El sujeto podrá adquirir el lenguaje oral por vía auditiva.

Sordera: la pérdida impide el desarrollo adaptativo a través de la oralidad. El uso de prótesis no supone una solución. El lenguaje oral no puede ser adquirido por vía auditiva, por lo que la visión se convertirá en el principal vínculo comunicativo con el mundo. Se debe llevar a cabo un programa de intervención para evitar o compensar las dificultades que se puedan presentar en algunas o todas las áreas comportamentales imprescindibles para un buen ajuste psicosocial.

Según la localización:

Esta clasificación procede eminentemente de un abordaje clínico o médico, y se basa en la ubicación del origen del déficit auditivo. Distinguimos:

Conductivas o de transmisión: se localiza la lesión en el oído medio o externo. Debido a esta peculiaridad, el sonido no puede penetrar en el oído interno, con lo que además, será el nivel de audición el que estará afectado, y no así la calidad de la misma, pues la zona neurosensorial no estaría dañada. El pronóstico es positivo, y la mayoría de las veces se plantea una solución clínica de tipo quirúrgico, protésico, entre otros.

Neurosensoriales o de percepción: los problemas se presentan bien en el oído interno, o bien en alguna estructura del sistema nervioso. Existirán, por tanto, dificultades para procesar la información sonora. Estando afectados el nivel de audición y la calidad de la misma. El pronóstico implica mayor gravedad y generalmente es más severo, aunque se suela emplear algunas posibilidades de mejora procedentes del ámbito médico, como son los implantes cocleares.

Mixtas: contempla la presencia combinada de las dos categorías anteriores.

Según el grado de pérdida auditiva:

Aquí se presta a tención a la consideración cuantitativa del grado de pérdida auditiva, tomando siempre como referencia el oído que presente las mejores condiciones.

Las diferentes posibilidades, según los resultados de la audiometría, y teniendo en cuenta las aportaciones de autores como Valsameda (1995a) y Fernández Viader (1995) son las siguientes:

Audición normal. Se oye por debajo de los 20 dB.

Pérdida leve o ligera. Umbral entre 20 y 40 dB.

Pérdida grave o media. Umbral entre 40 y 70 dB.

Pérdida muy grave o severa. Umbral entre 70 y 90 dB.

Pérdida profunda. Umbral superior a 90 dB.

Pérdida total o cófosis. Umbral por encima de 120 dB o imposibilidad auditiva total.

Según el momento de aparición:

Está en relación con el desarrollo del lenguaje y distinguimos:

Prelingüística o prelocutiva: aparece en un momento previo al desarrollo de las habilidades básicas de comunicación hablada. Suele ser los casos de los déficit de carácter congénito o adquiridos antes de los 3 o 5 años de vida (Torres, Rodríguez, Santana, González, 1995).

Poslingüística o poslocutiva: la pérdida auditiva se da tras haber desarrollado, aunque sea mínimamente, habilidades básicas de comunicación por el canal auditivo, es decir, después de los cinco años de edad.

1.3. Análisis etiológico.

El conjunto de factores asociados a la aparición de dificultades en la audición es complejo y amplio, pues en él se ven implicados un extensísimo abanico de variables potencialmente patógenas. Según algunos autores, entre ellos Valsameda (1995a) entre un 20 y un 30 por 100 de las deficiencias auditivas tienen un origen indeterminado.

Desde el punto de vista del momento en que actúa el evento patógeno (Becker, at col. 1990), podríamos considerar tres grupos etiológicos:

Etiología de origen genético o hereditario. En donde los antecendentes familiares de hipoacusia o sordera suponen un factor de riesgo importante.

Factores etiológicos que operan durante la gestación. Podemos incluir las infecciones víricas o bacterianas como la rubéola, la toxoplasmosis, la parotiditis o la poliomielitis. Están igualmente asociados problemas de desarrollo intrauterino o las malformaciones congénitas. Por último, un gran conjunto de factores relacionados con la madre como el consumo de drogas, medicación, irradiación, deprivación de nutrientes…

Etiología de origen posnatal. Destacamos los procesos infecciosos del aparto auditivo y los traumatismos.

