Guía para la elaboración de supuestos prácticos 2

Guía para la elaboración de supuestos prácticos 2

SUPUESTO No 2

Trabajas como Técnico/a de Educación Infantil en una Escuela Infantil en cuyo equipo educativo se plantea la necesidad de fomentar la participación y colaboración de las familias durante el curso escolar.

Señala cuales serían a tu juicios las líneas de actua­ción necesarias para favorecer e incrementar esa participación.

DIAGNÓSTICO

FUNDAMENTACIÓN

Los cambios dados en nuestra sociedad (incorporación de la mujer al mundo laboral, los cambios en el medio familiar, la condiciones de vida actuales, etc.) han provocado que la escuela pase a ayudar y complementar la educación de los más pequeños, que hasta hace poco era misión exclusiva de la familia, pero eso no implica “absorber” la totalidad de la responsabilidad en su educación, ni asumir roles que no le corresponden, por lo que ni la familia debe desligarse de la escuela ni la escuela de la familia, sino que es un trabajo de ayuda, colaboración, participación… familia-escuela e incluso otras instituciones (asisten­cia social, sanidad, ayuntamientos…). Por esto la participación de las familias en el centro y la armonización de criterios compartidos son fundamentales.

Las familias buscan en la Escuela ayuda en la crianza y educación de sus hijos/as, poder compartir con otras familias y con los profesionales, sus dudas, opiniones, intereses, preocupaciones… y un lugar donde sus hijos/as tengan experiencias y vivencias diferentes a las del entorno familiar. Este proceso voluntario implica su participación (en la medida que ellos quieran o puedan) y el acceder a la información y formación referente a sus hijos/as, al centro y a su propio papel.

Nos encontramos en una etapa educativa en la que es muy importante el contacto, la colaboración, la actuación conjunta y la participación de y con la familia en la vida del centro y en la educación de sus hijos/as, así pues, es una cuestión de alta importancia de cara a mejorar los ambientes del aula y del centro, para hacer más efectivos los procesos de aprendizaje de los niños, para evitar actuaciones y modelos contrarios, para favorecer la adaptación e integración de los niños/as, para controlar y evaluar los procesos personales de cada alumno/a, para explicitar las intencionalidades educativas, para colaborar en la realización de tareas, salidas… para conseguir la necesaria coherencia y concatenación evi­tando los saltos, rechazos, choques, contraposiciones entre los ambientes escolares y fami­liares, para que los niños vean que la escuela tiene mucho que ver con sus padres, con la familia y con lo que esta quiere para ellos/as, etc.

Sería bastante larga la lista de bondades y beneficios que la colaboración y actuación conjunta familia-escuela puede aportar a la escuela, a la familia, a la educación y al desarrollo de los niños/as.

A menudo la participación de los padres, familia, se limita a llevar a los niños/as al “cole”, recogerlos, asistir a las reuniones de evaluación, y alguna vez puntual pasar por la tutoría a “ver cómo va su hijo/a”. Obviamente esto no está mal pero se puede y se ha de potenciar mucho más esa participación de los padres en la educación de sus hijos, en la vida del centro, en las decisiones que afectan a sus hijos, etcétera.

El centro precisa (dada la transcendencia social que tiene la educación, sobre todo de los más pequeños, y dada la importancia que para ello tiene la participación de la familia) articular una estrategia de actuación en este campo tendente a fomentar, favorecer… dicha par­ticipación de forma organizada, planificada, coordinada.

Obviamente en este terreno nos encontraremos con graves problemas de disponibilidad temporal de los padres, sobre todo si estos trabajan los dos, pero si, como en el supuesto es un medio rural, posiblemente las madres sí tengan un poco más de tiempo para colaborar, participar, teniendo en cuenta que podrán hacerlo desde sus conocimientos, cultura, forma de pensar propia (que no tiene por qué ser coincidente con la pedagógica) y quizás por eso se hace más necesaria tal colaboración y participación.

El acercamiento de la escuela a la familia de cada niño/a nos proporcionará informacio­nes que mejorarán nuestro conocimiento sobre la familia, su entorno y características; a la familia le aportará una visión diferente de su hijo/a sobre sus comportamientos en un ambiente diferente; y al niño/a le aportará seguridad con nosotros los educadores al percibir que su familia nos conoce y tiene confianza y seguridad en nosotros.

El conocimiento por parte de educadores y padres de lo que el niño hace en la escuela, en la calle, en la casa, cómo “piensa” y “actúa” en diferentes entornos o ambientes, sus reacciones, actitudes, lo positivo, lo negativo, cómo se relaciona, sus conductas, hábitos, etc., hará posible un planteamiento y una actuación educativa mucho más “global”, adaptada, personalizada y eficaz. También el hecho de que los padres conozcan cómo funciona, qué se hace en la escuela y que participen en ello activamente y en la toma de decisiones… hará más eficaz, significativa, funcional… a la propia escuela y sobre todo a los procesos de desarrollo personal y educacional de sus hijos/as.

CONSIDERACIONES Y PAUTAS DE ACTUACIÓN

Lógicamente todo esto requiere, para evitar interferencias, malos funcionamientos, etc., una clarificación y explicitación de los roles, “papeles”, funciones, responsabilidades… que han de desempeñar cada uno de los sectores (escuela y familia,…) no sólo en información, sino también en formación, actuación…

Es necesaria la unidad y coherencia entre los diferentes ámbitos o ambientes que conforman la experiencia vital del niño/a y las actuaciones de las personas de cada uno de estos ambientes (casa-escuela-barrio…), por lo que la cooperación, respeto, escucha y reflexión conjunta entre padres-educadores es fundamental y ha de estar presente en toda la toma de decisiones, actuaciones, vivencias, experiencias, etc., por lo que a la hora de programar y llevar a cabo estas planificaciones y actuaciones tendremos en cuenta los intereses, deseos, necesidades, circunstancias, capacidades, disponibilidades y posibilidades, etc., de padres, maestros y niños.

Dada la necesidad de una educación personalizada, adaptada… se hace necesario el conocimiento de las necesidades y características peculiares de cada uno de los niños/as y del entorno sociocultural en el que se desenvuelven.

Nos plantearemos la necesidad de hacerles ver a las familias que para conseguir nues­tros objetivos y actuaciones necesitamos de su colaboración ofreciéndoles la posibilidad de participar a distintos niveles, cada familia según sus posibilidades y preferencias, su grado de compromiso, disponibilidad…

Participar y colaborar:

a) En y desde sus casas

b) En el centro, en el aula

Mediante esta colaboración familia escuela se puede lograr un mayor progreso y afianzamiento de los objetivos y contenidos que la Educación Infantil se propone.