2. Aspectos diferenciales en las distintas áreas del desarrollo y nee que se derivan.

En este apartado trataremos de recoger de manera sintética los aspectos que conforman el desarrollo evolutivo de los niños con déficit auditivo, así como las nee que se derivan de las distintas áreas descritas.

2.1. Aspectos diferenciales en las distintas áreas del desarrollo.

De modo general, y partiendo de las aportaciones de Colin (1978), los niños sordos presentan cuatro déficit importantes.

En primer lugar, destacamos el biológico y psicofisiológico, ya que existe una deficiencia de un canal sensorial, de indudable interés adaptativo como es la audición. Esto va a provocar una vulnerabilidad del individuo y una considerable disminución de la tasa de estimulación global.

En segundo lugar, podemos destacar el déficit verbal, pues presentan una gran incapacidad para desarrollar el lenguaje oral por sí mismos.

En tercer lugar, hablamos de dificultades a nivel social y afectivo, puesto que una de las consecuencias directas de la sordera suele ser el aislamiento, que conduce a muchos sujetos a una vida marginal.

Finalmente, destacamos el déficit intelectual, ya que las desventajas comunicativas de los niños sordos se relacionan con sus retrasos en el desarrollo cognitivo.

Antes de adentrarnos en las características propias del desarrollo de los alumnos sordos, es preciso actuar con prudencia a la hora de incluir a todos los alumnos sordos dentro de un mismo patrón de desarrollo, ya que la sordera es un fenómeno complejo de manera que va a ser diferente el comportamiento y el rendimiento de cada niño.

Una vez dicho esto pasaremos a describir los aspectos básicos sobre el desarrollo comunicativo – lingüístico, así como sobre el desarrollo cognitivo, social, emocional y motor del niño sordo. Información útil para emplear posteriormente en la práctica educativa.

Desarrollo lingüístico:

La audición se encuentra íntimamente ligada al desarrollo del lenguaje, habilidad implicada en los procesos básicos de comunicación, aprendizaje y socialización (Fernández y Arco, 2004)

Las características diferenciales de los alumnos deficientes auditivos van a depender básicamente de dos variables. Por un lado, el grado de la pérdida auditiva y, por otro lado, el momento de aparición de la deficiencia.

Tal como apuntan Bruner (1997) o Caselli (1983), los gestos jugarán un importante papel en el desarrollo comunicativo infantil inicial, independientemente de que sean niños sordos u oyentes.

El proceso de adquisición del lenguaje es mucho más lento que el niño normo-oyente. Las primeras diferencias se basan en que el bebé sordo no va a responder ni a distinguir los aspectos diferenciales de la entonación del habla que su madre y adultos emplean con él.

En este sentido, al no tener retroalimentación auditiva, si no se intervienen tempranamente, el balbuceo espontáneo y reflejo que aparece en los primeros meses, y que los niños sordos también tienen, desaparecerá perdiendo el interés por las emisiones vocales.

Respecto a la adquisición de las primeras palabras, Gregory y Mogford (1981), plantean que en los niños sordos no aparecen antes de los dieciséis meses, es decir, unos meses más tarde que en los niños oyentes.

Las combinaciones de dos palabras, que constituyen la entrada al desarrollo sintáctico del lenguaje, aparecen cuando su vocabulario contiene aproximadamente cincuenta palabras, al igual que en el niño oyente.

Por otro lado, Presnell (1973) observa un desarrollo sintáctico más lento en los niños sordos, e incluso encuentra que algunas adquisiciones se realizan en distinto orden que en los niños oyentes.

La estructura sintáctica del lenguaje del niño sordo aparece en ocasiones de forma incorrecta, pues manifiesta omisiones e incluso alteraciones en el orden de los elementos que componen la oración, incorrecciones que se han denominado con el término agraticalismos (Juárez y Monfort, 1989).

Otro aspecto de interés al estudiar el desarrollo lingüístico del niño sordo es el problema de la ininteligibilidad del habla. Es por ello que se necesite incidir en la intervención temprana y en la correcta elección del método o sistema de comunicación más adecuado.

A continuación se presentan los rasgos más significativos del lenguaje del alumno en función de la pérdida auditiva.

– DA ligera: el lenguaje es correcto o aparecen simples alteraciones fonéticas (dislalias)

– DA media: suelen manifestar alteraciones fonéticas, vocabulario pobre, alteraciones de la sintaxis, posiblemente precise ayuda rehabilitadora (logopedia)

– DA severa: el niño no oye el lenguaje, por lo tanto carece de él o posee un lenguaje muy pobre, con un vocabulario muy reducido y alteraciones fonéticas. Labor rehabilitadora profunda.

DA profunda: no existe lenguaje oral. Solo una intervención rehabilitadora intensa, podrá dotarle de un medio oral y escrito de comunicación.

Presentarán dificultades en menor o mayor medida, tanto en la expresión como en la comprensión del lenguaje oral. Estas dificultades en el lenguaje se proyectan en sus posibilidades de comunicación, por lo que observaremos que las interacciones comunicativas se desarrollan con más dificultad y menos espontaneidad.

Desarrollo cognitivo.

Piaget considera que incluso sin lenguaje las interacciones con el medio físico permiten al niño el desarrollo de las capacidades intelectuales. La diferencia con un niño oyente estriba en los períodos de tiempo que tardan unos y otros en conseguir un determinado nivel cognitivo y las dificultades manifiestas para alcanzar el pensamiento formal.

En las investigaciones actuales se observa como la dificultad simbólica la manifiestan incluso en el juego simbólico. Para mejorar el desarrollo de esta herramienta de adaptación social, es preciso potencias la imitación y partir de situaciones – objetos concretos que el niño percibe con el resto de sus sentidos.

Desarrollo social.

Las personas sordas presentan serias deficiencias en el intercambio social, experimentando sentimientos de soledad cuando el entorno no le es favorable.

En este sentido, el papel de los padres desde el momento de la detección del déficit es fundamental. Deben aprender a comunicarse con su hijo, creando sentimientos de seguridad y apertura que les posibilite la intervención posterior con los iguales.

De este modo, será positivo que el niño sordo tenga interacciones con otros sordos, de forma que se pueda comunicar más espontáneamente y recoja información que de otra forma le sería más trabajosa.

Desarrollo emocional.

Está muy relacionado con las experiencias que a nivel social experimenta el niño. Como formas de compensación a sus dificultades encontramos la extroversión en unos casos, y la introversión, en otros.

Generalmente, los problemas a este nivel se generan cuando no hay un diagnóstico temprano, no se acepta la sordera o se ejerce una sobreprotección que impide el desarrollo de un autoconcepto positivo.

(Ver desarrollo afectivo y social en hoja aparte. Final)

Desarrollo motor.

Presentan un desarrollo motor dentro de las pautas establecidas. En algunos casos existe un ligero retraso en la adquisición de la marcha, principalmente por la falta de estimulación y las actitudes sobreprotectoras.

En cuanto a las dificultades perceptivas cabe resaltar la presencia de una desestructuración temporal, así como de alteraciones en la percepción de las distancias y el reconocimiento de volúmenes.

Concretamente, al evaluar aspectos más generales como el equilibrio, el tono corporal o la integración total del organismo, entre otros aspectos, encontramos que el niño sordo obtiene resultados inferiores al niño normo-oyente.

3. Identificación de las n.e.a.e. de los alumnos con déficit auditivo.

En primer lugar resulta conveniente aclarar lo que se entiende por alumno con nee.

Se entiende por alumnado con nee cuando para lograr los fines generales de la educación requiere de respuestas educativas diferenciadas que posibiliten el máximo desarrollo de sus potencialidades. (D. 286/1995, de ordenación de atención al alumnado con nee.)

Por otro lado, basándonos en fuentes normativas más actuales, se entiende por alumnado con neae aquel que presenta nee u otras necesidades educativas por dificultades específicas de aprendizaje (DEA), por trastornos por déficit de atención o hiperactividad (TDAH), por condiciones personales o de historia escolar(ECOPHE), por incorporación tardía al sistema educativo (IT) o por altas capacidades intelectuales (AACC), y que puede requerir determinados apoyos educativos en parte o a lo largo de su escolarización. Resolución de 30 de enero de 2.008.