Un caso de especial participación de la familia es aquel en el que hay que realizar adaptaciones curriculares significativas, para su hijo/a; en ellas la familia debe recibir y dar (intercambiar):

– Datos, información adecuada sobre la ACI

– Sugerencias consideradas oportunas

Los padres, deben poder participar en la definición de esas finalidades educativas del centro, si así lo desean, supuesto que la escuela es pública, plural, democrática, atiende a la diversidad, arraigada en el entorno y respetuosa con él…

Todas las familias y no sólo los representantes en el Consejo Escolar o APA conocerán nuestras intenciones educativas, cómo vamos a trabajar con sus hijos/as, qué queremos con­seguir… debiendo además aportar sugerencias, intereses, intencionalidades, objetivos, actuaciones, modos…

Se habrá de estabilizar una relación de continuidad y confianza en busca de una adecuada coherencia en los mensajes y modelos que los niños/as reciben de ambos contextos, familia y escuela.

Debemos mantener contactos (conversaciones, entrevistas, cuestionarios…) con los padres. Estos contactos deberán ser en un ambiente adecuado, distendido, de confianza que se preste al intercambio y la colaboración.

Es conveniente plantear el trabajo partiendo de los intereses y necesidades que detecte en las familias, pudiendo así incidir en algunos hábitos y estereotipos como pueden ser el aprendizaje de la frustración, los celos en niños pequeños…

RESOLUCIÓN

Para el tratamiento y resolución de esta situación/problemática propongo las siguientes pautas como objetivos a conseguir y por lo tanto actuaciones a llevar a cabo.

– Reuniones previas del propio equipo de ciclo para planificar estas actuaciones concretas, unificar criterios, consensuarlos, asumirlos, etc.

– Puesta en conocimiento del Equipo Directivo, resto del Claustro y Consejo Escolar de los acuerdos tomados y el plan de actuaciones a emprender.

– Como punto de partida favoreceremos las relaciones de la familia con la escuela y con el personal de la misma (encuentros informales, comidas, entrevistas, charlas, reunio­nes…), implicándoles en el proceso educativo de sus hijos/as.

– Configuraremos un marco de relaciones que haga de la escuela un lugar de encuen­tro de la familia y comunidad educativa, donde se aprende a vivir desde y para la vida.

– Facilitaremos los recursos, espacios, tiempos… para que la escuela sea un lugar de encuentro con y entre las familias, sus hijos y los maestros/as.

– Organizaremos cauces de participación de las familias y la coordinación (como se especifica más adelante) que permitan una acción educativa eficaz y coherente.

– Momentos/cauces/vías, a lo largo del curso, en las que trabajaremos la relación familia-escuela:

a) Entrevistas individuales y Entrevistas grupales, para planificar el curso, intercambiar informaciones, acoger a las familias nuevas, período de adaptación.

b) Reuniones generales de los padres de alumnos de Ed. Infantil y otras de todos los padres de alumnos del centro (trimestrales e inicio-final de curso/ciclo).

c) Reuniones mensuales y de seguimiento, evaluación… de los padres/madres del grupo de niños/as.

d) Información diaria, relaciones espontáneas (a la llegada, a la salida, o cualquier otro momento adecuado…).

e) Tutorías, Tablones informativos, folletos…

f) Relaciones, reuniones, entrevistas… por un motivo concreto (cuando sea considerado necesario por alguna de las partes).

g) Relaciones a partir de actividades: cumpleaños, salidas, celebraciones o fiestas del cole­gio, exposiciones de trabajos y realizaciones de sus hijos/as, etc.

h) Cartas informativas (formales, informales). (…)

– Plantearemos el trabajo partiendo de los intereses y necesidades que detectemos en las familias.

– Contactos (conversaciones, entrevistas, cuestionarios…) con los padres. Estos contactos deberán ser en un ambiente adecuado, distendido, de confianza, que se preste al inter­cambio y la colaboración.

– Fomentaremos la participación e información a todas las familias, no a unas pocas.

– Planificaremos de manera conjunta con las familias, en los encuentros o reuniones, su participación en casa, desde casa, en el centro, en el aula…

– En los primeros contactos trabajaremos la concienciación sobre la necesidad del con­tacto, la colaboración y el esfuerzo y trabajo conjunto… sobre la necesidad de estabili­zar una relación de continuidad y confianza en busca de una adecuada unidad y cohe­rencia en los mensajes y modelos que los niños/as reciben de ambos contextos, familia y escuela.

– Analizar, discutir, planificar, repartir y fijar claramente los “roles” que cada uno (fami­lia y escuela) debe representar y asumir… para complementarse y no oponerse o contra­riarse, etc.

– Organizaremos contactos colectivos, para tratar temas por ellos propuestos mediante charlas, talleres, escuelas de padres/madres, etc., en horarios extraescolares.

– Favoreceremos mediante reuniones informativas, charlas-coloquio… el conocimiento, análisis y aportaciones sobre las Finalidades Educativas, el Proyecto Curricular y las Programaciones de aula, en una política de puertas abiertas para satisfacer las demandas de información/formación sobre la educación de sus hijos/as.

– Se podrá crear una comisión mixta padres-madres/escuela para, por ejemplo:

a) Solicitar cualquier tipo de información

b) Controlar la marcha y funcionamiento del ciclo

c) Encauzar las sugerencias, críticas, aportaciones… de los padres-madres

d) Formar grupos de confección de materiales, actividades extraescolares, fiestas, talleres, etc.

e) Actuar con otros padres o familias en casos necesarios (…)

Para obtener la información necesaria sobre las necesidades y características peculiares de cada uno de los niños/as y del entorno sociocultural en el que se desenvuelven se hace imprescindible la colaboración de las familias, conociendo nuestra acción y sintiéndose parte integrante de la escuela. En este sentido haremos conjuntamente un estudio análi­sis del tipo de familias que son atendidas en el centro:

a) Niveles de estudios de las familias

b) Situación profesional-laboral de las familias

c) Nivel de ingresos

d) Número de hijos

e) Otros miembros de la familia

f) Otros datos interesantes… (edad, intereses…) y de las características, historia, datos médicos, etc. de cada niño Participación en la toma de decisiones sobre el horario, jornada escolar…

Dentro de ese marco agradable, distendido, de confianza, respeto… se fomentará su participación activa y efectiva en:

– Reuniones, entrevistas, encuentros, tutorías… actividades del centro… que se planificarán conjuntamente y conocerán de antemano.

– Consejo Escolar (temas y acuerdos…)

– Asociación de Padres de Alumnos (formación/información). En el caso, relativa­mente frecuente en el medio rural, de que no exista o funcione la APA haremos lo posible por ayudar/colaborar en su formación o puesta en funcionamiento.

– Entradas, salidas, despedidas…(comportamientos/actuaciones planificados conjunta­mente)

– Tiempo parcial de permanencia en el aula del padre/madre…

– Organización y participación en actividades conjuntas: talleres, salidas, excursiones, colonias, actividades extraescolares, extraordinarias, celebraciones, fiestas…

– Cooperativas para la adquisición de materiales

– Aportación de ideas, sugerencias (directamente, buzón…)

– Colaboración en la obtención de informaciones en:

a) Entrevista inicial, antecedentes y características del niño/a

b) Registros de información sobre la adaptación

c) Ficha de salud escolar, accidentes

d) Ficha/diario de comportamientos, conductas, actitudes… fuera del centro.

– Colaboración fundamental en los períodos de adaptación de sus hijos a la escuela

– Incidencia directa en el aula en diversas actividades educativas, narraciones, teatros, canciones, talleres, charlas, explicaciones de temas o asuntos…

– Planificación, organización y actuación coordinada en la escuela y en la casa en temas como: hábitos alimenticios, de salud e higiene… actividad, descanso, vigilia-sueño…

– Desarrollo físico, corporal y mental (lenguaje verbal y no verbal, conceptos bási­cos, motricidad, autonomía, responsabilidad, autoestima, relaciones afectivas y sociales, comportamientos, conductas, actitudes, intervención de sus hijos en la realidad y el entorno, experiencias, etc.)

Es muy importante que los padres/madres sepan y vean claramente el ¿para qué? de su participación, ayuda, colaboración, actividades, trabajo, esfuerzo…, que se sientan protago­nistas, responsables… (habiendo delimitado claramente como dijimos anteriormente los “roles”, “competencias” y los “campos de actuación” de familia y escuela, sin injerencias, ni usurpaciones…

Hemos de mentalizar, concienciar a los padres/madres de que ellos son en estos primeros años el “cordón umbilical” que conecte el medio familiar y el escolar en cada uno de sus hijos/as. Familia y escuela no han de ser ambientes aislados, desconectados… aunque sí sean diferenciados; y que su respaldo, apoyo, confianza en la escuela… y la “transmisión” de esto a sus hijos/as es muy importante, fundamental, tanto para la escuela como para sus propios hijos/as.

SUPUESTO No 3

Como Técnico/a de Educación Infantil en una Escuela Infantil que trabaja con un grupo de niños y niñas de 2 años, nos vemos en la necesidad de organizar el “ambiente de aula” (espacios, tiempos…).

Plantea una propuesta para ello según unos criterios metodológicos básicos.

DIAGNÓSTICO

FUNDAMENTACIÓN

Los niños/as aprenden interactuando con el “ambiente” que le rodea por lo que cuanto más rico, variado, motivador y adecuado sea éste, más les permitirá desarrollar al máximo sus necesidades y capacidades.

Las intenciones educativas, metodología, globalización, ámbitos, objetivos, actividades, etc. nos marcarán, a nosotros como maestros/as, una necesaria organización y distribución del espacio y del tiempo, una “programación”, pero no hemos de olvidar que la organiza­ción de los tiempos/espacios por y para materias, áreas… no se corresponde con los ámbi­tos de experiencia de los niños/as sino con organizaciones del adulto.

Las características psicofísicas de los niños, necesidades fisiológicas en primer término (alimento, actividad-descanso, higiene, salidas…), psicológicas en segundo término (forma o estilo de aprendizaje, concentración, atención, tipo de tareas, procesos mentales…) y sociales en tercer lugar (juego, comunicación, relación…) demandarán otra organización y distribución del tiempo que no segmente, parcele, arbitrariamente la “globalidad” del niño/a.

Por lo tanto, compaginaremos estas necesidades o demandas, y para ello nos basaremos en un “enfoque globalizador”, considerándolas todas como un “todo”, con flexibilidad suficiente para que el tiempo esté en función de las actividades, tareas… que en cada momento se realicen desde los intereses y demandas de los alumnos.

Estos niños se encuentran en períodos de construcción personal, cada uno a su ritmo y tienen la necesidad de “repetir” la misma acción, los mismos movimientos… Por lo tanto, respetaremos el ritmo de cada niño/a y su vivencia del tiempo como mejor garantía para que llegue a ser único, diferente, personal, valorado y aceptado.

Los espacios no sólo están condicionados por la arquitectura, sino también por el mobiliario, puertas, ventanas, suelo, pavimento, etc.; y los tiempos no sólo están condicionados por las necesidades de las áreas/ámbitos, por la intención del educador… sino por los inte­reses de los niños/as, sus necesidades de todo tipo, sus características psicofísicas y socia­les, sus ritmos individuales, sus rutinas, hábitos, etc.

Todo esto hace que el tema sea muy “complejo” ya que los espacios y tiempos han de dar respuesta a una serie de necesidades de los alumnos, de los educadores, de las programaciones, de la acción educativa, de los procesos de aprendizaje…

CONSIDERACIONES Y PAUTAS DE ACTUACIÓN

Esta realidad nos obligará a plantear intencionalmente las posibilidades que el centro ofrece, en cuanto a:

a) Espacios: todas sus dependencias, lugares…

b) Tiempos… “horarios”, secuencias…

Conforme a las características, necesidades e intereses de la Educación Infantil, en un intento de adaptarlo y cubrir tales necesidades e intereses.

No podemos cubrirlas todas en el aula física ni con la distribución tradicional o convencional del tiempo.

a) Espacios

En este tema hemos de ser realistas, conscientes de nuestras posibilidades y limitacio­nes ya que hay elementos del espacio en este centro difícilmente transformables (los suelos de las aulas y de los espacios comunes, la iluminación natural, los accesos, servicios, pun­tos de agua, etc.), por imposibilidad física o de obras, económica, administrativa o de otra índole.