Para identificar las neae que presenta un alumno debemos poner en marcha un proceso de evaluación psicopedagógica. Esta debe incluir la información relativa al alumno y al contexto en el que se desarrolla. (Ver ficha de evaluación psicopedagógica)

En este sentido, del alumno debemos conocer las condiciones personales de discapacidad; el desarrollo general que presenta; el nivel de competencia curricular y el estilo de aprendizaje. Por otro lado, en cuanto al contexto se analizará concretamente el contexto familiar, el escolar y el social.

Inicialmente, se partirá de la valoración audiológica realizada por el especialista. En ella se recogerá el grado de pérdida, el momento en que se detectó el déficit, la etiología del mismo, entre otros aspectos básicos para el comienzo de la estimulación temprana.

Además de este análisis, será preciso llevar a cabo un conjunto de pruebas que recojan las características que presente el niño sordo en cuanto a la capacidad intelectual, el desarrollo social y afectivo, así como sobre el desarrollo de la comunicación y el lenguaje. En relación a este último aspecto, Silvestre y col (1998) plantean la valoración de las siguientes áreas: capacidad comunicativa global, producción del lenguaje oral y comprensión del lenguaje oral.

En el caso de los niños que no se expresan verbalmente se valorarán las regulaciones, la capacidad para gestionar la conversación y la capacidad de dar y demandar información.

Finalmente, dentro de la evaluación del alumno es imprescindible abordar su nivel de competencia curricular, principalmente en las áreas de Lengua Castellana, Lengua extranjera y Música; además de su estilo de aprendizaje.

En cuanto al contexto del alumno, se intentará llevar a cabo un análisis que incluya primero, la valoración de las características de la familia. Puntualizando fundamentalmente el grado de aceptación de la hipoacusia y los canales de comunicación establecidos en el círculo familiar. Segundo, el estudio de las variables del entorno escolar que incidan directamente en el desarrollo del alumno, por ejemplo su nivel de adaptación, las características del grupo-aula o las posibilidades de organización de la respuesta educativa. Tercero, la valoración del contexto social o lo que es lo mismo, el análisis de las conductas básicas que presente el discente en relación a los grupos de referencia, el entorno social o las posibilidades y limitaciones del medio.

4. Necesidades educativas especiales que se derivan de las distintas áreas del desarrollo.

Las nee más comunes se relacionan con:

Lenguaje: las alteraciones en la audición pueden causar problemas de comunicación. En la adquisición y/o desarrollo del lenguaje

Lectura: un % elevado de la población con sordera carece de un nivel de lectura comprensivo mínimo. Les resulta extremadamente difícil.

Escritura: está muy afectado. Los problemas están vinculados al lenguaje oral y la comprensión.

Comportamiento: limitaciones a nivel social y de integración en el grupo. Se vuelven menos sociales.

Motricidad: están por debajo de la media en cuanto a lateralidad, coordinación, equilibrio y rapidez.

De igual modo destacamos otras:

¡ Retraso en la inteligencia abstracta conceptual.

¡ Importancia de la realización de un diagnóstico precoz.

¡ Adquisición más lenta de las técnicas instrumentales básicas.

En este sentido, debido a que las áreas más afectadas son el lenguaje oral, la lectura, la escritura, el comportamiento y la motricidad, el alumno sordo necesitará desarrollar un nivel de comunicación funcional, aprendiendo el código de la lecto-escritura. Necesitará recurrir, por tanto, a estrategias visuales y aprovechar otros canales sensoriales, así como la experiencia directa. Además, requerirá un sistema lingüístico de representación y estrategias para aprender autónomamente.

Por otro lado, el niño sordo, necesitará asegurar su autoestima, su identidad y su autoconcepto positivo; recibiendo toda la estimulación motriz y sensorial posible.

5. Sistemas de detección del déficit auditivo.

En este apartado hablaremos sobre las principales pruebas empleadas para detectar la hipoacusia o sordera, centrándonos en primer lugar en las pruebas objetivas y subjetivas, para posteriormente exponer algunas nociones elementales sobre la audiometría infantil.