Esta “imposibilidad” de realizar “transformaciones” no debe desalentamos ni impedir­nos el “aprovechamiento” del espacio con el que contamos, reflexionando conjuntamente todo el equipo docente sobre sus posibilidades y buscando, desde el análisis de la situación del aula y desde el nivel de altura de los niños, “soluciones” para mejorar dentro de lo posi­ble el espacio educativo para poder dar la mejor respuesta posible a:

– Necesidades tan básicas para estos niños/as como las fisiológicas, afectivas, de autonomía, de movimiento, de socialización, de juego, de expresión, de representación, de descubrimiento, de manipulación y observación, de conocimiento del cuerpo pro­pio y de los otros, de situación y orientación en el espacio y en el tiempo, etcétera.

– Necesidades nuestras propias como educadores, para la familia…

– Necesidades marcadas por las actividades, materiales, mobiliario, etc.

Habrá que estudiar las posibilidades de establecer un espacio central, espacios individuales, rincones o zonas para diversas actividades, realizaciones, funciones, almacenaje, exposición, talleres, etcétera.

Es necesario establecer criterios para la organización de estos espacios y ambientes como por ejemplo: estabilidad, flexibilidad, variedad, etc.

Hoy en día hay una gran cantidad de materiales especializados y específicos para Ed. Infantil, multifuncionales, polivalentes… que nos pueden ayudar a sacar un mayor rendi­miento a los espacios que tenemos, ya que al no poder alterar el espacio físico global y real de que podemos disponer, sólo podemos organizar y distribuir materiales, mobiliario… de la forma más adecuada y rentable posible para generar espacios móviles, flexibles, dentro del espacio “fijo” del aula y centro.

La relación entre espacios y materiales queda patente en el uso de estos para:

– Cubrir el suelo (moquetas, alfombras, colchonetas, esponjas…)

– Separar espacios (cuerdas, cortinas, mamparas, armarios…)

– Ordenar, colocar, almacenar… (estanterías, armarios…)

– Actividad y comodidad (mesas, sillas, cojines, posetes, colchonetas, espejos…)

– Crear zonas (alfombras, cajas, mesas…)

– Decorar (láminas, trabajos, telas, colores…)

– Establecer rincones o zonas

– Iluminar o no (luces, cortinas opacas…)

b) Tiempo

Consideramos que la organización del tiempo ha de responder a dos factores importantes:

1. Las “intencionalidades educativas”

En Educación Infantil la “globalización” supone no trabajar áreas o ámbitos de forma separada, aislada, compartimentada, sino de forma “global”, lo cual implica que no debe de haber tiempos “fijos” para tal o cual área, ámbito sino que los tiempos se caracterizarán por:

– Estar en función de: la situación de aprendizaje, el interés, iniciativa y disponibilidad de los niños/as, la motivación, los distintos tipos de actividades que surjan o se hagan, la secuencia didáctica, etc.

– Tener en consideración el ritmo biológico, aún muy irregular y personal, y las rutinas,

– Compaginar distintos tipos de agolpamiento,

– Contemplar un período de adaptación gradual a la vida en la escuela.

La organización y distribución del tiempo no ha de confundirse con “rigidez”, con “excesiva división” o fragmentación del tiempo, sino asociarse con “previsión” de momentos, situaciones, actividades… con un criterio de flexibilidad elevado que per­mita que el niño/a viva sin tensiones, sin prisas, sino en función de sus ritmos y nece­sidades.

Un momento especialmente delicado para ello es el del período de adaptación (al lle­gar la primera vez a la escuela, después de períodos largos de vacaciones, etc.)

2. Las “características y necesidades personales y sociales” del niño/a.

El tiempo es un elemento muy importante en Educación Infantil debido a las características y necesidades de los niños/as (actividad-descanso, relación, ritmo individual, sucesión, intervalo, duración de las actividades, tipo de tareas…), debiendo mantener constantes temporales, rutinas, ritmos (toma de contacto a la entrada, preparación de las actividades, desarrollo de las mismas, tiempo para el recuerdo-simbolización, descansos, juego, alimentación, recogida y ordenación de los materiales, tiempo para la despedida…), evitando tanto la desorganización como la tecnificación excesiva.

Estos ritmos, rutinas, de actividad o no actividad proporcionarán al niño/a regulari­dad, estabilidad, seguridad, harán posible establecer frecuencias que ordenen la vida en la escuela y lleven al niño a interiorizar ritmos y secuencias temporales, diferen­ciar de forma progresiva los distintos momentos del día y llegar a recordar, prever y anticipar lo que pasará después. Un factor que puede ayudar mucho en este aspecto sobre todo en los primeros meses, es que los niños/as conozcan y comprendan el “horario”, tener puntos de referencia claros y no andar perdidos.

Como vemos es tarea compleja, para nosotros como maestros/as, el organizar y distri­buir el tiempo ya que influyen muchas variables y muy importantes, sobre todo el hecho psicológico de la “globalización”.

Por lo tanto aplicaremos horarios “globalizados”, en el sentido de no distribución temporal arbitraria para áreas, materias… sino que los “contenidos” de los ámbitos los iremos incorporando en las actividades que los alumnos vayan rea­lizando (según su interés y nuestra intencionalidad) y en los tiempos que ellos vayan demandando, respetando ciertas “rutinas” básicas para el niño/a en cuanto a su estabilidad, referencia y orientación temporal.

En esta tarea nos puede ser muy útil el desarrollar los procesos de enseñanza-aprendizaje, las vivencias, la acción didáctica en el aula, grupo-clase, etc., mediante la programa­ción propia y su desarrollo-aplicación, de Unidades Didácticas globalizadas, dónde no hay “horario” en sentido estricto sino secuencias didácticas, planes de actividades “generado­ras”, “tipo”, secuenciadas didácticamente, y para las cuales se contemplan tiempos orientativos (de duración) flexibles y no fijos en horario, sino que van en función de por dónde se vaya en la secuencia didáctica. Para explicarlo de manera muy sencilla e incompleta, se fun­ciona desde las actividades, tareas, subactividades, procesos, intereses y necesidades del niño/a… y no desde una secuencia de contenidos (aunque se tengan en cuenta estos y su lógica interna).

RESOLUCIÓN

a) Espacios

– El espacio como escenario de la acción-interacción lo adaptaré a las necesidades de niños y niñas (fisiológicas, afectivas, de socialización, autonomía, juego, movimiento, exploración, investigación…) de manera que se puedan apropiar y situarse en el mismo, a partir de sus experiencias, relacionarse con los objetos y las personas.

– La distribución del aula la haremos de acuerdo a los siguientes objetivos:

  1. Proporcionar la interrelación en espacios comunes que faciliten la interacción social y la conciencia de grupo.
  2. Garantizar todos los requisitos de seguridad, higiene…
  3. Tener presente su funcionalidad y estética.

– Dispondremos los espacios de manera que permitan el trabajo colectivo, de pequeño grupo e individual y a la vez que faciliten la observación directa de los niños.

– Dejaremos un espacio central vacío, lo más amplio posible, para que los alumnos jueguen y para organizar actividades colectivas que implican movimiento. El resto del aula (incluso pasillos, otras salas) las hemos organizado en zonas o rincones bien diferencia­dos.

  1. Expresión, representación gráfica (preescritura, lenguajes no verbales…)
  2. Expresión, representación plástica
  3. Lectura de la imagen y prelectura
  4. Juego simbólico (casita, médico…), identificación, imitación, juegos dramáticos
  5. Salud, alimentos
  6. Descanso, actividades tranquilas
  7. Movimiento, motricidad…
  8. Juegos, juguetes…
  9. Experiencias, experimentación, manipulación, construcción…
  10. Exposición (de trabajos, etc.)

No podremos cubrir todas las necesidades en el aula por lo que habilitaremos y utilizaremos de manera complementaria otros espacios con los que contamos:

  1. Entrada y pasillos (para la realización de talleres, expositores…)
  2. Aulas comunes (salón de actos, usos múltiples, etc., según disponibilidad del centro)
  3. Servicios, cuartos de baño
  4. Exteriores (patio, pista deportiva, etc.) para correr, saltar, columpiarse, juegos grupales, aire libre, tierra, arena, agua, luz natural… buscando:
    • Fácil acceso, alguna parte cubierta, distintos tipos de suelo, puntos de agua, jardi­nes y arbolado o huerto, elementos de juego fijos (columpios, terrarios, casita, cabana…, elementos de juego móviles (cajas, tacos, ruedas, maderas, troncos, etc.)

Otros espacios para los niños/as y para adultos: despacho, sala de reuniones…

a) Estableceremos un “espacio central” en el aula

b) Estableceremos espacios para el movimiento y el tránsito

c) Estableceremos espacios para la actividad, para el descanso…

d) Tendremos en cuenta los espacios muertos y su posible utilización

e) Tendremos también en cuenta que el espacio del maestro/a también es un espacio educativo

f) Una vez localizados los espacios disponibles pasaremos a pensarlos, articularlos, organizarlos, distribuirlos, decorarlos, etc., de manera atractiva, acogedora, conforta­ble… creando un clima acogedor, ordenado y estimulante que trate de evitar la rup­tura entre el ambiente escolar y el del hogar… y que sirva de referencia para la adqui­sición de hábitos, etc.

g) Esta planificación y distribución que haremos de los espacios y materiales (mobiliario sobre todo) permitirá y favorecerá los encuentros, las relaciones interpersonales, el intercambio de experiencias, informaciones, vivencias…

h) Tendremos en cuenta al elegirlos (si es que es posible), los de mayor facilidad de acceso y que permitan y sean facilitadores de la manipulación, observación, interac­ción…

i) Organizaremos los espacios que tengamos de acuerdo con la mayor flexibilidad para la diversidad de elección y realización de diversos tipos de actividades

j) La flexibilidad, la polivalencia, la facilidad de modificación, adaptabilidad a individualidades y grupo, etc., nos guiarán como criterios elementales en la distribución y organización de los espacios y materiales.

k) Distribuiremos en el aula espacios que nos posibiliten a nosotros y a los niños/as la atención y acción según los distintos ritmos de aprendizaje y los distintos tipos de actividades, intereses… organizando rincones, talleres, zonas…

l) Por supuesto, cuidaremos de que estas distribuciones espaciales (móviles, adaptables y polivalentes) se hagan de tal manera que no se interfieran unas actividades y otras (dentro de las posibilidades del aula, nunca haremos planteamientos utópicos…)

m) Para el análisis y distribución de los espacios nos situaremos agachados en una posi­ción visual próxima a la que tienen los niños/as por su altura. Esto nos permitirá hacer planteamientos mucho más acertados y próximos a la realidad del niño/a y de paso creemos que esto permitirá mejor la observación del maestro/a que habitual­mente está en un plano visual superior.

n) La creación de espacios dedicados al juego libre va a ser muy dificultosa dentro del aula, por lo que la mayoría de ocasiones habremos de buscar los espacios y tiempos mera del aula (comedor, biblioteca, sala de usos múltiples, gimnasio… si es que los hay).

o) Cuidaremos y vigilaremos que todos los espacios presenten las mejores condiciones posibles de limpieza, sanidad, seguridad… solicitando la modificación de elementos si fuera necesario (suelos, moquetas, materiales…).

p) Organizaremos los espacios en relación a los materiales que tengamos, de manera que posibiliten la manipulación, juego, recreación… y que sean propiciadores de su utilización autónoma.

q) Toda esta organización, distribución y consideraciones responden no a la arbitrarie­dad sino que surgen como respuesta a una “intencionalidad educativa”, a nuestra intención de desarrollar los procesos de aprendizaje-enseñanza de manera activa, participativa, investigadora, con un enfoque globalizador y con la máxima significatividad y funcionalidad posible, que permitan de la manera más adecuada la cons­trucción por parte del niño de sus aprendizajes, conocimientos…

r) Para la organización de espacios, separación de ambientes, etc., nuestra creatividad e imaginación e incluso la de los niños será muy necesaria ya que habrá que alejarse de las distribuciones clásicas, estándares, y buscar la habilitación de nuevos espacios dentro del espacio, utilizando el mobiliario de forma creativa, multifuncional, no convencional.

s) Como hemos dicho antes los espacios que podamos establecer y la rapidez y como­didad para su readaptación van a depender en gran medida de la naturaleza, tipo y calidad del mobiliario y materiales que utilicemos. Un material y/o mobiliario poli­valente, multifu7ncional, manejable, ligero… nos evitará el habilitar espacios diferen­tes fijos y diferenciados para las diferentes actividades, tareas, intencionalidades, etc., ya que fácilmente podremos “reconvertirlo”.

t) Espacios fijos habrá los mínimos imprescindibles y desarrollaremos la idea anterior de mutabilidad intencional, cambio, adaptación, flexibilidad, multifunción…

u) También utilizaremos (según disponibilidades del centro y del entorno) los espacios exteriores que sea posible y factible, conforme a algunos criterios básicos como:

  • Que respondan a intereses de los niños/as (parques, plazas, zonas recreativas, bos­que, campo, río…).
  • Que se hallen próximos a la escuela.
  • Carentes de situaciones de peligro.
  • Ofrezcan riqueza y variedad de experiencias sensoriales.
  • Permitan observar y experimentar situaciones de la vida cotidiana.
  • Realismo y viabilidad para su acceso.