5.1. Pruebas objetivas y subjetivas

Las pruebas audiométricas, por razón del sujeto, se dividen en objetivas y subjetivas. Una diferencia a resaltar entre ambos tipos de pruebas es que en las primeras no se requiere la colaboración voluntaria del sujeto, mientras que en las segundas sí se requiere su colaboración.

Los tipos y características de las pruebas objetivas son:

Los potenciales evocados, también se conocen como audiometría de respuesta eléctrica. Suponen la recogida de señales bioeléctricas que el sonido provoca en diversos tramos de la vía auditiva. Un aparato suministra los estímulos sonoros y un ordenador registra las respuestas que el estímulo ha provocado.

La electrococleografía está recomendada para indicar o no los implantes intracocleares.

La impedanciometría mide la elasticidad o capacidad de vibración de la membrana timpánica. Mediante el impedanciometro se mide el estado de presión del oído medio y el umbral llamado reflejo estapedial.

Finalmente, la timpanometría estudio la elasticidad del tímpano, que interviene en el buen funcionamiento del oído medio.

Cuando hablamos de pruebas subjetivas hacemos alusión a la audiometría. Es la técnica o conjunto de técnicas para medir la audición sirviéndose principalmente del audiómetro. Distinguimos:

La audiometría tonal (tonos puros), consiste en la representación gráfica de la audición según sus parámetros de intensidad y frecuencia. El sujeto nos dice si oye o no el sonido que producimos con el audiómetro.

La audiometría vocal (no tonos puros) busca la valoración cualitativa de la audición a través del uso de un listado de palabras. Se dirige a detectar el nivel de inteligibilidad del lenguaje.

La audiometría verbotonal usa logotomas o segmentos del habla sin significados equivalentes a sílabas. Busca el campo óptimo de la audición con vista a la implantación de prótesis y posterior rehabilitación del habla.

5.2. Audiometría infantil.

Trata de medir la pérdida auditiva con ayuda de estímulos acusticos, así como contribuir a precisar la topografía de la lesión.

Del mismo modo, proporciona pautas para equipamiento protésico y la adecuada intervención logopédica.

En un primer momento se emplean pruebas que permiten captar la aparición o no de respuestas reflejas a la presentación de estímulos sonoros.

Posteriormente (6 meses) se puede utilizar el ROI (Reflejo de orientación e investigación) y el ROC (Reflejo de orientación condicionada) a partir de los dos años.

Más adelante, se pueden emplear pruebas lúdicas como el Peep- Show. En esta prueba se condiciona al niño a presionar un botón que pone en marcha un juguete mecánico. El interruptor sólo funciona cuando previamente se ha emitido un sonido. Puede usarse desde los 3-4 años hasta los 7 años.

** Desarrollo afectivo y social.

El desarrollo del lenguaje juega un papel importante en el desarrollo de la personalidad, ya que nos sirve para emplear técnicas de control e inhibir o desinhibir nuestras acciones, conocerse a sí mismo, expresar sentimientos, conocer la realidad, interactuar con los demás,…

Puesto que las personas sordas muestran dificultades en el lenguaje, pueden manifestar complicaciones a nivel comunicativo, lo que deriva en problemas de asimilación, aceptación, comprensión de normas, afectando en ocasiones de forma negativa a la formación del autoconcepto, en las relaciones con sus iguales y adultos, …

En cuanto al comportamiento en el aula, suelen presentarse actitudes de posición defensiva, negativista, poco o nada participativo, dependientes,… Es por ello que el educador deberá centrarse en la prevención de estas actitudes, con el fin de que el alumno aprenda a controlar su comportamiento y sus reacciones.

Todas estas dificultades de interacción comunicativa y de incorporación de normas sociales, va a generar una serie de necesidades educativas en el alumno con DA, como son: necesidad de una mayor información referida a normas y valores sociales, de asegurar su identidad y autoestima y de adquirir y compartir un código de comunicación, que le permitirá estructurar su pensamiento, regular su comportamiento e interaccionar con su medio.