Al principio del curso los espacios, zonas, ambientes, materiales… los diseñaremos, organizaremos y dispondremos los maestros/as pero a lo largo del curso los niños participarán, modificarán, rediseñarán, prepararán… las zonas, etc.

b) Tiempo

  • El tiempo/los tiempos los organizaremos conforme a las características del centro, del grupo de alumnos, de los criterios metodológicos (la globalización implica estructuras temporales muy flexibles), y de todas las variables que antes he comentado, por lo que el “horario” que aplicaré tendrá las siguientes características:

a) Flexibilidad, no rigidez

b) No uniformante o uniformador

c) Tiempo para todos

d) Tiempo para la interrelación, socialización

e) Ritmos diarios, semanales,…

f) Rutinas, previstas pero flexibles, para ordenar la vida en la escuela e interiorizar ritmos y secuencias temporales (entrada, saludo, asamblea, alimentación, descan­so, recreo, patio, actividades, aseo, rincones, salida, despedida…)

g) Adaptados y que combinen intereses y necesidades de los adultos y de los niños

h) Tiempo para las necesidades fisiológicas

i) Tiempo para las necesidades de movimiento, actividad…

j) Tiempo para las necesidades de descanso, sueño…

k) Tiempo para las necesidades afectivas

l) Tiempo para la expresión de sus vivencias o experiencias

m) Tiempo para el conocimiento de sí mismo y del mundo que le rodea

  • Estableceremos ritmos, rutinas de actividad o no actividad que proporcionarán al niño/a regularidad, estabilidad, seguridad, harán posible establecer frecuencias que ordenen la vida en la escuela y lleven al niño a interiorizar ritmos y secuencias temporales, dife­renciar de forma progresiva los distintos momentos del día y llegar a recordar, prever y anticipar lo que pasará después.
  • Dedicaremos tiempo y esfuerzo a que los niños/as conozcan y comprendan el “horario”, a tener puntos de referencia claros y no andar perdidos.
  • Aplicaremos horarios “globalizados”, en el sentido de no distribución temporal arbitra­ria para áreas, materias… sino que los “contenidos” de los ámbitos los iremos incorpo­rando en las actividades que los alumnos vayan realizando (según su interés y nuestra intencionalidad) y en los tiempos que ellos vayan demandando, respetando ciertas “ruti­nas” básicas para el niño/a en cuanto a su estabilidad, referencia y orientación temporal.
  • Acción didáctica basada en Unidades Didácticas de enfoque globalizador, en las secuen­cias didácticas…
  • Tiempos orientativos (de duración) flexibles y no fijos a horario, sino que van en fun­ción de la secuencia educativa.
  • Comentaremos y consensuaremos con los padres a principio de curso esta organización del tiempo, estos “horarios”.

Así, el “modelo de horario” tendría partes fijas (rutinas) y partes flexibles, adaptables… actividades demandadas, necesidades, intereses…

SUPUESTO No 4

Como Técnico/a de Educación Infantil te incorporas a un grupo de Ed. Infantil de niños y niñas de último curso de primer ciclo en un centro donde la Educación Infantil empieza a funcionar en el presente curso, y te encuentras ante la necesidad de seleccionar, ele­gir, organizar los materiales, recursos, medios y su utilización.

Plantea la resolución de la misma en base a unos criterios metodológicos básicos.

DIAGNOSTICO

FUNDAMENTACIÓN

El centro no dispone de materiales específicos para la Educación Infantil, ya que es el primer año que esta funciona, luego hay que partir de cero, lo cual es, por un lado un incon­veniente y por otro quizás una ventaja, ya que no dependeremos de materiales anteriores que nos puedan condicionar, pero supone el esfuerzo y la responsabilidad de dotar al cen­tro, al aula, a los niños/as y a nosotros mismos del material necesario y suficiente (según posibilidades económicas, porque una cosa es la teoría y otra la práctica).

Los planteamientos “globales” afectan tanto al currículo como a los niños/as, al personal, a los elementos de acceso al currículo, al tiempo, la organización, las relaciones… es decir, a todo incluidos los materiales como herramienta imprescindible.

El material nunca podrá ser un fin por sí mismo sino que los medios, los materiales han de estar al servicio del “proyecto educativo”, del proyecto curricular de la intencionalidad educativa y del enfoque metodológico, y no al revés, como sucede a menudo. Incluso nos encontramos con materiales de los denominados de las Nuevas Tecnologías “usados” como las enciclopedias, para transmitir una “lección”.

Hoy en día, dadas las características del modelo de educación, hay que tener en cuenta otros factores en los materiales además de su adecuación, calidad, optimidad… como son factores de coeducación, consumo, salud y seguridad, incidencia en el medio ambiente, paz, convivencia… los llamados ejes transversales que afectan al currículo y por supuesto a los materiales para el acceso y desarrollo del mismo. (Ej.: no podemos educar para la paz y la convivencia con juguetes o juegos bélicos, aunque estos sean entretenidos e interesantes para los niños/as…).

Generalmente cuando se habilitan, abren o ponen en funcionamiento aulas de Educación Infantil, eso lleva aparejado consigo unas dotaciones de material específico para Ed. Infantil. Módulos, dotaciones que suele enviar la Administración Educativa.

Pero estas dotaciones de material, necesarias por un lado, no son suficientes por otro, por lo que precisaremos por lo tanto analizar, pensar, seleccionar… adquirir o solicitar el material básico que consideremos necesario para el desarrollo del proyecto curricular del ciclo y para la acción educativa en nuestra aula y con nuestro grupo.

La cantidad y características de los materiales que pongamos a disposición de los niños/as son indicadores muy significativos del tipo de tareas que se desarrollarán.

CONSIDERACIONES Y PAUTAS DE ACTUACIÓN

El querer mejorar los procesos de aprendizaje-enseñanza y sus resultados, el avance de la sociedad, la tecnología, las ciencias de la educación… nos lleva a la búsqueda y el interés por nuevos materiales, medios, recursos… desde nuevas perspectivas o enfoques metodoló­gicos.

El aprendizaje, la experiencia educativa escolar es fundamentalmente vicaria, se basa en la información que proviene de otros y no en la experiencia propia y directa, la relación del alumno con el contenido no es directa en la realidad sino a través de algún medio, material o recurso que represente, aproxime o facilite el acceso de ese alumno/a a la observación e investigación de esa realidad.

Los materiales educativos han de estar orientados a un fin y organizados en base a los criterios de referencia del currículo. El recurso, el medio educativo, no tiene sentido en sí, si no es dentro del espacio curricular; no se trata sólo de meter en el aula muchos y sofisti­cados recursos y materiales, sino de meterlos en el currículo. Esto exige que el profesor o el equipo docente tengan claras cuáles son las principales funciones de los medios, mate­riales…

Los materiales habrán de estar adaptados al marco psicodidáctico y a las características de los alumnos, siendo preferibles los que posibilitan la fantasía, simbolismos no lógicos… para que el alumno pueda abordar la realidad de forma polivalente, lúdica, imaginativa…

Con los materiales como con todo en educación, hay que evitar la improvisación nega­tiva, el uso de los materiales sin finalidad educativa clara e intencional, por entretenimien­to, esnobismo, porque está de moda, para callar a los alumnos, etc., el uso de los materia­les sin conocer perfectamente la información a transmitir y sus características y posibilida­des educativas, en fin, su uso indiscriminado.

Para que el niño trabaje bien y saque un rendimiento adecuado a los materiales no ha de ser la primera vez que lo hace, no se han de utilizar estos de forma muy esporádica y sin sistematicidad, ya que se pierden en el “medio”, “la innovación”, y no se centran en el men­saje, la información, la actividad…

Cuando intentamos enseñar lo hacemos con una “intención” y el sentido de esta inten­ción marcará y determinará los recursos, medios, materiales… a emplear

· qué material es más adecuado

· qué material es oportuno ¿existe, no existe, podemos disponer de él…?

· si existe, ¿vale como está? ¿hay que modificarlo, reelaborarlo…?

· ¿Cómo usarlo? ¿cuándo (en qué momento)? ¿dónde?

· ¿Durante cuánto tiempo?

Todas estas interrogantes que responden a la realidad de los procesos de aprendizaje-enseñanza han de articularse si queremos sacar el máximo rendimiento al material.

El niño/a ante los materiales manipula, atiende, capta, procesa, actúa o interactúa, aprende… Así según el tipo de niños que tengamos o que tratemos de conseguir (pasivo, receptor, receptivo, activo, interactivo…) habremos de articular el uso de los materiales y sus posibilidades, conociendo los procesos mentales y físicos que se dan en los niños/as de estas edades, sus características… y conociendo las teorías y las prácticas sobre los proce­sos de aprendizaje y enseñanza… y no exclusivamente desde la buena intención o la sola referencia de lo que queremos conseguir…

Los materiales son importantes instrumentos que posee la escuela para llevar a cabo su tarea educativa, por lo que deberán ser variados, polivalentes, estimulantes, y usados de manera tal que ello no sea lo importante y no releguen a un segundo plano al niño, su acti­vidad, sus intereses…

Los materiales deben estar en Educación Infantil muy ligados al juego, dada la importancia del juego en el aprendizaje en esta etapa.

Entendemos que los recursos materiales son medios que facilitan la interacción educando-realidad en el proceso de aprendizaje.

  • Sirven de vehículo a los contenidos y a los procedimientos.
  • Los planifica y organiza el educador
  • Los utilizan los niños y el educador en las actividades.
  • Se evalúan con respecto a los objetivos.

Las características del material, su grado de estructuración, posibilidades… condicio­narán nuestra actuación y nuestra actitud como maestros/as al plantear su uso por los niños/as.

Los materiales que seleccionaremos serán:

a) Organizadores de las experiencias de aprendizaje.

b) Medios que posibiliten una relación polivalente y comprensiva con la realidad y que movilicen todas las dimensiones de los sujetos.

c) Accesibles y eficaces, al alcance de todos y adaptados a las necesidades indivi­duales.

d) Sugerentes, bellos y motivadores; capaces de producir placer, alegría y emoción al utilizarlos.

e) Ricos en contenidos

Los materiales serán estudiados, analizados, reflexionados muy bien por el equipo educativo (tipo de información, valores, currículo oculto, rol del niño, contenidos, posibilidades de uso, diseño adaptado a las características del niño, presentación, necesidades de cuidados, durabilidad, resistencia, etc.), para seleccionar aquellos que consideremos más adecuados dentro de nuestras posibilidades y de estos materiales habremos de realizar un análisis psicopedagógico, qué objetivos nos planteamos con ellos al introducirlos, para qué los introducimos, qué objetivos plantea el material por sí mismo, qué papel desempeña el educador y el niño/a, qué capacidades pueden ayudar a desarrollar, qué procesos de cons­trucción del conocimiento desarrollan y de qué manera, etc., además de lo dicho sobre segu­ridad y salud, coeducación, etcétera.

También es recomendable analizar la cantidad y variedad de los materiales que los niños manejarán, debe haber variedad pero hemos de evitar la dispersión y la angustia ante la elección.

Hablar o hacer una clasificación de materiales en Educación Infantil sólo es entendible desde la mentalidad del adulto, del maestro/a, ya que el niño usa y juega con los materiales desde su “globalidad”, desde el hecho psicológico de la globalización. Por eso no me refe­riré o haré una clasificación científico-sistemática, sino más informal, para resaltar el hecho de que lo importante no es el material sino el uso que de él se haga y los aprendizajes que mediante él se favorezcan o extraigan.

RESOLUCIÓN

La importancia, el valor del material no reside en sí mismo sino por las posibilidades de acción espontánea (manipulación, exploración…) o dirigida, de juego, motivación, etc. que proporcione, por lo que el equipo docente de la etapa habremos de analizar, cuestionar, vigi­lar… que los materiales que seleccionemos cumplan estas condiciones, renovando e intro­duciendo las modificaciones que vayan siendo necesarias conforme a algunos “criterios de selección y uso” de estos materiales y objetos:

  • Adecuados a la edad
  • Que los niños y niñas manifiesten interés por ellos favorecedores de la manipulación, la investigación utilizables por alumnos de diferentes capacidades e intereses que generen estímulos adecuados
  • Potenciadores de la actividad del niño/a y no que la inhiban o suplan
  • Potenciadores de la imaginación, la creatividad…
  • Utilizables en grupo o individualmente
  • Aptos para actividades diversas
  • Que estén o respondan a modelos del mundo vital
  • Polivalentes, múltiples usos, experiencias y juegos
  • Variados, atractivos
  • Sanos, seguros (no tóxicos, ni peligrosos…)
  • No sexistas
  • Accesibles
  • Ordenados
  • Distribuidos de manera descentralizada (pero atención a los niños que se pue­dan abrumar, descentrarse y no interactuar), al alcance de los niños/as (excep­to aquellos que comporten riesgo (punzones, chinchetas…), con facilidad para su redistribución y readecuación en función de la actividad o tarea a realizar en cada momento. Descentrar los materiales no significa desorganización sino agrupamiento en áreas definidas, allí donde van a ser usados, que faciliten la autonomía, elección e interés del niño/a
  • Recuperables
  • Reutilizables
  • Resistentes
  • Adecuados a nuestras intencionalidades, proyecto y metodología

Respetando el uso que desde su pensamiento “global” hacen los niños/as de los mate­riales, introduciremos materiales (guardando entre ellos un equilibrio razonable) para todos los ámbitos (psicomotor, sensorial, manipulativo, lógico, de expresión, comunicación, representación, lúdicos…) en una cantidad suficiente, no escasa, para no producir aburri­miento, peleas o agresividad, falta de actividad o interés, pero no excesiva para no produ­cir caos, dispersión, angustia ante la elección por parte del niño/a, y con una adecuada distribución y complementariedad con los espacios de que disponemos tanto interiores como exteriores (no sea que metamos tanto material o distribuido de tal manera que no podamos desenvolvemos o utilizarlo adecuadamente).

Además de los materiales específicos y propios de Educación Infantil, utilizaremos aquellos de uso común en el centro (proyectores, cassettes, cámaras, pelotas, instrumentos musicales, etc.) y, si el centro dispone de ellos, utilizaremos las denominadas “nuevas tecnologías” ordenadores, “enseñanza asistida por ordenador”.

A título de ejemplo se ofrece un listado de materiales potencialmente necesarios:

  • Materiales impresos: libros de imágenes/consulta, libros de lectura de imágenes, fichas de tareas/trabajo individualizado, editoriales…
  • Simuladores: Módulos constructivos, réplicas mecánicas, biológicas, etc., maquetas, juguetes…
  • Material lúdico-deportivo: Para juegos, para ejercicios motrices (psicomotricidad)
  • Materiales para el desarrollo sensorial (material muy variado, de uso común, de dese­cho, objetos…) y estimulación sensitiva
  • Materiales y juegos para el movimiento y el desarrollo motorice (rampas, escaleras, cuerdas, alfombras…
  • Materiales de manipulación, observación, experimentación física y observación de la naturaleza (casita, rincones, lupas, balanza, agua, arena, juguetes, muñecos, títeres, juegos de medidas, bloques, aros, tacos, objetos cotidianos…, y un sinfín más, incluso seres vivos…)
  • Materiales de desarrollo del pensamiento lógico (puzzles, dominó, bloques lógicos, construcciones, juegos de medida y capacidad…)
  • Materiales para la representación y comunicación (variado, múltiple… títeres, marione­tas, guiñol, teatro, instrumentos rítmicos y musicales…)
  • Materiales para el desarrollo de la expresión oral (imágenes y libros de imágenes, lámi­nas, fotos, revistas, grabadoras, títeres, cuentos…)
  • Materiales para la expresión plástica (papeles, ceras, colores, plastilinas, arcillas, pince­les, pinturas de dedos, maderas, hilos, telas, barro, temperas, colas, cuerdas, lana, carto­nes, fotos, revistas, material para dibujos, pinturas y collage…)
  • Materiales para el juego dramático y el conocimiento del propio cuerpo
  • Materiales propios elaborados (recuperación y elaboración de materiales, aprovechando otros materiales de desecho, viejos, rotos, etc.)
  • Material elaborado por el educador

En el caso de los materiales editoriales, habrá que llegar a un consenso en el equipo educativo ya que yo pienso que muchos de estos materiales, por su generalidad y descontextualización, no dan respuesta a la atención a las individualidades (ritmos, procesos, capacidades, habilidades, etc.), no favorecen el pensamiento divergente ni dan respuesta a sus intereses reales, ya que están diseñados fuera del contexto del centro y de la escuela lo cual no es muy compatible con las ideas de la reforma educativa en cuanto a la “adaptación y concreción”.

Si en el grupo tenemos niños/as con necesidades educativas especiales debidas a problemas físicos o psíquicos, la dotación de material para ellos habrá que hacerla en función de dichas necesidades. Afortunadamente se van encontra­do cada vez más en el mercado materiales adaptados a esas necesidades, deficiencias (adaptadores ortopédicos, materiales adecuados, tamaños adecuados -por ejemplo para amblíopes- etc., y si no, nos queda el recurso de nuestra inventiva y creatividad. Pero repito que es importante la dotación de materiales para estos niños con necesidades edu­cativas especiales.

Estableceremos conjuntamente con los niños/as las “normas de utilización, ubicación y conservación de los materiales”, creando actitudes y valores al respecto.

Hemos tenido en cuenta que si los materiales sólo están dispuestos, organizados, al alcance… pero sin instrucciones de qué hacer con ellos, en qué momento, etc., lo que estamos haciendo es una “oferta de materiales”; pero sí los materiales además tienen ins­trucciones “intencionales” de qué hacer, cómo, etc., lo que estamos haciendo es una “oferta de actividades”.

Intentaremos conseguir un equilibrio entre ambas intenciones, ya que si hay un exceso de “ofertas de actividades” esto limita la construcción interna, la creatividad, del niño/a y si hay un exceso de “oferta de materiales” esto distorsiona y dispersa los procesos de aprendizaje del niño/a y sobrecarga y desborda al maestro/a al tener que concebir y controlar todas las posibilidades de actividades, manipulaciones, etc., que los alumnos pueden realizar.

Para la dotación de materiales, ya que los recursos de los centros son muy limitados, formaremos con los padres/madres una especie de “cooperativa” o “fondo de aula” para la compra y dotación de material para sus hijos/as.